Y hablando de todo un poco, el arte…
Ese resultado inevitable de la cultura ocurriendo en un espacio-tiempo determinado; donde convergen las cosas, donde las discusiones, los debates, las ideas y los quehaceres cotidianos se encuentran con el tiempo de ocio.
¿Dónde cree usted que ocurre esto? ¿Será acaso en la academia? que sin lugar a dudas cumple un rol cultural importantísimo. ¿Será en los medios o en las librerías? O, tal vez, ¿En el congreso? Bueno, sabemos que en cualquier lugar menos en el congreso.
No, el arte ocurre en la calle, porque es en la calle donde la vida converge, el día a día de los transeúntes. Todas las vidas se encuentran allí.
Pensemos juntos en el corazón de Bogotá; esa Candelaria de todos, de colores de antaño, con sus casas y sus calles de otros tiempos y su historia, la historia de un país y el por qué de lo que significa habitar este lugar de la tierra y en este tiempo. Un artista es quien toma su visión del mundo, su percepción de la realidad y la transforma en una cosa intangible para el alma, (algún alma) y ésta, incluso aunque no entienda, puede comprender.
¿Quién mejor que un artista que hace vida en La Candelaria para crear la forma más pura de arte? A quien la realidad golpea constantemente y convive con ella como una relación de amor y odio.
Un artista en La Candelaria convive con el congresista y la doña que vende los tintos, conoce a la clase alta bogotana y la historia detrás del habitante de calle que le mendiga, al viejo que lustra zapatos, al abogado, al policía y al manifestante, al estudiante y al profesor.
¿Quiénes sino ellos para descubrir en el más simple acto cotidiano ese mundo que también existe y que nadie ve?
No hallará usted poesía en las grandes librerías o en los recitales, adonde van los poetas a vanagloriarse, sino en la calle donde las formas humanas andan como metáforas de sí mismas, No hallará música en los conciertos, sino en cualquier parte de la ciudad donde la calle sea el escenario.
No encontrará teatro en el teatro sino en las convenciones sociales donde cada una es un papel y el que la ejerce un actor, pero no por eso menos reales, Por el contrario, ese acto teatral de un saludo es tan real como la muerte.
Un artista en la calle es el puente, ese portal mágico entre el mundo de las ideas y la realidad porque la realidad es su concubina y las ideas su amante en las noches bohemias que busca hacer eterno el ocio, aunque sea por una noche.
No solo transforma el entorno en que la sociedad convive en un momento inmediato, sino que de lo que hace y piensa será resultado el futuro. Se ha asemejado su imagen con la de un profeta, pero no es que conozca el futuro, sino que lo está creando, por eso el mañana le pertenece. Todo acto, hasta el más mundano, en un acto poético, una representación artística y una excusa para la música.
¿Se imagina usted La Candelaria sin artistas? ¿El Chorro de Quevedo sin cuenteros? El artista cumple un rol esencial en el espacio que habitamos porque le otorga vida, porque contribuye al patrimonio cultural de la ciudad, porque de él depende que esa necesidad espiritual del alma sea llenada con lo único que la puede llenar; el arte.
Jesús L. García. – @poesiadegarcia