No más niños y jóvenes esclavos de las drogas
5.101 casos de consumo de sustancias psicoactivas se registraron en tan solo nueve meses en colegios distritales y privados de Bogotá. Esta alarmante cifra fue reportada por la Secretaría de Educación y comprende el periodo enero-septiembre de 2024.
El tema del consumo de drogas en menores de edad es algo serio y no podemos seguir impávidos ante esta realidad que carcome silenciosamente en las aulas de clase y entornos escolares. Bogotá necesita prevenir y enseñar sobre los riesgos de las sustancias psicoactivas. Dependencia, depresión y alteraciones al sistema nervioso son solo algunas de las consecuencias; sin contar con que este flagelo afecta también el ámbito personal, familiar y social de quien cae en este veneno.
Las sustancias psicoactivas están siendo adquiridas de forma fácil por parte de niños, niñas y adolescentes, al punto que el año pasado encontramos más de 185 casos de consumidores con edades entre los cinco y los diez años. Si bien los padres de familia son los responsables de sus hijos, el Distrito debe esforzarse por garantizar espacios seguros para ellos y cumplir con los entornos inspiradores que se prometieron.
La anterior radiografía, se debe, en parte, a la flexibilidad con los jíbaros y consumidores. Hay que admitirlo, en Bogotá no se quiso reglamentar mediante decreto las zonas prohibidas para consumir, pero tampoco se está aplicando el Decreto Distrital 825 de 2019 que establece entornos escolares, parques, transporte público, entre otros sitios, como no aptos para el consumo. Aquí debe existir voluntad por parte de las autoridades para que esto se cumpla.
La falta de control sobre el consumo y la comercialización de drogas en espacios públicos no solo impacta a los estudiantes, sino a toda la comunidad. Del decreto en mención, durante el año 2024, se impusieron 22.896 comparendos por consumo, porte, distribución y comercialización de sustancias psicoactivas en las inmediaciones de instituciones educativas, centros deportivos y parques. Esto es menos de la mitad de los comparendos impuestos en 2023 (58.783) según el Registro Nacional de Medidas Correctivas. Esta reducción no significa que la problemática haya mermado, sino que no ha habido voluntad para tomar estas medidas. Según la misma Encuesta de Percepción Ciudadana de Bogotá Cómo Vamos 2024, el 31,1% de los encuestados consideró que la drogadicción era la problemática más grave en relación a la seguridad que se presentaba en su barrio.
La marihuana, el alcohol, los vapeadores, el tabaco, los inhalantes o disolventes, la cocaína, mezclas y éxtasis son las sustancias psicoactivas que más están consumiendo los menores de edad y la tendencia es al alza. El año pasado, el género masculino presentó mayores índices de consumo en instituciones educativas, con 3.086 casos; mientras que las mujeres registraron 2.015 casos.
Preocupa que jóvenes con edades entre 14, 15 y 16 años sean los más expuestos por diversas razones: presión de grupo, experimentación, refugio de problemas o placer.
Lo cierto es que no podemos permitir que más niños y jóvenes se conviertan en esclavos de las drogas. Bogotá tiene cerca de 700 mil estudiantes en 412 colegios y 752 sedes, por lo tanto, no es justificable que las jornadas de prevención al consumo realizadas el año pasado por parte del Distrito únicamente fueran para cinco mil personas, incluso dejando por fuera localidades como Chapinero, Barrios Unidos y La Candelaria.
El asunto también tiene que ser de voluntad y de no quedarse de brazos cruzados. Recientemente, como iniciativa en mi calidad de concejal y ante este panorama tan desalentador, lideré la Semana de Prevención al Consumo de Drogas. Llegamos a estudiantes de bachillerato de la localidad de Los Mártires, a jóvenes universitarios de localidades como Bosa, Suba, Kennedy y Barrios Unidos, con charlas de expertos y deportistas sobre prevención.
Muchos de estos jóvenes nos manifestaron la necesidad de que este tipo de actividades se realicen con mayor frecuencia, incluso algunos expresaron haber adquirido herramientas para ayudar a otros y conformar redes de apoyo.
Lo anterior, es prueba de que deben hacerse mayores esfuerzos por acabar con el maldito veneno de las drogas. Es por eso que, desde esta tribuna, así como reiteradamente lo hago en otras, le exijo al Distrito que tome cartas en el asunto.
Los niños y jóvenes necesitan atención, ayuda y formación para entender los graves riesgos que se corren en una simple “prueba” con las drogas. No hay que esperar más. Los temas de prevención deben darse con constancia y con la voz de expertos que conecten con las nuevas generaciones.