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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Almudena Gonzalez

Tiempos de scroll

Voy de compras con mi hija y me enseña en la librería del pueblo, en la sección de obras clásicas en inglés, todos los títulos que quiere comprarse: Mujercitas, el Gran Gatsby, Dracula, Jane Eyre, los Hermanos Karamazov… Más de diez.
Dice que quiere disfrutar del otoño, y de estas vacaciones, leyendo. Yo no digo nada, pienso en lo mucho que me gusta que lea, que sepa viajar por otras vidas, otros mundos y épocas. La abrazo, me siento orgullosa de ese hábito suyo tan bueno.

¿Por qué soy tan caprichosa?,- me dice acto seguido. Creo que experimenta esa desazón que provoca desear algo mucho y no poder conseguirlo en el momento.

 

Me toca hacerle ver que la vida es tiempo de espera y que ese a tiempo hay que sacarle provecho, cada uno con nuestros medios, pero dejarnos llevar por la ansiedad, la desazón de no conseguir pronto lo que esperamos sólo nos lleva a la tristeza, a un hueco infinito que puede acabar en oscuridad.

La animo haciéndole un plan rápido de finanzas con su paga; si ahorra, en un mes pueda comprarse cinco y recuerdo que pronto celebraremos su santo, tal vez podamos regalarle dos libros, pero que aún quedan días y toca seguir esperando.
Esperar refuerza la voluntad

Mis otros hijos tienen caprichos más caros que diez libros clásicos. Les hago esperar siempre, no por fastidiar, sino porque son varones, activos, enérgicos, a veces irreflexivos e hijos de un tiempo que ha acortado la espera, ha quitado la pausa, ha suprimido el aburrimiento, el misterio del tiempo y han relegado el aburrimiento de sus vidas a tiempos de scroll. La consecuencia peor es que la imaginación pareciera casi muerta y creen que todo lo breve es mucho más atractivo y llevadero.

Aún son jóvenes y no tienen esa desazón por las cosas que desean, porque tampoco guardan grandes deseos y anhelos, aún no quieren vivir grandes aventuras o recorrer otros mundos. Son de aquí y ahora y de la adrenalina que sueltan cuando juegan online con sus amigos.

Salvarlos del scroll

Pienso en su edad adulta… Leer les aburre, ver televisión les duerme, la música la escuchan de fondo. Mi esperanza estaba puesta en el colegio, pero no ayuda que hayan impuesto los medios digitales como material de aprendizaje así que hemos puesto nuestras esperanzas en dos clásicos que no fallan: darse a los demás y el deporte.

Lo de darse a los demás de momento lo trabajamos en casa a base de encargos y tareas domésticas. Es un ayudar, un trabajar a cambio de nada, sin recompensa, ni tesoro de puntos y estrellas. Bastante agotador para una servidora que repite como mantras que Fulanita saque a los perros, que Zutano ha de regar plantas o que Mengano ayude con la colada, que se reproduce sin cesar.

La otra gran estrategia contra el tiempo de scroll es el deporte porque a la actividad física, al tiempo de partido, al esfuerzo puesto en cada jugada se unen las ganas de ganar, de triunfar, de mejorar, de superarse, de conocer y abordar la estrategia del contrincante, cambiar sobre la marcha el rumbo, mejorar la táctica… y eso, de momento, el scroll no lo ha matado del todo, aunque a veces se enfrentan a chicos que en veinte minutos han perdido la motivación por competir y les pegan unas palizas increíbles, pero ganar así no los motiva tanto.

Almudena González

La conquista del mundo

El algoritmo ha dejado de presentarme a madres estupendas que llevan a sus hijos preciosos, perfectamente vestidos. Tampoco aparecen ya en mi feed esos de decoradores geniales de ideas maravillosas imposibles de copiar por la capacidad de mi bolsillo. Y ni qué decir de las tiendas de ropa para el día a día, ahí he ayudado yo al algoritmo; para pasear por el bosque y dirigir mi vida de campo me sobra ropa que aún guardo en el armario.

Ahora me presenta historiadores, escritores, filósofos, psicólogos… todos divulgadores. Una vez más sospecho que me escucha porque ahora además me presenta mini cortes de video muy ad hoc para mis cuatro adolescentes – tengo a una hija prestada-, pues siempre termino enviándoles alguno a su buzón para que se den cuenta de que su madre tiene razón, de que el dato aquel era cierto, de que sus padres son como los demás…  Convivo en paz con ellos hasta que se me llevan los demonios cuando sueltan alguna perla histórica fruto de algún reel de Tik Tok. En defensa de mis vástagos diré que en estas latitudes no enseñan historia, ni propia, ni universal y que se saltan los contextos y que salvo el Antiguo Egipto y las Cruzadas parece que poco más pasó en el mundo hasta que llegó el siglo XX, con sus guerras mundiales y desgracias, porque los avances tampoco se estudian o se les da tanta importancia.

 

En la sobremesa del sábado intenté hacerles ver que la Hispanidad es quizá lo más grande que España- en aquel momento Castilla- hizo por la humanidad. Trataba de explicarles que conocer un territorio, como antes habían conocido tribus del pacífico, o los vikingos del norte de Europa o quien fuera que llegara al Nuevo Mundo antes que la expedición Castellana, no deja una huella reseñable en la historia de los pueblos. Que lo que deja huella es la conquista en sus dos acepciones del diccionario.

Conquistar es adentrarse en la realidad de otro, poco a poco, crear lazos de confianza, acompasar el corazón, manejar su lenguaje y preocuparse y ocuparse por el porvenir del conquistado, superar conflictos y dificultades y sí, usar también las armas necesarias para lograrlo. Pues este verbo transitivo tiene sus dos acepciones la bélica y la romántica, y los españoles supieron combinar ambas con éxito pues el hecho, fuera de ideas revisionistas de la historia, es que los pueblos y tribus de la América prehispánica fueron convirtiéndose en civilización, donde las creencias, las leyes, la cultura, el arte, el avance científico… provenía del otro lado, de Castilla, y se adaptaban al nuevo mundo adoptando nuevas formas, con un mismo sentir y ese mestizaje, no sólo personal, sino cultural y ambiental, hizo que el mundo se hiciera grande. Y nunca hubiera sido posible si la orden de la Reina Isabel I de Castilla, la católica, no hubiera sido la que fue “…que no consientan ni den lugar a que los indios, vecinos y moradores de las Indias reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, antes al contrario que sean bien y justamente tratados, y si han recibido agravio que remedien”, igualándolos en todo a cualquier ciudadano del Reino de Castilla, en dignidad y derechos y ésta y no otra es la razón más grande. Pues nunca, nadie más fue conquistando territorios sabiendo compaginar lo bélico con lo romántico; ni franceses, ni neerlandeses, ni ingleses, ni belgas… Ninguno supo manejar con magnanimidad el mandato católico, la universalidad de los hijos de Dios, la universalidad de la dignidad del ser humano.

Lo cierto es que todos esos países y potencias geográficas en algún momento de la historia dejaron de ser católicos para ser protestantes, reformistas, calvinistas… Y la conquista del ser humano en su versión más profunda la entendemos de una forma desigual. Castilla siempre lo entendió como parte de un proceso que implicaba igualdad, regresar, habitar y residir para poder cuidar y crecer juntos. Tal vez ésta sea la clave para revertir la gran preocupación de hoy; la inmigración que sufre Europa y que parece más una invasión.

Ahora la complicación está en que los corazones ya no son católicos, ni como los de los castellanos de entonces, y España hace tiempo delegó su papel protagonista en el mundo y sobre todo, conquistar ya no significa volver y habitar y crecer juntos en una misma dirección, ni compartir la fe. Ahora conquistar es ver qué puedo sacar de ti, en qué me puedo aprovechar sin que dañes mi libertad y eso es más galo, más anglosajón, más germano, y cada vez más, también español. 

Almudena González

Por un puñado de mocos

¿Se han llevado alguna vez a casa material de oficina? Un bolígrafo, un paquetito de folios, un cuaderno… Resulta que hay quien piensa que llevarse a casa bolis para los niños es peccata minuta.

Cuando lo que desaparece de la oficina son tazas de porcelana, a razón de cinco tazas por persona, como ocurrió en la fábrica alemana de Tesla, 65.000 tacitas para el café en total, ya empieza el asunto a ser a ser algo más llamativo. Ya se nota en la partida de gastos. ¿No creen?

 

Y cuando lo que desaparece es una miniexcavadora, de esas que trabajan en las aceras de las calles que transitamos, una carretilla, una taladradora o cualquier otra herramienta… Entonces hablamos de robos. De la apropiación indebida de un bien material ajeno o cuya propiedad no nos pertenece.

Si hablamos de dinero público según dónde y qué se haga con ese dinero estaremos hablando de malversación, corrupción… Si es dinero privado delitos económicos, evasión de impuestos…

En todo hay grados.

Pero no por estar en la parte baja de la escala se es menos deshonesto o se tiene una ética mayor. El daño está hecho, principalmente a uno mismo, a los valores, a la ética.

¿Pero cómo llamamos a cuando el que desparece es el propio trabajador que, sin dejar de cobrar su sueldo, enlaza baja tras baja?  Los directivos de Tesla – de la misma fábrica de la zona de Berlín- lo tienen claro y ante un absentismo del 17 por ciento de la plantilla (el triple que la media de la industria), llegando en temporadas hasta el 30 por ciento, aumentando los viernes y en los turnos de noche y siendo el absentismo mayor entre los empleados fijos que entre los temporales se han propuesto revisar los casos de los más de 200 empleados que hasta septiembre no habían aparecido en su puesto de trabajo.

El caso de Tesla es llamativo sin duda, pero no es un caso aislado; hace dos semanas me llamaba una empresa de servicios para disculparse porque los dos trabajadores que tenían destinados a mi proyecto doméstico estaban de baja- después de un mes de vacaciones, un lunes- y tenían que retrasar los trabajos unos días más.  No habría dado importancia al asunto si no fuera la segunda vez que me pasaba en un mes, con dos empresas distintas,  y si no fuera una tónica más o menos establecida en empresas de cierto tamaño en ciertos sectores de producción donde tengo amigos que sufren la ausencia de sus trabajadores y compañeros de trabajo.

Me atrevo a decir que, en estas sociedades avanzadas cuyos ciudadanos viven atiborrados de derechos y ayudas, confortables y comodones, bien asistidos y cubiertos por si la desgracia llama a la puerta, el uso del sistema asistencial se nos está yendo de las manos, tal y como apunta André Thierig, director de la factoría alemana de Tesla.

Es el momento de apelar a la ética de los trabajadores, a la personal, y hacer pedagogía social y dejar claro que por mucho que la ley te asista, que el sistema de apoye, hay ciertos comportamientos que son contrarios a la honestidad personal y dañan sobre manera el bien común. Pero la sociedad no está capacitada para hablar de honestidad, ética u honradez, pues ya no hay una guía válida que indique el camino. Bueno sí pero pocos la siguen.

Las escuelas de negocios están llenas de cursos de ética, liderazgo, buen gobierno… pero sospecho, lamentablemente,  que los centros de formación, escuelas medias y técnicas ha dejado de lado la ética, los valores, la búsqueda del bien común y se han centrado en la lucha por los derechos -que está muy bien- pero que de nada sirve si no van acompañados de la verdad del ser humano, de los valores que le dan forma, como persona y como trabajador.

Las bajas laborales tienen un sentido social de protección al trabajador en caso de enfermedad y dudo que el resfriado común- principal causa de baja en Alemania- sea esa enfermedad incapacitante en una cadena de montaje, en fábricas o incluso en colegios e institutos. Señores, desde hace cinco años, y según señala el instituto de investigación laboral y ocupacional alemán el absentismo ha aumentado un 70 por ciento. Tal vez sean unos blanditos aunque yo me inclino a pensar que hay mucho cuento en todo esto y cierta psicosis post pandemia de la que muchos se benefician, pero ese es otro tema.

¿Y quien paga esta feria de bajas y ausencias? En el caso alemán durante seis semanas la empresa y después la mutua, el seguro sanitario o asistencial. Vamos un chollo que sale barato a las arcas comunes y tal vez por eso nadie hace pedagogía de que los mocos no impiden ir a apretar tornillos, de que la tos con una mascarilla no afecta al control de calidad de una cadena de montaje, o que tener los ojos congestionados no es motivo para quedarse en casa.

El mercado laboral alemán es tan protector con sus trabajadores que se ha olvidado señalar que la honradez y la honestidad son partes fundamentales de la formación adulta y profesional de la persona. Es tan protector que nadie se para a pensar que estos comportamientos deshonestos afectan a la sociedad entera, porque perjudica a todos y acaba creándose un clima de desconfianza total. El deshonesto se hace de a poquito, sin que se note, hasta que él se corrompe, vicia el sistema y acaba quebrando la confianza en uno, en un gremio, en la sociedad.

Almudena González

Nuevas perspectivas

La ciudad desde la que les escribo descansa en una llanura con ciertas ondulaciones, suaves, ligeras, poco empinadas. Sobre ellas se levantan casitas de tejados rojizos, otros negruzcos, algunos mohosos… la mayoría picudos, con ventanas bien aisladas, de esas que se abren de par en par, aunque otros, los más modernos, tienen ventanas de oscilan sobre un eje al abrirse.

Las casitas son de ladrillo rojo, marrón, blanco pintado y algunas también son de color blanco sin más… En el centro de la sinuosa llanura se alza una iglesia de campanario con tejas de pizarra rematado en una bola dorada con una aguja rematada en veleta.

 

Entre medias de las casas corretean las calles, que se adivinan desde lejos, y remarcando el paisaje; frondosos árboles de copas grandes y verdes en todas sus tonalidades, rojos que marronean y marrones que amarillean porque la estación está cambiando y hay cosas que ni los poderosos pueden modificar.

Las afueras vienen marcadas por las lindes de madera y alambre de espino, allí descansan las ovejas, los caballos de tiro, algún burro de cuatro patas -los de dos caminan por sus plazas- y vacas bien gordas y panchas, como los niños del pueblo, que juegan en la plaza y bajan al río, a ver si encuentran algo de lo que se les ha perdido.  

Este podría ser mi ciudad, y en cada colinilla, descansan sus pueblos, cada uno parecido al anterior, de lejos, iguales. Visto así, maravillosos. Cuando uno se adentra, empieza a ver los desperfectos y los desengaños. Las ratillas que se esconden a la vera de la cascada del río, la basura que sólo se recoge cada 15 días y acaba oliendo en los días de calor porque se acumula en las aceras, dejando la suciedad de cada uno al descubierto. Los adoquines rotos. Los locales vacíos. El imponente hospital, ahora sin servicio, esperando nuevos inquilinos… Desolador mi pueblo, como el mío quizá también el tuyo y el de aquél.

No soy de las que piensa que para ver lo bonito, lo bueno, lo sublime de la vida haya que vivir distanciado, no. Pero es bueno y creo que hasta deseable distanciarse para no perder esa visión tan majestuosa que tiene la vida en su conjunto. Para no caer en el pesimismo social, en la queja constante, en la envidia del que solo ve lo que tiene el de al lado y es mejor que lo que tiene él y se olvida de lo que tienen en común, de la belleza y lo grandiosa que es la vida.

Cuando uno no toma distancia, no sale de sí mismo, del problema, de la zona de conflicto y corre el riesgo de radicalizarse y pensar que todo está fatal. Esta semana se publicaba el barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) y dejaba al descubierto que la principal preocupación de la población es la inmigración, seguida de los problemas políticos en general, el paro, la crisis económica, las desigualdades, la vivienda…

Así por ejemplo el que sólo ve un problema en la inmigración ilegal la rechazará y se perderá parte del potencial que pueda haber en los que llegan y no solucionará el problema real que se esconde tras toda situación de ilegalidad; la pobreza. Pues es esa y no otra la causa del aumento de la delincuencia, que es lo que preocupa. No es tanto el quien hace sino lo que hace.  Ya sabemos que las encuestas del CIS salen fabricadas, manipuladas.

Y podríamos mirar todos y cada uno de los problemas sociales que acechan a España y Europa: los problemas políticos, básicamente fruto de la falta de coherencia, de ética y de moral de la clase política de hoy, hombres y mujeres sin fundamentos que lejos de solucionar provocan problemas que acaban afectándonos al resto. También se habla de la falta de vivienda -hacen falta más de 670.000 viviendas en las grandes ciudades como Berlín, Stuttgart, Múnich, Fráncfort y Colonia, los intereses altos, los precios elevados y la carestía de los materiales hacen que sea poco menos que imposible encontrar vivienda- y miramos el problema con cierta perspectiva… tal vez si se hicieran políticas que fueran a reforzar los vínculos familiares, en lugar de facilitar las separaciones, la necesidad de vivienda se vería reducida en algunos cientos. Pues Alemania tiene uno de los índices de separación y divorcio más altos de la UE, el 1,70% en 2021, o lo que es lo mismo, 142.751 divorcios.  Siendo el tercero a nivel mundial, después de Estados Unidos y Rusia. Pero España o Francia no andan mal de lo mismo ¿No sería más bonito reforzar los vínculos familiares, invertir en formar familias unidas y reducir así el volumen de necesidad de vivienda?

 El paro, de momento preocupa poco al país germano. Guste o no, Alemania aún tiene un sistema de educación y formación profesional que va proveyendo trabajadores en todos los sectores de la sociedad. De modo que no hay carretilleros licenciados en derecho, puede que estén estudiando, pero no titulados. Ellos, los titulados, son minoría y lo que escasea es la cualificación. Aunque la tendencia está cambiando y cada año entran más alumnos a las universidades, en torno al 55% en 2023, cuando en 2005 sólo el 37% quería tener estudios universitarios. Lo que sí está claro es que si se trata de revertir el paro juvenil tal vez la solución no esté en las grandes ciudades y en las grandes carreras universitarias. Tal vez la solución pase por volver al trabajo manual; carpinteros, fontaneros, electricistas, fresadores, conductores, mecánicos… Mucho más cansado y laborioso, menos cosmopolita y con posibilidades de emprendimiento en el entorno rural, aquí en Alemania más dinamizado y poblado, pero igual de gratificante y digno que el trabajo intelectual. En España tal vez funcionaría descongestionar las ciudades y dinamizar así ciertas zonas rurales, hoy abandonadas o casi en abandono. Pero para ello se necesitan recursos, inversiones, factorías y sobre todo, voluntad política y salir de la rutina, de la bola de hámster en la que andamos metidos, y probar nuevos modos para no seguir enfrascados en lo mismo de siempre y descubrir ese alto en una colina y desde allí, mirar de nuevo e ilusionarnos con la estampa, sabiendo que los problemas existen, pero que hay posibilidad de mejorar si los miramos desde otras perspectivas.

Almudena González

Vota Europa

La noche ha sido larga. Europa votó ayer y sus ciudadanos eligieron el rumbo de esta Unión que debería hacernos más fuertes. Podemos resumir en que la mayoría quiere mantener el rumbo establecido, pero vigilada no únicamente por la izquierda ( que es tibia como el agua calentita y que pierde fuerza porque la extrema izquierda ha perdido mucha representación), sino también por una derecha aún más conservadora; que se niega al control total de los ciudadanos con pasaportes europeos, a esa imposición desquiciada de la Agenda 2030, quiere un control mayor de la inmigración y que apuestan por la inmigración de calidad, preparada, que venga a trabajar y no a vivir del cuento.

En casi todos los países de la Unión, al menos en los más representativos, la derecha más conservadora y reacia a los cambios ha ganado posiciones llegando a ser primera o segunda fuerza política. En pocas palabras: Europa está harta de su rumbo.

 

Seguridad, economía y políticas migratorias

Esas políticas buenistas y aperturistas de refugio para todos han llenado las tranquilas y hasta aburridas calles del norte de cientos de hombres y jóvenes ociosos que sin entender una sola palabra y sin interés por aprender e integrarse, atemorizan a los ciudadanos que no entienden el devenir de sus pueblos. Cierran locales y comercios, aumenta la presión fiscal, muchos son ya los ciudadanos que no llegan a fin de mes y el Estado social les ayuda en todo, así que cada vez hay más ciudadanos que comprenden que igual sin tanto esfuerzo logran de los Estados ayudas económicas suficientes para ir tirando, y a la vez se abren mezquitas o centros culturales musulmanes, barberías, kebabs… y esos cambios, lejos de acogerse con agrado se miran con recelo, porque a este lado de los Pirineos se entiende que la caridad empieza en casa: que tal vez bajar la presión fiscal, aumentar las ayudas a las familias, abrir guarderías, centros de salud, residencias para ancianos y reducir el precio de los combustibles que sigue por las nubes… La acogida a todo refugiado, el soporte a las guerras, las pagas y subvenciones, etc., no han de concederse a la ligera. No al menos con los impuestos de los que han votado a esta derecha más conservadora, llamada ultra derecha, que no es más que un efecto reflejo de la extrema izquierda, en forma de comunismos, ecologismos y distintos arcoíris… que invadió hace unos años el panorama populista europeo, con España a la cabeza.

Macron dimite y España a su bola

Bien hecho presidente galo, bien. Asumir los fracasos es el primer paso para mejorar. Me alegro. Ya me temía que siguiera en su afán diabólico de imponer en Europa el derecho al aborto como un derecho fundamental de las mujeres. Bien por Francia, que lo saca a patadas, aunque sea a costa de la subida de Le Pen. ¿Y que hace España?

España va a su rollo, gana la derecha, sube la derecha conservadora -ya tercera fuerza en representación- y de cerca le sigue el PSOE, a sólo dos puntos, que fagocita a la extrema izquierda dividida y dinamitada por los egos de las panolis que dirigen los partidos.

No deja de sorprenderme la cantidad de fieles socialistas que veneran a su líder a costa de lo que sea. Es que Pedro les miente, les pone de ejemplo a su mujer, ya imputada por tráfico de influencias, blanquea a terroristas que mataban con tiros en la nuca, amnistía a golpistas y perdona deudas millonarias a comunidades autónomas en nombre de la paz y la convivencia, aumentan así la brecha de la desigualdad entre españoles, y ellos, sus fieles, sus acólitos, le siguen aplaudiendo como focas sin ni siquiera reflexionar. Impresionante la ausencia de amor propio de tanta gente.

También les digo, en Europa derecha e izquierda van juntos de la mano, porque no se sabe muy bien quién es quién y ya lo ha dicho Von der Leyen, van a impedir los muros y van a pactar con la izquierda, supongo que porque en el fondo, ni siquiera ellos saben muy bien cual es ahora su línea divisoria. Si la extrema derecha aumenta es en gran medida debido al descontento con las políticas que proponen la derecha, que no olvidemos es quien gobierna la Unión. Ella es la que ha creado el caos y ha provocado que este avance sin control, gracias a la tibieza de los conservadores europeos que no se atreven a dar la cara y se rinden a políticas que les hacen quedar bien con el resto sin importarles el descontento de los suyos.

Almudena González