¿Pescaste a la pareja de alguien a quien quieres mucho en una situación traicionera? Ojalá no te hubiera tocado a ti; nada menos grato que verse en el papel de testigo de la deslealtad. ¿Contar o no contar? Esa es la cuestión.
Son infinitas las historias de parejas que se distancian y alguno de los dos – cuando no ambos – habla pestes del otro. En esos lapsos de guerra los amigos solemos jugar el rol de oyentes, contener y tratar de poner paños fríos a la situación. Muchas veces, los dos en disputa vuelven al nido de amor y terminamos por preguntarnos para qué nos metimos – o nos dejamos meter – en algo tan personal. Porque, como bien reconoce la sabiduría popular, “cada pareja es un mundo”.
Si te encontraste con la evidencia – o lo que supones lo es – del engaño, respira hondo, cuenta hasta diez y actúa con criterio.
• Sincérate contigo: ¿qué grado de relación tienes con la persona engañada? ¿Es un amigo de verdad, entrañable, o una simple relación afectiva, de las que abundan en la vida de cualquier ser medianamente sociable? Si tu vínculo no es tan estrecho, es probable que lo mejor sea callar.
• Averigua antes de hablar: a veces las cosas no son lo que parecen. Por supuesto, si viste a dos personas besándose en la boca, no hay mucho por explicar. Distinta es alguna otra muestra de afecto que pueda aparecer confusa. Encara con respeto al “infractor” y dile que has visto la escena, que te incomoda y que si hay algo que contar, le agradecerías lo haga él o ella para ahorrarte el momento.
• Deja tu morbo de lado: hay cantidad de hombres y mujeres disfrutan llevando y trayendo chismografía de escenas que pueden destruir una relación o una una familia. Si lo tuyo es el goce de narrar este tipo de situaciones, antes de abrir la boca, evalúa el potencial daño a terceros.
• Respeta los deseos de tu amigo/a: es seguro que si hay una relación de amistad verdadera y profunda, alguna vez han hablado acerca de la infidelidad y de cómo actuarían si se enteran de que son víctimas de la misma. Si él o ella es de los que opina que “ojos que no ven, corazón que no siente”, respeta su premisa. No todos estamos preparados para enfrentar la cruda verdad. Incluso, puede que tenga una relación de pareja de las llamadas “abiertas” y no te lo haya contado.
• Asume los costos de lo que decidas: hables o calles, tu intervención – o su ausencia – en una situación tan delicada no te resultará gratuita. Si eres el mensajero del engaño, es probable que en su dolor, tu amigo reaccione de manera no muy grata. Si eliges no decir y luego se entera, puede que te reproche tu silencio. Escucha a tu corazón y a tu intuición para decidir qué hacer. Y ten en cuenta que tu relación de amistad puede sufrir daños colaterales.