La “Ming-Licia” indígena se tomó Bogotá
Mientras el país enfrenta alarmante inseguridad, crisis en el sistema de salud, debilitamiento institucional, entre otros grandes problemas, el presidente Gustavo Petro se concentra en profundizar la confrontación y la división. Lo anterior, quedó demostrado, una vez más, el pasado 1 de mayo.
Al discurso desafiante lanzado por el mandatario, que debe causar preocupación, se le suma el despliegue político disfrazado de reivindicación étnica con la llegada de la minga indígena a la capital del país los días anteriores a la conmemoración del Día Internacional del Trabajo.
Lo que se vivió en las últimas semanas en Bogotá no fue una expresión genuina de protesta por parte de pueblos ancestrales, fue una movilización orquestada, promovida, financiada y aplaudida desde la Casa de Nariño con fines propagandísticos. De hecho, quedó en evidencia que las dos organizaciones más visibles de la minga, la ONIC y el CRIC, han recibido más de 405 mil millones de pesos en contratos por parte de este gobierno.
El espectáculo en Bogotá fue cuidadosamente planeado para generar impacto y presión. Miles de indígenas que fueron movilizados desde diferentes regiones ocasionaron bloqueos en vías principales, actos de violencia, intimidaciones a ciudadanos, e incluso, un cerco al Departamento Nacional de Planeación (DNP) y a la Superintendencia de Notariado y Registro. Cientos de personas quedaron atrapadas, sin poder salir de sus lugares de trabajo, debido a los abruptos bloqueos en los accesos a las oficinas.
No fueron simples protestas, ni intentos de la comunidad indígena por ir a dialogar como manifestó el DNP en un comunicado. Se trató de actos de coacción directa. La minga indígena se comportó como una milicia, una gran tropa incentivada por el petrismo. Una Ming-Licia. Sin duda, tener este tipo de grupos para intimidar es algo que nos recuerda al régimen chavista.
La minga, en este contexto, fue instrumentalizada para mostrar fuerza y fidelidad. Pero ¿Qué solución concreta a sus problemas estructurales surgieron de su visita a Bogotá? Ninguna. Sin embargo, sí quedó el mensaje claro: el que se opone al gobierno, será presionado.
Lo paradójico es que mientras un día la minga reclamaba al Estado por sus derechos, al otro acudía en multitud a la Plaza de Bolívar en férreo apoyo a Petro y a su consulta popular. Llama la atención que, en videos que circulan por redes sociales, en los cuales se les preguntaba a los indígenas por los puntos más importantes de dicha consulta, decían desconocerlos. Admitían que ni siquiera la habían leído.
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En definitiva, lo que estamos viviendo es un cálculo electoral, un teatro politiquero y una manipulación. A más de un año de las presidenciales el gobierno petrista elige entrar en campaña, jugándosela por una consulta popular que no es más que populismo, pues lo que se pretende es que incautos confíen en que ahora sí se van a cumplir tantas promesas incumplidas.