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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: EPL

La paz del EPL, reafirmaciones pertinentes

El primero de marzo pasado, se cumplieron 33 años del proceso de paz entre el Gobierno Nacional y el desaparecido Ejército Popular de Liberación – EPL, dirigido por el clandestino Partido Comunista de Colombia (Marxista-Leninista). Esta organización, que predicaba la lucha armada y de masas para derrocar al Estado capitalista, tenía presencia en casi todo el territorio nacional, con especial énfasis en zonas de desarrollo agrícola, energético, minero y en los centros urbanos más importantes. Era la guerrilla más grande que existía en el país, y que conformó, en la década de los 80 del siglo pasado, junto con otras organizaciones armadas, la llamada Coordinadora Nacional Guerrillera “Simón Bolívar”.

El PCC (m-l), y todos sus frentes políticos y armados, habían propuesto, años antes del acuerdo de paz, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que profundizara la democracia, reconociera la soberanía popular y sirviera de preámbulo a la construcción de una sociedad justa y democrática. Estas propuestas y la responsabilidad de coordinar el movimiento guerrillero, desató una ola de asesinatos a sus dirigentes destacados para el proceso de paz y a los responsables de la conducción del EPL, es así como se asesina a Oscar William Calvo, en compañía de Ángela María Trujillo y Alejandro Arcila, en pleno centro de Bogotá y se persigue, captura y asesina, también en Bogotá, al Comandante Ernesto Rojas (Jairo de Jesús Calvo).

 

A pesar de las persecuciones a los líderes y lideresas de su propuesta democrática electoral, llamada Frente Popular y su exterminio en todo el país, tanto el PCC (m-l), el EPL y sus estructuras políticas, tomaron la determinación mayoritaria de avanzar hacia la paz, recogiendo los esfuerzos realizados en el gobierno de Belisario Betancourt, continuando con los esfuerzos en el gobierno de Virgilio Barco y finalmente concretando la firma de paz en el gobierno de Cesar Gaviria, bajo la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, que promulgaría, en el mismo año de la desmovilización, una nueva carta política para la sociedad colombiana. Lamentablemente, pese a los esfuerzos de quienes firmaron la paz, y a contar con una nueva Constitución, la violencia desatada por quienes se han opuesto al desarrollo del Estado Social de Derecho, produjo una gran ola de violencia que cobró la vida en menos de cinco años, a más de setecientos firmantes del acuerdo de paz del EPL.

Por eso, para la mayoría de los sobrevivientes de este grupo, que acompañaron los esfuerzos del Pacto Histórico, desde diferentes agrupaciones políticas y sociales, no cayeron bien las palabras del Sr. Presidente Gustavo Petro, escritas en un mensaje de la plataforma “X” (Twitter) y reproducidos luego en otras plataformas virtuales, cuando afirmó: “…Los gritos libertarios se apagaron, el movimiento estudiantil fue asesinado, la universidad de Córdoba pasó a manos paramilitares. Los liberales y conservadores se volvieron uribistas y hasta el EPL, antes guerrillero, y ahora desarmado se pasó en gran parte al bando paramilitar”.

Entre Córdoba y Urabá, emergieron los Frente Jesús María Alzáte, Bernardo Franco y Fabio Vázquez Villalba, que aglutinaban más de mil combatientes, todos comprometidos con el proceso de paz, que hicieron dejación de armas frente a los Integrantes de la Veeduría Internacional, con el acompañamiento de la Iglesia Católica, la Prensa Nacional e Internacional, y frente al pueblo que se volcó de forma masiva a presenciar ese hecho inédito para la región y el país. El gobierno estaba representado  por los señores Ricardo Santamaría,  Rafael Pardo, Jesús «Chucho» Bejarano y el ministro del interior Horacio Serpa, frente a los Cuáles se hizo públicamente la dejación de armas desde el primer  Comandante hasta el último combatiente uno a uno hasta terminado el acto ceremonial; una vez  se hizo la dejación  de armas, los nuevos ciudadanos, se trasladaron al casco urbano de Apartadó para cerrar con un acto público presenciado por más de ciento cincuenta mil personas. Actos parecidos se realizaron en diferentes partes del país, en donde se habían concentrado los diferentes frentes, combatientes y los principales líderes y lideresas políticas del PCC (m-l) y el Frente Popular.

Como en todos los procesos de paz adelantados en nuestro país, luego de la dejación de armas, se hicieron evidentes la falta de Garantía a la vida, el incumplimiento del Estado para cumplir los pocos compromisos territoriales pactados y la falta de oportunidades para la reincorporación social, económica y política. Rápidamente, algunos combatientes y mandos medios de estos y otros frentes, se rearmaron, aduciendo falta de claridad en el proceso, bajo el estímulo de las organizaciones que seguían en la lucha armada, como las FARC-Ep y el ELN, quienes en un principio los recibieron y protegieron. Sin embargo, pronto florecieron en Urabá y Córdoba, contradicciones frente al dominio territorial, la influencia política, y las propuestas sociales.

Así surgió y se fortaleció, entre 1991 y 1996, una disidencia, alimentada por dirigentes políticos nacionales del PCC (m-l) que no participaron del proceso de paz, y que, luego de varias acciones guerrilleras y de persecución a los desmovilizados del EPL, en medio de cercos de aniquilamiento desatados por las Farc y la Fuerza Pública, decidieron cambiar de brazalete y pasarse a las fuerzas paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia. Fue así como, a los sobrevivientes de este experimento fracasado de disidencia, los recogieron en varios helicópteros, según los relatos de la población, por los lados del Municipio de Tierralta cerca a la represa de Urrá, para ser transportados hasta la finca Cedro Cosido en el bajo Sinú, y luego vincularse a los paramilitares que comandaba la casa Castaño.

Luego del proceso de paz, el grueso de la organización que abandonó la lucha armada, algunos bajo el nuevo partido legal, llamado Esperanza, Paz y Libertad y/o haciendo parte de la Alianza Democrática-M19, continuaron actuando en la arena política, legal, amplia y transparente, a pesar de que el Estado Colombiano, les arrebatara la personería jurídica meses después de firmado el acuerdo de paz, y que han recuperado hace apenas un año, gracias a una fuerte lucha legal y jurídica, que llevó al reconocimiento con condiciones, por parte del Consejo Nacional Electoral, y que hoy se reconoce como Esperanza Democrática, integrante del Pacto Histórico.

Firmantes de este acuerdo de paz han hecho parte de varias organizaciones y tendencias políticas legales y comprometidas con la democracia, como el PDI, el PDA, UD, Partido Liberal, Colombia Humana, Partido Verde, y en el Pacto Histórico, entre otras. Algunos de sus integrantes han sido o son ediles y edilesas, concejales y concejalas, alcaldes, diputados y diputadas, representantes a la cámara y senadores. Otros han ocupado importantes cargos en gobiernos municipales, departamentales o nacional, incluido el actual gobierno nacional.

Todos los miembros de la dirección nacional del desaparecido PCC (m-l) y de la comandancia del desmovilizado EPL, que firmaron el acuerdo de paz, unos con más entusiasmo que otros, siguen trabajando por la paz, la democracia, la justicia social y la equidad, como fue su compromiso individual y colectivo, en el marco de la Constitución fruto de la Asamblea Nacional Constituyente que promovieron y en la cual participaron. Haciendo honor a los compromisos pactados, centenares de hombres y mujeres “esperanzadas”, durante muchas décadas han encabezado importantes organizaciones sociales, culturales, comunales, étnicas, de mujeres, de población LGBTIQ+, con discapacidad, de víctimas del conflicto, ambientalistas, constructoras de paz y defensoras de Derechos Humanos, han sido reconocidos académicos, investigadores sociales, funcionarios públicos, etc.

Luis Emil Sanabria D

Colombia requiere la modernización de su democracia y de sus partidos

La construcción de la paz sigue produciendo noticias positivas, a los eventos y procesos impulsados por la Mesa Nacional de Interlocución Social para la Paz – MENSIP, la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, y al evento convocado en la zona del Yarí (Caquetá), para respaldar los inicios formales del proceso de paz con las FARC-Estado Mayor, se le sumó la convención de refundación del Partido Esperanza Paz y Libertad.

La recuperación justa de la personería jurídica de esta agrupación política, da continuidad a los pactos de paz del siglo pasado y revive el partido surgido del proceso de paz de 1991, llevado a cabo con el antiguo Ejército Popular de Liberación – EPL, proyecto militar del entonces Partido Comunista de Colombia (Marxista-Leninista), que luego de diferentes intentos de diálogo y de los asesinatos de varios de sus dirigentes políticos, decidiera abandonar la lucha armada y en medio de la convocatoria a las Asamblea Nacional Constituyente, otra de sus propuestas de mediados de los años 80, pactar un acuerdo de Paz y hacer dejación de armas.

 

El pasado miércoles 19 de abril se realizó la convención nacional, para sortear las exigencias del Consejo Nacional Electoral, y luego de un proceso tortuoso de recuperación de confianzas entre algunos de sus líderes sobrevivientes del exterminio al que fueron sometidos desde todos los flancos de intolerancia política, y de un ejercicio de concertación y alianza con el movimiento político Unidad Democrática, dirigido por el exsenador Luis Carlos Avellaneda, en donde también militan varios esperanzados, alianza no muy bien vista por algunos militantes de Esperanza paz y Libertad, más por la forma en que se realizó, que por cuestionamientos a su importancia, finalmente salió airoso y con ánimos renovados.

Con esta nueva realidad política, demostrando el compromiso de construir una propuesta expresión política dentro del espectro de la izquierda, pero con una visión más moderna, más atractiva hacia la juventud, ligada a los sectores sociales, con visión de poder real, y unida a la necesidad de fortalecer un frente político amplio para salir de la crisis política, económica y de las violencias en todas sus expresiones, se tomó la decisión de cambio de nombre y bautizar el nuevo partido, Esperanza Democrática, haciendo honor a su esfuerzo más significativo, la esperanza en generar una Nueva Democracia, y avanzar hacia un país más justo, solidario, equitativo y en Paz.

La convención se realizó en Bogotá, con la participación de delegadas y delegados excombatientes, dirigentes políticos, sociales, sindicales, étnicos, comunales de todo el país, algunos activos en su lucha por los cambios, otros y otras en proceso de reactivación, pero desbordando de optimismo frente a las posibilidades que brinda la reorganización partidaria. Hace mucho tiempo que no se presentaba un evento que privilegiara el debate político e ideológico, frente a las disputas electorales, y que mantuviera como en viejas épocas, profundidad programática. No de otra forma hubiera sido, teniendo en cuenta que quienes se ponen al frente de esta estructura política, han sido dirigentes curtidos en la lucha social, política, sindical y hasta militar, por un nuevo país, profundamente comprometidos con la paz.

Como sucede siempre que una vieja familia se reúne con nuevas generaciones, el anecdotario en los pasillos fue protagonista, pero más allá de tan importantes momentos, se reafirmó, como se ha hecho desde el momento mismo de la firma del acuerdo de paz, que la llamada lucha armada, como propuesta política, perdió toda vigencia, o que en el peor de los casos, nunca debió contemplarse como estrategia para construir una nueva sociedad y un nuevo Estado, que estaría ligado a modelos socialistas o socialdemócratas.

En ese entonces, hablando del acuerdo del E.P.L., la decisión fue, pactar la paz en el marco de la participación en la Asamblea Nacional Constituyente y de una nueva Constitución Política Nacional, con la convicción de que la lucha armada como estrategia política para el asalto al poder, había fracasado y que lo que se imponía era la lucha política electoral y la lucha social, amparados en las nuevas garantías constitucionales. No era otra la salida, que hoy sigue siendo vigente, se pacta un acuerdo de paz para avanzar en la superación de las múltiples causas políticas, económicas y sociales que respaldan la decisión de algunos sectores de la sociedad, de resolver dichas causas mediante el uso de la violencia armada. Es el pacto y el cumplimiento progresivo de lo pactado lo fundamental, y en esa realidad, los únicos garantes son los miembros de la sociedad que no quieren más guerra.

Por esta razón, este nuevo partido, tiene como reto, entre otras consideraciones, aportar desde su experiencia, a que el nuevo proceso de paz o a propósito de este, desate un gran diálogo nacional que logre concitar la voluntad múltiples sectores, para pactar el más amplio entendimiento social, económico y político, que ponga al centro de los acuerdos el tipo de país que queremos los y las colombianas. Un partido coherente con sus postulados de cambio, moderno en su estructura y en la forma de llegar a las nuevas generaciones, que utilice la tecnología para generar y fortalecer nuevas capacidades políticas, para la toma ágil de decisiones, para mantenerse en permanente contacto con los territorios.

Hoy Colombia requiere la modernización de su democracia y de sus partidos, para que el debate político sea entre ideas, entre propuestas para enrutar el país hacia la inclusión y el respeto, partidos profundamente democráticos en la forma de tomar decisiones, en donde los liderazgos reconozcan y respeten las múltiples expresiones sociales, los nuevos liderazgos, las nuevas realidades.

El reto para Esperanza democrática es convertirse en un partido que promuevan la participación ciudadana a su interior y por fuera de este, donde el constituyente primario tenga poder de decisión y responsabilidad con su voto. Un partido moderno que reconozca el importante papel de las mujeres, sin las cuáles no se puede pensar en hacer realidad la paz, la equidad social y política, partido de la esperanza para la población LGBTQ+ que lucha por sus derechos, para la juventud sedienta de cambios y poder, para la cultura y el arte que resiste y persiste en la defensa de la vida, para las organizaciones sociales, comunitarias y étnicas que no desfallecen en sus luchas, un partido que no busque instrumentalizar a la sociedad en época electoral, sino que se proyecte su poder. Estos y otros serán los retos de este nuevo partido y de todos sus militantes y simpatizantes.

Luis Emil Sanabria

La Chinita: 20 años de abandono

El hecho de ser uno de los puertos fuertes del Urabá –Darién, enclave de vital importancia geoestratégica, hizo de Apartadó y sus alrededores uno de los escenarios de todas violencias que vivió y vive el país desde que la guerra se enquistó en Colombia. 20 años después de la masacre de La Chinita, perpetrada por las Farc en ese barrio, Confidencial Colombia recorrió sus calles y recogió testimonios sobre lo que fue y es la realidad de ese histórico sitio.

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