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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Almudena González

El puritanismo de hoy

No hay nada que me dé más lástima que ver a esa gente que sufre por temor a ser castigada cuando comete una falta. Esos señores y señoras que las películas de aire más costumbrista americanas, ahora recuerdo Criadas y Señoras, ambientada en los 50, pero tan actual…, Representan de maravilla esa rectitud de la persona que se cree en superioridad moral y juzga severamente a los demás. No sólo en lo sexual, sino en todo lo demás.

Los puritanos de hoy son esos que cancelan aquello que desde su perspectiva está mal, es reprobable y va en contra de su credo; ese que fluye y se adapta y cambia según quién maneje los hijos,  desde luego no tiene nada de permanente y divino, es más, si me apuran, niegan lo Divino pero acaban encumbrando nuevas deidades.

Te crearás un dios chiquitito, a tu medida

Así por ejemplo el nuevo puritano, que rechaza todo tipo de religiosidad cristiana, abraza con alegría nuevas espiritualidades que le ayudan a su desarrollo; ya sea a través del yoga, la meditación oriental, el feng shui… Es capaz de mirar dentro de sí, mantener el silencio y después de un rato de ensimismamiento volver a su vacío con ganas. Ese puritano que reniega de lo sagrado pero adora los ritos y es capaz de sacarse de la manga uno de inicio a la vida social; otro para despedir al niño que pasa a adolescente u otro para unirse libremente a otra persona y formar comunidad soltando un globo al cielo o atándose un cordel rojo a la muñeca. Respetan con devoción las religiones orientales; lo mismo celebran el Año Nuevo Chino , felicitan a bombo y platillo el fin del Ramadán que adoptan del Induísmo algún ritual de ofrendas y tienen en sus casas un pequeño y regordete Buda al que le ponen un altarcillo, como tengo yo a mi Virgen de la Dulzura. La ayuda que practican es la de la protesta activa en manifestaciones y si le pides compañía a las 5 de la mañana para repartir bocadillos a los sintecho, siempre tienen algo que hacer. En la teoría el puritano lo tiene claro, en la práctica destiñe.

Derribarás el tabú sexual

Puri habla de sexo con mucho desparpajo, no como los verdaderos protestantes americanos de donde adoptamos el vocablo. Porque hay que eliminar los prejucios esos que impuso la Iglesia arcaica y naftalinosa. 

Es de los que consume porno o  se compra un vibrador ultrapotente, para esos ratos de soledad elegida – porque siempre eligen lo que quieren- y luego se lleva las manos a la cabeza cuando los expertos avisan de los riesgos del porno, en concreto para el varón y el varón joven, y cuando se resiente el placer sexual de tanto usar aparatos estimulantes llegan los lamentos… Pero dígale usted a uno de ellos que mantiene una pareja estable y tiene hijos, y entonces que llamará egoista e incivilizado por reproducirte sin pensar en los hijos, en el mundo, en la sociedad, en definitiva, por no pensar como él y en él.

Ellos defienden todo tipo de vida animal, vegetal, acuática, microscópica… pero son capaces de justificar un aborto y hasta proponen que sea derecho humano. Y cuando les enfrentas a la verdad, es decir, que abortar es matar a un ser humano que viene, se llevan las manos a la cabeza porque ahí la ciencia choca con la conveniencia y… sacan a relucir su conveniencia y esa siempre gana.

Vivirás el poliamor aunque te lleve la desidia existencial

Cuando les mencionas la palabra amor, les sale urticaria y sólo reaccionan cuando hablas de poliamor; ese nuevo tu- conmigo, yo- contigo, tu- con aquel, y yo también-con éste y con Daniel. Pero además tienen claro que el amor no dura, no sirve y además  viven en una permanente apatía existencial porque de todo y todos se cansan, hasta de ellos mismos y de sus pronombres, que cambian y ya nadie sabe como llamarlos sin ofender. Porque desde luego ellos ven ofensa en todo.

El puritano de hoy es sobre todo envidioso, envidioso de la estabilidad emocional, de la sexual y de la armonía, física y espiritual, que un único amor provoca. 

Reciclarás bien y comerás más bio

Hace aspavientos e hiperventila cuando reciclas mal, le remuerde la conciencia si compra algún producto del fast fashion, pero no le tiembla la tarjeta, ni tiene ansiedad cuando paga con la tarjeta en la tiendita bio de la esquina sus productos traídos del quinto pino. Tampoco si para lograr su objetivo activista , ir en contra de la tala de árboles de la ciudad, ha tenido que talar miles de ellos y entregárselos al político de turno el día de su boda. ¿Parar la tala, talando? Todo muy coherente… Como lanzar tomate a los cuadros de un museo o pegarse al asfalto para detener el cambio climático.

En definitiva, el nuevo puritano de la sociedad occidental actual es aquel descreído que abraza árboles, alardea, envidia, le falta coherencia, se ofende fácilmente y analiza la vida en clave de colonialismo occidental y por tanto acaba viendo violencia en todo. De hecho acabo de descubrir que el alisado de las melenas afroamericanas es violencia estética- me he quedado pasmada – porque quieren parecerse a las caucásicas… No quiero ni imaginar el día que China despierte, reivindiquen los ojos achinados y arremetan contra occidente por imponer un canon de ojos redondeado, ese porque el hoy pagan y sus piran las adolescentes y jovencitas del gigante asiático… ¡Rodarán cabezas!

A mi me provocan cierta ternura, porque el puritano es muy sentido, sensible y por lo tanto voluble. Hoy quizá se sientan en disposición de ofenderse por eso, o tal vez no.

Almudena González

Cada día más tontos    

Hace pocos días me despertaba con un estudio germano-austríaco que vino a corroborar lo que ya venía temiéndome; cada día somos más tontos. Dicha investigación demuestra y concluye que las letras de las canciones pop son cada vez más tontas; 352.320 temas musicales analizados, canciones desde 1970 hasta 2020, el hallazgo es supino: vocabulario plano, empobrecido, temas simples y rimas repetitivas.

Si no fuera porque no todos componemos canciones podría decir que estamos salvados, pero lo cierto es que  esta tontería ambiental nos afecta de un modo u otro a todos. Pues la música, ese idioma universal a base de notas, ritmos y letras que podemos entender o no, nos envuelve a todos y esas canciones que escuchamos, los llamados hits ,  se nos quedan grabados, como tatuajes del cerebro a fuego y tarareamos lo mismo un here comes the sun  que tengo la camisa negra,  y siendo siempre difícil de escapar de ellas, son cada vez más simples y dado que el lenguaje conforma el cerebro… podemos concluir que somos cada año más memos.

El caso español

Pienso que seguramente para el estudio habrán escogido canciones de habla inglesa, pues tiene un mercado más amplio que la música española, pero vivo convencida que desde José Luis Perales o Mecano hasta llegar a Bad Bunny hemos perdido mucho en calidad, en compositores y letristas , y el estudio susodicho es extrapolable a nuestra lengua materna.

Eso de cantar al desamor con elegancia, de arrastrarse con soltura y altura detrás de la mujer a la que se dedicaban canciones se ha transformado en un cante vacío y algo sucio de nalgas que suben, bajan y se restriegan al son de jadeos y perreos Oh, Ah y ese  perreíto papi, que lejos de querer reconquistar a la chica, parece que quisieran que saliera huyendo. Hay quien dice que empodera a la mujer, a mi esas letras de hoy me dan una vergüenza ajena terrible.

Pero hay quien presume de su lista de Spotify, como la ex ministra feminista  Irene Montero, y sale en redes hablando de sus grupos y solistas favoritos y todos son de una altura poética admirable; Bad Bunny o Karol G, Los chikos del maíz…  Irene, paradigma del JMP, joven medriocremente preparado, en su campaña por las Europeas, de algo tiene que vivir que los bares no dan para tanto, para ser cool y ponerse al nivel de sus posibles votantes, habla con desparpajo de las canciones que escucha en bucle, una y otra vez, y no se ruboriza ni siquiera una pizca. Puede que sea una pose musical aunque sospecho que no, ella es así de sencilla y simplona, ya en otra ocasión, cuando no estaba aún en campaña, dijo que le encantaba escuchar a Bad Bunny con sus hijos. Pobres niños, pudiendo escuchar a Handel o Bach o a Good old War o The Beatles o Maná- inlcuso, su madre los martiriza con regeaton del malo. Que no digo yo que sea malo, es que ellos van de tipos duros y quieren siempre a la chica del bus. ¡Qué poco ensoñadoras son las letras de hoy!  

No hay mal que cien años dure

A mi me dan pena los tontos de verdad, porque poco a poco van dejando de ser minoría y pronto quedarán al descubierto y dejarán de ser grupo minoritario e invadirán con su gracia todas las calles. Una pena oiga.

Lejos de sorprendernos por haber conocido a uno, nos vamos a pasmar por conocerlos a todos y acabaremos siendo parte del todo si no ponemos remedio. Y alguno  se creerá  tan listo y erudito, que niegue conocer a sandio alguno y no se habrá dado cuenta de que ha caído en la trampa de hoy; esa que nos uniformiza a todos, haciéndonos memos, simples, cortos porque siempre es más rentable el tontolaba que el listo.

Un listo desconoce las canciones de hoy y vive pegado a lo de siempre, a lo eterno, a lo de antes, usa un vocabulario rico, astuto inteligente para decir lo mismo que el tonto, pero además suele tener un trasfondo. El listo no nada en la superficie, ni gasta recursos sin ton ni son. El listo sabe que si bien todo puede ir a peor, no hay mal que cien años dure y espera confiado ese cambio de viento que ponga a los tontos en su sitio, en ese lugar de minorías donde vuelvan a estar en peligro de extinción. Pero no se confíen, a veces los listos saben muy bien hacer de tontos.

Un día perfecto

Suena en mi cabeza “a perfect day” de Lou Reed. Esta es la primera canción que, después del tradicional vals, bailé con mi marido el día de mi boda. Pese a lo que muchos piensan es una canción de amor maravillosa.

Sí, Lou se la dedicó a la heroína, su droga favorita.  Sí, tal vez no sea éste el amor perfecto al que todos aspiramos.

Yo tengo la osadía de cambiar el sentido de la letra y adjudicarme todo ese amor y ese día perfecto que canta Reed a mi vida, porque si algo bueno tiene la música, y el arte en general, es que podemos personificarlo, es decir, hacerlo nuestro. Darle en cada ocasión un nuevo sentido, conforme a lo que nos trasmite en ese momento.

No sé porqué les cuento esto estando el mundo como está; cesiones a la derecha catalana que ponen más distancia entre españoles, listas de hombres y mujeres poderosos que visitaban con más o menos frecuencia la Isla de Epstein, el hartazgo de los granjeros y agricultores alemanes ante la retirada de ayudas a su sector – por cierto qué amables son los agricultores en sus protestas: nos regalaron patatas a todos los vehículos que nos pilló por sorpresa su paro-, retirada del libro del cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto para la Doctrina de la Fe,… Pareciera que el mal está desbocado. Ante tanto mal, ponga yo un granito de amor: les regalo una receta para el día perfecto.

El tiempo sin sentido, la prisa

Mi día perfecto hoy no es beber sangría en el parque hasta que oscurezca, ni dar de comer a los animales, ni siquiera es no tener problemas, como el día que narraba Reed en esa canción de mi banda sonora.

Mi día perfecto es lograr hacer bien todas las tareas del día, meterme en la cama y saber que no echo nada en falta.

La vida es rutina. Cada día, con pequeñas variaciones, el común de los mortales repetimos los mismos actos una y otra vez. Las rutinas llenan nuestras horas, nuestros días. La clave está en vivir la pausa, lejos de la prisa. El gran lujo de hoy es vivir con salud y sin prisas.

Cuando dejo que la prisa de adueñe, acaba arruinándolo todo: el humor, del ánimo y el resto del día. Esa es la verdadera pobreza de nuestro tiempo; el exceso de prisas, la falta de tiempo, la vida sin pausa. Las prisas nos hacen tener una larga lista de tareas pendientes, de vivencias sin sal, de añoranzas y faltas. Las prisas nos roban el tiempo y ese es el mayor de los desasosiegos, saber que no tienes tiempo para todo lo que quieres hacer. Por eso son importantes los rituales.

Irse feliz a la cama

Desde que me levanto hasta que me acuesto todo tiene un sentido y, o bien rutina, o bien ritual, cada acto tiene un valor en sí mismo que al final del día hace que el todo haya merecido la pena.

Las rutinas, esas que uno hace mecánicamente, sin pensar, sin esperar a que apetezca, sin demasiada historia alrededor son necesarias porque nos organizan, priorizan. Levantarse es la peor de las rutinas, porque nunca apetece.  A mi, ¡jamás!

La vida sin pequeños rituales llevaría a cualquiera a la depresión más absoluta. ¿Se imaginan su día a día sin esas perlas de amor a uno mismo que de forma gratuita podemos darnos y mejoran ostensiblemente nuestro día? Esas perlas son los rituales. Esos pequeños actos que hacemos con cariño o plenamente conscientes de ellos o con un especial cuidado. Además, cuando llenamos el día de rituales, ellos nos devuelven ese amor, esa consciencia, ese cuidado alegrándonos el día, haciéndolo algo más perfecto. Me explico:

En mi caso, hacer la cama es un ritual; me gusta hacerla con cuidado, estirando bien todas las sábanas, aireándolas, ahuecando almohadas y almohadones, remetiendo bien las sábanas. A veces incluso la perfumo con aromas. Me chifla saber que cuando vuelva a ella cansada y dispuesta a recuperar la energía que he ido dejando desperdigada por el campo alemán en el que vivo, sus sábanas me van a arropar con la firmeza que necesito, haciéndome sentir que por fin descanso en un maravilloso regazo, como un bebé. Mi cama es gozosa y es el lugar en el que más tiempo paso- más de nueve horas seguidas y me parecen pocas- así que, qué mejor manera de quererse a uno mismo que cuidar sus propios momentos. A esto me refiero.

Lo mejor que tienen los rituales es que en la mayoría de las ocasiones mejoran la vida del que tenemos al lado. Así por ejemplo preparar el café, llevar a los niños al colegio, poner la mesa del almuerzo o sacar a los perros pueden convertirse en rituales si ponemos más amor y consciencia en lo que hacemos, añadimos la pausa. ¿Me siguen? Para eso , para ser más conscientes de ello, necesitamos erradicar por un momento, al menos, la prisa. Estar más presentes y abrazar durante ese tiempo la pausa, la calma. Acariciar el lujo que es hacer algo para uno mismo, o para los demás, con todo el amor y la consciencia que somos capaces.

A mas rituales, más pausa, menos prisas y más cerca estamos del día perfecto y de irnos felices a la cama.

No echar nada en falta

Este es el último ingrediente. Tal vez el más complicado. Se merece mil palabras más. Pero les adelanto que nada mejor que vivir en el agradecimiento para no echar nada en falta.

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El horror en el miedo

Por Almudena González Barreda

Hay más horror en el mundo hoy que ayer. Menuda obviedad, dirán, sí, pero cuesta creer que el mundo se haya vuelto tan loco. ¡Menos mal que vivimos de espaldas al dolor general!, nos preocupa más la miseria de nuestro vecino, las notas de nuestros hijos y si el colegio ha actualizado o no el ‘Crome Book’ de los alumnos, en definitiva, nuestras pequeñeces. Y tiene que ser así, de otro modo, moriríamos abrumados por la preocupación. De hecho, poco se habla de los psicólogos que ayudan a periodistas, criminólogos, investigadores… a superar los traumas a los que por informar, investigar o descubrir se hayan expuestos. Hoy son más que necesarios.

Gula informativa
Ahora con las redes sociales, los noticieros 24 horas, en definitiva, con la inmediatez es más fácil ver y enterarse de todo, pero también esta gula informativa (que no da espacio a la reflexión) hace que mis colegas, medios de comunicación y busca tendencias de la información, carezcan de filtro informativo, y si ellos, que son los que tienen que gestionar y separar el polvo de la paja, se ven abrumados y no dan abasto, la consecuencia inmediata es que la sociedad en general no sabe bien qué pasa, cómo y por qué. Los nuevos medios no ayudan a filtrar, ni permiten el espacio sosegado de la charla, ese que antes te conectaba con otros ante una misma noticia. La charla (que no tiene nada de sosegada) vive en la red en forma de insulto, de bilis vertida hacia unos y otros.
No siempre lo que llega a la redacción de un medio aporta información valiosa para el lector, espectador, usuario… Les pongo varios ejemplos.

La semana pasada hemos podido escuchar a un padre en Murcia, España, consternado por la últimas palabras de su hija que murió en un incendio en una discoteca, al Premio Nobel de Medicina 2023, Drew Weissman, llamando a sus padres para darles la noticia de que había sido premiado. También hemos escuchado hablar de violencia a las ‘feministas’ (sobre todo violencia contra las mujeres). En concreto vimos a la Secretaria de Estado de Igualdad española, la señora Pam, diciendo que es violencia contra las mujeres dar dos besos al saludar, (pongan a cualquier ministro de Petro con dos dedos de frente hablando) y a los terroristas de Hamas, exhibiendo el cadáver de una joven israelí, a la que han asesinado brutalmente horas antes.

Así como la última llamada de una hija no es información, es el momento valiosísimo para sus padres, pero no para el público, pues ante la noticia de la muerte la agonía no es noticia y en mi opinión, debería quedar en la intimidad de esa familia que queda destrozada. Pero la llamada del premiado Nobel de Medicina a sus padres sí puede darnos un dato sobre su humanidad, su relación familiar, su orgullo de hijo que sabe que sus padres siempre le han acompañado en el camino de su éxito, que ahora cosecha, y quiere compartir con ellos. ¿Me siguen?

Violencia y violencias
Así como que una secretaria de Estado no debería ser noticia al decir que dar dos besos es violencia contra las mujeres por obra del patriarcado. Las tonterías que dicen los ministros, ministras y secretarios de Estado en España no deberían ser noticia, entre muchas cosas porque sólo muestran su grado de estulticia supina y además no ayudan a mejorar el país. Da igual que sea en Colombia, en España o en Alemania, el nivel de la izquierda de estos países es peor que el de mi sobrino-nieto de cuatro años, Gonzalo, que te sabe decir los rascacielos del mundo, los programas de lavado y secado y las marcas de todos los electrodomésticos, pero nunca te dirá que dar dos besos es violencia.

Violencia es agredir física o verbalmente a alguien para hacerle daño psicológico, físico o incluso la muerte, a sabiendas de que se está causando un mal. Todo lo demás que digan las ‘feministas’ de la izquierda de hoy es tontería supina de alguien que sí merece un par de bofetones por estúpida. Y más cuando el ministerio al que pertenece trabaja mal, desprotege a las mujeres y contabiliza el mayor número de agresiones ‘de género’ de los últimos años.

Violencia es, además, lo que tienen que sufrir las mujeres que sí luchan por sus derechos, y por los de todos, en Irán, como la recientemente premiada con el Nobel de la Paz, la iraní Narges Mohammadi , activista de derechos humanos que vive actualmente en una de las prisiones del peor país del mundo para ser mujer. No sé cuantos latigazos recibió en su última condena, creo que eran 154 según Amnistía Internacional. No sé ustedes, pero dudo que ninguna feminista occidental se presta a una lucha por alguien si las condenas llevan latigazos como plus.

El espanto del Oriente Medio
Las audiencias, los likes, son esa parte tirana que degrada al periodismo. Porque por tener más se puede llegar a cualquier cosa. Y llegar a cualquier cosa nos anestesia el corazón ante noticias escalofriantes, nos deja con un simple “qué espanto” ante reacciones desmedidas de violencia, como las vividas este fin de semana en Israel y en Palestina.

A nadie se le escapa que Oriente Medio es un polvorín. Lo era. Lo ha sido y lo seguirá siendo, pues el problema de Israel y Palestina no sólo es político. Tiene un componente religioso que hoy el descreído mundo ignora, es decir, pasa por alto y además es incapaz de comprender, porque no hay sentimiento religioso, ni nada tan sagrado en Occidente que pueda explicar, justificar, un acto.
Al parecer para los palestinos salafistas, es decir, sunitas extremistas de Hamas sí. Para ellos, la tierra que ocupan es sagrada, se sienten oprimidos por los israelíes, y consideran que éstos viven ocupando unas tierras que no les pertenecen. Además, Israel es un estado infiel y no merecen vivir ahí. Y además es libre, alegre, colorido y próspero en medio de un desierto nada amistoso.

Yo puedo y logro entender todas las posturas, tanto de los palestinos como de los israelíes, todos tienen parte de razón en este conflicto. Pero lo que no podré entender ni justificar nunca es la violencia, la barbarie, la sinrazón, por motivos que sean, pero menos aún por motivos religiosos. Este extremismo bárbaro no es de ningún Dios. Se lo aseguro.

Ahora, vivo asombrada con que los líderes políticos de izquierda, la izquierda más radical, rancia, sectaria y marxista, apoye la acción de Hamas. La izquierda más radical, que hoy justifica cualquier cosa que acabe con la cultura de occidente, apoyando a los extremistas de Hamas, que viven por y para la Guerra Santa, y para los que cualquier marxista de Podemos, Sumar o el gobierno de Petro es un blanco al que matar por infiel.

No sé si es ignorancia o romanticismo, pero el musulmán radical mata con alegría y virulencia al que sea, este fin de semana con su incursión en Israel, a cientos de mujeres, hombres y niños, pero llevan exterminando a los cristianos de Oriente desde hace años, con la misma alegría, y con el silencio cómplice de todos los Estados y medios de comunicación. La respuesta es obvio que no será igual, pues por los cristianos, sus hermanos rezamos por ellos, pero Israel va a salir a ganar. Entonces el mundo será aún más violento y los dos besos se quedarán en lo que son, un saludo de cortesía.

Ecológica a la fuerza

La semana pasada les contaba que nunca me he sentido más presionada climatológica y socialmente que cuando llegué a Alemania y me explicaron cómo había que hacer el reciclaje de los residuos domésticos. He leído la guía para vagos para salvar el mundo (https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/takeaction/) que propone Naciones Unidas y creo que voy por el buen camino, pero es fácil y muy de sentido común. Miren:

Hasta que me mudé siempre había tenido un solo cubo de basura en mi cocina. Ahí cabía todo. Aquí tengo un cubo en el que no reciclo; para pañales, servilletas sucias, restos de comida… Otro para las latas y los envases de plástico. Otro para hacer compost, con restos de alimentos frescos, posos de café, restos de té y cenizas frías de la chimenea. Otro para el cartón y el papel. Una bolsa para guardar las botellas de plástico y latas que contienen un código en su etiqueta y se pueden llevar a reciclar y te de vuelven 25 céntimos de euro, que previamente te han cobrado. Otra para el vidrio. Otra más para la ropa que se queda pequeña, mantas y ropa de casa que tiene aún vida útil para otros, y en un rincón del jardín acumulo todo aquello que se va rompiendo porque dos veces al año viene un camión del punto limpio y se lo lleva, previa cita, claro.

No sé si ustedes son conscientes del basurero que generan.

Vivo en el campo todo lo que veo son campos de maíz, colza, remolacha y patatas, y casitas de otros vecinos. Tengo tanta agricultura a mano que procuro comprar de proximidad; manzanas del agricultor más cercano, o del vecino de mi amiga María que las tiene deliciosas, leche fresca del ganadero del pueblo. En el súper busco lechugas de Murcia, naranjas y clementinas de Valencia, pepinos holandeses, tomates españoles… Compraría plátanos de Canarias pero me tengo que conformar con las bananas Chiquita,

Creo que hay que ayudar a los comercios que tienes cerca. No sólo porque lo necesitan, viven de ello, ayudas al desarrollo de la zona en la que vives y creas riqueza “inmediata”, además considero que hacen una gran labor en pro del medio ambiente. Cuidan de la tierra, saben sacar de ella el mejor y mayor provecho, cuidan de sus animales e igualmente saben cuidarlos. Pero no soy una purista de la ecología y lo mismo compro en Amazon la novela que no encuentro en la librería , dejando una huella de CO2 bastante grande con mi pedido, que dejo de comprar los huevos clase A, esos que las gallinas que viven tan libres y felices como yo,   y los cambio por los de clase C, los de las gallinas que viven un poco más hacinadas. ¿La razón? Los huevos se han convertido en un producto de lujo; la guerra de Ucrania, la gripe aviar y la inflación son las razones que explican el incremento del precio.

Considero que tener por tener, sobre todo ropa, es la actitud más ordinaria de todas. En  pandemia inicié un emprendimiento de economía circular, que debido al encarecimiento del transporte he tenido que dejar un poco de lado.

Tal vez el gasto más grande sea el de combustible para la casa y los coches. Tuve un eléctrico. Un Nissan Leaf de primera generación que me generaba cierta ansiedad pues nunca estaba segura de si me alcanzarían los kilómetros para hacer todos los recados o si tendría tiempo para recargar suficientemente la batería para volver a casa. Lo acabamos vendiendo. No estaba preparado para la vida de campo, para hacer más de 100 kilómetros al día sin recargar. Tampoco para la conducción masculina – más rápida que la mía y ya se sabe, a más velocidad, menos autonomía- , ni para el frío, en el segundo invierno había perdido dos rayitas de batería. Fuera. Lo cambiamos por un coche de gasolina y auto gas, siempre verde.

Creo que no me salto casi ninguna de las órdenes de la ONU.

El gobierno alemán ayuda subvencionando cargadores rápidos de uso privado. Si bien hay muchas ayudas del gobierno para renovar las calefacciones y ponerlas más eficientes, no hemos encontrado ninguna empresa que quiera/pueda hacer este proyecto, los alemanes a veces son un bluf, pero esto es otro tema.

En un país rico el gobierno te anima y ayuda a ser ecológico, si ganas la batalla contra la burocracia, les recuerdo que la famosa Agenda 2030 lo tiene como una de las prioridades para el planeta, y a mi me parece la mejor de las ventajas. Pero no puedo mentirles. Creo que Europa es cínica.

Sólo un ejemplo, los coches viejos  ¿dónde creen que acaban? Los autos europeos en África, en Europa del este y en Asia. Entre 2015 y 2020 más de 5,6  millones de los coches de segunda mano exportados acabaron en África ( datos de la ONU). Lo sé, paradójico, ¿no? Europa ecológica y contamina a África.

¿Y el clima? Tanta Greta, tanta Agenda, tanto tomate esparcido en los museos, tanta piel pegada a las carreteras, tan eco todo… ¿Para qué? ¿Para quién? ¿A quién afecta más el cambio climático? Al norte, al sur, a todos… ¿Es el norte el abanderado de la causa cuando el sur no puede siquiera pensarla porque aún no ha alcanzado lo básico?

Entiendo que hay que ir cogiendo carrerilla y disminuir las emisiones en pro de proteger y preservar nuestro planeta, que tanta vida nos proporciona. Siempre apostaré por las energías renovables, eficientes, limpias…( les recuerdo que fabricar un Volvo eléctrico- y cualquier eléctrico- contamina un 70% más que su versión en gasolina ), pero no a costa de olvidar lo importante: las personas y el desarrollo de los países de zonas empobrecidas. Porque el clima es importarte, pero las personas, no lo olviden, son la prioridad.  Y aún nos queda mucho para alcanzar la ansiada igualdad.

En peligro de extinción

Tengo tres hijos. Los tres nacieron sanos, fuertes y con plumones que chutaban de maravilla desde el primer minuto. Durante el embarazo no me quise hacer pruebas de diagnóstico de enfermedad fetal de ningún tipo, aunque me las ofrecieran por protocolo, porque mi decisión desde el primer momento era querer a mis hijos tal cual vinieran.

Hay quien pueda pensar que si no tengo hijos de una condición determinada no pueda pensar o tener la empatía suficiente para ponerme en el lugar de los padres que sí lo tienen. Puede ser. Puede ser que si tuviera un hijo con síndrome de Down cayera en un estado de shock terrible, llorara por la faena y el revés y el giro de mi vida y con el tiempo, en primera instancia, me resignaría.

Poco a poco me iría metiendo en el mundo de padres con hijos que tienen un cromosoma más. Y empezaría a comprender, vería las carencias del sistema, y me enteraría de las ayudas de las organizaciones que salen por medio de la iniciativa privada y una vez comprobado que ese hijo necesita más  dedicación, acabaría como el casi cien por cien de esos padres, feliz y agradecida por tenerlo. Adoptaría la maternidad con miedo y emoción, pero sobre todo con ganas. Como con cualquier otro hijo.

Vida feliz

Y es que según el estudio que recoge la Fundación Iberoamericana Down21, Perspectiva de los padres en Francia sobre tener un hijo con Síndrome de Down de Remi Bertrand, publicado en American Journal Of Medicine Genetics 2019 May; 179(5): 770-781, el 99% de los padres preguntados se sentían feliz con sus hijos y comprobaron que los niños tenían una vida plena y feliz aunque tuvieran limitaciones. Y eso que preguntaron en Francia, donde tenerlos está mal visto y hasta las fotos de niños Down sonrientes están prohibidas. Si, ¿no se enteraron? En septiembre las prohibieron con fines publicitarios porque podía perturbar las conciencias de las mujeres que había decidido acabar con sus embarazos de un modo legal. Acorde a la ley. Pero no legítimo, pues la vida y la muerte y decidir sobre ellas, trasciende la ley. Señores, nos empeñamos en que la ley sea la nueva moral y cuando lo legal choca con lo legítimo, nos pica la conciencia. Y es entonces cuando prohibimos fotos y mostrarse y vivir.

Me encanta perder el tiempo, como a mis adolescentes, navegando por Instagram, sigo sin pudor como un voyeur  la vida de infinidad de familias, muchas de ellas tienen un hijo con un cromosoma de más. De verdad, son maravillosos. Los niños se enfadan, hacen trastadas, ríen, pintan, colorean, estudian, leen… todo lo hacen igual que el resto de los niños, pero a su ritmo. ¿Tiene hijos? ¿Son iguales entre sí como sacados de un libro? Pues estos  niños tampoco.

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Habilidades especiales

Se nos llena la boca con la diversidad, la integración, la educación personalizada, atendiendo a las necesidades de cada niño. Y según compruebo con estos niños, no es distinto. Imagino que necesitan su tiempo y que con esfuerzo – como todo lo que se conquista en la vida- pueden llegar a dónde deseen: los hay modelos, la pequeña Valentina Guerrero fue portada de la revista People en 2012, periodistas, recepcionistas, actores, hemos tenido una concejal en Valladolid (España) en 2013, profesoras de pre-escolar, bailarinas, alpinistas que coronaron el Everest como Eli Reimer, jugadores de baloncesto, músicos, y seguro que pronto tendremos streamers y youtubers.

Que complican la vida de la familia, sí.

Que lo nuevo, lo complicado y lo desconocido dan miedo, sí.

Que sus vidas merecen ser vividas, sin lugar a dudas.

Que lo fácil es quitarse los problemas de encima, sí. Y ésta es la única razón por la cual puedo llegar a entender la motivación del legislador que admite que se pueda abortar a un bebé con síndrome de Down.

Tener un cromosoma más es una condición, una alteración genética del par 21 que en lugar de dos cromosomas tiene tres, pero no es una enfermedad. Ni es incompatible con la vida, aunque pueda tener enfermedades, complicaciones y limitaciones. No salgo de mi asombro al leer en los medios de Reino Unido que se aprueba el aborto de estos niños hasta el mismo momento del parto. ¿Entschuldigung? Sí, usted tampoco entiende, ¿verdad?

Preguntas a la conciencia

¿Qué mundo, qué valores, qué legado estamos dejando a los que vienen tras nosotros si lo que hacemos es eliminar, erradicar, matar, aniquilar a los bebés que tienen una complicación y vienen con un cromosoma de más?  El mensaje es claro, eliminemos al diferente. O,  no te compliques la vida, disfruta.

¿Son acaso ciudadanos de segunda? Si permitimos el aborto y no hacemos nada, ese también es el mensaje. Te quiero porque estás sano, no por como eres.

¿Estamos midiendo la valía de las personas por su grado de salud o perfección física? Tal y como se vienen desarrollando las leyes me atrevería a pensar que sí, que existe la orden no expresada, esa que cantaban los Sírex que decía: “que se mueran los feos”.

¿Acaso estamos tratando al ser humano como un animal de cría donde para su uso y explotación se necesitan los ejemplares mejor dotados y más saludables? Pareciera que esta eugenesia selectiva, en la que se insta a  médicos y resto de personal sanitario a informar a las mujeres sobre los problemas o posibles problemas derivados del síndrome de Down van enfocados a precisamente esto: que se elimine de la faz de la tierra, como ya ocurre en Islandia y pronto pasará en España, Alemania, Colombia, Francia, Dinamarca… Pues los datos, no oficiales, que recogen las asociaciones pro-vida están en torno al 90% de abortos.

¿No se crearon las comunidades y sociedades y países y alianzas para defender al más débil? Dejadme que me desapunte de esta sociedad moderna y liberal que tanto presume de defender los derechos humanos y tiene la piel fina para defender unas causas pero no para defender y proteger la vida de estos niños que son tan especiales como los demás, o tal vez más.