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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: José Antonio Ocampo

Terminar los días sin IVA puede ser un enorme error económico y social: Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco

Ante la afirmación de minhacienda designado José Antonio Ocampo de que en el gobierno de Gustavo Petro no habrá más días sin IVA, ni siquiera el último programado para el mes de diciembre de 2022, generó gran preocupación y alarma en el gremio de los comerciantes que piden dialogar y concertar un acuerdo.

El presidente de Fenalco Jaime Alberto Cabal dice: “Creemos que la iniciativa de terminar los días sin IVA pueden ser un enorme error económico y social, por eso estamos invitando al nuevo ministro de hacienda designado al doctor Antonio Ocampo, al presidente a su equipo, a que nos sentemos a dialogar con argumentos con cifras, a mirar los beneficios que ha traído no solamente para el comercio sino para todos los colombianos de todos los estratos que han podido comprar el día sin IVA”

 

“Los beneficios que ha traído para la producción nacional, los beneficios que ha traído para el crecimiento económico, por esa razón, invitamos a este diálogo antes de tomar una decisión, unilateral para concertarla con el gremio, creemos que los días sin IVA inclusive, pueden ser susceptibles de ajuste, incorporar categorías y productos que contengan más producción nacional”, enfatizó Cabal.

De acuerdo con las cifras, solo en la primera jornada del día sin IVA de 2022, la DIAN reportó un total de ventas por 9,1 billones de pesos, en transacciones una cifra cercana a un punto del Producto Interno Bruto (PIB).

También se realizaron 6.858.695 facturas, por lo que se superaron las expectativas anunciadas por los comerciantes agremiados en Fenalco, que previamente habían estimado ventas por 8 billones de pesos.

A continuación pueden ver las declaraciones del presidente de Fenalco.

El presidente Petro, la profesora Mazzucato, el ministro Ocampo y el libro de Fescol

El nuevo ministro de hacienda de Colombia será José Antonio Ocampo. En un reciente artículo publicado en el periódico El Espectador, y alineado con la propuesta económica del Presidente Petro, mostró los grandes desafíos macroeconómicos que tiene el país, y la urgencia de impulsar un proceso de desarrollo productivo sostenible.

Una política de reestructuración productiva es la mejor política macroeconómica

 

De acuerdo a la calidad de las políticas, hay problemas cuyas soluciones pueden arrojar resultados en un período de tiempo relativamente corto: déficit fiscal, inflación, mayor recaudo tributario,…… Pero, otros temas  igualmente importantes también deben atenderse y sus efectos serán a más tiempo y redundarán en un mejor desempeño macroeconómico. Sin embargo, ante políticas correctas los impactos positivos comienzan a sentirse muy pronto  pues aluden a acciones que dinamizan cambios estructurales: nuevas actividades y sectores productivos,  investigación desarrollo innovación (I+D+i) como cultura en las empresas y universidades, formación de recursos humanos, estrategia de nuevas exportaciones, creación de una nueva generación de empresas innovadoras a la vez que se sostiene la competencia y se profundiza el apoyo a empresas innovadoras existentes, fortalecimiento de los bancos de desarrollo, los bancos privados apoyando empresas innovadoras promisorias, fortalecer el capital de riesgo, y una política de desarrollo regional diferenciada para impulsar el desarrollo endógeno en los territorios, donde la cultura es un factor que explica la senda, especificidad y velocidad de los procesos de cambio estructural, facilitando el aprendizaje, el cambio tecnológico y el desarrollo institucional.

Ideas para mejorar el sistema productivo y de innovación de Colombia están escritas en miles de páginas, y no cabe una recomendación más porque hay tantas como tantas no se han implementado.

El asunto de fondo es el marco teórico que se adopte como base del modelo de crecimiento. Una cosa es intentar cambios en el sistema productivo con un ortodoxo marco neoliberal del siglo pasado, y otra es adoptar una perspectiva heterodoxa de la economía de la innovación en el siglo XXI, con la cual tardías economías emergentes, como Colombia, pueden construir una senda correcta de progreso y bienestar.

En Colombia, los agentes económicos más poderosos consolidaron sus negocios en el contexto de una economía abierta hace 31 años. Sin embargo, ese modelo deliberadamente redujo la producción de productos agrícolas e industriales, por eso nunca desarrolló suficientemente la investigación, la innovación y el conocimiento. Existe una correlación negativa entre baja inversión en I+D+i, baja productividad, precaria competitividad, exportaciones primarias sin valor añadido, y estímulos tributarios ociosos sin retorno a la economía y al estado. Todo esto suma billones de dólares perdidos en las últimas tres décadas.

Cuando el presidente Petro diseñe la política de reestructuración  productiva, encontrará una fuerte resistencia de los comerciantes que protestarán para que no les cierren las importaciones agrícolas e industriales y harán cabildeo para que Colombia no desarrolle nuevas industrias y servicios. Son importadores de productos que antes producía el país, o que ahora o a futuro podría producir. Se resistirán a la transición e inventarán mentiras como aquella de que el consumidor final será el gran afectado porque los insumos y los productos finales si se producen en el país serán más caros, alimentando la inflación. Con esa falacia César Gaviria desindustrializó a Colombia e inmovilizó la transformación productiva y el desarrollo de capacidades propias de innovación que hubiera permitido  desarrollar nuevos sectores con productos novedosos internacionalmente competitivos. Treinta años de destrucción no creativa determinan rezago y tiempo perdido que demandará mucho tiempo y trabajo para corregir el camino.

Colombia dejó de producir productos agrícolas e industriales, bloqueando la producción de bienes de capital y de tecnologías para distintas cadenas productivas, el surgimiento de servicios de alta complejidad derivados de cadenas industriales avanzadas cuyos productos son los más dinámicos en el comercio mundial. Los equipos que se producen en Colombia, por ejemplo, en la producción de café, son rezagados, parecen juguetes de museo ¿De que sirve la Federación de cafeteros?

La agonía del petróleo y el carbón

Estos sectores tuvieron más de cuarenta años para hacer algo innovador. Sin embargo, de manera absurda se insiste en alargar más allá de un tiempo razonable la producción de petróleo y carbón, cuando la matriz energética en el mundo está cambiando a toda velocidad. Noruega es un país que exporta más de 100 mil millones de dólares en petróleo y en tecnología del sector, por eso tiene más capacidades de destrucción creativa (nuevas innovaciones que superan viejas innovaciones en el mismo sector) por eso el 70% de vehículos que circulan en ese país, son eléctricos.

Defender a Ecopetrol para que continúe haciendo lo que siempre ha hecho, es inaceptable, pues si bien debe seguir sacando petróleo, terminar los contratos de exploración en ejecución y firmar nuevos contratos para encontrar gas, al mismo tiempo debe reconvertirse y abrir nuevas líneas de producción y de investigación, como el hidrógeno verde. Colombia no puede hacer con las energías alternativas lo que hizo con el petróleo y el carbón, perforar, escavar y extraer, y no desarrollar tecnología y nuevas industrias.

Si Colombia hace un cambio de la matriz energética importando tecnología, y no desarrolla industrias nacionales y atrae empresas extranjeras que produzcan y hagan I+D+i en el país, se perderá otra oportunidad de transformación, de aumentar la productividad y las oportunidades para técnicos, profesionales, investigadores y emprendedores.

El presidente Petro propone fortalecer la investigación en el Instituto Nacional del Petróleo y crear un Centro de investigaciones en tecnologías verdes. Excelente. Sería el complemento para crear industrias de energías alternativas como parte de la política de reestructuración productiva que debe sustituir la mala política de desarrollo productivo que deja Duque.

Discusión entre ortodoxos y heterodoxos

Los primeros dirán que importar sale más barato y beneficia a los compradores, lo cual es un mal argumento, pensar a corto plazo y mantener una economía basada en actividades con rendimientos decrecientes, baja productividad y donde las empresas no tienen estímulos para innovar.

Y los segundos dirán que a través de una alianza entre el estado y las empresas se puede iniciar una ruta de desarrollo a largo plazo con actividades de alta tecnología que determinan rendimientos crecientes producto de una heterodoxa política de reestructuración productiva y de innovación.

En la ortodoxia, los ecosistemas de competitividad y de innovación poco evolucionan pues no están dirigidos a impulsar procesos de transformación sustentados en la selección estratégica de sectores porque se limitaron a fomentar el comercio internacional sin política de cambio estructural, por eso las políticas de competitividad han sido horizontales puesto que en ella todos los sectores son iguales: es lo mismo producir aguacate que aviones, o café que medicamentos, lo cual es irracional por eso los resultados han sido precarios y por ello el narcotráfico, la informalidad, la inequidad y la pobreza ganaron espacio. De esta manera  el aprendizaje, el conocimiento, la creatividad y el cambio tecnológico, no han estado en el frente de las políticas.

Con la heterodoxia (Mazzucato, Ocampo y otros), la conformación de ecosistemas productivos innovadores es una condición que responde al fluir permanente de las relaciones positivas entre estado y empresa que conducen a procesos de destrucción creativa los cuales se basan en I+D+i, propiedad intelectual y competencia en torno a una nueva generación de empresas y nuevas innovaciones generando sistemas virtuosos de producción, innovación, empleo y crecimiento.

En petróleo y carbón Colombia no hizo desarrollos tecnológicos transcendentes, por eso procesos de destrucción creativa no pueden emerger en Colombia dado que las innovaciones se hacen en otros países.

El negocio de la dependencia tecnológica en salud

La dependencia es destructiva porque entierran las posibilidades de transformar positivamente la especialización. Colombia hizo una apertura de la economía sin política industrial razón por la cual  es débil la articulación entre el estado, las empresas, el conocimiento, la innovación y el emprendimiento.

Esto ha sucedido en el sector de salud donde las actividades de industrias relacionadas son muy escasas. Con el covid19 se constataron dos cosas: una, que Colombia no producía ni tapabocas; dos, que el sistema de innovación poco funciona entre las universidades, las empresas y el estado, tanto, que hasta ahora no ha sido posible destrabar el desarrollo de innovaciones que emanaron a comienzos de la pandemia por iniciativa del recién creado Minciencias. La innovación no ha podido convertirse en soluciones ni en nuevas actividades productivas que dinamizaran la reestructuración productiva y la innovación. Los importadores y contrabandistas tienen más poder que los investigadores, innovadores y emprendedores. Además, el gobierno nacional torpedeó las innovaciones via Invima, los Ministerios de Salud y de Comercio e Industria, y la falta de conocimientos y liderazgo de Duque, por eso los empresarios se retiraron muy pronto de los proyectos y la mayoría de investigadores se quedaron contemplando los prototipos. En estas condiciones no pueden surgir industrias de salud que demandan productos de industrias y empresas de materiales, electrónica, software, industrias 4.0, y de otras más.

Schumpeter no aplica en Colombia. Tal vez Mariana Mazzucato podría sembrar algo. Si el presidente Petro trae a esta afamada economista, junto a Ocampo y otros expertos, podrían hacer el imilagro. Lo principal es que la política tributaria converse con la de reestructuración productiva y de innovación. De lo contrario ambas quedarán con un canal roto y volveremos al círculo perverso  de otra reforma tributaria en poco tiempo. Pero la política clave es la de reestructuración productiva. Lo que no haga la producción no puede a hacerlo la política macroeconómica.

Un reciente libro de la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia FESCOL, políticas de desarrollo productivo: una agenda para el futuro, del cual soy uno de los autores, constituye una base sólida para el diseño de una política de reestructuración productiva. Es un esfuerzo fresco y a partir de ahí se podría elaborar la arquitectura, el derrotero y los principales contenidos de la política de reestructuración productiva sostenible. Esa elaboración serviría para orientar el diseño de la política y la concertación entre actores, incluidos los incentivos a la producción, nuevas exportaciones y nuevas líneas de conocimiento,  investigación, innovación y empleo. Aumentarán los ingresos tributarios y el estado podrá asumir otros compromisos que no sean para más guerra.

José Antonio Ocampo, el hombre que tranquiliza a los mercados será el minhacienda de Petro

El presidente electo Gustavo Petro contará dentro de su gabinete con el exministro José Antonio Ocampo, quien en esta ocasión será su ministro de Hacienda.

Graduado de la Universidad de Notre Dame, en Indiana, y con un doctorado en la Universidad de Yale. Profesor de la Universidad de Columbia y es coautor de libros con el premio Nobel José Stiglitz.

 

Fue ministro de Agricultura en 1993 en el gobierno del expresidente Cesar Gaviria. Más adelante estuvo al frente de la Dirección Nacional de Planeación en 1994 con Ernesto Samper como presidente de la república y en 1996 fue nombrado ministro de Hacienda.

Renunció al Ministerio de Hacienda en el gobierno Samper para asumir como Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL.

En agosto de 2003 fue designado por el Secretario General de la ONU Kofi Annan como Secretario General Adjunto para Asuntos Económicos y Sociales, convirtiéndose en el colombiano con la más alta posición en la historia de las Naciones Unidas. Ocupó este cargo hasta mediados de 2007. Más tarde se vinculó como profesor del School of International and Public Affairs de la Universidad de Columbia.

José Antonio Ocampo integra actualmente el equipo de empalme del presidente electo Gustavo Petro.

Petro confiesa a quién le gustaría tener como ministro de Hacienda

El candidato presidencial Gustavo Petro dio luces este viernes sobre el equipo económico que le gustaría constituir para que lo acompañen en un eventual gobierno suyo, si gana las elecciones en primera vuelta este domingo 29 de mayo, o el próximo 19 de junio en segunda vuelta.

Durante una entrevista con la emisora W Radio el candidato del Pacto Histórico dejó claro que le gustaría tener al exministro José Antonio Ocampo en su equipo económico.

 

«El ministro de Hacienda (que nombraría) no hace parte de la campaña (…) me gustaría tener un equipo económico dirigido por José Antonio Ocampo», dijo Gustavo Petro.

Cabe señalar que, tal como lo indica el candidato Petro, actualmente Ocampo no hace parte de su campaña ya que ha acompañado en los temas económicos en la contienda a Sergio Fajardo, candidato de la Coalición Centro Esperanza.

¿Quién es José Antonio Ocampo?

José Antonio Ocampo nació en la ciudad de Cali, Colombia, el 20 de diciembre de 1952. Realizó sus estudios de economía y sociología en la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos, de donde se graduó en mayo de 1972. Obtuvo su doctorado en economía de la Universidad de Yale en diciembre de 1976, y fue distinguido con el Premio Nacional de Ciencias «Alejandro Angel Escobar», Colombia, 1988.

Hasta mediados de 2007 fue Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales. Desde ese cargo dirigió el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (DESA), ubicado en la sede del organismo mundial en Nueva York y presidió el Comité Ejecutivo de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU. Con este nombramiento realizado por Kofi Annan, ex Secretario General de la ONU, se convirtió en el colombiano que ha ocupado la más alta posición en la historia de las Naciones Unidas.

Antes de asumir estas funciones, fue Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe desde enero de 1998 hasta agosto de 2003 y se desempeñó en varios cargos en el Gobierno de su país, incluyendo los de Ministro de Hacienda y Crédito Público, Director del Departamento Nacional de Planeación y Ministro de Agricultura. Como académico, ha sido Director de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo), Profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes (Colombia) y de la Universidad Nacional de Colombia, y Profesor visitante de las Universidades de Cambridge, Yale y Oxford. Es autor de múltiples libros y artículos sobre teoría y política macroeconómica, desarrollo económico, comercio internacional e historia económica.