Ir al contenido principal

Horarios de atención

De lunes a viernes:
8:00 AM – 5:00 PM

Whatsapp: (+57) 317 599 0862
Teléfono: (+57) 313 7845820
Email: [email protected]

Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Cambio climático

COP28: ¿Son las COP un escenario eficaz contra el cambio climático?

Por: Raúl Andrés Arce Calderón

Desde el 30 de noviembre se está realizando la COP28 en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, seguramente han escuchado algo al respecto, y de la participación del Presidente de la República, Gustavo Petro, y de la Alcaldesa de Bogotá, Claudia López, hablando de las apuestas que desde el gobierno nacional y distrital tienen para afrontar el cambio climático.

 

Es necesario recordar que las Conferencias de las Partes (COP) son reuniones anuales convocadas por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) para abordar la crisis climática a nivel mundial. La primera COP se celebró en 1995 en Berlín, y desde entonces se han llevado a cabo 28 ediciones de estas conferencias en diferentes ciudades alrededor del mundo.

Este evento reúne a representantes de gobiernos, organizaciones internacionales, la sociedad civil, el sector privado y otros actores relevantes para discutir y negociar acciones para combatir el cambio climático y tienen como objetivo revisar y promover la implementación de la Convención, así como de adoptar decisiones que impulsen la acción climática a nivel global.

Sin embargo, desde su creación se reporta que el nivel del mar ha crecido en cerca de 80mm, según la NASA los niveles han pasado de 12,5 mm en 1995 a 94,4 en 2019, mientras que las emisiones globales de CO2 alcanzaron 40.600 millones de toneladas en 2022 frente a los 28.500 millones de toneladas que se emitieron en 1995, de acuerdo con cifras del Global Carbon Project.

Estos datos, de la mano con el calentamiento global cada vez más evidente y el aumento de emisiones de CO2 en países como India o China, hacen que se señale a las conferencias como un club de buenas intenciones más que como una instancia que haya obtenido resultados tangibles beneficiosos para todos.

Este argumento se fortalece cuando al analizar los más de 100 mil asistentes a Dubái este año, se encuentra que aunque haya actores de todos los sectores, no todos tienen una representación equitativa, en la Conferencia han hecho presencia 2.456 lobistas de industrias relacionadas con los combustibles fósiles, superando a las delegaciones de todos los países a excepción de Brasil, y tan sólo 316 representantes oficiales de comunidades indígenas como lo calcula la organización Kick the Big Polluters Out.

Ahora bien, desde su creación, las COP han impulsado diversas medidas para reducir las emisiones de CO2 a nivel mundial. Algunas de estas medidas incluyen:

  • Transición a fuentes de energía renovable: Se ha promovido la adopción de energías limpias, como la solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica, como alternativas a los combustibles fósiles para la generación de electricidad.
  • Eficiencia energética: Se han implementado políticas y tecnologías para mejorar la eficiencia en el consumo de energía en sectores como la industria, transporte, edificación y electrodomésticos, reduciendo así la demanda de energía y las emisiones asociadas.
  • Transporte sostenible: Se han promovido medios de transporte más sostenibles, como el transporte público, la movilidad eléctrica, el uso de biocombustibles y la planificación urbana orientada al transporte no motorizado.
  • Captura y almacenamiento de carbono (CAC): Se han desarrollado tecnologías para capturar las emisiones de CO2 en instalaciones industriales y de generación de energía, y almacenarlas de forma segura a largo plazo.
  • Reforestación y conservación de bosques: Se han llevado a cabo iniciativas para conservar y restaurar los bosques, que actúan como sumideros de carbono al absorber CO2 de la atmósfera.

En esta línea, tal vez el logro más relevante para países vulnerables al cambio climático de la COP27 y la COP28, es la creación y puesta en marcha de un nuevo fondo de “Pérdidas y Daños”, el objetivo de éste es compensar y ayudar a adaptarse a las naciones que más afectadas se han visto por los impactos del calentamiento global, como por ejemplo Pakistán con las devastadoras inundaciones de este verano o las sequías que azotan franjas de África.

El Fondo, que en principio será manejado por el Banco Mundial, y que podría beneficiar a países de América Latina y el Caribe, tiene a la fecha compromisos de aportes de los países desarrollados por 700 millones de dólares, una cifra cercana al 0,2% de lo que se necesitaría según estimaciones de ONG’s internacionales (unos 400 mil millones de dólares anuales) que se darán en forma de subvenciones y no de préstamos.

Estos hechos y reflexiones nos dejan ver que, en términos estrictos, las COP son instancias de carácter político positivas, fundamentales para el proceso de toma de decisiones sobre el clima a nivel internacional, y que han sido escenarios clave para la adopción de acuerdos históricos, como el Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París. No obstante, para que las decisiones allí tomadas sean eficaces, tienen que verse respaldadas por las acciones reales de gobiernos nacionales, sector privado, sociedad civil y otros actores relevantes.

En la medida en que no exista una voluntad concreta que vaya más allá de las declaraciones, la participación en estas conferencias será importante pero ineficiente, y  aportará más a la reputación de las organizaciones en algo similar a un greenwashing, que a la reducción del calentamiento global.

¿Acaso la única forma es no obedecer?

Por: Juan Camilo Clavijo

Al dirigirse a la Asamblea General de la ONU, su secretario general, António Guterres, destacó sus prioridades para 2023. Describiendo 2023 como «un año de ajuste de cuentas», instó a los Estados miembros a cambiar la mentalidad de la toma de decisiones del pensamiento a corto plazo al pensamiento a largo plazo. Pensar a largo plazo y desarrollar una visión estratégica para actuar con decisión “de manera profunda y sistémica.

 

Al subrayar el derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible, el Secretario General imploró a los Estados miembros que “pongan fin a la guerra despiadada, implacable y sin sentido contra la naturaleza” utilizando “la disrupción para poner fin a la destrucción”.” (Antonio Guterres, Secretario General de la Naciones Unidas)

Es imposible no dejarse llevar por este llamado a la sensatez, y poner fin a la crisis climática. Sin embargo, parece que este discurso hubiera sido escrito por cualquier juez de Colombia, donde la justicia solo va dirigida a los de ruana, a la gente común y corriente. Este es un llamado que ni las grandes empresas, ni las medianas y mucho menos los gobiernos están atendiendo.

Por ejemplo, Japón anunció esta semana, que liberará 1,25 millones de toneladas de aguas residuales contaminadas por la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi (destruida por un Tsunami en marzo de 2011), en el Océano Pacífico. El gobierno dijo que es la mejor manera de lidiar con el tritio y pequeñas cantidades de otros radionúclidos en el agua.

«Verter el agua tratada en el mar es una solución realista», dijo el primer ministro Yoshihide Suga en una reunión del gabinete que respaldó el plan. «Haremos todo lo posible para mantener el agua muy por encima de los estándares de seguridad». Un funcionario del gobierno japonés aclaró más tarde que los detalles del lanzamiento deben resolverse y aprobarse. Los lanzamientos de prueba graduales podrían comenzar en 2 años y podrían demorar 40 años en completarse.

Científicos nucleares afirman que otras plantas nucleares han eliminado las aguas residuales de esta manera, con impactos mínimos. Pero los grupos ambientalistas, las organizaciones pesqueras y los países vecinos condenaron de inmediato la decisión, citando las grandes cantidades involucradas. Los científicos marinos expresaron su preocupación por el posible impacto de la descarga en la vida marina y en la pesca.

Al otro lado del pacifico, cerca de Nueva York, ubicada a lo largo del río Hudson, la planta nuclear de Indian Point generó controversia dos años después de su cierre, debido al plan para soltar 1,3 millones de galones de agua con rastros de tritio radiactivo en el río como parte del desmantelamiento de la planta.

Los partidarios de las liberaciones planeadas dicen que son como las que se hicieron cuando esta planta producía energía, y que la concentración de tritio ha estado muy por debajo de los estándares federales.

Pero los opositores a lo largo del río cuestionan la decisión, reclamando asuntos de salud y seguridad. Dicen que las liberaciones de agua radioactiva podrían ser un paso atrás para un río que alguna vez estuvo notoriamente contaminado y que ahora es una popular atracción veraniega para navegantes y nadadores.

Siguiendo en el rubro de la energía, hablemos de las grandes corporaciones como Shell. Esta compañía todavía está comprometida con la exploración de nuevas fuentes de petróleo y gas y no tiene ningún plan para reducir la cantidad total de petróleo y gas que produce para 2030, la fecha en la que los escenarios del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático – ONU) dicen que las emisiones de petróleo, gas y carbón necesitarán haber reducido sustancialmente.

Según ClientEarth, Shell menciona “usar productos energéticos bajos en carbono para reducir las emisiones de CO2”, pero los planes de la compañía incluyen aumentar su negocio de gas fósil en un 20 % en los próximos años. Si bien la compañía cree que su producción de petróleo alcanzó su punto máximo en 2019 y disminuirá ligeramente en 1- 2 % por año hasta 2030, la compañía quiere aumentar sus operaciones de gas fósil hasta que ocupe más de la mitad del negocio de energía de Shell para 2030.

A pesar de los compromisos climáticos de Shell, el índice de referencia de la compañía Climate Action 100+ Net Zero encuentra que la compañía solo cumple con algunos de los criterios de los objetivos del punto de referencia: Shell no tiene la ambición de alcanzar el cero neto y el cero neto alineado a corto, mediano y largo plazo, en sus emisiones CO2.

Shell también recibe una calificación de «No» por no revelar un objetivo para alinear su asignación de capital (inversiones) con sus objetivos, y mucho menos con el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.

Entonces, nosotros al seguir con la destrucción continua y masiva de la naturaleza, que alberga nuestros sistemas de soporte vital, nos acomodamos a los deseos de los gobiernos, los ultrarricos, y las poderosas corporaciones. Al permanecer atrapados en la película superficial y absortos en la frivolidad, les otorgamos una licencia social para operar.

Aguantaremos sólo si dejamos de consentir, de seguir sus acciones. Los defensores de la democracia del siglo XIX lo sabían, las sufragistas lo sabían, Gandhi lo sabía, Martin Luther King lo sabía. Los manifestantes ambientales que exigen un cambio sistémico también han captado esta verdad fundamental. En Fridays for Future, Green New Deal Rising, Extinction Rebellion y los otros levantamientos globales contra el colapso ambiental sistémico, vemos personas, en su mayoría jóvenes, que se niegan a dar su consentimiento.

¿Acaso los poderosos no aprendieron la lección que se repite una y otra vez? Que los cambios vienen de la desobediencia, en este caso ¿nuestra supervivencia? ¿Son necesarios levantamientos como lo que nos dieron la democracia de hoy, para que paremos el Antropoceno?

 

Desde París Petro propone Plan Marshall mundial para enfrentar la crisis climática

El Presidente Gustavo Petro propuso este jueves en París una reforma a la banca multilateral que permita activar un Plan Marshall mundial que apropie recursos a los países para enfrentar la crisis climática global.

La idea planteada por el Mandatario colombiano, que fue aplaudida por los asistentes, es la de diseñar, por medio del Fondo Monetario Internacional (FMI) una gran emisión mundial de derechos especiales de giro que se destine al fondo del clima, para liberar espacios presupuestales en los países que se dedique a mitigar o adecuarse a la crisis climática.

 

En la Cumbre, que se realiza el Palacio Brongniart de París, Petro señaló que esos derechos especiales de giro, “pararían a los detentores de la deuda –que son hoy los fondos de pensiones de los países más ricos– y liberaría espacios presupuestales en cada país de la tierra para dedicarlos exclusivamente a mitigación o reparación de la crisis climática”.

Durante la cumbre bilateral con el presidente de Francia Enmanuel Macron, los mandatario hablaron sobre la necesidad de avanzar a nivel mundial en el cambio de deuda pública por acción climática, sino que, además, planteó llevar la iniciativa de manera conjunta a la Conferencia de Naciones Unidas en la COP28.

Macron estuvo de acuerdo y planteó crear, en el marco de la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial, que se realiza en París, unas mesas técnicas con los demás estados para elaborar una propuesta conjunta que será impulsada en la COP28.

Colombia y Alemania sellan la Alianza por el clima y la transición energética justa”

El Ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva Durán, firmó  la “Alianza por el clima y la transición energética justa”; por parte de Alemania, el documento fue suscrito por la Ministra Federal de Cooperación y Desarrollo, Svenja Schulze; el Vicecanciller y Ministro Federal de Economía y Protección Climática, Dr. Robert Habeck; la Ministra Federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza, Seguridad Nuclear y Protección del Consumidor, Steffi Lemke y la Secretaria del Estado para Europa y Clima del Ministerio Federal de Asuntos exteriores, Anna Lührmann.

Al respecto, Leyva Durán resaltó qué Colombia es consciente de que existen grandes retos y que por eso «nos hemos comprometido a identificar e implementar medidas dirigidas a la mitigación y la adaptación al cambio climático y a una transición energética justa, con el fin de incentivar el desarrollo económico y social equitativo para alcanzar la Paz Total. Esta es una oportunidad única para que, sobre la base de la cooperación, el compromiso compartido con los desafíos derivados de la crisis climática, y el interés mutuo, podamos concretar una nueva base del relacionamiento con Alemania que nos lleve a obtener los mejores beneficios”

 

La iniciativa propone que todas las contribuciones relacionadas con la protección del clima de las carteras alemanas sean integradas en el marco de la Alianza del Clima y específicamente que los dos países trabajen en cuatro sectores materia de acción climática:
1. Protección de bosques y sistemas productivos sostenibles libres de deforestación;
2. Política de materias primas y energías renovables;
3. Biodiversidad y ecosistemas marinos y terrestres; y
4. Desarrollo urbano sostenible y economía circular.

Esta alianza se enfocará en fortalecer las iniciativas, redes y proyectos entre Colombia y Alemania para lograr una transición energética justa, una mayor protección del clima, el medio ambiente, la biodiversidad, el agua, la restauración de los ecosistemas y la transformación a modelos de desarrollo económico y productivos sostenibles y resilientes.

Colombia desea fortalecer la acción climática con países comprometidos con la transformación sistémica en todos los sectores para dar impulso a la transición justa y alcanzar los objetivos bajo el Acuerdo de Paris y por ello aceptó la propuesta de Alemania de estructurar conjuntamente una Alianza Climática y Energética.

En este sentido, el Canciller colombiano destacó que “Trabajamos para ampliar la colaboración estratégica en transición energética justa, la protección del clima, la protección y el uso sostenible de la biodiversidad y el medio ambiente, el desarrollo urbano sostenible y resiliente y el financiamiento en materia del clima y la biodiversidad, iniciativas que puedan sumar esfuerzos para que Colombia, Potencia Mundial de la Vida, pueda lograr la paz territorial y la transformación económica que tanto anhela».

Por su parte, la ministra federal de cooperación y desarrollo de Alemania, Svenja Schulze, adeguró que: “Como país amazónico y uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, Colombia es un socio sin el cual no podemos alcanzar nuestros objetivos internacionales de protección del clima y el medio ambiente. Por ello apoyamos a Colombia en la transformación de su suministro energético y en generar más electricidad a partir de la energía eólica y solar. Para ello es importante un fuerte componente social, con nuevos puestos de trabajo sostenibles, protección social y, sobre todo, igualdad. Por eso también apoyamos al gobierno colombiano en la creación del ministerio de Igualdad, ya que la transición energética sólo será exitosa si es justa y si los grupos más vulnerables de la población también se beneficien de ella.”

Inameh pidió a las autoridades que tomen medidas contra las lluvias

El Instituto Nacional de Hidrometeorología (Inameh) insta a las autoridades para brindar previsiones de las fuertes lluvias que se registrarán en el país en las próximas 48 horas.

A través de su cuenta en la red social Twitter, el Inameh reportó que se “mantiene vigilancia por posibles acumulados pluviómetros importantes”. El instituto informó que en las próximas 24 horas, algunas zonas se encontrarán nubladas, con fuertes lluvias y posibles descargas eléctricas.

 

En su red social, aclaró que habrá chubascos, descargas eléctricas ocasionales y ráfagas de viento en Zulia, Andes, Lara, Portuguesa, Apure, Barinas, Cojedes, Guárico, Yaracuy, Carabobo, Aragua, Distrito Capital, Miranda y Bolívar.

Comunicó que continúa la inestabilidad atmosférica sobre el Caribe, produciendo lluvias o chubascos en el norte y llaneras del país con cielo parcialmente nublado. De igual forma se activa una zona de convergencia tropical en la parte sur del territorio nacional, provocando lluvias o tormentas en Amazonas, Bolívar y Esequibo.

António Guterres solicita más acciones para combatir el cambio climático

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha pedido este sábado una mayor «acción climática» que recorte de forma más profunda y rápida las emisiones para limitar el aumento de 1,5 grados Celsius de la temperatura global.

«Los ecosistemas saludables, desde océanos y ríos hasta bosques y praderas también son fundamentales en nuestra lucha contra el cambio climático. Pongámonos a trabajar para implementar el histórico acuerdo de biodiversidad de la ONU para garantizar que el 30 por ciento de la tierra y el agua de la Tierra estén protegidos para 2030″, ha pedido Guterres en un comunicado por el Día de la Tierra.

 

Además ha solicitado «inversiones masivas» para los países y comunidades más vulnerables.

El secretario general de la ONU cree que, aunque los gobiernos deben liderar estos cambios, tanto las empresas como las instituciones y la sociedad civil deben tener un rol importante.

«Nuestras acciones están arrasando bosques, selvas, tierras de cultivo, humedales, océanos, arrecifes de coral, ríos, mares y lagos. La biodiversidad se está colapsando a medida que un millón de especies se tambalean al borde de la extinción. Debemos poner fin a estas guerras implacables y sin sentido contra la naturaleza. Tenemos las herramientas, el conocimiento y las soluciones. Pero debemos acelerar el paso», ha reivindicado Guterres.

También ha puesto como ejemplo la «sabiduría» de las comunidades indígenas y su «milenario cuidado con el medio ambiente», y ha concluido con un llamamiento a todas las personas a «alzar la voz» y demandar a los líderes a proteger el planeta tanto para el presente como para las generaciones futuras.

ONU reclama medidas urgentes por cambio climático

El nuevo informe presentado este lunes, en Suiza, por el Grupo intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) urge a tomar medidas «más ambiciosas» para luchar contra el cambio climático y reducir a la mitad las emisiones para 2030.

«El informe subraya la urgencia de emprender acciones más ambiciosas y muestra que, si actuamos ahora, todavía podemos asegurar un futuro sostenible y habitable para todos», ha indicado el presidente del IPCC, Hoesung Lee.

 

En 2018, el IPCC advirtió del desafío que suponía mantener el calentamiento en 1,5°C. Cinco años después, el grupo precisa que ese desafío se ha vuelto aún mayor debido a un aumento continuo en emisiones de gases de efecto invernadero.

En este contexto, avisa de que el ritmo y la escala de lo que se ha hecho hasta ahora, y los planes actuales son «insuficientes» para hacer frente al cambio climático. Según precisa el IPCC, «más de un siglo» de quema de combustibles fósiles y el uso «insostenible» de energía y territorio ha llevado a un calentamiento global de 1,1°C por encima de los niveles preindustriales.

Esto ha dado lugar, según añade el grupo, a más fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y más intensos, como olas de calor o lluvias más fuertes, que se han combinado con otros eventos adversos, como pandemias o conflictos.

El grupo también pone de relieve que los daños son mayores sobre poblaciones vulnerables. «La justicia climática es crucial porque aquellos que menos han contribuido al cambio climático están siendo afectados de manera desproporcionada», ha precisado Aditi Mukherji, uno de los 93 autores del documento.

Según añade, «casi la mitad de la población mundial vive en regiones altamente vulnerables al cambio climático» y, «en la última década, las muertes por inundaciones, sequías y tormentas fueron 15 veces más altas en regiones altamente vulnerables».

Para limitar el calentamiento a 1,5ºC, el IPCC señala que se requieren reducciones «profundas, rápidas y sostenidas» de las emisiones de gases de efecto invernadero en todos los sectores y que «deberán reducirse a casi la mitad para 2030».

Entre otras soluciones, el grupo propone el uso de energías limpias o el uso de la bicicleta y el transporte público, para mejorar no solo la calidad del aire sino también la «salud».

Asimismo, el grupo advierte de que la financiación «insuficiente y desalineada está frenando el progreso» por lo que propone aumentar la financiación en las inversiones climáticas.

Susana Muhamad en la lista de las 25 mujeres del mundo que lucha contra el cambio climático

La agencia de noticias Reuters destaca a las mujeres comprometidas en la lucha contra el cambio climático, entre las que se encuentra  la ministra de Medio Ambiente , Susana Muhamad. 

Muhmad comparte esta lista de mujeres influyentes con activistas, académicas, empresarias y emprendedoras, como Melanie Nakagawa, directora de Sostenibilidad de Microsoft; Wanjira Mathai, directora general de África, y Marina Silva, ministra de Medio Ambiente de Brasil.

 

Susana Muhamad es ambientalista y politóloga de la Universidad de los Andes, además, es magíster en filosofía de la Universidad Stellenbosch de Sudáfrica. Fue secretaria de Ambiente, secretaria General y concejal de Bogotá. Ha sido parte de la plataforma Paz a la Calle, miembro de la Alianza Colombia Libre de Fracking y consultora en temas ambientales.

 

Estudio alerta ante crisis en fuentes hídricas locales por el cambio climático

Foto: Pexels.

Los modelos vigentes subestiman sistemáticamente la sensibilidad con que reacciona la disponibilidad global de agua a determinados parámetros climáticos cambiantes.

 

Un análisis en la Universidad Tecnológica de Viena (TU Wien) de los datos medidos en más de 9.500 cuencas hidrológicas de todo el mundo demuestra que el cambio climático puede provocar crisis hídricas locales en mayor medida de lo previsto. Los resultados se publican ahora en la revista Nature Water.

«En la comunidad climatológica se conocen muy bien los efectos del cambio climático en la atmósfera. Sin embargo, sus consecuencias locales sobre los ríos y la disponibilidad de agua entran dentro del campo de la hidrología», explica en un comunicado el profesor Günter Blöschl, del Instituto de Ingeniería Hidráulica y Gestión de Recursos Hídricos de la Universidad Técnica de Viena.

A nivel local, a menudo es posible explicar muy bien cómo se relaciona la disponibilidad de agua con parámetros externos como la precipitación o la temperatura; esto se estudia en muchas estaciones de medición de todo el mundo, en particular en el laboratorio de hidrología de Blöschl en Petzenkirchen, donde se han instalado numerosos sensores en una superficie de 60 hectáreas.

Pero no se pueden extraer conclusiones globales a partir de estas observaciones individuales: «La forma en que el balance hídrico depende de parámetros externos varía de un lugar a otro; la vegetación local también desempeña un papel muy importante», afirma Günter Blöschl. Es difícil desarrollar un modelo físico sencillo que permita calcular con precisión estas interrelaciones en todos los lugares del mundo.

Por ello, Günter Blöschl ha colaborado con colegas de China, Australia, Estados Unidos y Arabia Saudí para crear y analizar una gran base de datos de observaciones de caudales de todo el mundo. Se han incluido más de 9.500 cuencas hidrográficas, con series cronológicas que abarcan varias décadas en el pasado.

Le puede interesar:ONU: El cambio climático aumenta el riesgo de trata de personas

«No basamos nuestro análisis en modelos físicos, sino en mediciones reales», subraya Günter Blöschl. «Observamos cuánto cambió en el pasado la cantidad de agua disponible cuando cambiaron las condiciones externas. De este modo podemos averiguar hasta qué punto los cambios en los parámetros climáticos están relacionados con un cambio en la disponibilidad local de agua. Y esto nos permite hacer predicciones para un clima futuro más cálido».

Y resultó que la conexión entre las precipitaciones y la cantidad de agua en los ríos es mucho más sensible de lo que se pensaba, y por tanto mucho más sensible de lo que se supone en los modelos utilizados actualmente para predecir el cambio climático.

Por tanto, los modelos de previsión de los efectos del cambio climático en el abastecimiento de agua deben revisarse a fondo. «Hasta ahora, las mediciones de la escorrentía no solían incluirse en absoluto en los modelos, como los que actualmente presenta el IPCC», afirma Günter Blöschl. «Con la serie de mediciones ahora disponibles, ahora debería ser posible ajustar los modelos de predicción física en consecuencia».

En cualquier caso, los resultados del equipo de investigación en torno a Günter Blöschl muestran que el peligro del cambio climático sobre el suministro de agua en muchas partes del mundo puede haber sido subestimado hasta ahora. Especialmente para África, Australia y Norteamérica, los nuevos datos predicen un riesgo de crisis de abastecimiento de agua para 2050 significativamente mayor de lo que se suponía hasta ahora.

ONU: El cambio climático aumenta el riesgo de trata de personas

El cambio climático aumenta el riesgo de que población vulnerable deba migrar y caiga víctima de trata de personas, una forma moderna de esclavitud.

«En 2021, 23,7 millones de personas han sido desplazadas internamente por catástrofes naturales inducidas por el clima, mientras que muchas otras cruzaron fronteras para escapar de la pobreza inducida por el cambio climático», señala el Informe Global sobre Trata de Personas 2022 de la ONU, difundido este martes en Viena.

Aunque la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) reconoce que no existe todavía un análisis sistemático sobre el impacto del cambio climático y los riesgos de ser víctima de trata, sí ve indicios en estudios a escala comunitaria.

 

El informe señala, por ejemplo, que después del paso por Filipinas del tifón Haiyan, que causó unos 8.000 muertos en noviembre de 2013, se multiplicaron los casos de trata de personas debido a la situación vulnerable de la población en la región.

Le puede interesar: Bogotá presenta la Política Pública de Lucha contra la Trata de Personas

«El cambio climático pone a las personas en una situación vulnerable porque puede obligarles a abandonar sus hogares, también debido al impacto en sus condiciones de vida, para gente que vive de la agricultura, la ganadería o la pesca, actividades a las que afecta el cambio climático», indicó a EFE Angela Me, la investigadora principal del informe.

«Cuando el cambio climático obliga a la gente a emigrar hace que las personas sean más vulnerables a la trata de personas», agregó.
Según las investigaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), África y América Central y del Sur serán los continentes más afectados por la crisis climática.

El reporte señala que los desplazados internos por el cambio climático irán a más en las próximas décadas, «obligando a emigrar a unos 216 millones de personas dentro de su propio país» en el año 2050.

El informe de la ONU analiza datos de casi 190.000 víctimas de trata detectadas entre 2017 y 2020 en todo el mundo y denuncia la impunidad en este delito, considerado una forma moderna de esclavitud.

La trata consiste en captar y retener a una persona para explotarla. Aunque la esclavitud sexual es el crimen más conocido, otras víctimas caen en trabajos forzados o son obligadas a practicar la mendicidad, entre otros delitos.

Aunque la ONUDD no ofrece cifras globales sobre la magnitud de este delito, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de Naciones Unidas calcula que casi 28 millones de personas en todo el mundo son víctimas de trata.

EFE

La consulta inédita sobre crisis climática

En la visita iniciada el 8 de enero de 2023 por el presidente Gustavo Petro a su colega Gabriel Boric, presidente de Chile, se produjo un acontecimiento histórico.   En un escrito conjunto firmado por los Ministros de Relaciones Exteriores de Chile y Colombia, Antonia Urrejola y Álvaro Leyva, le solicitaron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos una opinión consultiva para establecer las obligaciones adquiridas por los estados signatarios de la Convención Americana sobre Derechos Humanos con relación a las consecuencias de la emergencia climática. La ministra chilena Antonia Urrejola explicitó que la consulta trata de “un conjunto de preguntas de cómo esta emergencia climática afecta derechos tan fundamentales como el derecho a la vida, la información y un conjunto de otros derechos y la especial afectación a determinados grupos más vulnerables”. Para el ministro Álvaro Leyva, la consulta es inédita porque “es la primera vez que se pone de movimiento el convenio de Escazú que tiene como marco central saber informar y poder informar” (El Espectador, 9 de enero 2023).

Efectivamente, la solicitud es amplia y ambiciosa. Los ministros elevaron seis temas a la Corte: 1. Los deberes de prevención y garantía en derechos humanos vinculadas frente a la emergencia climática; 2. La preservación del derecho a la vida y la sobrevivencia frente a la emergencia climática a la luz de lo establecido por la ciencia y los derechos humanos; 3. Las obligaciones diferenciales de los Estados con respecto a los derechos de los/as niños/as y las nuevas generaciones frente a la emergencia climática; 4. Los procedimientos de consulta y judiciales dada la emergencia climática; 5. La protección y prevención a las personas defensoras del ambiente y del territorio, así como las mujeres, los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes en el marco de la emergencia climática, y 6. Las responsabilidades compartidas y diferenciadas en derechos de los Estados frente a la emergencia climática. La Corte tendrá un año y medio para darle respuesta, pudiendo convocar a audiencias y recibir contribuciones de los demás Estados de la región.

 

La iniciativa se da en medio de las lluvias sin fin en Colombia que nos confirman que pasamos del cambio climático, a la crisis climática que ya nos está impactando en el mundo y que nuestro país no está del todo preparado para enfrentarla. Eso a pesar de análisis como el de mi compañero y paisano Manuel Guzmán Hennessey en su libro JIRAFA ARDIENDO. El desafío ciudadano a la crisis climática: 2020-2050, Bogotá; Colombia  2015 que busca ayudarnos a comprender la dimensión de la situación cuando sostiene que “Si usted decide leer este libro este año, y se tarda, por ejemplo, un día, ese día habrán muerto 1094 personas en el mundo por la crisis climática. Pero si lo lee el año entrante habrán muerto muchas más. ¿Cuántas? Haga el cálculo: El cambio climático provoca ya 400.000 muertes cada año, pero la actual economía intensiva en carbono está relacionada con 4.5 millones de muertes anuales en todo el mundo”.

Es una iniciativa que refleja el acercamiento que se ha dado entre el movimiento ambiental y el de derechos humanos. Desde hace rato esos dos ejes se han enriquecido mutuamente, como se ve en el trabajo de Earth Rights International (ERI) y AIDA, para citar solamente dos de varios. En los primeros meses del presente año el Colectivo de Abogadas y Abogados José Alvear Restrepo, CAJAR,  en conjunto con ERI y la Nación U´wa, tendremos audiencia pública ante el Corte Interamericana de Derechos Humanos, del caso Pueblos Indígenas U’wa vs. Colombia, que se trata de actividades petroleras, mineras y otras que dañan el medio ambiente en perjuicio del derecho a la propiedad, el territorio  y otros derechos de esa Nación.  El Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, CEJIL (siglas en inglés), en su comentario sobre la iniciativa de Colombia y Chile, reconoce que las consecuencias de la emergencia climática «afectan una multiplicidad de derechos, desde la propiedad, la vida, la salud, los derechos de los/as niños, el derecho a no verse forzado a migrar, los derechos de los pueblos indígenas, entre otros”, citando el quinto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), referente científico mundial en el tema.

Dado el fuerte compromiso del Presidente Gustavo Petro con la búsqueda de soluciones la crisis climática, la iniciativa de Colombia y Chile no sorprende. En esta misma semana, en el Foro Económico de Davos, Suiza,  el 18 de enero de 2023, el presidente insistió en “un capitalismo descarbonizado para enfrentar la crisis climática”. En otras oportunidades el presidente ha reconocido la inequidad e injusticia de las consecuencias de la crisis climática, y la inmensa brecha de responsabilidad entre norte y sur.

Pero si la solicitud a la Corte Interamericana no sorprende por todas estas razones -la realidad que vivimos, la confluencia entre dos grandes movimientos sociales, el fuerte compromiso del gobierno actual- hay, sin embargo, un elemento más a destacar: la diferencia que se da cuando personas comprometidas con los derechos humanos están al frente de las decisiones. La Ministra Urrejola fue previamente comisionada para Colombia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La vicecanciller Laura Gil, quien anticipó la noticia en Twitter, la conozco por su compromiso y promoción de los derechos humanos y la paz. Con el canciller Álvaro Leyva, he coincidido en varios eventos importantes sobre derechos humanos a través de los años. La solicitud a la Corte representa una decisión de centrar la respuesta a las consecuencias de la crisis climática en los derechos humanos. Para nada fue inevitable que se tomara este camino.

La crisis climática presenta dos desafíos, uno, para  la existencia de la humanidad porque ocurren y ocurrirán catástrofes que serán devastadoras para cientos de millones de personas,  y dos, porque constituye una injusticia inmensa contra los pobres, los marginados y las poblaciones más vulnerables, entre ellas los grupos étnicos y afrodescendientes, las mujeres,  las niñas y niños y las víctimas del conflicto armado. Debemos enfrentarlo con las nuevas generaciones y con medidas que sean técnicamente adecuadas y justas. Para esto, un enfoque de derechos humanos es fundamental.

En hora buena, la inédita petición de los gobiernos de Chile y Colombia.  Los demás Estados de la región y la sociedad civil podrán hacer sus aportes para enriquecer la opinión consultiva que deberá emitir la Corte Interamericana, quien en su sabiduría,  nos guiarán sobre el tema más importante de su historia para bien de la humanidad, dándonos las herramientas y las luces para enfrentar la crisis ambiental que nos azota.

Rafael Barrios Mendivil

 

¿La tecnología nos salvará del cambio climático?

Imagínese que ha llegado el año 2100. Pese a una pérdida enorme de biodiversidad en los dos últimos siglos, la tierra ha conservado la posibilidad de mantener a los humanos sobre su faz y aunque aún persisten algunos desequilibrios en su clima con eventos fuertes de cuando en cuando, se nota ya que la estabilización es un hecho.

Sin embargo hubiera podido ser una escena completamente diferente: una humanidad mermada y angustiada al ver que su hábitat no deja de ser destruido, enfermedades nuevas que la atacan y fuentes de alimentos que cada vez alcanzan menos.

 

El riesgo

Los científicos del mundo lo han advertido desde hace décadas (National Geographic). Ahora se disponen de simuladores de cómo variaría la temperatura promedio (MIT) y una gran cantidad de previsiones de esa comunidad en torno a los cambios a los que nos veríamos expuestos. Entre los más graves están aquellos en los que se disparen procesos de reacción en cadena que no tienen reversa.  La selva amazónica podría pasar de ser capturadora de gases de efecto invernadero a ser emisora de ellos; con el deshielo del permafrost en el círculo polar ártico (grandes extensiones en Siberia y Canadá) se liberaría el metano que tiene atrapado desde eras geológicas atrás, con la gravedad de que este gas es más impactante que el dióxido de carbono.

La amenaza, explican, es grave para la permanencia de la especie humana, pero no para la tierra que seguirá sus ciclos evolutivos. En el proceso habremos arrastrado a otras especies también. Pero la tierra se regenerará y florecerá la vida sin el depredador descontrolado. La amenaza es para nosotros, los humanos, cuando los cambios cada vez más severos del hábitat, incluyendo el clima, lo hagan invivible, o no se puedan producir los alimentos necesarios.

La tesis de Al Gore ha sido que tenemos que aumentar el nivel de consciencia sobre esta amenaza global y que todos participemos haciendo parte de la solución reduciendo la demanda de todos lo suntuario, especialmente entrando de lleno a la práctica de los principios de la economía circular. Y ha hecho permanentemente la advertencia de que no debemos contar con la salvación que eventualmente nos pudieran traer los nuevos desarrollos tecnológicos porque pueden no llegar a feliz término o no llegar a tiempo.

Lo bueno y lo malo de la tecnología

En la práctica, todos los días se escuchan avances de soluciones parciales que ayudan desde limpiar el aíre, reutilizar los elementos que contaminan o que usan materias primas contaminantes, recuperación de plásticos que invaden los mares, captura y depósito subterráneo de carbón (The Guardian), la transición energética de la mano de los proyectos de generación eólica y solar a lo largo y ancho del mundo, hasta otras mucho más impactantes como el anuncio reciente del ensayo exitoso de la fisión nuclear cuya tecnología permitiría suplir la energía de todo el planeta a costos bajos, y en forma distribuida, cerca a su demanda.

Pero si estas soluciones no llegaran a tiempo, como ha advertido el exvicepresidente de EE. UU., podremos haber perdido las condiciones de habitabilidad para la especie a no muy largo plazo. Lo razonable sería que no obstante estemos naturalmente esperanzados de que los avances tecnológicos nos van a salvar, hay que asumir que no y al mismo tiempo deberíamos estar trabajando fuerte en las estrategias preventivas.

La lógica de la subsistencia no ha sido fuerte

Lamentablemente, la campaña para frenar el cambio climático no solo no está presentando los resultados necesarios dada la amenaza, sino que se está viendo “contaminada” por la influencia de los poderes económicos actuales quienes se están tomando la Conferencia de las Partes. Ejemplos: en la COP27 en Egipto hubo hasta 600 delegados de las petroleras; y el anuncio de que la COP28 será presidida por un jeque de Abu Dabi que a la vez es presidente de la petrolera estatal (El Espectador) de un tamaño tal que impide siquiera imaginar que hará una defensa decidida a favor de las estrategias para frenar el consumo de combustibles fósiles (ver resultados COP27: Oxfam, WEF y opiniones: Diario de Sevilla, Semana, Haz).

En la COP27 se reconocieron varios aspectos preocupantes que inducen a entender que el riesgo no está siendo correctamente reconocido, y que más bien que el mundo se la ha jugado por la tecnología y no está haciendo esfuerzos decididos por frenar el cambio climático.

Dicho en otras palabras, los mercados económicos están venciendo la partida a la lógica de la preservación de la especie y la está llevando a vivir en condiciones límite en los años venideros, de pronto sin retorno, para privilegiar sus beneficios monetarios.

La lógica de la subsistencia que se creía que era lo más poderoso en nuestro ADN ha resultado ser menos fuerte que nuestra codicia individual y a nuestra renuncia a dejar las comodidades superfluas acumuladas, girando todo en torno a un valor artificial que inventamos relativamente hace poco: el dinero.

Conciliar con los mercados

Desde tiempo atrás, en estos mismos artículos, he expuesto la necesidad de conciliar estos dos “mundos” que parecen enfrentarse (El capitalismo se está vistiendo de verde, 2020). De no hacerlo estaremos “jugándonos” un riesgo de vida para la especie, que desde ningún punto de vista puede ser razonable.

Y esa conciliación pasa por asuntos prácticos como las propuestas hechas recientemente en que los productores de combustibles fósiles tengan la obligación de limpiar el aire que se contamine con el uso de sus productos, en correspondiente medida. Obligaciones así empezarían a poner los asuntos clave en orden: los combustibles fósiles tenderían a subir de precio, reconociendo su real costo social y económico por usar o dañar los recursos de la naturaleza, y no solo financiero. Obviamente se tendrían que eliminar los subsidios para ser coherentes.

Esto es igual, indirectamente, a la propuesta de poner impuestos en todos los países al consumo de insumos y materiales contaminantes, cuya destinación debería ir a un fondo global que se encargara de irrigar inversión a quienes hagan los trabajos de recuperación de las condiciones naturales antes del consumo. Si fuésemos una humanidad colaborativa, claro.

Se conciliarían así esos dos mundos antagónicos: las acciones se dirigirían hacia la erradicación (o la atenuación) de las causas de los gases de efecto invernadero, pero dentro de los mercados, generados por estrategias inteligentes de política, dentro de las naciones, que los combinen y aceleren. Ese es el camino posible. Y en Davos (WEF) este año podría avanzarse.

El camino posible para que al final del siglo la humanidad siga con futuro sobre la faz de la tierra. Como queremos imaginar que será.

RAFAEL FONSECA ZÁRATE
@refonsecaz

 

Artículos complementarios:

La paradoja del negacionismo, 2021

Parar el cambio climático: ¿muchas pequeñas soluciones de cada persona o pocas grandes soluciones de tecnología?, 2021

De las promesas a la acción (el cambio climático es un asunto de todos), 2021

Transición de mentalidad y no solo transición energética, 2021

El calentamiento global permite: «el cambio del ciclo del agua» en todo el mundo

El tercer año consecutivo de La Niña intensificó en 2022 las sequías en América y provocó inundaciones en partes de Asia y Oceanía, según un informe pionero del Global Water Monitor Consortium.

El informe, dirigido por investigadores de la Universidad Nacional Australiana (ANU), concluye que el calentamiento global está cambiando el ciclo del agua en todo el planeta, al tiempo que advierte de que fenómenos como las sequías repentinas serán más frecuentes en los próximos años.

 

El autor principal, el profesor Albert Van Dijk, dice que el informe ofrece una instantánea única de la disponibilidad mundial de agua.

«Normalmente, se tarda muchos meses en recopilar, cotejar, analizar e interpretar este tipo de datos», declaró en un comunicado el profesor Van Dijk, de la Escuela Fenner de Medio Ambiente y Sociedad de la ANU.

«Aprovechando al máximo los instrumentos de los satélites que orbitan la Tierra y automatizando todo el proceso de análisis e interpretación de datos, nuestro equipo ha podido reducir ese tiempo a unos pocos días».

Foto: Ecosistemas se verán afectados por efectos climatológicos

El grupo combinó mediciones del agua realizadas en miles de estaciones terrestres y por satélite para obtener información actualizada sobre precipitaciones, temperatura y humedad del aire, agua del suelo, caudales fluviales y volumen de agua en lagos naturales y artificiales.

A escala mundial, en 2022 el ciclo del agua estuvo dominado por aguas oceánicas relativamente cálidas en el Pacífico occidental y el este y norte del océano Índico. Como consecuencia, a principios de año se produjo una grave ola de calor en el sur de Asia, seguida de un monzón muy húmedo que causó inundaciones masivas en Pakistán.

En otros lugares, como Europa y China, las olas de calor extremas dieron lugar a las denominadas «sequías repentinas», es decir, sequías que se desarrollan pocos meses después de olas de calor graves, causando caudales bajos en los ríos, daños agrícolas e incendios forestales.

El informe muestra que la temperatura del aire sobre la tierra en 2022 siguió la tendencia de calentamiento a largo plazo, mientras que la humedad del aire está disminuyendo.

«Esto significa que la naturaleza, los cultivos y las personas necesitarán más agua para mantenerse sanos, lo que agrava el problema», dijo el profesor Van Dijk.

«Es una predicción segura que veremos cada vez más de estas olas de calor y sequías repentinas. También vemos pruebas del impacto del calentamiento global en los glaciares y el ciclo del agua en las regiones frías, y de hecho el deshielo de los glaciares contribuyó a las inundaciones de Pakistán. Eso continuará hasta que esos glaciares desaparezcan».

Una característica clave de 2022 fue que fue el tercer año consecutivo de La Niña. Esto causó problemas de inundaciones en Australia, pero también profundizó las condiciones de sequía en el oeste de Estados Unidos y partes de Sudamérica.

«Todavía no se sabe si esos tres años de La Niña fueron una casualidad estadística o los primeros indicios de algo más siniestro», dijo el profesor Van Dijk.

«Si los patrones de La Niña o El Niño van a permanecer más tiempo en el futuro, eso va a causar muchos problemas, con sequías peores y más largas e inundaciones peores por igual».

El informe también ofrece una perspectiva para 2023, con unas condiciones relativamente secas que indican la posibilidad de que se intensifiquen o aparezcan nuevas sequías en partes de América del Norte y del Sur, Asia Central, China y el Cuerno de África. Sin embargo, las condiciones de La Niña están remitiendo, por lo que hay esperanzas de que la disponibilidad de agua pueda volver pronto a niveles más normales en algunas de esas regiones.

El Global Water Monitor es una iniciativa conjunta de varias organizaciones públicas y privadas de investigación y desarrollo que comparten el objetivo de proporcionar información gratuita, rápida y global sobre el clima y los recursos hídricos.

Foto: cortesía.

¿Cuál es importancia de los «humedales» para frenar el cambio climático?

Colombia es considerado uno de los 12 países megadiversos del mundo, con amplia variedad de ecosistemas representados en selvas húmedas tropicales, páramos, bosques andinos, bosques secos, sabanas, zonas áridas y humedales, estos últimos de gran importancia ecosistémica para el país y el mundo, gracias a los innumerables beneficios o “servicios ecosistémicos” que brindan a la humanidad, entre estos el suministro de agua dulce y alimentos, la conservación de la biodiversidad, la recarga de aguas subterráneas, la reducción de los daños causados por los desastres y la mitigación del cambio climático.

Es por eso que Ecopetrol y Fundación Natura decidieron crear el proyecto Carbono y Humedales, con el fin de aunar esfuerzos para la conservación y restauración de ecosistemas tropicales de bosques a nivel nacional y de humedales de agua dulce en el Magdalena Medio y Bajo, así como a la formulación e implementación de acciones para la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero-GEI, generados por la transformación de estos ecosistemas.

 

Esta apuesta conjunta enlaza esfuerzos ya adelantados en el territorio, que permiten tener una continuidad de acciones anteriores y así generar un mayor impacto, respondiendo a las necesidades y prioridades de gestión en ecosistemas estratégicos del país y aportando insumos y metodologías novedosas en el camino hacia la sostenibilidad.

Es así como el componente uno del proyecto, busca generar cambios en la trayectoria de la degradación, a través de acciones de conservación de la biodiversidad, captura de carbono y las contribuciones de la naturaleza en ecosistemas de humedales continentales de agua dulce. Y en ese marco, el proyecto está desarrollando una metodología que cuantificará las emisiones o remociones de GEI que son generadas por las actividades que transforman los humedales e incluye indicadores de carbono y biodiversidad, para caracterizar procesos ecológicos asociados a las dinámicas hídricas y geomorfológicas de los humedales, con el fin de diseñar acciones adecuadas encaminadas hacia su conservación.

Le puede interesar: Bogotá toma acción ambiental, con liberación de tinguas y siembra de árboles

En la actualidad, el proyecto está realizando la línea base de esas actividades, en el complejo cenagoso de Zapatosa, para el diseño y posterior implementación de acciones que eviten esa degradación. Además, está realizando el protocolo para la estimación de contenidos de carbono y GEI en humedales del Magdalena Medio y Bajo, en donde se proponen métodos estandarizados para la medición y monitoreo de los contenidos de carbono almacenados en: biomasa, materia orgánica muerta, suelos, sedimentos y biodiversidad de humedales tropicales, para así realizar estimaciones sobre las tasas de emisión y absorción de GEI.

Claudia Andramunio-Acero, profesional que coordina la construcción e implementación del protocolo, explicó que, “se busca robustecer la contabilidad de carbono y GEI en humedales colombianos, como un aporte a los insumos nacionales de medición, reporte y verificación de las emisiones (…) este será un ejercicio de suma importancia para el país, pues permitirá contribuir en la generación de la línea base necesaria para incorporar los ecosistemas acuáticos, en la gestión frente al cambio climático”.

Algo novedoso que traerá la formulación de este protocolo, será la inclusión del componente de biodiversidad, con el cual se busca reconocer las dinámicas de los organismos acuáticos frente al comportamiento del carbono en el ecosistema, no desde la perspectiva de inventarios de biodiversidad sino desde el conocimiento de las relaciones de los seres que componen el ecosistema representados comunidades acuáticas claves para el intercambio energético y sostenimiento de la vida.

“Se espera que con la construcción del protocolo podamos aportar al conocimiento y tener una compresión más clara de cómo son las dinámicas del almacenamiento de carbono en los humedales continentales de agua dulce en el país, brindado herramientas que puedan ser replicadas en otros ecosistemas de este tipo en el país. Con esto podremos generar acciones articuladas que permitan reconocer el papel de los humedales como ecosistemas estratégicos en la gestión del cambio climático y contribuir con información clave para el sistema de inventario nacional de GEI, en favor de aportar a los compromisos de transparencia adquiridos por Colombia en el Acuerdo de París”, finalizó Michelle Hernández, coordinadora del componente.

Los resultados esperados del desarrollo de la metodología y la formulación e implementación del protocolo, permitirá que las entidades gubernamentales, las autoridades ambientales, ONG y organizaciones sociales, puedan discutir y proponer acciones para remediar la ‘crisis climática’ desde la mitigación y la adaptación, garantizando los mecanismos de financiación requeridos para realizar una transición del país a carbono cero, esto se alinea de manera directa a los propuesto por el presidente de Colombia en el desarrollo de la 27ª Conferencia de las Partes (COP 27) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Unfccc).

Foto: Humedal Jaboque /Jazmín Barón

Aún no es cambio climático

Pese a las dolorosas imágenes de la nueva crisis invernal que azota el país, y que parecieran corroborar ya los temores y proyecciones de la comunidad científica en relación con el cambio climático, es necesario decir que lo que experimentamos estos días a escala nacional es aún indistinguible de la variabilidad histórica.

Si bien se han superado algunos registros de eventos extremos, ni el huracán en Providencia, ni las tormentas de granizo, ni las elevadas mareas cartageneras, el nuevo desbordamiento del Magdalena o las prolongadas sequías que ha experimentado el país en las últimas décadas son evidencia robusta de que el calentamiento global está actuando. Y eso no significa negacionismo, al contrario, es un llamado para entender que todo lo que viene será mucho más grave y apenas empieza.

 

Podría parecer contradictorio que en pleno desastre, cuando hay fotos, videos y evidencia dramática de los embates del diluvio, los deslizamientos y las crecientes, que causan toda clase de impactos negativos en la población, la infraestructura y la producción de alimentos, alguien insista en que aún no vemos el verdadero rostro del nuevo clima, pero lo cierto es que los fenómenos que estamos observando, aún en su condición extrema, se vienen presentando en Colombia con regularidad durante los últimos milenios, y si nos parecen más graves, no es porque sean atípicos, sino porque hemos hecho las cosas muy mal para convivir con ellos, empezando por el modelo de ocupación territorial que pareciera diseñado para el desastre, traducido en la producción de un modelo cultural de damnificados permanentes, funcional a los populismos que han regido la vida política y administrativa del país.

Cientos de municipios no han actualizado una sola vez su EOT o su POT incorporando la gestión del riesgo, más que todo por los costos de la consultoría especializada que a menudo implica el proceso, un reto para el nuevo “director de los desastres”, tal vez la institución pública más importante en la transición hacia un país adaptado a los tiempos que se vienen.

Es innegable que algunos indicadores ya demuestran comportamientos anómalos y que existen tendencias documentadas de cambios en los parámetros climáticos, especialmente a escala global. El IDEAM y el IPCC nos muestran con rigor científico la situación, pero el análisis de los datos presentes aún cae dentro de la varianza, es decir, dentro del margen potencial de comportamiento esperado del clima sin incidencia humana, que además, no es un promedio.

Y el factor más complejo dentro de esta ecuación se llama “Fenómeno del Niño/Niña” (ENSO), un mecanismo de ajuste de la circulación térmica de los océanos ecuatoriales que ha existido por millones de años y que indudablemente está siendo afectado por la intoxicación antrópica de CO2, pero no sabemos cuánto ni cómo.

Por este motivo, las cifras económicas asociadas con los desastres invernales son apenas las cuenta de cobro de la mala gestión ambiental histórica y actual del territorio, no la cuota inicial del daño producido por el norte global. De ahí que las proyecciones de inversión de las necesidades adaptativas de la población colombiana al cambio climático ni siquiera estén dentro del marco de inversión de largo plazo, pues implicarán el rediseño total de nuestra economía y la cultura. La única manera de enfrentar los efectos que apenas se vislumbran es invertir en educación creativa e innovación tecnológica, institucional y social, para que cuando el lobo sople de verdad, estemos mejor preparad@s.