¡Uribe inocente, Miguel presidente!
Este 7 de agosto, Colombia fue testigo de algo que los enemigos de la verdad no querían ver: plazas llenas, calles repletas, banderas ondeando y un pueblo que no se dejó intimidar por la mentira ni el sesgo judicial. Desde Medellín hasta Bogotá, desde Bucaramanga hasta Montería, miles y miles de colombianos salieron a respaldar a quien consideran su gran líder: Álvaro Uribe Vélez.
En medio de pancartas, camisetas y banderas, un mensaje se repetía con orgullo: “Soy doblemente uribista”. Una frase acompañada por la imagen de Álvaro Uribe y de Miguel Uribe, que resume la convicción de millones: defender el legado y preparar el futuro. Esto no solo fue una protesta, fue una demostración de fuerza ciudadana, de memoria y de proyección.
Mientras algunos en la política y en ciertos estrados judiciales celebran fallos injustos, el pueblo respondió con lo que nunca se puede manipular: presencia, unión y voz en las calles. Los intentos por destruir la honra de Álvaro Uribe no han hecho más que fortalecer un sentimiento colectivo que trasciende generaciones. Y en ese relevo, Miguel se consolida como una figura que representa liderazgo y renovación para un proyecto político que sigue más vivo que nunca.
El mensaje quedó claro: el 7 de agosto de 2026, el Centro Democrático volverá a llenar la Plaza de Bolívar. Pero no será solo para celebrar un aniversario, sino para marcar un nuevo capítulo en la historia: el regreso a la Casa de Nariño. Un presidente que recoja la experiencia, la visión y la firmeza de Uribe, y que la proyecte hacia el futuro con la energía y la determinación de Miguel.
No es casualidad que las marchas hayan sido multitudinarias en tantas ciudades al mismo tiempo. No fue improvisado, fue un reflejo de un sentimiento profundo que lleva años gestándose: la convicción que la Colombia segura, emprendedora y libre que se empezó a construir hace dos décadas, debe continuar. Y eso implica dos cosas: defender al presidente Uribe de las embestidas injustas, y respaldar a Miguel como el hombre que puede llevar ese legado al próximo gobierno y al que Colombia aún espera.
Porque aquí no se trata de apellidos, se trata de visión de país. Se trata de saber que mientras la izquierda se desgasta en dividir, este proyecto político une, convoca y moviliza. Se trata de reconocer que la gallardía no está en condenar sin pruebas, sino en dar la cara, como siempre lo ha hecho Uribe y su familia. Se trata de construir un puente entre quien recuperó la esperanza del país y quien puede liderarlo el 2026.
El país ya habló en las calles: Uribe inocente, Miguel presidente.

