Chiquitica como un bonsái, pero más bien famélica. Así deslució la oposición al Presidente Petro en la instalación de las sesiones del Congreso de la República, el pasado 20 de julio. Bonchinchosa, carente de argumentos y llena de descalificaciones y odios, demostraron que están muy lejos de contar con el talante para ofrecerse, desde la derecha que representan, como opción de gobierno para el 2026. En medio del berrinche opositor, medio sacaron la cara, el Senador David Luna de Cambio Radical y el Representante a la Cámara Daniel Carvalho.
Pareció más bien un taller de oratoria para principiantes, el espectáculo que tuvimos que padecer los colombianos en la presentación de las fuerzas políticas que ejercen como contestación al gobierno nacional. Ni siquiera pudieron ponerse de acuerdo para que uno o a lo sumo dos congresistas ejercieran su vocería y contestaran a profundidad las tesis y planteamientos del Presidente o juzgar con evidencias y argumentos el desempeño de un Petro que intervino como en sus mejores tiempos en un escenario en el que se destacó como un excepcional parlamentario por espacio de 20 años.
La chorrera de intervenciones corrió por cuenta de 6 congresistas: los Representantes Oscar Campo, Marelen Castillo, Daniel Carvalho y Miguel Polo Polo, y los Senadores David Luna y Miguel Uribe Turbay. Y las frases que quedaron en la retina de los colombianos son para llenarse de tristeza o morirse de la risa: Un estrambótico Polo Polo apeló a sus acostumbrados señalamientos irresponsables e irrespetuosos con la investidura presidencial asimilando la Casa de Nariño a un frente de una organización armada cuyo comandante es el Presidente en ejercicio. Uribe Turbay, quizás emulando la inteligencia de su abuelo, el tristemente celebre Julio Cesar Turbay Ayala, insistió en preguntar con tono veintejuliero a que horas se levanta el Presidente. De resto, nada que trascendiera como reflexión seria merecedora de controversia pública.
El Estatuto de Oposición incorporó como novedad que la oposición pudiera ejercer su derecho de réplica al gobierno. Uno de los momentos estelares para quienes se declaren en oposición, es la intervención a la que tienen derecho como respuesta al discurso del Presidente de la Republica en cada una de las sesiones de instalación del Congreso de la República. No es para menos: el discurso del Presidente es su rendición de cuentas o el balance de su gobierno ante el país y su oportunidad para señalar el rumbo a seguir estableciendo la agenda legislativa y el tipo de relaciones que pretende entablar con el poder legislativo y demás poderes públicos.
Esta oportunidad perdida para la oposición, la ha condimentado y de mala manera, el expresidente Cesar Gaviria, quien desde su finca familiar cuyo letrero tiene el nombre de “Partido Liberal Colombiano”, propone un nuevo “frente nacional” que mediante una consulta escoja un solo candidato para enfrentar el progresismo en las presidenciales del 26. Queriendo replicar la derrotada formula de unidad de todo el establecimiento tradicional PRI-PAN-PRD de México que sucumbió ante un arrollador Morena en cabeza de Claudia Sheinbaum apoyada por los Verdes, ahora quiere una alianza que pretendería sepultar por siempre la alternancia política izquierda/derecha inaugurada con la llegada de las izquierdas al poder en cabeza de Petro. Quieren reinstalar la democracia rotativa de antaño que relevaba el poder entre los López, los Santos, los Pastrana, los Gaviria, los Turbáis, los Valencias, los Lleras…
La oposición es fundamental en toda democracia. Colombia ha tenido una tradición de persecución violenta al opositor político que explica en buena parte el alzamiento armado contra un sistema político bipartidista que anuló la practica opositora a su interior en una suerte de partido unico que socabava las disidencias acudiendo siempre a la cooptación clientelista. Por ello, una oposición de bajo vuelo como la que estamos presenciando le hace un enorme daño a la promesa de una mejor democracia de la Constitución del 91 y del Estatuto de Oposición.