Se podría pensar que cuando una mujer acude al quirófano para realizarse una cirugía vaginal, esta responde a problemas médicos que solamente el bisturí puede arreglar. Sin embargo, en los últimos años ha habido un auge de los procedimientos netamente cosméticos en esta parte del cuerpo, por lo cual, las mujeres se someten a ciertas intervenciones con el único fin de lograr cierto aspecto en su zona íntima.
Y es que a la hora que una mujer decide cómo quiere que se vea su vagina, tiene a la mano un gran cantidad de procedimientos que van desde un “simple” blanqueamiento vaginal hasta la reconstrucción del himen. Según investigadores de la Escuela Universitaria de Londres, es muy probable que la raíz de tales incomodidades sea de tipo psicológico; y, cuestionando su fundamento ético, aseguran que estas inseguridades y ansiedades “son causadas por la presión social y la publicidad”.
Charlotte* tiene 37 años y desde que tiene memoria ha odiado sus genitales, pues afirma que sus labios vaginales son más grandes de lo normal. De hecho, sueña con tener una “vagina de diseñador” y ha invertido gran parte de su tiempo navegando en la red para encontrar la solución más idónea a lo que ella considera un “problema”.
No obstante, aparte de las cirugías cosméticas que encontró en la internet, pudo darse cuenta que su condición física es más común de lo que pensaba. Millones de mujeres alrededor del mundo creen que su zona íntima no es agradable a la vista.
Sin embargo, como este es un tema del que se conversa poco y la información seria, veraz, clara y oportuna es realmente escasa, en contraposición con los discursos estéticos en los medios, la publicidad y la propaganda de la cirugía estética, los miedos e inseguridades de las mujeres sobre el aspecto de sus vaginas se han incrementado.
Por ello, el sitio web love large labia, se ha dedicado a dar tranquilidad a todas ellas, diciéndoles que sus “grandes” labios son absolutamente normales, “a pesar de lo que la sociedad / media / realista pornografía / gente intolerante nos quieren hacer creer”.
De esta manera en –Ama tus grandes labios- se han dado cita mujeres provenientes desde todos los puntos cardinales del planeta para escribir sobre sus miedos, inseguridades, formular todas aquellas preguntas que siempre tuvieron temor de realizar y, lo más asombroso de todo, publicar imágenes de sus zonas íntimas, sin que ello constituya en un ejercicio pornográfico.
Pero, a pesar de los esfuerzos de muchas entidades por lograr que las personas acepten su cuerpo, lo cierto es que las cirugías vaginales como la labioplastia están en auge.
Pero exactamente ¿qué es la labioplastia? También conocida como ninfoplastia, es una operación quirúrgica en la que se reduce el tamaño de los labios menores. Esta intervención suele realizarse en mujeres que tienen esta parte del cuerpo colgante, desigual o hipertrófica, es decir, demasiado grande.
Según algunas personas, el tamaño excesivo de los labios vaginales, no solo es un “problema” físico, sino que tiene un impacto negativo en la vida sexual de las mujeres, ya que disminuye el placer, retrasa el coito e impide la penetración. Sin embargo, según el doctor Jorge Mario Mejía Restrepo, pionero en Cirugía de Cosmetología Ginecológica en Colombia, estas afirmaciones no son del todo verdaderas, pues los problemas sexuales no se deben a la hipertrofia, sino a “que las pacientes tiene la autoestima muy bajita y la gratificación y los orgasmos tienen mucho que ver con la seguridad en las relaciones sexuales. Entonces, si ella está inhibida, desde el principio se siente mal, se siente fea, pues posiblemente no va a tener una buena relación sexual. Pero no es que los labios grandes en sí retrasen los orgasmos”.
Asimismo, “Hay muchas mujeres que dicen que, si los labios vaginales son muy grandes, estos les estorban o se meten y se tuercen […] pero no es que tener los labios muy grandes dificulten la penetración”.
No obstante, antes de recurrir a una intervención quirúrgica, es importante tener en cuenta que: “no hay una medida que nosotros dijéramos que es normal”, explica el DR Mejía Restrepo.
Por otra parte, la sicóloga Flor Alba Pachón, enfatiza en dos grupos de mujeres que recurren a este tipo de intervenciones quirúrgicas. El primero: “son mujeres que buscan esa cirugía por un problema más psicológico. Mujeres que de alguna manera se empiezan a ver su cuerpo y resulta que se dan cuenta que no las satisface lo que ven”, en este caso, la doctora Pachón afirma que si una cirugía hace sentir más confiada, segura y va a mejorar la satisfacción sexual de una mujer, esta es “es totalmente válida, porque cada mujer es dueña de su cuerpo”.
Sin embargo, enfatiza en un segundo grupo, en el cual se encuentras aquellas que “acuden a la cirugía correctora gracias a la sociedad de consumo. Este tipo de mujeres, no tienen ningún problema físico, ni psicológico, pero, buscan verse como aquella adolescente joven que fueron para agradar al hombre. Realmente ellas no se hacen la cirugía para sentir más placer, sino que lo hacen para que el hombre disfrute más. De hecho, ponen a disposición su cuerpo y parte de sus genitales para la satisfacción del otro, lo cual no es válido porque repercute en la propia satisfacción sexual”, Explica.
Y allí, da el ejemplo de la vaginoplastia, también conocida como rejuvenecimiento vaginal. En este procedimiento, se reconstruye la vagina y el periné, para lograr una vagina más estrecha y un piso pélvico más fuerte que favorezca la fricción durante las relaciones sexuales.
Según el cirujano Jorge Mario, después que las mujeres se someten a esta intervención quirúrgica, tanto ellas, como ellos, sienten un cambio significativo a la hora de la penetración. Además aclara que, contrario al mito popular, el número de relaciones sexuales, no tiene un efecto directo en la amplitud de la vagina, ya que los factores que influyen en la perdida de tono y firmeza, son los partos y la edad.
No obstante, para la psicóloga Flor Alba Pachón, después de una vaginoplastia es posible que la mujer sienta dolor en la penetración, pero esté dispuesta a aceptarlo, sólo porque su pareja sienta más placer. “Están poniendo su cuerpo, sus sentimientos, su sexualidad, a una idea de que el hombre la quiere ver mejor. La idea es que ninguna mujer debería hacerse una cirugía para agradar a su hombre […] Siempre vamos buscando como nuestro cuerpo se adapte al goce masculino y no al propio”, añade.
Además reflexiona sobre el hecho de que “Nosotros atacamos a las culturas que practican la infibulación del clítoris, pero, aunque este tipo de cirugías no tienen el mismo objetivo, ni nada que ver con esas prácticas, en ambos casos, de alguna manera se violentan los genitales femeninos para el disfrute del otro”.
De hecho, en ese sentido, una de las intervenciones quirúrgicas más polémicas es la reconstrucción del himen. Que, según el DR Jorge Mario Mejía, “es una cirugía que generalmente en otros países se hace por motivos religiosos y aunque aquí hay algún rezago de machismo todavía, la cirugía en sí no es común. Yo he tenido la experiencia que en algún momento la pareja, dice -vamos a celebrar tantos años de pasado y quiero que estés como estabas antes- pero aquí no es muy común, no se está pensando en engañar a un hombre que quiera una mujer virgen”.
Pero, admite que hay casos de “pacientes que psicológicamente quieren estar como estaban antes de, por ejemplo, una violación. Hay niñas que fueron violadas y como para acabarse de quitar el trauma de la violación dicen: “yo quiero estar como estaba antes”, finaliza.
No obstante, la psicóloga Pachón, hace hincapié en el hecho que “es una hipocresía en nuestra sociedad, porque nosotros queremos volver a ser esas niñas adolescentes en la parte genital para supuestamente mejorar nuestra vida sexual. Pero eso no es lo que da la satisfacción sexual, son los sentimientos frente a esos órganos y a todo el cuerpo. Desafortunadamente seguimos cayendo en lo mismo, en el sexo genital, pero no vemos las otras posibilidades”.
Considerar a la cirugía cosmética como la fuente de la eterna juventud o como el mecanismo idóneo para aumentar la autoestima obedece a una mirada positiva y optimista de un proceso que resulta ser un pacto con el diablo, una fantasía que en muchos casos culmina en una pesadilla.
Al mismo tiempo la cirugía cosmética ha desatado una de las discusiones centrales, como la que se refiere a la agencia de los sujetos para decidir sobre sus cuerpos y realizar las transformaciones que deseen, frente al imperio de las imágenes.
En esta discusión, el argumento más poderoso es, precisamente el de la autoestima. Las personas buscan convertirse en lo que quisieran ser, no obstante, los discursos en los medios, la publicidad en torno a los beneficios de la cirugía cosmética, así como la propaganda de los médicos especialistas y las clínicas de belleza, utilizan como mecanismo de persuasión, el énfasis en los «defectos corporales», desde una nariz alejada del modelo, una silueta estigmatizada por el exceso de grasa, hasta el grave defecto de envejecer.
Es paradójico pensar en que el recurso para elevar la autoestima sea profundizar en los «errores» que la naturaleza tuvo los individuos, para corregirlos. La primera cirugía cosmética es solo el inicio de una carrera que no tiene fin, en cada intervención surge la necesidad de realizar otra y otra más. Las prácticas consecutivas de cirugía cosmética profundizan la insatisfacción con el propio cuerpo.