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Etiqueta: La opinión de León

El deseo interior

Los seres humanos somo seres en diferentes dimensiones, somo seres integrados e integrales, integrados por cientos de células que son la representación de la naturaleza misma. Los seres humanos somos infinitamente extensos y también somos el reflejo del exterior lo que nos hace integrales. Sin duda alguna, como el célebre astrónomo Carl Sagan (1934-1996) lo afirmara, somos polvo de estrellas, pero también somos espíritu, alma, mente, razón y corazón. Somos el fuego interior que nos hacer arder el corazón. Ese ardor interno en el corazón, ese fuego interno constituye el deseo interior. El deseo interior es el pegamento de los sueños, de las visiones y las metas.

Los seres humanos en muchas ocasiones desviamos la atención de ese fuego interior, de ese deseo interno, y nos centramos en aquellas cosas o eventos que nos dan una sensación de placer. El problema del placer no es lo efímero, fugaz y pasajero, el problema real es el placer por el placer. En múltiples ocasiones perdemos de vista el verdadero deseo interior por dar prioridad al deseo exterior, a la liberación de dopamina, serotonina, endorfinas y demás sustancias químicas que una vez evacuadas o satisfechas conducen al vació nuevamente, y el ciclo vuelve a empezar, de allí la adicción a sustancias y eventos que pueden ir desde la ingesta de alcohol y de barbitúricos hasta la ludopatía y la pornografía.

La atención que pareciera no ser nada, es fundamental para el deseo interior. Donde esté tu atención ha de estar tu corazón, tu energía, tu fortaleza, tu visión y tú propósito de vida. La atención debe posarse sobre ese deseo interior. Alguna vez te has preguntado ¿Porqué algunas personas son más exitosas que otras en la consecución de propósitos de vida? Muchas veces, no basta con la disciplina, la constancia, el empeño, la dedicación, el tiempo, la buena fortuna para lograr las metas. La atención es definitiva para que los sueños sean realidad, y aviven el deseo interior. Veamos un ejemplo, muchas personas sueñan con tener sus cuentas bancarias a reventar de dinero que les permita la libertad financiera y laboral. ¿Pero alguna vez esas personas se han preguntado si son creadoras de dinero? La respuesta a la pregunta anterior puede definir muchas cosas en el futuro de una persona. ¿No sería preferible ser atento recolector de algo que ya ha sido creado y de esa manera poder disfrutar mejor el viaje?

El deseo interior es lo que te mueve, lo que te da razones de vida, lo que hace que cada mañana sonrías y quieras salir a enfrentar incluso a tus propios demonios y miedos. La vida es la manifestación del deseo interior, que la atención se enfoque en tu deseo interior, en ese fuego que te hace arder el pecho, en aquello que tu ser te señala que debes hacer, aún sin esperar recompensa alguna o reconocimiento, ya sea en el más alto cargo directivo o desde la placidez de un pequeño espacio físico viendo las palomas levantar vuelo.

No se trata de fórmulas mágicas para explotar nuestro deseo interior, pero sí somos conscientes del primer paso a seguir: La atención en nuestro ser interior que, sin lugar a dudas nos llevará a tomar conciencia, una vez detectemos nuestro fuego interior, nuestras vidas jamás volverán a ser las mismas, y por supuesto, no seremos las mismas personas.

El deseo interior nos catapulta hacia la autorrealización y al éxito en todos los campos de la vida, somos hombres y mujeres exitosos en la medida que nuestro fuego interior arda y le avivemos con amor propio, autodisciplina, constancia y por sobre todo con atención. Fue el fuego en el corazón lo que permitió a Geppetto darle vida a un muñeco, las hadas existen, pero ellas miran tu corazón antes de actuar. Que el Dios Todopoderoso nos permita atender y materializar nuestro deseo interior. Bendiciones.

León Sandoval

 

 

 

 

 

 

 

Siempre hay y habrá una oportunidad

La vida es un recorrido en el que se conoce el inicio, pero pocas veces el final. En el trayecto se tiene acceso a diferentes estaciones, medios de movilidad y compañeros de ruta, algunos se quedarán durante varios puertos, otros se bajarán incluso a mitad del camino, pero en general todo es aprendizaje. Aún en los tramos más adversos del recorrido cuando todo parece ir en contra, incluso en tiempos de tempestad, hay oportunidad para el aprendizaje y para retomar el camino creyendo que aún es posible avanzar.  Siempre hay y habrá una oportunidad para enmendar el camino, incluso el mismo camino a la tumba puede ser enmendado, así parezca tarde, nunca será tarde para quien cree.

La siguiente es una de las preguntas permanentes en consultoría de vida ¿Es posible cambiar la ruta de la vida por una menos azarosa? La respuesta contundente es sí; será posible siempre y cuando tomes en cuenta en qué parte de la ruta estás, cómo va el recorrido y qué estás dispuesto a hacer para cambiar el puerto de destino. Estos tres aspectos anteriores pueden ser manifestados de diferentes maneras y circunstancias, no todos emprenden la misma ruta, ni por el mismo medio, pero en común, todos quieren vidas más tranquilas y en calma, libre de exceso de peso y adversidades.

Conocer en qué parte de la ruta se está, implica hacer un alto en el camino y reflexionar con los instrumentos que se tienen a la mano para saber exactamente, qué se ha andado y a dónde se quiere arribar, si se ha navegado contra la corriente o por un precipicio sin más posibilidades adelante. Resulta importante conocer con qué recursos se cuenta y con qué infinita fe se puede avanzar. Es como si se tratara de reorganizar el sistema de GPS o la aplicación de Waze, muchas veces se transita en círculos y se repiten los caminos una y otra vez, con la cabeza clavada en la ruta, sin elevar la mirada al cielo para ver más allá.

Para determinar cómo va el recorrido, es importante hacer un balance de pesos y contrapesos, de viajes cortos y largos, de mercancías transportadas y gestionadas, de logros y aciertos, y a partir de allí, enmendar lo que sea enmendable, mejorar lo que deba ser mejorado y eliminar lo que no aporte o sea una carga que haga lento y pesado el recorrido, incluso angustiante. Cuando se conoce en qué parte del recorrido se va, es importante determinar inteligentemente cómo gestionar las emociones y si esas emociones pueden ser modificadas, trabajadas y tratadas en pro de determinar como el recorrido ha sido afectado por la emocionalidad.

Qué tipo de acciones o movimientos se está dispuesto a hacer para cambiar el recorrido, desde cambiar un hábito, una práctica, una forma de ver el mundo, hasta cambiar de domicilio, de trabajo y de forma de vida. Un simple cambio de imagen muchas veces contribuye de manera significativa sobre la forma como te ves y miras el mundo. Cambiar el recorrido entraña una alta autoestima y una forma de abordar los problemas y las adversidades en el camino de la vida desde el amor propio y no desde la baja estima. Desde la alegría y no desde la aflicción. Desde la abundancia y no desde la carencia. Cuando la alta autoestima llega, el recorrido de la vida se hace menos tedioso, más sincero, empático y de mejor transición. No en vano, el conocerse a sí mismo de los antiguos griegos implicaba también una alta dosis de moral elevada.

No importa la adversidad, ni la dificultad por la que estés transitando, recuerda siempre que mientras haya vida, siempre hay y habrá una oportunidad, una oportunidad para arriar velas, una oportunidad para cambiar el rumbo, una oportunidad para pilotear la nave a un destino. Siempre pero siempre, valórate, ámate, quiérete, mímate porque eres tu mejor compañero, la mejor versión de ti es la que debes cultivar y con la que debes arribar al puerto final. Si lo crees, ¡Hecho está!

León Sandoval 

 

 

Aprende a amar el destino

Una de las grandes preocupaciones humanas a lo largo de los tiempos ha sido conocer el destino, si las personas tienen un destino signado y si ese destino puede ser cambiado. Como escribiera al respecto el célebre maestro de astrólogos, Mauricio Puerta Restrepo (1950), en su libro Astrología aplicada sólo para astrólogos (2004): “(…) a uno las cosas le suceden por destino o por idiota; que puede cambiar las segundas, pero no las primeras. Es más, ¿Cómo las va a cambiar, si usted no sabe cuál es su destino? Y, una vez lo sepa… ¿para qué va a querer cambiarlo si ese es SU (sic) destino?” En la anterior cita hay profunda sabiduría y pragmatismo, cómo realmente se quiere cambiar el destino que no se conoce, o se es tan idiota para querer cambiar lo que indefectiblemente ha de suceder. Los antiguos estoicos hablaron del Amor fati, que hace referencia a una alocución latina que bien podría ser traducida como amor al destino.

El filósofo alemán Federico Nietzsche (1844-1900) en sus textos La gaya ciencia (1882) y Ecce homo (1888) abordó el concepto del Amor fati, definiéndolo como amar las cosas como son, en otras palabras, aceptar los sucesos como suceden y no como se quiere que acontezcan, lo que muchos siglos antes, fue expuesto por Epicteto (55-135) en Enquiridión.  Si los seres humanos aceptasen las cosas como son en lugar de desear lo que no son, probablemente la vida sería más llevadera, habría menos sufrimiento, o al menos éste sería más llevadero.

Se debería como lección de vida de cada uno, aprender a amar el destino, más allá de cambiarlo o querer modificarlo, es preferible y deseable entenderlo para poder conocerse a si mismo y gestionar las emociones, en últimas, son las emociones las que determinan las acciones y son también las emociones las que sin quererlo terminan por modelar el destino. Los estoicos supieron con claridad meridiana que, las emociones son esclavas del pensamiento. Si las emociones preceden a las acciones, las emociones son precedidas por el pensamiento. Gran parte del éxito en la vida depende de la manera como se modela el pensamiento y su peso sobre las emociones. Aprender a amar el destino debería ser una especie de imperativo categórico personal. Aceptar el curso del destino para poder en forma inteligente y racional, controlar las emociones.

Aprender a amar el destino es fundamental para cada persona porque le permitirá conocer el libreto de su alma, y con arrojo decidir si el sufrimiento será permanente, si puede ser evitado, o al menos controlado. No es la idea de la muerte la que ocasiona zozobra y miedo, si no la forma como la muerte se presenta, acompañada de sufrimiento y de insoportable dolor. ¿Cómo conocer el destino? ¿Realmente el destino está signado en las estrellas? ¿Existe el destino como una concepción previa a la vida? ¿Resulta la astrología de utilidad para conocer el destino? ¿Podría ser la astrología una terapia para el alma?

La astrología, pese a que en las sociedades contemporáneas no goza del valor y el reconocimiento científico que tiene su hermana siamesa: La astronomía, es un instrumento que permite conocer el alma humana y reconocerse en ella, en particular, el libreto de la vida sobre el conocimiento propio. Si los seres humanos supieran gestionar sus emociones, probablemente habría menos sufrimiento, mayor aceptación de la realidad sobre el destino que a todos les espera y que cada uno debe recorrer. Aprender a amar el destino es parte de la tarea del héroe, entender que es una misión que cada uno debe descubrir y ejercitar en su proceso vital. Al cabo, en la asignatura de la vida, unos son más aplicados que otros y hacen de buena manera la tarea, pero al final nadie sale vivo.

León Sandoval

 

 

 

 

 

 

Pensar para el éxito I

Gran parte del desarrollo de una persona u organización inicia con el pensamiento, no en vano con el pensamiento se crea el mundo. Pensar bien y bonito es el primer paso para lograr el éxito, el éxito entendido como un resultado feliz y satisfactorio a partir de lo que se desea y se emprende o promueve. Pensar para el éxito debería ser un modus operandi en la mente humana. La vida muchas veces no es fácil, pero pensar mal o pensar feo, es hacer de lo que no es fácil más difícil y nefasto. En este artículo se expondrán una serie de ideas que forman parte del pensamiento integral, del pensar bien y bonito, que sin lugar a duda contribuirán en despejar ese camino hacia el éxito. Esta es la primera entrega de dicho artículo.

El primer pensamiento para el éxito ha de ser el de pensar en el merecimiento. Entender que por la naturaleza y condición se merece el éxito, que los sucesos buenos y bienaventurados que llegan a la vida son merecidos, corresponden porque existen los méritos para ello. El hombre y la mujer son una creación de la divinidad hecha a su imagen y semejanza, por ende, amarse y valorarse es parte de ese merecimiento para que las cosas buenas sucedan. Pensar en merecimiento es abrir la puerta de la abundancia, de la bendición y a que todo lo bueno suceda y se materialice. Merecer implica aceptarse como ser digno y saberse beneficiario por derecho propio de los dones de la divinidad, porque la vida y la acción han sido meritorias.

El segundo pensamiento debe ir acompañado de la acción, se trata de visualizar. Ver creado lo que se anhela, así no haya nada material aún, el vacío en medio del desierto, cuando se visualiza se crea mentalmente, es decir, se trae del plano mental al plano material lo que se espera, lo bueno y bonito que se desea. Visualizar es un arte que consiste en hacer visible lo invisible, traer al plano material lo que aún no es perceptible por el mundo de los sentidos. Pensamiento creativo implica el deber visualizar aún a pesar de los otros, lo importante, lo que se piensa y se anhela. Visualizar ubica en el camino y acerca al éxito porque significa un norte, un rumbo seguro.

El tercer pensamiento es el agradecimiento permanente. A pesar de todo y a todos, se debe apreciar y valorar lo que se tiene y se recibe a diario. Gracias a Dios por la abundancia, y aún por lo no abundante. Gracias Dios por la Vida y por la poca vida. Gracias Dios por el amigo y por el enemigo. Agradecer es la llave que abre la puerta a los tesoros. Gracias Dios porque provee y esa provisión es suficiente, y si así no lo fuera, es su gracia para con el hijo. La gratitud enseña a valorar y apreciar lo que se es, lo que se tiene y a los demás. Agradecer es dar a la Vida la mejor cara, la mejor sonrisa porque la Vida es buena. El agradecimiento es la chispa que enciende la mecha. Agradecer desde el corazón debería ser un mantra fundamental. Agradecer es tocar el Alma con las llaves del cielo.

El cuarto pensamiento es consecuencia del anterior, bendecir: El bien decir. Emplear la palabra para hablar bien y arrojar la mejor buena energía sobre esa empresa o proyecto. Bendecir no sólo es la obligación de los padres para con sus hijos. Bendecir es desparramar las mejores palabras e intenciones sobre el otro. Cuando se bendice se lanza al mundo una fresca palabra que volverá enriquecida al ciento por uno. Bendecir, en tiempos donde las personas se caracterizan por hablar de manera poco amable, lleva a que los seres humanos sean mejores y puedan encontrar sinergias en la vida. Se debe bendecir la vida, aún en su vulnerabilidad. Bendecir es un imperativo para que la vida sazonada con el merecimiento, la visualización, y la gratitud sea fructífera y abundante (Continuará…).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El abrazo del padre

El abrazo del Padre es la posibilidad de reencontrarse con la energía creadora y vital, es el aliento que llega hasta el alma. El Padre da la vida, la fecunda, la Madre la conserva, la cuida. El abrazo del Padre inspira la adoración de la humanidad y sana del resquebrajamiento de la depresión, hace mejores personas y muestra que en el camino por difícil que sea aún aguarda la esperanza de la sanidad divina. El Padre abraza hasta lo más profundo, conduce por el camino con la esperanza que alivia del dolor infectante que impide ver con precisión en la penumbra de la noche. Gracias al Padre se es quien se anhela ser en esta vida de vicisitudes y caídas que no dejan otra alternativa diferente de ponerse sobre los pies y retomar la faena. Un abrazo, tan sólo un abrazo del Padre, redime, sana y salva.

El Padre es fecunda energía creadora que se transmite de célula en célula y de mente en mente. Vibración cósmica, energía total, el abrazo del Padre estremece y hace vibrar. El abrazo del Padre es la mente universal inmersa en la humanidad que señala el camino para cada brote del Ser. El abrazo del Padre es un abrigo para el alma, la expresión de la seguridad en el presente y la confianza en el futuro. Padre es la palabra más poderosa que hay, es un mantra que invoca al Creador omnipotente, no en vano Jesús, el Cristo, al momento de su muerte en cruz, clamó con su último estertor: “(…) Padre en tus manos encomiendo mi espíritu (…)” (Lucas 23:46), procedemos del Padre y retornaremos al Padre. El Padre es el inicio y es el fin, cual ouroboros que se crea y se recrea en su infinito devenir.

Con el abrazo del Padre son posibles las siete maravillas del mundo, como expresiones del ser: Se posibilita ver la luz que, encandila, pero muestra el camino con la confianza de llegar hasta el final; escuchar para auscultar su voz cálida pero poderosa que musita la palabra que tanto se desea; tocar la materia y cada fibra del Ser; probar del agua de vida que mana de su copa; sentir en lo más hondo del Ser la sustancia infinita de la generosidad y la bondad; la sonrisa que precede a la risa, la carcajada que aflora en su esplendor; y el amor, de tal manera ama el Padre al mundo que ha dado a su hijo por todos (Juan 3:16).

No hay hijo sin Padre, no hay Padre sin hijo. Los hijos son de las Madres y las Madres son de los hijos, pero el hijo viene por el Padre. De la relación con el Padre dependerán el éxito o el fracaso de las relaciones futuras de los hijos y en especial de las hijas para con sus parejas. Mucho del odio, del resentimiento social, de la enfermedad mental y de las troneras afectivas  parten de la pésima o nula relación para con el Padre, por ello la imperiosa necesidad del abrazo del Padre. Si los humanos fuesen conscientes de ello, saldrían presurosos a abrazar al Padre. Dicen que Madre no hay si no una y es verdad, pero también es verdad que el Padre es único porque suministra el aliento vital que fecunda el óvulo.

Sanar la relación con el Padre es sanar la vida, sanar la existencia y sanar el mundo. Reconciliarse con el Padre, no importa quién sea Él, es una obligación personal. No le corresponde al hijo juzgar al Padre, si es o ha obrado correcta o incorrectamente, simplemente es el Padre la célula que se requería para forjar la vida. Es un privilegio proceder del Padre, al hijo le corresponde sólo agradecer por la energía vital, con ello basta. Hallar el tórrido abrazo del Padre es encontrar el sentido de la vida, jamás habrá depresión alguna. Nunca se amará bastante, pero como el abrazo del Padre no hay. ¿Aún sigues sin reconciliarte para con el Padre?

 

Post escriptum: Felicitaciones al Diario El Frente de Santander y a sus lectores por su Octogésimo aniversario, ¡Enhorabuena!