Un lobo disfrazado de oveja
El país debe despertar y abrir los ojos. La figura de Daniel Quintero está siendo peligrosamente pulida para venderle a Colombia un modelo de liderazgo «innovador» y «juvenil». Pero detrás de ese imaginario de modernidad se esconde una realidad cruda: la de un imputado que dejó a su paso por Medellín un rastro de ruina administrativa y desconfianza.
Quintero no es el líder que el país necesita; es el hombre que debe responder ante la justicia por más de 40 cargos que hoy investiga la Fiscalía. La capital antioqueña, una de las ciudades más pujantes del país, no recuerda su gestión por grandes obras, sino por el caos, los escándalos de corrupción y una profunda fractura social.
Los hechos hablan por sí solos y constituyen una advertencia escalofriante para toda Colombia. Su paso por la Alcaldía no fue una administración, fue una demolición de lo público:
- El Despojo de EPM: La joya de la corona, la empresa insignia antioqueña, fue el objetivo principal. Hoy, EPM arrastra investigaciones por presuntas irregularidades que superan los $1.6 billones, comprometiendo el patrimonio de todos los colombianos. ¿Cómo se atreve a hablar de buen gobierno quien intentó destruir la empresa más valiosa para los antioqueños?
- Ataque a la Niñez Vulnerable: Desmanteló el programa “Buen Comienzo”, un programa esencial, quitándole recursos a los niños más necesitados. Este crimen social se vio agravado por presuntos sobrecostos de $2.700 millones en la contratación. Un líder de verdad construye futuro; Quintero lo hipotecó.
- Gobierno del Odio y el Persecutor: La Procuraduría lo sancionó por división y persecución política. Su estilo no es el de la democracia, sino el del autoritarismo, usando el poder para señalar, dividir y destruir a sus contradictores.
- El Escándalo del Lote y la Caja Menor: A esto se suman una imputación por corrupción al presuntamente intentar pagar una millonada por un lote que ya había sido donado a la ciudad, y una nueva investigación por el presunto mal uso de la caja menor de la Alcaldía.
Colombia, si este es el resultado de su paso por una sola ciudad: caos, deudas, corrupción y persecución, ¿qué podría hacer con todo un país?
El elector no puede ser ingenuo. Sus promesas populistas, como la burda idea de regalar 4 millones de lavadoras, son un insulto a la inteligencia. El país no necesita limosnas ni regalos comprados con nuestra propia plata.
Si su pasado no fuera suficiente, su presente lo desnuda. Hace unos días, Quintero tuiteó una foto falsa de basuras en Bogotá, acusando a la administración de estar «paseando en Washington». La respuesta no tardó en llegar: La foto era vieja, el alcalde estaba en Bogotá y se le olvidó la crisis de basuras de la Colombia Humana. Este es el método Quintero: mentira, confrontación y desprecio por la verdad.
Necesitamos seriedad, transparencia y un respeto absoluto por los recursos públicos. Necesitamos lo opuesto a la corrupción que él representa. Daniel Quintero es, sin duda, el clon de Petro en su método de gobernar.

