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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Jorge Robledo

Jorge Robledo promete mayores recursos para la Universidad Distrital

El candidato a la Alcaldía de Bogotá, Jorge Robledo, prometió mayores recursos para la Universidad Distrital para una posible ampliación de su estructura y mejor funcionamiento.

“Vamos a hacer un esfuerzo grande para que la Universidad Distrital sea una universidad, cada vez mejor y funcione mejor, esta universidad tiene un déficit de 70 mil millones de pesos que los tienen que asumir el distrito, la alcaldía debe atender todo lo que necesita la Distrital”, dijo el candidato.

 

Manifestó además su preocupación por el manejo de las basuras en Bogotá, el que calificó como una “vergüenza”.

“Hay casos como el de las basuras que es una vergüenza, porque además ese es un negocio privado, entonces pasó lo que algunos advertimos hace unos años, llegaron fue a ganar plata más no, a recoger las basuras y entonces como les sale mejor negocio no recogerlas que recogerlas, pues no las recogen y es una realidad”.

Por último, frente al relleno Doña Juana dijo: “Lo del relleno de Doña Juana, es otro desastre, en Bogotá no hay reciclaje, es lo mínimo que ya se hace en cualquier país civilizado y no hay reciclaje porque aquí todavía la basura sigue siendo basura”.

En los últimos días, el candidato y excongresista, Jorge Robledo, recibió el apoyo del exsenador y exconcejal de Bogotá, Antonio Sanguino.

Jorge Robledo piensa en la Alcaldía de Bogotá

El excongresista Jorge Enrique Robledo se encuentra analizando la posibilidad de presentar su nombre para las elecciones a alcalde de Bogotá.

Robledo se ha reunido en los últimos días con diferentes personajes de la política nacional y local como el exgobernador de Antioquia y excandidato presidencial Sergio Fajardo, para escuchar las ideas sobre una eventual candidatura suya.

 

“La decisión no es sencilla de tomar”, dijo Robledo a Confidencial Colombia, quien además analiza los nombres de quienes estarían acompañándolo porque sabe muy bien que no puede lanzarse a una aventura como estas si no cuenta con el suficiente respaldo.

 

Verdades sobre el “cambio” de Gustavo Petro

La ministra de Agricultura del gobierno de Gustavo Petro, Cecilia López, dio una noticia importante que sonó poco, al señalar que las importaciones agrarias habían llegado a 15,9 millones de toneladas –¡3.200 por ciento más que en 1990!–, auténtica vergüenza para un país con las excelentes condiciones agrológicas de Colombia. Y que la comida –que se encareció en 27,81% en 2022– explica el 65% de la inflación promedio nacional, del 13,12%, la más alta del siglo.

Se confirma así la merecida condena a los gobiernos defensores de la apertura y los TLC, porque dijeron que la producción nacional resistiría con éxito a las importaciones sin aranceles, que exportaríamos mucho más y que, por los subsidios a la producción extranjera, sería más barata la comida de los colombianos. Tres falsedades que en su momento refutamos con todas las pruebas y que los mismos con las mismas defendieron y defienden con mentiras y engaños, tras renunciar a la soberanía y al progreso de Colombia.

 

Tan mal han salido las cosas, que la balanza de pagos, que mide los ingresos y egresos en dólares de Colombia, ha sido negativa en 403.224 millones de dólares desde el 2000, faltante que también explica que la deuda externa aumentara de 17.993 a 184.118 millones entre 1994 y el año pasado.

Que esta desgracia ocurriría lo advirtió en 1990 Abdón Espinosa Valderrama –exministro de Hacienda de Carlos Lleras Restrepo–, quien explicó que la apertura era un chantaje del Banco Mundial –banco controlado por el Fondo Monetario Internacional (FMI)–, a cambio del crédito Challenger, política que advirtió desprotegería y golpearía la producción nacional (ver enlace aquí), atiborrando el país de quebrados, desempleados y pobres.

Y hay que ver a Petro y a los jefes petristas –los autoproclamados representantes del “cambio”– renunciando a renegociar los TLC y sacando pecho porque el FMI les puso una medallita por seguir sus orientaciones en impuestos, precios de la gasolina y demás, el mismo aplauso que ese organismo les dio a los gobiernos de Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos y Duque, casi todos ellos socios de Petro en su gobierno.

¿Habría ganado la Presidencia sin esos respaldos y si hubiera explicado que su “cambio” –demagogias asistencialistas aparte– continuaría la obra de sus antecesores en estos asuntos fundamentales?

Para no caer en el engaño, debe saberse que el FMI es una creación de Estados Unidos y de algunos de sus países aliados para, según sus conveniencias, modelar el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial, de forma que solo unas cuantas naciones pudieran desarrollar de verdad su capitalismo, en tanto a las restantes, incluidas todas las de América Latina, nos condenaron a trabajar, trabajar y trabajar, pero sin salir del subdesarrollo en todos los aspectos.

En su continuismo, Petro también siguió con la Colombia peón de la OTAN, los aviones de guerra que le ofreció Biden, el radar norteamericano en Gorgona y las cercanías con el Comando Sur de los Estados Unidos.

Para mejor entender el muy radical continuismo del gobierno del “cambio”, hace poco se realizó el X Diálogo de Alto Nivel Colombia-Estados Unidos, donde un centenar de funcionarios de los dos países concluyó: “Fue el resultado de casi seis meses de preparación, siete mesas de trabajo, 28 subtemas, más de 100 compromisos que se acordaron, que tendrán un proceso de seguimiento trimestral, para garantizar su cumplimiento” (ver enlace aquí).

Si le preguntaran a Petro por el objetivo de esa reunión, con su conocido estilo, seguramente diría: “Es el mejor mecanismo para indicarle a Washington cómo cumplir en detalle las orientaciones de la Casa de Nariño”.

Gustavo Petro y Álvaro Uribe

No hay duda de que la matonería petrista actúa en las redes ciñéndose a lo dicho por sus jefes en la campaña presidencial: “Tenemos que defendernos y atacar. Eso significa que seguro la línea ética se va a correr un poco” (Sebastián Guanumen, estratega de Petro y hoy cónsul en Chile). Correr “la línea ética” es aumentar trampas, engaños y mentiras.

No extraña entonces que me acusen de “uribista” porque critico a Gustavo Petro, calificativo que traducen como propio de la peor persona y que contiene el amenazante mensaje de que me “quemarán” si no me inclino ante su mesías.

 

La acusación de “uribista” la hacen sin dar una sola prueba de cercanía mía con Álvaro Uribe –porque no existe– y contra alguien que nunca ha tenido una conversación privada con Uribe, que fue el senador que más debates de control político le hizo en sus dos gobiernos y que lo ha controvertido en numerosos artículos y en varios libros porque tenemos desacuerdos profundos.

Pero además de mentir sobre coincidencias mías con Uribe, llama la atención que su engaño incluya el truco de otorgarle al expresidente una conducta de oposición a Petro que no está ejerciendo. Porque entre Petro y Uribe ya hubo dos reuniones de las que no se sabe con detalle pero que generaron consecuencias, y no de desacuerdos, propiamente, pues José Félix Lafaurie, en representación del Centro Democrático, tendrá voz cantante en el proceso de paz con el ELN y en las multimillonarias compras de tierras rurales del gobierno.

También es sabido que los congresistas del Centro Democrático estuvieron en la componenda que en persona dirigió Petro para repartirse la Contraloría entre ellos y los partidos petristas.

De otra parte, con el siguiente trino, Uribe respaldó a Petro en el escándalo del ICBF: “No critico que la Primera Dama haya postulado a la nueva directora de Bienestar Familiar, quien en sus respuestas a los medios ha mostrado su transparencia. Hay que dar tiempo a su gestión”. Con lenguaje incomprensible, para que no se notara el apoyo, Uribe también respaldó que Petro siguiera con los aviones carísimos e innecesarios de Duque: “La discusión sobre la compra de los aviones enseña que los partidos tienen que ser cuidadosos tanto en la oposición como en el gobierno. Al final vale la credibilidad no el aplauso”. Sobre la base militar en Gorgona, Uribe no ha dicho nada, no sea que se sepa que aquí también está de acuerdo con Petro, silencio que Uribe, por la misma razón, le aplica a que Colombia ande de correveidile de la OTAN.

Las coincidencias entre Petro y Uribe vienen de atrás. En 2008 los uribistas y Petro eligieron de Procurador a Alejandro Ordóñez. Petro votó con el Polo en el Senado contra el TLC con Estados Unidos, pero en 2007 viajó a Whashington, donde hizo acuerdos para respaldarlo –y al Plan Colombia, además– y a su regreso nos exigió cambiar la posición, votación que perdió. En el gobierno de Duque, Uribe y Petro aprobaron en el senado el ingreso de Colombia a la OCDE y también en ese gobierno, en el debate contra las tropas gringas en el país, en junio de 2020, el ministro de Defensa de Duque, Carlos Holmes Trujillo, felicitó a Petro por su respaldo al TIAR, tratado militar norteamericano para el control del continente.

En conclusión, las bodegas petristas mienten al decir que critico a Petro porque soy “uribista”, como mintieron Petro, Roy y compañía –siguiendo la ética Guanumen– cuando en la campaña electoral afirmaron que no estaban construyendo el Pacto de la Picota. (Ver enlace).

Jorge Enrique Robledo

Jorge Robledo insta al Gobierno a detener construcción en isla Gorgona

Foto: isla Gorgona.co

El exsenador Jorge Robledo advirtió a través de su columna de opinión en Confidencial Colombia, sobre el daño ambiental que sufriría la isla Gorgona si el Gobierno no reversa la decisión de construir una base militar de la Armada Nacional.

 

Nota relacionada: Salvemos a Gorgona

El excongresista se unió a las voces que con anterioridad se han manifestado en contra de este proyecto, con el argumento de que la construcción puede traer graves consecuencias ambientales para este territorio.

Según lo expuso Robledo, la ANLA expidió el permiso mediante la resolución No 2370 para el proyecto “construcción, operación, abandono y restauración de la estación de guardacostas en la Isla Gorgona y obras complementarias”, el 31 de diciembre de 2015.

“La comunidad científica apenas se enteró de este despropósito un año después y que desde 2020 el ministerio de Ambiente no nombra director en Gorgona, con lo que los militares de la Armada hoy mandan en el parque y mandarán después si montan la base y el radar”, explicó el columnista responsabilizando a los gobiernos de Juan Manuel Santos e Iván Duque por lo que en adelante pueda suceder con la fauna y flora de este lugar.

Robledo instó al presidente Gustavo Petro y a su ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad a reversar la decisión.

Al respecto ya se habían pronunciado organizaciones ambientales como la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, quien señaló:

“El 97% de las ballenas jorobadas se distribuyen en el costado oriental de la isla, a una distancia entre 200 y 300 m (49,5% del total de grupos). A distancias menores de 300 metros los grupos con cría son los más representativos, y en el área en donde se planea construir y operar el muelle, los grupos (hembra y cría) son abundantes y permanecen durante largos períodos en actividades de descanso y crianza”.

 

Carta abierta al presidente Gustavo Petro

Los pésimos indicadores sociales demuestran que Colombia sufre por graves problemas económicos que encarecen el dólar desde mucho antes del 7 de agosto pasado. Porque se importa en exceso y se exporta muy poco, debilidades que no puede corregir, y que sí empeora, un endeudamiento externo exagerado, de 175.900 millones de dólares, todo fruto de las recetas del FMI y los TLC a favor de otros países.

Por esas mismas causas –agravadas por la guerra en Ucrania, que puede conducir a una catástrofe nuclear– la crisis global conducirá a una recesión también universal, recesión que arrastrará a Colombia, juicio en el que coincido con usted.

 

El peor de los mundos.

Entre lo poco que nos ha defendido están las exportaciones de petróleo, por 13.000 millones de dólares en 2021 y unos 22.000 millones este año. Sin ellas, ¿se imagina cuánto costaría el dólar y cómo sería el tamaño de la crisis nacional?

De otra parte, podemos coincidir en que Colombia tiene una dependencia excesiva del petróleo y de otros bienes básicos mineros y agrarios –el llamado extractivismo–, dependencia que debe corregirse con más producción industrial y agropecuaria. Pero lograrlo exige renegociar los TLC –en lo que su gobierno no está– y aceptar que ese cambio es un proceso complejo que no necesita destruir los hidrocarburos, el carbón y la minería, sino explotarlos con un correcto manejo ambiental, económico y social.

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De ahí que tuviéramos otra gran diferencia en la campaña presidencial cuando en agosto de 2021 planteó que en su gobierno no se firmarían nuevos contratos para buscar más gas y petróleo –que son los mismos–, controversia que sigue en pie porque el punto sigue en su programa y su ministra de Minas lo está aplicando sin que usted la haya corregido, presionando además el alza del dólar.

Con franqueza debo decirle que esa insistencia es muy equivocada, Señor Presidente. Porque es imposible reemplazar los dólares de la exportación de petróleo con más turistas a Colombia, y menos si tenemos que pagar las importaciones de combustibles una vez dejemos de producirlos. Y las reservas de hidrocarburos se acabarán pronto si no se buscan y encuentran nuevos yacimientos.

También yerra en lo ambiental. Porque, por su subdesarrollo, Colombia produce tan poco carbono que, aún si destruyera su economía reduciendo a cero la combustión de combustibles fósiles, en nada cambiaría el calentamiento global, fenómeno global, no nacional. Porque solo aportamos el 0,60 por ciento, menos del uno por ciento, de los gases de efecto invernadero del mundo y con el 60 por ciento de ese porcentaje no por la quema de hidrocarburos sino, principalmente, por la deforestación. Si dejáramos de exportar petróleo, además, otros países lo harían y las emisiones globales de CO2 serían las mismas.

Y ningún gobierno de país productor de petróleo y gas en el mundo dejará de firmar nuevos contratos de exploración y explotación. Ahí están los ejemplos de México, Brasil, Argentina y Venezuela, todos además en sus transiciones energéticas.

Colombia también debe transitar hacia las energías alternativas –como la solar y la eólica y mantener la hidráulica–, pero no como un salto al vacío sino aprovechando los hidrocarburos y el carbón hasta tanto podamos darles los reemplazos adecuados.

Cordialmente, lo invito entonces a anunciar que sí habrá nuevos contratos para hidrocarburos en Colombia. Para defender los ingresos del país y para quitarle presión al encarecimiento del dólar, también empujado al alza por el maltrato que la reforma tributaria le da a Ecopetrol.

Deben reducirse los impuestos de las pymes

Sobre el texto de la reforma tributaria que las comisiones empezaron a aprobar a pupitrazo el jueves, sea lo primero mi rechazo enfático a que se votó sin que los congresistas ni los colombianos supiéramos cuánto nos costará en impuestos cada una de las partes de la ley, en especial lo que se les encarecerán las bebidas azucaradas y las comidas procesadas los sectores populares, la suma en la que no se reducirá el impuesto de renta de las pymes aunque es un mandato constitucional y lo de más que les sacarán a las clases medias y a los pensionados con la falacia de que son parte de los “más ricos” de Colombia.

Porque es obvio que al no saberse cuánto pagará cada sector social, los congresistas partidarios del gobierno votaron como irresponsables, sin conocer lo que aprobaban, y a los colombianos –los paganinis– no nos trataron como ciudadanos sino como súbditos de la Casa de Nariño. Y dejo constancia de que esta información se la reclamé con anticipación al ministro de Hacienda, porque él sí la conocía.

 

De otra parte, el candidato Gustavo Petro les prometió a los pequeños y medianos empresarios que sus tasas de impuesto de renta serían inferiores a las de las mayores, según el tamaño de las ganancias, como llevan años solicitándolo con serios argumentos económicos y sociales, microeconómicos y macroeconómicos, las agremiaciones que representan a las pymes.

Pero a la hora de la verdad, el Presidente del “cambio” se opuso a esta modificación. Porque insiste en que las pymes sigan pagando tasa de renta del 35 por ciento, la misma de las empresas con ganancias centenares o miles de veces superiores. Con un agravante: las pequeñas y medianas tienen menos cómo recurrir a la alquimia tributaria para defenderse, con lo que, en realidad, pagan tasas más altas que las mayores y las supermayores.

La progresividad tributaria de las empresas hace parte de las concepciones democráticas en las economías de mercado, existió en Colombia con las sociedades anónimas y las compañías limitadas, hasta que llegó el neoliberalismo en los días de la creación del IVA, y está expresamente consagrada en el artículo 363 de la Constitución nacional. Y como se sabe, son progresivos los impuestos prediales, con tasas diferentes según los montos a gravar.

Un alto funcionario de este gobierno rechazó la progresividad a favor de las pymes con el cuento de que se promovería la evasión. Paja. En la era de los computadores la persecución de los tramposos dejó de ser un problema técnico para convertirse en negligencias corruptas y corrupciones descaradas. A propósito: en esta reforma el gobierno no propone la cárcel que se merecen los evasores de impuestos, también a diferencia de lo que sucede en otros países, un cambio que sí que hace falta.

La falacia del funcionario la refutan los países donde existe la progresividad en las tasas empresariales, entre ellos, Estados Unidos, Alemania, Francia, Canadá, Holanda, Australia, Brasil, Corea del Sur, China, Sudáfrica e Indonesia, luego no echen cuentos. Y existe porque esa política les sirve a los países para estimular la creación de más riqueza y más y mejores empleos.

En anteriores reformas tributarias estuvimos a pocos votos de ganar la progresividad tributaria a favor de las pymes. Mi invitación cordial a los congresistas de todos los orígenes a que esta vez sea la vencida.

A propósito de un discurso

En la asamblea de la ONU, Gustavo Petro hizo una afirmación que puede compartirse pero que debe explicarse: la guerra contra las drogas ha fracasado, dijo. Porque su consumo, lejos de reducirse, se ha ampliado y ha generado gran corrupción y mucha violencia. Pero también es cierto que ese fracaso es relativo, si se tiene en cuenta que ha enriquecido a los narcotraficantes, a productores y comerciantes de los precursores químicos con que se fabrica la cocaína y a intermediarios financieros.

Y le ha servido a Estados Unidos, el gran poder que impone una prohibición que le sirve a sus intereses económicos, políticos y militares globales.

 

Así lo prueba el Plan Colombia definido por Washington, que nos impuso el TLC que destruye el agro y empuja a los pobres del campo a cultivar coca, más una carta de intención proprivatizaciones con el FMI y hasta el proceso de paz con la Farc (ver enlace), más una estrategia que no se propuso acabar con el consumo de cocaína sino reducirlo a la mitad, para encarecerla en las calles norteamericanas, y que así, dijeron, se consumiera menos. Una “solución” de mercado, aunque suene cómico.

Insinuó el presidente Petro que la deforestación del Amazonas tiene como causa principal los cultivos de coca, error que los conocedores ya refutaron porque la coca explica apenas el 7,5 por ciento de la deforestación nacional y el Amazonas –Putumayo, más específicamente– aporta una porción minoritaria de esos plantíos. Le tocará buscar otro pretexto para meter tropas norteamericanas en esa importantísima región de Colombia y América.

Entre paréntesis, otro día detallaré cómo es que la deforestación tiene como causa primerísima la apropiación ilegal de las tierras baldías del Estado y la especulación inmobiliaria que así se desata.

Aunque haya confundido a algunos, muy mal le salió comparar la cocaína con el petróleo, el carbón y el gas, y para declarar a estos como peores, porque de entrada violó la enseñanza escolar de que no se comparan papayas con aguacates. Otra vez el sofista, que de la cocaína y el cambio climático saca una conclusión falsa.

Que hay que hacer una transición energética no debe generar dudas. Pero hay que hacerla correctamente. Porque si se hace mal, por ejemplo, eliminando el consumo de los combustibles fósiles sin haberles hallado sustitutos viables, habría la peor catástrofe ambiental posible: la de los seres humanos, víctimas de crisis económicas, sociales y políticas de proporciones inimaginables.

Nada de lo positivo del mundo de hoy –incluidas las democracias que reemplazaron a los poderes feudales– habría ocurrido sin la Revolución Industrial y sin el carbón, el petróleo y el gas que le aportan la energía a las máquinas herramientas, multiplicando por muchas veces la fuerza muscular que mueve las herramientas simples. Es más: si los seres humanos ya somos 8.000 millones –incluidos cada uno de nosotros–, es porque hay cómo alimentarnos y ello sería imposible sin la maquinaria agrícola y los grandes transportes y sin los fertilizantes, los agroquímicos, el acero, el cemento y los plásticos, entre otros bienes derivados de los combustibles fósiles o que requieren de ellos para fabricarse.

Que no se nos endilgue más a los colombianos que somos responsables del calentamiento global. Porque aportamos menos del 0,8 por ciento de los gases de efecto invernadero del mundo y el 60 por ciento de ese aporte no proviene de la quema de combustibles fósiles sino de actividades rurales como la deforestación.

Que el mundo desarrollado asuma la responsabilidad que le corresponde.

Sobre las tropas de Estados Unidos en Colombia

El 10 de junio de 2020, en debate en la plenaria del Senado, junto con Gustavo Petro, Iván Cepeda, Wilson Arias, Antonio Sanguino y José Aulo Polo, rechazamos que Iván Duque hubiera autorizado la operación en Colombia de tropas del Comando Sur de los Estados Unidos, la fuerza armada que defiende los intereses norteamericanos en las Antillas y el Centro y Sur de América. Y rechazamos que esas tropas pudieran usar el territorio nacional contra Venezuela (Ver enlace).

Fueron dos los principales argumentos que dimos. El de la total inconveniencia. Porque esas tropas violaban la soberanía de Colombia y nuestro derecho a autodeterminarnos y porque por principio rechazamos que extranjeros pudieran agredir desde nuestro territorio a Venezuela o a cualquier país, violencia que además podía incendiar a Colombia. Y por la abierta ilegalidad de la decisión de Duque. Porque ningún artículo de la Constitución nacional permite que operen en el país tropas extranjeras y porque el 173 solo acepta su “tránsito” por el territorio nacional –pero sin operar militarmente–, y solo luego de que el gobierno le hubiera pedido autorización al senado y que este se la hubiera otorgado, permiso que Duque nunca tramitó.

 

De otra parte, el 11 de agosto de 2009, junto con los senadores Gloría Inés Ramírez y Gustavo Petro, en debate en la plenaria del senado, rechazamos la decisión de Álvaro Uribe de autorizar la construcción de siete bases de guerra de Estados Unidos en Colombia, capaces de atacar, con poderosos aviones, a todos los países del continente. Las razones de ese repudio, que contó con un gran respaldo nacional, fueron las mismas esgrimidas contra la intentona de Iván Duque (Ver enlace).

Esta controversia concluyó cuando la Corte Constitucional nos dio la razón al declarar inconstitucional la autorización de Álvaro Uribe. Señaló que bases militares extranjeras solo podían construirse en Colombia con la previa aprobación de una ley –y no por una simple decisión presidencial– y después que esa ley hubiera sido revisada y aprobada por la Corte Constitucional.

Pero a pesar de estas historias, Gustavo Petro acaba de comprometerse con Laura Richardson, comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, a autorizar que operen en la Amazonia colombiana helicópteros militares norteamericanos, violando la soberanía y la Constitución de Colombia, despropósito que Petro presentó envuelto en demagógico y pueril ambientalismo (Ver enlace).

Noticia relacionada: Helicópteros Black Hawk donados por EE.UU. a Colombia serán: “Guardianes del ambiente”

Para completar la posición inaceptable de Gustavo Petro en asuntos de guerra y soberanía, el 10 de septiembre vinieron al fuerte de Tolemaida militares de la OTAN –la Organización del Tratado del Atlántico Norte–, aparato construido por Estados Unidos para promover, mediante la fuerza, sus intereses en Europa y el resto de mundo (Ver enlace). Respaldó así el presidente Petro la muy equivocada decisión de Iván Duque de poner el ejército de Colombia al servicio de una fuerza armada que actúa en representación de intereses extranjeros.

Empeorando su gran error, Gustavo Petro se hizo elegir por los colombianos en nombre de un cambio democrático –que en este caso equivale al peor de los continuismos–, sin que le anunciara al país que tomaría estas decisiones.

Y las mantuvo ocultas porque, de haberlas anunciado en su campaña, seguramente no habría sido presidente de la República. Porque en Colombia cae muy mal que se viole la soberanía y porque, con sano nacionalismo, cada vez se entiende más que las necesarias relaciones internacionales no deben ser entre países ganadores y perdedores.

Roban computadores del partido Dignidad

Foto: Cortesía

El senador del Partido Dignidad, Jorge Robledo, denunció en sus redes sociales, el robo en la sede de su movimiento político de tres computadores en la noche del sábado 28 de mayo en Bogotá.

 

“Un habitante de calle, aprovechándose de la debilidad de la seguridad de la sede se robó un par de computadores. Todo indica que las cosas no van más allá de eso”.

El congresista indicó que la Policía, la Fiscalía y la Alcaldía de Bogotá al frente de las investigaciones para dar con el paradero del responsable de este hecho. Robledo confirmó que está verificado que el robo lo protagonizó un habitante de calle.

El director de la Policía Metropolitana, Eliecer Camacho confirmó que el hurto se dio, luego de que el responsable del hecho rompió una de las ventanas de la sede política para ingresar a las oficinas y sacar los aparatos.

“Al momento no tenemos información de que este delito afecte el proceso electoral que estamos celebrando en la ciudad de Bogotá”, dijo el uniformado.

«Si Alejandro Gaviria gana, yo no le haré la campaña»: Robledo

La centro esperanza que se pensaba como la coalición que iba a derrotar la polarización en el país, parace está más rota que nunca, luego que el precandidato Jorge Enrique Robledo hiciera pública sus diferencias con su contendor, Alejandro Gaviria.

A través de un space de Twitter, Robledo insistió que Alejandro Gaviria rompió los acuerdos de la Coalición Centro Esperanza, al adelantar acercamiento con sectore políticos cercanos o que han apoyado al gestión del Presidente Duque.

 

«Si Alejandro Gaviria gana, yo no le haré la campaña», dijo Robledo en el spacio virtual de la mencionada red social.

Hasta el momento, los demás candidato de la Coalición Centro Esperanza no se han pronunciado y no está claro si el ramillete llegará completo a la consulta del próximo 13 de marzo. Lo que sí es un hecho es que de ganar Gaviria, no contaría con el respaldo de Robledo y posiblemente de Carlos Amaya que también fue avalado por Diginidad, partido del veterano senador.

La incomodidad de Robledo por los apoyos de Alejandro Gaviria

El senador Jorge Robledo manifestó la incomodidad que le está generando la llegada a la Coalición de Centro Esperanza de personajes de la vida política a las que el cómo congresista se ha opuesto como sus colegas, Rodrigo Lara Restrepo, Germán Varón Cotrino y de algunos liberales que han decidido apoyar la precandidatura del exministro Alejandro Gaviria.

“Alejandro Gaviria también violó el acuerdo de la Coalición al aceptar el respaldo de conocidos dirigentes del Partido Liberal y Cambio Radical que los otros precandidatos nunca habríamos aceptado y que motivó nuestro público y enfático rechazo a su conducta”, Dice Robledo en su comunicado.

 

Añadió además el exministro de Salud “confunde a la ciudadanía– al reunirse con César Gaviria Trujillo y Germán Vargas Lleras. Y en un inaceptable todo vale en política con tal de ganar, insiste en declarar que él no se imagina competir en la consulta ni gobernar a Colombia sin el respaldo de jefes políticos como esos”.

El congresista de izquierda señala a Gaviria de violar los acuerdos y destruir la confianza que le brindaron los demás miembros de la Coalición de Centro Esperanza, dando la razón a la candidata Ingrid Betancourt quien reclamó al exministro por las mismas razones, lo que produjo su salida de este grupo.