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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Jorge Enrique Robledo

No más engaños con los trenes

Empiezo por decir que me gustan los trenes. Mientras pueda me subo en uno y he viajado bastante en ellos. Y en mi esfuerzo por comprenderles sus posibilidades y limitacionesconcluí algo clave que suele olvidarse: cada medio de locomoción debe ser el mejor para cada necesidad: gatear, caminar o correr, ir en triciclo, en bicicleta o en moto, en automóvil, buseta, bus o BRT (transmilenio), en tren, en tranvía o en metro ligero o pesado y de superficie o subterráneo, dependiendo de las circunstancias. Cero dogmatismos.

Los vehículos que usan rieles exigen pendientes muy menores y amplios radios de giro –que en montaña les imponen costosos viaductos y túneles– y cargas grandes y numerosos pasajeros, condiciones que les restaron competitividad a los trenes cuando aparecieron automóviles, buses y camiones, que también les sacaron ventaja por podergirar en curvas cerradas y detenerse para cargue y descargue con mucha más frecuencia. Así se entiende mejor por qué en el siglo XX, entre otras razones, los trenes perdieron con los automotores el monopolio sobre gran parte del transporte de carga y pasajeros, aunque lo mantienen en los volúmenes mayores (ver enlace).

 

De ahí que sea absurdo que Gustavo Petro hable de construirtrenes por todas partes. Transcribo la última de sus ocurrencias: “hemos dado la orden al ejército de Colombiade construir una línea férrea entre Villavicencio y Pto Gaitán para abrir la altillanura a la producción de alimentos. En PtoGaitán, el río Meta es navegable y por el Orinoco se llega al mar. La producción de Bogotá y de los Llanos también pueden salir al mar por aquí”.

Difícil un absurdo mayor. Porque esos ríos necesitan inmensas inversiones para volverse navegables para grandescargas, con productos que además hoy no existen. Y por la competencia con otras vías, dadas las distancias. Bogotá está 1.979 kilómetros del Océano Atlántico por el río Meta y el Orinoco, en tanto queda a 503 de Buenaventura. Son 598 kilómetros Villavicencio-Buenaventura y 1.869 al Atlántico por Venezuela. ¿Sacrificar al Ejército metiéndolo en esa chifladura?

Petro también habló de un tren de Santiago de Chile al Caribe colombiano y venezolano, puntos que, en línea recta, están a 4.700 kilómetros, y no existe un flujo importante de carga y pasajeros entre ellos. En la campaña electoral además prometió trenes entre Buenaventura y Tumaco y Puerto Carreño –1.390 kilómetros– y Buenaventura y Barranquilla –1.200 kilómetros–, para con este intentar el imposible de competirle al Canal de Panamá, que mideapenas 80 kilómetros y por agua, el medio de transporte más barato.

En el colmo de los colmos de la viveza de Petro, estos proyectos no aparecen en el Plan Maestro de Transporte Intermodal de Planeación Nacional y el Ministerio de Transporte de este gobierno, que habla de invertir $240 billones en 30 años en todos los medios de transporte, suma bastante escasa (ver enlace).

Lo que Petro no quiere entender, porque pierde un bla-bla-bla, es que no son las vías las que crean los desarrollos económicos entre los puntos que comunican, sino la pujanza económica de cada sitio la que exige comunicarse entre ellos. Los metros son de las grandes ciudades y los millones de pasajeros. No se fabrica el tubo del oleoducto y luego se sale a buscar el pozo de petróleo y sus compradores para conectarlos. Y primero hubo café y compradores y luego mejores vías para transportarlo.

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A respetar a los afros

No se recuerda en Colombia una vaciada semejante a la que Gustavo Petro le metió a su ministra de Vivienda, Catalina Velazco, acusándola de no haber hecho nada para dotar a Quibdó del acueducto que necesita con urgencia. Y ese regaño, utilizando su habilidad retórica para tocarles las fibras a pobres y negros, como él los llamó, lo calculó para sacarle aplausos a una comunidad que lleva décadas luchando por un acueducto decente (enlace 1). Porque al actual apenas están conectados la mitad de los habitantes de la ciudad y esos solo reciben unas cuatro horas de agua al día. Una vergüenza mundial.

Lo que Petro no explicó –o mejor, que ocultó–, porque se le dañaba el discurso efectista que tenía preparado, fue por qué, en los 17 meses que lleva de Presidente, él nunca le dijo a la ministra que arrancara a construir el acueducto por el que lucha Quibdó desde hace décadas, como lo confirman los tres grandes paros cívicos de 2000, 2016 y 2017 con los que los gobiernos nacionales se comprometieron a construir un acueducto por gravedad –el actual opera por bombeo–, para poder garantizarles agua a todos los quibdoseños, 24 horas al día y a precios bajos.

 

Petro además no puede decir que ignoraba tan grave problema de salud pública. Porque en la pasada campaña electoral se reunió con voceros de la comunidad de Quibdó que le explicaron, documentos en mano, la urgencia del acueducto, las características técnicas que debía tener y los compromisos que asumieron y violaron los gobiernos nacionales en los paros realizados, proyecto al que Petro como presidente no le gastó ni un minuto, mientras le sobró tiempo para sus cuarenta viajes al exterior, innecesarios en casi todos los casos.

Existen más pruebas del desinterés de Gustavo Petro por las necesidades insatisfechas de los chocoanos, uno de los departamentos más atrasados y pobres del país y que por razones obvias más recursos necesita del gobierno nacional: la palabra Quibdó no aparece en su Plan de Desarrollo y la asignación presupuestal para el Chocó (2023-2026) la disminuyó en 24% sobre la del gobierno anterior, al reducirla en $3,6 billones, de 15,6 a 11,6 billones.

Se necesita cara dura para lavarse las manos cómo se las lavó Gustavo Petro en Quibdó, engañando e irrespetando así a los afros del Chocó y de toda Colombia, que tantos votos le pusieron para su presidencia.

En su paso por la costa Pacífica, además, Petro volvió a pelar el cobre. Cuando en Guapi le rechazaron y preguntaron sobre el radar de guerra de Estados Unidos en el Parque Natural Isla Gorgona, se escabulló y los dejó plantados sin darles ninguna respuesta (enlace 2). Y no dio la cara porque él tiene que saber que a un parque natural se le hace un daño intolerable con esas instalaciones y porque, una vez puestas a funcionar, la última palabra de lo que pase en esa isla al respecto no lo dirá el gobierno colombiano. Otro irrespeto a las comunidades afro de esa región y a los colombianos.

Coletilla 1: lo que faltaba. Petro terminó de jefe de la oposición a los gobiernos anteriores y a su propio gobierno, convirtiéndose en el ser único en Colombia.

Coletilla 2: hasta septiembre de 2023, en 30,5% disminuyeron los pozos exploratorios de petróleo en Colombia, la sísmica se redujo en 49% y se perdieron 19.500 empleos (enlace 3). Todo por el autoritarismo antipetrolero de Petro, quien ni explica sus absurdas decisiones más allá de un par de frases huecas que ningún país petrolero del mundo comparte.

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Fenómeno de El Niño y cambio climático

Se sabe que tengo desacuerdos con el profesor Gilberto Tobón Sanín. Pero ello no me impide señalar que Las Dos Orillas publicó una opinión suya sobre el fenómeno de El Niño y el cambio climático con la que tengo notables coincidencias, opinión que puede servir de base para enfrentar estas dos problemáticas ambientales.

Al opinar sobre el fenómeno de El Niño y los incendios fuera de control, Tobón Sanín dice que “Susana Muhamad, que es del corazón de Petro y que es la ministra de Ambiente, no hizo nada. Ni siquiera hay bomberos. ¿Cómo puede ser posible? Los recursos del Estado no estaban. El país está incendiado y no hay recursos, es decir, no hay política de Estado para enfrentar el fenómeno. Hay que decirlo con claridad (…) En un foro internacional hablar de medio ambiente y en su propio país no poder enfrentar un fenómeno que estaba anunciado (…) Me parece que la actuación de la ministra de Medio Ambiente es desastrosa. Bla bla bla bla en los foros internacionales, eso se llama carreta”.

 

Para completar el gran desenfoque del gobierno de Gustavo Petro frente al fenómeno de El Niño, los presupuestos nacionales para 2024 de los bomberos y de la Unidad de Atención de Desastres y Riesgos se redujeron en 32 y 17 por ciento, respectivamente, y eso que ya eran bajos en 2023.

Porque las posibilidades de que este intenso verano se presentara eran muy altas, dado que el fenómeno de El Niño –con veranos o inviernos muy fuertes– se presenta periódicamente, entre cada tres y siete años, y este se veía venir. Pero Gustavo Petro, que tanto habla de problemas ambientales, no usó sus 17 meses en la Presidencia para preparar la atención de un problema ambiental que Colombia no puede dejar de atender.

A la vista está que son muy escasos los bomberos y que carecen de las dotaciones adecuadas y que también son muy pocos los helicópteros y los aviones capaces de apagar incendios rurales –con frecuencia la única manera de enfrentarlos–, incendios que siempre se presentan en los Niños de altas temperaturas, dada la gran resequedad de la vegetación, y sin necesidad de que haya manos criminales.

Como los fenómenos de El Niño suceden desde hace 40 mil años –sí, esa es la cifra– y no van a dejar de ocurrir, lo único que puede hacerse en su contra es combatir sus efectos –sequías, inundaciones, incendios–, es decir, tomar medidas de adaptación a ellos. Adaptación es el concepto que usa el exministro de Ambiente Manuel Rodríguez Becerra como la política principal de Colombia frente al cambio climático, otro gran problema ambiental del país y del mundo.

Porque como no hay ninguna posibilidad de disminuir el calentamiento global en el corto plazo –y menos Colombia sola, con sus escasísimos aportes a los gases de Efecto Invernadero (GEI)– nos toca reducir, hasta donde se puedan, las causas de ese calentamiento y, a la par, adaptarnos a sus efectos negativos en cuanto sequías, inundaciones, enfermedades y demás.

El problema con Petro es su terquedad para tratar los asuntos ambientales con retóricas catastrofistas y poco o nada de medidas prácticas, tanto sobre el cambio climático como sobre el fenómeno de El Niño.

Pero ese es un esfuerzo que debe hacerse, porque los costos de ambas adaptaciones son altos y exigen un trabajo continuado que deben encabezar el gobierno nacional, las alcaldías y las gobernaciones.

Menos discursos en el exterior, que ya a nadie le interesan, y más trabajo continuo y paciente en Colombia.

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No más populismo ambientalista

En Davos, en su conocido populismo ambientalista, Petro insistió en la línea que echó en Dubái: he “decidido no contratar más exploraciones de petróleo, gas y carbón”, lo que lo confirma como el único presidente de país productor de combustibles fósiles del mundo que se atreve a tamaño desatino, haciendo además un ridículo internacional.

Si en esos eventos nadie contradice a Petro, es por cortesía diplomática, pero qué dirán en privado y cómo suena de duro en su contra el silencio de los países latinoamericanos petroleros dejándolo solo en su disparate, entre otros, Brasil, México, Venezuela, Guyana, Ecuador y Argentina.

 

Algún petrista caritativo debería decirle a Petro cómo es de incoherente que en sus viajes busque inversionistas extranjeros y que, al mismo tiempo, aparezca gobernando al país con tanta estulticia y arbitrariedad, ¡en el sector que aporta más de la mitad de las exportaciones nacionales! Y qué tal que conocieran lo que pasa en Ecopetrol, la primera empresa de Colombia, convertida en club de su clientela y abusando de ella porque pueden manejarla con normas del derecho privado, como si fuera un negocio de bolsillo.

Y ni Petro ni ninguno de sus jefes se han atrevido a presentar esta posición absurda de falso ambientalismo con más un par de frases, porque saben que si intentan sustentarla en detalle, serán destrozados en el debate.

Constituye además otra falacia plantear que pueden reemplazarse las exportaciones de petróleo y carbón por más turistas extranjeros. Porque nos les dan las cuentas y porque es una bobería innecesaria ese remplazo. Que Petro aprenda de México, que produce y exporta más petróleo que Colombia y recibe más turistas.

Repasemos otras verdades.

Es cierto que hay un problema de cambio climático y que debe hacerse una transición energética, transición, no un salto brusco, porque se revienta la economía del mundo, aún muy dependiente de la energía de los combustibles fósiles –petróleo, gas y carbón–, energía que en su totalidad no puede reemplazarse con las bienvenidas del viento y el sol. Es por esto que todos los países llevan 30 años prometiendo reducir sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), y estas han aumentado. E incumplen nada menos que Estados Unidos –primer productor mundial de petróleo– y los demás países industrializados, a pesar de sus inmensas capacidades para asumir esa tarea.

Quien le crea a Petro pensará que los colombianos le aportamos tanto al problema del cambio climático, que debemos sacrificarnos por la humanidad. Y nada más lejano a la verdad: si Colombia destruye su economía y su sociedad para reducir sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) –las de la quema de los combustibles fósiles–, en absolutamente nada se solucionará el lío global.

Porque solo aportamos el 0,2% del total del CO2 del mundo por ese consumo, prácticamente nada, dado que Colombia es un país tan subdesarrollado que ni CO2 produce. Y esto lo saben Petro y los jefes petristas pero lo ocultan, una manera de mentirle al país, que algunos les alcahuetean por temor al látigo presidencial.

Coletilla: otras graves decisiones contra Colombia confirman el populismo de Petro. Su gobierno le acaba de hacer otro homenaje al robo de la espada de Bolívar con el que el M-19 anunció que se alzaba en armas contra el Estado. El primero había sido el 7 de agosto, en su posesión como Presidente.

Y como todos los alzamientos guerrilleros fueron errores garrafales, muy dañinos para el país, que ahora Petro los embellezca es muy equivocado para el proceso de paz y da pie a que el día de mañana otros los repitan.

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A Barranquilla y la Costa Caribe les ha ido mal

Hago parte de quienes queremos que Barranquilla recupere la sede de los Juegos Panamericanos. Pero la verdad es que no se ve nada fácil. Porque el Comité Ejecutivo de Panam Sports decidió, “unánimemente, retirar la sede de los XX Juegos Panamericanos”, dados “los innumerables incumplimientos del contrato vigente”. E invitó a inscribirse a las ciudades americanas que deseen reemplazar a Barranquilla, interés que han expresado cinco de ellas. La decisión final se tomará al terminar enero.

Hablan de “incumplimientos” porque el gobierno nacional no cumplió con los cuatro millones de dólares que se comprometió a pagarles al finalizar 2023, además de los otros reclamos que Panam Sports le planteó en agosto y octubre pasado, fallas que rompieron la confianza en un negocio al que Colombia debía invertirle 500 millones de dólares, según el cálculo de la actual ministra del Deporte, Astrid Rodríguez (Ver enlace).

 

Barranquilla le advirtió al presidente Petro que los incumplimientos del gobierno podían hacer perder la sede de los Juegos y sobre el daño reputacional (Ver enlace). En contraste, una semana antes de posesionarse como ministra del Deporte, María Isabel Urrutia se dirigió a Gustavo Petro poniendo en duda seguir con los Juegos, por ser una decisión del gobierno anterior, por sus altos costos y porque se realizarían cuando él ya no fuera Presidente (Ver enlace). Y Petro no la corrigió, ni siquiera para que lo escuchara Neven Ilic, el presidente de Panam Sports.

Y en marzo de 2023, cuando María Isabel Urrutia salió del ministerio, Neven Ilic hizo saber su inconformidad con lo que ocurría: “No tuvimos un diálogo claro con las autoridades, así que el avance con estos juegos ha sido casi cero”.

Aunque el Comité Organizador de los Juegos se constituyó el 4 de agosto de 2022, su primera reunión fue en noviembre de 2023, ¡quince meses después!, confirmando el desgano del presidente Gustavo Petro, desinterés ratificado porque acaba de saberse que la ministra del Deporte nunca tramitó en el Ministerio de Hacienda la plata que tenía que aportar el gobierno nacional.

Ojalá Barranquilla pueda recuperar la sede de los Juegos Panamericanos.

También les ha ido mal a Barranquilla y a la Costa Caribe con las tarifas de la electricidad. Su rebaja, tan anunciada el primer semestre del gobierno de Gustavo Petro, se quedó en demagogia. Pues en 2023, A-ire, y muy parecido ocurrió con Afinia, subió las tarifas en 32,48%, cuando la inflación fue de 9,28, es decir, porcentualmente, aumentaron el triple de la inflación. Un verdadero abuso contra el pueblo caribe.

Este atropello se debe a que el presidente Petro, en vez de cambiarlo, dejó en vigor el Régimen Tarifario Especial que Iván Duque aprobó para la Costa Atlántica. Y también le mantiene en secreto los precios que A-ire y Afinia pagaron por sus partes de Electricaribe, aunque se sabe que es 8,5 veces menos que la suma a la que le aplican la tasa de ganancia, desvergonzado abuso que también eleva las tarifas.

También les ha ido mal a Barranquilla y a la Costa Caribe con la promesa del candidato Gustavo Petro a los sectores populares de que les daría electricidad gratis por energía solar. Porque ya se sabe que los planes de su gobierno son pequeñísimos frente el número de hogares de la región y porque si llega a haber algo gratis, no será “porque el sol es gratuito”, como con demagogia dijo en campaña, sino porque el gobierno lo subsidie, pues quien deje de pagar las facturas de las redes tradicionales se quedará sin el servicio.

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Arquitectura única y excelencia

Al finalizar 2023, la Academia Caldense de Historia publicó Caldas en los albores del siglo XX, libro en el que hay un artículo de mi autoría sobre un fenómeno arquitectónico que es, a mi juicio, único en el mundo por sus notables particularidades y calidades tecnológicas y formales, dentro de la llamada “arquitectura sin arquitectos” o arquitectura popular.

Se trata de la evolución de la arquitectura de bahareque, la construida con muros de madera y cañas –en este caso guaduas– y revocada con morteros de tierra y cagajón. En Manizales y en la región evolucionó hasta construir los mismos muros, pero dejándoles a la vista tablas –bahareque de tabla–, láminas metálicas –bahareque metálico– y morteros de cemento y arena –bahareque encementado. Para poderse lucirse con las formas de la arquitectura republicana de moda, nombre que se le dio en Colombia a lo que se hacía en Europa y Estados Unidos –neogótico, neoclásico y demás neos, que eran lo moderno–, cuando en el país y en el mundo lo mejor se edificaba con piedra, ladrillos, hierro y cemento.

 

¿Por qué en el hoy llamado Eje Cafetero abandonaron los muros de piedra –que siempre fueron escasos–, los de ladrillos y los de tapias pisadas, que eran los corrientes en el resto de Colombia y se deseaban aquí? Esta es la historia.

Los colonos antioqueños que fundaron a Manizales, en 1849, fueron gentes de escasos recursos que llegaron por unos caminos de herradura tan difíciles que más que mulas emplearon bueyes, a vencer una topografía llena de crestas y hondonadas de muy difícil urbanización. Una región que se conectaba con Europa y Estados Unidos con los arrieros pasando por el lado del volcán nevado del Ruiz y navegando por el río Magdalena, a pesar de que “en invierno no eran transitables los caminos y en verano se secaba el Magdalena”.

Y llegaron a construir ranchos de rústicos bahareques y techos de cáscara de cedro. Hasta que, en 1856-1857, don Marcelino Palacio, el más adinerado de los colonizadores, en una esquina de la Plaza de Bolívar, levantó su casa de tapias y tejas de barro, como la mejor herencia de Antioquia. Fue tal el acontecimiento indicando el futuro soñado, que, cuando falleció, las formaletas de esas tapias se incluyeron en su tumba.

Hasta que, en 1885, otro temblor averió la iglesia y muchas casas de Manizales, amenazándole su futuro, que se salvó porque se descubrió que las casas de tapias el primer piso y de “maderas” el segundo no se dañaron, con lo que nació el “estilo temblorero”, considerado “inmune” a los terremotos.

Lo que siguió fue cómo erigir arquitectura republicana sin aleros, si la lluvia destruía las maderas, las guaduas y los morteros de tierra y cagajón. Y la solución fue protegerlos con tablas, láminas metálicas y morteros de arena y cemento, especializando los bahareques.

Las catedrales de Manizales, Pereira y Armenia y numerosas iglesias fueron de bahareque metálico, y hace poco a la de Pereira le dejaron a la vista su hermosa estructura de madera. También fueron metálicas la gobernación de Caldas y otras edificaciones. Y muchas más se erigieron en bahareque encementado, incluido casi todo el centro de Manizales –declarado patrimonio–, una vez se reconstruyó tras los grandes de incendios de 1925 y 1926.

La región ofrece numerosos y bellos bahareques tradicionales, que llenan de vida el Paisaje Cultural Cafetero –que pertenece a la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco–, arquitectura que hay que ofrecerle a Colombia y al mundo como un valor de talla universal que vale la pena conocer, proteger y promover.

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A analizar con rigor las pruebas PISA

A Colombia le fue mal en las pruebas Pisa de 2022 (gobierno de Iván Duque), examen de la OCDE para medir, con estudiantes de 15 años de educación media, sus capacidades en lectura, matemáticas y ciencias. Quedamos de penúltimos entre los 38 países de la OCDE, el llamado “club de los países más ricos”, al que pertenece Colombia, pero no por esa razón. Un problema importante al que hay que buscarle soluciones verdaderas, que tienen que empezar por acertar en sus causas principales, pues nada impide más las alternativas correctas que un diagnóstico equivocado.

Germán Vargas Lleras les echó la culpa a los profesores y a sus organizaciones. Diagnóstico fácil, y errado, que da votos pero lleva a falsas soluciones. Porque no relacionó un problema estructural de décadas con la muy mediocre economía nacional ni con las malas políticas educativas de todos los gobiernos.

 

Con datos de inteligencia artificial (IA), del Banco Mundial y de otros, apelé a mi experiencia de profesor para observar las causas principales de lo que ocurre.

El gasto público de Colombia por estudiante es el 30% del promedio de la OCDE y su gasto en infraestructura educativa llega al 22%. ¿Estudiantes promedio por aula? OCDE 22,5, Colombia 35 y se considera óptimo 20 o menos. Con 598 mil estudiantes, casi ningún colegio de zona rural colombiana tiene agua potable y he visto instituciones urbanas en las que asisten a clases sentados en el piso o en sillas que no tienen dónde apoyar los cuadernos.

Los profesores colombianos ganan la mitad del promedio de la OCDE y, por sus sueldos bajos, el 24% recurre a un segundo empleo, contra el 10% en la OCDE. Y en Colombia el 25% tiene posgrado, en contraste con el 45%.

Las carencias por fuera de las aulas afectan negativamente lo que ocurre en ellas. ¿Si pueden atender bien a las clases los estudiantes que hacen parte del 30% de los colombianos con hambre o mal alimentados? ¿Pueden concentrarse bien los hacinados en salones de clase muy calientes? ¿Cómo hacer las tareas en los 2,7 millones de hogares que viven en una sola habitación?

Se sabe que la mejor educación de los hijos depende bastante de la de los padres, para que puedan ayudarles en su formación. Padres con títulos profesionales: Colombia 27% y la OCDE 74. Y es muy mala la conexión colombiana a internet, porque apenas el 60% de los hogares está conectado y el 77% del total de las personas lo hace por teléfonos celulares.

Empeoran además las diferencias de calidad entre la educación pública y la privada más costosa. Porque el costo promedio por estudiante en las instituciones públicas es 2,5 veces menor que el de las privadas. Y se sabe que lo barato sale caro.

Con razón, Humberto de la Calle dice que la educación en Colombia se ha ido convirtiendo en una nueva sangre azul, que discrimina contra los sectores populares y desperdicia sus potencialidades, entrabando el progreso nacional.

La descomposición social, la violencia y la desesperanza, que por décadas han azotado al país, también conspiran contra la mejor actitud de los jóvenes colombianos para educarse.

Y en la base de la financiación escasa, de la que, quiérase o no, depende bastante la calidad de la educación, está que la riqueza por habitante que produce Colombia es 6,5 veces menos que la del promedio de la OCDE y 2,5 veces inferior a la de los tres países latinoamericanos a los que les fue mejor en las pruebas Pisa, aunque quedaron lejos de los primeros.

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¿79 años no enseñan?

Hace unos días, César Ferrari, superintendente Financiero y profesor de la Javeriana, explicó que entre 1960 y 2015, en dólares de ese año, el producto por habitante creció 48,5 veces en China, 32,7 en Corea y apenas 3,4 en Colombia. Porque China subió de 238 a 11.360 dólares, Corea de 1.027 a 33.645 y Colombia solo de 1.961 a 6.858, con el agravante de que pasamos de punteros a coleros. Y desde 2015 el crecimiento colombiano ha sido tan mediocre como antes.

Peor para Colombia, muy difícil. Porque todo progreso depende de crear más riqueza y porque es importante distribuirla mejor, en lo que también estamos muy mal.

 

En cifras recientes, en desempleo, Colombia, 12,4% y China y Corea 5,1 y 3,4, respectivamente. Analfabetas adultos, Colombia, 7,5% y Corea y China: 1,1 y 3,6. Personas subalimentadas, como llama la FAO a los seres humanos con hambre, colombianos 11%, coreanos 2,7 y chinos 2,5.

Las cifras anteriores resultan de las que siguen. Gasto público en Investigación y Desarrollo (I+D), insustituible en el progreso nacional: Corea: 4,5% del PIB, China: 2,4 y Colombia: solo 0,7, una vergüenza. Y esto se refleja en lo que se exporta. 30 años después de la apertura neoliberal y los TLC, las exportaciones de bienes básicos de Colombia, que se exportan con poca transformación, 56,9% del total, las de Corea 16,4, y las de China 13,4. Y la muy tragona deuda externa sobre el PIB es de 14,8 y 30,6% en China y Corea y aquí del 55.

Este desastre a pesar de que tenemos riquezas naturales de sobra: entre tierra y mar, dos millones de kilómetros cuadrados, suelos de calidad para el agro y riquezas en el subsuelo, energía de sobra, todos los climas, abundantes agua, sol y viento, costas en el Atlántico y el Pacífico, localizados en el ombligo de América y vecinos del canal de Panamá. Y con seis millones de colombianos echados del país por el desempleo, expulsión que para Colombia solo tiene de positivo que en el exterior se demuestra que somos excelentes trabajadores. Luego es idiota el decir racista de que nos fallan los genes.

¿A quién responsabilizar? En Colombia y políticamente, es obvio, a los jefes de los partidos Liberal y Conservador y de sus crías políticas, que hasta 2022 gobernaron unidos por el reparto del botín y las malas ideas. ¿Y quién les ha tirado la línea económica?

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos semejantes, creados en 1945 para armar un mundo de países ganadores y países perdedores, y ya se sabe dónde pusieron a Colombia y que China se negó a jugarles su juego. Llevamos entonces 79 años usando fórmulas diseñadas para no desarrollarnos. ¿Qué hacer?

Unir a sectores populares, clases medias y empresarios en la idea de que sin cambios de importancia, en economía de mercado, nunca saldremos adelante. Preservando lo que funciona y creando más trabajo y más riqueza en actividades de todos los tamaños, en especial en la industria y el agro, con más ciencia y más tecnología y produciendo más para el mercado interno y para exportar. Y cero tolerancia con la corrupción.

Ya es notorio que esto no es lo que buscan Petro, el Pacto Histórico y los compadres de esconder con los que ganaron y gobiernan, centrados no en crear más riqueza sino en gastársela, con notorio clientelismo para conseguir los votos de 2026. Para confirmarlo, basta con verlos en el ridículo de ufanarse por la palmaditas en la espalda que les da el FMI y sus semejantes, que también felicitaron a Duque, Santos, Uribe y demás.

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El gran y dañino oso de Petro en Dubai

Con una delegación enorme, de 300 personas, y como si fuera una genialidad, en la conferencia 28 del clima en Dubái, Gustavo Petro hizo el ridículo al atreverse a decir: “Colombia ha dejado de firmar contratos de exploración de carbón, petróleo y gas”. Y es un oso porque ese es un evento con gente informada, que sabe que así Petro condena a Colombia a quedarse sin su producción y exportaciones de hidrocarburos, irremplazables para la economía nacional, la obliga a importarlos a costos bastante más altos para el país y en nada modifica el problema del cambio climático global ni agiliza la transición energética.

Para empeorar su discurso bufo de falso ambientalismo, lo dijo poco después de anunciar que promoverá acuerdos con el gobierno de Venezuela para que Ecopetrol explote petróleo y gas en ese país y los importe a Colombia –a costos mayores que los nacionales–, con lo que confesó que sí hay riesgo de quedarnos sin hidrocarburos, pues las reservas probadas apenas si alcanzan para unos siete años. “El gas y el petróleo de Venezuela son buenos y los de Colombia son malos”, es lo que en la práctica dice. Ni que fuera venezolano. Su ridículo nacional e internacional se agiganta porque se sabe que el aporte de Colombia a los gases del cambio climático en el mundo es pequeñísimo, de menos del 0,6 por ciento, y que el CO2 por consumo interno de petróleo, gas y carbón es menor al 0,2 por ciento del global.

 

Si Petro no contara con tanta alcahuetería en Colombia, no se habría atrevido a hacer el papelón que hizo en Dubái. Porque allá, por cortesía diplomática, el disparate no se menciona y aquí suele presentarse suavizado.

Muchas gracias

A las bogotanas y bogotanos que me respaldaron con sus votos para la alcaldía de Bogotá, votos libres en nada definidos por intercambios clientelistas y sí por las convicciones de cada uno. En una elección muy signada por el temor que llevó a votar, no tanto por lo que se considerara la mejor propuesta, sino por quien asegurara impedir, y en la primera vuelta, que se fortaleciera el poder del presidente Gustavo Petro, cuya caída en la opinión pública la confirmó que su candidato sacara menos del 19 por ciento de los votos. 

Muchas gracias también a los candidatos y candidatas de Dignidad & Compromiso al concejo de Bogotá y a las Juntas Administradoras Locales, porque se esforzaron al máximo. Y a los directivos y voluntarios de la campaña, que trabajaron durísimo y no desfallecieron, movidos solo por sus convicciones y por su amor a Colombia.

 

Gracias también a muchos que no votaron por nosotros pero que nos hicieron saber que respetan nuestra propuesta y que tienen con ella importantes coincidencias.

De otra parte, para Dignidad & Compromiso fue importante que la candidatura a la alcaldía de Bogotá sonara en toda Colombia y haber inscrito tres mil candidatos en 27 departamentos, dejando terreno abonado para actividades políticas futuras.

Porque además esta elección confirmó la necesidad de construir una tercera alternativa política. Una propuesta que responda a la creciente decepción con el proyecto de supuesto cambio del actual gobierno, que cada día confirma que carece de una propuesta seria para crear más empleo y más riqueza y resolver los problemas nacionales, mientras utiliza una retórica ampulosa y hueca y promueve las perniciosas prácticas políticas por las que votaron en contra sus electores. Y que también es contraria a lo que ofrecen las fuerzas de la política tradicional de retomar el poder para continuar con sus malas teorías y prácticas que, por contraste, le sirvieron de base social y política al triunfo de Gustavo Petro.

En mi caso, seguiré opinando sobre los verdaderos cambios democráticos que necesita Colombia. Porque mi decisión de vida de hace medio siglo no tuvo como fin hacer una carrera en la burocracia estatal, y menos enriquecerme con ella, sino luchar por esos fines en cualquier posición en la que me tocara hacerlo.

Contarles que en las próximas semanas me centraré en terminar un libro de memorias que ya tengo comprometido con una editorial y que será una especie de historia de Colombia. Arranca desde antes de interesarme por la política, explica las razones por las cuales le di ese fuerte giro a mi vida y con qué características y empata con mis tiempos de profesor universitario y dirigente de organizaciones cafeteras y agrarias, hasta llegar a ser senador de la República.

Un texto que espero contribuya a entender las causas últimas de por qué Colombia sufre por un subdesarrollo tan profundo que debe avergonzarnos ante el mundo, subdesarrollo industrial y agropecuario y científico-técnico que está en la base de todos y cada uno de los incontables y graves problemas del país.

Y que pueda servir para unir a los colombianos de todos los sectores para impulsar el país hacia su modernización, sacándolo además de una polarización extrema, politiquera y estéril, apenas útil para arrear electores a las urnas, apoderarse del botín burocrático y no tocar las causas de la crisis. En tanto se siguen dejando sin aprovechar las inmensas riquezas naturales de nuestro gran territorio y la conocida inteligencia, creatividad y capacidad de trabajo de los colombianos, como millones llevan décadas demostrándolo en los países a donde han sido expulsados por las malas políticas de los gobiernos de Colombia.

Jorge Robledo promete implementar una tarifa cero en TransMilenio

El candidato a la Alcaldía de Bogotá y exsenador de la república, Jorge Enrique Robledo, prometió la implementación de una tarifa cero para los usuarios de TransMilenio en Bogotá.

De acuerdo con la propuesta, para garantizar la operación del sistema de transporte público sin recibir el pago de pasajes por parte de los usuarios, será necesaria una inversión de $2.5 billones de pesos anuales, permitiendo congelar el aumento del pasaje del SITP en 2024, reducir a $2.000 el pasaje en 2025, en 2026 una reducción de $1.000 y lograr ‘Pasaje Cero’ en el año 2027.

 

“Con el aporte del gobierno nacional, y propuesta de al menos 5 nuevas fuentes de financiación, vamos a lograr entregarle a Bogotá un sistema de transporte digno, de calidad y gratuito. Que nos permita cerrar las brechas y las desigualdades y que aporte a más de 4.8 millones de personas que se encuentran en pobreza, pobreza extrema y vulnerabilidad monetaria” señaló Jorge Enrique Robledo, candidato a la Alcaldía por Dignidad y Compromiso.

El candidato considera que «es tiempo de implementar la política de ‘Pasaje Cero’ que, permitirá que una persona que en promedio hace 12 viajes en transporte público en la semana, se ahorre 141 mil pesos, dinero que podrá ser utilizado para la compra de la canasta familiar, vestuario y pago de servicios públicos».

Nota relacionada: 

 

 

Robledo pide al Consejo de Estado intervenir en discusión del metro de Bogotá

El candidato a la Alcaldía de Bogotá por el partido Dignidad y Compromiso, Jorge Enrique Robledo, envió una carta a la alcaldesa de Bogotá, Claudia López y al presidente Gustavo Petro, reiterando que en caso de ser elegido como mandatario de la ciudad, cumplirá con el contrato de la primera línea del metro, tal como quede, sin embargo, le sugiere solicitar un concepto al Consejo de Estado que ponga fin a la discusión de si es conveniente cambiar el modelo de elevado a subterráneo.

Aunque Robledo considera que el mejor modelo de metro para una ciudad como Bogotá, era el subterráneo, en diálogo con Confidencial Colombia explicó que no sería responsable para la ciudad cambiarlo y poner en riesgo las finanzas del Distrito.

 

“Fue una pésima idea cambiar el metro subterráneo, en trámite desde 2008, por el elevado de la Avenida Caracas”, dice el excongresista.

“No sería extraño que años después Bogotá decidiera destruir ese metro y reemplazado por uno subterráneo, como ha ocurrido en otras ciudades del mundo”, vaticina.

El candidato aconseja al primer mandatario para que se pida un concepto al Consejo de Estado y que las partes decidan a partir de lo que diga la alta Corte.

 

Los ejes de mi propuesta para la Alcaldía de Bogotá

En compañía de la ciudadanía, del excandidato presidencial Sergio Fajardo, de su equipo de voluntarios, líderes de las diferentes localidades, medios de comunicación y representantes de su partido, inscribí oficialmente mi candidatura a la Alcaldía de la Bogotá por Dignidad y Compromiso.

Manifesté que tengo mis ojos puestos en los grandes problemas sociales que tiene Bogotá, resultado de los dos fenómenos que actualmente vive la ciudad: “Bogotá no es una sola ciudad, son dos ciudades, muy diferentes entre ellas, un conjunto de barrios, un área importante de la ciudad que se puede parecer a como son las ciudades de los países desarrollados, pero la parte mayoritaria de Bogotá no se parece en nada ni a esta primera parte que mencioné ni a los países desarrollados”.

 

Dije además que mi administración, priorizará el desarrollo económico de la ciudad, con enfoque en la industria para crear políticas de lucha contra la pobreza, generar empleo y riqueza, atendiendo las problemáticas y las necesidades de las y los bogotanos, en donde los más perjudicados son las mujeres, los jóvenes, la tercera edad y los niños y niñas.

Frente a las soluciones de seguridad que requiere la capital, insisto en la necesidad de aumentar el pie de fuerza de la policía en la ciudad con recursos del Gobierno Nacional, mejorar su funcionamiento, y al mismo tiempo usar la tecnología para dar resultados visibles para la tranquilidad de la ciudadanía. Mi gobierno avanzará con el metro que ya está contratado, pero que su enfoque será dejar estructurada una red de metros que supere el atraso en movilidad que tiene la ciudad.

En mi administración, Bogotá podrá con una política juiciosa de respaldo a la actividad constructiva y tecnológica de los barrios más populares donde hay muchas carencias, que mejore la calidad ambiental del urbanismo, preserve y cuide la estructura principal verde de la ciudad para expandirla a los barrios populares en donde actualmente no existe.

En mi Alcaldía habrá campañas de educación para mejoramiento de la cultura ciudadana, que genere cultura de amor y defensa por Bogotá, exija y respete los derechos de las y los bogotanos porque ningún ciudadano puede ser maltratado o violentado por sus diferencias.

Nota: Informarles que he tenido que suspender mis artículos semanales en la prensa y en las redes, dadas las grandes responsabilidades que me exige asumir con toda seriedad mi candidatura a la Alcaldía de Bogotá.

Agradecerles a los medios y mis lectores por su hospitalidad.

Jorge Enrique Robledo

Robledo y Lara rechazan la invitación de Gustavo Bolívar

El exsenador del Pacto Histórico y precandidato a la Alcaldía de Bogotá en un video divulgado en las redes sociales, extendió invitación a los candidatos, Jorge Robledo y Rodrigo Lara a unirse a la encuesta del petrismo que busca definir un solo aspirante por este grupo político para competir por el cargo de alcalde de la capital del país.

“He querido ir un poco más allá y proponerle también al doctor Jorge Robledo y a Rodrigo Lara que estén presentes en esta encuesta para que de todos los sectores alternativos o socialdemócratas podamos tener un solo candidato que sea capaz de ganas en primera vuelta la Alcaldía de Bogotá”.

 

De inmediato, ambos candidatos respondieron rechazando la invitación del líder político del Pacto Histórico.

En diálogo con Confidencial Colombia, el excongresista Jorge Robledo dio un No rotundo a la invitación de Bolívar, argumentando que su candidatura es la mejor opción para Bogotá y que esta se viene construyendo en conjunto con sectores diferentes que buscan que la ciudad salga adelante.

Por su parte Rodrigo Lara, dijo que su candidatura irá hasta las urnas el próximo mes de octubre.