En la tercer semana de paro quiero resaltar la alegría que me produce ver las multitudes que se movilizan, miles de personas que llenan las plazas y las calles a diario, sin ningún color político, solo unidos y unidas por la esperanza de poder construir colectivamente un país más justo y condiciones de vida dignas para todos y todas. Al pueblo colombiano toda mi admiración por asumir con tanta dignidad el momento histórico que vivimos y respaldo a sus justas luchas.
También me embarga un sentimiento de profunda preocupación por la actitud insensata y terca del gobierno que se niega a escuchar las demandas del pueblo al que supuestamente representa, genera una “conversación nacional”, pero con una agenda impuesta que no responde a las reivindicaciones que se le reclaman y bajo la amenaza de sentarse solo si se suspenden las movilizaciones de esta semana. Parece que el Presidente Duque no esta enterado que las manifestaciones y la movilización son por la inconformidad con su Gobierno, la desconexión es total.
NO entiendo como pretende crear nuevos pactos con la sociedad si el incumplimiento ha sido una constante en su mandato, el más grave pasa por ignorar por completo la implementación del pacto quizá más importante de la historia reciente de Colombia, el Acuerdo de Paz de La Habana.
En los territorios hay una exigencia clara de la necesidad de la implementación, un ejemplo de esto es la lucha que realizan campesinos y campesinas del sur de Córdoba que reclaman el cumplimiento del programa de sustitución de cultivos como alternativa de vida y para frenar la violencia en el territorio articulada con la cadena del narcotráfico, pero el gobierno hace oídos sordos en el mejor de los casos, porque en el peor de ellos, interviene el Ejército con más represión y violencia para no asumir la irresponsabilidad estatal. En concreto el 23 de noviembre, el comando de la séptima división del Ejército Nacional, en acción coordinada con la Fuerza de Tarea Conjunta Aquiles, en la vereda altos de cristal del municipio de San José de Ure atacaron a los campesinos y campesinas que se oponían legítimamente a la erradicación forzada, a través de ráfagas de disparos con armas de largo alcance en contra de su humanidad.
No solo se incumple con el Acuerdo de Paz, sino con los acuerdos concertados con las comunidades: estudiantes, indígenas, sindicatos. Ese es el caso de los Acuerdos a los que se llegó en el Consejo de Ministros realizado en Riohacha, frente a la difícil situación del departamento de la Guajira, el pasado 10 de julio de 2019 respecto a temas de agricultura, Fracking, formalización laboral, educación, seguridad, de los cuales ninguno ha tenido avance.
Por último, pero no menos importante, quiero manifestar el rechazo hacia el comportamiento de algunos miembros de la fuerza pública en el contexto de este paro nacional, el uso desmedido y desbordado de la fuerza nos dejan como saldo la lamentable muerte de Dylan Cruz y a Duvan Villegas luchando aun por su vida en una clínica de Cali.
Quiero destacar especialmente la violencia de la que han sido víctimas algunas mujeres por parte del ESMAD, a Marta Parra le estalló una granada de dispersión en la pierna y ahora teme perderla, o el caso de Tatiana Jaimes una mujer que ni siquiera participaba de la manifestación y recibió el disparo de una bala de goma que ahora la tiene a punto de perder un ojo, o la historia de la joven que en un evidente uso desmedido de la fuerza recibió una patada de una agente del ESMAD en la cara. Acaba de culminar la conmemoración del mes de la Eliminación de las Violencias en Contra de las Mujeres, y por ello hoy queremos exigirle al Estado colombiano que investigue y sancione estos desmanes, no se puede trabajar por este fin si desde la institucionalidad se permiten estos evidentes casos de violencia institucional.
¿Señor Presidente Iván Duque, está usted seguro de poder asumir el reto de un país en paz? De no ser así debe dar un paso al costado.
Por la vida de Dylan y la de quienes siguen trabajando por las transformaciones de este país, seguimos en paro.
