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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: hambre

Hambre y sed, el doloroso panorama en la olvidada Guajira colombiana

Bajo el inclemente sol de La Guajira mueren cada año decenas niños por desnutrición, a pesar de que una sentencia de la Corte Constitucional colombiana obligó a las instituciones a garantizar el agua, la alimentación y la salud al pueblo indígena wayuu, que sufre las peores consecuencias de la pobreza.

Numerosos políticos han hecho campaña en La Guajira durante el actual periodo electoral, pero los pobladores denuncian que cuando sean elegidos se olvidarán de ellos.

 

«Una tiene que seguir adelante, por sus otros niños. Hay que ser fuerte. Yo soy fuerte», dice la wayúu Sonia Epieyú, mientras vela a su hijo de apenas nueve meses de edad sobre las vías del tren que conduce a la mina de carbón El Cerrejón.

El pequeño murió en un hospital de la capital regional, Riohacha, después de haber sido trasladado desde su comunidad rural de origen, conocida como Toolomana, tras sufrir numerosos vómitos. Sus familiares aseguran que estaba desnutrido.

«Cuando los funcionarios llegaban a la comunidad me lo pesaban, y me daban la tallita. Nada más. Me ofrecieron una receta de una fórmula (de vitaminas, alimenticia) pero no me la quisieron dar en la tienda porque me dijeron que quien tiene que hacer el documento es la nutricionista», denuncia Sonia.

El pequeño ataúd blanco al que todos miran da cuenta de la tragedia que se vive en La Guajira. No es un caso aislado. En lo que va de año han fallecido 21 niños menores de cinco años por desnutrición o causas asociadas a esta, según el Instituto Nacional de Salud (INS).

El flagelo tampoco es nuevo. Al menos 118 niños murieron por las mismas dolencias en 2018, 84 en 2019, 65 en 2020 y una veintena el año pasado, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

Son las consecuencias de la miseria en una región donde el 63 por ciento de los habitantes sufre pobreza monetaria y el 52 por ciento multidimensional.

El valor del agua

La mayoría del departamento, situado en el extremo norte colombiano –y sudamericano– tiene un clima semidesértico, con muy escasas precipitaciones que impiden el acceso al agua potable, garantizado para apenas el 20 por ciento de la población, una posibilidad casi nula en las zonas alejadas de centros urbanos de la media y la alta Guajira.

En las comunidades más lejanas, llamadas rancherías, construidas en zonas muy áridas y compuestas por apenas unas casas construidas con caña atada, tienen que recurrir a pozos rudimentarios, de los que brota líquido a menudo salado, o a pequeños embalses artesanales, llamados jagüeyes, que recogen agua de lluvia. El líquido acaba embarrado y, en muchas ocasiones, no es apto para el consumo, teniendo el potencial de generar enfermedades.

El agua en La Guajira es el bien más preciado, pero también puede matar.

Miles de personas recorren cada día decenas de kilómetros para obtener el preciado líquido de esos lugares, situados en lugares estratégicos entre las comunidades. Otros han recurrido a ingenios que tampoco garantizan el acceso a agua apta para el consumo.

Es el caso de la ranchería Sibalú, situada a unos 40 minutos de Uribia, considerada la «capital indígena de Colombia» y donde el 92 por ciento de la población vive en pobreza multidimensional.

Allí los pobladores han construido un pozo profundo de anillos y recogen el agua, almacenada a unos 20 metros de profundidad, dándole vueltas a una manivela. Es una solución de urgencia, ya que el agua que emana del ingenio tampoco está purificada, y puede ser contaminada con cualquier objeto u animal que caiga dentro y quede atrapado o muera.

Ni siquiera ese pozo evita que la tragedia llegue también a Sibalú, un conjunto de unas cinco casas, dos de caña y tres de cemento vivo erigidas sobre la tierra, en pleno epicentro semidesértico.

Tras el alambre de espino que protege de los animales el pequeño cementerio de la ranchería está la tumba del pequeño Fabián. Murió en abril, también por causas asociadas a la desnutrición.

«Estaba muy delgado»

«Aquí no hay empleo. Eso nos deja débiles. No tenemos fuerzas, y de ahí se desencadenan otras necesidades, como la alimentación. El niño no tenía una estabilidad o fuente de ingreso que lo favoreciera», dice junto a la sepultura Mónica Epineyú, su abuela.

Tumbada en una hamaca, colgada dentro de una de las casas de concreto, de dimensiones más reducidas que las celdas de muchas prisiones, se encuentra Mónica, la madre del pequeño.

«Estaba muy delgado», dice entre lágrimas, mientras otra de las mujeres de la comunidad explica las necesidades que tienen. «El poco dinero que uno consigue es para ellos, para los niños, y es muy poquito. No para que tengan buenas defensas. No hay fruta. No hay vitaminas. No hay agua limpia, porque el agua del pozo no está dulce», lamenta.

El problema de la falta de agua obliga también a las familias a desviar dinero para ese menester, evitando el gasto en mejores alimentos.

La comunidad de Sibalú se dedica al pastoreo de unas pocas cabras, y también a la artesanía, pero los pagos son muy pobres. «Nosotras cobramos 15.000 pesos (unos 3,5 euros) por crear unos bolsos que tardamos días en coser, y los hilos son muy caros», lamenta la madre de Fabián.

La Corte Constitucional colombiana emitió en 2017 una sentencia con 210 órdenes dirigidas a 25 instituciones con el objetivo de paliar la situación de pobreza de la Guajira, tras recibir informes que recogían la muerte de 4.770 niños por causas relacionadas con la desnutrición en la década anterior. Los pobladores aseguran que el cumplimiento de esa sentencia es lento e insuficiente.

Una de las soluciones ha sido la contratación de camiones de agua, que no llegan a buena parte de las rancherías por el mal estado de las vías, la mayoría no asfaltadas, y también por la corrupción. Al menos 374 niños han fallecido por causas evitables desde 2017.

La pobreza profunda en Uribia afecta también a comunidades cercanas al núcleo urbano, exacerbada en los últimos años por la masiva llegada de migrantes procedentes de Venezuela.

Los wayúu son un pueblo binacional, y muchos cruzaron la frontera tras el inicio de la crisis política, social y económica en el país vecino.

Al menos 13.500 personas pueblan ‘Aeropuerto’, un barrio de invasión creado sobre una antigua pista para aviones. La necesidad es palpable nada más pisar el lugar.

María Jusayú vive con sus dos hijos en una diminuta cabaña fabricada con caña y otros elementos encontrados en la calle. Su hija más pequeña sufre una evidente y diagnosticada desnutrición.

«Vino una nutricionista y me dijo que no tenía el peso adecuado de una niña de un año. Pesa seis kilos y debería pesar entre diez y catorce. Me han dejado un compuesto de vitaminas», expresa la progenitora.

«Ella come lo que yo pueda conseguirle. No la alimento adecuadamente. No le doy purés, muy de vez en cuando. Si nosotros comemos arroz, una vez al día, yo le hago arroz. Come lo que hay», lamenta María.

La mala praxis de parte de los elementos de la Administración asola también a La Guajira. El departamento ha tenido doce gobernadores en la última década. La mayoría han sido destituidos por casos de corrupción que, en ocasiones, están relacionados con los fondos destinados a la infancia.

Hambre y desnutrición: ¿Qué proponen los candidatos?

La crisis de seguridad alimentaria durante la pandemia y la inclusión de Colombia en la lista de países en riesgo de hambruna por parte de la FAO ayudaron a poner el problema del hambre y la desnutrición en la agenda de las campañas presidenciales. Se trata de un problema que es crónico pero urgente y demanda una acción multisectorial. A continuación, sintetizo los programas de cuatro campañas presidenciales, destaco sus particularidades y planteo algunas preguntas sobre cada una. El análisis se basa exclusivamente en los documentos publicados por las campañas. Ninguno de los programas hace un costeo de las propuestas en este frente, por lo que me abstengo de evaluar su viabilidad fiscal.

Sergio Fajardo

Este programa incluye el “programa nacional de seguridad alimentaria: hacia la garantía progresiva del derecho a la alimentación”, que propone acciones en tres frentes: ingresos, producción y prevención de la desnutrición. Más específicamente, Fajardo propone aumentar el monto de los giros de programas de transferencias (como Jóvenes en Acción y Colombia Mayor) en función del aumento de los precios de los alimentos, crear 1,5 millones de empleos, prevenir la desnutrición crónica mediante reformas al PAE, fortalecer las acciones de prevención de la desnutrición en el sistema de salud y el ICBF y un paquete de inversiones en el campo para aumentar la oferta de alimentos y mejorar su distribución.

 

En síntesis, este programa integra el acceso a los alimentos, la producción local de los mismos y la prevención de la desnutrición. De las propuestas que encontré en los cuatro programas, la de aumentar el monto de las transferencias monetarias actualmente existentes es la que podría implementarse de manera más ágil y producir resultados más pronto. Sin embargo, es necesario evaluar si el aumento que propone Fajardo realmente alcanzaría para suplir las necesidades de alimentación de las familias o simplemente serviría para mantener el poder adquisitivo de las transferencias.

Federico Gutiérrez

Se compromete a reducir en 30% la mortalidad infantil por desnutrición, promover la lactancia materna, fortalecer la asistencia técnica agropecuaria y aumentar las ventas directas de los pequeños y medianos productores rurales a la industria y los mercados finales. Sin embargo, su programa bandera se denomina Colombia sin hambre y busca “garantizar las tres comidas diarias a las familias más pobres con una estrategia de alianzas público-privadas que nos permitirá aprovechar los 10 millones de toneladas de alimentos que perdemos anualmente”.

En efecto, según estimaciones oficiales, en Colombia se pierden o desperdician cerca de 10 millones de toneladas de comida al año “con las que se podría alimentar a más de 8 millones de personas” (DNP, 2016, p. 31). Ya que el 40% de ese volumen se pierde en las fincas (por ejemplo: por factores climáticos, daños mecánicos, muerte de los animales durante la cría o reducción en la producción de leche debido a enfermedades de la vaca), serían necesarias grandes inversiones en las fincas, cuya viabilidad técnica y económica sería necesario evaluar.

Otro 20% se pierde en el proceso de pos-cosecha y almacenamiento (por ejemplo, en el transporte de alimentos desde la finca hasta la central de abastos o de las reses en el transporte al matadero) lo que implica, entre otras cosas, grandes inversiones en la cadena de frío. No es muy claro a quién le correspondería hacer las inversiones para reducir estas pérdidas, cuál sería su efecto en el precio de los alimentos, cuánto tiempo tomaría lograr resultados tangibles, ni de qué manera accederían a esos alimentos los hogares que padecen hambre.

En síntesis, aunque nadie pone en duda la necesidad de reducir la pérdida y desperdicio de alimentos, no es del todo evidente que este sea un camino que permita reducir ostensiblemente la inseguridad alimentaria en el corto plazo.

Rodolfo Hernández

Este programa es uno de los que más menciona el hambre y la alimentación, pero, paradójicamente, es el que menos propuestas específicas hace para reducir la inseguridad alimentaria. El candidato propone promover los sistemas agroalimentarios tradicionales y las formas de producción y consumo de alimentos más sostenibles y saludables y mejorar la información sobre seguridad alimentaria.

Según Hernández, la importación de alimentos excluye del consumo masivo a los alimentos locales, que causan menor huella ambiental por ser cosechados y comercializados cerca a centros de consumo, por lo que propone “prohibir las importaciones de productos que el campo colombiano produzca, hasta tanto no se haya asegurado su venta y se haya surtido el mercado local” y “revisar el cumplimiento de las condiciones de los TLC, en términos de no permitir la importación de productos cuando haya oferta interna suficiente en renglones específicos».

Al mismo tiempo, Hernández considera que una gran parte de la frontera agrícola está subutilizada y ve aquí una oportunidad para mejorar la balanza comercial del país promoviendo los productos agropecuarios con gran potencial de exportación y aumentando las plantaciones forestales, palma de aceite y cebolla cabezona.

Gustavo Petro

Este programa, es uno de los más detallados en cuanto a propuestas para reducir el hambre y la desnutrición y comparte varias propuestas con otras campañas (protección arancelaria a productores nacionales de alimentos, acercar a productores y consumidores de alimentos, acabar la corrupción en el PAE- Programa de Alimentación Escolar).

El programa de Petro también prevé instaurar el etiquetado frontal de advertencia en la comida chatarra y eliminar por completo la mortalidad infantil por desnutrición. Sin embargo, hay dos rasgos que lo separan de los otros tres programas: en primer lugar, adopta abiertamente el enfoque de soberanía alimentaria, que ha sido promovido por organizaciones campesinas latinoamericanas y que enfatiza el derecho de los pueblos a producir alimentos usando sistemas agroecológicos autóctonos y a consumir los alimentos propios de cada cultura. En contraste, el enfoque de seguridad alimentaria, que adoptan los otros tres candidatos, prioriza la disponibilidad de y el acceso a alimentos sanos y nutritivos para toda la población, sin prestar mucha atención al origen y la forma de producción de esos alimentos.

En segundo lugar, Petro propone la entrega directa de mercados, alimentos o bonos a comunidades y hogares dependiendo de sus condiciones socioeconómicas o como incentivo por la participación de las familias, los jóvenes y las mujeres en capacitación, cultura, deporte, recreación, cuidado de la primera infancia, de adultos mayores y otras personas con requerimientos especiales, cuidado de la naturaleza, labores comunitarias en infraestructura vial y social y turismo comunitario. Para adquirir los alimentos, incluidos en este plan de choque, Petro propone un plan masivo de compras públicas a pequeños y medianos productores.

La propuesta de Petro de incentivar la producción local de alimentos y las prácticas agroecológicas es acertada en el contexto de nuestra crisis ambiental y, especialmente, en una coyuntura en que las cadenas globales de suministro han revelado su vulnerabilidad (por ejemplo, debido a la pandemia, al bloqueo del Canal de Suez y al impacto del conflicto en Ucrania sobre la oferta de trigo, entre otros factores). Sin embargo, el programa de entrega de alimentos suscita bastantes preguntas sobre la focalización (quiénes se beneficiarán), la duración de la asistencia alimentaria, su complementariedad con otras transferencias que existen en la actualidad y su relación con el ingreso mínimo básico para mujeres cabeza de familia y el empleo estatal de última instancia que propone el candidato.

La complejidad legal y logística de este programa también hace dudar que sea una alternativa viable para reducir la inseguridad alimentaria en el corto plazo.

Conclusión

En síntesis, los programas revelan diferentes aproximaciones al problema: en unos, las políticas agrícolas y alimentarias son casi independientes, mientras que en en otros son inseparables. En los cuatro hay propuestas interesantes, pero también otras cuyo impacto y viabilidad son dudosos.

Todas plantean enormes desafíos fiscales y operativos y su implementación dependerá del lugar que ocupe el tema en la agenda gubernamental del próximo cuatrienio.

1. Departamento Nacional de Planeación (2016) Pérdida y desperdicio de alimentos en Colombia. Bogotá, DNP, Dirección de Seguimiento y Evaluación de Políticas Públicas.

Países pobres llevarán la peor parte por la guerra en Ucrania, advierte la ONU

La Red Global contra las Crisis Alimentarias ha advertido este jueves de que los países que ya enfrentan altos niveles de hambre aguda son más «vulnerables» a los riesgos de la invasión rusa de Ucrania, especialmente por su dependencia de las importaciones de alimentos e bienes agrícolas y su exposición al alza de los precios de los alimentos.

«La invasión de Ucrania por parte de Rusia amenaza la seguridad alimentaria mundial. La comunidad internacional debe actuar para evitar la mayor crisis alimentaria de la historia y los levantamientos sociales, económicos y políticos que podrían derivarse de ella», ha apuntado la comisaria europea de Alianzas Internacionales, Jutta Urpilainen.

 

Así lo ha destacado durante la publicación del Informe Global de Crisis Alimentarias 2022, que revela que el conflicto sigue siendo el principal motivo de la inseguridad alimentaria.

Además, el estudio elaborado por la Red Global contra la Crisis Alimentaria, una alianza internacional entre las Naciones Unidas, la Unión Europea y agencias gubernamentales y no gubernamentales; pone en evidencia que alrededor de 193 millones de personas en 53 países experimentaron inseguridad alimentaria aguda en 2021, casi 40 millones de personas más respecto a 2020.

Si bien el análisis es anterior a la crisis Ucrania, el informe indica que la agresión de Rusia ha expuesto la interconexión y la «fragilidad» de los sistemas alimentarios mundiales, y sus «graves» implicaciones para la seguridad alimentaria y nutricional a escala mundial.

«Debemos continuar apoyando a los países socios en la transición hacia sistemas agroalimentarios sostenibles y cadenas de suministro resilientes aprovechando todo el potencial de Green Deal y Global Gateway», ha añadido Urpilainen.

Manos para combatir el hambre y la pobreza

La inflación tiene al mundo en jaque. Se combinaron factores que bien podrían ser la peor de las tramas de una novela apocalíptica: las consecuencias de una pandemia, que paralizó por completo al mundo, se tocaron con una guerra que nadie esperaba y que está colapsando a dos gigantes productores de alimentos y de materias primas del planeta. Los mercados, y por ende nosotros los ciudadanos, estamos padeciendo los efectos en nuestro bolsillo; de acuerdo con el más reciente informe sobre el índice del costo mundial de alimentos de las Naciones Unidas, este se incrementó en un 13% en el mes anterior.

Los números no paran de sorprender a nadie, semana tras semana son más desoladoras las proyecciones, y es por ello que hay que tener en mente que el conflicto entre Ucrania y Rusia continuará generando mayores estragos, ya que solamente estas dos naciones producen el 19% de la cebada del mundo, 14% del trigo y un 4% del maíz, algo que de acuerdo con la FAO representa una tercera parte de los cereales que se exportan en el planeta.

 

Adicionalmente, el más reciente informe de OXFAM, indica que “más de 260 millones de personas adicionales podrían verse sumidas en la pobreza extrema en 2022 como consecuencia de la COVID-19, el aumento de las desigualdades a nivel global y el incremento desorbitado de los precios de los alimentos, todo ello exacerbado por la guerra en Ucrania.” El reporte además estima que para finales del 2022 tendríamos un mundo en el que 860 millones de personas vivirían en pobreza extrema, esto es con 1,9 dólares por día, unos 7,100 pesos colombianos.

Estos datos deberían convencernos de que debemos tomar con fuerza el timón y dar un giro a nuestras prioridades, fijando mayor interés por el campo y el desarrollo agrícola de cada territorio; obviamente pensemos principalmente en Colombia, un país al que siempre hemos escuchado que podría ser “la gran despensa del mundo”.

Puede que no seamos tan optimistas como para creernos una gran alacena global, pero sí que podemos apuntarle a mejorar lo que ya tenemos y a explorar mayores caminos para que el campo colombiano se vea beneficiado del gran desarrollo tecnológico y comercial que existe hoy en el mundo. El cambio de gobierno que tendremos en pocos meses debería ser una nueva oportunidad para entender de una vez por todas, que es en el campo en donde hay que hacer fuertes inversiones, y que es precisamente ahí en donde tenemos grandes oportunidades de transformación social.

Existen ya muchas muestras de que es posible cambiar la cara de territorios completamente tomados por cultivos ilícitos y labrados por campesinos, que se debaten entre la fuerza de quienes sí hacen presencia en sus municipios y la frustración de que nadie les compra sus cosechas. Es así como terminan cultivando lo que les piden u obligan, lo que les pagan por adelantado y lo que les recogen en la puerta de sus parcelas. Esa realidad necesita una transformación de fondo.

En 2018 Colombia hizo ya el trabajo de determinar la frontera agrícola nacional que en su momento era de 39.23 millones de hectáreas, área totalmente aprovechable para su desarrollo. Tres años después se estima que 31 millones de dichas hectáreas siguen inutilizadas; solamente se ha utilizado el 19% de un espacio que nos generaría grandes réditos como sociedad. Las oportunidades son todas y el camino requiere de un fuerte apoyo del Estado que debe fortalecer su presencia, abrir más y mejores caminos, generar mayores oportunidades de capacitación y transferencia de conocimientos, así como articular estrategias que tengan el sello país.

En el pasado deberían quedar las constantes noticias de cientos de miles de campesinos que son noticia, no porque sus cultivos estén prosperando sino, porque sus cosechas se pudren por falta de compradores o de buenas vías para llevarlas a tiempo a los mercados. Es tan grande el vacío, que con poco esfuerzo se haría mucho. Sería genial ver cada vez más proyectos que nos ayuden a intensificar los cultivos en los que podemos ser competitivos y en los que podemos ayudar a mejorar nuestra presencia como país (tema para otra columna sobre aquellos productos que nos quieren hacer creer que podemos cultivar eficientemente en un país tropical).

Impactados y aislados por la suma de una gran variedad de factores que parecen no dar tregua, nuestras naciones y nuestros líderes no necesitan grandes ideas o discursos rimbombantes; con planes sencillos pero realizables, inversiones inteligentes y que fortalezcan los puntos de mayor dolor, la tarea se irá haciendo de forma consecuente. El campo colombiano para ser competitivo necesita tres cosas: 1) Mayores y mejores conexiones con los centros poblados, traducidas en vías e infraestructura de calidad; 2) Tecnificación y transferencia de conocimiento y 3) Capacitación local y entrenamiento en la zona. Si se empieza ahora, en unos años recogeremos los frutos. Hay que replicar las experiencias de sectores específicos que ya lo han hecho, con mucho esfuerzo y grandes inversiones, pero que tienen la evidencia irrefutable de los resultados.

Un mundo con hambre, un planeta caminando en la cornisa de una crisis aún mayor, necesita todas las manos que puedan hacer la tarea, otro llamado para invertir en donde toca y en lo que es prioridad.

@AlfonsoCastrCid
Managing Partner
Kreab Colombia

Los problemas de salubridad y el hambre tienen en riesgo al pueblo Nukak

Varios miembros del Pueblo indígena Nukak, un pueblo aborigen que vive en la selva húmeda tropical, entre los ríos Guaviare e Inírida, en el departamento del Guaviare en la región amazónica colombiana; sufren por estos días un extraño brote en la piel que amenaza su supervivencia.

 

 

Según ha conocido Confidencial Colombia, el brote que ha sido considerado por los médicos de San José del Guaviare como una escabiosis, afecta a algunos miembros que habitan en un sitio conocido como Filo de Hambre y se extiende a otros poblados como Aguabonita.



Fuentes consultadas por este medio señalan que la problemática de salud se habría originado luego que los Nukak recogieran un colchón húmedo y se acostaran en este, y la cual se habría agravado teniendo en cuenta las deficientes condiciones de saneamiento a la que están expuestos los miembros de este pueblo indígena nómada que se ha visto obligado a abandonar la selva por el recrudecimiento del conflicto armado en esa zona del país.

En total son 17 familias conformadas por 110 indígenas Nukak los que viven la problemática que no parece tener una pronta solución, ya que por su condición nómada no se encuentran dentro del sistema de salud y a pesar de los esfuerzos de las autoridades para incluirlos en el sistema no ha sido suficientes para atender a esa población. A finales del año pasado la Superintendencia de Salud pidió precisamente a la Secretaría de Salud un informe con el detalle de la garantía de servicios de salud a esta población, requerimiento para el que no se han destinado siquiera los recursos.

 

Hambre y desnutrición, las otras plagas que azotan a este pueblo indígena

Fuentes consultadas por Confidencial Colombia refieren que a las difíciles condiciones de saneamiento que viven los Nukak en San José de Guaviare se suman el hambre y la desnutrición, ya que al salir de la selva y abandonar sus prácticas ancestrales para conseguir alimento como la caza y la recolección de frutos del bosque; han tenido que recurrir a rebuscarse el alimento en la zona urbana de la capital del Guaviare.

Una problemática que se agrava si se tiene en cuenta que a la fecha en la zona donde están asentados hace cuatro meses no llega agua potable por lo que han recurrido a consumir agua no tratada que también les ha generado más problemas de salud.

 

Además, en fotografías y obtenidas por este medio se ven las deficientes condiciones de salubridad en las que esta comunidad prepara sus alimentos, una habilidad que no manejan muy bien porque en su habitat natural acostumbraban a hacerlo de una manera ancestral que no requería utencilios comunes como ollas y demás.

Una bomba social

Sumado a los problemas de salud y saneamiento básico, los Nukak se enfrentan al estigma social y sus miembros están expuestos a otras problemáticas como la drogadicción y la prostitución, que tienden a agravarse en la medida que se perpetúa su con las costumbres occidentales.

Cambio climático: ¿qué impactos tiene sobre el hambre?

Los episodios climáticos extremos cada vez más frecuentes y extensos tendrán un impacto negativo en la disposición, acceso y utilización de alimentos, así como los bienes y medios de vida en zonas rurales y urbanas. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) asegura que el cambio climático aumentará el hambre y la malnutrición.

El cambio climático empeorará las condiciones de vida de agricultores, pescadores y quienes viven en los bosques ya de por si vulnerables, en condiciones de inseguridad alimentaria. Las comunidades rurales se enfrentan a la pérdida de cosechas, ganado y a la disminución de productos marinos.

 

La población empobrecida correrá el riesgo de inseguridad alimentaria por la pérdida de sus bienes y por la falta de cobertura de seguros adecuada. La capacidad de la población rural de convivir con los impactos producidos por el cambio climático depende del contexto cultural y de las políticas existentes, así como de factores socioeconómicos como el género, la composición de los hogares, la edad y la distribución de los bienes en el hogar.

Surgirán nuevos esquemas de plagas y enfermedades por el repentino cambio de temperatura, florecen solo a determinadas temperaturas y condiciones de humedad, afectando a los seres humanos, las plantas, el ganado y la pesca. Esto implicará nuevos riesgos para la seguridad alimentaria, la inocuidad de los alimentos y la salud humana.

El cambio climático afectará aproximadamente a los 200 millones de familias en todo el mundo cuyos medios de vida dependen de la pesca y la acuicultura. Ciertos recursos pesqueros se harán menos abundantes mientras especies importantes se desplazarán a otras zonas menos accesibles para los pescadores. Las prácticas de acuicultura podrían verse amenazadas, entre otros factores, por el aumento de episodios climáticos extremos, sequías y por el calentamiento de las aguas.

Esto hará más difícil para numerosas comunidades de pescadores lograr vivir de la pesca o conseguir el pescado para alimentar a sus familias. Algunas comunidades pesqueras podrían verse desplazadas por el aumento del nivel del mar y se verán obligadas a encontrar nuevos lugares donde vivir y nuevas formas de ganarse la vida.

La FAO pone a Colombia en el tren de cola mundial en episodios de hambre

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO por sus siglas en inglés, publicó un informe conjunto donde advierte que el hambre aguda se dispare en más de 20 puntos críticos en los próximos meses, a menos que se tomen medidas inmediatas.

En el informe la FAO emitió una alerta temprana para Colombia por estar en alto riesgo de sufrir una crisis de hambre en 2022.

 

Tomado del informe de la FAO

Entre las razones que ponen a Colombia en el listado donde figuran países como Etiopía, Nigeria, Sudán del Sur y Yemen, resaltan el resurgimiento del conflicto y la crisis económica generada por la pandemia de coronavirus.

«Es probable que la inseguridad alimentaria se deteriore aún más en Colombia durante los próximos meses debido a una combinación de inestabilidad política y económica. Los desafíos y el impacto continuo de la crisis migratoria regional amplificada por el desplazamiento interno» señala el informe de la FAO.

Así mismo el organismo multilateral señala que los retrasos en la implementación del acuerdo de paz de 2016 entre el Gobierno y las Farc, la nuevas oleadas de ataques violentos, con 61 000 nuevos desplazados internos entre enero y Septiembre de 2021: tres veces los niveles de 2020, podrían ahondar el problema del hambre.

De igual manera, la FAO advierte que la pandemia de COVID-19 ha amplificado aún más las disparidades existentes y sus efectos económicos seguirán sintiéndose en los hogares vulnerables,
a pesar de un repunte económico en 2021 y un crecimiento esperado del PIB de 5.5 por ciento en 2022.

«Si bien las pérdidas de empleo relacionadas con la pandemia ya se han recuperado casi por completo, la tasa de desempleo sigue siendo alto, en más del 11 por ciento en octubre de 2021. También es preocupante el alto tasa de inflación, que se situó en el 12,4 % interanual en septiembre 2021, y que es probable que continúe afectando el poder adquisitivo de hogares vulnerables», dice el informe de la FAO.

Recomendaciones puntuales al Gobierno

En su informe la FAO hace una serie de recomendaciones puntuales al Gobierno, para que se tomen de forma anticipada y evitar que el país caiga en niveles de hambre aguda, entre las que se destacan:

• Suministro de insumos agrícolas esenciales para la supervivencia de los animales y el mantenimiento de la producción de cultivos (alimento para animales, insumos veterinarios, semillas y fertilizantes).

• Brindar asistencia técnica para la producción y conservación de alimentos para animales (ensilados, henificados y concentrados artesanales), la preparación de fertilizantes con insumos locales y establecimiento de bancos de semillas.

• Distribuir transferencias de efectivo a las personas más vulnerables en áreas rurales y urbanas, para mitigar el impacto de los aumentos esperados en los precios de los alimentos en la seguridad alimentaria.

Hasta el momento el Gobierno colombiano no se ha pronunciado sobre es informe de la FAO.

Consulte el informe completo de la FAO en inglés, clic aqui

Cocineros internacionales y colombianos se unen contra el hambre

Como una iniciativa del Banco de Alimentos de Bogotá, para recaudar mercados para personas de escasos recursos y la Campaña Navidar, la cual pretende generar una sensibilización sobre la problemática de la lucha contra el hambre, se une para ayudar el próximo sábado 18 de noviembre en el Centro Comercial Calima en la Alimentatón: Juntos contra el hambre.

Durante el evento el cual inicia a las 10:00 a.m., los asistentes podrán disfrutar de lo mejor de la comida italiana y podrán aprender desde la simplicidad de la cocina de su casa, cómo hacer una pizza saludable y muy italiana con ingredientes del campo colombiano, sin necesidad de horno, esto a cargo del Maestro Pizzero y Chef Stefano Baffoni, el chef Jorge Enrique Martínez chef de El gran Gourmet, será quien liderará la iniciativa con platos novedosos y saludables con ingredientes nacionales, también representando la cocina del pacifico estará el chef Rey Guerrero y Andrés Marulanda mostrará el arte culinario sencillo y de alta calidad, esta muestra será a partir de las 10:00 a.m. hasta las 11:00 a.m.

 

Será un evento abierto al público en general, el cual no sólo es una oportunidad para reunir mercados, es la ocasión para generar una verdadera conciencia de la realidad que viven miles de personas en Bogotá, comprender, compartir mensajes y generar movilización en torno a esta problemática. La meta es recolectar 25.000 mil mercados los cuales serán entregados en navidad a las familias beneficiarias del banco de alimentos de Bogotá para que puedan compartir en esta navidad el pan en familia.

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‘La dieta' de la guerra en Siria

El desespero en el país de Oriente Medio es tal, que un grupo religioso emitió un edicto para suavizar la crisis alimentaria el cual permite comer perros, gatos y burros para impedir la muerte de ciudadanos por hambre. La tensión entre el régimen de al Assad y la rebelión deja al menos 800 mil personas con necesidades alimentarias.

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Comer insectos, ¿la solución para acabar con el hambre?

Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) recuerda que los insectos son ya una fuente de proteínas que forma parte de la dieta de al menos 2.000 millones de personas y que tiene un potencial por explotar ya no solo como alimento y como pienso.

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