Las empresas están enfrentando retos importantes en la ejecución de sus proyectos y el cumplimiento de sus metas a raíz del COVID-19.
El brote del coronavirus ha generado una crisis de salud pública y emergencia sanitaria con la que el mundo no contaba, para la que el mundo no estaba preparado y sobre todo, para la que la especie humana no estaba educada ni culturalmente programada. La enfermedad está impactando gravemente la humanidad de las personas y la economía de todos los sectores alrededor del mundo.
Como los virus no conocen fronteras, los impactos continuarán extendiéndose; de hecho, el 94 por ciento de los Fortune 1.000 ya están viendo disrupciones y afectaciones en sus cuantiosas fortunas.
En la mayoría de las economías de los países desarrollados, los niveles de actividad cayeron en diciembre a cifras y niveles parecidos a los que se presentaron en los meses de abril y mayo de 2020 (el peor momento que atravesaron estos países se dio en esos meses). Creo en Colombia y en Latinoamérica en general, empezaremos a padecer este fenómeno en las próximas semanas, pues por ejemplo en el país ya estamos empezando la segunda ola de contagios y la llegada de las medidas de contención adoptadas por los diferentes alcaldes y gobernadores afectarán de forma negativa la reactivación económica que ya venía a media marcha.
La pandemia lejos de acabarse esta en su peor momento, la vacuna aun no es garantía de nada y menos en un país pobre y corrupto como Colombia, donde si estamos de buenas el total de la población estará vacunada para finales del 2022.
Una precisión: el proceso de recuperación económica incluida la evolución del empleo está amarrado a las condiciones del virus, al comportamiento de las personas, a la agenda de la vacunación, a las medidas que se tomen para contrarrestar su propagación y algo que es lo más fuerte: el COVID-19 marcó el primer revés en la lucha contra la pobreza extrema en una generación. Según Fedesarrollo, solo en Colombia, la pobreza va a alcanzar un nivel superior al 47% de la población por la pandemia, ya que en 2020 por lo menos 6 millones de colombianos ingresaran a esta condición por la crisis.
Antes del virus, ya había en Colombia, más de 17 millones de colombianos en condición de pobreza monetaria. A hoy sin temor a equivocarme, puedo decir que el 50% de la población en Colombia es pobre.
El 2020 fue el año más difícil para el mundo desde que yo tengo memoria, ha dejado una contracción, que, según el consenso de muchos expertos, será de entre el 4% y 5%. El 2021 nos presenta un futuro borroso en donde aún nos cuestionamos y preguntamos ¿qué podemos esperar?
Poner nuestras esperanzas en el uso de tapabocas, el distanciamiento social, el lavado de manos, el tan popular, sonado y publicitado #QuédateEnCasa y la distribución de las vacunas conseguidas, por lo menos en Colombia no funciona. Muestra de eso son los más de 6244 contagios evidenciados el 31de diciembre en Bogotá, la falta de cultura ciudadana, el irrespeto por la salud y la vida de la gente que nos rodea y claro está por la propia, el egoísmo, la indiferencia, el irrespeto por el derecho de quien se cuida a no contagiarse, la incoherencia en el actuar, la inconsecuencia en el proceder, la pobreza monetaria y la peor y más dura realidad de una importante parte de la población en Colombia: no haberse educado por no tener las condiciones ni la oportunidad de hacerlo y por esta razón, la única forma de vida que conoce es la de luchar a diario en las calles para poder llevar un plato de comida a su casa y pagar un techo donde resguardarse.
El discurso confuso de un Gobierno que para nada lo ha hecho de la manera que la mayoría lo hubiéramos esperado (lo primero que tocaba hacer en esta coyuntura era disminuir los salarios de senadores y representantes en el Congreso y quitarle a los congresistas los gastos de representación ya que trabajaron desde sus casas la mayoría del tiempo).
Yo por ejemplo, a hoy no sé qué cantidad de vacunas tenemos realmente confirmadas, pagadas y por lo tanto garantizadas, las dudas que me asaltan sobre la cadena de frío de la vacuna (-70 grados centígrados) en un país en donde el pacifico nariñense y chocoano por solo mencionar algunos de los cientos de poblados que están absolutamente rezagados en el servicio de energía eléctrica son muchas, los niveles desbordados de corrupción crearan los carteles de la vacuna y la vacunación como ya existen los carteles del papel higiénico y los pañales y a esto sumémosle el abuso de poder, los pagos por debajo de la mesa y el manejo turbio de las relaciones de los que muchos se valdrán y estarán a la orden del día.
Ahora ¿cómo creo yo será la economía en los primeros 6 meses del 2021?
No hay peor ciego que el que no quiere ver y aunque no soy economista ni puedo visualizar un futuro incierto en donde son las condiciones del virus las que marcan lo que pueda pasar, el sentido común y oír y leer a muchos economistas reconocidos si me lleva a concluir algunas cosas tras la destrucción económica por la que atravesamos a causa de la pandemia:
– La contracción que tuvo el 2020 discrimina geográficamente por nivel de riqueza, ya que la desigualdad y la pobreza son mucho más pronunciadas en países en vía de desarrollo como Colombia que no tienen como garantizar alimento, techo, salud, educación y pago de servicios al 50% de su población para así disminuir la propagación del contagio.
– Si dejamos el tema a la suerte, podríamos pensar que el 2021 será un poco mejor que el nefasto 2020, sin embargo, el 2021 será un año muy difícil a pesar que cambiamos de año con la esperanza de un mejor escenario si tenemos en cuenta que las medidas de protección e higiene no son tenidas en cuenta por la mayoría. La vacuna salió en tiempo record, lo que de alguna manera hace exista desconfianza y por lo menos un tercio de la población mundial no quiera recibirla.
– Hay que poner en marcha medidas excepcionales para tiempos de crisis. Los estímulos fiscales son una medida de fácil adaptación en países ricos pero no en países pobres, por lo tanto en Colombia la estrategia deberá estar orientada no a aumentar las cargas a una población considerablemente afectada e impactada en sus finanzas y oportunidades laborales sino a disminuir la carga impositiva que ya venimos arrastrando y compensar esto de otra manera. Ejemplos claros de lo ya aplicado son la disminución importante en el precio de la gasolina que hubo en 2020, la reducción irrisoria del SOAT si se tiene en cuenta que tuvimos parados los carros mínimo 4 meses del 2020, el día sin IVA, el no cobro de intereses por parte de los bancos al haber refinanciado la deuda de tarjetas de crédito a 12 meses, y el aumento del pago de algunos servicios con base en la inflación y no en el aumento del salario mínimo. Por lo pronto toca darle continuidad a todas estas propuestas, implementar muchas más y seguir apoyando de todas las formas posibles a la población pobre y vulnerable.
– Hay que tomar todas las medidas necesarias para proteger a la población que ha sufrido y seguirá sufriendo las inclemencias de la pandemia ya que si no se protege a esa población el proceso de recuperación será mucho más denso, complejo y lento porque muchos factores negativos como la inseguridad, el hambre, la pobreza y la mendicidad seguirán en aumento.
– El 2021 no va a ser la vuelta a la misma vida que teníamos antes, hay cambios, cambios que no para todos han sido positivos como son el trabajo remoto, la telemedicina, la educación a distancia o el comercio electrónico, menos en un país donde muchos empleados necesitan al jefe al lado para ser productivos y eficientes, con un pésimo y colapsado sistema de salud que si no funciona de forma presencial menos funciona de forma virtual, con una desigualdad tan marcada que el poco acceso a conectividad y la falta de recursos para acceder a las herramientas necesarias que requiere la virtualidad imposibilitan para muchos colombianos estar en condiciones de igualdad por lo menos en ese sentido.
– Qué dejo el 2020? Nuevos pobres, deterioro máximo de la economía, disminución en las remesas al haber menos migrantes, desempleo, disminución en la operación y en las utilidades de las empresas, confinamiento, aislamiento, afectación de las relaciones sociales, y muchas otras cosas a las que hay que darles la vuelta poco a poco. Aunque mejoremos, el año 2021 será un año de grandes retos, grandes traumas, grandes cambios y grandes expectativas, no esperemos mucho ni nos confiemos tanto.
Los invito a leer este completo pero concreto análisis del Banco Mundial: https://blogs.worldbank.org/es/voices/resumen-anual-2020-el-impacto-de-la-covid-19-coronavirus-en-12-graficos
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María Eugenia Saldarriaga O.
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