Desde muy pequeña Ingrid Escobar demostró su amor y pasión por las danzas, especialmente por la danza árabe, la que viene ejerciendo desde mucho tiempo atrás. Aprendió a bailar en Estados Unidos y en Colombia.
“baila desde que tenía 5 años de edad. En ese tiempo aprender danzas era muy costoso y mi papá no me podía matricular porque tenía que sostener no solo el hogar, sino además los estudios míos y de mis hermanos. Más adelante, yo buscaba mis propios recursos y con lo que vendía en el colegio y en la universidad, comencé entonces a pagar mis clases de baile. Inicié con ballet y aunque me gustó, no era lo que quería. Conocí también el Jazz y la danza contemporánea.
No solo se desenvuelve en danzas del Medio Oriente, sino además en fitness, en donde ayuda a hombre y mujeres a bajar de peso y mantener una mejor y mayor armonía con su cuerpo.
Es la menor de un grupo de tres hermanos en donde es la única mujer. Aunque estudió
Administración de Empresas, su pasión por la danza hizo que en ella encontrara no solo su medio de subsistencia, sino además la manera para ayudar a la mujer a valorarse y a reconocerse como una persona interesante para la sociedad, no importa si es alta, bajita, gordita, delgada, blanca, negra o indígena.
Siempre contó con el apoyo de sus hermanos John y Camilo Andrés, y de sus padres Camilo Escobar y Luz Elsy Reyes, quienes le han ayudado a construir sus sueños. En el colegio bailaba salsa y ritmos latinos e hizo parte del equipo de porras.
Al conocer y estudiar la cultura árabe le atrajo el vestuario y la música, lo mismo que el movimiento de caderas. Al darse a la tarea de investigar sobre el tema, se encontró con que el baile lo integran hombres y mujeres y que en el occidente se le tergiversa haciendo creer, que es exclusiva del sexo femenino.
“En lo que tiene que ver con las mujeres, me encontré con que el movimiento de caderas y la expresión corporal, son aspectos muy importantes en lo que tiene que ver con empoderamiento y reconocimiento de sí misma. Esto no es para liberar o nivelar energías, aunque tiene que ver con el tema, pero no es lo más relevante. Durante mucho tiempo la mujer ha estado sometida al hombre. A las que bailaban danza árabe en la antigüedad, las tildaban de brujas o de prostitutas, por eso migraron al Cairo, fusionándose con los gitanos. Es de esa época que se da este movimiento. La mujer cuando baila se va empoderando de sí misma, les va gustando más su físico, no importa su estatura o si tiene unos kilos de más, mejorando su autoestima e impulsándolas a ser líderes y a descubrir que pueden hacer mejores y mayores cosas en la vida, sin estar sometida al sexo masculino”.
Lo que más le llama la atención a Ingrid de enseñar danza árabe, es brindarle una herramienta a la mujer para ir más allá de lo que conocen y de lo que pueden hacer por otras personas. Aquí he tenido madres de familia y mujeres de edad avanzada, que al descubrir que pueden ejercer una danza que consideraban lejana, mejoran su autoestima.
Desde el año 2009 viene en esta tarea, que no solo la ejerce desde su academia de danza, sino además en diferentes escenarios donde le han llamado, como por ejemplo el Programa de Educación Complementaria 40 x 40, liderado por la Alcaldía de Gustavo Petro, en donde enseñó esta bailar a jóvenes de Ciudad Bolívar, Kennedy y Usme. Ha estado también en Estados Unidos y Costa Rica.
Actualmente, Ingrid se prepara para realizar la séptima presentación anual de su Academia de Danzas Sevdi Dance Studio –Momentum VII- , el próximo 20 de octubre en el auditorio principal del Gimnasio Moderno a las 5 de la tarde, en donde estará junto a sus alumnas, demostrando que la mujer puede lograr objetivos más allá de lo imaginado.