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La muerte del Papa Francisco generó el llamado a un nuevo conclave en donde participarán 138 cardenales eran menores de 80 años de 71 países
Los cónclaves se realizan siguiendo estrictas normas destinadas a proteger el secreto e impedir la influencia exterior. La palabra «cónclave» procede del latín cum clave, que significa «con llave», y refleja la tradición de confinar a los cardenales al interior de la Capilla Sixtina.
La elección de un papa comienza con la llegada de los cardenales a la capilla Sixtina a la que ingresan recitando el cántico “veni creator”. Cuando todos están congregados, el cardenal camarlengo va hasta las puertas de la Capilla Sixtina y mientras las cierra dice: “Extra omnes” es una frase en latín que significa “todos fuera” o “que no quede nadie”.
Acto seguido, cada cardenal hace el juramento con las manos sobre los Evangelios diciendo: “Et ego …cardinalis… spondeo, voveo ac iuro silentium” (yo, … cardenal … prometo, me obligo y juro silencio) añade: «Sic me Deus adiuvet et haec Sancta dei Evangelia quae manu mea tango» (Que Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano).
Es entonces cuando todos dicen en latín “Nosotros los cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la constitución apostólica del sumo pontífice Juan Pablo II “Universi Dominici Gregis. Y comienza la elección.
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Cada cardenal tiene una papeleta donde escribe el nombre que desea, lo dobla en vertical y lo alza para que todos lo vean. Uno por uno, se dirigen hacia al altar y dice en voz alta: “Testor Christuum Dominum, qui me iudicaturus est, me eum eligere, quiam secundum Deum iudico eligi debere” («Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, que doy mi voto al que, según Dios, considero que tiene que ser elegido»).
La papeleta se deja en una patena y una a una se van depositando en una urna. Al comenzar el escrutinio, las papeletas se van introduciendo en otro cáliz. El recuento se realiza pronunciando en voz el nombre de los elegidos. Los formularios son revisados por tres cardenales antes de ser quemados en una estufa. Si sale humo negro, no hay papa, si es blanco, hay nuevo pontífice.
Se requieren dos tercios de los votos de los cardenales electores (94). El elegido, una vez dado su consentimiento, es el nuevo Papa de la Iglesia Católica.
El último cónclave, en 2013, eligió al papa Francisco tras solo cinco rondas de votaciones, lo que lo convierte en una de las decisiones más rápidas de los tiempos modernos.
El juego político
En cada elección de un Papa se viven tensiones por el juego político que genera el proceso, en donde compiten las dos tendencias que por décadas han persistido al interior de la Iglesia Católica, una la conservadora que lucha por la buena moral y la conservación de una sociedad tradicionalista, y otra progresista que tiende a escuchar al mundo actual y pide una renovación de la fe.
También se presentan las transacciones políticas que se ven reflejadas en el intercambio de favores a cambio del voto. Estas tienen que ver con nombramientos en puestos de poder como el Banco del Vaticano o un alto cargo en la Santa Sede.