Ir al contenido principal

Horarios de atención

De lunes a viernes:
8:00 AM – 5:00 PM

Whatsapp: (+57) 317 599 0862
Teléfono: (+57) 313 7845820
Email: [email protected]

Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Agro colombiano

Creamos en el agro, ahora sí en serio

Nuestras tierras fértiles en Colombia aún siguen significando solo un 14% sobre el potencial que tenemos para cultivar. Hay esperanzas en los siguientes años para encaminar su desarrollo si se siguen tomando medidas determinantes en la llamada reforma agraria del actual gobierno. No es tarea fácil, pero alguien tenía que comenzar los cambios radicales. Otro estudio reciente revela más motivos para creer nuevamente en el agro, ahora sí en serio. El Estudio de la cámara colombo americana, AmCham Colombia, señala que el sector agrícola en Colombia es el principal jalonador del comercio bilateral entre Colombia y los Estados Unidos, presentando un crecimiento sostenido durante todo el año, incluso son determinantes en señalar que el sector agroindustrial, puede crecer hasta un 250% en la próxima década hacia los Estados Unidos. Palabras de María Claudia Lacouture, presidenta ejecutiva de AmCham Colombia.

No en vano, los números señalan que las ventas del sector agrícola en Colombia superaron los $3.000 millones de dólares todo este año, lo cual representó un crecimiento del 35% frente al año anterior. Cifra nada despreciable que demuestra una gran recuperación y amplio mercado por abastecer, el de los Estados Unidos, a pesar de tantas adversidades de competitividad entre otras.

 

Estos crecimientos son para prestar mucha atención al potencial del agro en Colombia, que efectivamente requiere del apoyo gubernamental para hacerlo más competitivo y que sigue entrando a unos de los mayores mercados del mundo. El principal sector de comercialización entre Estados Unidos y Colombia sigue siendo el agrícola, el cual representó el 59% de las exportaciones diferentes a las de minería y energía, tema no menor en un país que solo explota el 14% de su suelo fértil. Ahora bien, ¿cómo sería esta relación y cuántas divisas lograríamos si se hace efectiva la utilización de más suelos con fines agrícolas?  Sí, la apuesta al agro debe seguir siendo incluso más ambiciosa de lo que pretende este gobierno.

Debemos mirar con mayor detenimiento el sector ajeno a la minería y la generación de energía, debería ser un tema prioritario para el sector público y el privado también, ya que evidentemente existen muchas oportunidades de mercado ante la escases de alimentos, entre otros para seguir fortaleciendo el agro en Colombia. Se deberían encaminar estrategias hacia la generación de empleos agrícolas, que esto sea un propósito nacional, así como lo son impulsar las exportaciones de otros sectores.

Se puede afirmar que aún existen muchos retos ante los acuerdos comerciales entre Colombia y los Estados Unidos, a pesar de esto, se sigue creciendo, pero se debe crecer más con el potencial que existe para el sector agrícola sobre bienes terminados que generen valor agregado, ya que Estados Unidos sigue siendo un alto consumidor de insumos y bienes que podemos producir en nuestro país.

Las exportaciones totales hacia Estados Unidos superaron los $12.400 millones de dólares, claro, un poco menos de la mitad fueron por el petróleo y sus derivados, pero el resto han sido rubros creciente de diferentes tipos de sectores, donde el agro se impone y crece, en total son 677 tipos de productos agrícolas que se pueden exportar al país del norte, pero lo importante aquí no es el típico producto de materias primas que nos ha caracterizado por décadas, lo importante es que comienza a resaltar el valor agregado en estas exportaciones, por ejemplo, según los registros, hubo un aumento en las exportaciones hacia Estados Unidos de productos como las salsas preparadas, productos de panadería y galletería, extractos de café, esencias, café soluble liofilizado, frutas y verduras en conserva, y dulces de todo tipo.

La agroindustria crece, el mercado existe, por lo que es importante brindar las condiciones adecuadas para el desarrollo de este sector en Colombia. La famosa paz total no es descabellada, al menos en sus planteamientos, porque un país con mayor seguridad y en paz, tiene mayor capacidad para generar empleos en esta creciente agroindustria, que parece estar comprendiendo que es mucho más rentable transformar que exportar la materia prima pura, que es mejor exportar las salsas de tomate, que el propio tomate sembrado. El mundo tiene hambre y Colombia debería proveer, ¿Se tendrán las condiciones? Esperemos que sí, pero ahora en serio.

 

Agricultores pequeños: productividad similar, pero no así su competitividad

La designada ministra de agricultura se refirió en 2013 a un aspecto clave de la productividad en el campo, disruptivo en aquel momento porque se daba por descontado que solo era alcanzable por las grandes fincas y plantaciones; ahora también se piensa igual. Su propósito de hacer del campo colombiano un motor de prosperidad nacional está condicionado no solo por los elementos necesarios para mejorar la productividad de los campesinos sino de los requeridos para que igualmente sean competitivos. Dos palabras que han confundido tecnócratas en el país pero que no significan lo mismo y este es un gran ejemplo de ello. A continuación, el artículo de octubre de 2013 que escribí a propósito del escrito de la próxima ministra en aquel momento.

Después de leer el artículo ¿Por qué en temas claves vivimos en el pasado? (I) de la reconocida economista y política Cecilia López Montaño, (Portafolio, 2013) es muy difícil no quedar cuestionado acerca de que las pequeñas parcelas agrícolas son más productivas que las grandes plantaciones. Como la autora cita al profesor Albert Berry, profesor en la Universidad de Toronto y candidato a premio Nobel de economía, como una autoridad en el tema que ha insistido en esta conclusión basada en múltiples estudios, fue indispensable recurrir a esa fuente. Algunos de los hallazgos importantes fueron compilados por el mismo autor y publicados en el artículo “Albert Berry, estudioso del agro colombiano, propone un timonazo hacia la pequeña agricultura” (El Tiempo, 2013), que sintetizo de la siguiente forma (en frases casi textuales tomadas del artículo):

 

  • Las ventajas de las unidades pequeñas son sorprendentes y hasta contra-intuitivas para mucha gente. Hay que haber conocido de cerca y estudiado casos reales para poderlo entender.
  • Típicamente produce más valor por hectárea que la agricultura grande, y existe la llamada “relación inversa” entre el tamaño de la unidad productora y la productividad promedio de la tierra.
  • Se debe en buena parte al uso más intensivo de la mano de obra.  Las fincas pequeñas frecuentemente se dedican a productos de alto valor, ya sean de autoconsumo, como legumbres, frutas y animales pequeños, o para la venta, tales como café, té, cacao y legumbres y frutas.
  • Pero en países donde la mano de obra es escasa, las unidades grandes tienen la ventaja. No es el caso colombiano.
  • Frente a la ambigüedad del concepto de eficiencia, vale la pena distinguir dos alternativas: “eficiencia estrecha” y “eficiencia amplia”.
  • “Eficiencia estrecha” corresponde a la relación entre el valor de la producción y el valor de todos los insumos utilizados. Es frecuente que, según este indicador, las pequeñas y las grandes difieran poco, que es el caso de varios productos de Colombia, según el estudio reciente de Forero (2013).
  • Con el indicador de “eficiencia económica amplia” la pequeña agricultura sale mejor porque genera más empleo por hectárea, mejora directamente la seguridad alimentaria de la población y disminuye la inseguridad económica y alimentaria de los pequeños agricultores.
  • El potencial dinámico (capacidad de aumentar la producción) de la pequeña agricultura es bueno, siempre y cuando el apoyo estatal sea adecuado. El avance de la productividad agrícola depende más que todo de las investigaciones y la difusión tecnológica.
  • Cuando el sistema agrícola tiene su base en la agricultura familiar (caso de todos los países más exitosos, tales como EE. UU., fuera del sur con su esclavitud; Canadá, los países europeos, Japón y los otros casos exitosos del sureste asiático), el secreto del éxito ha sido una inversión adecuada del sector público en estos renglones.
  • Los dos sectores que más empleos generan en los países en desarrollo son la pequeña agricultura y las microempresas, las pequeñas y medianas empresas (mypymes) no agrícolas, con alrededor de un 60 o 70 por ciento del empleo total.

Estas conclusiones deberían ser buenas noticias para el país. Sin embargo, si la “eficiencia estrecha” se puede entender en términos de productividad, hay que recordar también que no necesariamente tal productividad siempre se pueda convertir en competitividad.

Si los pequeños y los grandes emprendimientos agrícolas difieren poco en productividad, y teniendo en cuenta las múltiples manifestaciones recientes de campesinos reclamando ayuda porque su negocio los ha llevado a la pobreza, entonces ¿por qué nuestros pequeños agricultores no tienen éxito? Parte de la respuesta está en las mismas conclusiones en lo referente a la necesidad de inversión del Estado para apoyar a los pequeños agricultores, en investigaciones y difusión tecnológica para aumentar su productividad. Es decir, en la vía de suplir la falta de masa crítica de los pequeños por parte del Estado, lo cual es lógico desde todo punto de vista.

Pero aumentar su competitividad es un asunto más grande. ¿De qué serviría que un productor de frutas aumentara su productividad a los mejores niveles comparativos en el mundo, si se encuentra en el área rural de un municipio que está realmente aislado de los mercados por culpa de unas pésimas vías? Sin hablar del problema de la violencia, el drama va más allá de que los altos costos totales de transporte no lo dejen llegar a precios competitivos a los mercados en donde pueda colocar sus excedentes, sino que físicamente no se pueda sacar esa producción. Pero hay más problemas ya diagnosticados. Se necesita masa crítica para poder comercializar, para poder comprar insumos a precios razonables, y en general para poder obtener las ventajas comparativas de los grandes. La inversión estatal no sólo debería orientarse a apoyar la investigación aplicada y su difusión tecnológica como lo afirma el profesor Berry, sino de manera indispensable a las vías terciarias y secundarias, al fomento de cooperativas agrícolas, o cualquier forma de agrupación de campesinos y agricultores zonales y regionales, buscando que el campo sea fundamentalmente un buen negocio. Todos los beneficios para los campesinos y agricultores, las poblaciones eminentemente rurales y en general para el país, llegarán como consecuencia de que el campo sea un buen negocio, con una lógica económica probada en los mercados que atienda.

Por el lado de la “eficiencia económica amplia” todas las cosas estarían dichas; no es comprensible por qué el Estado no ha usado todas estas conclusiones para fundamentar una fuerte política pública, que persiga el resurgimiento del campo, y de paso lograr crecimiento del empleo, generación de prosperidad para campesinos y agricultores, seguridad alimentaria de la población, y una no mencionada, la generación o aprovechamiento del enorme potencial de exportaciones de alimentos, como lo ha logrado recientemente el Perú.

Todo vigente.

@refonsecaz