La opinión de Óscar Sevillano | Puede que la baja en combate de Wálter Patricio Arizala Vernaza, alias Guacho, sea importante en materia de victorias tempranas para la Fuerza Pública, la Policía Nacional y para el mismo presidente Duque, el problema es que esto no da para celebrar con bombos y platillos porque con esto, ni su estructura disidente se va a acabar, ni mucho menos la relación que esta tenía con el cartel de Sinaloa, y por supuesto, tampoco acabará de manera instantánea con las redes de microtráfico, ni con su estructura económica y financiera.
La pregunta que surge por el momento es quién reemplazará a alias “Guacho” o cómo se comportará en adelante el frente Óliver Sinisterra, que fue comandado por él, tras su retiro del proceso de paz con las Farc, desde donde retomó los corredores claves entre Colombia y Ecuador y consolidó contactos con narcos mexicanos, manteniendo el control de una trocha de 90 kilómetros entre Tumaco y Ricaurte, territorio que es clave, porque según información de Naciones Unidas y de la Fiscalía, es la ruta principal para sacar droga por el Pacífico.
No creo que el Gobierno Nacional vaya a pecar por ingenuo y piense ahora que con la baja de alías Guacho el problema quedó resuelto. No señor, con esto se acaba la persecución a la cabeza de la estructura disidente de la Farc, pero no significa que este sea la solución para terminar con el narcotráfico en la zona de frontera entre Colombia y Ecuador y todo lo que corresponde a rentas ilegales, que era controlado por este exguerrillero en este territorio.
El presidente Duque y su nueva cúpula militar y de policía, deben pensar en una estrategia que vaya más allá de las bajas en combates y que les permita evitar caer de nuevo en la bicicleta estática en la que se convirtió la Seguridad Democrática, en donde se terminaba con un guerrillero de las Farc de alto valor, y al día siguiente debía iniciarse una nueva operación para perseguir a quien le reemplazaba.
“Hoy día, más que bajas en combate, se espera el acceso a la verdad y para esto se hace necesario tener a los protagonistas de estos hechos con vida bajo prisión y no tanto en una tumba”.
Es evidente que la baja en combate de Guacho no acaba con el problema de orden público en los departamentos fronterizos con Ecuador, en donde se ha consolidado una estructura ilegal que traspasa los límites del país, que no solo se ha hecho al manejo del narcotráfico en esta zona, sino que además controla las finanzas de la minería ilegal y criminal, tráfico de armas, extorsión, secuestro y que se encuentra involucrada en cientos de asesinatos y desapariciones, extendiendo además sus redes de microtráfico a las ciudades principales de Colombia.
A lo mejor es por esto que la noticia por importante que sea, no despertó mucho entusiasmo ni en la opinión pública, ni mucho menos a los habitantes de los departamentos de Nariño y Putumayo que fueron atemorizados por las acciones criminales de alias Guacho, porque saben que su muerte no significa el regreso de la tranquilidad al territorio, y que por el contrario, sus vidas correrán mayor peligro, porque ahora se inicia la guerra por la disputa del control territorial de las zonas que estaban en poder de Guacho y por supuesto, también comenzará la pelea de sus lugartenientes por convertirse en los proveedores de los miembros del cártel de Sinaloa, con quienes este mantenía relaciones de negocios.
Creo que para el Gobierno Nacional hubiese sido mejor la captura de alias Guacho, porque al menos así, tendría la oportunidad de conseguir información de primera mano, que le permitiera dar inicio al exterminio de su estructura criminal, que repito, traspasa los límites de las fronteras colombianas. Hoy día, más que bajas en combate, se espera el acceso a la verdad y para esto se hace necesario tener a los protagonistas de estos hechos con vida bajo prisión y no tanto en una tumba.
No quiero ser aguafiestas, pero creo que en esta ocasión el Gobierno Nacional se ha quedado con el pergamino y sin el trofeo.
Una feliz navidad y un feliz 2019. Por estos días estaré descansando, regresando a la opinión pública el día 7 de enero.
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