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Etiqueta: Biodiversidad

Siete millones de euros aporta Alemania a Colombia para proteger la biodiversidad

Como parte del esfuerzo que el Gobierno Nacional articula en relación con la cooperación internacional, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Carlos Eduardo Correa, firmó el pasado viernes el Contrato de Aporte Financiero y de Ejecución del Programa ‘Conservación y Uso Sostenible de Recursos Naturales’.

Se trata de un importante convenio que se adelanta junto con el banco alemán KFW y que destinará siete millones de euros para la protección de la biodiversidad, una alianza que también firmó Parques Nacionales Naturales de Colombia, entidad que integra el Sistema Nacional Ambiental (SINA).

 

“Firmamos este acuerdo para la conservación de nuestros bosques y de nuestra biodiversidad. A lo largo de los años de esta gran cooperación y sociedad estratégica con el Gobierno de Alemania y con el KFW, estos recursos han venido llegando a través de diferentes programas como Visión Amazonía y hoy con Herencia Colombia; han sido ejecutados de manera transparente con un impacto muy positivo en nuestra biodiversidad, en nuestros bosques y en las comunidades que están ahí en el territorio”, afirmó el ministro de Ambiente, Carlos Eduardo Correa.

La firma, que se hizo en las instalaciones del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, contó con la presencia del director regional del KFW para Colombia y Ecuador, Álvaro Berriel, quien resaltó que gracias a la exitosa cooperación que ambas naciones han articulado, se han obtenido importantes resultados en la protección de la biodiversidad y los ecosistemas del país.

“Colombia es conocido por ser uno de los países más megadiversos del mundo. Nos complace que por parte de la cooperación alemana podemos contribuir a proteger este patrimonio tan importante a nivel mundial”, precisó Berriel.

Las zonas de intervención de este significativo convenio serán los Parques Nacionales Naturales Las Hermosas, La Chingaza, Alto Fragua y el Santuario de Flora Plantas Medicinales Orito, en donde se hará una importante inversión en infraestructura, equipamiento y sistemas sostenibles para una gestión mejorada de las áreas protegidas y el uso sostenible en estos territorios y sus zonas de conectividad.

“Con este nuevo acuerdo vamos a tener recursos adicionales para poder seguir invirtiendo en la conservación de nuestras áreas protegidas y en la protección de nuestro mayor patrimonio, que es nuestra biodiversidad, nuestros bosques, y, en especial, en la Amazonía colombiana”, concluyó el ministro Correa.

Este encuentro entre Alemania y Colombia supone un paso más que fortalece los lazos de cooperación entre ambos países y sigue una hoja de ruta trazada con programas de gran impacto como Áreas Protegidas y Diversidad Biológica Fase I y Fase II, y Adaptación Basada en los Ecosistemas para la Protección Contra la Erosión Costera en un Clima Cambiante.

Estas son las claves para mantener la biodiversidad en Colombia

Biodiversidad. Colombia es el segundo país con mayor biodiversidad del planeta, pero también con mayor inequidad social. Igualmente es un país que está al borde de tener una gran crisis climática. Esto plantea uno de los retos más importantes en materia de sostenibilidad y en la salud de nuestro ecosistema natural.

Los ecosistemas naturales sustentan todas las formas de vida de la tierra y como administradores de esos recursos es necesario generar un cambio y una transición a energías renovables y más eficientes.

 

La explotación petrolera, el desmedido uso de gas y carbón al igual que los grandes índices de emisiones que generan industrias como la ganadera y el sector agricultor, son elementos que invitan a propiciar cambios en el sector productivo. Se trata de direccionamientos con los que se puede consolidar una economía más sostenible que supla las necesidades de las personas y no afecte la biodiversidad del país.

“Normalmente pensamos que el cambio climático se refleja principalmente en temperaturas elevadas y aumento de los niveles de los océanos. Pero en Colombia la realidad es otra. Se avecinan tiempos en los que predominarán aumento de lluvias, lo que provocará derrumbes en zonas montañosas. Una situación que dificulta el transporte y la logística, afectando a la sociedad en muchos ámbitos, como el desabastecimiento de alimentos en las grandes ciudades, por dar un ejemplo”, comenta Sandra Vilardy, Profesora de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes y Directora de Parques Cómo Vamos.

Es necesario equilibrar las prioridades sociales, económicas, industriales y políticas para generar un desarrollo sustentable. Colombia ha avanzado en algunos aspectos sostenibles, pero se requieren acciones inmediatas, ante una eventual crisis climática y de recursos naturales, las cuales pueden ser generadores de más inequidad, de mayores problemáticas sociales y dificultades económicas.

Adaptación con la nueva década

“Se aproxima la década del 2030 la cual impone una transición y adaptación climática. Una coyuntura a la que tanto la industria como la sociedad se deben adaptar para generar bienestar y garantizar la conservación de la biodiversidad. Pocas veces nos damos cuenta que somos muy frágiles frente a la crisis climática y la dependencia que tenemos de los recursos. Pero un cambio no lo podemos hacer solos. Es importante generar políticas públicas articuladas con las necesidades sociales y de la industria para poder enfrentar, en cohesión, la crisis que tenemos que enfrentar”, comenta Vilardy.

Sin duda, la sostenibilidad va de la mano con la eficiencia energética y el uso de energías renovables. Colombia es un país que tiene grandes oportunidades para poder diversificar su matriz energética. Paulatinamente, el país se ha consolidado como un referente en la generación de hidroelectricidad, consolidándose de esta manera como una nación que genera pocas emisiones de gases invernadero.

El utilizar el viento, las mareas del océano y otras energías renovables ayudarán a Colombia a diversificar sus fuentes de energía. “Aunque hemos avanzado en la energía eólica, necesitamos aumentar esta transición energética y acelerarla. El primer paso es darnos cuenta de la dependencia del petróleo, y tomar medidas oportunas para mitigar paulatinamente su uso con alternativas de electrificación”, concluye Vilardy.

Frente a este panorama, el país deberá incrementar las inversiones destinadas al desarrollo de modelos de generación alternativos, no convencionales. Un elemento que resulta vital para enfrentar la crisis climática y articular las industrias y los gobiernos en una economía regenerativa.

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Cerca de 1.000 especies en peligro de extinción por las ciudades: ¿Cómo lo evitamos?

Un enfoque en la planificación urbana que proteja los hábitats puede mitigar el grave impacto de una expansión urbana global de 1,53 millones de kilómetros cuadrados en las próximas tres décadas.

En los próximos 30 años, se prevé que la población urbana mundial aumente en 2.500 millones de personas, lo que incrementará enormemente la expansión urbana. Se espera que gran parte de esta expansión urbana se produzca en puntos calientes de biodiversidad -zonas ricas en especies que corren un alto riesgo de destrucción debido a la actividad humana-, poniendo en peligro una gran variedad de especies, muchas de las cuales ya están amenazadas de extinción.

 

Según los resultados de un nuevo estudio de la Universidad de Yale, publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, se prevé que la expansión suponga hasta 1,53 millones de kilómetros cuadrados de nuevos terrenos urbanizados, lo que supondrá una amenaza directa para 855 especies.

El estudio identificó las ciudades con puntos calientes cuyo crecimiento se prevé que tenga un impacto especialmente grande en los hábitats de las especies. Muchas de estas ciudades se encuentran en regiones ecuatoriales en las que el crecimiento urbano coincide con hábitats biodiversos. Las ciudades que suponen una mayor amenaza para las especies debido a su expansión se encuentran predominantemente en las regiones tropicales en desarrollo del África subsahariana, Sudamérica, Mesoamérica y el Sudeste Asiático.

Mapa de vida

Las especies clasificadas como «amenazadas» en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza están desproporcionadamente representadas entre las especies más afectadas. Sin embargo, los autores afirman que centrar los esfuerzos mundiales en minimizar el impacto en los hábitats de estas regiones en crecimiento puede ayudar a conservar y proteger las especies. El estudio se basó en los datos del Mapa de la Vida de Yale, una colección de datos sobre la distribución de las especies que se utiliza para supervisar, investigar y crear políticas de protección de las especies en todo el mundo.

También utilizó un conjunto de proyecciones sobre el uso del suelo recientemente desarrollado para evaluar la futura pérdida de hábitat por la expansión del suelo urbano para más de 30.000 especies terrestres en todo el mundo. El estudio ha revelado que la expansión del suelo urbano es un factor importante de pérdida de hábitat para un tercio de ellas.

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El estudio llega en el momento en que la 15ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas se prepara para reunirse en abril y decidir el nuevo marco de conservación de la biodiversidad para después de 2020. El estudio demuestra la necesidad de que los esfuerzos globales de conservación incluyan políticas para preservar las especies en los terrenos urbanos.

«Las ciudades son en realidad parte de la solución –explica Karen Seto, catedrática Frederick C. Hixon de Geografía y Ciencias de la Urbanización en la Escuela de Medio Ambiente de Yale y coautora del estudio.- Podemos construir las ciudades de forma diferente a como lo hemos hecho en el pasado. Pueden ser buenas para el planeta; pueden salvar especies; pueden ser centros de biodiversidad y salvar terrenos para la naturaleza».

El estudio ha constatado que los mayores impactos sobre las especies no proceden de las mayores ciudades del mundo, sino de las zonas urbanas que tienen una gran cantidad de especies endémicas y cuya expansión puede destruir los hábitats. Y estas zonas se están urbanizando rápidamente.

«Uno de los objetivos del estudio era identificar aquellas especies, no sólo amenazadas, sino específicamente amenazadas por el desarrollo del suelo urbano –subraya Rohan Simkin, estudiante de doctorado en la YSE y autor principal del estudio–. Creo que el ciudadano de a pie es muy consciente de la crisis climática ahora, pero no estoy seguro de que sea consciente de la crisis de la biodiversidad».

Zonas tropicales

Pero entre los obstáculos para contener la expansión urbana se encuentran las presiones económicas, las estructuras de gobierno y la conciencia de la importancia de los hábitats y la conservación de la biodiversidad. «Es más fácil construir hacia fuera, no hacia arriba», señala Seto. Las especies más presionadas por la expansión se concentran en zonas que van desde el centro de México hasta Centroamérica, el Caribe, Haití, Nigeria, Camerún, Sri Lanka, Indonesia, Malasia, Tailandia, Brasil y Ecuador.

«Estamos en un momento crítico en el que los gobiernos del mundo están renegociando sus compromisos con el Convenio sobre la Diversidad Biológica. Este estudio es importante porque nos permite cuantificar, por primera vez, qué especies concretas están más amenazadas por el crecimiento urbano y dónde se necesitan áreas urbanas protegidas para salvaguardarlas», resalta Robert McDonald, científico principal de soluciones basadas en la naturaleza en The Nature Conservancy.

Los acuerdos mundiales sobre biodiversidad y conservación que se centran en la protección del hábitat de las especies que se prevén más vulnerables, las inversiones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y las acciones específicas a escala local pueden ayudar a mitigar el impacto sobre las especies.

Biodiversidad dinámica

El estudio ofrece un apoyo vital a la hora de tomar decisiones en regiones de todo el mundo para planificar un crecimiento urbano que minimice la pérdida de biodiversidad», apunta Walter Jetz, director del Centro de Biodiversidad y Cambio Global de Yale y profesor de ecología y biología evolutiva–. Aprovecha el Índice de Hábitat de las Especies, un indicador central de cambio de la biodiversidad del proyecto de Marco Mundial de Biodiversidad posterior a 2020 del Convenio sobre la Diversidad Biológica, para evaluar los escenarios futuros».

A pesar del potencial de pérdida de especies por la expansión del terreno, el estudio pone de relieve cómo las ciudades pueden proteger la biodiversidad de forma proactiva, apunta Seto. «La mayoría de estos lugares aún están por construir –añade–. Las políticas basadas en la ciencia que guíen la forma de construir las ciudades del futuro tendrán un efecto tremendo»

Los bosques mixtos son fondos de inversión de la humanidad

Contribuyen al desarrollo económico y social de las comunidades locales, a mitigar el cambio climático y a fijar población en el medio rural, van más allá de sus valores naturales.

El informe del proyecto europeo Comfor-Sudoe (Bosques complejos del sudoeste europeo), liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (MNCN-CSIC), ha identificado, estudiado y valorizado los beneficios económicos y sociales de los bosques mixtos para las sociedades rurales y urbanas de España, Francia y Portugal.

 

Al contrario que las plantaciones silvícolas monoespecíficas, los bosques mixtos o complejos son aquellos en los que conviven de manera silvestre diferentes especies de árboles o en los que predomina una sola variedad con ejemplares en diferentes momentos de desarrollo.

Como señala el profesor Andrés Bravo-Oviedo, investigador del MNCN-CSIC y coordinador del proyecto, este tipo de formaciones boscosas «presentan mayor resiliencia ante amenazas como el cambio climático o la disminución de la biodiversidad. Además, son capaces de proveernos de más y mejores servicios ecosistémicos».

El informe pretende servir de herramienta de apoyo a la labor de los responsables políticos, y otros actores implicados en la gestión del territorio, para que puedan valorar económicamente los beneficios y servicios que aportan los bosques variados y adoptar así las decisiones más adecuadas para avanzar hacia una gestión sostenible de estos valiosos espacios forestales.

Y es que, a menudo, los beneficios que aportan este tipo de masas boscosas resultan invisibles para los gestores del territorio. De ahí el alto valor de este riguroso trabajo de investigación, pues aporta las herramientas necesarias, accesibles y basadas en evidencias científicas, para entender el relevante papel que juegan los bosques mixtos en el desarrollo económico y social de las comunidades locales, y ante el no menos importante reto de fijar población en el medio rural.

El informe y la documentación práctica que lo acompaña son fruto de una extensa y minuciosa revisión bibliográfica, del análisis de cerca de un centenar de artículos científicos y del trabajo en equipo de numerosos expertos con el objetivo de identificar y valorar servicios como: la captura de CO₂, el control de la erosión y el avance de la desertificación, la regulación de la calidad del agua, la absorción y fijación de carbono o el mantenimiento de la biodiversidad, así como el suministro productos naturales como las setas y los frutos del bosque o el aprovechamiento energético de la biomasa forestal.

Los resultados muestran que, de los 68 beneficios o servicios identificados con los que nos proveen los ecosistemas forestales complejos de la región del sudoeste europeo (España, Francia y Portugal), 29 son de aprovisionamiento, 16 son culturales y 23 son de regulación y mantenimiento de los ecosistemas.

El principal objetivo del proyecto Comfor-Sudoe es preservar y potenciar la existencia de bosques complejos, mixtos e irregulares, para dotarnos de unas masas forestales mejor adaptadas al cambio climático, que contribuyan a su mitigación y a la prevención de riesgos (como los incendios forestales, frente a los que se muestran más resilientes) y a detener la pérdida de biodiversidad que sufre nuestro patrimonio natural.

Además del MNCN-CSIC, el proyecto cuenta con la participación de Agresta Sociedad Cooperativa, el Centro Tecnológico Agrario y Alimentario (Itagra), Eocacsa Reserva de Biodiversidad, Institut Européen de la Forêt Cultivée (IEFC), Institut National de la Recherche Agronomique et l’Environnement (INRAE), el Instituto Superior de Agronomía de la Universidad de Lisboa (ISA-UDL), la Universidad de Oviedo y la Universidad de Valladolid.

¿Por qué dependemos de la biodiversidad?

En un lugar privilegiado en biodiversidad como Colombia, se permite que el turismo científico se armonice también con el ecoturismo. Es una razón mas para considerar a la biodiversidad como la mayor fuente de desarrollo sostenible: una oportunidad que no podemos dejar pasar.

 

‘¿Por qué dependemos de la biodiversidad? La oportunidad que no podemos dejar pasar’ (J.A. Sánchez, 2021, Intermedio Editores/Ediciones Uniandes) es un libro que se construye sobre el lienzo de la biodiversidad como el gran privilegio natural de Colombia y de cómo desaprovecharla es alejar la nación del desarrollo sostenible. Esta columna es la primera de varias en que el autor además de invitar a leer su obra, nos presenta instrumentos adicionales para aprovechar la biodiversidad.

La ciencia, en especial la necesidad de viajar para realizarla, es la mayor motivación del turismo científico. El turismo científico tiene dos vertientes a saber. La primera es aquella en dónde los científicos son los turistas y la segunda donde los turistas son guiados por la ciencia y los científicos. Se dice que los primeros turistas de una región remota, muchas veces inaccesible, son científicos y exploradores que abren las puertas a nueva industria ecoturística de la mano de las comunidades y organizaciones locales [1]. No es un secreto que una de las mayores satisfacciones que tenemos los científicos –cuya investigación incluye un componente de campo– es poder viajar y combinar un poco de contemplación y ocio con la recolección de datos e información.

Haber investigado los octocorales de Cabo Corrientes, Nuquí, Chocó, Colombia [2], nos abrió la oportunidad de conocer la biodiversidad de sus conservadas selvas, avistar las ballenas jorobadas en superficie y escucharlas bajo el agua al bucear, caminar extensas playas solitarias, fundirse en sus aguas termales, así como disfrutar de la culinaria local junto a un riquísimo intercambio cultural con las comunidades chocoanas. Allí, encontramos acomodación local gracias al voz a voz de otros investigadores y asimismo otros investigadores fueron luego tras nuestros pasos. Podemos decir que este tipo de turismo científico es el más común en Colombia, en donde las redes de colegas comparten sus contactos de los guías y alojamiento local. Pero la forma ideal de realizar el turismo científico es cuando esta disponible una estación de campo.

Las estaciones de campo son la situación ideal para el turismo científico, donde se busca el acceso a la biodiversidad local y ecosistemas poco perturbados o visitados. Allí los científicos no solo consiguen acomodarse para pasar una temporada en campo con acceso a la biodiversidad, sino que además tienen laboratorios para el procesamiento de muestras y datos, así como aulas para reuniones y conferencias, además de actividades que contribuyan al intercambio de saberes con las comunidades locales. El caso emblemático en la región es la estación de la Asociación de Estudios Tropicales (OTS por sus siglas en inglés) en Costa Rica, en la cual se reúnen todos los años científicos –profesores y alumnos– de todo el mundo para estudiar la ecología tropical y realizar proyectos en las vecindades de la estación; una actividad que ha posicionado a esta nación como uno de los principales destinos ecoturísticos del trópico [3].

Otra estación de campo que reúne tanto ecosistemas continentales como marinos la instaló el Instituto Smithsonian de asuntos tropicales (STRI por sus siglas en inglés) en la isla de Bocas del Toro, en la costa Caribe de Panamá. Esta estación, ubicada de forma palafita sobre un humedal costero, incluye laboratorios de última generación y sistemas de monitoreo ambiental marino y terrestre en tiempo real. La estación tiene varios tipos de alojamiento dentro del mismo campus, el cual tiene acceso a manglares, pastos marinos, arrecifes coralinos, estuarios, playas y bosques húmedos tropicales a cortas distancias. Sus talleres y cursos liderados por expertos de todo el mundo han contribuido a completar los inventarios de biodiversidad de este enclave de la biodiversidad mesoamericana [4]. El STRI tiene varias estaciones de campo incluyendo la icónica isla de Barro Colorado en el lago Gatún del canal de Panamá. La docencia universitaria hace uso extensivo de estas estaciones de campo para el complemento de clases que incluyen temas de la biodiversidad.

Desde el punto de vista científico las estaciones de campo traen consigo muchos valores agregados entre ellos fomentar el crecimiento de las redes de investigación y un fortalecimiento de la cooperación internacional para el estudio de la biodiversidad.

Gracias a la fidelidad de los científicos que realizan investigaciones en estaciones de campo, sus áreas de influencia se han convertido en los lugares donde la biodiversidad está mejor estudiada y monitoreada. Algunas comunidades forestales y variables ambientales, en las isla de Barro Colorado, tienen más de cien años de datos cuantitativos [5]. Incluso en el campo marino, que lleva un retraso considerable con respecto a la investigación terrestre, se tiene información de más de 50 años de monitoreo de los arrecifes de la isla de Curazao gracias a la estación de campo CARMABI [6]. Los estudios de largo aliento han podido determinar con rigurosidad científica los efectos negativos del cambio climático–el mayor desafío actual de la humanidad–para la biodiversidad continental y marina.

Los países vecinos de Colombia cuentan con buenas estaciones de campo y una tradición sostenida de turismo científico. En Ecuador, por ejemplo, encontramos estaciones como Tiputini Biodiversity Station (TBS), de la Universidad San Francisco de Quito, en el corazón de la Reserva de Biosfera de Yasuní, en la región amazónica; en la costa, está el Centro Nacional de Acuicultura e Investigaciones Marinas (CENAIM), estación de campo de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL). En esta última, en colaboración con colegas ecuatorianos, logramos extraer el ADN e iniciar la construcción de librerías genómicas el mismo día que colectamos las muestras de candelabros marinos mediante buceo SCUBA justo al frente de la estación en el islote de El Pelado. Incluso Venezuela, antes de su crisis reciente, contaba con estaciones en el archipiélago de los Roques y la isla Margarita (Fundación La Salle), entre otras. En Colombia se han visto truncado los mejores esfuerzos para la permanencia de estaciones de campo, pero tampoco hemos invertido decididamente en estas.

El sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNN) ha sido lo más cercano a una red de estaciones de campo en Colombia. El CIEM (Centro de Investigaciones Ecológicas La Macarena) liderado por la Universidad de los Andes y gracias a la cooperación colombo-japonesa, estableció una estación de campo en cercanías del río Duda, que desde 1989 vino a ser parte del PNN Tinigua [7] y que infortunadamente tuvo que cerrarse por problemas de orden público. Todo el sistema de PNN de una u otra forma alberga investigadores y expediciones científicas. Algunos cuentan con infraestructura y alojamientos como es el caso de la estación Henry Von Prahl en la isla Gorgona [8]. Por algo la llaman la “isla ciencia” con una gran tradición en investigación marina, en dónde se ha podido realizar investigación y monitoreo por más de tres décadas. Incluso en los lugares más remotos del sistema de PNN, como el Santuario de Flora y Fauna-SFF Malpelo, hay visitas constantes de investigadores y se estudia con el apoyo del PNN y la fundación Malpelo. Algunos de nuestros mejores resultados de investigación, gracias las condiciones de conservación y aislamiento de la biodiversidad de la isla Malpelo, además con influencia del fenómeno de El Niño Oscilación Sur, se han realizado gracias a este apoyo interinstitucional [9]. Seguir apoyando a los PNN para que consoliden sus esfuerzos de instalación y mejoramiento de sus estaciones científicas es sin duda una medida tangible hacia la promoción del turismo científico en Colombia.

En la segunda vertiente del turismo científico, donde los turistas, sin ser científicos, tienen una experiencia relacionada con la ciencia y su investigación, tiene un mayor potencial en Colombia. En este turismo guiado por científicos, provee una experiencia de mutuo beneficio. Por ejemplo, los voluntarios para la restauración ecológica de la biodiversidad, como por ejemplo la rehabilitación de fauna, las guarderías coralinas y la reforestación, son un gran apoyo para los científicos y la conservación. Requiere de científicos dispuestos a participar del turismo científico o que puedan beneficiarse del apoyo de turistas voluntarios, muchas veces como parte de expediciones científicas o viajes de exploración. Este tipo de actividad puede llegar a ser masivo, sin dejar de ser sostenible, y es considerada desde sus inicios como un turismo con mínimos impactos adversos sobre el ambiente [10]. Incluso, el avistamiento de especies carismáticas de la biodiversidad, como los tiburones por ejemplo, es reconocido como un elemento que apoya los procesos de conservación en curso [11]. El sentimiento de aportar a la restauración y conservación de ecosistemas amenazados, como los arrecifes coralinos, atrae un creciente numero de turistas y buzos aficionados [12]. Las estaciones científicas en los parques nacionales, o en cualquier tipo de reserva, podrían ampliar su oferta de turismo científico en esa dirección incluyendo nuevos perfiles de turistas atraídos por las actividades científicas o incluso estudiantes de colegios y universidades interesados en una experiencia científica durante sus vacaciones.

Un lugar privilegiado en biodiversidad como Colombia, permite que el turismo científico se armonice con el ecoturismo. En los parques y reservas de Nueva Zelanda existen redes de caminos y refugios–algunos pre-fabricados y transportados en helicópteros–donde los caminantes disfrutan del entorno natural de la isla durante varios días sin encontrar siquiera redes de electricidad. Las famosas “grandes caminatas” deben reservarse muchas veces con varios años de anticipación, debido a la demanda de visitantes de todo el mundo. Muchos de estos recorridos son motivados, no solo por los icónicos paisajes de los fiordos y los Alpes del sur, sino por la biodiversidad única de la isla, en especial de sus plantas y aves. El avistamiento de aves y vida silvestre está en crecimiento en Colombia, gracias a iniciativas como el “Global Big Day”, y su potencial puede ser aún mayor si se recuperan muchos de los caminos que recorren al país. Solamente en la cordillera oriental se conocen en detalle 157 caminos, Boyacá (42 rutas), Cundinamarca (75) y Santander (40), que recorren, cada uno, un promedio de 15 km y se pueden recorrer en un solo día, iniciando y terminando en lugares con acceso a transporte terrestre. Estos caminos en su mayoría van por caminos reales, con empedrados antiguos, atravesando bosques, páramos, humedales y enclaves rurales, afortunadamente documentados en las “Rutas camineras de Colombia” [13–15]. Esto demuestra el enorme potencial de la biodiversidad de Colombia, incluso con infraestructura existente, para que el turismo guiado por la ciencia se convierta en una fuente de empleo y sostenibilidad en todas las regiones de Colombia.

Esta nota no pretende ser una investigación exhaustiva del turismo científico en Colombia, pero si podemos decir que los casos mencionados muestran el enorme potencial de esta actividad. La biodiversidad es el gran privilegio natural de esta nación y el turismo científico es otro instrumento para su aprovechamiento. Es una razón mas para considerar a la biodiversidad como la mayor fuente de desarrollo sostenible: una oportunidad que no podemos dejar pasar.

@biommar

Referencias citadas

  1. Slocum SL, Kline C, Holden A, editors. 2015 Scientific Tourism: researchers as travellers. Oxon, UK: Routledge.
  2. Sánchez JA, Ballesteros D. 2014 The invasive snowflake coral (Carijoa riisei) in the Tropical Eastern Pacific, Colombia. Revista de Biología Tropical 62, 197–207.
  3. Laarman JG, Perdue RR. 1989 Science tourism in Costa Rica. Annals of Tourism Research 16, 205–215. (doi:10.1016/0160-7383(89)90068-6)
  4. Collin R, Díaz MC, Noremburg J, Rocha RM, Sánchez JA, Schulze A, Schwartz M, Valdéz A. 2005 Photographic identification guide to some common marine invertebrates of Bocas del Toro, Panamá. Caribbean Journal of Science 41, 638–707.
  5. Windsor DM. 1990 Climate and Moisture Variability in a Tropical Forest: Long-term Records from Barro Colorado Island, Panama. Smithsonian Contributions to Earth Sciences 29, 1–145.
  6. Bak RP, Nieuwland G, Meesters EH. 2005 Coral reef crisis in deep and shallow reefs: 30 years of constancy and change in reefs of Curacao and Bonaire. Coral reefs 24, 475–479.
  7. Stevenson PR, Suescún M, Quiñones MJ. 2004 Characterization of forest types at the CIEM, Tinigua Park, Colombia. Field Studies of Fauna and Flora La Macarena Colombia 14, 1–20.
  8. Giraldo A, Diazgranados MC, Gutiérez-Landázuri CF. 2014 Isla Gorgona, enclave estratégico para los esfuerzos de conservación en el Pacífico Oriental Tropical. Revista de Biología Tropical 62, 1–12.
  9. Quintanilla E, Ramírez-Portilla C, Adu-Oppong B, Walljasper G, Glaeser SP, Wilke T, Muñoz AR, Sánchez JA. 2018 Local confinement of disease-related microbiome facilitates recovery of gorgonian sea fans from necrotic-patch disease. Scientific Reports 8, 14636. (doi:10.1038/s41598-018-33007-8)
  10. Ilyina L, Mieczkowski Z. 1992 Developing scientific tourism in Russia. Tourism management 13, 327–331.
  11. Gonzáles-Mantilla PG, Gallagher AJ, León CJ, Vianna GMS. 2021 Challenges and conservation potential of shark-diving tourism in the Macaronesian archipelagos. Marine Policy 131, 104632. (doi:10.1016/j.marpol.2021.104632)
  12. Prideaux B, Pabel A. 2018 Coral reefs: Tourism, conservation and management. Routledge.
  13. Delgado C. 1996 Rutas camineras de Colombia: Cundinamarca. Corporación Nacional de Turismo.
  14. Muñoz de Sánchez N. 1996 Rutas camineras de Colombia: Boyacá. Corporación Nacional de Turismo.
  15. Ortiz G. 1996 Rutas camineras de Colombia: Santander. Corporación Nacional de Turismo.

La biodiversidad colombiana desde la diversidad de las miradas

ColombiaBio, un proyecto liderado por Colciencias que ha venido trabajando de la mano de grandes investigadores y cineastas colombianos, presenta su serie de documentales sobre expediciones científicas que buscan registrar la biodiversidad de territorios que hasta hace poco permanecían inexplorados y parecían vetados por cuenta del conflicto armado.

En un esfuerzo sin precedentes en el país, cada documental registra una de estas expediciones científicas, en las que se descubrieron especies nuevas y unas que se consideraban extintas, entre otros hallazgos. También documentaron el impacto de las comunidades que habitan estos territorios y la historia de los pueblos, evidenciando la importancia que hasta un microorganismo tiene para el equilibrio del planeta y resaltando la labor de la población para la conservación del medioambiente.

 

Desde el archipiélago de San Andrés (La tierra del agua) hasta las montañas que unen a los Andes y a la Amazonía (Andakí, camino de vida), y desde el Darién chocoano (Tacarcuna) hasta el inexplorado corazón del Amazonas (Chiribiquete, videografía de Expedición al Centro del Mundo), pasando por las cuevas de Santander (El Peñón) y los ríos agrestes de la Orinoquía (Vichada), estos documentales muestran un país que está abriendo sus puertas a la ciencia.

Más de 400 personas de diferentes casas productoras audiovisuales sumaron su trabajo al de directores como Oscar Ruiz Navia (El vuelco del cangrejo, Los Hongos, Epifania), Patricia Ayala (Don Ca, Un asunto de tierras), Nicolás Ordóñez (Jirafas), Juan Pablo Méndez (Banderas en Marte), Carlos Arturo Ramírez (Elia) y Clare Weiskopf (Amazona), quienes capturaron la pasión (y también la locura) de los científicos y las comunidades que realizaron estas expediciones.

Hoy, ColombiaBio en alianza con Caracol TV, comenzará a transmitir estos documentales todos los sábados, a partir del 2 de diciembre y hasta el 6 de enero, en el horario de 11:00 p.m en el espacio “Entre ojos”.

Esta es una oportunidad para que todo el país entienda la importancia de este trabajo, el cual enseña que viajar al fondo de lugares que durante años habían estado relegados para la ciencia, tienen todo un legado natural que se debe proteger.

El lanzamiento oficial de ColombiaBio se realizó el 10 de noviembre, en el Jardín Botánico de Bogotá y contó con la presencia de los científicos que participaron en las expediciones y los equipos de producción de los documentales.


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