Para quienes profesamos alguna religión o corriente espiritual, encender una vela siempre tiene un significado especial. En este “día de las velitas,” millones de personas en nuestro país lo hacen, algunas en medio de un ritual íntimo ligado a su fe, otras, en un evento de tono más social. Sea cual sea el propósito, las(os) invito a que prendamos una vela por la salud pública de nuestro país.
Hemos enfrentado, como el resto del mundo, la crisis de salud más importante en un siglo y, cuando pensábamos que estábamos saliendo de tan terrible suceso, vemos un comportamiento epidemiológico que hace pensar en un nuevo pico, de magnitud difícil de estimar —siempre lo ha sido, en realidad—. En las últimas dos semanas, hemos visto el incremento de alrededor de 35% de casos nuevos de Covid-19 en nuestro país, pero esa no es toda la historia. Por un lado y, como se venía pensando desde hace ya algún tiempo, el SARS-CoV-2 ha comenzado a “sincronizarse” con el espectro respiratorio viral que, en nuestro país, se agudiza en las temporadas de lluvias. Esto ha hecho que, tengamos una carga agregada de infecciones respiratorias, por múltiples virus y, que ésta afecte a distintos grupos de riesgo. Por el otro y, como se ha vuelto habitual, quedan dudas sobre el abordaje que el Ministerio y, todo el sector, le está dando a tan inquietante panorama.
Esta semana se anunció que el comité de expertos se reuniría para estudiar “el uso del tapabocas,” no obstante, ésta no es la única estrategia para atacar tan compleja problemática y éste no es el único espacio para discutirlo, tampoco. Comencemos por lo último. Poco o nada sabemos del análisis de la situación por parte del Comité Estratégico en Salud, instancia reglada por Resolución y que, en administraciones pasadas, se reunía semanalmente; tampoco sabemos de reuniones del comité asesor para la vacunación Covid-19 y, por último, parece que el Plan Nacional de Vacunación contra la Covid-19, vigente por Decreto, ha desaparecido del panorama —cuánto resquemor pareciera haber por lo que existe con anterioridad—. En cuanto a las estrategias, tampoco se observa un plan integral de apertura controlada de salas ERA (Enfermedad Respiratoria Aguda), movilización con todos los actores de la vacunación, tanto Covid como de influenza, comunicación del riesgo, entre otras líneas de acción.
La respuesta a esto, pareciera estar en la anunciada “crisis provocada,” en donde la batalla campal por una eventual reforma a la salud ha creado una situación sin precedentes en el país, en donde la responsabilidad es de otro —de las EPS, de las Secretarias de Salud, de los pacientes, etcétera— y al final, no hay un sistema unido actuando articuladamente por nuestra salud. En este escenario, es tiempo de recordar que, parte del éxito en superar la emergencia sanitaria reciente, fue que todos nos sentamos a trabajar juntos por un solo propósito, superior a cualquier agenda individual.
Así que, hoy, si encendemos algunas velas, acordémonos de prender una por nuestra salud pública, para que ilumine el quehacer de quienes toman las decisiones a este respecto y, aunque sea por este desafío epidemiológico que vivimos, se trabaje en equipo con todos los agentes para aumentar el ritmo de vacunación, consolidar la red de atención y descongestionar los servicios de urgencias y fortalecer la comunicación y pedagogía a la población —esto es lo que se precisa hacer hoy, ya mañana se llegaran los debates de la reforma—.