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Etiqueta: Amazonía

Sobre las tropas de Estados Unidos en Colombia

El 10 de junio de 2020, en debate en la plenaria del Senado, junto con Gustavo Petro, Iván Cepeda, Wilson Arias, Antonio Sanguino y José Aulo Polo, rechazamos que Iván Duque hubiera autorizado la operación en Colombia de tropas del Comando Sur de los Estados Unidos, la fuerza armada que defiende los intereses norteamericanos en las Antillas y el Centro y Sur de América. Y rechazamos que esas tropas pudieran usar el territorio nacional contra Venezuela (Ver enlace).

Fueron dos los principales argumentos que dimos. El de la total inconveniencia. Porque esas tropas violaban la soberanía de Colombia y nuestro derecho a autodeterminarnos y porque por principio rechazamos que extranjeros pudieran agredir desde nuestro territorio a Venezuela o a cualquier país, violencia que además podía incendiar a Colombia. Y por la abierta ilegalidad de la decisión de Duque. Porque ningún artículo de la Constitución nacional permite que operen en el país tropas extranjeras y porque el 173 solo acepta su “tránsito” por el territorio nacional –pero sin operar militarmente–, y solo luego de que el gobierno le hubiera pedido autorización al senado y que este se la hubiera otorgado, permiso que Duque nunca tramitó.

 

De otra parte, el 11 de agosto de 2009, junto con los senadores Gloría Inés Ramírez y Gustavo Petro, en debate en la plenaria del senado, rechazamos la decisión de Álvaro Uribe de autorizar la construcción de siete bases de guerra de Estados Unidos en Colombia, capaces de atacar, con poderosos aviones, a todos los países del continente. Las razones de ese repudio, que contó con un gran respaldo nacional, fueron las mismas esgrimidas contra la intentona de Iván Duque (Ver enlace).

Esta controversia concluyó cuando la Corte Constitucional nos dio la razón al declarar inconstitucional la autorización de Álvaro Uribe. Señaló que bases militares extranjeras solo podían construirse en Colombia con la previa aprobación de una ley –y no por una simple decisión presidencial– y después que esa ley hubiera sido revisada y aprobada por la Corte Constitucional.

Pero a pesar de estas historias, Gustavo Petro acaba de comprometerse con Laura Richardson, comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, a autorizar que operen en la Amazonia colombiana helicópteros militares norteamericanos, violando la soberanía y la Constitución de Colombia, despropósito que Petro presentó envuelto en demagógico y pueril ambientalismo (Ver enlace).

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Para completar la posición inaceptable de Gustavo Petro en asuntos de guerra y soberanía, el 10 de septiembre vinieron al fuerte de Tolemaida militares de la OTAN –la Organización del Tratado del Atlántico Norte–, aparato construido por Estados Unidos para promover, mediante la fuerza, sus intereses en Europa y el resto de mundo (Ver enlace). Respaldó así el presidente Petro la muy equivocada decisión de Iván Duque de poner el ejército de Colombia al servicio de una fuerza armada que actúa en representación de intereses extranjeros.

Empeorando su gran error, Gustavo Petro se hizo elegir por los colombianos en nombre de un cambio democrático –que en este caso equivale al peor de los continuismos–, sin que le anunciara al país que tomaría estas decisiones.

Y las mantuvo ocultas porque, de haberlas anunciado en su campaña, seguramente no habría sido presidente de la República. Porque en Colombia cae muy mal que se viole la soberanía y porque, con sano nacionalismo, cada vez se entiende más que las necesarias relaciones internacionales no deben ser entre países ganadores y perdedores.

Seres del agua

In memoriam José Iván Mojica

Las cosas son más o menos así: en la categoría de seres que habitan los ríos, los lagos, las ciénagas, y en general todos los cuerpos de agua de nuestro país, incluidas las represas y las pozas de acuacultura, los manglares, los acuarios caseros o las selvas inundables se encuentran los renacuajos, las tortugas planas, las babillas y algunas aves, los camarones y los peces. Eso, en este nivel del mundo.

 

Las toninas o bufeos son gente, coqueta, y hay un hombre caimán suelto en medio de otros misterios. Los patos, aunque vuelen, no son de la misma naturaleza que los tucanes o las águilas, se agrupan con las ranas, los micos y los grillos. Y adivinan bien si establecen un parentesco claro entre las libélulas, no cuando vuelan, que son de otro mundo, y los peces, porque en el reino donde rige la anaconda, es el agua la que define el régimen de identidades, los derechos, la palabra de cada quien. Y aunque el jaguar sepa nadar, su dominio es la tierra, su lógica es andar, no nadar.

Hay muchas maneras de organizar y nombrar el mundo, aprendería pescando por los ríos de Araracuara, y ninguna más verdadera que la otra. La diferencia no es trivial, sin embargo: si bien los sustantivos, cuando existen, tienden a coincidir con entidades con las que compartimos el mundo, los adjetivos, cuando existen, transforman su esencia hasta el paroxismo. No es lo mismo una sabaleta de sol que de luna, así en el sistema de Información de Biodiversidad para Colombia sean la misma cosa. No es lo mismo que sea de quebradón que de propio río, así parezca que la subienda o las migraciones las empareje. No es la misma en verano que en invierno, así su cuerpo lo parezca.

No es lo mismo un pez que lleva nadando décadas en formol, triste y descolorido, en medio de un cardumen de frascos de museo que una sardina que destella cuando brinca por el raudal. Y no es un ejercicio de valoración estética lo único que define la legitimidad de las clasificaciones: es la coevolución de cada cultura con su entorno la que hace que existan diferentes epistemologías y haya que respetarlas, así los chamanes de ahora, benevolentes, sonrían cuando las llamamos magia. Vengan con su ciencia a habitar las selvas, nos dicen, tras quinientos años de intentar comprenderlas, coloniales, o trescientos de modernidad, si se quiere: casi que lo único que hemos producido es violencia, deforestación y desecación como alternativa, muerte.

La neuroecología nos enseña que el aparato cognitivo de los humanos, es decir, la suma de mecanismos perceptivos e interpretativos con los que construimos nuestra posición física y simbólica en cada ecosistema es un hecho determinante con el que damos sentido a nuestra vida, y si bien somos capaces de reconocer nuestra libertad para cazar, pescar, criar, cultivar, hacer mina o hacer casa, nada de ello está desconectado de lo demás. La adaptación, si bien es un hecho material y concreto, requiere interpretación, coherencia y conexidad: no existe la naturaleza allá afuera, y si la ciencia occidental insiste en tratar lo no humano como objeto, es porque lo ha arrancado con violencia de su ser, causando un desgarramiento letal, pues la gente, las personas no pueden vivir sin mundo. La soledad es brutal, además.

En el río grande y espeso, los silúridos no se ven casi, hay que lanzar un anzuelo o malla para atraparlos, el agua es turbia y solo podemos presentirlos. No son buenos para comer, pero como los blancos no habitan, en el pleno sentido de la palabra, la selva, pagan por ellos y los llevan a Paloquemao congelados en un avión. El intercambio legitima la captura; la deuda ecológica se acumula en las plazas de mercado, los restaurantes, la barriga de los que comen sin pensar, a menudo a medias porque dejan en el plato para que se pudra lo que su hambre no entendió o no supo agradecer.

Doña Juana acaba por consumir lo que las tripas de los bogotanos abandonaron, y el río, poco a poco va quedando vacío. Por fortuna, los cachacos comen pocos peces con escama, salvados de su voracidad porque las espinas atoran; los únicos que sajan bien el bocachico son los costeños anfibios, arrinconados en ciénagas cada vez más pequeñas, donde las vacas y el arroz rompen las conexiones vitales del agua y no dejan más remedio que salir a la carretera a vender una sarta de pescaditos para comprar un analgésico para mamá, con cáncer.

No sabemos, desde acá, si en esa vía se encuentran y chocan las epistemologías o es solo un problema coyuntural en el cual los modelos de salud de dos culturas no pudieron hablar y colaborar entre sí porque uno se impuso a la fuerza, tal vez lleno de buena voluntad, presumiendo un alcance de verdad que para el otro fue inusitado en algún momento de la historia.

Ya no: la lógica agroindustrial no dejó espacio para las comunidades anfibias, paga pírricos impuestos o cobra subsidios para seguir engordando y destruyendo, mientras el trabajo de otros provee, con las uñas, la ciencia de un sistema de salud que, con otra verdad, a veces cura el cuerpo, nunca el ecosistema, porque el presupuesto que Colombia designa para hacer ciencias es tan miserable, que deja en evidencia la discriminación contra todos los sistemas de conocimiento. La discusión por el alcance de la verdad es inútil si el Estado solo reconoce la suya, la de la voracidad y la codicia con que algunos justifican su gobierno.

Dr. Wasserman, el problema no es que aún existan las creencias mágicas, que los pueblos más aislados del Amazonas crean que con gárgaras de plantas mediterráneas se cura el Covid, o que la gente en las oficinas bogotanas hubiera usado hipoclorito para lo mismo. El problema es que la construcción de conocimiento en nuestro país no es del interés del país, y por eso el Dr Patarroyo recibió los fondos para sus investigaciones como dádivas de los lores gobernantes, no como parte de un sistema que cree en las ciencias, en el debate abierto y crítico que propone la investigación metódica y genuina, y no en el fomento de un sistema que confunde la carrera por los “papers” con la relevancia y la bondad que requeriría el uso de los impuestos.

Comparto su preocupación por el uso de la verdad, escaso, pero la prevalencia de la homeopatía me preocupa más que la financiación de proyectos a las comunidades locales, porque sé que en su pragmatismo utilizarán mejor los recursos que muchas de nuestras universidades, y mejor aún si desde ellas trabajamos hombro con hombro.

José Iván dedicó su vida entera al conocimiento de los peces en Colombia. Nunca dejó de viajar por todo el país, de pescar, de comer pescado, de hablar con los pescadores. Ahora se llevó sus historias a la maloca del río, allá donde Nano lo recibirá con alborozo para debatir por el futuro de las palometas y, ojalá, del resto de nosotros. Sin sumercé y esa clase compacta de ictiología que tuve el privilegio de recibir en la cafetería de la U, que luego completaría con mis paisanos en Amazonia, nunca hubiese entendido el alcance de la ecología.

Gracias por la vida, gracias por todo.

Foto: Twitter/Instituto de Ciencias Naturales – U. Nacional

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Duro enganchón de Bolsonaro con Leonardo di Caprio por el Amazonas

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha asegurado este martes que lo «mejor» sería que el actor Leonardo DiCaprio «mantuviera la boca cerrada en vez de decir tonterías», en referencia a las críticas que lanzó hace unos días por los altos índices de deforestación de la Amazonía. «Sería bueno que Dicaprio mantuviera la boca cerrada en lugar de decir tonterías», ha soltado el presidente brasileño durante uno de esos encuentros habituales que suele mantener con sus seguidores a las puertas del Palacio de la a Alvorada, ha contado el diario ‘Correio Braziliense’.

La arremetida de Bolsonaro se da pocos días después de que DiCaprio agradeciera a «los héroes de la democracia en Brasil que están ayudando a los jóvenes a registrarse para votar» en las próximas elecciones de octubre. «Lo que sucede allí es importante para todos nosotros», enfatizó

 

«Brasil es el hogar de la Amazonía y otros ecosistemas críticos para el cambio climático (…) el voto de los jóvenes es fundamental para impulsar el cambio hacia un planeta saludable», recalco el actor ganador de un Oscar, que en 2019 donó cinco millones de dólares para programas de conservación en esa región.

Fotos de hace décadas

En esta ocasión Bolsonaro le ha reprochado estar utilizando «fotos de hace veinte años» para criticar al Gobierno y le ha recalcado que la directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, señaló que «sin la agroindustria brasileña el mundo pasaría hambre». «Nuestra agroindustria es un ejemplo para el mundo, además de la preservación ambiental. Somos ejemplo para el mundo, tanto que Europa está cambiando su legislación ambiental», ha afirmado Bolsonaro.

«No sirve de nada videítos mentirosos de que está ardiendo la Amazonía, de que va a cambiar el clima en el mundo. Eso no funciona», ha dicho Bolsonaro, quien días antes respondió en Twitter al actor asegurando que sería el pueblo brasileño quien decidiría sobre la soberanía de la Amazonia y no los «tramposos que sirven a los intereses extranjeros».

3 abril: carrera verde y solidaria para ayudar los bosques de la Amazonía

La descontrolada tala a lo largo y ancho del país, evidencia hoy, y puntualmente en la Amazonía colombiana, la alarmante realidad de la deforestación de nuestros bosques.

Son estas zonas “tumbadas” las que hoy arden debido, en parte, a la temporada de sequía, pero también, y en un porcentaje importante, debido a las quemas originadas por una heterogeneidad de grupos humanos que confluyen en la zona, lo que evidencia que son insuficientes las acciones que se llevan a cabo y además pronostica que en muy corto tiempo se multiplicarán los puntos de fuego.

 

“Infortunadamente la quema no viene sola, arrastra consigo otros graves factores alrededor de la deforestación, como la emisión de carbono que va a la atmósfera en altos porcentajes, la pérdida de hábitat de distintas especies, muchas de las cuales solo habitan en estos ecosistemas, la afectación en la movilidad de especies voladoras a causa de las humaredas y la degradación del suelo, eliminando la posibilidad que se conserve el equilibrio de la selva, entre muchos otros. En conclusión, el agotamiento es en todos los niveles”, afirma Clara Solano, Directora Ejecutiva de Fundación Natura.

Sin embargo, las alarmas no se prenden únicamente en las zonas donde hoy arde la selva, pues la Amazonía y los Andes forman juntos un corredor vital por el cual la atmósfera, así como moviliza el agua que nos da vida gracias a la dinámica climática, también moviliza innumerables partículas generadas por la quema, teniendo graves efectos en la vida en general. La atmósfera es un sistema interconectado, lo que pasa en la Amazonía afecta a las regiones Andina, Caribe y Pacífica, porque, al ser continua y dinámica, todo lo moviliza mediante los vientos.

Vea más información sobre medioambiente y sostenibilidad en este enlace

 

Como plataforma de información, la Carrera Verde Colombia ayuda a conectarse con ese quehacer. Los participantes de la carrera son ciudadanos y entidades que están comprometidos con una acción que conecta con una posible solución, que manejan conceptos, información ambiental, de sostenibilidad y, sobre todo, aportan a la restauración, asegura Solano.

A través de la Carrera Verde Colombia, la única carbono cero en el mundo, así como también la única carrera en Colombia que se ha sumado a Sports for Climate Action, una iniciativa mundial de la Organización de Naciones Unidas que busca hacer un llamado a las organizaciones deportivas para que reconozcan la contribución del sector deportivo al cambio climático y su responsabilidad de luchar por la neutralidad climática, para un planeta más seguro, la Fundación Natura aporta a la mitigación del cambio climático por medio de la restauración ecológica de los bosques del país. Adicionalmente la Carrera Verde Colombia está avalada con la certificación Gold Inspire del Council for Responsible Sports de EEUU, un sello que reconoce la labor de aquellos eventos deportivos inspiradores y responsables con el medio ambiente.

Categorías:

10K Competitiva (chip de nivel de las mejores maratones del mundo)

5K Competitiva (chip de nivel de las mejores maratones del mundo)

3K Individual recreativa (mayores de 14 años)

3K Familiar recreativa (desde 4 años en adelante, los menores deben ir con un adulto responsable)

*Fotografía: Suricata Films – Héctor Gutiérrez

El idioma más difícil del mundo se habla en la Amazonía

Según un estudio de la Universidad de Ohío (EE.UU), el idioma más difícil del mundo es el pirahán, una lengua que se habla en la Amazonía brasileña y que se basa básicamente en sonidos y entonaciones. El lingüista Rolf Theil, autor del estudio, estima que tardaríamos 10 años en aprenderla

 

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En ‘El abrazo de la serpiente’, cinta que tiene su estreno mundial en Cannes este viernes 15 de mayo y en Colombia el jueves 21, Ciro Guerra realizó quizá su viaje más largo en la cinematografía. Sintió el rigor y el poder de la selva y rescató en esta película parte de la historia y la identidad de culturas cuyas huellas se niegan a desaparecer por completo en la espesura de la Amazonía.

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