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Etiqueta: Inpec

La Gata se queda en la cárcel

Tras revisar los antecedentes de Enilce López alias ‘La Gata’, el Instituto Penitenciario y Carcelario (Inpec), reversó la decisión de dejarla en libertad.

De acuerdo con la entidad, alias La Gata tiene otro proceso abierto por el  homicidio de  Nunilia Ester Collazos ocurrido en el año 2001.

 

Un juez de la República condenó a López a 9 años de cárcel por ser la  autora penalmente responsable del delito de concierto para delinquir agravado, y la pena accesoria de inhabilitación de derechos y funciones públicas por el mismo término de la pena principal.

Crisis de hacinamiento en las estaciones de Policía y las URI

A nivel nacional y distrital estamos de cara a un fenómeno que ha dejado muertos, heridos y la violación de los derechos de las personas privadas de la libertad – PPL. Este es el hacinamiento, no sólo en las cárceles, sino también en otros equipamientos de justicia cómo las estaciones de Policía y Unidades de Reacción Inmediata – URI, en los que se encuentran personas privadas de la libertad esperando a ser condenados o a que se solucionen su situación jurídica, algo que cada vez es más notorio y parece no tener una solución aparente en el corto plazo.

En 2022 la Defensoría del Pueblo, manifestó su preocupación al encontrar que en estos centros transitorios de reclusión hay una capacidad para 6.727 personas y hoy tendrían 19.471. Para este año la cifra aumentó, según la Policía Nacional en Colombia la capacidad es de 8.000 PPL  y actualmente hay 21.101 detenidos, una cifra que se traduce en que la sobreocupación es de 144%.

 

La propuesta que hasta ahora ha hecho el gobierno nacional se relaciona con brigadas jurídicas en cooperación con los consultorios jurídicos de las universidades realicen un censo de la situación jurídica de las personas privadas de la libertad en el país con el fin de identificar a quienes tienen derecho a la libertad y poder desocupar estos equipamientos.

En Bogotá la situación es peor, según la Personería Distrital el año pasado el hacinamiento en estos lugares fue de 292% en 22 centros transitorios de la ciudad, por ejemplo, hay 332 personas condenadas que no han sido trasladadas a un centro penitenciario. Si bien es cierto que ante este panorama Policía Metropolitana de Bogotá anunció el traslado masivo a centros penitenciarios de quienes ya tienen condena es destacable que se requiere urgentemente de la articulación interinstitucional a nivel distrital y nacional para solucionar la situación de quienes seguirán hacinados.

Adicionalmente, a la fecha el hacinamiento en algunos equipamientos supera el 100%. Por ejemplo, en las Estaciones de Policías las cifras de sobreocupación son: Usaquén (880%), Mártires (700%), Bosa (526%), Teusaquillo (400%), Usme (357%), Kennedy (355%). Y en la URI de Puente Aranda (187,5%).

Uno de los elementos que destacan en esta crisis es el hecho de que al interior de los lugares de reclusión hay dinámicas que no han sido controladas, por ejemplo, conflictos, riñas, actuaciones de bandas de crimen organizado, linchamientos y hasta asesinatos. Tal como ocurrió el año pasado en la URI de Puente Aranda cuando murió por linchamiento el presunto violador de Hilary Castro hecho que según uno de los detenidos fue orquestado por la banda delincuencial “Los Plumas” que opera al interior de estos equipamientos.

También, en 2023 se ha presentado el asesinato presuntamente en medio de una riña al interior de una de las celdas de la estación de policía de Rafel Uribe Uribe, un joven de 25 años que ya estaba condenado pero no había sido trasladado a un centro penitenciario. Y ayer murió un hombre de 28 años en la Estación de Policía de la Candelaria luego de una paliza mientras estaba recluido.

Estamos de cara a una crisis de hacinamiento que trascendió los centros carcelarios y se extendió a otros equipamientos de justicia como estaciones de policía y las URI, la solución en el mediano y largo plazo debe pasar por mejorar infraestructura y garantizar los derechos de los privados de la libertad. Como sociedad debemos eliminar del imaginario colectivo que la justicia por mano propia funciona, por el contrario debemos incentivar y trabajar por el fortalecimiento del aparato de justicia. Por otro lado, las autoridades tienen que centrarse en la eliminación de cualquier estructura criminal que opere al interior de estos equipamientos.

Lucía Bastidas

El Minjusticia tiene la llave para solucionar el hacinamiento

Importante el anunció del Ministro de Defensa Iván Velásquez de mirar, en conjunto con el Ministerio de Justicia, la posibilidad de generar nuevos espacios en las cárceles para descongestionar las estaciones de policía y las URI, donde se registra un hacinamiento del 144% con más de 22 mil personas recluidas en condiciones infrahumanas y liberar más de 3000 uniformados que están destinados a trabajar en las calles, pero se encuentran como guardianes en las estaciones y URI.

Durante este año e inclusive el próximo, la única institución que puede solucionar este problema de hacinamiento en las estaciones y URI, es el Ministerio de Justicia, a través del INPEC, abriendo las puertas de algunas cárceles para que las personas que están puedan estar en mejores condiciones. Hay que anotar que estas personas, desde hace ya varios meses e inclusive años sobreviven las 24 horas del día, los siete días de la semana en un metro cuadrado y por lo menos en una cárcel podrían salir a un patio a recibir el sol, redimir pena con actividades, ir a un baño, entre otros derechos.

 

¿Por qué el Ministerio de Justicia es el único que puede solucionar este problema? Porque los municipios y departamentos, que también tienen obligaciones en estas materias, no han cumplido y seguramente no van a alcanzar a cumplir la orden de la Corte Constitucional para “construir o adecuar inmuebles con condiciones adecuadas para recluir temporalmente a las personas que no han sido trasladas a una cárcel”. El plazo dado por la Corte vence en marzo de este año (Sentencia SU-122-22 que amplio en estado de cosas inconstitucional).

Los entes territoriales no van a cumplir porque seguramente no dejaron recursos este año para tal fin, además es el último año de gobierno y las ciudades capitales y departamentos están esperando el tramite de un proyecto de ley en el Congreso, que se presento con el liderazgo de Asocapitales, y que les permitiría invertir en este rubro con mayor tranquilidad. Solo podrían dejar comprometidos algunos recursos para la vigencia de 2024 y serán los nuevos alcaldes y gobernadores quienes tomen la decisión de construir los inmuebles ordenados por la Corte. Es decir, como se puede ver, en menos de dos años los entes territoriales no van a contribuir a solucionar esta problemática.

Salvo las ciudades de Medellín, que tiene un proyecto, que viene elaborando desde 2018 para construir una cárcel por Alianza Público Privada -APP- y Bogotá que construyo en un 50% el Centro Especial de Reclusión -CER- para 480 personas en la localidad de Puente Aranda y el proyecto de la nueva cárcel distrital en predios de La Picota, que no ha avanzado, las demás ciudades y departamentos no tienen proyectos y parece que tampoco recursos para construir centros de reclusión.

Por el lado del Ministerio de Justicia, el Proyecto de Ley “Por medio de la cual se humaniza la política criminal y penitenciaria para contribuir a la superación del estado de cosas inconstitucional¨, que busca eliminar algunos delitos, ampliar el acceso a la suspensión de pena y a la prisión domiciliaria y lograr que la pena máxima en Colombia quede en 40 años, hace tramite en el Congreso y seguramente, si es aprobado, los resultados no se verán antes de un año.

Como se puede ver, la única institución que, durante los próximos dos años, puede resolver la situación de hacinamiento inhumano de las URI y estaciones es el Ministerio de Justicia. Ojalá el INPEC y los cerca de 80 sindicatos estén dispuestos a caminar en esa línea, de lo contrario el estado de cosas inconstitucional persistirá y se incrementará, es decir, habrá mas hacinamiento en URI y estaciones, no habrá espacios para recluir nuevos delincuentes y la seguridad ciudadana seguirá siendo afectada por esta situación, como bien lo vio el Ministro de Defensa en el consejo de seguridad en el departamento de Antioquia.

Por: Hugo Acero Velásquez

 

Sindicatos del INPEC no aceptan más reclusos no condenados en las cárceles de Cúcuta

Los sindicatos del INPEC en Cúcuta han tomado la decisión de no permitir el ingreso de más presos no condenados, en las cárceles de la capital de Norte de Santander.

La última mesa de trabajo entre la Secretaría de Gobierno de Cúcuta, el  director de la cárcel, capitán John  Freddy Rojas y seis presidentes de las organizaciones sindicales, no avanzó porque dos sindicatos que no fueron convocados a la reunión se opusieron a la firma de los acuerdos suscritos.

 

Estas son: el Sindicato Nacional de Funcionarios Públicos y Carcelarios de Colombia (Sinfuninpec) y la Asociación Sindical de Empleados del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Aseinpec), seccional Cúcuta.

La razón para tanta oposición, según los dos sindicatos, es la deuda que tiene la administración la deuda por 1.200 millones de pesos que tienen con el Inpec, por los convenios nos suscritos del año 2022 y 2023.

Hidela Benítez, secretaria de Gobierno de Cúcuta, explicó que ambas organizaciones  si fueron convocados y que la Alcaldía se ha mostrado dispuesta al diálogo para superar las diferencias.

Amenazan al director del INPEC

El director del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, INPEC, coronel Daniel Gutiérrez, fue amenazado de muerte en las últimas horas.

El funcionario recibió un desayuno sorpresa que llegó con destino al grupo de asesores y que contenía una granada de fragmentación.

 

El paquete tenía como remitente a la esposa del director del INPEC por lo que no generó mayor sospecha. En su contenido venía una nota firmada por un grupo que se hace llamar ‘Los Magos’, quienes escribieron su molestia por las medidas tomadas por la entidad al interior de las cárceles, que consideran como “represivas”.

Gutiérrez califica la acción como un acto de quienes han sentido el rigor de la entidad y dijo además que no cesará en la idea de acabar con esas redes de corrupción al interior de las prisiones.

 

Guardias del Inpec señalados de torturas a presos quedan en libertad

Los dragoneantes del Instituto Nacional Penitenciario- Inpec, Víctor Alfonso Cervera, Julián Alberto Piñeros Gómez y Jefferson Hueso Escárraga, quedaron en libertad por vencimientos de términos.

Los tres guardias fueron detenidos tras ser vinculados por torturas a algunos reclusos en la Cárcel Modelo como reprimenda por el motín de la noche del 21 de marzo de 2020 que dejó como saldo 24 muertos y 104 heridos.

 

El juez consideró que han pasado 262 días y a la fecha no ha iniciado el juicio, razón por la que procedió a otorgar libertad a los procesados.

De acuerdo con la investigación de la Fiscalía,  los guardias encerraron a algunos reclusos para golpearlos y agredirlos con armas cortopunzantes.  A otros los habrían golpeado en los centros médicos a donde fueron trasladados después de los disturbios.

Alias ‘Firma’ burla la seguridad de una cárcel de máxima seguridad y se fuga

El cabecilla de los Pelusos, Bryan Orlando Marín Cardona, alias Firma, se fugó de la cárcel de máxima seguridad de Cómbita, Boyacá, informó la dirección del Inpec. De acuerdo con la entidad, la fuga se presentó cuando había entre 20 y 25 guardias de turno

«Parece que él logra fugarse a través de las mallas. Estamos revisando cámaras, haciendo entrevistas y demás», señaló el coronel Daniel Gutiérrez, director del Inpec.

 

El funcionario confirmó que la fuga se dio sobre las 2 de la mañana y que inexplicablemente, alias Firma, saltó una malla de más de 5 metro de altura. “Solo hasta las7:00 a.m. que el personal de seguridad del penal se percató de que hacía falta un recluso y tras la inspección se determinó que se trataba de Bryan Orlando Marín”.

El director del Inpec calificó como «inaudito que alguien se fugue de una cárcel de máxima seguridad«.

 

A la cárcel siete funcionarios del INPEC por temas de corrupción

Un juez de control de garantías impuso medida de aseguramiento privativa de la libertad en centro carcelario a siete integrantes del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) y a dos particulares, quienes harían parte de una red delictiva señalada de exigir dinero a los internos y a sus familias para permitirles entrar a la cárcel La Modelo de Bogotá diversos elementos.

Por estos hechos, un fiscal de la Seccional Bogotá imputó a estas personas, según el posible nivel de participación, los delitos de concierto para delinquir agravado con fines de extorsión; y fabricación, tráfico y porte de estupefacientes.

 

Los procesados son: los dragoneantes César Augusto Moreno Hidalgo, Christopher Mauricio Salcedo Cuadros, Luis Fernando Bustos Galindo, Jonathan Javier Sánchez Quiroga, Julio Humberto Oviedo España y Álvaro Castro Quinayas; y los particulares Leidy Stefanía López Sánchez, Rosimary Giraldo Montoya y Daniel Mauricio Barrios

Los elementos de prueba obtenidos, en un trabajo conjunto con el grupo GAULA de la Policía Nacional, dan cuenta de que los funcionarios se habrían concertado para permitir el paso de alucinógenos, licores, cigarrillos y celulares que eran vendidos a los privados de la libertad. Asimismo, se demostró que, al parecer, también permitían realizar llamadas extorsivas.

De otra parte, se conoció que las dos mujeres, presuntamente, acopiaban y ocultaban los elementos prohibidos y restringidos por el reglamento penitenciario en casetas ubicadas en inmediaciones de La Modelo.

Durante la investigación se realizaron dos diligencias de registro y allanamiento en las garitas del establecimiento carcelario, donde fueron incautados teléfonos celulares, encomiendas con artículos personales, sim card, una gramera, marihuana y bebidas alcohólicas.

Gobierno pone en marcha el plan de cultura para los presos

El Ministerio de Justicia, junto con el de Cultura, pusieron en marcha el ‘Plan de Cultura para la Libertad’, una estrategia que permitirá convertir las bibliotecas de los establecimientos penitenciarios en un escenario de resocialización e integración social.

A esta iniciativa se vincularon las secretarías de Cultura, Recreación y Deporte, y de Seguridad, Convivencia y Justicia de Bogotá, con el fin de iniciar un plan piloto para desarrollar actividades creativas y promover la cultura y la educación en los establecimientos penitenciarios y carcelarios ‘La Modelo’ y ‘El Buen Pastor’.

 

Para el ministro de Justicia, “conectar los centros penitenciarios a la Red Pública de Bibliotecas va a permitir que estas (las bibliotecas) no sean solamente depósitos de libros para prestar, sino que en esos espacios se puedan realizar talleres de literatura y conversatorios”.

El ministro se declaró a la expectativa respecto a los alcances que pueda tener en el sistema penitenciario el Plan de Cultura para la Libertad. “Estamos convencidos de que lograr unas mejores condiciones de vida para las personas privadas de la libertad nos permitirá ser una sociedad más decente”.

Desarticulan organización que delinquía desde la Cárcel Modelo

Un operativo en el que participaron uniformados del GAULA de la Policía Metropolitana de Bogotá, en coordinación con la Fiscalía General de la Nación, permitió la desarticulación del  Grupo Delincuencial Común Organizado ‘La Purga’, responsable de acciones extorsivas, estafas y otros delitos desde el interior del patio 2B de la Cárcel Nacional Modelo y sus inmediaciones.

Las investigaciones indican que personas privadas de la libertad, que en este caso eran conocidas como ‘plumas’, lograban, con la presunta complicidad de algunos funcionarios del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), obtener celulares, tarjetas simcard, cargadores, manos libres, sustancias estupefacientes, bebidas embriagantes, dinero en efectivo y otros elementos que era ingresados para su comercialización interna, lo cual les representaba altas sumas de dinero mensuales. Igualmente, los teléfonos eran utilizados para realizar llamadas con el propósito de estafar y extorsionar a ciudadanos del común.

 

Este grupo delincuencial estaba integrado por personas que cumplían funciones como campaneros, informantes, proveedores de bienes y servicios, y responsables del almacenamiento de los elementos que, gracias a los facilitadores, tenían como destino la Cárcel Modelo.

Tras el operativo se dejó a disposición de la justicia a alias ‘Oviedo’, ‘Salcedo’, ‘Bustos’ ‘Sánchez’, ‘Castro’ y ‘el Vecino’, quienes presuntamente se encargaban del ingreso de las mercancías al centro carcelario.

Adicionalmente, fueron ubicados y puestos a órdenes de la Fiscalía alias ‘Ros’, ‘Piolín’, y ‘Leidy’, quienes al parecer utilizaban viviendas o locales comerciales ubicados en inmediaciones del centro carcelario como puntos de acopio para la recepción, distribución y entrega de los mencionados elementos. Todos deben responder por los delitos de concierto para delinquir con fines de extorsión y tráfico de estupefacientes.

En desarrollo de la operación se incautaron 35 celulares, 23 simcard, 3 microSD, 12 botellas de whisky, 2 cajas de cerveza, 180 gramos de marihuana aproximadamente, 16 cajas de aguardiente, dinero en efectivo y encomiendas dirigidas a los internos del centro penitenciario que contenían ropa, zapatos, comida, pantallas de celulares y cigarrillos, entre otros.

 

 

De lo inviable a lo viable

Para Michel Foucault: “La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral”. En Colombia, los centros de reclusión han sido caracterizados como lugares donde se vulnera los derechos humanos, al punto que la Corte Constitucional, en distintas sentencias de Tutela, ha declarado la existencia de un Estado de cosas inconstitucionales. Esta situación obliga a aumentar el nivel de exigibilidad de los derechos, tanto fuera como dentro de las cárceles. Es decir, el sistema penitenciario actual es inviable a las luz de la constitución del 1991.

En este marco, “cuando se ha previsto por el legislador que una conducta debe ser sancionada con una pena, ésta debe obedecer a unos fines constitucionales. Tanto la definición de la pena como su ejecución deben ser fieles a los objetivos esenciales de un Estado Social y Democrático de Derecho, pues “(…) el contenido y la función de la pena no se pueden configurar (…) con independencia de la existencia del orden en el que se pune, ni de la comprensión de su sentido”.]Como lo manifestó la Corte en la sentencia T-388 de 2013, la sociedad tiende a deshumanizar a las personas que han cometido “graves actos delictuosos”, al tratarlos de “bestias”, “salvajes”, entre otros calificativos que pretenden marginarlos de la humanidad para justificar sanciones desproporcionadas y degradantes. Sin embargo, como lo sostiene esta Corporación, «el compromiso de una sociedad con la dignidad humana se reconoce, en gran medida, por la manera como se respetan los derechos de las personas privadas de la libertad». En efecto, en el marco de una sociedad democrática, fundada en el principio de la dignidad humana, se debe evitar a toda costa deshumanizar al delincuente, imponiéndole penas que configuren tratos crueles, inhumanos o degradantes”. Se puede cumplir una condena en condiciones de dignidad.

 

En este orden las leyes dicen que la pena de prisión busca la rehabilitación y la resocialización de quienes se encuentran privados de la libertad, después de conocer el monstruo viviendo en sus entrañas te das cuentas con certeza que estas no resocializan a nadie, por el contrario, son una universidad del crimen.  La prisión contraria el fin de resocialización de los penados, y de hecho acentúa su desocialización.

Es claro que las prisiones en Colombia no resocializan, son escuelas del crimen ello agudiza el problema social a largo plazo, dado el actual tránsito de gobierno sería bueno intentar cambiar lo inviable es sistema penitenciario actual a lo viable es decir las cárceles privadas. A propósito de ello, ante el fenómeno agravado de hacinamiento de las cárceles colombianas y del mundo y establecimientos penitenciarios que demostraban los casos bajo revisión en la Sentencia T-762 de 2015, la Corte reiteró el estado de cosas inconstitucional del sistema penitenciario que había sido previamente declarado en las sentencias T-153 de 1998 y T-388 de 2013. Concluyó que la situación era de tal gravedad que el sistema no estaba cumpliendo con la función de prevención especial de la pena sobre la reincorporación efectiva y sana de la persona a la sociedad. En relación con la resocialización como objetivo primordial de la ejecución de la pena privativa de la libertad, la Corte afirmó que «es imperioso recordar que el esfuerzo por la resocialización del delincuente y por su incorporación a la vida en sociedad después de su castigo, se traduce en beneficios para la comunidad. Por el contrario, abandonar tal enfoque hace que el sistema penitenciario y carcelario se convierta en un sistema multiplicador de conflictos que genera más y “mejores” delincuentes (la cárcel como universidad del delito), lo que finalmente termina siendo más costoso para el conglomerado social

Las cárceles privadas sin duda son un negocio para un tercero y se deben administrar por particulares con la puesta de mejorar las condiciones de resocialización ha funcionado aparentemente en los EEUU, y pareciera que llego el momento de intentarlo en nuestro país, las cárceles privadas deben ser una realidad tangible y el Estado está obligado a dar el paso, el llamado es a las empresas de seguridad privada, a inversionistas nacionales y extranjeros para que de inmediato presenten proyectos que permitan que los privados de la libertad paguen sus penas en condiciones humanas en donde se diferencien los delitos no como acontece en el presente en donde temerarios asesinos compartes patio con privados por delitos menores como accidentes de transito en igualdad de condiciones, en las centros de reclusión carcelarios privados incluso pueden existir centros de computo y vídeo llamadas y verdaderos programas de resocialización que el país, los privados de la libertad  y sus familiares están esperando hace décadas.

 Yebrail plazas

Doctorado en gestión de proyectos; Master en Marketing Digital; especialista en Comunicación Estratégica, y Especialista en Marketing

Una vez más encuentran licor en la cárcel La Picota

En un nuevo operativo sorpresa en la cárcel La Picota, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Inpec, fueron encontró al interior del pabellón 21, en Bogotá, varios tipos de licor, celulares y hasta carne cruda.

“En el marco de la intervención en La picota, se realizó un operativo de registro y control con personal del cuerpo de custodia en el Pabellón 21 encontrando elementos prohibidos y no permitidos como una botella de whisky, 124 latas de cervezas de diferentes marcas, 2 botellas de champaña y 22 botellas de vino blanco”, indicaron.

 

También fueron encontrados ”10 kilos carne cruda, 12 botellas de aguardiente de fabricación artesanal, 4 celulares y 46 accesorios para celular”.

El operativo tuvo lugar durante la reciente de la noche del viernes del 7 de octubre, tras el anuncio del Gobierno Nacional de continuar con este tipo de medida luego de conocer la realización de una fiesta con parranda vallenata incluida al interior de uno de los pabellones en las últimas semanas.

Fiesta con parranda vallenata en la cárcel Picota cobra la cabeza del director

Tras enterarse de un festejo con parranda vallenata incluida en el pabellón de extraditables de la Picota con licor y hasta juegos de mesa, sin que nadie pusiera orden y control en el pabellón que se supone debería ser de los más custodiados del país, el ministro de Justicia, Néstor Ozuna, ordenó el cambio de director de esta cárcel.

“Las cárceles no son clubes de recreo y en aquellos centros donde el Inpec no pueda mantener el control habrá cambio como ocurrió en La Picota”, aseguró el ministro de Justicia, Néstor Osuna.

 

En adelante este cargo será ocupado por el dragoneante Horacio Bustamante Reyes, administrador público quien lleva 27 años al servicio del INPEC.

La decisión fue tomada, luego del operativo sorpresa realizado en la Picota donde se decomisaron 122 celulares; 30 modem de internet; 5 tabletas; 3 proyectores; 4 relojes inteligentes; 5 audífonos para celulares; 11 decodificadores para televisión; 19 parlantes de música; 184 botellas de licor y  dinero en efectivo.

 

Procuraduría alerta hacinamiento en estaciones de Policía de 12 municipios del Cesar

La Procuraduría General de la Nación, advirtió sobre el hacinamiento que padece la población sindicada en las Estaciones de Policía de los Municipios de Valledupar, Becerril, El paso, Curumaní, La Jagua de Ibirico, Manaure, Bosconia, El Copey, Pueblo Bello, San Diego, La Paz y Agustín Codazzi.

El Ministerio Público requirió a las administraciones municipales, el cumplimiento de la Ley 65 de 1993, que permite adelantar los trámites pertinentes con el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), para la atención de esta población recluida en las unidades policiales, teniendo en cuenta que estas carecen de capacidad.

 

También pidió información de los recursos asignados para la presente vigencia y su próxima asignación en los puestos de detención, en busca de establecer planes para la precisa ubicación de los sindicados.

El ente de control solicitó a las autoridades competentes acciones inmediatas, con el fin que el cuerpo policial adelante sin inconvenientes las capturas y allanamientos pendientes.

¿Qué hacer con el INPEC?

El Sistema Carcelario y Penitenciario en Colombia, desde su creación, no ha funcionado como salvaguarda de la sociedad de las personas que han infringido la ley penal y puesto en peligro la vida, integridad o propiedad de los ciudadanos y menos, ha sido el espacio donde se llevan a cabo procesos de readaptación o resocialización de los sujetos que han quebrantado la ley penal.

Permanece la vieja idea que “las cárceles son universidades del delito”. Pero son las condiciones precarias y de poca atención por parte del Estado y de la sociedad, las que han hecho que las cárceles no cumplan hasta ahora con su función.

 

Desde 1914, cuando se expide la Ley 35 de 1914, que creó la Dirección General de Prisiones, el problema carcelario era evidente. Las condiciones de seguridad, vigilancia y de salubridad no eran aptas para que los internos, época en la cual los delincuentes eran recluidos a nivel municipal en casas viejas, inadecuadas y sin servicios públicos y a nivel nacional solo funcionaba el Panóptico (Penitenciaría de Cundinamarca, hoy Museo Nacional), proyecto de Tomás Cipriano de Mosquera (1847) que se comenzó a construir en 1874 e inició operaciones en 1876 con 207 celdas[1]. A comienzos del siglo XX este establecimiento ya reportaba un hacinamiento por encima del 300%.

Esta situación, hasta hoy, no ha sido solucionada, como lo exponen los siguientes documentos[2]:

  • En 1958 Germán Zea Hernández, en su informe ante el Congreso habló “de presos enfermos, sin adecuados tratamientos médicos; hacinados en locales…; con tuberculosis avanzada, en estado de contagio, y sin lugares para su aislamiento y curación… y en la más deprimente ociosidad. Gobernantes anteriores habían comenzado unas construcciones carcelarias en diversos sitios del país que se habían interrumpido por falta de recursos… equipos para construcción de calzado, algunos de los cuales estaban inactivos. La venalidad y la corrupción en la dirección de los establecimientos había arruinado la industria carcelaria, y así las deudas de las penitenciarías al comercio de Bogotá y de otras ciudades del país ascienden a cientos de miles de pesos. La inseguridad en las cárceles, ya por las deplorables condiciones de las edificaciones respectivas; por la ínfima paga de los guardianes; por el escaso número de estos; por la falta de armas para la vigilancia, e incluso por la tolerancia dolosa de los Directores Alcaides, todo ello facilitaba la evasión permanente de los reclusos”.
  • En 1998, después de seis años de creación del INPEC (1992) que iba a solucionar los graves problemas del sistema carcelario y penitenciario, el Plan Nacional de Desarrollo del presidente Andrés Pastrana exponía que “El Sistema Penitenciario y Carcelario experimenta una crisis en todos sus componentes: deprimente cotidianidad de la población reclusa, restricciones en la prestación de los servicios básicos, mínimos programas en atención integral de internos y condiciones que vulneran la dignidad tanto del personal de reclusos como del personal que administra, vigila y orienta los servicios penitenciarios y carcelarios. Y agregaba que “El hacinamiento se ha constituido en la fuente primaria de la problemática penitenciaria, se mantienen los críticos aspectos de carencia de espacio vital, el ocio, mezcla indiscriminada de sindicados y condenados, de internos de muy diferente procedencia y diversos grados de peligrosidad, todo lo cual ha convertido la vida diaria en un caos”.
  • En ese mismo año (1998) tras una serie de acciones de tutela, la Corte Constitucional declaró el “estado de cosas inconstitucional” en las prisiones, manifestando que: “Las cárceles colombianas se caracterizan por el hacinamiento, las graves deficiencias en materia de servicios públicos y asistenciales, el imperio de la violencia, la extorsión y la corrupción, y la carencia de oportunidades y medios para la resocialización de los reclusos. Esta situación se ajusta plenamente a la definición del estado de cosas inconstitucional. Y de allí se deduce una flagrante violación de un abanico de derechos fundamentales de los internos en los centros penitenciarios colombianos, tales como la dignidad, la vida e integridad personal, los derechos a la familia, a la salud, al trabajo y a la presunción de inocencia, etc…”. La Corte consideró que estas condiciones eran “motivo de vergüenza para un Estado que proclama su respeto por los derechos de las personas y su compromiso con los marginados”[3].
  • En 2011, la Oficina Asesora de Planeación del INPEC en el diagnóstico sobre la visión interna de los problemas[4], determinó que el sistema penitenciario y carcelario presentaba: deficiencias en el mantenimiento, mejoramiento y conservación de los centros de reclusión. Sobrecupo, deficiencias en el trato al ciudadano y el respeto al DDHH por parte del cuerpo de guardia. insuficientes cuadros de mando dentro del cuerpo de custodia y vigilancia, graves problemas de corrupción, deficiencias en la asignación y clasificación de patios y celdas, no existen condiciones mínimas de resocialización. falta de espacios físicos para la resocialización, debilidad en el seguimiento al tratamiento penitenciario para post penados, ausencia de competencia en los proyectos productivos y actividades laborales para los internos y falta de seguimiento, debilidad en el seguimiento al tratamiento penitenciario para post penados, fallas graves en educación y deficiente atención médica a la población de reclusos.

Con base en este diagnóstico, se tomó la decisión de que el INPEC solo se dedicaría a garantizar las medidas de seguridad, reclusión y resocialización de los internos e internas y se creó la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios USPEC, quedó con las funciones de“…gestionar y operar el suministro de bienes y la prestación de los servicios, la infraestructura y brindar el apoyo logístico y administrativo requeridos para el adecuado funcionamiento de los servicios penitenciarios y carcelarios a cargo del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario – INPEC[5]. Todo esto para modernizar, profesionalizar y depurar el Sistema.

Hoy, once años después, la situación del Sistema no ha cambiado, más bien se ha complicado, con un INPEC que tiene 82 sindicatos que hacen ingobernable esa institución y una USPEC con graves problemas de corrupción e ineficiencia.

Qué hacer con el INPEC

Como se puede ver, solucionar este grave problema que afecta de manera grave la aplicación adecuada y estricta de la justicia en el marco del Estado de derecho, respetando los DD HH, no pasa por pequeñas reformas administrativas o por aumentar el personal administrativo y de guardia del INPEC, hay que planear y ejecutar un cambio total de las estructuras que hasta ahora no han gobernado el Sistema Carcelario y Penitenciario.

En 2011 el propio INPEC formuló varias alternativas de solución[6]:

  • Primera, se suprime y liquida el INPEC y se crea una Unidad Administrativa Especial adscrita al Ministerio de Defensa con personería jurídica y autonomía administrativa y patrimonial.
  • Segunda, se suprime y liquida el INPEC y se crea una nueva dependencia interna en la estructura orgánica de la Policía Nacional, sin personería jurídica y con autonomía administrativa y financiera.
  • Tercera, la Policía Nacional asume las funciones de custodia, vigilancia y seguridad de las cárceles, independizándolas del proceso misional que implica la operación y ejecución de la política resocializadora del sistema carcelario y penitenciario, que lo ejecutaría el INPEC.
  • Cuarta, Reasignación de las funciones del INPEC a una nueva dependencia interna en la estructura del Ministerio de Justicia y del Derecho sin personería jurídica y con autonomía administrativa y financiera, para formulación de política, dirección y ejecución de la política criminal y penitenciaria.

Finalmente se tomó la decisión de darle las funciones de seguridad, reclusión y resocialización de los internos e internas al INPEC y se creó la USPEC, como se expuso anteriormente.

Hoy, de todas estas propuestas, no se puede trasladar el INPEC, ni parte de sus funciones, a la Policía Nacional, porque esta institución no debe perseguir, detener y además cuidar a los detenidos, se podría crear un círculo no perverso de corrupción e ineficiencia en las labores de seguridad y justicia por la cercanía entre “policías y ladrones”, como hoy sucede en algunos países centroamericanos donde la institución policial tiene la función de cuidar los presidios.

Ya se aprobó la idea de separar el INPEC y la USPEC y no ha funcionado, ahora solo queda la propuesta de crear una Unidad Administrativa Especial adscrita al Ministerio de Defensa con personería jurídica y autonomía administrativa y patrimonial. Esto hace que los empleados de esta Unidad tengan los mismos regímenes laborales que tienen los funcionarios de las entidades adscritas a este Ministerio, lo que limita la proliferación de sindicatos que hoy no dejan funcionar el INPEC.

También se puede trasladar al nuevo Ministerio de Paz y Convivencia que propone el presidente electo Gustavo Petro, donde compartiría con la Policía y otras instituciones de seguridad, convivencia y emergencias.

En esta línea, habría que contar con una nueva guardia carcelaria y penitenciaria, la cual podría salir de los mejores funcionarios del INPEC, previamente evaluados y seleccionados, de personal que se han retirado de manera voluntaria de los organismos de seguridad y justicia y personal de empresas de vigilancia y seguridad privada, previamente formados y capacitados para este fin, desde luego todos bien pagos, como lo establece la Ley 2197 del 25 de enero de 2022, Ley de Seguridad Ciudadana.

Este proceso puede ser gradual, con nuevas cárceles o con un grupo grande de ellas y desde luego el Estado tendría que asignar los recursos para este profundo cambio y para la reconversión laboral de los exguardianes y administrativos del INPEC que no sean reenganchados.

Otras acciones para solucionar el problema carcelario.

A finales de 2015 la Corte Constitucional mantuvo la declaración del «estado de cosas inconstitucional en las prisiones de Colombia» que había hecho mediante su Sentencia T 153 de 1998 debido a la violación de derechos humanos en estos establecimientos e hizo las siguientes recomendaciones que ayudarían a reducir el hacinamiento y a colocar la privación de la libertad donde corresponde en un Estado de derecho:

  • Derecho penal como última medida. “Implica que todas las entidades estatales involucradas desarrollen políticas serias de prevención de la delincuencia y la criminalidad. Para enfrentar el populismo punitivo, las instituciones encargadas de diseñar la política criminal deben entender que el delito no se puede combatir exclusivamente con el incremento de las penas”. Hoy Colombia no cuenta con una política criminal y menos con una política de prevención del delito.
  • Penas alternativas.“Ampliar y potenciar el uso de penas alternativas a la privación de la libertad, no solo para disminuir el hacinamiento, sino porque también impactan en (sic) la reducción de la reincidencia”. No basta con prever penas alternativas. Se necesita un cambio cultural de los jueces, así como dotarlos de elementos para que puedan hacerlas cumplir. Por ejemplo, en el Sistema de Responsabilidad Penal de Adolescentes (SRPA) muy pocos jueces condenan a penas alternativas porque son ellos mismos quienes habrían de hacer el seguimiento y control de los adolescentes. Entonces prefieren privarlos de la libertad en los Centros de Atención Especializada del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
  • Enfocarse en la resocialización. “La política criminal del país perdió de vista el fin resocializador, en tanto el sistema previsto para su ejecución está en una profunda crisis humanitaria. Se deben reestructurar los modelos de trabajo, estudio y enseñanza para que la cárcel no sea la universidad del delito”. En este caso no basta con “reestructurar los modelos”, como dice la Corte, porque primero habría que lograr condiciones adecuadas en materias de infraestructura, espacios, disciplina, seguridad y personal profesional calificado.
  • Medida de aseguramiento excepcional.“La detención preventiva debe recuperar su carácter excepcional. Aunque hay avances normativos (Ley de racionalización de las penas), en Colombia esta medida se ha convertido en herramienta de investigación o de sanción anticipada, afectando la presunción de inocencia”.

Todo este proceso debe inscribirse en el marco una política criminal que

  • Fortalezca el capital social con la construcción de la cultura de paz, la cultura ciudadana y la organización y participación ciudadana y comunitaria en temas de seguridad ciudadana y justicia.
  • Ejecute programas que prevengan la violencia y la delincuencia juvenil, disminuyan los riesgos por armas, consumo de drogas y alcohol y disuadan la comisión de contravenciones y delitos con la presencia y accionar de las autoridades.
  • Promueva los mecanismos alternativos de solución de conflictos interpersonales y comunitarios, a través de las inspecciones de policía, las unidades de mediación y conciliación, de los centros de convivencia y las casas de justicia y que difunda a nivel social los mecanismos alternativos de solución de conflictos.
  • Atienda la violencia al interior de los hogares y de género, a través de las comisarías de familia y de las demás instituciones de seguridad y justicia.
  • Fortalezca las instituciones de justicia para la aplicación estricta de la ley y para que propongan leyes acordes a las necesidades.
  • Fortalezca los sistemas de privación de la libertad y de sanción a adultos y de adolescentes que infringen la ley penal y que el sistema penitenciario y carcelario cumpla con su tarea de resocialización e inserción social de los detenidos.

Si se quiere solucionar en gran parte los problemas de la justicia, estas son algunas de las salidas. El nuevo gobierno tiene la palabra.

[1]192 años de horror y arte: cárcel que se convirtió en museo. https://www.civico.com/bogota/noticias/192-anos-de-historias-de-terror-en-el-museo-nacional

[2]INPEC “100 años construyendo el sistema carcelario y penitenciario en Colombia” 2014. http://www.inpec.gov.co/portal/page/portal/Inpec/Institucion/ResenaHistorica/Rese%F1a%20Hist%F3rica/RESE%D1A%20HISTORICA%20DOCUMENTAL%20100%20A%D1OS%20%20PRISIONES%20(1).pdf

[3] Sentencia T-535 del 30 de septiembre de 1998. http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1998/t-535-98.htm

[4]INPEC. Oficina Asesora de Planeación. Diagnóstico sobre la visión interna de los problemas. 2011.

[5]Ver Decreto 4150 de 2011. Creación de la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios. http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=44682

[6]INPEC. Oficina Asesora de Planeación. Diagnóstico sobre la visión interna de los problemas. 2011.