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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Andrés Barrios Bernal

Un lobo disfrazado de oveja

El país debe despertar y abrir los ojos. La figura de Daniel Quintero está siendo peligrosamente pulida para venderle a Colombia un modelo de liderazgo «innovador» y «juvenil». Pero detrás de ese imaginario de modernidad se esconde una realidad cruda: la de un imputado que dejó a su paso por Medellín un rastro de ruina administrativa y desconfianza.

Quintero no es el líder que el país necesita; es el hombre que debe responder ante la justicia por más de 40 cargos que hoy investiga la Fiscalía. La capital antioqueña, una de las ciudades más pujantes del país, no recuerda su gestión por grandes obras, sino por el caos, los escándalos de corrupción y una profunda fractura social.

 

Los hechos hablan por sí solos y constituyen una advertencia escalofriante para toda Colombia. Su paso por la Alcaldía no fue una administración, fue una demolición de lo público:

  • El Despojo de EPM: La joya de la corona, la empresa insignia antioqueña, fue el objetivo principal. Hoy, EPM arrastra investigaciones por presuntas irregularidades que superan los $1.6 billones, comprometiendo el patrimonio de todos los colombianos. ¿Cómo se atreve a hablar de buen gobierno quien intentó destruir la empresa más valiosa para los antioqueños?
  • Ataque a la Niñez Vulnerable: Desmanteló el programa “Buen Comienzo”, un programa esencial, quitándole recursos a los niños más necesitados. Este crimen social se vio agravado por presuntos sobrecostos de $2.700 millones en la contratación. Un líder de verdad construye futuro; Quintero lo hipotecó.
  • Gobierno del Odio y el Persecutor: La Procuraduría lo sancionó por división y persecución política. Su estilo no es el de la democracia, sino el del autoritarismo, usando el poder para señalar, dividir y destruir a sus contradictores.
  • El Escándalo del Lote y la Caja Menor: A esto se suman una imputación por corrupción al presuntamente intentar pagar una millonada por un lote que ya había sido donado a la ciudad, y una nueva investigación por el presunto mal uso de la caja menor de la Alcaldía.

Colombia, si este es el resultado de su paso por una sola ciudad: caos, deudas, corrupción y persecución, ¿qué podría hacer con todo un país?

El elector no puede ser ingenuo. Sus promesas populistas, como la burda idea de regalar 4 millones de lavadoras, son un insulto a la inteligencia. El país no necesita limosnas ni regalos comprados con nuestra propia plata.

Si su pasado no fuera suficiente, su presente lo desnuda. Hace unos días, Quintero tuiteó una foto falsa de basuras en Bogotá, acusando a la administración de estar «paseando en Washington». La respuesta no tardó en llegar: La foto era vieja, el alcalde estaba en Bogotá y se le olvidó la crisis de basuras de la Colombia Humana. Este es el método Quintero: mentira, confrontación y desprecio por la verdad.

Necesitamos seriedad, transparencia y un respeto absoluto por los recursos públicos. Necesitamos lo opuesto a la corrupción que él representa. Daniel Quintero es, sin duda, el clon de Petro en su método de gobernar.

Andrés Barrios Bernal

El renacimiento del Antisemitismo

Bogotá enfrenta una nueva amenaza que no puede permitirse normalizar: el regreso descarado del antisemitismo. Este no es un debate abstracto sobre conflictos lejanos; es una realidad palpable que ya se manifiesta en vandalismo y agresiones en nuestras calles promovidas por Gustavo Petro.

Recientemente, se ha confirmado la reaparición de grafitis con consignas de odio en fachadas de locales y edificios del norte de la capital. La Zona T y la Carrera Séptima han sido escenarios donde consignas como «Israel genocida» se han pintado, afectando a establecimientos comerciales y conjuntos residenciales. Es vital trazar una línea: la protesta y la crítica política son bienvenidas en la democracia, pero el vandalismo, los mensajes de odio y las agresiones a personas son, sencillamente, crímenes de odio. El Antisemitismo es una muestra de racismo.

 

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El fenómeno se está extendiendo. Hace apenas semanas, una sinagoga en Cali amanecía cubierta de grafitis abiertamente antisemitas, un hecho que la Confederación de Comunidades Judías denunció inmediatamente. La retórica antijudía nunca es gratuita; se traduce, inevitablemente, en agresiones reales. La ciudad no puede esperar a que el daño escale.

Lo más preocupante es la fuente de legitimación que impulsa esta hostilidad. Cuando la más alta figura del poder ejecutivo, el Presidente de la República respaldado por sus secuaces del Pacto Histórico, se permite escribir textualmente que «Hitler está vivo en la política del mundo» o compara repetidamente a sus adversarios con el genocida nazi, está haciendo algo más que una analogía de mal gusto.

La verdad incómoda es esta: Hitler está vivo en los discursos que reaniman el antisemitismo dentro de Colombia promovidos por la izquierda radical.

Al banalizar el nazismo, el poder legitima el lenguaje que da permiso a algunos para perseguir, para señalar comercios y para destruir fachadas de la misma forma que se hacía hace casi un siglo. Quienes protagonizan estos actos no están marchando solo contra la política de un Estado; están señalando y violentando judíos que viven, trabajan y estudian en nuestras ciudades. El antisemitismo, por definición, siembra el odio hacia los judíos.

Colombia debe combatir toda forma de violencia, especialmente el Antisemitismo, para que nunca más volvamos a repetir el Holocausto.

Andrés Barrios Bernal

Andrés Barrios Bernal tilda a Gustavo Petro de «antisemita»

El concejal de Bogotá, Andrés Barrios Bernal, hizo un llamado al Concejo para que se apruebe el Proyecto de Acuerdo que busca fomentar la lucha contra el antisemitismo y la discriminación en todas sus formas hacia la comunidad judía en la ciudad.

La iniciativa de autoría de Barrios Bernal cuenta con ponencia positiva, avanza en la Comisión de Gobierno y busca convertirse en la herramienta de la Administración Distrital para prevenir el odio mediante tres pilares fundamentales:

 

Seguridad y Convivencia: Combatir la difusión de ideas que promuevan el genocidio o el antisemitismo.

Educación: Incluir en los programas de prevención de violencia escolar contenido sobre la memoria del Holocausto, el genocidio y la lucha contra los discursos de odio.

Cultura: Promover buenas prácticas sobre el reconocimiento histórico del Holocausto para contribuir a la prevención del discurso de odio y fortalecer la convivencia pacífica.

Andrés Barrios, acusó directamente al Presidente Gustavo Petro de ser «un antisemita» y de promover el odio y la xenofobia en contra de la comunidad judía en el país.

«Desde que llegué al Concejo de Bogotá he venido advirtiendo que Gustavo Petro es un antisemita,» declaró Barrios. «Nadie está en contra de la protesta, pero tampoco podemos, bajo ninguna circunstancia, estar a favor de la discriminación, el caos y la xenofobia, el vandalismo y la afectación una vez más del orden público de la ciudad. ¡En Bogotá, el antisemitismo no tiene cabida!.

El Concejal Barrios aseguró que la retórica presidencial ha puesto a esta comunidad en el «ojo del huracán» y está generando riesgo de vandalismo y afectación al orden público, por lo que urgió a la capital a tomar una postura firme y contundente.

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Andrés Barrios Bernal pide declarar al Tren de Aragua como organización terrorista

En un debate en la Comisión Segunda del Concejo de Bogotá, el concejal del Centro Democrático, Andrés Barrios Bernal, mostró cifras que una vez más ponen en entredicho la seguridad en la capital del país.

El cabildante manifestó su preocupación las estadísticas que revela el Sistema de Información Estadístico,
Delincuencial, Contravencional y Operativo (SIEDCO) de la Policía Nacional, donde se han registrado 792 asesinatos entre enero y agosto de 2025 (casi 3 diarios), de los cuales el 65% fueron cometidos con arma de fuego.

 

«La extorsión se convirtió en un impuesto criminal que ha paralizado el comercio: 1.433 casos denunciados, con aumentos drásticos en las localidades de San Cristóbal, Kennedy y Rafael Uribe Uribe. El secuestro volvió a ser una amenaza real: 29 casos este año, un aumento del 222% frente al año pasado», explicó.

Barrios emitió la alerta porque según el, «organizaciones como el Tren de Aragua, ejercen control en algunas zonas de Bogotá donde existen vacíos en materia de presencia del Estado».

El concejal del Centro Democrático, propuso crear una Unidad Distrital Antiextorsión y Antisecuestro, articulada con la Fiscalía, la Policía y la Alcaldía, para responder de manera inmediata a las denuncias y declarar la “Emergencia por Armas Ilegales en Bogotá”, con un plan masivo de incautación y control.

Finalmente pidió reconocer y enfrentar al Tren de Aragua como organización criminal terrorista.

¿Siete años por asesinar? La justicia para menores debe replantearse ya

Macondo se caracterizaba porque allí sucedía lo inconcebible, y eso, es justamente lo que pasa en Colombia; el país donde lo macondiano se entrelaza con la realidad.

La reciente condena de solo siete años para el asesino de Miguel Uribe Turbay no solo es una bofetada a su memoria y a su familia: es también una radiografía alarmante del colapso moral y jurídico del Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes en Colombia, que, en mi opinión, debe replantearse de inmediato, de lo contrario, se seguirán utilizando menores para cometer estos delitos.

 

¿Cómo es posible que un crimen atroz, un magnicidio, cometido con plena intención, reciba una pena tan baja, mientras otros ciudadanos enfrentan castigos mucho más severos por hechos que ni siquiera han sido probados con solidez?

El caso del presidente Álvaro Uribe Vélez, un colombiano probo que ha entregado lo mejor de sí a este país, hoy podría verse enfrentado a una pena más severa que la de este menor, que con sus acciones arrancó el árbol fresco del jardín de la democracia.

¿Cómo explicar que, para nuestro sistema de justicia, matar a un ser humano resulte menos grave y por ende reprochable que la pena impuesta al presidente Uribe en primera instancia de un proceso cuestionado por la falta de pruebas? La justicia está enviando el peor mensaje posible: que la vida vale poco y que la ley se aplica con criterios ideológicos y políticos, no con objetividad.

El magnicidio de Miguel Uribe Turbay fue un acto violento y deliberado, que exige una respuesta proporcional, ejemplarizante y justa. En cambio, lo que hemos visto es una condena simbólica, que parece más una invitación a la impunidad que un verdadero acto de justicia. Además, el país y el mundo, esperan conocer quién dio la orden de asesinar a Miguel. 

Nota relacionada: Privan de libertad por siete años al menor que asesinó a Miguel Uribe Turbay

Es urgente replantear el sistema de responsabilidad penal para menores en Colombia. No puede ser que, por el solo hecho de no haber cumplido 18 años, una persona que mata, con plena conciencia e intención a otra, sea beneficiaria de privilegios. La edad no puede seguir siendo un escudo ante delitos atroces. Si un joven tiene la capacidad de decidir ejecutar un homicidio, también debe tenerla para asumir las consecuencias de sus actos y enfrentar el peso de la ley.

Por eso, aplaudo la decisión de congresistas del Centro Democrático y de diferentes toldas políticas, de unirse para liderar proyectos de ley que permitan juzgar a adolescentes que cometen este tipo de crímenes, como mayores de edad.

La condena impuesta a este joven produce rabia, vergüenza y al mismo tiempo dolor, pues él destruyó de la forma más cobarde a una familia. La pena que obtuvo y que deberá pagar en un centro de atención especializada es un incentivo a que los grupos criminales continúen utilizando menores de edad para perpetrar crímenes.

Este no es un llamado al castigo por castigo. Es una exigencia de coherencia y respeto por las víctimas, pues la justicia está protegiendo al victimario mientras abandona a las familias. Sin duda, se trata de una justicia fallida.

En Colombia no podemos seguir permitiendo mensajes errados como los del presidente Gustavo Petro, quien con su fracasada “Paz Total”, constantemente privilegia a quienes han cometido delitos. Así lo hizo con el asesino de Miguel tan solo unos días después del atentado cuando dijo que “si no cuidamos los niños de la patria no tendremos patria”. 

Por Miguel Uribe Turbay y por todos los colombianos que creen en la ley como un pilar de la democracia, levantamos la voz. No más impunidad, no más doble moral judicial. Colombia necesita una justicia firme, coherente y verdaderamente justa, es por eso que en el 2026 los electores deben decidir correctamente al acudir a las urnas.

Andrés Barrios Bernal

El legado vivo de Miguel Uribe Turbay

Cuando un hijo parte de este plano terrenal, no solo deja recuerdos, sino también banderas que ondean en el viento de sus sueños y sus luchas. Y es el padre, con el corazón herido, roto, pero firme, quien se convierte en el portador más digno de esas causas; porque nadie conoce mejor el valor de su legado, ni el amor que lo impulsó, que su propia familia, su sangre.

Recoger esas banderas no es solo un homenaje, también representa justicia y un compromiso con la vida que su hijo soñó, con la esperanza que sembró en todo un país. Es decirle al mundo que su voz no se ha apagado y que se mantendrá vigente.

 

Por eso hoy expreso con total convicción mi respaldo a Miguel Uribe Londoño en este nuevo propósito de vida: continuar el legado de su hijo, Miguel Uribe Turbay, a quien los violentos le arrancaron la vida.

Es bíblico, quien honra al hijo, honra también al padre. En cada paso que dé Miguel papá, caminará también Miguel hijo. En cada palabra que pronuncie, resonará su voz. En cada abrazo, se perpetuará su presencia.

Felicito a este padre que decidió transformar su dolor en propósito. Hoy, más que nunca, Colombia necesita avanzar con fuerza, pues es más que evidente que tenemos un país sumido en la violencia y el desgobierno. Esta semana, el terrorismo volvió a golpearnos duramente, esta vez, en los departamentos de Antioquia, Valle del Cauca y Caquetá. 

Precisamente, esa cruda realidad que padecemos fue la que quiso acabar Miguel Uribe Turbay y la que siempre cuestionó desde la tribuna política.

Debo decir que, Miguel no fue solo concejal, candidato a la Alcaldía de Bogotá, senador de la República o precandidato presidencial. Para mí fue un hermano, un mentor, un amigo entrañable. Miguel llegó a mi vida como un regalo del cielo y la transformó para siempre.

Lo he dicho y lo repito: con Miguel aprendí una masterclass en humildad, integridad y generosidad. Su carisma conquistaba, pero era su forma de ser la que verdaderamente lo hacía inolvidable. Hoy, mientras Bogotá y Colombia lloran su partida, me quedo con las enseñanzas que me regaló durante una década de lucha, sueños compartidos y profundas conversaciones.

Miguel me enseñó que los principios no se negocian. Esa lección, que su madre le transmitió con valentía en medio del dolor, lo acompañó siempre como brújula moral. Su vida entera fue un testimonio de coherencia, incluso cuando lo más fácil era ceder. En ese trasegar siempre estuvo ese padre que hoy toma su legado. Fue quien lo formó y lo llevó a ser quien fue.

El señor Miguel Uribe Londoño ha vivido lo que ningún ser humano debería: que la violencia le arrebate a su esposa y ahora también a su hijo. Y, aun así, lo vemos de pie y decidido a transformar tantos sinsabores, tal y como lo soñó su hijo. En él vemos cómo la memoria se convierte en acción y el duelo en esperanza.

Miguel nos dejó un edificio en obra gris. Lo construyó con los mejores materiales: principios, amor, perdón, inteligencia y agradecimiento. Ahora, nos corresponde a nosotros, los que lo quisimos, los que lo admiramos, los que compartimos su causa, terminarla.

La seguridad debe ser nuestra bandera, y una Colombia sin violencia, nuestro propósito de vida. Que su voz, que su ejemplo, que su lucha sigan guiando cada paso que damos.

Andrés Barrios Bernal

¡Uribe inocente, Miguel presidente!

Este 7 de agosto, Colombia fue testigo de algo que los enemigos de la verdad no querían ver: plazas llenas, calles repletas, banderas ondeando y un pueblo que no se dejó intimidar por la mentira ni el sesgo judicial. Desde Medellín hasta Bogotá, desde Bucaramanga hasta Montería, miles y miles de colombianos salieron a respaldar a quien consideran su gran líder: Álvaro Uribe Vélez.

En medio de pancartas, camisetas y banderas, un mensaje se repetía con orgullo: “Soy doblemente uribista”. Una frase acompañada por la imagen de Álvaro Uribe y de Miguel Uribe, que resume la convicción de millones: defender el legado y preparar el futuro. Esto no solo fue una protesta, fue una demostración de fuerza ciudadana, de memoria y de proyección.

 

Mientras algunos en la política y en ciertos estrados judiciales celebran fallos injustos, el pueblo respondió con lo que nunca se puede manipular: presencia, unión y voz en las calles. Los intentos por destruir la honra de Álvaro Uribe no han hecho más que fortalecer un sentimiento colectivo que trasciende generaciones. Y en ese relevo, Miguel se consolida como una figura que representa liderazgo y renovación para un proyecto político que sigue más vivo que nunca.

El mensaje quedó claro: el 7 de agosto de 2026, el Centro Democrático volverá a llenar la Plaza de Bolívar. Pero no será solo para celebrar un aniversario, sino para marcar un nuevo capítulo en la historia: el regreso a la Casa de Nariño. Un presidente que recoja la experiencia, la visión y la firmeza de Uribe, y que la proyecte hacia el futuro con la energía y la determinación de Miguel.

No es casualidad que las marchas hayan sido multitudinarias en tantas ciudades al mismo tiempo. No fue improvisado, fue un reflejo de un sentimiento profundo que lleva años gestándose: la convicción que la Colombia segura, emprendedora y libre que se empezó a construir hace dos décadas, debe continuar. Y eso implica dos cosas: defender al presidente Uribe de las embestidas injustas, y respaldar a Miguel como el hombre que puede llevar ese legado al próximo gobierno y al que Colombia aún espera.

Porque aquí no se trata de apellidos, se trata de visión de país. Se trata de saber que mientras la izquierda se desgasta en dividir, este proyecto político une, convoca y moviliza. Se trata de reconocer que la gallardía no está en condenar sin pruebas, sino en dar la cara, como siempre lo ha hecho Uribe y su familia. Se trata de construir un puente entre quien recuperó la esperanza del país y quien puede liderarlo el 2026.

El país ya habló en las calles: Uribe inocente, Miguel presidente.

Andrés Barrios Bernal

Gallardía es defender la verdad

Álvaro Uribe Vélez es inocente. Lo afirmo con la convicción que da conocer su trayectoria.

El fallo contra al presidente Uribe es un agravio a la justicia, un golpe a la democracia y una afrenta al pueblo colombiano que aún cree en la verdad. Esta decisión judicial, dictada por una justicia cada vez más cuestionada, no solo busca vengarse de un hombre íntegro, sino mancillar el legado de quien rescató a Colombia del abismo del terrorismo. Es hora de alzar la voz y rechazar esta infamia con la firmeza que la verdad exige.

 

El pasado viernes 1 de agosto la jueza Sandra Heredia anunció una sentencia aberrante: 12 años de prisión para Uribe por supuestos delitos de fraude procesal y soborno, con la imposición de prisión domiciliaria inmediata. Como si esto no fuera suficiente, durante el fallo, la jueza incluyó una mención injustificada y vil a los hijos de Uribe, bajo peyorativa de “gallardía”, en un intento burdo de extender el linchamiento moral a su familia.

Desde el inicio, este proceso ha tenido cuestionamientos. Los testigos, muchos de ellos criminales confesos, han ofrecido testimonios contradictorios y manipulados, mientras que la defensa de Uribe ha enfrentado obstáculos sistemáticos: violaciones al debido proceso, interceptaciones telefónicas objetables, y una jueza cuya imparcialidad ha sido puesta en duda. Las filtraciones a medios de comunicación, diseñadas para moldear la opinión pública antes del juicio, son la cereza de un pastel envenenado que busca no justicia, sino revancha.

Este hombre, de corazón grande y voluntad inquebrantable, transformó a Colombia en un momento en que el país estaba de rodillas ante las FARC y el narcotráfico. Durante sus dos mandatos, devolvió la esperanza, restituyó la seguridad a las carreteras, recuperó el control territorial y le dio a millones de colombianos el derecho a vivir sin miedo. Su política de Seguridad Democrática no fue solo un plan de gobierno; fue un acto de amor por una nación que se desangraba.

Uribe no huyó ante las acusaciones. Compareció ante la justicia con la frente en alto, como cualquier ciudadano, exigiendo lo que todos merecemos: un proceso justo, sin presiones políticas ni agendas ocultas.

Este fallo no solo debilita al sistema judicial, sino que fomenta la polarización y abre la puerta a futuras persecuciones disfrazadas de legalidad. No podemos ignorar el contexto: esta sentencia llega en un momento de tensiones políticas, donde ciertos sectores buscan deslegitimar a quienes representan los valores de orden y seguridad que Uribe encarna.

Condenar a Uribe es intentar borrar su legado, pero el pueblo colombiano no lo permitirá.

Su obra está grabada en la memoria de quienes recuperaron la esperanza gracias a su liderazgo. Es el gran colombiano, un estadista que hizo historia y que hoy enfrenta una injusticia que clama por ser corregida.

Colombianos, no podemos quedarnos callados. Defender a Álvaro Uribe no es solo defender a un hombre; es defender la verdad, la justicia imparcial y el futuro de nuestra democracia. Es hora de unirnos y rechazar la politización de la justicia.

Que nuestra voz resuene: ¡Álvaro Uribe es inocente! Por Colombia, por Uribe, no nos callaremos. La verdad siempre triunfa.

Andrés Barrios Bernal

Colombia respalda a Álvaro Uribe Vélez

Lo del expresidente Álvaro Uribe Vélez ha sido un burdo montaje; coincido plenamente con esta afirmación hecha en días pasados, a través de una carta, por 38 respetados magistrados y juristas. No solo dejaron en evidencia, argumentativamente, que el proceso contra el exmandatario ha estado sustentado en testigos falsos y pruebas inexistentes, sino que también recogieron el sentir de millones de colombianos que respaldamos al hombre de mano firme y corazón grande.

A pocas horas de conocerse el sentido del fallo del caso Uribe, tal vez la decisión judicial más trascendental en la historia reciente de Colombia, han sido múltiples los pronunciamientos de apoyo hacia él y su familia, que apuntan a que este largo proceso, en el que quisieron poner en tela de juicio su honorabilidad, solo ha sido una patraña.

 

Sin embargo, Uribe ha dado la cara, demostrándole al país que el honor se defiende a toda costa, así la izquierda esté empecinada en perseguirlo. Asimismo, su actuar ha sido el de un estadista con ímpetu y determinación, que no se atemorizó, ni siquiera cuando sus detractores trataron de influir en la opinión pública sin pruebas sólidas.

Pero aquí hay muchas cosas en juego. Más allá de las afinidades políticas, el país debe tomarse el tiempo de entender que no solo es el nombre de una personalidad como Álvaro Uribe, sino también la legitimidad de nuestra justicia y el bienestar de la democracia colombiana.

El expresidente Uribe no es un político más. Durante dos periodos de gobierno tomó decisiones que cambiaron el rumbo de un país asediado por el terrorismo y abandonado por un Estado débil. Mientras muchos optaban por la indiferencia o la complicidad con la delincuencia, disfrazada de neutralidad, Uribe asumió el reto de gobernar devolviéndole al país la esperanza, la seguridad y el derecho a vivir sin miedo.

Este caso contra Uribe ha estado más motivado por el deseo de castigo que por la evidencia. En este proceso se violaron principios esenciales como la imparcialidad del juez natural, tuvo testimonios contradictorios, no se respetó el derecho a la defensa e, incluso, hubo una clara persecución con más de 20.000 interceptaciones telefónicas. ¿No es lo suficientemente escandaloso?

Las acusaciones contra Álvaro Uribe no han sido más que una persecución política y judicial que ha buscado destruir su legado y su honra, aún sin pruebas concluyentes ni procedimientos transparentes.

Pese a todas estas irregularidades, es de destacar que el expresidente Uribe ha comparecido ante la justicia como cualquier ciudadano, aún en medio de ataques, intentos de linchamiento moral, y campañas de desprestigio. Su comportamiento ha sido el de quien no teme responder, pero sí exige lo que todo colombiano merece: un proceso justo, imparcial, sin presiones externas ni motivaciones políticas.

Y si a un expresidente lo pueden juzgar de esta forma, ¿qué queda para el ciudadano común? Hoy más que nunca, debemos tener el coraje de decir lo impopular: Álvaro Uribe Vélez ha sido víctima de una instrumentalización de la justicia.

Cuando la justicia se politiza, se distorsiona su función esencial de proteger derechos y garantizar imparcialidad, lo que debilita la confianza ciudadana en las instituciones. La separación de poderes se ve comprometida, los jueces pueden convertirse en instrumentos de agendas partidistas, y se abre la puerta a persecuciones políticas disfrazadas de procesos judiciales. Esta erosión institucional no sólo mina la credibilidad del sistema judicial, sino que también pone en riesgo la estabilidad democrática y fomenta la polarización social.

El país no debe olvidar que, como presidente, Uribe hizo todos los méritos para ganar lugar como uno de los líderes políticos que marcó y encauzó el destino del país, haciendo historia. No en vano es el gran colombiano. Por eso, en circunstancias como las que afronta actualmente, Colombia lo respalda con cariño y fe.

Andrés Barrios Bernal

El sicariato está ganando terreno en Bogotá

Bogotá no puede seguir siendo la ciudad del miedo. En la capital del país, la inseguridad nos está paralizando y, sobre todo, condicionando nuestra vida cotidiana. No es aceptable que caminar por las calles, ir a un parque, a la tienda o, simplemente, tomar el transporte público se haya convertido en un acto de valentía.  

Aunque oficialmente se habla de una reducción en las cifras de algunos delitos de alto impacto como extorsiones, delitos sexuales y hurtos, no sucede lo mismo con los homicidios. Asimismo, no podemos perder de vista que el subregistro es elevado y que, la situación no va a ser mejor con un gobierno nacional que continúa anclado a su retórica ideológica de “Paz Total” que no es más que eso, una retórica. 

 

Esa política de Gustavo Petro es un fracaso y solo ha desencadenado impunidad rampante para los delincuentes y abandono para la ciudadanía.

Las cifras corroboran lo que digo. Solo en Bogotá, en los meses de febrero y marzo, se registraron 183 homicidios, de los cuales aproximadamente la mitad habrían sido perpetrados bajo la modalidad de sicariato. 

Los asesinatos por encargo son una forma de violencia que refleja no solo la presencia de estructuras criminales bien organizadas, sino también un gobierno nacional incapaz de contenerlas o de reconocer su crecimiento, endilgando responsabilidades a otros. 

Frente al mismo periodo del año pasado, los homicidios aumentaron, el uso de armas de fuego se incrementó, pasando del 61% al 67% en apenas un mes. 

Además, localidades como Fontibón registraron un alza del 200% en asesinatos. En el parque El Golfito, ubicado en esa misma zona, fue donde ocurrió el intento de magnicidio contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, un hecho que debería haber encendido todas las alarmas del Estado, pero no fue así.  

Lo de Petro es vergonzoso. Además de protagonizar semanalmente espectáculos televisados impuestos a la sociedad, culpa a otros de su desastre en materia de seguridad y se declara “preocupado” por el desempeño de varias carteras. Lo insólito es que ya lleva 55 ministros y 127 viceministros; como quien dice: nadie le sirve. Esto solo significa que tiene una real incapacidad para direccionar, incluso, a personas de su propia ideología política. 

Mientras tanto, el tiempo corre y la inseguridad gana terreno porque realmente no existe ni existirá una voluntad de paz por parte de los delincuentes. Todo este caos podría haberse evitado, así como el intento de magnicidio contra Miguel, quien sigue batallando por su vida y ha demostrado ser valiente.  

La política de “Paz Total” no ha traído paz, ha traído caos y esto también se ve reflejado en las ciudades. Y, por si fuera poco, el Ministerio de Justicia, en cabeza de Eduardo Montealegre, tiene listo un anteproyecto que no busca otra cosa distinta que premiar a delincuentes, lo que va a tener serias implicaciones en materia de seguridad. 

La política de seguridad no puede ser una excusa ideológica, ni un plan sin resultados. Si casi la mitad de los homicidios en Bogotá son ahora sicariatos, es porque el crimen ha dejado de temerle al Estado. Y eso es responsabilidad directa del Ejecutivo. 

Andrés Barrios Bernal

Gracias a los colombianos

Quiero dedicar estas letras a los colombianos, a todos aquellos que con afecto, gratitud y fe han abrazado con sus oraciones a mi amigo, el senador y precandidato presidencial, Miguel Uribe Turbay, así como a toda su familia.

Hoy escribo esta columna de una forma poco habitual, en los pasillos de la Fundación Santa Fe, en la que se encuentra Miguel en una Unidad de Cuidados Intensivos, pero lo hago con la certeza de que pronto superaremos esta pesadilla y que él saldrá adelante en su recuperación tras el vil intento de magnicidio del pasado 7 de junio.

 

Reconozco que son momentos de angustia e incertidumbre para toda Colombia, sin embargo, este país ha demostrado su afecto hacia Miguel. No dudo un segundo que Dios y las constantes oraciones de millones de creyentes lo han mantenido anclado a este plano terrenal. Y él que es un guerrero y luchador ha estado a la altura de esta difícil batalla.

Gracias a quienes creen, a quienes caminan en fe, a quienes brindan una palabra de aliento, un voto de confianza o simplemente una mirada de esperanza. Esta causa no es solo de una persona, ni mucho menos de un partido o de una región: es de todos los ciudadanos que queremos un país mejor, donde prevalezca la seguridad, la unión, alejados de la violencia y en el que sobresalgan las oportunidades.

Miguel Uribe Turbay representa una nueva generación de liderazgo: que cree en la familia, con principios y valores, con carácter férreo y con la convicción que el servicio público debe ser un acto de pasión, entrega y responsabilidad. Por eso es que tantos nos sentimos identificados desde cada rincón del país y el mundo, desde donde han llegado mensajes de solidaridad y apoyo. 

Sin duda, los colombianos no nos resignamos, pues defendemos la libertad, la democracia y el Estado de derecho.

Colombia está en un despertar, en ese que construye diálogo, respeto y la certeza que las diferencias no nos debilitan, sino que nos enriquecen. No estamos derrotados, seguiremos trabajando con más fuerza, más compromiso y más cercanía, pese a que los violentos pretendan lo contrario.

El país merece lo mejor de todos nosotros. Sigamos orando por la recuperación de Miguel, mantengamos la unión y por nada perdamos la fe. Gracias Colombia y ¡Fuerza Miguel!

Andrés Barrios Bernal

Hablemos del Borde Norte de Bogotá

Catorce días al año. Ese es el tiempo que estudiantes del norte de Bogotá están perdiendo atrapados en los trancones de la ciudad. Y no, no es una exageración ni mucho menos alarmismo. Es el resultado de un trabajo de campo que presenté en debate de control político al Distrito en el Concejo.

Esta realidad es inaceptable: la educación de miles de niños y adolescentes está siendo “secuestrada” por el colapso de la movilidad en una de las zonas de mayor crecimiento poblacional de la capital del país.

 

Cuando un niño pasa más de 105 minutos diarios dentro de una ruta escolar, sin contar los trayectos desde y hasta su casa, no solo está perdiendo clases, también horas de juego, descanso, socialización y bienestar emocional.

Está, literalmente, viendo cómo se le escapa la niñez por la ventana de un vehículo detenido. Las 350 horas anuales que pasan en el tráfico equivalen a dos semanas completas de su vida escolar, es decir, la duración de un periodo de vacaciones de un trabajador en Colombia.  

Lo más preocupante es que esta situación no es nueva ni desconocida para los bogotanos. La congestión del corredor norte, que afecta Usaquén y Suba, además de los municipios cercanos de la Sabana, ha sido advertida por años; sin embargo, la respuesta institucional ha sido reactiva.

Ésta solo llega cuando se presentan emergencias, como por ejemplo las inundaciones del año pasado, cuando miles, entre esos niños y niñas, quedaron atrapados.

Apelando a la memoria y a información de hace una década, ante la problemática de movilidad en este sector de Bogotá, recordaremos que se habilitó el carril escolar preferencial, que buscaba ser una salida, reducir en un 18% los tiempos de viajes desde la calle 170 hasta la 198, y beneficiar a 21.000 niños. Sin embargo, hoy en día hay que admitir que esta medida se quedó corta, pues, actualmente, son cerca de 100.000 los menores de edad que transitan dicha zona. 

Y es que las cifras hablan por sí solas, pues esta prometedora zona de Bogotá, cada vez crece más, tiene cerca de 304.000 estudiantes en el área, al menos 2.800 rutas escolares circulando a diario, y calles como la 222 repletas de huecos, sin andenes adecuados, en medio del caos del transporte intermunicipal desbordado. Y, para completar el cuadro, un sistema de videovigilancia a medias: solo 12 de las 19 cámaras del Borde Norte están operativas. ¿Dónde está la garantía de seguridad para quienes transitan la zona?

Lo que ocurre es una muestra más de cómo la planeación urbana y la inversión pública han fallado en anticiparse al crecimiento que se da a pasos agigantados. Lagos de Torca albergará cerca de 400.000 personas, que es casi el número de habitantes de una ciudad como Armenia.

Debo admitir que se trata de una de las pocas zonas de la ciudad que nació con una visión organizada en épocas de Peñalosa, pero que ha quedado sin apoyos suficientes por parte de las administraciones de turno, pese a que los privados le han apostado por una planificación urbana sostenible con el medio ambiente, aunque los radicales pretendan hacer parecer lo contrario. Si no fuera por esa planeación no existirían vías como la Santa Bárbara o El Polo, ad portas de ser inauguradas.

Entre tanto, la ciudadanía clama por obras como el proyecto Accesos Norte II, que sigue sin concretarse por culpa de la negligencia del gobierno nacional, que, como siempre, es el palo en la rueda para el desarrollo de Bogotá.

El falso populismo de la izquierda solo busca atacar a los privados con un discurso ambiental hipócrita, pues se rasgan las vestiduras selectivamente. Eso sí, guardan silencio cuando los terroristas atacan oleoductos y generan emergencias ambientales. Solo en este 2025 se han registrado más de 13 ataques a este tipo de infraestructura en todo el territorio nacional, afectando ecosistemas enteros.

Andrés Barrios Bernal

El concejal Andrés Barrios Bernal asegura que estudiantes de colegios pierden hasta 14 días al año en los trancones del norte en Bogotá

El concejal Andrés Barrios alzó la voz ante una realidad alarmante: niños, niñas y adolescentes están perdiendo hasta 14 días al año atrapados en trancones en el Borde Norte de Bogotá.

“Esta situación no solo afecta su derecho a la educación, sino que compromete seriamente su bienestar físico y emocional. Los niños están atrapados en buses por más de 105 minutos al día. En un año, eso equivale a 350 horas. Es decir, dos semanas enteras de su vida escolar se pierden en el tráfico”, dijo Barrios.

 

De acuerdo con una investigación de campo que hizo el concejal junto a su equipo de trabajo en el Concejo de Bogotá, en la autopista norte, en el tramo que va desde la 167 hasta la 235; es decir, los menores están gastando todas estas horas sin incluir el trayecto desde y hasta sus casas.

El Borde Norte es una de las zonas con mayor crecimiento poblacional y educativo de Bogotá; actualmente alberga más de 304.056 estudiantes, con al menos 2.796 rutas escolares operando a diario.
“Esto no son solo minutos atrapados en el tráfico, son días enteros que le estamos robando al juego, al estudio, al descanso y al desarrollo de nuestros niños. El colapso de la movilidad está condenando la educación. El Distrito no se puede volcar a esta zona únicamente cuando hay emergencias como la del año pasado”, puntualizó.

Dijo además que buses provenientes de Chía, Cajicá y Zipaquirá operan como “taxis colectivos”, invadiendo carriles, recogiendo pasajeros en zonas no autorizadas, y sin los controles de seguridad aplicados a la Terminal Norte.

Barrios exigió a la Secretaría de Seguridad la reparación del sistema de videovigilancia. Actualmente, hay 19 cámaras de seguridad en el sector, de las cuales sólo 12 están en funcionamiento.

Nota recomendada: Carta de Andrés Barrios Bernal para Lyan

Carta de Andrés Barrios Bernal para Lyan

Querido Lyan, no sé si algún día leerás estas palabras, pero quiero aprovechar el espacio para decirte que en Colombia fuimos muchos quienes estuvimos pendientes de tu caso, incluso, orando por ti durante las últimas semanas.

Tal vez, al ser mayor, comprendas mejor lo que sucedió estos días, cuando tenías solo once años y el país entero supo tu nombre porque te arrancaron de los brazos de tu familia en Jamundí, Valle del Cauca.

 

Pero quiero que sepas algo: no fue un accidente o una retención. No fue una simple coincidencia que los violentos pudieran secuestrarte sin que nadie se los impidiera. Fue la consecuencia directa de decisiones políticas, de una estrategia de gobierno fallida y que ha confundido la paz con la rendición ante los criminales.

El actual gobierno, el de Gustavo Petro, ha elegido cerrar los ojos frente al terrorismo con la “esperanza” de que la violencia se detenga sola. Ha pactado con grupos que nunca han cumplido su palabra. A criminales les ha ofrecido ceses al fuego, mientras ellos siguen secuestrando niños (como tu), extorsionando campesinos, reclutando menores y asesinando. Y, por si fuera poco, se creará una “zona de ubicación” para integrantes de las disidencias de las FARC.

Pero a ti, Lyan, no te protegieron. Te convertiste en un rehén de su negligencia, en el rostro más inocente de una política de “Paz Total” que, en la práctica significa impunidad total.

Lo cierto es que el Estado ha abandonado su función más básica: proteger a sus ciudadanos y en especial a los menores de edad. De hecho, tus padres debieron negociar y pagar por tu liberación ante el silencio e incompetencia de quienes hoy nos gobiernan.

No se puede construir paz desde el silencio frente al crimen. No se puede hablar de justicia social (esa que tanto prometen desde la izquierda) si los más vulnerables siguen siendo las principales víctimas del conflicto. Y tú, Lyan, eres la prueba más desgarradora de eso.

Quiero creer que tras volver a casa estarás bien. Aunque sé que nada devolverá el tiempo que perdiste, el miedo que sentiste, la herida que esto dejará en ti, en tu familia y en todo un país que no puede seguir normalizando lo intolerable. También conocimos del homicidio de tu familiar, que, seguramente, dolerá, independientemente, de las diversas versiones sobre los hechos que han salido a la luz.    

Perdón, Lyan. Colombia te debe mucho más que una carta. Te debe un futuro donde ningún niño tenga que vivir lo que tú estás atravesando. Y a quienes hoy gobiernan, al petrismo, le debemos exigir que cumpla con su deber: no con más discursos cargados de ideología, sino con acciones firmes contra los delincuentes y criminales que siembran terror.

Andrés Barrios Bernal

Sí a las zonas libres del consumo de drogas

Sigo defendiendo con firmeza la señalización de las zonas donde no está permitido el consumo de drogas. He emprendido esta cruzada porque los niños, niñas y adolescentes de Bogotá merecen más por parte de nosotros como sociedad. No descansaré hasta que logremos entornos seguros de sustancias psicoactivas.

Así como hoy en día reconocemos los espacios libres de humo, lugares donde no está permitido fumar ni vapear por razones de salud pública, o sitios con señalética clara sobre la restricción del ingreso de mascotas, en la ciudad vamos a tener señalización para advertir que en ciertos entornos, especialmente aquellos donde hay presencia de menores, no se puede consumir drogas, según lo estipula el vigente decreto distrital 825 de 2019.

 

No se trata de una medida arbitraria ni punitiva, sino de una forma de proteger derechos, especialmente los de los más vulnerables: nuestros niños.

Recientemente, el Concejo de Bogotá dio un paso firme hacia este camino. La corporación aprobó el proyecto de acuerdo del cual soy autor y que busca señalizar entornos escolares, parques y plazoletas principalmente. El balón está ahora en la cancha del Distrito, pues esta iniciativa ya pasó a sanción del alcalde. Desde el momento en que entre en vigencia, estas demarcaciones se harán de forma progresiva y de acuerdo con la disponibilidad presupuestal.   

Diariamente, desde mi rol como concejal de Bogotá, recorro los barrios de nuestra ciudad. Escucho, observo y, sobre todo, analizo las preocupaciones de la ciudadanía. En cada conversación con una madre angustiada, con un padre desesperado o con algún representante de la comunidad académica, se repite una misma inquietud: el consumo de drogas en espacios públicos y entornos escolares es alarmante.

Frente a esta realidad, propuse esta iniciativa que lo que busca es generar herramientas que faciliten el cumplimiento de la normatividad vigente y fortalezcan la sana convivencia ciudadana. No se trata de estigmatizar a los consumidores, como algunos sectores han tratado de hacer ver rasgándose las vestiduras.

Esta propuesta no surgió en un escritorio alejado de la realidad, ni desde la distancia. Nació del trabajo constante en las localidades de Bogotá y del contacto directo con las circunstancias que viven las comunidades.

Y los datos lo confirman. Según información oficial proporcionada por la Secretaría de Salud, entre enero de 2020 y julio de 2024 se registraron  10.686 atenciones a menores de edad por trastornos relacionados con el consumo de sustancias psicoactivas.

El grupo más afectado es el representado por jóvenes entre los 14 y 17 años, pero lo más alarmante es saber que esta problemática no discrimina edades. La Secretaría de Educación de Bogotá, a través del Sistema de Alertas, reportó 6.431 casos de consumo de sustancias psicoactivas en menores durante el año 2023, con un incremento del 37% en los casos reportados en niños de seis a 11 años. Esta cifra debería ser suficiente para encender todas las alarmas.

Colombia, y en particular nuestra capital, enfrentan una problemática estructural en torno al consumo de drogas. Es una situación compleja, de múltiples causas que requiere una estrategia integral que incluya la prevención, la educación, el tratamiento y, por supuesto, el fortalecimiento del tejido social.

Sin embargo, tenemos a un gobierno nacional alcahueta, que envía mensajes equivocados sobre esta problemática de las drogas y que los acolita bajo el escudo del libre desarrollo de la personalidad. 

La señalización en espacios públicos, entonces, es una herramienta más en esta lucha. No busca perseguir ni estigmatizar, sino recordar que hay lugares donde el consumo de drogas no puede ni debe ser tolerado, especialmente cuando están en juego los derechos de los niños. Nuestra Constitución Política es clara: los menores de edad gozan de especial protección y es deber del Estado, de las instituciones y de la sociedad velar por su bienestar.

Soy y seguiré siendo el concejal antidrogas, porque ese maldito veneno debe salir de los entornos escolares y parques inmediatamente.

Andrés Barrios Bernal