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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: La opinión de León

¿El periodismo, poder o contrapoder?

Durante el Siglo XX el periodismo se catapultó como un agente activo en las transformaciones políticas, sociales y económicas. Los mass media son considerados el cuarto poder con su omnímoda influencia, presente en el destino de los pueblos mediante su vínculo estrecho con los gobiernos. No obstante, valdría la pena analizar si el periodismo es realmente un poder, o si se trata por el contrario de un contrapoder como ampulosamente lo predican los gurúes del periodismo contemporáneo, cuyas expresiones son verdad sabida y buena fe guardada en facultades de comunicación social y en redes sociales.

Para el filósofo francés Louis Althusser (1918-1990) seguidor de la tesis del poder hegemónico del periodista italiano Antonio Gramsci (1891-1937), el periodismo y en general los medios de comunicación eran instrumentos ideológicos del estado por medio de los cuales se podría direccionar la opinión ciudadana y la voluntad popular en favor de quien ostentaba el poder o de quien pretendía hacerse del mismo. Verbo y gracia, el alemán Joseph Goebbles (1897-1945) ministro para la Ilustración Pública y Propaganda durante el Tercer Reich, maestro siniestro en crear falsas noticias para azuzar el terror y lograr el fervor popular de sus conciudadanos durante la Segunda Guerra Mundial.

El sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) definió el poder como “Cualquiera oportunidad en una relación social para imponer la voluntad de uno frente a la resistencia de otros, independientemente de qué dé origen a esa oportunidad”; en ese orden de ideas, a la tridivisión tradicional de las ramas del poder público se le podría agregar el poder de los medios periodísticos como instrumentos de control social y debilitamiento de las masas. Razón que sirve para justificar el hecho, que grupos de interés económico y tecnológico se preocupen por adquirir conglomerados de medios, y a su vez, éstos se ocupan en contribuir a mantener, o a buscar el poder político, según el caso.

Afirmar que el periodismo no es un poder sino un contrapoder, sería asignarle erróneamente un rol que no le corresponde, en desmedro de la imparcialidad y objetivad que se le exige a la labor periodística. El periodismo no puede ser concebido para controlar el poder, ni para ponerle cortapisas al poder; se correría el riesgo de terminar por ser lo que tanto se pretende contrarrestar: Un instrumento de poder. Informar debería ser una actividad libre, independiente, objetiva e imparcial. Cuando el periodismo se ejerce con fines de control político inmediatamente pierde la objetividad e independencia y se parcializa; deja de informar lo que es, para informar lo que considera que debería ser.

La razón de ser del periodismo es la de informar con imparcialidad, no con agenda justiciera, característica ésta que en el presente se ha vuelto permanente en la labor periodística. Los jueces han sido desplazados por medios de comunicación que en sus micrófonos, impresos y portales digitales actúan como fiscales, jueces y censores de la moral pública y privada, a tal punto que los jueces dejaron de pronunciarse en sentencias para informar el sentido de un fallo en una rueda o en un comunicado de prensa sin aún haber redactado y menos notificado la respectiva sentencia. Pareciera que los jueces aspiraran a ser periodistas y éstos, aquellos.

Ha caído en tal marasmo el ejercicio periodístico que los periodistas sustituyeron la objetividad e independencia por odios y amores. Qué mediocre favor le hacen al periodismo los comunicadores que de cien columnas periodística dedican ciento una a sentenciar a quien los jueces no han logrado condenar, o a absolver a quienes los jueces han sentenciado. Honestamente, ¿Se puede ser objetivo, imparcial e independiente cuando se ostenta la condición de periodista, de presidente de medio periodístico y de empresario de medios y se afirma a los cuatro vientos que el periodismo es contrapoder? Bien valdría la pena reformular la pregunta del expresidente colombiano Darío Echandía (1897-1989)

¿El contrapoder para qué?

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Historia oficial del amor

Por: León Sandoval

El título de esta columna corresponde al nombre de un libro editado en marzo de 2016, autoría del escritor Ricardo Silva Romero (Bogotá, 1975). Es la historia de su familia narrada hacia atrás para desenredar la madeja. Una secuencia que inicia el jueves 01 de enero de 2015 hasta el viernes 15 de abril de 1932, para finalizar el viernes 25 de septiembre de 2015. Es la intimidad entre lo real y la ficción, el autor, su esposa, sus padres, abuelos y parentela extensa. Es la crónica de los hechos políticos y de violencia intestina acontecidos en Colombia durante los últimos ochenta años, cosida con hebras del más fino hilo del amor. Es un cruce en el camino de personajes tan humanos y tan colombianos para quienes el amor consciente o inconsciente lo es todo. Historia oficial del amor es una oda al amor. Como se lee a lo largo de la obra “Nunca en la historia del mundo un padre quiso tanto a una hija”, pero también nunca en la historia del mundo, una hija quiso tanto a un padre, un esposo a una esposa y un amigo a otro amigo.

El escritor destaca personas anónimas para la masa, seres humanos notables que dejaron un legado esencial para para quienes los conocieron; al morir se continúa vivo en la memoria de quienes conservan el recuerdo. La vida después de la muerte se proyecta en el recuerdo del otro. La obra es un relato sutil y homenaje sincero a Marcela Romero de Silva, abogada defensora de causas justas, conciencia jurídica del presidente Virgilio Barco; mujer que, con su condición humana y profesional contribuyó con la elaboración de normas que permitieron acciones gubernamentales en esa difícil crisis de los años Ochentas y Noventas del siglo pasado.

Destaca también el padre del autor, profesor y rector universitario, Eduardo Silva Sánchez; educador que consagró su vida desde la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito en la formación de tantos ciudadanos. Físico y humanista que a través de sus artes exotéricas y esotéricas predice parte de ese futuro contado hacía atrás.

La figura de su tío materno Alfonso Romero Buj, abogado laboralista, defensor de derechos humanos y militante del Partido Comunista; asesinado en pleno centro de Bogotá luego de haber renunciado a su activismo político por sus antiguos camaradas, disidentes del comando subversivo Pedro León Arboleda, según algunos estudiosos, germen del Ejército Popular de Liberación.

El abuelo materno es la arteria de la obra, pareciera que con él todo inició. El gran caribeño Alfonso Romero Aguirre, el liberal radical “(…) nítido en lo público pero oscuro en lo privado”, autor de la Historia del Partido Liberal. Ocupó casi todos los cargos públicos de elección popular de su época, sólo le hizo falta la presidencia de la República, y no la logró por su condición de hombre radical. Ajeno a las gabelas del poder, su férrea oposición al Frente Nacional, su admiración por el General Gustavo Rojas Pinilla y su frontal enfrentamiento con la élite liberal del centro del País, cooptada, entre otros, por el presidente de la época, Carlos Lleras Restrepo.

Finalmente, emerge el amor infinito, el silencioso abuelo paterno Antonio Silva Hernández, el linotipista del Diario El Tiempo. Un hombre bueno, decente y laborioso como pocos; víctima del plomo en el intento de vencer al linotipo, como relata el autor.

Historia oficial del amor, es el amor en potencia, es el amor en familia, el amor que se cuece en los peroles de la sangre y los afectos. El amor doloroso, el amor sanador y salvador. Bien vale la pena leer la obra de Ricardo Silva Romero. Gracias por estas líneas “Todo hombre debe haberse divorciado una vez antes de casarse de verdad”. Cada quien tiene derecho a tener su historia oficial del amor.

Decálogo de cultura política

León Sandoval

Deseo abordar una serie de ideas que, a título de decálogo de cultura política, aquí se burilan y probablemente no tienen autor en particular, o bien pudieran ser atribuidas a Kant, a Habermas o a cualesquier de los múltiples pensadores que han llenado de luces la historia de la humanidad. Este Decálogo es el resultado del ejercicio personal de compilación de las lecciones recibidas de boca del maestro Guillermo Hoyos Vásquez (1935-2013) en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, en parte, rendirle un pequeño homenaje a uno de los más grandes pensadores sociales latinoamericanos.

Para una mayor y mejor participación ciudadana en política este Decálogo de Cultura Política podría ser un pretexto para discutir sobre los principios capitales que más allá del mármol, merecerían ser grabadas en el ADN de los ciudadanos, no se trata de un ejercicio retórico, es la necesidad de la Ética en nuestra cultura política, en últimas, lo importante no es el mensajero sino el mensaje.

1.No todo se vale, el actuar humano requiere límites establecidos desde la ética. El fin no puede justificar los medios en política. 2. La vida no es un objeto más, es el principio que merece mayor atención y respeto en toda sociedad, nunca el acceso al poder debe vulnerarla. 3.Comprensión de la posición del otro, en los diálogos políticos se ejercita la habilidad para entrar en la dimensión del contradictor, bajo el entendido que las ideas no se combaten, se controvierten. Con el único que se debe ser intolerante es con el intolerante como lo mencionara Voltaire en su famoso Ensayo sobre la tolerancia. 4. La vida humana no debe instrumentalizarse, no propalar la idea que los semejantes son instrumentos para lograr fines y que el valor de la vida humana depende de su utilidad. Todo ser humano por el hecho de serlo tiene una connotación de sujeto moral. 5. Quien pretende jugar a Dios se excluye asimismo de la comunidad moral, los políticos no deben asumir el rol de dioses creadores, deben reconocer que su poder les viene de abajo. Nadie puede arrogarse ser divinidad.

6.Autocomprensión ética de la especie, todo acto debe estar enmarcado dentro de una reflexión ética sobre las consecuencias que genera. 7. Ser moral es un valor, la moral señala valores que deben ser conservados como la vida, la libertad, la propiedad privada, la familia. El ser humano es ser moral homo eticus antes que homo economicus. 8. La naturaleza humana no debe ser un objeto manipulable por la ciencia, el ser humano no es un sujeto para experimentos en tiempos de inteligencia artificial, ni ésta puede ser un medio para lograr votos que conduzcan al poder. La política y la ciencia deben estar al servicio de la sociedad. 9. La libertad es un presupuesto del quehacer político, si el ciudadano no es libre no puede tener responsabilidad moral alguna sobre el resultado de su voto. Sólo se puede exigir responsabilidad de quien es libre para decidir. La moral es la ratio cognoscendi de la libertad. 10. Confianza, la confianza sólo se construye entre quienes a partir de la ética se responsabilizan de sus actos y están dispuestos a rendir las cuentas a los ciudadanos. En suma, el voto como ejercicio político debe ser el más preclaro sinónimo de confianza ciudadana. No puede haber puntos intermedios en la responsabilidad del Gobernante. En últimas es un asunto de carácter, y el carácter se tiene o no se tiene. No hay punto intermedio.

Respeto a la autoridad

Por: León Sandoval

Las sociedades postmodernas son más complejas que las sociedades previas, su complejidad radica en aspectos geográficos, demográficos, desarrollo humano, crecimiento económico, justicia, acceso a necesidades insatisfechas, el inagotable catálogo de derechos humanos, la proliferación de manifestaciones individuales y socioculturales, y el exceso de democracia en un espíritu globalizador. La gobernanza cada vez se torna más difícil pese a que la inteligencia artificial se vislumbra como el elemento que permitirá un mayor control sobre la ciudadanía, para unos, y para otros, una forma de dominación despreciable. La escena social actual denota la crisis de autoridad que se vive en las calles de las ciudades, matizada por el derrumbamiento de valores, principios y tradiciones patrióticas al interior de la familia, de los planteles educativos y de las instituciones públicas y privadas; a penas natural de la era de Acuario, dirán algunos.

Se podría analizar la crisis de autoridad desde las teorías contractualistas del Estado, a partir de la obra del inglés Thomas Hobbes (1588-1679), que se erigen como una explicación a la organización social. El contractualismo parte del estado de naturaleza del individuo dominado por las pasiones, el egoísmo, la precariedad y la violencia, que requiere mediante la suscripción de un contrato social de un agente superior que administre el poder de los individuos en aras de mantener el orden y la paz en un marco de convivencia y armonía social. Ese acuerdo entre individuos y Monarca, luego sería sustituido por los ciudadanos y el Estado. El absolutismo contractualista de Hobbes sería superado por pensadores como el liberal inglés John Locke (1632-1704), el soberanista ginebrino Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), los estadounidenses John Rawls (1921-2002) y la teoría de la justicia, Robert Nozick (1938-2002) y el estado mínimo, y James M. Buchanan (1919-2013) con la teoría de la elección pública.

Las teorías contractualistas tienen un sentido lógico: El individuo debe ceder parte de sus libertades para que un ente superior las administre; bajo esta premisa se configura el ideal del Estado de derecho acompañado por el modelo democrático liberal. El contrato social que da origen al Estado permite el desarrollo de sociedades e implica per se el reconocimiento por parte de éstas de la autoridad en cabeza del Estado y sus agentes. Los ciudadanos en virtud de ese pacto social contraen la obligación de acatar la autoridad que la misma ciudadanía delegó en los gobernantes. Autoridad que se respalda y encuentra también sus límites en la Constitución Política y en la ley.

El ausencia de cultura ciudadana constituye una evidencia más del desconocimiento por parte de los ciudadanos de sus deberes surgidos de ese contrato social, y a su vez, consciente acto de desprecio hacia la autoridad y a sus conciudadanos en franca anarquía. Es habitual ver ciudadanos que golpean y retienen a servidores públicos, que intentan por medio del deber funcional hacer cumplir el mandato legal. Anochece para que las autoridades empleen los medios del poder de policía que las leyes le confieren. El uso de la fuerza es una potestad exclusiva del Estado. Los ciudadanos carecen de fuerza legítima, cuando pretenden ejercerla, en su lugar, ejercen violencia.

En las sociedades postmodernas de corte occidental existen más derechos que deberes humanos. Urge que surjan defensores de los deberes humanos. Los defensores de los derechos humanos abundan, aunque pareciera insuficientes, sería bueno equilibrar la balanza, y reconocer que por cada derecho humano hay también uno o más deberes humanos. Lo demás es simple retórica propia de estos tiempos, en los que ser rebelde, revolucionario y contestatario se ve como una virtud y casi una obligación. Resulta importante que padres y maestros encaucen la educación de los más jóvenes sobre las bases del respeto, la disciplina y el orden. El primer paso para una sociedad justa, inclusiva y decente es el respeto a la autoridad.

A propósito de un cuento de Borges

Por: León Sandoval

Utopía de un hombre que está cansado es el título de un cuento escrito por el gran escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), publicado en su obra el Libro de arena de 1975. El relato del cuento se hace en primera persona por el personaje de Eudoro Acevedo que refiere un encuentro fantástico con un hombre del futuro. En ese encuentro Acevedo se entera, que en el mundo del futuro los Gobiernos cayeron poco a poco en desuso, entre otras cosas, porque convocaban a elecciones, declaraban guerras (lo que pareciera por estos días querer rusos, ucranianos y aliados de la OTAN), imponían tributos, expropiaban bienes, establecían privaciones a la libertad personal, censuraban, pero los ciudadanos no respetaban sus dictados. La prensa dejó de prestarles atención, por ende, “Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos”, según la narración, y algunos se dedicaron a la comedia o la curandería con algún éxito. En suma, pareciera que la desobediencia civil no organizada llevó a la desaparición de los gobiernos.

En la versión borgiana del futuro “No hay conmemoraciones ni centenarios ni efigies de hombres muertos. Cada cual debe producir por su cuenta las ciencias y las artes que necesita”. Cada individuo está en la necesidad de ser su propio Bernard Shaw (1856-1950), su propio Jesucristo, y su propio Arquímedes (287 a.C.-212 a.C.). En esa utopía futura, fruto del ingenio del autor, cada individuo deja su estatus ontológico de ser persona para tener sujeto único, elige qué tipo de sujeto quiere tener, cómo lo quiere tener y cómo identifica ese tener. De hecho, no conviene fomentar el género humano, según el hilo de la trama, con engendrar un único hijo basta.

El texto de Borges es premonitorio. La angustia existencial es frecuente entre los humanos de hoy, muchos carecen de definiciones sobre algo y, sobre todo. La sexualidad no importa definirla como género, sino ejercerla. Su ejercicio no implica un rol definido, para qué definirlo cuando lo que importa es disfrutarla. Los humanos actuales son probablemente los más comprometida con el Planeta, pero paradójicamente son los menos comprometidos para con el pasado que no es otra cosa que la memoria que conservamos, y que hace posible el presente. Son humanos que quieren vivir al tope como si su satisfacción personal fuese lo más importante. Disertan mucho sobre el otro y lo colectivo, pero poco o nada hacen para el otro y el colectivo. Entre ellos la individualidad como manifestación del libre desarrollo de la personalidad se ha potencializado pero el compromiso para con el otro ha mermado. No basta con ser único, diferente y original, se requiere tenerlo, hacerlo, expresarlo e imponerlo. Las reglas y los límites no tienen sentido para los humanos de hoy, especialmente para los más jóvenes; la pasión y el deseo personal de tener antes que ser justifican la existencia.

El hombre del futuro borgiano, como los humanos de hoy, no es bueno ni malo, correcto o incorrecto, simplemente es, sucede, acontece, vive y vida. Ser humano hoy pareciera no sustentarse en el ser que ha sido abandonado por el tener. Tener la sexualidad más indefinida, tener la belleza más única, tener la red de amigos más poderosa y tener la mayor cantidad de derechos frente a la inexistente lista, por no escribir nula, de deberes.

Como el personaje de Eudoro Acevedo en el cuento de marras, avergüenza la flaqueza humana. Lo que no se conoce aún: Si la flaqueza moral cada vez más, se acrecentará con cada generación de humanos hasta finalmente, desaparece.

Feódor Dostoievsky, primer bicentenario

Por: León Sandoval

En 2021 se cumplieron doscientos años del natalicio y ciento cuarenta de la muerte del literato ruso Feódor Mijáilovich Dostoievsky, uno de los más grandes escritores de la literatura universal. Dostoiesvsky nació en Moscú el 11 de noviembre de 1821, según calendas gregorianas, y falleció en San Petesburgo el 09 de febrero de 1981; entre su prolija obra literaria destacan títulos de gran calado como, Pobre gente (1846), El doble (1846), La patrona (1847), Stepánchikovo y sus habitantes (1859), Memorias del subsuelo (1864), Crimen y castigo (1866), El jugador (1866), El idiota (1868-1869), El adolescente (1875) y Los hermanos Karamarazov (1879-1880), está última obra fue considerada por psiquiatra austriaco Sigmund Freud (1856-1939) como la más magnífica novela jamás escrita, y favorita de personalidades como el físico alemán Albert Einstein (1879-1955) y la escritora británica Virginia Woolf (1882-1941).

Dostoievsky caracterizó su pluma por la capacidad para trazar el alma humana mediante sus personajes cargados todos de consideraciones psicológicas de una humana imperfección; en donde la persona original es, en la mayoría de los casos, el individuo que se aparta de los demás, como bien lo anota el autor en su prólogo a Los hermanos Karamazov. A propósito del primer bicentenario natal, vale la pena rendir un homenaje, a quien, quizá ha sido una de las mejores plumas de la historia. Que las generaciones del presente vuelvan los ojos sobre otros autores rusos como Puhskin, Gógol, Tolstoi, Pasternak, Chéjov, Gorki, Bely y Bulgákov, que han dado lustre y brillo a las letras.

En la monumental novela Los hermanos Karamazov, Dostoievsky, mas allá del parricidio, devela la insatisfacción de una familia poco funcional, liderada por un padre déspota, truhan y vividor junto a tres hijos legítimos y un cuarto no reconocido, cada uno con sus propios dilemas, preocupaciones y rencillas personales. En el Libro Sexto se aprecia la biografía del maestro Zosimo, un starets en un monasterio ortodoxo al cual asiste Alexey Feodorovitch Karamazov; en ese texto se lee la pregunta ¿Podemos ser jueces de nuestros propios semejantes?, pregunta que toma mucho valor viniendo de la tinta de Dostoievsky, como quiera, que por subversivo fue condenado a la pena de fusilamiento por el Zar Nicolas I, y una vez frente al pelotón, le fue conmutado el suplicio capital por trabajos forzados en Siberia, posteriormente, redimido a la muerte del Zar, por su sucesor Alejandro II. Dostoievsky fue un hombre acechado a lo largo de su existencia por esa rueda de fortuna e infortunio, epiléptico y ludópata, con un rasgo de profunda humanidad y compasión, probablemente un incomprendido más de su época.

En tiempos actuales, juzgar al semejante desde los ojos de la superioridad moral es práctica frecuente, donde se es juez demoledor del otro, pero no se puede ser juez de sí mismo y menos aceptar a otro como juez, la respuesta a ¿Podemos ser jueces de nuestros propios semejantes? constituye bálsamo para el alma y confianza en la humanidad: “Recuerda que no puedes ser juez de nadie. Antes de juzgar a un criminal, el Juez debe saber que él mismo es tan criminal como el acusado, y quizá más culpable que nadie de su crimen. Cuando lo haya comprendido podrá ser Juez. Por absurdo que esto parezca, es la verdad. Si yo mismo fuese un justo, no habría criminales que se mantuviesen ante mí. Si puedes cargarte del crimen del acusado que juzgas en tu corazón, hazlo inmediatamente y sufre por él; en cuanto al criminal, déjale ir sin reproches. Y aunque la ley te haya instituido juez suyo, en todo lo que te sea posible, haz justicia con este espíritu; pues una vez que se haya marchado se condenará aún más severamente que tu tribunal. Si se aleja insensible a tus buenos tratos, no te impresiones; es que aún no ha llegado su hora, pero llegará, y en caso contrario, otro en su lugar comprenderá, sufrirá y se acusará a sí mismo, y la verdad se verá cumplida. Cree firmemente en eso, sobre ello reposan la esperanza y la fe de los santos”. La semilla debe morir para que dé fruto, Juan 12:24 ¡Viva Dostoievsky por siempre

Sonido de libertad

Sonido de Libertad es el título de una película producida por el mexicano Eduardo Verástegui (1974), coproducida por el estadounidense Mel Gibson (1956) protagonizada por Jim Caviezel (1968) mejor conocido por protagonizar también La Pasión de Cristo, y la joven colombiana Cristal Aparicio (2006), que fue filmada hace más de cinco años en locaciones de Estados Unidos, México y Colombia, y debido al tema tan polémico que aborda,  la trata de niños y niñas con fines sexuales, tuvo muchos obstáculos para llegar a las pantallas de cine y plataformas digítales, hasta que finalmente pudo ser estrenada recientemente a nivel mundial y esta semana en Colombia.

La película aborda de manera cruda y directa la problemática que gira en torno de la pederastia, cómo niños, niñas y adolescentes centroamericanos y en general latinoamericanos son utilizados como moneda de cambio y destinados a servicios sexuales por plataformas digitales, en situaciones directas que involucran a todo tipo de pederastas desde grandes empresarios, turistas, organizaciones criminales e incluso grupos armados al margen de la ley.

La película hace un recorrido denunciando como en Centro América son raptados niños, niñas y adolescentes para la prostitución infantil y luego son remitidos a diferentes países del mundo como Estados Unidos,  de Europa y por supuesto, Colombia no podía ser la excepción. La película más que una obra de arte, es una denuncia fílmica sobre la prostitución infantil y sobre como los seres más indefensos de la sociedad: Nuestros niños desde su más tierna infancia pueden ser explotados en servicios sexuales varias veces al día y por períodos de más de diez años. Cruda realidad que muchas personas se niegan a aceptar y reconocer como uno de los problemas más graves en el mundo, y los grandes estudios de cines prefieren dar vía libre a producciones más suaves e irreales.

Ejemplo de lo anterior es la película de Barbie que recientemente vio la luz en las salas de cine para enviar mensajes que van en contra de toda realidad, que tienen una carga de estupidez y tratan de distorsionar la realidad para embelesar a cientos de espectadores en el mundo por medio de publicidad. Donde los diálogos son tan vacíos e inanes que terminan direccionando toda una niñez y juventud en formación atacando el sentido de la familia, célula básica de la sociedad. En tanto que en la película El Sonido de Libertad en inglés “Sound of Freedom” es una obra maestra a la denuncia que pone el dedo sobre la llaga y da una bofetada al espectador que preocupado por el día a día, por la liga de fútbol o el cantante de turno deja de lado la realidad dolorosa y preocupante del tráfico infantil con fines sexuales.

Sonido de Libertad no es sólo una oda a la denuncia, es también una reivindicación de la figura masculina, del padre protector que da la vida por sus hijos, que defiende a sus hijos y lucha por su familia. Sí la familia, célula básica de la sociedad, y sin la cual, no es posible construir comunidad. En tiempos donde ser hombre pareciera un delito, reconocer la figura masculina como articulador de derechos de los niños, niñas y adolescentes es un aliciente a esa masculinidad tan perdida en estos tiempos.

Sonido de Libertad merece ser vista, analizada y comentada en todos los escenarios, no simplemente entre los cineastas y consumidores de material fílmico de entretenimiento, también entre los medios académicos, judiciales, autoridades gubernamentales, trabajadores sociales, psicólogos y educadores infantiles, además de padres y madres, en toda la comunidad, porque la pederastia es una enfermedad que está devorando las entrañas de la sociedad. Es uno de los mayores males de la humanidad en tiempos donde los organismos encargados de analizar problemas como las migraciones, mencionan que los mayores índices de esclavitud en el mundo son los tiempos presentes.

Les invito a ver Sonido de Libertad como un elemento de reflexión sobre la pornografía infantil, la pederastia, el abuso y maltrato infantil creciente y real en tiempos de hiperdemocracia e hiperderechos, donde se quiere equívocamente que niños y niñas sean tratados como adultos, reconociendo en ellos derechos al ejercicio sexual temprano, con el simple ánimo velado de incentivar al pervertido y devorador sexual de menores que abundan ocultos en las redes sociales y calles de nuestras ciudades. La pederastia y la prostitución infantil deben ser denunciadas y eliminadas. Los niños, niñas y adolescentes deben de ser protegidos y los perpetradores de este tipo de crímenes deben ser penalizados con las más altas infracciones permitidas por las leyes sin beneficio alguno, porque los niños, niñas y adolescentes son hijos de Dios y los hijos de Dios no están a la venta.

Por: León Sandoval

La palabra

Por: León Sandoval

Refiere la filóloga española Irene Vallejo (1979) en su maravillo libro El infinito en un junco (2019) que en el siglo V a. C., Gorgias (483-375 a. C.) el sofista, escribió: «la palabra es un poderoso soberano; con un cuerpo pequeñísimo y del todo invisible, ejecuta las obras más divinas: quitar el miedo, desvanecer el dolor, infundir alegría y aumentar la compasión»”. La Palabra tiene valor y poder pese a lo diminuta que en apariencia es, según los fonemas que la componen; su grandeza está más allá de los fonemas. La palabra es aliento en tiempos de dificultad, llena de vigor y felicidad, e incluso sirve para expresar solidaridad para con el otro que sufre. La palabra construyó el Universo a partir del verbo, que es la palabra en acción.

Se dice que previamente a Gorgias, Pitágoras (569-475 a. C), el célebre filósofo y matemático de la Escuela de Crotona, imponía a quienes serían aceptados en su escuela un rígido régimen de silencio, consistente en callar durante cinco años, con el ánimo de aquietar la mente y abrir la conciencia. En ese escenario la palabra se silencia o al menos no existe en boca del candidato a la iniciación, sólo circula la palabra creadora del maestro. El candidato calla y escucha con atención, ausculta la palabra, medita sobre ella y en ella en el sonido del silencio que le rodea. Probablemente su voz interior también acalla. Esos profanos eran llamados “Acoustici”, que sólo escuchaban y no tenían contacto visual con el maestro. Una vez superada esa ardua prueba del silencio, el candidato pasaba a ser discípulo, en adelante “Mathematici”, momento a partir del cual le era posible ver al maestro. El silencio y la escucha se complementaban con la visión ocular.

Superada la etapa del silencio, el candidato convertido en discípulo se adentraba en el aprendizaje del mundo pitagórico de la mano del maestro, quien, mediante la palabra y los números, hilaba lentamente un proceso de depuración en la vida del aprendiz que ávidamente buscaba la respuesta o quizás la palabra perdida en el marco de la vida. El maestro, fiel a sus discípulos, usaba la palabra para enseñar, pero también para corregir y sentenciar. La palabra en Pitágoras además era preceptora; el precepto cuida, guarda, protege e inculca. Se dice que Pitágoras les indicaba a sus alumnos el aprendizaje de la armonía de los cuerpos celestes antes que en los acordes de la lira. La misma armonía debería existir entre la preparación del alimento y su consumo.

También, se menciona que la palabra pitagórica edificaba, Pitágoras invitaba a encontrar la armonía entre el cuerpo físico y “la psyché” o alma humana, en armonía con la naturaleza y los dioses. Invitaba a edificar casas modestas para no tener que conservar en ella cosas innecesarias, la que debía de ser un lugar de paz, y no desear exclusivamente la paz de la tumba. El maestro Pitágoras desechaba la tiranía e invitaba a ser compasivo frente a la debilidad humana, que era la debilidad del otro y también la propia, y así mantener la confianza en la especie humana por perversa que pudiera ser. En algún momento la humanidad entenderá que no todo se vale y menos la guerra.

El maestro invitaba para que la palabra no fuese sólo látigo de la razón, sino también pebetero del corazón. La divinidad está acompañada de la Palabra que edifica, sana, cura, compone y revive. No en vano, una palabra es suficiente para sanar al hombre, una palabra enhebra Al Corán. Una palabra del Dios vivo. La palabra para Pitágoras es el acto de la divinidad, manifiesto en un círculo que tiene un centro en todo lugar y una circunferencia en ningún sitio. La Palabra es espíritu, vida y materia.

El maestro y el aprendiz

Por: León Sandoval

Cuentan que un domingo de 1579, los miembros de la guilda concurrieron para dar gracias al Creador, por el buen año de labor mercantil, a la Iglesia de San Lorenzo (Sint Laurenskerk) erigida en el bello puerto de Róterdam de los Países Bajos. En penumbra y en el silencio acogedor de esa majestuosa edificación, un novel aprendiz de nombre Dankjewel le preguntó a su maestro Totziens Von Rotterdam: -¿Maestro, qué debo hacer para estar más cerca de Dios?, el maestro de la guilda, un anciano mercader judío que había abrazado el protestantismo, lo miró con ceño fruncido en evidente señal de desagrado, y respondió: -No te puedo decir qué debes hacer para estar más cerca al Gran Hacedor del Universo, pero sí te puedo decir las palabras que el padre de mi padre le enseñó: Seis consejos te daré, átalos a tu corazón:

Ama, ama como nunca has amado, no dejes de amar. Ámate a ti para que amándote puedas amar a tu Creador. Ama también a tu semejante, ama al otro, al que piensa como tú y también al que parece diferente. Ama al cercano y al distante. No dejes de amar. Ama la noche en su oscuridad y al día en su claridad. Ama la bestia y ama la flor. Ama al río Mosa (Maas) pero también a la mar. Amar te dará el valor de ti mismo y de los demás.

Cuida, cuida como si nunca hubieses cuidado, no dejes de cuidar. Cuida de ti para que cuidándote puedas cuidar tu corazón, reposo de Dios. Cuida también de tu semejante, cuida de todo aquel que piensa como tú y también del que parece diferente. Cuida al otro, al cercano, al distante y del que te hiere. Cuida el sol, cuida la lluvia. Cuida tu casa, tu entorno y el universo que asimismo es tu casa. Cuida desvalidos pero también fuertes. Cuida cada pensamiento y cada palabra que fluya de tu boca. En el cuidado reconocerás a tu Dios.

No juzgues, juzgar es oficio de Dioses. Deja que los Dioses hagan su tarea. Tú hombre, acepta tu realidad. Cada carga tiene sus propios tiempo y lugar. Cada vez que juzgas te estás llenando de lo que imputas. El que juzga será juzgado. Deja que la justicia transcurra en su propio devenir. Cada cual ha de rendir cuentas de su accionar. Cambia el juicio por benevolencia y compasión. Cada quien tiene su propia sed de justicia.

No odies, odiar te envilece y afeará tu alma. Aborrecer es la sinrazón de quien ha perdido el amor. No se puede abominar y amar al mismo tiempo porque al final el odio terminará por destruir al amor. Detestar te hará opresor de pesado yugo. Si alimentas tu ego dejarás de ser Tú para ser esclavo de otro. El que desprecia jamás será libre. Odiar enceguecerá tu vista, será el más cercano camino a la perdición.

No envidies, cada quien tiene lo que merece. Cada quien tiene lo que es capaz de soportar, ni más, ni menos. Hay hombres boyantes que no pegan ojo en la noche como sí lo hacen desarrapados hombres. Deja el resentimiento al resentido. Regocíjate con el triunfo del otro, algún día el otro lo hará contigo. Cuando albergas rencor el fuego de la venganza te consumirá sin darte cuenta.

Agradece, da gracias por todo y por todos, por el bien y por el mal. Todas los instrumentos te son dadas para hacer frente a la adversidad. Agradece la mañana y la noche. Agradece al entrar y al salir. Agradece por ser y por no ser, por estar y por no estar, por tener y no tener. Muta el juicio, el odio y la envidia en Agradecimiento.

El viejo maestro Totziens le miró y dijo – Ahora mis palabras son tus palabras, Adiós. El joven aprendiz Dankjewel, sólo atinó a decir – Gracias.

La lealtad

Por: León Sandoval

A parte del rey David, uno de mis personajes favoritos de la Biblia es Urías el Heteo o el Hitita, perteneciente a un pueblo aliado a los judíos en tiempos del rey David. Es breve la aparición de Urías en la Biblia, aparece en el Segundo Libro del profeta Samuel en el Capítulo 11, pero no por ello menos profunda, al punto que, me inspira a escribir las siguientes líneas sobre la lealtad.

Urías era un guerrero valiente que se encontraba bajo el mando de Joab, el comandante supremo de las tropas del rey David, en tiempos de guerra contra los amonitas. Mientras los guerreros se batían, el rey David paseaba en su residencia en Jerusalén y ve a la distancia una mujer muy bella de nombre Betsabé, la hace llamar a su aposento a sabiendas de que era casada y la seduce. Una vez enterado el rey que ha concebido con Betsabé, decide “enmendar” su error, para lo cual utilizará varías estrategias:

Primero, hace venir a Urías desde el campo de batalla, pensando que se acostaría con Betsabé, su esposa y “lavarían” la procedencia del nasciturus. Lo que no contempló el rey David, fue que, Urías y sus hombres, decidirían dormir frente a la casa del rey, y no visitar sus casas, por considerarlo indebido, ya que el Arca del Pacto y el pueblo está bajo tiendas y los soldados en el campo, y Urías consideraba indigno dormir en su casa. El rey David, decide como segunda estrategia, invitar a comer y a beber a Urías para embriagarlo, y así enviarlo con Betsabé, plan que también fracasa, porque pese a haber libado con Urías hasta embriagarlo, éste tampoco fue a dormir con su esposa, y pasó la noche o lo que quedaba de ella frente a las puertas del palacio del rey.

El rey David, atónito ante el valor y la lealtad de Urías, finalmente, decide redactar una nota a Joab, la que enviaría por la misma mano de Urías, en la que le pide a Joab que coloque a Urías en la zona más cruenta de la batalla para que muera en combate. Urías muere en combate como el valiente y leal hombre que fue. Betsabé lo llora, hace luto, y pasado el luto, es desposada por el rey David, que aprovecha la viudez, por él planeada, para hacerse cargo del hijo concebido en deslealtad e infidelidad. Dios conocedor a fondo del corazón, por medio del profeta Natán, amonesta a David le hace caer en la cuenta de su yerro y le dice que ese niño concebido con Betsabé morirá. Como en efecto acontece como consecuencia de una enfermedad.

Urías es la encarnación misma del valor, la fidelidad y de la lealtad, fue leal hasta el final, no sólo a su rey, al pueblo y a Dios, incluso pasando sobre su propia persona. Urías por medio de su vida nos enseña el valor de la lealtad y de la fidelidad, y sobre cómo los principios deben estar siempre por encima de los placeres, del gusto, del sosiego y aún del beneficio personal.

La lealtad entraña un nivel superior de compromiso para consigo mismo, para con otra u otras personas, para con la sociedad y para con Dios. La lealtad se prueba día a día porque corresponde al valor de la palabra dada, al compromiso adquirido y a la confianza que otra u otras personas han depositado. Las consecuencias de la deslealtad son múltiples, no sólo encarnan dolor y sufrimiento para quien la sufre, también para quien la práctica. De hecho, la consecuencia de la deslealtad del rey David, fue la vida de sus descendientes puesta en el filo de la espada.

La lealtad tiene que ver con principios superiores, con propósitos de vida en pareja y en grupo, con la búsqueda de la felicidad y del desarrollo humano. La lealtad es saber que siembras tu rodilla, y no la mueves de allí así un huracán venga sobre ti.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sanando a los padres

Por: León Sandoval

En diferentes consultorías que he tenido la oportunidad de llevar a cabo en campos como la astrología, el reiki, la radiestesia y en general, como mentor de vida, he hallado un aspecto bastante frecuente entre mis consultantes, que personalmente he experimentado también: Las heridas de infancia, muchas de ellas ocasionadas desde la gestación misma; lesiones que en muchos casos son atribuidas a ambos o alguno de los progenitores, que dejan honda huella en el futuro adulto, al punto, que salen a la luz con el paso de los años y, perfectamente, pueden explicar mucho de la futura personalidad, del desarrollo ulterior del adulto como ciudadano, y sobre el manejo de las emociones por parte de ese niño en su vida adulta.

No existe un manual que enseñe al individuo a ser padre o madre. Sólo se aprende a ser hijo cuando se es padre o madre, y muchas veces, ese curso también se reprueba. La paternidad y la maternidad son asignaturas prácticas que sólo se pueden llevar a cabo desde la experiencia personal y difícilmente son susceptibles de exámenes de habilitación o de segunda oportunidad, porque en ocasiones el daño sobre la futura personalidad del hijo ya está hecho, y no es posible retrotraer el tiempo en el calendario, pero sí se puede trabajar en el presente con la consciencia para restañar las heridas por lejanas que sean.

He podido experimentar en mi propia persona el proceso de sanidad de heridas de la infancia para sanar a mis padres, y también en muchos de mis consultantes, para concluir que, no sólo es posible sanarse a sí mismo y a los padres, también es un imperativo moral sanar las heridas de la infancia, así alguna de las partes en fricción halla desencarnado. Hay heridas que son fantasmas del pasado y pueden perseguir al individuo hasta el final de su vida. El proceso de sanidad de los padres, no es otra cosa, que el proceso de sanidad del hijo. En la medida que el hijo se sane por sí mismo o con la ayuda de otro, sanará también a sus padres. No se trata de esperar a que papá o mamá cambien o den el primer paso, generalmente, ellos no lo darán primero, esa tarea inicialmente, debe partir desde el estado de consciencia del hijo.

Le corresponde al hijo cambiar, si espera el cambio de sus padres. Al hijo no le corresponde cuestionar, juzgar o censurar a sus padres, esa no es la tarea del hijo, lo he aprendido con la madurez de los años. Lo que sí me corresponde como hijo es agradecer a las personas que escogí por padre y madre por el hecho de haber facilitado sus células vitales para mi encarnación en este plano, por ese simple hecho, me ha de bastar y he de ser agradecido. Lo demás, si se trató de un mal o buen ser humano, un padre o madre responsable, no es mi tarea evaluarlos, simple y llanamente, mi agradecimiento a ese padre y esa madre puede ser el primer paso y muchas veces, resulta suficiente para empezar a sanar. No se trata de entender a papá y mamá, se trata de agradecerles. Siempre pienso que mi materialidad habitaba en una gónada de mi padre, luego mi madre facilitó un óvulo para que yo estuviese dentro de Ella durante cuarenta semanas, lapso en el que me alimenté de su cuerpo, de su amor, de sus emociones, de su sensibilidad, y un día alguien cortó el cordón material que nos unía.

Yo soy el hijo que decidió escoger a mis progenitores como parte de esta vida. Ellos son mis maestros de vida ya sea por acción u omisión, pese a sus defectos, aciertos, dramas, y karmas positivos y negativos, se eligieron a ellos y yo los elegí a los dos para que yo estuviese aquí. Al sanarme a mí mismo, he sanado a mis padres. Sólo me resta decirles desde el alma: Gracias Papá, Gracias Mamá. Los amo, me costó años entenderlo y saberlo, pero finalmente lo logré. Estamos en paz, nada me deben, nada les debo. Los libero, me libero. Cierro el ciclo. Hecho está.

 

 

Mi maestro de latín y griego

Por: León Sandoval

 Nos conocimos una fría mañana de marzo de 1996 en La Candelaria de Bogotá. Su morada semejaba una sacristíabiblioteca monacal, en la que Jorge de Burgos encontraría gusto. Hube llegado tras la excitación provocada por un aviso de El Tiempo, donde el Profesor Camilo Orbes Moreno publicitaba su curso libre de Latín y Griego. Subimos por la empinada Calle 11 hasta la Universidad Externado de Colombia. El rector Fernando Hinestrosa generosamente cedía un aula para las clases del otro Maestro. Con los años descubriría que sus alumnos permaneceríamos siempre en el mismo nivel, tanto antiguos como nuevos. Nadie pagaba expensas, unos porque sus finanzas eran exiguas, otros porque Camilo rehusaba el pago de sus preciadas lecciones.

Nacido el 24 de octubre de 1935 en Pupiales (Nariño). Camilo era corpulento, vivaz, culto, de finos modales que permitían percibir esmerada crianza. Inmaculadamente vestido, traje de paño, corbata, gaban y sombrero. Su rostro de halo clerical adornado por gruesos lentes, dibujaba sonrisas preámbulo a una estentórea carcajada. Parecía un monseñor, profesó profundas convicciones cristianas, en especial marianas. Educado por los Salesianos en La Ceja (Antioquia), lo que explicaba su acento pupialeño con dejos de voceo. Aprendió Latín, Griego, Francés e Italiano junto a sus condiscípulos, el ilustre jurista Hernán Valencia Restrepo y el polémico sacerdote Bernardo Hoyos Montoya. Nunca ocultó vocación, una enfermedad ocular truncó su ordenación sacerdotal. Decía que provenía del ombligo del mundo porque Pupiales deriva de “pupo” que en Quechua significa ombligo. Su sueño: Grecia.

Destacó como filósofo, teólogo, historiador, antropólogo, curador de arte, poeta, editor y educador, oficio al que dedicó más de sesenta años, como él decía, era su “modus vivendi y comiendi”. Enseñó en Cali, Medellín y Bogotá; En las Universidades Externado, Libre, La Salle y San Martín, a estas dos últimas dedicó varios decenios. Su obra es prolífica, estudió a los Sindaguas como pueblo semejante a los Caribes o Mayas del mar Pacífico. A Francisco de Jesús Bolaños y Rosero, evangelizador del Reino de Quito, y escribió además la biografía de Fray Doroteo de Pupiales, quien fuera su pariente y fundador en 1902 de Florencia capital del Caquetá. Era el alma de la Academia de Historia Eclesiástica de Colombia.

Cercano a los presidentes conservadores desde Ospina Pérez, amigo personal de la maravillosa Berta Hernández de Ospina y de su hijo Mariano, de Pedro Medina Avendaño autor de la letra del himno de Bogotá, del jurista Horacio Gómez  Aristizabal, del sacerdote jesuita Manuel Briceño Jáuregui, del poeta, exgobernador  y fundador de El Frente, Rafael Ortiz González que le legó su amor por Santander, del exembajador Alejandro Ordóñez Maldonado y del socorrano Fray Martín Carlos Morales Flórez, fundador de la Universidad de la Salle; pariente por parte del padre del expresidente ecuatoriano Lenín Moreno, contertulio de “El Paisa” Serna y de un novicio crudivegano que llamaba “Fray Chuhuaco”, peruanismo para ayudante de cocina.

Firmaba poemas como “Olimac Sebro”. Su obra patriótica fue cumplir el cristiano amar al prójimo, amó tanto que fue padre de muchos que necesitaron uno. La primera semana de agosto en ciernes se cumplirán cuatro años desde su austera muerte. Como el coronel de García Márquez, pasó los últimos años esperando noticias de un enfadoso juicio para acceder a una merecida pensión. Murió preterido por la academia y sus copartidarios, pero en el amor de sus hijos. El buen samaritano encontró su partida en el Hospital La Samaritana. La sociedad que olvida así a sus educadores, entristece. El Gobierno Nacional mora en reconocer los aportes de Camilo Orbes Moreno. Su cuerpo yace inerte pero su legado permanecerá en la memoria de quienes le conocimos y en sus letras.

 

 

 

 

El poder del agradecimiento

Por: León Sandoval

EL rey David, luego de Jesucristo, con toda seguridad, ha sido el hombre más amado por Dios, entre otras cosas, porque David encierra como los clarosobscuros del tablero de ajedrez, todos los vicios y las virtudes humanas. Fue un hombre valiente, corajudo, justo, decidido con alto valor, pero también fue un hombre que tuvo momentos de vida licenciosa, en la que se entrego a las pasiones, al licor, a la estupidez humana e incluso al amor irrefrenable, al punto que llegó a cometer actos oprobiosos de lujuria que sin lugar a dudas dejaron grandes consecuencias. Pese a lo anterior, fue de tal tamaño el amor de Dios hacia David, que no sólo lo ungió como rey en sustitución del rey Saul, le llamó de lo más sencillo del pueblo de Israel, y por amor a su nombre, no arrebató jamás la corona de su hijo y sucesor, el Rey Salomón. De hecho, cuando Dios puso en el corazón de David la necesidad de construir un templo para Dios, El Señor le dijo a David que sus manos habían derramado tanta sangre, que no sería la persona adecuada para construir un templo, le pidió en su lugar que aprovisionara todos los recursos necesarios para ello, y que, su sucesor sería, quien, con unas manos puras, sin mancha de sangre, edificaría el añorado templo.

El Rey David reunió en una sola persona todo el catálogo completo de pasiones, vicios, defectos, virtudes, bondades y emociones positivas y negativas que la naturaleza humana puede albergar, pero ¿Porqué que el Supremo Arquitecto del Universo le dispensó infinito amor y misericordia a un hombre perfectamente imperfecto?, la respuesta es fácil hallarla en las crónicas del profeta Samuel, en los libros de Reyes, y en los Salmos que el mismo Rey David compuso. Ante todo, David el pastorcillo, el jovenzuelo que se encargó de cuidar los ganados de su padre Jesé, luego el héroe que destruyó a Goliat, posteriormente el preferido del rey Saul, y finalmente, el líder amado por su pueblo que logró la unificación de las doce tribus de Israel bajo su mano, tuvo algo, y era el poder del agradecimiento, que le permitió hallar gracia para ante Dios.

David fue un hombre con defectos, seguramente un hombre de temperamento que oscilaba entre colérico y sanguíneo, siempre dispuesto a reaccionar inmediatamente muchas veces sin meditar, un hombre impetuoso y pasional, pero siempre agradecido. En boca de David siendo el hijo menor de su padre, el que no estaba llamado a heredar, o siendo el gran Rey que gobernó durante 40 años, siempre afloro la Gratitud. La palabra Gracias fue la palabra que siempre estuvo en boca de David, aún fastuoso por los títulos, siempre agradeció por todo y por nada.

El agradecimiento entraña un mantra de poder, una acción de visualización del pasado, del presente y del futuro. Quien agradece ora dos veces, agradecer en la mañana, al medio día, en la tarde, en la noche, y no dejar de agradecer. No basta simplemente, en leer textos como 1 Crónicas 17, 2 Samuel 22, o piezas tan hermosas como el Salmo 86 o el Salmo 144 para entender como de la boca, de las manos y de todo el Ser de David brotaba el agradecimiento perenne hacia su creador.

A lo largo de mi vida he aprendido que el agradecimiento es parte esencial de la existencia, no hay vitalidad sin agradecimiento. Una de las personas más maravillosas que he tenido la oportunidad de topar en mi vida, tiene tatuada la palabra Gracias, y así como está grabada en su piel, también la tiene grabada en su alma y me ha enseñado sobre el agradecimiento. No sé si aspirar a ser el rey David en tiempos de algoritmos sea posible, pero lo que sí sé, que es posible ser agradecidos por todo y por nada, así el mundo vaya en sentido contrario y sientas que todo va en contra tuya, da las gracias siempre y no dejes de hacerlo, porque como le diría el Rey David en sus últimas palabras a su hijo Salomón: “Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre”, al final es el alma agradecida la que queda…

 

 

 

 

De prejuicios y preocupaciones

Por: León Sandoval

La libertad es un valor universal que se ha convertido en ideal de las sociedades a lo largo de la historia, bajo el estandarte de la libertad se gestó la independencia de las colonias americanas. El ideal del individuo libre ha sido consigna permanente y gestor de todo tipo de movimientos sociales y políticos. Sin lugar a duda, todos quieren ser libres, parecer libres, en suma, ejercer la libertad. No obstante, en tiempos de determinismo moral, surge la pregunta ¿Si no hay libertades absolutas, por lo menos, los seres humanos son libres de prejuicios y preocupaciones?

La pregunta anterior resulta por demás retadora porque prejuicios y preocupaciones son modeladores de la conducta humana, permanentemente salen a flote en todo tipo de actividad, como si la experiencia previa determinara la consecuencia ineluctable de las acciones, aún esa consecuencia no esté presente o jamás ocurra. En otras palabras, los seres humanos son expertos en juicios de valor anticipados a partir de experiencias personales, y son también capaces de preocuparse, es decir, de ocuparse de temas y asuntos que jamás sucederán o cuya probabilidad de ocurrencia es remota.

El prejuicio no es otra cosa que arrimar conclusiones de manera anticipada sin tener elementos de juicio objetivo para ello, simplemente a partir de experiencias anteriores que fueron dolorosas o agradables. Verbo y gracia, creer que, si en un lugar sin iluminación se comete un crimen, en todo lugar sin iluminación se cometerán crímenes, y que, por haber personas que han cometido conductas desleales, ergo, todas las personas son desleales, como si el delito fuese un tema de lugares no iluminados, la deslealtad algo común a todos los seres humanos, y se debería necesariamente minar la confianza debida.

La preocupación, como su nombre lo indica, es ocuparse de los asuntos antes de su ocurrencia, ocuparse de lo que no existe, en otras palabras, dedicar energía, pensamientos y atención a cosas o eventos que por lo general no sucederán o es distante su ocurrencia, por el contrario, a mediano plazo producirán cuadros clínicos como depresión y ansiedad. De hecho, según la prestigiosa psiquiatra española Marian Rojas Estapé (1983) autora de los libros Cómo hacer que te pasen cosas buenas y Encuentra tu persona vitamina, el noventa por ciento de las cosas que preocupan a las personas jamás ocurren, ni ocurrirán.

Conductas como prejuzgar y preocuparse son innecesarias, especialmente, las manidas conductas de establecer juicios de valor a partir de experiencia subjetivas sin insumos objetivos suficientes, afanarse por resultados que tiene tan sólo un diez por ciento de probabilidades de ocurrencia carece de sentido. No puede ser libre la persona prejuiciosa o preocupada porque se convierte en esclava del prejuicio y la preocupación. El humano como ser moral subjetivo es dado a elaborar razonamientos inconscientes a partir de la experiencia personal previa modelada por situaciones externas, lo que hizo daño siempre será potencialmente peligroso, por ello se construyen estereotipos que recuerdan mucho el determinismo del médico criminólogo italiano Cesare Lombroso (1835-1909),  que afirmaba que la criminalidad dependía de las causas físicas y biológicas de los seres humanos, en su análisis, ciertos sujetos con características físicas particulares siempre serán delincuentes. Para Lombroso, una persona cuyo rostro se ajustase al patrón fisonómico mayoritariamente aceptado como bello poco o nada podría delinquir.

Dicen por allí que, cada persona es dueña de sus propios demonios, el prejuicio y la preocupación son dos demonios de marca mayor, mal se hace con criticar a las personas prejuiciosa o preocupadas, sus válidas y respetables razones tendrán. Muchas veces, al igual que lo acontecido en el mito platónico de la Caverna, se observa sólo sombras y a veces es la propia sombra la que se refleja, empero, el conocimiento real es diferente al aparente. Se debe buscar bajo la capa del corazón, no en vano, bien lo dijo El Zorro al pequeño Príncipe: “On ne voit bien qu’avec le coeur. L’essentiel est invisible pour les yeux.

 

 

 

 

Historia oficial del amor

Por: León Sandoval

El título de esta columna corresponde al nombre de un libro editado en marzo de 2016, autoría del escritor Ricardo Silva Romero (Bogotá, 1975). Es la historia de su familia narrada hacia atrás para desenredar la madeja. Una secuencia que inicia el jueves 01 de enero de 2015 hasta el viernes 15 de abril de 1932, para finalizar el viernes 25 de septiembre de 2015. Es la intimidad entre lo real y la ficción, el autor, su esposa, sus padres, abuelos y parentela extensa. Es la crónica de los hechos políticos y de violencia intestina acontecidos en Colombia durante los últimos ochenta años, cosida con hebras del más fino hilo del amor. Es un cruce en el camino de personajes tan humanos y tan colombianos para quienes el amor consciente o inconsciente lo es todo. Historia oficial del amor es una oda al amor. Como se lee a lo largo de la obra “Nunca en la historia del mundo un padre quiso tanto a una hija”, pero también nunca en la historia del mundo, una hija quiso tanto a un padre, un esposo a una esposa y un amigo a otro amigo.

El escritor destaca personas anónimas para la masa, seres humanos notables que dejaron un legado esencial para para quienes los conocieron; al morir se continúa vivo en la memoria de quienes conservan el recuerdo. La vida después de la muerte se proyecta en el recuerdo del otro. La obra es un relato sutil y homenaje sincero a Marcela Romero de Silva, abogada defensora de causas justas, conciencia jurídica del presidente Virgilio Barco; mujer que, con su condición humana y profesional contribuyó con la elaboración de normas que permitieron acciones gubernamentales en esa difícil crisis de los años Ochentas y Noventas del siglo pasado.

Destaca también el padre del autor, profesor y rector universitario, Eduardo Silva Sánchez; educador que consagró su vida desde la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito en la formación de tantos ciudadanos. Físico y humanista que a través de sus artes exotéricas y esotéricas predice parte de ese futuro contado hacía atrás.

La figura de su tío materno Alfonso Romero Buj, abogado laboralista, defensor de derechos humanos y militante del Partido Comunista; asesinado en pleno centro de Bogotá luego de haber renunciado a su activismo político por sus antiguos camaradas, disidentes del comando subversivo Pedro León Arboleda, según algunos estudiosos, germen del Ejército Popular de Liberación.

El abuelo materno es la arteria de la obra, pareciera que con él todo inició. El gran caribeño Alfonso Romero Aguirre, el liberal radical “(…) nítido en lo público pero oscuro en lo privado”, autor de la Historia del Partido Liberal. Ocupó casi todos los cargos públicos de elección popular de su época, sólo le hizo falta la presidencia de la República, y no la logró por su condición de hombre radical. Ajeno a las gabelas del poder, su férrea oposición al Frente Nacional, su admiración por el General Gustavo Rojas Pinilla y su frontal enfrentamiento con la élite liberal del centro del País, cooptada, entre otros, por el presidente de la época, Carlos Lleras Restrepo.

Finalmente, emerge el amor infinito, el silencioso abuelo paterno Antonio Silva Hernández, el linotipista del Diario El Tiempo. Un hombre bueno, decente y laborioso como pocos; víctima del plomo en el intento de vencer al linotipo, como relata el autor.

Historia oficial del amor, es el amor en potencia, es el amor en familia, el amor que se cuece en los peroles de la sangre y los afectos. El amor bonito, el amor sanador y salvador. Bien vale la pena leer la obra de Ricardo Silva Romero. Gracias por estas líneas “Todo hombre debe haberse divorciado una vez antes de casarse de verdad”. Cada quien tiene derecho a tener su historia oficial del amor.