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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Izquierda

Las trampas en el avance político de la izquierda colombiana

En Colombia, la izquierda ha protagonizado, en los últimos años, un ascenso notable en el escenario político. La llegada de Gustavo Petro a la presidencia representó un triunfo histórico para las fuerzas progresistas y una oportunidad para demostrar que una alternativa a los gobiernos tradicionales era posible. Sin embargo, tras esta victoria, han emergido con fuerza los problemas que históricamente han limitado su capacidad de avanzar: el fraccionamiento, las posturas dogmáticas, el sectarismo interno y, de forma preocupante, la tolerancia o el silencio de algunos sectores aislados frente a la llamada lucha armada.

La fragmentación interna no es nueva, pero ahora resulta más visible y perjudicial. Las divergencias ideológicas, lejos de ser un motor para el debate constructivo, se han convertido en trincheras desde donde distintas facciones disparan críticas y descalificaciones contra sus propios aliados y militantes. Partidos y movimientos que se ubican bajo el marco de la izquierda aún se mantienen fragmentados en grupos con agendas y prioridades particulares, debilitando la capacidad de acción conjunta frente a la derecha, que —aunque también tiene sus propias fisuras— ha demostrado mayor disciplina y cohesión a la hora de oponerse y mantener el poder.

 

El dogmatismo es otro obstáculo significativo. Muchos sectores y líderes de la izquierda se aferran a discursos rígidos que rechazan cualquier intento de negociación o pragmatismo político, interpretando toda concesión como una traición a sus principios. Esta postura intransigente no solo dificulta la gobernabilidad, sino que además impide la adaptación estratégica a un contexto político complejo y cambiante, confundiendo su actuar progresista con la visión a largo plazo del país que se quiere, quedándose sola en la torre de marfil de sus principios.

A esto se suma el sectarismo, que ha convertido a la izquierda en su propio adversario. Los señalamientos y ataques entre facciones son a menudo más feroces que los dirigidos contra la derecha. La personalización de los liderazgos y la primacía de lealtades individuales sobre la construcción de un proyecto colectivo han erosionado la confianza interna y la capacidad para articular una plataforma común. Los debates, lejos de fortalecer la unidad, profundizan las divisiones y generan un clima tóxico.

Otro de los obstáculos preocupantes para la izquierda en Colombia es la ambigua postura de algunos sectores frente a la violencia armada. Mientras la mayoría de la izquierda y de la sociedad colombiana clama por la paz y rechaza esta vía para la transformación política, algunos sectores de izquierda se mantienen en silencio —cuando no justifican— frente estas estrategias. Esta ambigüedad no solo es moralmente cuestionable, sino que además alimenta la narrativa de la derecha, que insisten en presentar a la izquierda como una amenaza para la democracia y la estabilidad del país.

La falta de una estrategia clara y unificada que guíe la gobernabilidad y las trasformaciones progresistas agrava la situación. La incapacidad para conectar con sectores de clase media y con regiones tradicionalmente ajenas a su discurso es una dificulta que la izquierda no ha podido vencer. Su retórica, a menudo académica y alejada de las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos, refuerza la percepción de que la izquierda no comprende las realidades locales ni las inquietudes prácticas de la gente. Además, el uso frecuente de un lenguaje beligerante y polarizante termina alejando a quienes buscan alternativas políticas más conciliadoras.

La izquierda enfrenta una encrucijada. Superar estos problemas requiere autocrítica, flexibilidad ideológica y la voluntad para construir un proyecto colectivo más amplio e inclusivo. Los éxitos progresistas más duraderos se han alcanzado cuando se ha priorizado la unidad en la diversidad y el pragmatismo sobre el dogmatismo. Los enemigos reales de la transformación social no están dentro, sino fuera de sus filas. Si no se superan estos problemas, la izquierda colombiana corre el riesgo de perder la oportunidad de consolidar un proyecto político capaz de sostenerse en el tiempo y de enfrentar los desafíos estructurales del país.

Luis Emil Sanabria D.

Izquierda en Francia quedó satisfecha con Macron

Los líderes del Nuevo Frente Popular (NFP) han asegurado haber salido «satisfechos» de la reunión que han mantenido este viernes en el Elíseo con el presidente francés, Emmanuel Macron, quien ha admitido que «es necesario un cambio de política», según ha contado el líder de los comunistas, Fabien Roussel.

Macron ha inaugurado este viernes la primera ronda de consultas para formar gobierno con los vencedores de las pasadas elecciones legislativas, un NFP que ha trasladado el presidente francés estar preparados para comenzar a gobernar de la mano de su candidata, Lucie Castets.

 

Según ha trasladado Castets, Macron «reconoció que los franceses habían enviado un mensaje claro durante las elecciones legislativas», mientras que ella le ha trasladado que está dispuesta a «construir coaliciones» y debatir con otras fuerzas políticas «para tratar de encontrar un camino que garantice la estabilidad».

Para la líder de los ecologistas, Marine Tondelier, es una «señal favorable» que Macron admitiera que era necesario «cambiar el rumbo» y confía en que para el martes haya tomado ya una decisión «Hay emergencias y dejar pasar semanas sin abordarlas es grave e incluso irresponsable», ha dicho, informa BFMTV.

En esa línea, el secretario general de los socialistas, Olivier Faure, ha destacado que «el presidente reconoció que estabilidad no significa continuar con la política actual» y que anunciará el nombre del próximo primer ministro «pronto».

Por su parte, el coordinador de La Francia Insumisa, Manuel Bompard, ha contado que si bien Macron les ha recordado su «papel constitucional» como «árbitro» de todo este proceso, desde el NFP han salido con la impresión de que «tenía predilección por querer ejercer de seleccionador».

Después de reunirse con el NFP, Macron recibirá en el Elíseo a las figuras de su partido, entre ellos el actual primer ministro en funciones Gabriel Attal; para después de verse con los conservadores de Los Republicanos. Ya el lunes, será el turno de la ultraderechista Agrupación Nacional.

La izquierda gana las elecciones legislativas en Francia

Foto: YARA NARDI/REUTERS

La coalición de izquierda Nuevo Frente Popular ha logrado entre 180 y 215 escaños en la Asamblea Nacional tras la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas celebradas este domingo, con lo que evita una mayoría del partido de extrema derecha Agrupación Nacional, que logra entre 120 y 150 asientos y queda así en tercera posición, según la proyección publicada por las cadenas TF1 y LCI.

 

El segundo puesto es para Juntos por la República, los partidos afines al actual presidente de Francia, Emmanuel Macron. Estos resultados suponen un vuelco con respecto a la primera vuelta, en la que la Agrupación Nacional fue la formación más votada con más del 33 por ciento de apoyo.

Un segundo estudio elaborado por Elabe BFMTV, RMC y ‘La Tribune’ confirma estos resultados: NFP (175-205 escaños), Juntos por la República (150-175 escaños) y Agrupación Nacional (115-150 escaños).

La Asamblea Nacional cuenta con 577 escaños, por lo que la mayoría absoluta se sitúa en 289. Tras estos resultados, los partidos de izquierda y de centro pusieron en marcha un cordón sanitario para intentar impedir un gobierno de extrema derecha.

Según el estudio de Ifop para LCI-TF1, por detrás de las tres principales formaciones quedarían Los Republicanos/derecha diversa (60-65 asientos), la izquierda diversa (10 asientos) y otros (5-6 escaños).

El estudio de Elabe sitúa tras las tres formaciones principales a Los Republicanos/derechas diversas (60-70 escaños), las izquierdas diversas (11-13 escaños), varios regionalistas/ecologistas (10-14 escaños) y soberanistas/extrema derecha (0-1 escaños).

No es Petro es la alternancia, estúpido

La derecha dura del establecimiento político colombiano, la rancia y la recién llegada, no solo destila odio contra Gustavo Petro. La narrativa anticomunista la extienden hacia todo el campo de la izquierda y de la centroizquierda para ocultar lo que realmente motiva su visceralidad: un pavor a la alternancia política de verdad. Dicho de otra manera, la cruzada en la que están empeñados no es contra Petro, es contra la posibilidad de que en Colombia vuelvan a ocupar el poder presidencial fuerzas políticas que representen opciones distintas a las tradicionales y que consoliden la ruptura de la sempiterna y pre moderna “democracia rotativa” entre las mismas familias de las elites y clanes familiares, que han impuesto por décadas desde el excluyente pacto del frente nacional.

Este pavor sectario acaba de quedar demostrado con el hundimiento de la reforma a la salud del gobierno Petro en la comisión séptima del Senado de la República. Que reitera el trámite tortuoso del paquete legislativo que el gobierno nacional puso a consideración del Congreso de la República. La oposición rabiosa a los cambios sociales ha derivado en un pretendido bloqueo institucional que busca obstruir la gobernabilidad del presidente y sabotear la agenda gubernativa para instalar en el imaginario colectivo la idea de unas izquierdas incompetentes y polarizantes, y que nadie distinto a ellos puede gobernar. Quieren extender un manto de olvido a las exclusiones, desigualdades, violencias y criminalidades que han dejado como vergonzoso legado en su monopolio del poder político. Ahora les cantan loas a los sectores mas del centro político que estuvieron en el gabinete de Petro, cuando hace poco los descalificaban por mamertos sesenteros. Y se quejan porque el Presidente hace uso de sus facultades para gobernar, para sortear el cerco legislativo de la derecha.

 

Esta derecha sectaria y huérfana transitoria del poder, se niegan a un consenso básico en la ciencia política contemporánea: que la alternancia y el relevo es una condición necesaria, aunque insuficiente, de toda democracia de calidad. Se acostumbraron a la rotación del poder entre ellos mismos mediante mecanismos que sofisticaron en el pacto del frente nacional que repartió en partes iguales el poder entre las dirigencias del partido liberal y conservador. Repartija pactada por 16 años pero que se extendió hasta la constituyente del 91. Y del 91 al 2022 se reinventaron en “nuevos partidos” como la U, Cambio Radical o el Centro Democrático para seguir controlando a su antojo el aparato público, incluyendo las altas cortes en donde hasta hace muy poco se preguntaba a quién aspirara ser magistrado si era liberal o conservador.    

La llegada de Gustavo Petro a la Presidencia de la República, con el poder que ello otorga en un régimen presidencialista, tiene el doble significado de una verdadera transición hacia el posconflicto y de la llegada por fin de la alternancia en el poder. Que un exguerrillero del M19, el movimiento armado más audaz y heterodoxo de los que se alzaron contra el bipartidismo en los últimos 50 años, ganara la presidencia entraña el mensaje de que la disputa política puede hacerse en Colombia sin el recurso de las armas. Y que una convergencia liderara por todas las expresiones de las izquierdas y encarnada por uno de sus caracterizados dirigentes como Petro llegara al Palacio de Nariño, representa un relevo que promete nuevas manos, intereses, valores, enfoques y temas en la agenda pública.  

Quizás una buena respuesta para quienes destilan odio en redes o en los escenarios de debate político sea, parafraseando al Bill Clinton de la campaña presidencial estadounidense de 1992, que el problema para nuestra derecha obtusa no es Petro, es la alternancia, estúpido.

Antonio Sanguino

La izquierda, el gobierno y el argumento falaz

Uno de los mensajes que se ha repetido hasta convertirse en verdad es que uno de los grandes problemas de ejecución de este gobierno se debe a que la izquierda carece de experiencia. Este argumento es lo que en lógica se conoce como argumento inválido o falaz. Es decir, pese a que las dos premisas son ciertas: el gobierno Petro tiene problemas de ejecución, y la izquierda no ha tenido experiencia (o muy poca) en el gobierno nacional, no se puede inferir que todo problema de ejecución se deriva de la falta de experiencia y que, por tanto, la baja ejecución es a la izquierda casi como connatural al no haber tenido suficiente tiempo en el gobierno.

Otros ejemplos de argumentos falaces en la política trajeron serias consecuencias a la democracia latinoamericana, incluyendo el ascenso de políticos anti-derechos como Milei y Bukele. Y antes de que algunos de mis lectores me acusen de ligereza en la calificación, los propios Milei y Bukele se han manifestado en contra de agendas de ampliación de derechos y de la propia responsabilidad de los Estados en el cumplimiento de los Derechos Humanos. Me voy a detener en el argumento de la baja ejecución del primer año y medio de gobierno y sus aparentes causas.

 

Es verdad que la izquierda no tiene experiencia de una o dos décadas gobernando. De hecho, la mayoría de esta se ha dado en Bogotá y en algunas experiencias regionales de gobiernos con amplias inversiones sociales y en bienes públicos y no adscritos a los gobiernos o partidos políticos tradicionales. Pero valiéndonos del principio de auto-adscripción, tan importante para definir la identidad de cualquier persona, personas pertenecientes a movimientos políticos de izquierda no han estado más que en pocos cargos de elección popular. ¿Y tiene la culpa la izquierda de haber sido sistemáticamente excluida del régimen político, e incluso del empleo público?

Aquí está la conclusión falsa. Si el mercado del empleo en el Estado fuera abierto a cualquier persona con capacidad para ejercer una función específica, vaya y venga. Acusémoslos. Pero el mercado del empleo público en Colombia es cerrado y clientelista, además de inestable y de distribución ineficiente. Para que me entiendan, la relación en el Estado es de un 30% funcionarios, 70% contratistas. Dentro de los funcionarios también se encuentran las plantas temporales, compuestas por aquellas personas que sudan frío cada elección porque van a perder su empleo si su político pierde. Podemos decir misa, pero este mercado es tóxico y lleno de incentivos perversos.

Entonces, en realidad, la acusación no se refiere a la falta de técnica, sino al mero hecho de que la izquierda no ha tenido la capacidad de orientar la clientela a su favor. Y en un mercado tan perverso como este, de cada diez personas que trabajan en el Estado, siete le deben su puesto, su estabilidad y su vida entera a un político. Puede ser, como ocurre en ocasiones, que sean personas tan excepcionales que logren convertirse en indispensables, pero no es lo usual. Es una excepción que no se puede confundir con la regla.

Pero, además, hay un ingrediente más en la encrucijada. El liberalismo que ha traído tantas ventajas a la humanidad – incluyendo la defensa acérrima de la libertad y la democracia – tuvo una distorsión sustancial en Colombia, de la mano del clientelismo. Un mismo modelo – funcional hasta cierto punto en las grandes ciudades – fue la destrucción de toda posibilidad de equidad en las regiones más apartadas o simplemente en municipios pequeños. La ejecución de cualquier plan, programa y proyecto se tiene que contratar con un mercado pequeño, cómodo y, hay que decirlo, bastante corrupto. Si el objetivo era que el sector privado entrara a suplir la ineficiencia y corrupción estatal, fracasamos en el intento. Hoy, por ejemplo, a una alcaldía le es imposible hacer una carretera si no cuenta con un congresista intermediario que probablemente le diga cómo y con quién contratar. Somos nosotros, con nuestro dinero, los que pagamos ostentosas campañas políticas, a cambio de migajas y proyectitos sin mayor impacto.

Le tengo críticas al gobierno del presidente Petro. Las he manifestado. Pero en esto, entiendo al presidente. Algunas voces reclaman que haga un pacto nacional con fuerzas políticas que no pactan, chantajean. Es decir, que su rol en el pacto no depende de educadas conversaciones intelectuales sobre el tamaño del Estado. Simplemente de que les conserven el poder de la clientela, que es un poder al final corrupto. Hay una parte de la ejecución, y esto lo sostengo con plena confianza, que se ha retrasado porque a muchos sectores de gobierno no les falta experiencia técnica, sino experiencia manejando oscuros mecanismos de contratación. Lo paradójico es que entre mejor quieran hacer las cosas, entre más limpias salgan las licitaciones y convocatorias, más desiertas se van a quedar. Por eso celebro que el presidente Petro se haya reunido con los empresarios, que generan empleo y con los que probablemente se pueda tener una conversación auténtica sobre un pacto nacional. Mucho mejor eso, que un pacto de contratistas sin valor agregado.

Laura Bonilla

La izquierda no existe

Según la teoría marxista, los medios de producción son los instrumentos y materiales que intervienen en el proceso de trabajo. Están constituidos por las materias primas, las máquinas, las herramientas, el dinero, así como por las unidades de producción, es decir, los talleres y fábricas.

Clasificación por Marx de los medios de producción: directos: personal operario, materias primas, maquinaria destinada a la producción. auxiliares o indirectos: instalaciones destinadas a la tarea productiva, como talleres, almacenes o fábricas.

 

Los dueños de los medios de producción (capitalistas) son la clase dominante (burguesía) que obtienen sus ingresos a partir del producto excedente producido por los trabajadores y se han apropiado libremente por los capitalistas. (Wikipedia)

Wikipedia define conceptos lo mas simple posible (a veces demasiado), pero todo en aras de la comprensión

Aunque el miedo a la izquierda ha estado presente durante gran parte del siglo XX y en lo que va del XXI, la izquierda que vemos hoy es radicalmente distinta a la del siglo pasado, y aun más diferente con los orígenes teóricos de esta. Es en esto último que me quiero centrar.

Quiero tratar sobre las diferencias entre los discursos de la izquierda de hoy en América Latina (Boric, Petro, Lula, AMLO, Castillo, etc.) y lo que Marx definía en El Capital. Hemos confundido por varias décadas, ese tipo de candidatos con una visión errónea del Marxismo; pues en el subconsciente (y en el consciente) colectivo se cree que todo lo que medio se parezca a la izquierda, es igual a Marxismo; y no es así para nada.

Para entendernos, efectos comunicativos y ser prácticos en este artículo, vamos a calificar como liberalismo a la derecha, y como izquierda al marxismo. A pesar de que detrás de esa arbitraria categorización hay millones de debates, y en esto le pido excusas a los estudiosos del tema (no a los puritanos).

Para empezar, los medios de producción para Marx son aquellas vías que se utilizan para realizar nuestro trabajo. Computadores, herramientas, papel, palas, y/o capital/inversiones. Todo lo que permite a las personas desarrollar su trabajo. No importa si es en el sector de servicios, bancario, o energía. Todos necesitamos de medios de producción para realizar nuestro trabajo.

¿Qué propone el Marxismo con relación a los medios de producción? En el socialismo de Marx los medios de producción no pertenecen a los capitalistas (empresarios), sino que pertenecen a los mismos trabajadores, que son los que realmente poseen la fuerza de trabajo capaz de hacer que tales medios produzcan bienes y servicios.

Ahora, en los discursos de los candidatos y/o presidentes de la ola actual de izquierda en América Latina ¿alguien ha propuesto quitar los medios de producción a sus dueños (empresarios) para dárselos a los trabajadores? Existe el miedo a esto, tal como se vivió en la ultima campaña electoral de Colombia, donde gustavo Petro fue electo como presidente. Sin embargo, a ninguno/a de los candidatos o presidentes le he escuchado una propuesta siquiera similar.

Por ende, todos los que interiorizan el miedo a estos candidatos, y lo exteriorizan con repudio y odio a todo lo que huela a izquierda, les informo que han estado equivocados. Porque ni Boric, ni AMLO, ni Lula, ni Castillo, ni Petro le han quitado los medios de producción a quienes los poseen, para dárselos a los trabajadores. Han estado viviendo con miedo con base a una mentira.

En todas las propuestas y políticas que estos lideres están desarrollando lo que se evidencia no es una toma de los medios de producción, sino una distribución de la riqueza. De hecho, usted que esta a favor de una mejor educación, mejor salud, un transporte decente, en general unos servicios públicos mejores, esos son ideales de izquierda, y eso es lo que estos lideres están promoviendo.

Lula y compañía, están promoviendo una mejor repartición entre los que más lo necesitan, mejorando los servicios que provee el Estado. Obvio, hay muchas variables en este tema como: la corrupción, un Estado eficiente, la violencia, etc., que deben ser discutidas una por una. Pero la idea central de la “izquierda” latinoamericana es esa.

En consecuencia, lo que estos lideres están promoviendo uno tiene nada de marxista, ni nada de izquierda. Ellos están proponiendo un liberalismo mas distributivo. Un sistema que busque equilibrar la balanza con los que menos tienen, sin cambiar el modelo económico, ni expropiar los medios de producción.

Por otro lado, debido a la incapacidad de los gobiernos actuales (no solo en Latinoamérica) de cambiar verdaderamente las condiciones materiales (termino marxista), la izquierda ha adoptado los discursos de inclusión, minorías, LGBTQ, etc. Son temas claves, y que apoyo absolutamente.  Sin embargo, es deber de estos lideres de “izquierda”, cambiar las condiciones objetivas y materiales en la sociedad (no solo de esos grupos), para lograr la total inclusión de esos históricamente excluidos. No es suficiente cambiar el nombre de un ministerio, decir ellos, ellas y elles.

En conclusión, una vez mas se ha confirmado que las fake news y sus miedos infundados han calado profundamente en nuestra vida diaria, creando odios a partir de verdades a medias, lo que nos ha partido como sociedad. La enseñanza clave con esto es leer un poco mas sobre los temas, informarnos, y no dejar que tik tok, twitter o Instagram califiquen de izquierda o no a alguien, para así atacarlo y quedarme con mi tribu.

De continuar así, estaremos en contra de un fantasma, porque hoy, la izquierda no existe.