Soplan vientos difíciles para los colombianos, la pandemia no da tregua, el aparato productivo esta a media marcha, el desempleo continúa en caída libre, la violencia se recrudece en las regiones y por sí fuera poco, el gobierno dará el tiro de gracia con la reforma tributaria que ya arrancó su trámite en el Congreso.
Un panorama, sin duda, nada alentador. Cuando todos creíamos que este año sería mejor, comparado con el mal recordado 2020, llega recargado de situaciones complejas que no esperábamos tan extremas, como, por ejemplo, el Proyecto de Solidaridad Sostenible, un eufemismo inventado desde el Ministerio de Hacienda para camuflar los verdaderos alcances de la cascada de impuestos que esta iniciativa trae en sus 163 artículos.
Es desconsiderado con los colombianos imponer nuevos impuestos, en tiempos donde vivimos una profunda crisis social y económica por cuenta de la covid-19. ¡Así no es señor gobierno!
Es cierto que el país necesita tener estabilidad fiscal, pero esta no debe garantizarse a punta de someter a la clase media tan agobiada ya de por sí, tampoco a los trabajadores que sólo les alcanza su salario para medio sobrevivir. Será una reforma que empobrecerá más a los colombianos, mientras los ricos cada vez se hacen más ricos.
Una verdadera reforma tributaria, equitativa y garantista sería la que no le meta la mano al bolsillo de la gente, la que no ataque el consumo, la que no persiga a la clase trabajadora y a la clase media, la que no le dé gabelas al sector financiero, al empresariado y a las multinacionales. Una verdadera reforma tributaria, sería la que ponga a pagar más impuestos a los que más capital tienen, la que combata la evasión y elusión, la que promueva austeridad en el gasto, la que elimine entidades innecesarias y la burocracia excesiva.
Es inexplicable que el gobierno presente una reforma que busca recaudar más de 25 billones de pesos y a renglón seguido anuncie la compra de aviones de guerra por 14 billones. Eso es miserable, irrespetuoso y bárbaro con los ciudadanos.
Unas perlas de la mal llamada Ley de Solidaridad Sostenible, es que los estratos 4, 5 y 6 verán subir en su factura, aproximadamente un veinte por ciento de los servicios públicos, habrá un impuesto nuevo para todos los vehículos, los asalariados de más de 2.6 millones declararán renta, pagarán impuesto con retención y a partir del 2023, los que devenguen 1.6 millones de pesos. Por sí fuera poco, viene con sobretasa a la gasolina hasta de 1200 pesos, eso es totalmente regresivo y afectará la competitividad en cada renglón de la economía.
Pero también este proyecto viene con gabelas y regalazos a los banqueros, a quienes le bajarán la tarifa de impuesto de retención en la fuente del 5 al 0% a quienes negocian con títulos financieros públicos y privados, los dueños de esos títulos son los banqueros con sus AFP y fondos de inversión, tal como lo denunció nuestro colega Wilson Arias.
Este gobierno, que por fortuna va de salida, en vez de despedirse por la puerta trasera, debería mejor combatir la corrupción que le roba a las arcas públicas 50 billones anuales, o ponerle coto a los 75 billones que le regala en exenciones tributarias a los poderosos y al gran empresariado de este país, hacia allá debería apuntar los expertos y los técnicos del Ministerio de Hacienda, en vez de estar atacando inmisericordemente al ciudadano promedio y a los pobres.
Es por esto, que NO acompañaré esa iniciativa y la votaré también negativamente. En nuestro caso, estamos del lado de las justas causas sociales, de la gente que con tanto esfuerzo le aporta y saca adelante al país, de los colombianos que luchan cada día para sacar adelante a sus familias, son ellos nuestra razón de ser.
Los invito a que salgamos a acompañar la justa causa de los trabajadores, de las centrales obreras, de los estudiantes, de nuestros campesinos, indígenas, magisterio, pensionados y de todos aquellos que se sientan vulnerados y afectados por este proyecto de reforma tributaria, para que salgamos masivamente a las calles de pueblos y ciudades el próximo 28 de abril. Sumémonos todos y todas a esta gran cruzada nacional en defensa de nuestra dignidad, en defensa de nuestra economía familiar, en defensa también de la vida. Demostrémosle a este nefasto gobierno la indiferencia del pueblo colombiano y hagamos valer nuestros derechos que como ciudadanos tenemos.
En la calle nos vemos, pero eso sí, salgamos con todas las medidas de bioseguridad para evitar la expansión del covid, recuerden que el gobierno tampoco ha podido garantizar un eficiente Plan Nacional de Vacunación, por ende, poco le debe importar la vida de sus ciudadanos. Sólo la movilización ciudadana en masa y las exigencias del pueblo unido, contendrán ese tsunami de reforma tributaria que ya sopla fuerte en los pasillos del Capitolio.