Kiko Villamizar y el sincretismo de la gaita y la psicodelia

Kiko Villamizar logró hacer ruido en la industria musical tras ganar el premio a mejor videoclip del Festival de Cine de Lost River con Todo el mundo, sencillo que hace parte de su álbum homónimo.

Tras más de 30 años como residente en Austin, Texas, su música ha trascendido culturas y territorios. Sus trabajos tienen como base el folclor colombiano, pero le incluye un toque psicodelíco con la guitarra eléctrica, que después de su voz, es la protagonista más constante en sus trabajos.

Francisco Luis Villamizar es su nombre de pila. “Kiko es como me llama mi mamá de bebé porque creo que era un bebé resabiado”. A los 4 años tenía claro que su camino iba a ser la música, pues su familia tiene una largo historial artístico con el folclor.

“Era como un complejo de Edipo porque a mi mamá le gustaba Rafael y Juan Gabriel. Fue tratar de enamorar a mi mamá porque la quiero mucho”, aclara Villamizar.

Aunque nació en Estados Unidos, desde muy pequeño lo trajeron a Antioquia. El artista ofreció algunos minutos a Confidencial Colombia para hablar de su disco Todo el mundo, de sus ancestros indígenas y la influencia afro en sus creaciones. A continuación lo que nos dijo.

¿Cómo percibió en su vida los cambios constantes de país entre Colombia y Estados Unidos?

Yo termino siendo muy bicultural, no solo bilingüe, sino con dos cerebros distintos. Nací en Miami y me llevaron al año a Colombia, luego allá y después acá. Donde más estuve en Colombia en el corregimiento de Belén (Antioquia).

¿Cómo recuerda su niñez en ambos países?

Mi niñez fue relativamente tranquila para lo que era Medellín en ese tiempo. Mi casa era en el campo. Había violencia en todo lado. En Estados Unidos era otra realidad, no tan tranquila, pero sí más urbana en un barrio donde prolifera la gente latina y afro.

Su disco de Todo el mundo se nutre de propuestas musicales que trasciende a diversas culturas ¿Cómo fue el proceso creativo del proyecto?

Mucha gente hace fusiones y siento que algunas fusiones son naturales y otras son forzadas. La música que me parece buena es porque le creo a la persona y me parece auténtico. Yo soy mezcla de estas culturas, no es una cosa que cogí prestada sin dar algún respeto porque en Colombia viví en el campo y mis tíos tocaban folclor, en USA estaba en el mundo del rap y dancehall y viví en Carolina del Sur en un pueblo en el que se oía puro góspel y el soul. Estudié jazz en la universidad porque quería herramientas, pero no una manera europea de pensar en la música, ni que la partitura me dijera cuál sentimiento tener. Con el jazz pude expresar mi sentimiento con buenas herramientas. Con eso después quise hacer algo para organizar a la gente, pero organizar a la gente en temas sociales es muy difícil porque la gente nunca está de acuerdo así sea con cosas bonitas.

De lo que observo en este país y en general, la gente latina con lo que más se organiza es con la cumbia. Es muy sencillo porque todo mundo sabe bailar, estar en armonía y por ahí se puede contar la historia de Palenque, el origen de la cumbia y la colonización. Quiero decir estas cosas que parecen pesadas de una manera leve y que la gente pase rico y se reúna.

Pero en su carrera también hay algunos mensajes de matiz político como el de la preservación del agua con varias canciones.

Los ancestros indígenas me han enseñado que debemos conservar el agua para las siguientes 7 generaciones, cada persona debe hacerlo. Defender el agua no es político es preservarse a uno mismo.

¿La inclusión de la guitarra eléctrica en su arte se debe a esa parte cultural suya que lo ciñe a los Estados Unidos?

La psicodelia que le meto no es para imitar a ninguna estrella del rock psicodélico, sino que con la guitarra intento reproducir los sonidos del bosque de donde surge mi familia.

El estilo pentatónico que toco es de blues porque me trama mucho y es la historia del palenquero gringo con los cantos espirituales (spirituals), que eran sincretismo de hacer pensar que hacían un canto cristiano, pero realmente es un plan de escape.

En la canción de Todo el mundo usted le dedica un apartado a los migrantes ¿Qué lo inspiró específicamente?

Me inspiró que enjaularan bebés y los separaran de una manera pública. Lo hacían hace rato. La gente que están encarcelando son nativoamericanos, hondureños y mexicanos que son la mayoría. Es irónico que el europeo que llegó hace poquito dirija eso. El norte exprime mucho al sur y agiliza los problemas de migración. Resulta que la familia mía cultivaba café, después de la firma de ciertos tratados ese café no lo podíamos vender porque no teníamos 3 mil palos.

¿Ya trabaja en el concepto de algún proyecto en camino?

Ya tengo casi todo el próximo álbum escrito. He grabado un par de cosas. Mis discos no son una ceremonia, pero hago la simbología y mis canciones son un rezo. Mi primer disco se llamó Remolacha y era tierra, el segundo Aguas Frías y era agua, Todo el mundo era viento y el siguiente será fuego.

Le puede interesar: ‘No odiarás’, tres relatos que invitan al perdón en Colombia

*Foto: Cortesía

Buscar

Anuncios