Nuestra constitución política, como pacto, acuerdo de paz y convivencia, en su artículo segundo plantea todo un tratado de derecho administrativo constitucionalizado, definieron los verdaderos constituyentes del 91, no los inventados por la post verdad, que, “Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares”.
Pues bien, este es el mandato-fin, que plantea nuestra constitución de manera general, son las reglas de juego en este pacto que como sociedad civilizada hemos hecho y que a modo de símil podemos decir, surge como la teoría de la “gran explosión” o “big bang” y hasta como la teoría de la “cascara de nuez”, del célebre físico inglés, Stephen Hawking.
Estas plantean que una vez presentada la explosión cósmica y dispersadas las millones de partículas químicas en el polvo estelar a través de millares de kilómetros, esa fuerza explosiva, que en un inicio era ferozmente hirviente y veloz, a medida que se alejaba, se iba desacelerando, enfriando, generando las condiciones óptimas para disipar las nubes de polvo intergaláctico, dándose así las condiciones para generar la vida tal como la conocemos.
Sin embargo, dada esa situación, es dable pensar que al irse alejando cada vez más en el infinito esa rota cascara de nuez, expulsada en direcciones opuestas, todo aquello en medio de esta, es decir la materia contenida, se iría enfriando, deteniéndose, por lo que sería posible que la historia de la vida como la entendemos hoy tenga fin, puesto que tarde o temprano se detendrá ese impulso inicial y se enfriará a tal punto que ya no podremos sobrevivir.
Así mismo, una vez dada nuestra explosión social, se dieron las condiciones para nuestra vida de derechos y deberes a través de una carta superior, se materializó todo un acontecer generador de vida democrática, cálidos pensamientos que aceleraban las partículas sinápticas de las mentes más lucidas que nos llevaban por la senda de un porvenir mejor, a través de tan garantista documento.
Nos llenaba de esperanza que la vida en paz en la patria de Bolívar por fin podría llegar, una vez se instituyera en la práctica aquello de defendernos a todos en nuestra vida, honra, bienes, creencias y demás derechos, pero además, en garantizar el cumplimiento de los deberes que conexos llevamos y que son las garantías de equilibrio sano entre todos y todas.
Sin embargo, parece ser que la teoría del físico Hawking también se está aplicando a la patria refundada en 1991, por que a medida que pasa el tiempo nos alejamos de esa explosión de ideas de progreso, derechos, garantías y deberes, se enfría más la pasión que generó, cada vez nos aletargamos más en nuestra vida en sociedad, administrativa, política y cívica, cada vez se nos garantiza menos nuestra vida, honra, bienes, creencias y nuestros derechos, pero lo que es peor, cada vez se obliga menos a que se cumplan los deberes a los servidores y ni que decir de los particulares.
Se enfrió el impulso, se siente en las calles, donde las mayorías están a merced de la violencia de unos cuantos que agreden la vida y bienes ante la mirada y el insuficiente esfuerzo de aquel prometido Estado protector, lo vemos cuando en redes y demás medios de comunicación a nadie le garantizan su honra, menos sus creencias, nuestros derechos cada vez menos protegidos, porque no hay quien haga efectivo el cumplimiento de los deberes.
Entonces, es aquí cuando surgen los cuestionamientos ciudadanos, si el Estado no protege mi vida, mi honra, mis bienes materiales o morales, mis creencias y mis libertades o la de los míos, no debería entonces dejar por lo menos que yo lo haga?, si la entelequia no me garantiza que pueda ejercer mis libertades, pero por su negligencia permite que otros no cumplan sus deberes abusando del derecho y por tanto, me atropellen en mis libertades, con que autoridad ética, moral o jurídica me podría sancionar por no permitir que me perjudicaran?.
Para muchos el principio es básico, si el Estado no puede hacer carreteras y por eso las concesiona a privados para que las haga por él, bajo su supervisión y control, por qué no hacer lo mismo con la protección de la vida, la honra y bienes, si igual son fines del Estado. Pues bien, esto que suele asumirse como debates elevados de salones universitarios y academia, está pasando, día a día, en las calles, no de las zonas rurales, donde ya pasó con las consecuencias brutales que hemos visto en demasía, sino que está sucediendo en las ciudades.
Las gentes, ante la falta de operación de las fuerzas del Estado, las cuales han perdido legitimidad y la confianza ciudadana esta mermada por los múltiples hechos de cooptación de las mafias a esas fuerzas, está acudiendo a comunas al estilo de la revolución en Paris del 1848, para defenderse, para protegerse, para impedir que unos cuantos que sobrepasan sus derechos y deberes los maten, agredan, violen o roben.
Las personas se están organizando y sencillamente están contestando estas preguntas de una manera pragmática, fuera del derecho positivo, bajo las reglas que sus situaciones les permiten y exigen adoptar, las gentes, se están defendiendo por mano propia, ya no de manera individual, sino colectiva y organizada, recordándonos que la “Salus Populi, suprema Lex Est”.
La ciudadanía está relegando el poder del Estado, que se quedó en la primera base mientras la bola expulsada por golpe del cuarto bate hace que los otros corredores sigan su marcha hasta el “home”, la ciudadanía ya preguntó y aquello de ¿la protección de la vida, honra, bienes, creencias, libertades y derechos pa`cuando? El establecimiento o no respondió o no lo hizo satisfactoriamente, así que el pueblo esta actuando, imponiendo su propia justicia y no le va a dar espera a la burocracia paquidérmica.
Ya hemos visto el fenómeno en Suba Gaitana, Usme y más recientemente en Kennedy para hablar de Bogotá, donde los ciudadanos o pagan a otros o ellos mismos conforman grupos de protección en sus barrios y cuadras, una especie de auto-defensas barriales o urbanas. Esto pasa igualmente en Barranquilla y Cali, donde primero protestan para exigir se les proteja, luego organizan y luego se defienden con lo que puedan y como puedan.
Ante esta realidad, implorar que aterricen los discursos, la burocracia, los títulos, los egos y las ideologías, deben actuar y hacerlo pronto, sino, nos lanzaran a todos a las fauces del leviatán, a la vorágine de la realidad, de volver a enfriar las ideas incandescentes de la constitución del 91 sobre democracia participativa y veremos como la teoría de “la cascara de nuez” se hace realidad, matando esos valores civiles y legales, devolviéndonos a la era del salvajismo de la lucha por la vida, la honra, los bienes, las creencias, los derechos y las garantías pero del más fuerte.