Son muchas las voces críticas de la posición asumida por el presidente Gustavo Petro en unión de sus pares Lula da Silva de Brasil y Manuel López Obrador de México frente a la crisis suscitada por las elecciones en Venezuela. Sin haber culminado un proceso de constatación objetiva de los resultados, ambos lados -gobierno y oposición- reclaman victoria. Frente a esta controversia que amenaza con desatar un ciclo de violencia, los tres presidentes han llamado a dirimirla por la vía institucional, con respeto a la soberanía popular mediante la verificación imparcial de los resultados y buscando el diálogo para la convivencia. Tanto Estados Unidos como la dirigente de oposición venezolana María Corina Machado ven con buenos ojos esta iniciativa.
Asumiendo como propia la narrativa de la oposición venezolana y sin esperar el dictamen final, la oposición colombiana deja de lado el interés nacional en función de la ideologización de las relaciones exteriores. Con esa perspectiva, acompañaron al gobierno Duque en el reconocimiento, sin conteo de votos, del autoproclamado presidente interino Juan Guaidó y apoyaron la propuesta belicista de Francisco Santos, entonces embajador de Duque en Washington, quién actuó igual que John Bolton, asesor de seguridad nacional de Trump y el secretario general de la OEA Luis Almagro, para conseguir que Estados Unidos optara por la “opción militar” en Venezuela.
Del 2019 para acá la situación internacional se ha complejizado. El presidente Biden expidió en octubre de 2022 la estrategia de seguridad nacional de su gobierno en la cual se protocoliza la competencia geoestratégica entre los Estados Unidos y China. Por su parte, China y Rusia habían acordado en febrero de ese año una “sociedad sin límites”. Ahora, esa confrontación geopolítica se atraviesa en Venezuela al reconocer China y Rusia como ganador al presidente Maduro y Estados Unidos, al candidato de la oposición, Edmundo González.
En este contexto, el llamado de los presidentes de Colombia, Brasil y México es la posición más sensata y acorde con el interés nacional de Colombia y la seguridad continental. Nuestro país comparte dos mil kilómetros de frontera con Venezuela, hay profundos lazos históricos entre los dos pueblos hermanos y ambos países albergan cuantiosa población del otro. Pertenecen todas las naciones nombradas a un continente de paz, sin conflictos bélicos entre sus integrantes. Son poderosas las razones que respaldan el llamado al diálogo y a una salida institucional en vez de a la continuada confrontación que puede conducir a soluciones de fuerza.
La abstención en la votación de la declaración contra Venezuela de la OEA ha sido otro acierto del presidente Petro. No tiene lógica mediar en un conflicto y golpear a una de las partes desde una organización multilateral a la que Venezuela renunció y cuya autoridad no reconoce. Ante una disputa que puede desembocar en una guerra civil o, incluso en un conflicto mayor, es necesario actuar con prudencia para que pueda operar la institucionalidad venezolana, saber probatoriamente que pasó en respuesta al clamor generalizado de una verificación transparente de los resultados y buscar un acuerdo de convivencia entre los dos sectores enfrentados.
Hago votos porque el interés nacional de Colombia y más ampliamente del continente americano prime en esta oportunidad sobre la confrontación ideológica que amenaza con prender la chispa que puede incendiar la pradera.