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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Contratistas

Alerta, Proyecto de Ley-554 pretende acabar con los contratistas privados

De ser aprobado, el Proyecto de Ley PL-554-Cámara acabaría con la contratación de privados en el país, entre ellos los ingenieros que construyen las obras de desarrollo, dejando sin trabajo a cientos de miles de profesionales que derivan su progreso de la contratación pública. Esta reformulación, además de injustificada, tendría consecuencias profundas sobre la economía, pararía la construcción de infraestructura, bajaría su calidad y la sostenibilidad del empleo técnico en Colombia. Los ingenieros contratistas deberían estar en alerta máxima defendiendo su trabajo.

La «solución» que propone el cuerpo del PL-554: adiós a los contratistas privados

 

La propuesta normativa del PL-554 consiste, en esencia, en reformular completamente el modelo de contratación pública colombiano, sustituyendo progresivamente el esquema basado en contratación con privados por un modelo centrado en ejecución directa estatal o interadministrativa, bajo el siguiente orden jerárquico obligatorio:

  1. Ejecución directa por la entidad pública: la entidad debe ejecutar sus obras, servicios o compras por sí misma, sin contratar con terceros, si tiene “capacidad administrativa”.
  2. Convenios interadministrativos: si no puede hacerlo directamente, debe contratar con otra entidad pública, que a su vez no tiene la posibilidad de subcontratar con privados.
  3. Economía solidaria y popular: si las dos opciones anteriores no son viables, se debe contratar la ejecución con organizaciones del sector solidario: cooperativas, juntas de acción comunal, organizaciones comunitarias o populares.
  4. Contratación con privados (como última opción): solo si ninguna de las anteriores es posible, se puede contratar con privados, pero esta opción se convierte en la excepción final, sujeta a condiciones restrictivas.

Complementariamente, el proyecto:

  • Prohíbe la subcontratación en convenios interadministrativos.
  • Reconfigura principios rectores de la contratación pública, estableciendo como prioridad la ejecución estatal.
  • Aumenta las responsabilidades penales, fiscales y disciplinarias de interventores, consultores y supervisores.
  • No refuerza mecanismos de control externo ni propone mejoras institucionales concretas.

La «solución» propuesta en el articulado del PL-554 es suprimir gradualmente la contratación con el sector privado y sustituirla por ejecución directa, pública o comunitaria, bajo el supuesto de que eso garantiza mayor transparencia.

El contenido de la exposición de motivos

La exposición de motivos del PL-554 reconoce algunos problemas reales del sistema de contratación: la concentración de contratos, baja participación regional, la existencia de contrataderos y la opacidad. También hace referencia a informes de la Contraloría sobre pérdidas billonarias y al índice de percepción de corrupción de Transparencia por Colombia.

Sin embargo, el diagnóstico es incompleto: evita señalar las causas estructurales de fondo como la captura institucional, la impunidad, la falta de vigilancia efectiva, la conexión (“matrimonio”) entre financiación de campañas y adjudicación de contratos, la debilidad de los órganos de control o la dimensión y el verdadero impacto de los convenios interadministrativos (usados como “contrataderos”).

Tampoco desarrolla soluciones técnicas, ni evalúa reformas institucionales ya existentes (como los pliegos tipo o SECOP II), ni presenta datos que justifiquen el cambio radical que propone el articulado.

Un pseudoargumento implícito, no dicho pero determinante

El PL-554 se construye sobre un pseudoargumento, implícito pero determinante: si eliminamos o reducimos al mínimo la contratación con privados, reduciremos sustancialmente la corrupción. Esta idea no es la conclusión de la exposición de motivos ni está deducida con base en datos expuestos, pero sí estructura todo el cuerpo normativo.

Este pseudoargumento es una falacia del tipo «non sequitur» o de «causa falsa«: la corrupción en la contratación no se debe a que existan privados, sino a la forma como se seleccionan, supervisan y sancionan los procesos. Excluir al sector privado sin reconocer las fallas del propio Estado es lógicamente insostenible, técnicamente no demostrado y políticamente sesgado.

El proyecto convierte un deseo ideológico en una propuesta normativa montada sobre un pseudoargumento implícito con la esperanza de poderlo justificar. Al hacerlo, sustituye el análisis por el prejuicio, y la reforma técnica por un intento de decisión política no basado en evidencia.

Lo que sí debería reformar y no aparece en el PL-554

Con base en el seguimiento permanente del ingeniero Rodrigo Fernández y sus conferencias, hemos podido estudiar el problema de la corrupción en la contratación estatal y sabemos que sus causas principales no se identifican como tales en la exposición de motivos ni menos se abordan en el articulado del PL-554 con propuesta de solución:

  • El matrimonio entre lo electoral y lo contractual: la financiación de campañas por parte de contratistas que luego reciben contratos amarrados.
  • El uso masivo de contrataderos: entidades para-estatales de régimen privado, de fachada, creadas para eludir la Ley 80 con contratos interadministrativos con participación de funcionarios, políticos (que pusieron a los funcionarios) y contratistas corruptos.

Ambos mecanismos han sido ampliamente documentados, denunciados y discutidos. Ver El arsenal de reformas en la legislación de la contratación pública para enfrentar la corrupción.

Ignorarlos en un proyecto que se propone como «la solución estructural» hace que el PL no tenga relevancia y más bien sí revela el sesgo de origen y la insuficiencia del análisis.

Se necesita una reforma estructural a la Ley 80

Es evidente que se necesita una reforma estructural a la Ley 80: no ha logrado contener la corrupción.

El PL554 en su exposición de motivos tiene un alcance limitado, no es analítico en cuanto a soluciones, y no es concluyente. El clausulado propuesto, en cambio, se construye sobre un deseo ideológico disfrazado de norma, que excluye a los privados de la contratación pseudoargumentando que así la corrupción disminuirá.

Su implementación tendría las consecuencias graves anotadas al inicio. En otras palabras, el PL-554 no es una reforma técnica ni representa una solución al problema de la corrupción: es un ardid político para eliminar a los privados de la construcción del progreso colectivo de nuestra sociedad. Y como tal, debe ser criticado y rechazado con contundencia.

Una reforma que sí sirva tendría que empezar por acabar con los contrataderos y seguir por la erradicación del matrimonio entre lo electoral y lo contractual consumado entre políticos y funcionarios con los contratistas. El PL-554 no es esa reforma.

Rafael Fonseca Zarate

Mérito y confianza: una falsa disyuntiva

La politización de la alta dirección pública es bastante similar en todas las democracias occidentales. En teoría, el gobierno se preocupará por escoger la capacidad necesaria en ministerios y agencias para implementar la orientación política que ganó las elecciones. Después de la alta dirección, la política es ejecutada por una burocracia que guarda la memoria institucional y hace realidad las promesas de campaña. Cosa que ocurre muy poco en la realidad del Estado Colombiano, y en general en América Latina.

Si bien es entendible que la alta dirección deba tener la confianza suficiente para trabajar de la mano con quiénes diseñaron y orientaron la propuesta electoral ganadora, en Colombia todos los contratos y órdenes de prestación de servicios, que representan el 82% de la fuerza laboral del Estado Colombiano, dependen de una relación política. Usted puede ser una buena trabajadora, cumplir a cabalidad sus funciones, dar incluso ese extra que se necesita para lograr implementar una política pública. Nada de eso importa. Al momento en que usted pierda su padrino o madrina política, perderá su trabajo. El caso contrario – visto en muchísimas entidades públicas – es que estamos llenos de personas que no aportan ningún valor a la política pública, ni al estado, ni al gobierno, ni a sus comunidades, pero que mensualmente deben recibir una asignación. Para estas personas no hay necesidad de presentar informes de actividades, ni hacer todo el papeleo. Son una especie de prestadores de servicios VIP a quiénes las personas que sí trabajan les deben hacer los informes, órdenes y papeleos respectivos, mes a mes, para cobrar su sueldo.

 

Con estas condiciones es ridículo pensar que el estado produce incentivos positivos orientados a producir buenos resultados o siquiera a producir resultados en la implementación de política pública. Todo lo contrario, si quiero conservar mi puesto más me vale garantizar que mis candidatos ganen las elecciones a toda costa. La libertad para decidir, incluyendo la capacidad para decir que no, resulta bastante relativa. Este es el caldo perfecto para la corrupción.

Ahora, puede que en ocasiones tengamos suerte y los ministros o ministras lleguen con un equipo técnico, preparado y capaz. En el mejor de los casos, 4 años después estas personas lograrán reencaucharse otra vez en contratos de diez meses al año, con muchas menos garantías, salarios y prestaciones, y bajo la constante amenaza de perder su empleo. Calculen ustedes el excelente clima laboral que reina en el estado. Mientras tanto, el 18% de trabajadores de planta gastan tiempo, energía y recursos en entrenar y reentrenar año tras año contratista tras contratista.

Todo esto lo digo para afirmar algo que nos negamos a aceptar. No es buena idea gobernar sólo con las amistades. Por supuesto hay distribución política de la burocracia en los gobiernos y eso es normal. Lo que no es normal es que todas y cada una de las posiciones laborales en el Estado dependan de las conexiones políticas, al igual que todos y cada uno de los contratos, sean estos con personas o empresas. Nada bueno se obtiene de ahí, por mucho en que nos empeñemos en pensar que nuestros amigos son los mejores y los más preparados.

Se ha querido vender la diatriba entre meritocracia y política como si fuera imposible la convivencia entre las dos. Nada más alejado de la evidencia, que señala que la politización del servicio civil es altamente tóxica en la base y los cargos medios, pero es normal en los cargos directivos. Colombia está actuando contra la evidencia cuando intenta vender por méritos las altas direcciones y por el contrario continúa con contrataciones a dedo en el resto de las agencias e instituciones públicas. Esta semana escuché el anuncio de la ministra de trabajo acerca de finalizar con la práctica nefasta de las órdenes de prestación de servicios en el Estado. Sin duda es el camino correcto si se logra arrebatarle a la clase política el control del empleo público, que hoy es su principal moneda de cambio. Si esto no sucede, seguiremos rogando para que las amistades que vienen al menos sepan lo que hacen.

 

 

“Llegaría al final de los acuerdos”, dice el abogado de 'Simón Trinidad'

Confidencial Colombia habló con Mark Burton, el apoderado de Juvenal Ovidio Ricardo Palmera, alias ‘Simón Trinidad’, condenado en Estados Unidos a 60 años por el secuestro de los contratistas estadunidenses Marc Gonsalves, Thomas Howes y Keith Stansell.

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