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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: MIGUEL URIBE

Entre el duelo y la manipulación

El asesinato del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, un hecho lamentable y doloroso que debería habernos convocado a la reflexión serena y a la reafirmación del valor de la vida, terminó convirtiéndose en un escenario de utilización política y mediática. Lo que pudo ser un espacio de duelo colectivo se transformó en una tribuna donde se reforzó la polarización y se avivaron resentimientos, incluso bajo el amparo de mensajes que, paradójicamente, hablaban de paz.

El sepelio, más que un acto de despedida respetuosa y solidaria fue usado como plataforma para emitir mensajes cargados de tensiones y divisiones. En lugar de promover un clima de perdón y reconciliación, la tragedia se instrumentalizó para insistir en la idea de que la política es un campo de enemigos irreconciliables. La paradoja resultaba evidente, ya que se mencionaba la palabra “paz” mientras se alimentaban sentimientos de revancha, como si el lenguaje se redujera a un recurso retórico y no a un compromiso ético.

 

El tratamiento mediático y político del sepelio dejó entrever un mensaje simbólico inquietante, pues se reafirmó el concepto de que existen familias destinadas a dirigir el país, como si sobre ellas pesara un mandato “natural” de perpetuar su hegemonía. Familias que, en muchos casos, no han estado dispuestas a renunciar a privilegios acumulados en medio de contextos de violencia, corrupción o connivencia con estructuras de poder excluyentes.

Bajo la autoproclamación de “gente de bien” se levanta un muro simbólico que divide a la sociedad entre quienes se asumen herederos legítimos del poder y quienes, se atreven a cuestionar ese orden establecido. En este escenario, la tragedia se convierte en vehículo para reafirmar la narrativa de que la nación solo puede ser conducida por unos pocos, mientras se deslegitima a los sectores que demandan transformaciones y que hoy participan en el gobierno. Se repite la vieja fórmula de los incluidos y los excluidos.

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En este proceso se olvida, además, la historia de genocidios, magnicidios y asesinatos sistemáticos contra lideresas y líderes sociales, políticos y defensores de derechos humanos comprometidos con la equidad y la justicia social. Este olvido selectivo revela una voluntad de invisibilizar violencias que han marcado profundamente a los sectores más vulnerables, mientras se refuerza un relato de victimización que justifica la conservación de privilegios.

Las grandes empresas de comunicación, lejos de propiciar un debate equilibrado, amplificaron selectivamente las voces que buscaban culpar y señalar, profundizando la fractura nacional. La cobertura, más que plural, se orientó a sobredimensionar el dramatismo y a moldear una narrativa de confrontación. En la lógica de la inmediatez, se olvidó que el periodismo no solo informa, sino que también configura marcos de interpretación. Al optar por titulares cargados de emotividad política, los medios renunciaron a su papel de mediadores y se convirtieron en actores de la contienda.

El uso de la palabra “paz” en discursos que incentivaban la confrontación es quizás el signo más doloroso de la manipulación. Convertir la paz en un eslogan de disputa, en lugar de un horizonte compartido, degrada el sentido mismo de una palabra que tanto necesita Colombia. La paz no puede ser invocada como consigna para legitimar tensiones; debe ser una práctica constante de reconciliación y un esfuerzo por construir instituciones, memorias y relatos comunes.

A quienes, dicen querer un país en paz y practican todo lo contrario, hay que recordarles que ello exige revisar políticas económicas que han relegado a las mayorías a la exclusión, la precariedad y la pobreza. La paz no puede ser la espera eterna de la ciudadanía. Si se quiere avanzar hacia una verdadera reconciliación, se debe estar dispuesto a la equidad, a desmontar estructuras injustas y a reconocer que la dignidad nacional solo florecerá cuando la vida y la justicia social sean patrimonio de todas y todos.

Luis Emil Sanabria D

Fiscalía captura a un cuarto hombre señalado de participar en el atentado a Miguel Uribe

William Fernando Cruz González fue capturado por orden de la Fiscalía General de la Nación señalado de participar en el intento de asesinato al senador Miguel Uribe Turbay.

De acuerdo con la investigación de la Fiscalía, Cruz González ayudado en la huida a Katerine Hernández, alias ‘Gabriela’, y a alias ‘El Costeño’ luego de que el menor de 14 años cometió el atentado en contra del congresista, lo que lo convierte en una pieza clave en el entramado logístico de los hechos que conmocionaron al país.

 

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Cámaras de seguridad captaron a alias ‘El Costeño’ el día del intento del asesinato en compañía de ‘Gabriela’, coordinando los movimientos del menor de 15 años que ejecutó el atentado.

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Silencio en serio por Miguel Uribe

El palo no está para cucharas, mientras el pronóstico médico del senador Miguel Uribe Turbay sigue siendo precario, la ciencia galena invoca milagros. Pero más allá del drama humano, que no puede ni debe minimizarse, también estamos obligados a revisar la nueva Marcha del Silencio que, sin caudillos, sin presupuesto, sin buses pagados ni arengas coreografiadas, logró lo que muchos gobiernos sueñan y no consiguen, en un estallido de respaldo popular legítimo atiborrando las principales plazas del país.

La comparación con la movilización liderada por Jorge Eliécer Gaitán en febrero de 1948 es inevitable. Aquella marcha del silencio fue un grito silencioso contra la violencia política de la época, contra el odio sectario entre liberales y conservadores que luego estallaría con el asesinato del caudillo del pueblo en el tristemente célebre Bogotazo. Setenta y siete años después, la historia se repite trágicamente, aunque esta vez no hubo directamente una convocatoria de caudillos, pero sí una causa abstracta que recoge el sentir de la clase política y golpea la salud de la democracia mediante un brutal atentado contra un precandidato sin favoritismo en las encuestas, pero con un valor simbólico indiscutible.

 

Las marchas, ayer como ahora, simbolizan la expresión del alma política de la nación, pero también profundizan la división del pensamiento de cada ciudadano, cuando el conglomerado social avanza en un río desbocado de gente atiende a sus emociones y no a la razón. Esta marcha con un fin altruista de solidaridad y profunda reflexión espiritual por la salud de Miguel Uribe se convirtió  rápidamente en un mitin político de odios y recelos políticos donde afloran sales en la herida reciente y no tardaron en revivir los resentimientos, consignas partidistas, provocaciones disfrazadas de unidad y uno que otro “fuera Petro”.

Lo realmente simbólico no fue solo la magnitud de la movilización, sino la ausencia de un liderazgo formal. La marcha del 15 de junio de 2025 fue un síntoma claro de la orfandad política que vive el país.

Colombia clama por líderes capaces de encarnar causas comunes, pero ante su ausencia, lo que queda es un reflejo casi instintivo de civismo puro. La marcha no tuvo un convocante oficial, pero sí muchos pretendientes oportunistas sin proyecto ni ideas que se pelean el derecho de interpretarla, de capitalizarla, de leer en ella un mandato popular que nadie les dio. Se olvidan de que el mensaje era, o debía ser,  la unidad frente a la violencia, no un trampolín para sus aspiraciones personales.

Colombia no solo está herida por las balas, sino enferma de una profunda pobreza intelectual basado en una clase dirigente que ha confundido el liderazgo con la propaganda, el programa con el eslogan, y la responsabilidad con el culto al ego. Deberían hacer una pausa en el camino y recordar el punto de partida: unidad frente a la violencia política que se avecina. Porque Colombia está democráticamente enferma de violencia por carencia de ideas, su materia prima se basa en líderes políticos miopes sin horizontes.

El sistema electoral de 2 vueltas presidenciales funciona cuando hay pocos partidos fuertes, experimentados, históricos y de estructuras ideológicas claras, pero que por supuesto no favorece a personajes individuales mesiánicos: aprendices de caudillos populares o candidatos con marcas, símbolos nombre o apodos impostados por agencias de marketing comercial pero vacías de contenido, que estarán “obligados” a presentarse para las próximas elecciones de alcaldías y gobernaciones. Eso constituye el triste juego al que someten la democracia, y conlleva al desaparecimiento del centro insípido que no representa nada por ahora.

Paradójicamente las encuestas casi siempre favorecen el panorama para los enanos políticos del centro, ya que la gran mayoría del electorado colombiano desea un centro político robusto, serio, capaz de representar los valores fundamentales de la democracia liberal: inclusión social, separación de poderes, respeto por la diferencia, estabilidad jurídica y progreso con equidad. Pero ese centro, en lugar de articularse en una propuesta sólida y coherente, se presenta como un mosaico de egos en competencia, como un desfile de precandidatos convencidos de que el país los necesita, aunque ni el país los conoce ni ellos conocen al país. Ese “gigante invisible” que debería ser el centro político colombiano hoy parecen retazos partidistas, sin narrativa, sin equipo, sin proyecto. Un desfile de egos ayudados por agencias de marketing, que en vez de producir una convergencia, empuja a los electores hacia los extremos.

Lo advierte con lucidez el profesor Moisés Wasserman: si no aparece una opción creíble en el centro del espectro político, los ciudadanos terminarán eligiendo entre tres opciones igualmente tóxicas: abstenerse, votar por el que menos repulsión genera o simplemente votar en blanco. Cualquiera de las tres es una derrota para la democracia representativa, pero también un síntoma de su falta de renovación. Porque el problema no es solo la polarización sino es el vacío en el medio que es tan peligroso como el extremismo. Sin una opción de centro viable y coherente, el debate político colombiano se reduce a una batalla de extremos donde no hay puentes, y en medio de esa guerra, los problemas reales del país como la inseguridad, la pobreza, la corrupción, la exclusión territorial, etc., quedan invisibilizados por el espectáculo.

La Marcha del Silencio demostró que Colombia puede movilizarse sin necesidad de caudillos, que  todavía hay una ciudadanía dispuesta a alzar la voz, aunque sea en silencio, por causas comunes. Pero también dejó en evidencia que esa movilización carece de norte si no hay un liderazgo que la interprete con generosidad, sin afanes protagónicos, sin instrumentalizar el dolor.

Miguel Uribe Turbay, sin pretenderlo, se ha convertido en un símbolo: el de una democracia herida, vulnerable, asediada tanto por la violencia como por la mediocridad política. Su incierta recuperación nos invita a preguntarnos si este país aprenderá a traducir el silencio en acción y la indignación en propuesta, porque cuando no hay nada que proponer, es mejor hacer un silencio en serio, señoras y señores políticos.

Luis Fernando Ulloa

¡No al asesinato de líderes sociales y políticos!

Colombia no puede volver a caer en el círculo del terror que marcó los años noventa, ni rendirse otra vez ante las fauces del narcoterrorismo.

Hoy, las redes sociales —ese llamado quinto poder— han descentralizado la comunicación. Ya no está exclusivamente en manos de los grandes medios. Voces independientes, tiktokers, influencers y líderes de opinión están narrando una realidad que muchos intentan silenciar: la profunda injusticia social que atraviesa nuestro país.

 

Por eso, alzamos la voz para exigir condiciones reales de seguridad y protección efectiva para quienes defienden los derechos humanos y construyen, día a día, un país más justo.

Lo sucedido en Bogotá y Cali no es un hecho aislado: es la punta del iceberg. Cientos de líderes y lideresas han sido perseguidos, amenazados y asesinados. Aunque se refuercen sus esquemas de seguridad, sus vidas quedan marcadas. Vivir bajo escolta no es vivir: es sobrevivir.

Si realmente aspiramos a la paz, debemos empezar por desarmar los corazones, fomentar la reconciliación y el respeto mutuo. Pero, ¿están dispuestos quienes han detentado el poder durante décadas a permitir ese cambio? ¿Cuánto les incomoda un gobierno que busca redistribuir privilegios y garantizar derechos?

Este gobierno ha puesto en el centro del poder a los históricamente excluidos: afrodescendientes, indígenas, campesinos, sectores populares, diversidades sexuales y juventudes marginadas. Ha llevado recursos a territorios olvidados, pero muchas de estas acciones siguen siendo invisibilizadas por medios que privilegian el escándalo sobre el reconocimiento.

La violencia política en Colombia tiene un patrón cíclico, que se agudiza en cada periodo electoral. Desde los años noventa —con los asesinatos de Pizarro, el atentado contra Antonio Navarro, y el genocidio impune contra la Unión Patriótica— se han acallado sistemáticamente las voces que proponen un país distinto.

La reciente marcha del silencio, paradójicamente, me deja muda. Claro que hay que marchar por la vida. ¡La vida es sagrada! Y es una lástima que el profe Mockus se haya alejado del verde: su presencia, como la de Navarro, sigue siendo un faro. Cada gesto suyo conmueve. Pero incluso sus llamados a la unión y reconciliación hoy me resultan difíciles de procesar. ¿Reconciliación con quién? ¿Con quienes nunca han querido reconciliarse? ¿Con quienes siguen estigmatizando y excluyendo?

Yo me reconcilio con quienes también quieren hacerlo conmigo. No con quienes me niegan, me despojan o me juzgan. ¿Qué futuro le espera entonces a la dejación de armas? ¿Qué sentido tiene hablar de paz si seguimos social y emocionalmente sindicados?

Ahora todos parecen expertos en derecho constitucional, lo defienden con fervor… pero en 1991 eran pocos los que realmente lo apoyaban. Muchos de quienes hoy lo invocan, entonces lo habrían rechazado.

Mientras tanto, nadie habla de lo que pasa en los barrios: robos, asesinatos, desapariciones. Tal vez por ellos sí marcharía. Porque no tienen voz ni medios. Son el pueblo: los “nadies”, los “de a pie”, los que sostienen este país sin que se les reconozca nada.

Cientos de jóvenes siguen atrapados en la pobreza estructural, marginados por el hambre, mientras un Congreso protege sin pudor los intereses de sus patronos como si fueran los del pueblo.

El debate entre la vida y la muerte no se reduce a una figura pública. Se juega cada día en la suerte de miles que no dependen de redes sociales ni de pantallas, sino de la voluntad de sobrevivir con lo justo.

Quitémonos las gafas del privilegio. Miremos de frente lo que está ocurriendo. Y no solo en Colombia: el planeta entero está al borde. El clima es cada vez más errático. El nivel del mar ha subido entre 20 y 23 centímetros desde 1880, producto del derretimiento de glaciares, la expansión térmica de los océanos y un modelo económico basado en la depredación: petróleo, minerales, agua, vida.

El pastoreo masivo para la producción de carne ha destruido suelos fértiles. Estamos presos del dinero, atrapados en un consumo compulsivo que promete placeres inmediatos y nos aleja de los procesos profundos y necesarios.

El mundo también se debate entre la vida y la muerte. Cada vez más caliente. Cada vez más desigual. Y en esa lucha por la equidad, los pueblos han puesto los muertos. Porque la verdadera diferencia está entre un modelo que distribuye con justicia y otro que concentra con violencia.

Es tiempo de mirar con otros ojos. Es tiempo de actuar.

Marcela Clavijo

Imputan cargos Catherine Martínez, quien estaría involucrada en el atentado al senador Miguel Uribe

La Fiscalía General de la Nación presentó ante un juez de control de garantías a Catherine Andrea Martínez Martínez, quien habría participado en la planeación de toda la operación que tuvo que con el atentado al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ocurrido el pasado 7 de junio en Bogotá.

Martínez deberá enfrentar cargos por los delitos de tentativa de homicidio agravado; fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, accesorios, partes o municiones; y uso de menores de edad en la comisión de delitos. Los cargos no fueron aceptados. La audiencia de solicitud de medida de aseguramiento en contra de la investigada se realizará el próximo martes 17 de junio.

 

Esta mujer fue capturada en Caquetá. Según la investigación, Martínez quien no aceptó cargos, habría estado presente en el vehículo donde el menor que ejecutó el ataque procedió a cambiarse de ropa y recibió el arma utilizada.

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Somos más que la violencia

El reciente atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay no solo es un ataque contra una persona o una corriente política: es un atentado contra la democracia misma, contra la posibilidad del debate y la diferencia, contra el derecho de todos los colombianos a vivir sin miedo. Como ciudadanos, más allá de las posturas ideológicas, debemos levantar la voz para rechazar de manera categórica cualquier forma de violencia política.

Colombia lleva décadas cargando con una historia marcada por la polarización, la intolerancia y la eliminación del otro como método de disputa. Esa historia ya nos ha costado demasiado: vidas, familias, territorios y oportunidades. No podemos permitir que el odio nos siga dictando el rumbo. La política no puede seguir siendo una trinchera de agresiones, sino un escenario de ideas y construcción colectiva.

 

El atentado contra Miguel Uribe debe dolernos a todos. Hoy es él, mañana puede ser cualquier otro. Nadie que participe en la vida pública —sea de derecha, de izquierda o de centro— debe temer por su vida por expresar lo que piensa. Si no hay garantías para disentir, entonces no hay democracia posible.

Es momento de reconocer que lo que nos une como colombianos es mucho más fuerte que lo que nos divide. Nos une el deseo de un país en paz, con oportunidades, con justicia. Nos une el anhelo de ver a nuestros hijos crecer sin miedo, de vivir en un país en el que no se asesine por pensar diferente. No podemos dejar que los violentos se adueñen del destino nacional.

La violencia no puede tener cabida en una sociedad que busca reconciliarse. Los verdaderos enemigos de Colombia no están en la otra orilla ideológica, sino en quienes usan las armas, el terror y la intimidación para imponer su voluntad. Contra ellos debemos unirnos, sin matices, sin excusas, sin cálculos.

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Este momento exige grandeza, exige unidad. No para borrar nuestras diferencias, sino para reafirmar que por encima de ellas está el valor de la vida, el respeto por el otro y el compromiso con una nación que quiere dejar atrás el miedo. Rechacemos la violencia, defendamos la democracia y recordemos que no somos enemigos: somos compatriotas.

Gustavo García

Exviceministro del Interior

El ministro del Interior no descarta que tras el atentado a Miguel Uribe podría estar alias ‘Mordisco’

El ministro del Interior, Armando Benedetti, aseguró que el Gobierno evalúa si el atentado en contra de Miguel Uribe habría tenido relación con los hechos violentos que se presentaron en la mañana de este
martes.

“Hay hipótesis que indican que los atentados de esta mañana pueden estar relacionados con el ataque a Miguel Uribe Turbay. Hemos hecho tres consejos de seguridad, es decir, unas 15 horas, en dónde se están evaluando las pruebas”, indicó el jefe de la cartera.

 

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Así mismo, el ministro del Interior calificó los hechos como actos cobardes, “los actos terroristas son cobardes, a mansalva y contra.

“Las hipótesis indican que quien está poniendo las bombas hoy tiene que ver con el atentado del sábado. Estamos pensando en Iván Mordisco y las disidencias, quienes son narcotraficantes y quienes además trabajan de la mano de otros narcotraficantes internacionales”, agregó.

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Petro asegura que la Policía está infiltrada

Durante la reunión de la Comisión Nacional de Garantías y Seguimiento a los Procesos Electorales, el presidente de la república, Gustavo Petro, preguntó por la razón para que el esquema de seguridad del senador Miguel Uribe Turbay el día del atentado contara con tres personas cuando debería tener siete.

“He averiguado quién era el que tomaba las decisiones del esquema de seguridad, si era la UNP o Policía. Lo que dice hasta ahora, es que tenía la conducción de la Policía. La oposición tiene desconfianzas al Gobierno, pero la Policía está fuertemente infiltrada”, afirmó.

 

Una vez más el primer mandatario insistió en la existencia de una junta del narcotráfico y aseguró que esta habría infiltrado a la Policía.

“En las reuniones de la junta del narcotráfico en Bogotá va un funcionario del Estado”, afirmó. Dijo además que le habrían hecho seguimientos al hijo del senador Uribe Turbay.

«Sé que el hijo de Miguel Uribe tenía seguimientos del colegio. Todo esto es muy difícil, pero debemos tener cabeza fría», señaló.

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Fiscalía imputará al menor que disparó contra Miguel Uribe

La Fiscalía imputará los delitos de intento de asesinato y tenencia ilícita de armas al menor de 15 años sospechoso de atentar este sábado contra el senador y aspirante a la presidencia, Miguel Uribe, que sigue extremadamente grave tras recibir varios disparos por la espalda durante un mitin en Bogotá.

El organismo va a solicitar en las próximas horas la imputación de estos dos delitos al joven que ha sido detenido mientras portaba un arma de fuego tipo pistola Glock en el barrio de Modelia de la localidad de Fontibón en el oeste de Bogotá, donde, además de Uribe, resultaron heridas dos personas más.

 

Así las cosas, se espera que el sospechoso declare ante un juez para determinar su responsabilidad en el atentado y la existencia de posibles conexiones con organizaciones criminales, que habrían instrumentalizado al menor. De hecho, en las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del barrio donde Uribe fue atacado, se escucha al joven afirmar en el momento de su detención «perdón, lo hice por plata, por mi familia».

El senador y aspirante presidencial sigue extremadamente grave, según el último parte médico distribuido por el hospital de la Fundación Santa Fe de Bogotá, donde este pasado sábado fue intervenido de urgencia tras recibir dos disparos por la espalda durante un mitin en la capital del país.

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¿Y si bajamos el tono?

Estaba pensando en escribir sobre la importación de energía, pero llama aún más la atención lo que estamos viviendo actualmente en nuestro país y lo sucedido con el senador y precandidato presidencial, Miguel Uribe Turbay.

Es cierto que una campaña política, la que sea y lo hemos visto, trata de debatir diferencias, propuestas y búsqueda de como hacer quedar a su contrincante sin palabras para luego declarase victorioso, buscando la credibilidad de la ciudadanía para tal fin.

En cierta ocasión le preguntaba al hoy alcalde de la capital Bogotana, Carlos Fernando Galán ¿Cómo hacer para que la polarización y el odio no acreciente en campañas electorales? Su respuesta más que lógica, fue contundente, “Es muy complejo ya que una alimenta la otra”.

Y desafortunadamente es lo que hemos visto en los precandidatos, Vicky Dávila su foco siempre será buscar donde, cuando y como esté el presidente para buscar el ataque… Gustavo Petro quien le ha dado todo el interés y ha buscado su escalada, le responde; pero más allá, las propuestas no se ven.

Claudia López,  tiene que buscar en la centro derecha lo que perdió en la izquierda porque no es creíble, su tono ya no es de apoyo al presidente como en el año 2022, sino un tono de fracaso presidencial para la izquierda colombiana.

Paloma Valencia, aunque estudiosa, no puede quedarse atrás, el nivel debe subir y con la búsqueda de la seguridad sabe dónde darle duro al presidente; Maria Fernanda Cabal, es otra senadora que por su talante y papel político la ha llevado a confrontar de manera contundente buscando la herida.

Por otro lado tenemos un presidente que se le ha derrumbado el gobierno, que aunque no es un buen administrador sabe de política y entiende que su legado radica en la presión social, las reformas y en la búsqueda de un sustituto para que  sus banderas tengan continuidad, llevándolo a retar a las instituciones, al congreso y sabiendo que es el todo o nada.

Lo que no entienden es que cuando sé es figura pública, se tiene una responsabilidad con la ciudadanía… con ella los intereses responden, así como lo hicieron con el Senador Miguel Uribe, así como lo pueden hacer con cualquier otro, porque el odio y la rabia se alimenta desde el discurso y es transmitido como orden hacia el pueblo.

Decirle a una persona que no piense diferente no tiene lógica, es más, desde la diferencia se construyen las propuestas más realistas porque se visualizan todos los frentes ocultos de sí mismo con el apoyo de otro pensar.

No quiero hablar del lenguaje específico que ha adoptado cada candidato, el tono hay que mesurarlo, no avivar el odio y la violencia… se trata de buscar consensos y de entender que un acuerdo o lenguaje mal interpretado puede ser la muerte de muchos en el territorio, en ese territorio para el que buscamos un beneficio con el líder que piensa construirlo y que debe ser diferente a la muerte.

 

Iván Santisteban

Tres posibilidades y un hecho

La noticia del atentado al precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe Turbay este sábado, cuando salía de una reunión política en Bogotá, estremeció al país sudamericano y le hizo recordar sus peores épocas de la violencia en las décadas de 1980 y 1990. (BBC, 8 de junio de 2025)

Aunque me hubiera encantado seguir escribiendo sobre sostenibilidad —centrándome en los retos de la economía verde, ESG, finanzas de impacto, entre otros—, me resulta imposible concentrarme en esos temas tras conocer las terribles noticias del atentado contra Miguel Uribe, precandidato presidencial de Colombia, ocurrido el sábado pasado. Al momento de escribir este artículo, el hospital que lo atiende ha confirmado que su estado es de máxima gravedad.

 

Hoy predominan la confusión y las especulaciones, alimentadas por mensajes, videos y fotografías que circulan en redes sociales. Sin embargo, lo primero y más urgente es rodear al señor Uribe y a su familia con solidaridad y esperanza, y desear profundamente su recuperación. La reacción inicial debe ser, sin duda, profundamente empática.

No obstante, esa empatía no debe impedir un análisis sereno de lo ocurrido. El humanismo que muchos expresan —producto del impacto de la noticia y del estupor que naturalmente genera— no puede reemplazar el examen riguroso de los hechos y de sus posibles repercusiones, no solo en el proceso electoral, sino también en lo que queda de la administración Petro. Empatía y análisis no se excluyen.

Lo primero que debemos entender —nos guste o no— es que, aunque no sea lo ideal ni una reacción deseable frente a una tragedia como esta, el atentado será instrumentalizado políticamente por algunos (o incluso todos) los partidos y actores políticos del país. Los fines de esa instrumentalización serán múltiples: influir en las elecciones, posicionar a un candidato, desprestigiar a un adversario, ralentizar aún más los trámites en el Congreso o ganar simpatías dentro de sus propias colectividades. Por eso, debemos —y ya deberíamos haberlo aprendido— estar preparados para este tipo de reacciones.

Lo segundo: este atentado no beneficia al actual gobierno. El contexto de esta administración en materia de seguridad es, en el mejor de los casos, muy desfavorable. La política de “paz total” ha fracasado estrepitosamente: falta de coordinación entre el Ejecutivo y las Fuerzas Armadas, incremento de la violencia en regiones estratégicas, y expansión de grupos armados durante los ceses al fuego. A esto se suma la ausencia de una estrategia clara y realista para negociar con múltiples actores criminales, lo cual ha erosionado gravemente la credibilidad del Gobierno y sus resultados.

Por lo tanto, sería insensato pensar que el Gobierno podría haber buscado —o siquiera contemplado— una acción tan demencial como esta. No hay razón para sumarle más desprestigio a su ya cuestionada política de seguridad con un atentado contra un precandidato presidencial. Sería, criminal y absurdo. Al contrario, el Gobierno debe hacer todo lo posible para evitar quedar en la historia como aquel que permitió el regreso de los atentados políticos al más puro estilo de las décadas de los 80 y 90.

En tercer lugar, es previsible que la oposición salga fortalecida —e incluso, con algo de fortuna política, unificada— tras este atentado. Siguiendo la lógica de la instrumentalización, es probable que este hecho sirva como catalizador para reagrupar a las fuerzas opositoras. Los miembros de esas colectividades, y quienes comparten sus ideas, serán probablemente más contundentes, críticos y vocales en sus señalamientos contra el Gobierno.

Las tres ideas anteriores son escenarios posibles. Pero en cuarto lugar hay una realidad innegable que vivimos a diario: el discurso incendiario del presidente Gustavo Petro contribuye a crear un ambiente donde atentados como el ocurrido pueden volverse más probables. Aunque es evidente que ese discurso —cargado de división, antagonismo y confrontación— favorece políticamente al propio Petro, él y su equipo deben ser plenamente conscientes de que, en un país plagado de intereses oscuros e ilegales —narcotráfico, bandas criminales, disidencias armadas, corrupción— no es admisible lanzar ciertos mensajes.

Con tantas armas en circulación, como ocurre en Colombia, el jefe de Estado no puede permitirse agitar aún más los ánimos con afirmaciones como estas:

Contra las élites y el poder económico:

“La oligarquía colombiana es asesina, es mafiosa y se alimenta de la sangre del pueblo.”

  • (Discurso en campaña, 2022)

“Ellos, los ricos, han vivido del robo del Estado toda la vida. Ahora chillan porque llegó el pueblo al poder.”

  • (X, 2023)

“¿Quiénes han sido los verdaderos criminales de este país? ¡Los banqueros, los paramilitares de corbata!”

  • (Universidad del Valle, 2019)

Contra los medios de comunicación:

“Semana, Caracol, RCN… son el cartel mediático del odio. No informan, manipulan.”

  • (X, diciembre 2023)

“Los grandes medios quieren volver al uribismo porque es un régimen donde pueden vivir de la corrupción.”

  • (X, septiembre 2023)

Contra la fuerza pública y sus líderes:

“Hay generales que no quieren la paz porque perderían los negocios de la guerra.”

  • (Discurso en Cauca, 2023)

“Los altos mandos no sirven al pueblo, sirven a los terratenientes y a la mafia.”

  • (Entrevista en campaña, 2022)

Contra instituciones del Estado:

“La Fiscalía es un nido de ratas al servicio de los corruptos.”

  • (X, enero 2024)

“El Congreso se ha convertido en un burdel de intereses privados disfrazado de democracia.”

  • (Discurso en Plaza Bolívar, 2023)

Contra opositores y ciudadanos que no lo apoyan:

“Los que marchan contra el Gobierno son los idiotas útiles del poder mafioso.”

  • (X, noviembre 2023)

“No hay peor enemigo del pueblo que el propio pueblo cuando se arrodilla ante sus verdugos.”

  • (X, abril 2024)

La actual administración, hasta donde se sabe, no tiene relación alguna con el atentado —y es fundamental que así sea. Sin embargo, sí es urgente que revise su estrategia política y, en particular, el nivel de confrontación que ha adoptado en su discurso. No se puede deslegitimar a quienes disienten llamándolos “paramilitares” o “idiotas útiles”. No se puede gobernar desde la estigmatización constante del oponente.

Lamentablemente, Gustavo Petro, su partido y muchos de sus seguidores han caído en la misma lógica de polarización que criticaron durante años: la que durante más de dos décadas ha caracterizado al uribismo. En ese sentido, ambas facciones políticas —aunque en orillas ideológicas distintas— se parecen cada día más. Y Colombia sigue atrapada en ese círculo vicioso.

Juan Camilo Clavijo

Atentado contra Miguel Uribe genera alertas que serán analizadas por la Comisión de Seguimiento Electoral

El ministro del Interior, Armando Benedetti, citó para este lunes de junio a las 2 de la tarde a la Comisión Nacional para la Coordinación y Seguimiento de los Procesos Electorales.

“Una instancia en la que trabajaremos conjuntamente para garantizar la seguridad y protección de las y los candidatos en todo el país para que sean ellos quienes puedan realizar sus actividades de campaña en todo el territorio nacional”, dijo el jefe de la cartera política.

 

Dicha comisión está integrada por los ministerios de Defensa, Relaciones Exteriores, Hacienda, Tecnologías de la Información, la secretaría de Transparencia de la Presidencia, las Fuerzas Militares y de Policía, la Unidad Nacional de Protección, la Unidad de Información y Análisis Financiero, la Dian, la Autoridad Nacional de Televisión, la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría, el Consejo Superior de la Judicatura, la Defensoría del Pueblo, el Consejo Nacional Electoral, la Registraduría, y por supuesto los partidos y movimientos políticos.

La reunión fue citada tras el atentado contra la vida del senador del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay.

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Miguel Uribe sale bien de la primera cirugía

Los médicos de la Fundación Santa Fe informaron que el precandidato y senador por el Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, salió bien de la primera cirugía.

Su estado de salud es estable según lo informó el personal de salud, quien dijo además que se encuentra en monitoreo permanente.

 

Seguidores del congresista convocaron a una marcha en Bogotá en rechazo al atentado contra la vida de Uribe Turbay. La manifestación tendrá inicio a las 10 de mañana en la Calle 72 con Carrera 7 en Bogotá de donde se dirigirán hasta la Fundación Santa Fe.

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Miguel Uribe demanda el Plan de Desarrollo de Petro

El Senador Miguel Uribe Turbay y el Representante a la Cámara Carlos Edward Osorio del Partido Centro Democrático, presentaron ante la Corte Constitucional una demanda de inconstitucionalidad por supuestos vicios de procedimiento en el trámite legislativo de la Ley  que expide el Plan Nacional de Desarrollo de Gustavo Petro.

Los congresistas de oposición consideran que no se brindaron las garantías propias del debate, porque según ellos, «las mesas directivas de ambas corporaciones optaron por votar en bloque el articulado impidiendo que se conociera su contenido y se debatiera artículo por artículo pese a la solicitud de varios congresistas, e incluyendo en la votación en bloque artículos nuevos que ni siquiera habían sido discutidos faltando ya no solo al principio de publicidad sino por supuesto al de confianza legítima, buena fe y moralidad».

 

Estiman además que el debate que se dio en las plenarias de Senado y Cámara no cumplió con la garantía de contar con el tiempo razonable y suficiente que les permitiría a los congresistas conocer, estudiar y debatir el objeto de la discusión de cada uno de los artículos propuestos,  «se optó por una votación acumulada sin advertirse las modificaciones realizadas en la ponencia a muchos de los artículos, y una lectura conveniente e incompleta de las proposiciones presentadas por muchos congresistas llevando a que la votación se realizada de manera desinformada».

Un tercer y último cargo  se fundamenta en la vulneración del artículo 161 de la Constitución Política de Colombia, ya que en la conciliación, el derecho y facultad de participar únicamente fue concedido a congresistas de partidos de gobierno negándole la posibilidad de hacerlo a los que hacen parte la oposición.