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Etiqueta: Agricultura

El lado invisible del AgTech: Conectando lo desconectado

Aunque la agricultura representa típicamente entre el 1% y 4% del PIB en las economías desarrolladas, y raramente supera el 25% incluso en los países más dependientes del sector primario, su importancia trasciende cualquier métrica económica convencional. Como sector primario, la agricultura constituye el fundamento invisible sobre el cual se erige toda la civilización humana: alimenta a más de 8,000 millones de personas, emplea directa o indirectamente a casi el 40% de la población mundial, y sostiene las cadenas de suministro que mantienen funcionando las ciudades y las economías más sofisticadas del planeta. Esta paradoja entre su modesta contribución al PIB global y su rol absolutamente crítico para la supervivencia humana convierte a la agricultura en uno de los sectores más estratégicos para la innovación tecnológica del siglo XXI.

El comportamiento del capital de riesgo al parecer reconocía este rol entre 2019 y 2022, donde la Agrotecnología (AgTech) alcanzó en promedio, valores cercanos a los 9 mil  millones de  dólares  anuales con un número de acuerdos de inversión cercano a 4000 según Pitchbook. El número, tanto de acuerdos como de inversión, se ha reducido en los últimos años siguiendo la tendencia mundial de los Venture Capital debido a las tasas de interés altas, la inflación y la incertidumbre geopolítica, no obstante hay muchos emprendedores con proyectos interesantes que buscan facilitar el acceso y la creación de tecnologías, el intercambio de conocimiento y el uso de datos en el agro.

 

Ahora bien, cuando hablamos de AgTech hay varias áreas que las startups o empresas pueden cubrir, en esta columna hablaré de algunas que he tenido la fortuna de conocer y que a mi parecer contribuyen al desarrollo del agro en distintas partes del mundo.

En el primer eslabón, el de conectar áreas rurales dispersas se encuentra  Dots For Inc, una empresa con fundadores japoneses que estuvo presente en el 4YFN, que tiene como misión solucionar la conectividad rural en África occidental, tiene su solución d.Connect, que a diferencia de los sistemas tradicionales que dependen de torres de telecomunicaciones costosas y centralizadas, funciona como una red de vecinos digitales: cada aldea instala equipos sencillos que se comunican entre sí, creando una «cadena humana» tecnológica que lleva Internet de pueblo en pueblo, reduciendo los costos de instalación y mantenimiento.

En lo relacionado con adopción de la tecnología hacía agricultores, comunidades campesinas y empresas, Más por TIC, empresa colombiana, no solo promueve el ecosistema Agtech en Colombia desde el 2019, sino que gracias a su programa 123xTIC contribuye a la formación de jóvenes y docentes rurales, para brindar soluciones tecnológicas a los retos que se pueden presentar en proyectos agrícolas. Más recientemente ha desarrollado la vertical 123xMinegocio que hace desarrollos tecnológicos para empresas del sector, como la aplicación que desarrollaron para Colombia Rural que es el primer Marketplace especializado en la compra y venta de inmuebles rurales de manera simple, en un país con las complejidades de Colombia en los temas rurales.

Otra startup interesante es Wëia, que aunque en el ColombiaTechReport de 2024 se encuentra relacionada como Fintech  podría estar catalogada más específicamente como Agrifinance. Ellos cuentan con una solución que permite a los pequeños y medianos agricultores acceder al capital de trabajo a través de la financiación de la cadena de suministro. Así, pueden adquirir sus agroinsumos en el momento de sembrar sus cultivos y pagar después de la cosecha, permitiendo además la medición del  impacto ambiental de los cultivos, con la estimación de emisiones de CO2 y produciendo con cero deforestación.

Estas organizaciones pueden no estar en los subsectores de AgTech en los que históricamente se han concentrado los fondos de capital riesgo, como la biotecnología o la agricultura de precisión, pero serán las que habiliten que emprendedores de la base de la pirámide usen tecnologías como la IA para resolver problemas locales y sea el sector agro, una vez más, un puente, en esta ocasión para cerrar la brecha digital y lograr una participación activa en la nueva economía de comunidades que hasta ahora han estado alejadas de la misma.

Raúl Arce

Fenalce dice que hay pocas garantías para sembrar maíz

La Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (Fenalce) alerta sobre la falta de garantías para el desarrollo de la siembra de maíz en Colombia y subraya la necesidad de implementar un plan integral para fortalecer este sector. Este fortalecimiento requiere voluntad política, acciones estratégicas y coordinadas, programas sostenidos de investigación y transferencia tecnológica, así como la asignación de recursos económicos suficientes para beneficiar a todos los productores, sin excepciones.

Actualmente, el país importa más de 14 millones de toneladas de productos como maíz, soya, torta de soya, cebada, trigo y fríjol. Este alto nivel de importaciones contrasta con la disminución de las áreas de cultivo nacionales, una problemática que refleja la pérdida de competitividad y rentabilidad de los productores locales. Factores como la falta de semillas resistentes a enfermedades y cambios climáticos, maquinaria moderna, infraestructura adecuada para secado y almacenamiento, vías de transporte óptimas y sistemas de riego eficaces han contribuido al deterioro del sector.

 

Nota recomendada: ¿De qué hablaron la ministra de Agricultura y los directivos de Fenalce?

A ello se suma la ausencia de seguros de cosecha funcionales, la falta de herramientas que protejan a los agricultores frente a las variaciones de precios y tasas de cambio, y la debilidad en los mecanismos de inspección, verificación y control de las importaciones. También se carece de un sistema de trazabilidad que permita supervisar el destino y uso de los productos importados, situación que afecta la formación de precios nacionales y la comercialización del maíz producido localmente.

Frente a este panorama, resulta imprescindible aumentar la productividad del sector agrícola para brindar a los productores nacionales las condiciones necesarias para competir en el mercado interno. Esto no solo contribuiría a mejorar sus ingresos, sino también al bienestar de sus familias, garantizando la sostenibilidad y el crecimiento del sector en el largo plazo.

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“Definitivamente no hay una política clara para el sector que le permita ser competitivo y rentable para lograr la deseada soberanía alimentaria. Fenalce está listo para acompañar este gran reto de lograrla, y dejar atrás la fragilidad de la economía nacional”, sostuvo Arnulfo Trujillo Díaz, gerente general de Fenalce.

Fenalce sabe que Colombia cuenta con suficiente potencial productivo para dar un giro positivo, aumentar la producción y cubrir así un porcentaje significativo de las demandas básicas de su población y de la industria, en el mediano y largo plazo. De acuerdo con cifras de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria – UPRA, Colombia tiene 16.046.413 hectáreas potenciales para sembrar maíz, y en 2024 sólo se sembraron 354.931 hectáreas.

La Federación reconoce que, a pesar de los avances alcanzados, los esfuerzos realizados para impulsar la producción nacional de maíz y alcanzar competitividad no han sido suficientes. Esto se debe, en gran medida, a la creciente demanda de este cereal, que amplía la brecha con la producción nacional, y a los efectos adversos del cambio climático sobre los cultivos. Sin embargo, la Federación trabaja constantemente para mitigar estos desafíos, consolidándose como un aliado estratégico de los productores en el reto nacional de aumentar la productividad y competitividad del maíz, especialmente del maíz amarillo, de manera sustentable. Además, se busca fortalecer los sistemas tradicionales sin comprometer el medio ambiente ni las condiciones de vida de las comunidades rurales.

Para lograr una transformación efectiva del sector, es imprescindible llevar a cabo cambios estructurales en las prácticas productivas, tanto en los sistemas tecnificados como en los tradicionales. Esto implica la participación activa no solo de los agricultores, sino también de todos los actores clave en la cadena de valor, con el objetivo de construir un modelo competitivo y sostenible. Estos cambios deben abarcar desde la investigación científica hasta la regulación y promoción del comercio. La colaboración del gobierno es fundamental para generar políticas, incentivos y herramientas que permitan alcanzar los resultados esperados y garantizar un futuro próspero para la producción nacional de maíz.

En 2024 la producción nacional de maíz amarillo fue de 1.104.517 toneladas, mientras que se importaron 5.920.792 toneladas de este maíz que representa el 84,2% del consumo total; por su parte la producción nacional de maíz blanco fue de 454.677 toneladas, y se importaron 322.103 toneladas, el 41,6% del consumo total.

Con estas cifras vemos que Colombia consume maíz a un ritmo mayor al que lo produce, dependiendo cada vez más del maíz traído desde Estados Unidos, principalmente, importando de este país el 99% del total de maíz amarillo importado y el 100% del total de maíz blanco importado, en 2024.

Verdades sobre el “cambio” de Gustavo Petro

La ministra de Agricultura del gobierno de Gustavo Petro, Cecilia López, dio una noticia importante que sonó poco, al señalar que las importaciones agrarias habían llegado a 15,9 millones de toneladas –¡3.200 por ciento más que en 1990!–, auténtica vergüenza para un país con las excelentes condiciones agrológicas de Colombia. Y que la comida –que se encareció en 27,81% en 2022– explica el 65% de la inflación promedio nacional, del 13,12%, la más alta del siglo.

Se confirma así la merecida condena a los gobiernos defensores de la apertura y los TLC, porque dijeron que la producción nacional resistiría con éxito a las importaciones sin aranceles, que exportaríamos mucho más y que, por los subsidios a la producción extranjera, sería más barata la comida de los colombianos. Tres falsedades que en su momento refutamos con todas las pruebas y que los mismos con las mismas defendieron y defienden con mentiras y engaños, tras renunciar a la soberanía y al progreso de Colombia.

 

Tan mal han salido las cosas, que la balanza de pagos, que mide los ingresos y egresos en dólares de Colombia, ha sido negativa en 403.224 millones de dólares desde el 2000, faltante que también explica que la deuda externa aumentara de 17.993 a 184.118 millones entre 1994 y el año pasado.

Que esta desgracia ocurriría lo advirtió en 1990 Abdón Espinosa Valderrama –exministro de Hacienda de Carlos Lleras Restrepo–, quien explicó que la apertura era un chantaje del Banco Mundial –banco controlado por el Fondo Monetario Internacional (FMI)–, a cambio del crédito Challenger, política que advirtió desprotegería y golpearía la producción nacional (ver enlace aquí), atiborrando el país de quebrados, desempleados y pobres.

Y hay que ver a Petro y a los jefes petristas –los autoproclamados representantes del “cambio”– renunciando a renegociar los TLC y sacando pecho porque el FMI les puso una medallita por seguir sus orientaciones en impuestos, precios de la gasolina y demás, el mismo aplauso que ese organismo les dio a los gobiernos de Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos y Duque, casi todos ellos socios de Petro en su gobierno.

¿Habría ganado la Presidencia sin esos respaldos y si hubiera explicado que su “cambio” –demagogias asistencialistas aparte– continuaría la obra de sus antecesores en estos asuntos fundamentales?

Para no caer en el engaño, debe saberse que el FMI es una creación de Estados Unidos y de algunos de sus países aliados para, según sus conveniencias, modelar el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial, de forma que solo unas cuantas naciones pudieran desarrollar de verdad su capitalismo, en tanto a las restantes, incluidas todas las de América Latina, nos condenaron a trabajar, trabajar y trabajar, pero sin salir del subdesarrollo en todos los aspectos.

En su continuismo, Petro también siguió con la Colombia peón de la OTAN, los aviones de guerra que le ofreció Biden, el radar norteamericano en Gorgona y las cercanías con el Comando Sur de los Estados Unidos.

Para mejor entender el muy radical continuismo del gobierno del “cambio”, hace poco se realizó el X Diálogo de Alto Nivel Colombia-Estados Unidos, donde un centenar de funcionarios de los dos países concluyó: “Fue el resultado de casi seis meses de preparación, siete mesas de trabajo, 28 subtemas, más de 100 compromisos que se acordaron, que tendrán un proceso de seguimiento trimestral, para garantizar su cumplimiento” (ver enlace aquí).

Si le preguntaran a Petro por el objetivo de esa reunión, con su conocido estilo, seguramente diría: “Es el mejor mecanismo para indicarle a Washington cómo cumplir en detalle las orientaciones de la Casa de Nariño”.

Creamos en el agro, ahora sí en serio

Nuestras tierras fértiles en Colombia aún siguen significando solo un 14% sobre el potencial que tenemos para cultivar. Hay esperanzas en los siguientes años para encaminar su desarrollo si se siguen tomando medidas determinantes en la llamada reforma agraria del actual gobierno. No es tarea fácil, pero alguien tenía que comenzar los cambios radicales. Otro estudio reciente revela más motivos para creer nuevamente en el agro, ahora sí en serio. El Estudio de la cámara colombo americana, AmCham Colombia, señala que el sector agrícola en Colombia es el principal jalonador del comercio bilateral entre Colombia y los Estados Unidos, presentando un crecimiento sostenido durante todo el año, incluso son determinantes en señalar que el sector agroindustrial, puede crecer hasta un 250% en la próxima década hacia los Estados Unidos. Palabras de María Claudia Lacouture, presidenta ejecutiva de AmCham Colombia.

No en vano, los números señalan que las ventas del sector agrícola en Colombia superaron los $3.000 millones de dólares todo este año, lo cual representó un crecimiento del 35% frente al año anterior. Cifra nada despreciable que demuestra una gran recuperación y amplio mercado por abastecer, el de los Estados Unidos, a pesar de tantas adversidades de competitividad entre otras.

 

Estos crecimientos son para prestar mucha atención al potencial del agro en Colombia, que efectivamente requiere del apoyo gubernamental para hacerlo más competitivo y que sigue entrando a unos de los mayores mercados del mundo. El principal sector de comercialización entre Estados Unidos y Colombia sigue siendo el agrícola, el cual representó el 59% de las exportaciones diferentes a las de minería y energía, tema no menor en un país que solo explota el 14% de su suelo fértil. Ahora bien, ¿cómo sería esta relación y cuántas divisas lograríamos si se hace efectiva la utilización de más suelos con fines agrícolas?  Sí, la apuesta al agro debe seguir siendo incluso más ambiciosa de lo que pretende este gobierno.

Debemos mirar con mayor detenimiento el sector ajeno a la minería y la generación de energía, debería ser un tema prioritario para el sector público y el privado también, ya que evidentemente existen muchas oportunidades de mercado ante la escases de alimentos, entre otros para seguir fortaleciendo el agro en Colombia. Se deberían encaminar estrategias hacia la generación de empleos agrícolas, que esto sea un propósito nacional, así como lo son impulsar las exportaciones de otros sectores.

Se puede afirmar que aún existen muchos retos ante los acuerdos comerciales entre Colombia y los Estados Unidos, a pesar de esto, se sigue creciendo, pero se debe crecer más con el potencial que existe para el sector agrícola sobre bienes terminados que generen valor agregado, ya que Estados Unidos sigue siendo un alto consumidor de insumos y bienes que podemos producir en nuestro país.

Las exportaciones totales hacia Estados Unidos superaron los $12.400 millones de dólares, claro, un poco menos de la mitad fueron por el petróleo y sus derivados, pero el resto han sido rubros creciente de diferentes tipos de sectores, donde el agro se impone y crece, en total son 677 tipos de productos agrícolas que se pueden exportar al país del norte, pero lo importante aquí no es el típico producto de materias primas que nos ha caracterizado por décadas, lo importante es que comienza a resaltar el valor agregado en estas exportaciones, por ejemplo, según los registros, hubo un aumento en las exportaciones hacia Estados Unidos de productos como las salsas preparadas, productos de panadería y galletería, extractos de café, esencias, café soluble liofilizado, frutas y verduras en conserva, y dulces de todo tipo.

La agroindustria crece, el mercado existe, por lo que es importante brindar las condiciones adecuadas para el desarrollo de este sector en Colombia. La famosa paz total no es descabellada, al menos en sus planteamientos, porque un país con mayor seguridad y en paz, tiene mayor capacidad para generar empleos en esta creciente agroindustria, que parece estar comprendiendo que es mucho más rentable transformar que exportar la materia prima pura, que es mejor exportar las salsas de tomate, que el propio tomate sembrado. El mundo tiene hambre y Colombia debería proveer, ¿Se tendrán las condiciones? Esperemos que sí, pero ahora en serio.

 

Jenny Ocampo jura el cargo como nueva ministra de Agricultura de Perú

Jenny Ocampo, hasta ahora directora general de la Dirección de Pesca Artesanal del Ministerio de Producción de Perú, ahora estará en el cargo como nueva ministra de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) en sustitución de Andrés Alencastre.

La política peruana, ingeniera agrónoma, trabajó anteriormente como gerente regional de Desarrollo Productivo en el Gobierno regional de la provincia de Lambayeque y como gestora comercial, según informaciones del diario ‘El Comercio’.

 

Además, fue consultora de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) durante dos años y ha trabajado también como especialista en Agro Rural. Ocampo asume así el Ministerio de Agricultura tras la salida de Alencastre en plena crisis de fertilizantes y tras la imposibilidad del Gobierno de concretar la compra de urea con la empresa italiana Unionsped, lo que ha suscitado críticas.

Se trataba del tercer intento de compra por parte de las autoridades. «Hemos declarado desierta esta decisión de la compra internacional porque ya no se puede ir contra la urgencia de la necesidad de los fertilizantes para la campaña agrícola 2022-2023», ha manifestado el ahora exministro.

Agricultura sin Riesgo

Los ingresos agrícolas son inestables por riesgos como el clima, los insumos agropecuarios, y los precios, entre muchos. La alta volatilidad usualmente quiebra agricultores no solo en Colombia sino en todo el mundo. Las políticas enfocadas solo en subsidios solo funcionan mientras estos existen. Más allá de la entrega de tierra, maquinaria e insumos, debe haber un esfuerzo para reducir estos riesgos estabilizando ingresos. Hay que replicar el modelo de la Federación de Cafeteros de garantía de compra, entendiendo que el esquema nuevo salió mal.

Al tomar más de 75 estudios relacionados con la agricultura por contrato, que consiste en que un comprador garantiza la compra de un monto de producción a un determinado precio por cierto tiempo, la Colaboración Campbell encontró que aumentaron los ingresos de los productores entre el 23-54% en 13 países. El contrato elimina el riesgo de poder vender y la incertidumbre del precio, significa ir a la fija. El reto está en los momentos de bonanza, donde los vendedores, al ver precios de mercado altos, empiezan a incumplir las entregas, prefieren vender directamente al mercado donde les reconocen mejor precio.

 

Min Agricultura cerró exitosamente un piloto de agricultura por contrato por valor de $1.6 billones, con 242 mil productores vinculados. Aunque salió bien maíz y soya en café salió mal: aunque se firmaron $1.1 billones en ventas, hasta 2021, se incumplieron el 77% de las entregas. El café ya estaba comprometido con vendedores internacionales, Fedecafe le toco salir al mercado, pagando caro, a cubrir el faltante. Sobra decir que nadie va a demandar ni embargar a estos caficultores, políticamente es imposible. A la Federación le toca aguantarse el palazo y dar plazo de tres años, no hay esquemas que aguante solo perder.

El éxito de agricultura por contrato está en que la asistencia técnica o subsidios sean tan valiosos que al agricultor no le resulte mejor incumplir el contrato. También los esquemas funcionan mejor con productos no perecederos con fácil almacenamiento. Para productos como la palma o el azúcar, donde los productores son de mayor escala, políticamente es más fácil hacer cumplir los contratos. El contrato debe estar hecho a la medida, no existe solución única para todas las siembras.

Uno de los instrumentos más apreciados por los caficultores es la garantía de compra. Esta otorga “opcionalidad” al agricultor, permitiéndole participar en el precio del mercado, pero teniendo un comprador de última instancia en momentos de bajos precios. Esto se logra por las capacidades de comercialización de la Federación. Si no existen en ciertos productos, los mecanismos de seguros de cosecha pueden ser un buen mecanismo. La agricultura por contrato más sostenible financieramente es una donde el productor retiene la opcionalidad.

El desconocimiento de los órganos de control en el pasado, hacía que las coberturas no usadas se malinterpretaran como detrimento patrimonial; en otras palabras, si se aplicaban servían, si no había que sancionar al funcionario. Afortunadamente ahora hay una visión más ilustrada en la cual es clave entender que, en un mundo de cambio climático, tomar seguros por eventos naturales cada vez será más necesario. Si se niega esta realidad, todo será más difícil.

Colombia atrajo 339 millones de dólares en proyectos de turismo y agricultura en 2021

Colombia atrajo en 2021 inversiones extranjeras directas por valor de 339 millones de dólares (298,8 millones de euros) en 24 proyectos de agricultura y turismo, según un comunicado de ProColombia, la agencia del Gobierno colombiano encargada de promocionar las exportaciones, turismo e inversiones del país.

En este sentido, la entidad ha destacado a ambos sectores como las puntas de lanza en la recuperación económica del país, con los que se prevé generar miles de puestos de trabajo.

 

En el ámbito turístico, entre enero y agosto de 2021 Colombia ha recibido cinco nuevos proyectos por valor de 39 millones de dólares (34,4 millones de euros) en los departamentos de Bolívar, Antioquia, Cundinamarca y Cauca. Estas iniciativas forman parte de los 33 proyectos que la entidad ha acompañado desde el inicio del Gobierno del presidente Iván Duque, que incluyen hoteles para el segmento vacacional y corporativo, ecoturismo, residencias para adultos mayores y parques temáticos.

Entre los nuevos proyectos turísticos en el país se encuentra la construcción de un hotel en San Andrés de 254 habitaciones por parte de la cadena española Sirenis; el primer hotel de la marca Residence Inn en Bogotá de la cadena Marriott y el desarrollo de Caribe Aventura, uno de los parques temáticos más grandes de Colombia.

El total de inversiones en este apartado durante el mandato de Duque se estima en 481 millones de dólares (424 millones de euros), y según los inversores servirán para crear cerca de 4.100 empleos.

ProColombia estima que este año se abrirán más de 3.865 habitaciones en el país, un 80% más que en 2020. La inversión hotelera se verá impulsada por la reactivación de la conectividad aérea, y es que el país ha recuperado el 60% de las frecuencias aéreas internacionales.

«La industria turística del país continúa en su reactivación, creciendo y consolidándose, abriendo nuevas posibilidades de negocios para viajeros e inversionistas. La Ley de Turismo y la Ley de Inversión Social son claves en nuestra labor de promoción dado que brindan incentivos tributarios que impulsan la construcción de hoteles nuevos, parques temáticos nuevos y la remodelación de estos», ha destacado la presidenta de ProColombia, Flavia Santoro.

Santoro explica que dentro de la estrategia de la entidad hay una promoción activa de las oportunidades para atraer inversión desde Tailandia, Singapur, Indonesia, España, Reino Unido, Francia, Estados Unidos, México, Chile, y Costa Rica.

Sector agropecuario

Por su parte, el sector agropecuario, uno de los protagonistas de la reactivación económica de Colombia, atrajo entre enero y septiembre 19 proyectos valorados en más de 300 millones de dólares (264,4 millones de euros), un 32% más que el año pasado.

El sector está acometiendo una gran diversificación de la mano de iniciativas en agricultura de precisión, cultivos de cafés especiales, producción avícola, aguacate hass, palma de aceite, alimentos procesados y cannabis medicinal.

Colombia cuenta con unas características muy propicias a la explotación agropecuaria. El país dispone de más de 40 millones de hectáreas de tierras fértiles, de las cuales se utiliza solo el 19%.

Los inversores prevén la creación de cerca de 11.800 nuevos puestos de trabajo con la puesta en marcha de proyectos en Antioquia, Caldas, Meta, Risaralda, Cundinamarca, Magdalena, Huila, Valle del Cauca y Bogotá.

Entre los nuevos proyectos agropecuarios destacan inversiones por parte de empresas como PepsiCo, la ecuatoriana Powerfruit o la estadounidense Cargill.

«Con un mayor desarrollo del sector agropecuario del país generaremos mayores exportaciones, más empleos y un impacto muy positivo en la competitividad de nuestras zonas rurales», ha explicado Santoro.

La presidenta de ProColombia ha indicado que estas iniciativas se llevarán a cabo con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

La papa un alimento que fortalece su consagración nacional

El cultivo de papa en Colombia es la principal actividad de clima frio, al año se siembran alrededor de 165 mil hectáreas lo que genera una producción aproximada de 2 a 3 millones de toneladas, cifras del Ministerio de Agricultura.

De igual manera, el 90% del área sembrada se concentra en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Nariño y Antioquia, así como el 89,4% de la producción y una generación de empleo cercana a los 67 mil empleos directos.

 

Por otro lado, alrededor de 90 mil familias se dedican a la siembra de este tubérculo y de este grupo el 95% son pequeños productores, cuya área de cultivos no supera las 3 hectáreas.

Con estas cifras el subsector de la papa muestra el potencial que tiene para consolidarse como un foco de desarrollo agroindustrial y para mostrar este dinamismo se realizará el primer “Concurso Nacional de Papa Industrial Yara Champion Program”.

Iniciativa que busca reconocer las buenas prácticas de los productores de papa en el país, e incentivar el uso racional de los insumos y el aumento de la productividad y calidad, ya que entre el 8% al 10% de la producción de este alimento se utiliza para la industria.

Esta campaña es organizada por Yara Colombia que “en los dos últimos años ha trabajado para que los cultivadores de papa tengan un reconocimiento a su labor y den a conocer los benéficos y ventajas de este alimento” así lo explicó Geoffry Zambrano director mercadeo Yara Colombia.

“En esta versión participaran los productores de Cundinamarca y Boyacá, pero para la próxima versión se quiere integrar a quienes están en Nariño, Antioquia y otras regiones donde se cultive este tubérculo” manifestó Zambrano.

El evento se realizará el 28 de septiembre en Tocancipá, en las instalaciones del club de la universidad Manuela Beltrán.


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