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Etiqueta: Paz total

Salvatore Mancuso regresó al país, según él, «a trabajar por la paz»

Tras su llegada a Colombia, el excomandante paramilitar Salvatore Mancuso dijo estar dispuesto para trabajar por la paz del país y aseguró que cumplir con sus funciones de gestor de paz.

Mancuso reafirmó su compromiso de comparecer ante la justicia las veces que sea requerido, afirmando que ha comparecido ante ella durante los últimos 17 años y reiterando su compromiso con la verdad, la reparación y la no repetición de los actos violentos que marcaron el conflicto armado colombiano.

 

Quiero honrar mi palabra con el señor presidente de la República, Dr. Gustavo Petro Urrego, quien me encomendó la tarea de ser gestor de paz y contribuir con tareas precisas a fin de materializar ese concepto en el cual creo fervientemente, la paz total”, afirmó.

Dijo además que trabajará para que se cierre el proceso que permitió la desmovilización de las autodefensas en Santa Fe de Ralito.

Tanto los excomandantes de las AUC como yo personalmente, estamos listos para instalar formalmente, tal y como usted lo anunció en su momento, la mesa técnica para el cierre definitivo de las negociaciones de Ralito», dijo.

Salvatore Mancuso fue extraditado a los Estados Unidos por el gobierno de Álvaro Uribe, quien consideró que desde las cárceles seguían delinquiendo.

Petro se merece el Nobel de Paz

No entiendo porque les extraña o les sorprende que a alguien se le haya ocurrido nominar a Gustavo Petro a Nobel de Paz, si este galardón o reconocimiento se hace a las personas que tienen anhelo y voluntad de buscar la reconciliación que ofrece el entendimiento entre las partes en conflicto para de esta manera lograr un mundo mejor.

Sin importar la difícil personalidad que caracteriza a Petro y su afán por hacer imposible los procesos, no se puede negar que no solo es un hombre que viene de la paz, sino que desde hace mucho la tomó como una motivación en su lucha política, y es claro que seguirá siendo su ideal aún después de que termine su período como presidente de Colombia, no importa si los resultados de su gestión como primer mandatario gustaron o no a una mayoría.

 

A quienes les pareció un mal chiste su nominación, alguien debería enseñarles que la búsqueda de la paz es un camino que implica despojarse de las ganas de obtener aplausos porque este es el camino más impopular para cualquier líder político, porque al primer tras pies que se presente, no pararán en lloverle críticas de los sectores opuestos quienes no dudarán en aprovechar el momento para hostigar y tratar de desbaratar lo poco que le quede de buena imagen.

Toda persona que busque la paz será objeto de burlas, y es normal que esto ocurra, mucho más si se trata de un país como Colombia, que, aun padeciendo los horrores de la guerra, se atrevió a decirle No a la paz, y que de ñapa eligió a un presidente que representaba el ideal político contrario a lo que significa este deseo.

No me extraña que Gustavo Petro sea visto con buenos ojos por una buena parte de la comunidad internacional, al fin de cuentas es el único líder político que supo entender que de nada sirve desarmar a un eslabón de la cadena de violencia cuando el resto de grupos armados van a seguir actuando en la ilegalidad haciendo males. Es por eso que el concepto de Paz Total es lo ideal, seguramente estaremos en desacuerdo en el cómo, y es ahí donde creo que el primer mandatario se equivoca porque no es dándole el estatus de beligerancia a las disidencias la mejor manera de lograrlo. En este caso es claro que se requiere un sometimiento a la justicia y lo mismo en el caso del Clan del Golfo.

Si Petro llegase a obtener el Nobel de Paz, personalmente estaré de acuerdo porque repito, este reconocimiento no es para aquel que convierta el infierno en un paraíso, el único que logra este fin es Dios. Este premio es para aquel que entiende lo que significa trabajar por la reconciliación, se despoja de su idea de buscar aplausos y alabanzas y persiste en su propósito, aun con toda la lluvia de críticas que le pueden llover.

Podré estar en desacuerdo con muchas de las formas en que Gustavo Petro gobierna; podré criticarlo por su capacidad para convertir en imposible un proceso sencillo, pero le reconozco su lucha por buscar la paz de un país influenciado por las pasiones desenfrenadas de una élite política perversa y malsana, heredera de una clase pudiente que recibió con aplausos a Bolívar cuando entró triunfante a la Bogotá de aquellos tiempos, la misma clase pudiente que meses atrás había felicitado a Pablo Murillo por haber retomado el control de la Nueva Granada con base en masacres y asesinatos.

Si Gustavo Petro se convierte en el segundo colombiano en obtener un Nobel de Paz, estaré en total acuerdo, porque se lo merece.

@sevillanojarami

Descongelar para avanzar

Cuando apenas estábamos recomponiendo el ánimo, y la mesa de conversaciones entre el Gobierno Nacional y el ELN superaba las dificultades que llevaron, a afínales de 2023, a la suspensión temporal de los diálogos y de todos los mecanismos establecidos en los acuerdos, y nos disponíamos a retomar los encuentros para la construcción del Mecanismos de Participación de la sociedad en el proceso de paz, encargado al Comité Nacional de Participación,  y se percibía en el ambiente un mejor ánimo luego de que esta organización anunciara el fin del secuestro extorsivo, ligado a la temporalidad del cese al fuego bilateral, y algunas personas estén recobrando su libertad, nuevamente nos sorprende un momento de crisis, esta vez decretada por el Comando Central del ELN, quien, congela su participación en la mesa de diálogo y  llama a consulta a su delegación.

La delegación de diálogo del Gobierno de Colombia respondió manifestando su plena disposición en avanzar en el desarrollo de los compromisos pactados, determinando que la responsabilidad de lo que estaba sucediendo a raíz de la decisión unilateral elena, solo le correspondía a esa guerrilla, señalándola de generar una crisis innecesaria, llamando a valorar lo avanzado en el proceso, los compromisos cumplidos por el gobierno, sus propios esfuerzos en función de la paz, sin reconocer un mínimo de corresponsabilidad en el asunto que motivó la posición unilateral de la guerrilla.

 

También algunos líderes de opinión y analistas de paz, entregaron sus valoraciones, algunas más argumentadas que otras, tratando de que sus discernimientos ayudaran de alguna forma a superar la crisis, que todos esperamos sea temporal, corta y productiva, propia de los procesos de diálogos que buscan superar conflictos de tantos años de antigüedad; por supuesto, también se alzaron la voces estridentes y retadoras, de quienes, bajo argumentos que colindan con ideologías guerreristas, se oponen a la solución política, pacífica y negociada del conflicto armado, montando bajo el amplificador de algunos periodistas, una serie de relatos que buscan justificar sus llamados a revivir fracasadas propuestas violentas.

Las crisis se dan, algunas son inevitables, otras se pueden prevenir y otras, una vez se hacen evidentes, hay que remediarlas a profundidad, no negarlas, esconderlas o condenarlas, hay que tratarlas buscando con el apoyo de agentes externos, si es necesario, la mejor forma de superarlas, convirtiendo las dificultades en soluciones concretas en beneficio, no de una u otra de las partes, sino de quienes sienten con más dolor y crudeza, los efectos de la confrontación, en este caso, la población colombiana, en todas sus expresiones sociales, políticas y económicas.

El ELN, seguramente está analizando la situación, haciendo uso de una tradición que dicen tener, y que privilegia la consulta, la participación con poder de decisión, y la coordinación, para la construcción de consensos y la toma de decisiones, esa misma tradición que reivindican, debe ser eje fundamental del proceso de paz, al menos el que con ellos se adelanta, y que hoy le pasa factura desde las regiones. El pueblo de Nariño, así como en otras regiones del país, exige diálogos participativos con poder de decisión, para superar las causas que generan los conflictos violentos que les afectan, y en esta justa reivindicación presionan, a pesar de los asesinatos, las masacres, los confinamientos y desplazamientos, la estigmatización y la extorsión de que son víctimas, a todos los actores armados y políticos de su región.

La gente está en medio del fuego cruzado entre los diferentes grupos armados, incluido el ELN, la gente está viendo como sus líderes y lideresas están siendo asesinados, o desplazados, por todos los actores armados que irrumpen en su territorio, desconociendo la autoridad y la autonomía de los pueblos étnicos. Los gremios siguen siendo objeto de la extorsión y del secuestro, los niños, niñas y adolescentes siguen siendo reclutados. Los gobernantes locales, que deberán abocarse en estos primeros meses de gobierno a generar una amplia participación ciudadana para construir los Planes de Desarrollo Locales, no pueden esperar, para convocar y construir participativamente soluciones, a los tiempos que la mesa de diálogo impone. El pueblo habla, el pueblo manda, hay que descongelar para avanzar.

En ese sentido, el ELN debería estar dispuesto a reconocer el poder de decisión del pueblo, y aceptar, luego de un proceso amplio y deliberativo, los mandatos que ese pueblo al que pertenecen, les entregue, no solamente producto de un mecanismo construido en las instancias y mecanismo definidos en la mesa de diálogo a la cual concurren, sino también en otros procesos participativos de iniciativa popular y territorial. Debe reconocer esta insurgencia armada, que si bien en los acuerdos hasta ahora pactados, se señala el compromiso del Gobierno Nacional de no establecer diálogos por separado con frentes de esta guerrilla, lo que según ellos motivó la crisis, y que todo se tramite en la mesa nacional de diálogo, este acuerdo también obliga, a que de su parte, se mantenga y garantice la unidad de mando, y la representación de toda la fuerza del ELN en el proceso de diálogo, tanto las de carácter armado, como las militancias que se manifiestan, como ellos mismos lo han dicho, a través de expresiones sociales y políticas. 

Hay que reconocer, con todas las dificultades y señalamientos que se puedan tener, que esta guerrilla, sus estructuras de dirección, sus frentes, combatientes y militantes, están demostrado un buen nivel de unidad orgánica, no el óptimo, pero si el real, lo que no niega que existan diferencias internas, como ocurre en toda estructura política y social. A mi modo de ver, esta organización, por primera vez, está asumiendo el reto de plantearse el abandono definitivo de la lucha armada, como forma de expresar su intención de realizar transformaciones sociales, políticas y económicas, que en su concepto, generan o justifican el uso de la violencia militar y es posible que este nuevo reto, les convenza, pensando en el bien común de la paz, la justicia social, la democracia y la equidad, de avanzar con propuestas audaces que hagan posible que, la población recupere el optimismo en el proceso.

El gobierno por su parte, debería mejorar su nivel de respuesta interinstitucional, coordinada y decidida, tarea que no le corresponde a la delegación en la mesa de conversaciones, ni al Alto Comisionado para la Paz. Esta es una tarea implícita en el Plan Nacional de Desarrollo, que se respalda con la Ley 2272 de 2022 (Ley de Paz Total) y que no debe obedecer a los vaivenes de las mesas de diálogo, sino al compromiso y convencimiento de todas las entidades públicas tanto nacionales como departamentales y municipales. Lamentablemente, lo seguimos expresando, instituciones como la Fiscalía General de la Nación, la Procuraduría General de la Nación, la Defensoría del Pueblo, y algunos gobiernos locales, no están involucrados en el propósito nacional de la paz, y por el contrario se empeñan con algunas de sus acciones en sabotear lo construido. Falta un mayor compromiso de las instancias responsables en proteger y garantizar la vida de líderes, lideresas sociales y firmantes del acuerdo de paz, y de garantizar su permanencia en el territorio y el accionar de las organizaciones sociales, comunales, étnicas, políticas.

Ojalá el ELN, descongele pronto los diálogos, el Gobierno afine sus mecanismos de coordinación y la sociedad aumente sus acciones de participación y movilización, que deben ser respetados por todos los actores armados. La construcción de la Paz no debe sacrificar el anhelo de la participación y el diálogo social que, se debe desatar en todas las regiones del país y que harán posible la construcción de un gran acuerdo nacional.

Nota: Tun, tun…latiendo con más fuerza. Ya viene.

Luis Emil Sanabria Durán.

Crisis en los diálogos con el ELN

La delegación de paz del Ejército de Liberación Nacional (ELN) anunció el «congelamiento» de los diálogos con el Gobierno de Colombia debido a supuestas violaciones del acuerdo pactado entre las partes.

«El Gobierno colombiano, por medio del (Alto) Comisionado para la Paz, las Fuerzas Armadas y la Policía, viene adelantando acciones violatorias a lo pactado en la mesa de conversaciones con la delegación del ELN. (…) Los diálogos entrarían en una fase de congelamiento mientras el Gobierno se disponga a cumplir lo acordado», reza un comunicado.

 

El ELN ha criticado que las autoridades hayan «montado un diálogo regional en (la región de) Nariño por fuera de dicho proceso nacional y desconociendo la delegación» y la mesa en la que «participa la comunidad internacional oficiando como garantes» con la presencia de la ONU y la Conferencia Episcopal.

«Esta situación, que se veía venir, fue expuesta formalmente en la mesa y, de seguir su curso, haría entrar en crisis el proceso de diálogo al violar los acuerdos. Al hacerse público tal montaje, disfrazado de diálogos regionales, el proceso entra en crisis abierta y nos vemos en la obligación de llamar a consultas a nuestra delegación», ha manifestado.

El Gobierno colombiano se encuentra en diferentes fases de conversaciones tanto con el ELN como con la disidencia del Estado Mayor Central (EMC) de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en las que ambos han prometido el cese de los secuestros y han llevado a un alivio humanitario en las comunidades más afectadas.Copiar al portapapeles

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Vamos a hacer un duelo para defender la Vida

A lo largo de nuestros años hemos visto llegar a “la pelona” reclamando la experiencia construida, los sueños cumplidos o no, los últimos suspiros, las arrugas y las canas. De forma natural aparece y se lleva a seres queridos, cuya existencia ya termina, cuyos años ya no se pueden cumplir. Pero también, lamentablemente, seguimos asistiendo al espectáculo de la barbarie causado por quienes invitan a la muerte, la seducen, la engañan y la traen, alegando toda clase de tretas. Le cambian la natural guadaña que marca y se lleva los últimos segundos de la vejez, por un fusil, una pistola, una granada o una motosierra, para arrancar de raíz la alegría, la esperanza, el compromiso, los sueños de algún amigo, amiga, lideresa social o constructores de paz.

Asistimos a la repetición del dolor, a la danza macabra de la desaparición y la sevicia en un país en donde está prohibida la pena de muerte. Una sociedad que, en su gran mayoría, todavía se resiste a ponerle fin a la tristeza, que se niega a hacer los duelos colectivos que impongan el fin de la violencia y que, entre hipocresías y verdades a medias, ruega por el respeto a la vida, de un lado, y suplica la imposición de la violencia del otro. Una sociedad que, en muchos territorios reniega del narcotráfico, pero le gustan los privilegios que generan los dólares y el dinero lavado, que señala al ladrón de la esquina, pero guarda silencio ante la corrupción y el clientelismo de cuello blanco, que le gustan los privilegios que se obtienen cuando un familiar o un amigo accede a un gran negocio mal habido, aunque justificado con la tradicional frase “el que no las hace, las ve hacer”.

 

Tenemos que decidirnos, los que todavía guardamos la esperanza, que seguro somos muchas y muchos en esta tierra, en esta pequeña esquina del continente, los que se conciben y crían, personas con altas cualidades humanas, que sienten la necesidad de luchar por la defensa y el goce de la vida a plenitud, por la felicidad, el amor y la alegría. Quienes hacemos rápidamente los duelos, descansamos un poco, miramos al suelo, suspiramos, tomamos una gran bocanada de aire, reímos y seguimos, nos estamos convocando este martes 20 de febrero en diferentes rincones del país; quienes aún creemos, quienes todavía soñamos haremos un duelo colectivo, para levantar el ánimo y exigir el cese de los asesinatos de líderes, lideresas sociales y firmantes del acuerdo de paz, para que, quienes se empecinan en hacer del pueblo su enemigo, desistan de las masacres, las desapariciones, las amenazas, los secuestros, las extorsiones y toda clase de atropellos contra la dignidad humana.

Vamos a hacer un duelo colectivo, para disponernos con más compromiso, a celebrar y defender la vida de quienes, en medio de las balas, los señalamientos y la persecución, se levantan todos los días con el ánimo afligido pero intacto, de aquellas y aquellos ninguneados que, a pesar de las amenazas, convocan a sus vecinos, a sus compañeros de sueños, se reúnen, se movilizan, levantan su voz y su mirada, para que, las reivindicaciones y los derechos no sigan estando archivados en el rincón de la exclusión propiciada por las violencias.

Vamos a alzar la voz por Isidro que, desde el Sur de Bolívar, en medio de ciénagas, ríos, montañas y llanuras, con su maletín terciado, recorre pueblos y veredas, sembrando la luz de la organización social, campesina, comunal, de pescadores y mineros. Por el líder que propició el desminado de Micoahumao, la asamblea constituyente popular, la mesa por la paz, y muchos otros procesos, que hacen posible que la palabra y el sueño de la paz se mantenga en una región en donde los grupos armados insurgentes y herederos del paramilitarismo, no dan tregua a la población civil. Por ese líder amenazado, que deambula desprotegido por las calles y ríos, montado en una lancha, un ferri o una bicicleta, para que su arrojo y compromiso se mantengan intactos y su grito llegue hasta las oficinas de quienes tienen en sus manos la posibilidad de protegerlo y aún no lo hacen.

Alzaremos la voz por Marly, por su compromiso con las mujeres víctimas del conflicto armado. Solo basta con escucharla hablar en alguna de las muchas reuniones que se realizan desde la Fundación Mujer Popular del Nororiente Colombiano, para comprender que en su espíritu y su cuerpo anida el compromiso y el amor por el Catatumbo y su gente. Años de lucha y de alzar la voz ante la guerra que desangra la región, años de exigir la paz y los acuerdos humanitarios, años de trasegar y movilizarse. Gritaremos desde la plaza de Bolívar de Bogotá, para que lo escuchen en todo Colombia, que ya no queremos que a Marly se le siga señalando, estigmatizando, amenazando. El secuestro del que fue víctima hace apenas algunos días, no puede volver a ocurrir, en ella, está representada la valentía y la solidaridad de la mujer catatumbera, de la mujer campesina, de la mujer popular.

Fuerza, fuerza, seguiremos gritando con Yeison, mayor coordinador de las guardias cimarronas de Chocó, promotor y capacitador de Guardias Indígenas y Cimarronas en Risaralda, Chocó, Antioquia, Cauca, Valle y Bolívar, para que su piel negra brille e ilumine los caminos de la convivencia y la paz de sus comunidades. Aunque algunos grupos armados, prohíban su ingreso al Litoral del San Juan, al Baudó o a otras zonas, aunque las amenazas y la estigmatización, utilizadas para deslegitimar su compromiso, sigan siendo utilizadas en su contra, el bastón de la convivencia seguirá marcando el paso en su lucha por el territorio, la autonomía, la cultura y el gobierno propio.

Nuestra palabra decidida rodeará a Águeda, la valiente gobernadora del cabildo Vende Aguja de Tierralta (Córdoba), para que su clamor de justicia, respeto y paz, llegue a los oídos de aquellos hombres y mujeres que quieren seguir haciendo del territorio del pueblo Zenú, un espacio para la violencia y la muerte. No le tiembla la voz, aunque el miedo se apodere momentáneamente de su espíritu y las manos le suden, para reclamar y exigirle a los grupos armados que, abandonen el territorio que le pertenece al pueblo ancestral, que suspendan los asesinatos de miembros de su comunidad, que cesen el reclutamiento de los niños, niñas y jóvenes indígenas, que pare la violencia. En la mirada de esta valiente gobernadora se aloja la resistencia y el amor que, exige del Gobierno Nacional y Departamental, garantías para su vida y la comunidad.

Masticaremos hoja de coca con Guillermo, abrazaremos el valle del cacique upar, la sierra nevada y la serranía del Perijá, rodearemos su lucha por la tierra y a la Asociación de Campesinos y Comunidades Sin Tierra del Cesar- ASOCAMTICE. Nuestro espíritu viajará con él, hasta el territorio kankuamo, a rodear la lucha de este pueblo guardián de la sierra nevada, por recuperar su territorio, su cultura y su lengua. Amenazado, señalado, estigmatizado, desplazado, con su acento vallenato, que no le deja mentir de dónde viene, reclama desde la Red de organizaciones Sociales, Campesinas, étnicas, Agrícolas y Rurales, tierra y dignidad para sus asociados, paz y reconciliación para las víctimas. En la Convención Campesina y la Cumbre Agraria, se escuchan sus propuestas y se reconoce su compromiso cotidiano en defensa de la vida. Las mafias que dominan el departamento del Cesar, se empecinan en callar su voz o debilitar su espíritu.

Por estas personas, por sus grandes historias de vida, rodeadas de dolor y compromiso, que representan a miles de líderes y lideresas sociales, amenazados y perseguidos, es que nos seguiremos movilizando, hasta que la vida triunfe y la muerte solo sea un momento en donde agradecemos la existencia y abrazamos la energía que se esparce por el universo, para hacer posible nuevas vidas, nuevos amores, nuevos sueños.

Luis Emil Sanabria Durán

A defender el gobierno del pueblo

A un año y medio de gobierno se han logrado sortear todo tipo de tramoyas e intentos de “golpes blandos” por parte de una clase dominante apoyada en los medios masivos de comunicación, su maquinaria de opinión y el poder corporativo que sustenta su aparataje. A esto se suma el intento de ruptura institucional gestado desde la Fiscalía de Francisco Barbosa.

Pero más allá de los riesgos que vive este gobierno atacado por todos los frentes y deslegitimado a punta de desinformación, vale la pena resaltar su vocación para la salida negociada al conflicto armado a su vez que a la superación de las causas estructurales que lo alimentan y reproducen como la concentración de la tierra en pocas manos y el despojo sistemático de la misma a comunidades campesinas y pueblos étnicos. Es de celebrar los cese al fuego pactados con el ELN, el EMC y organizaciones criminales de Buenaventura.

 

Hechos de paz

De cara al cumplimiento de la Reforma Rural Integral, “75.000 familias rurales disfrutan ahora de la formalización de la propiedad con la titulación de sus predios a nivel nacional. Más de 270.000 hectáreas fueron adquiridas (compradas, donadas o recuperadas) para el beneficio de 35.000 familias campesinas sin tierra (ANT, 2023). En términos de hectáreas entregadas y tituladas, a corte del 31 de enero de 2024, se presentan los siguientes resultados:

Hay que mencionar que los resultados en incautación de cocaína ha sido la más grande en la historia:740 toneladas de cocaína. Un golpe a las mafias que desangran los territorios.

La inversión social histórica y la presencia institucional en zonas marginadas como La Guajira y el Pacífico también son para resaltar. Estas acciones de Estado han dado como resultado la disminución de muerte infantil por hambre y falta de agua potable en estos territorios.

La ampliación de zonas de protección ambiental, la entrega de predios por la SAE a organizaciones sociales y campesinas, el reconocimiento de campesinos como sujeto de derechos y la voluntad de implementar el Acuerdo Final de Paz como base de la política de “paz total”, son razones suficientes para defender a este gobierno de los intentos golpistas que se gestionan en el marco de un avance regional y latinoamericano de la derecha.

En un país que registra 9 millones de víctimas, deberíamos enfocarnos en pensar la reconciliación en todos los niveles. La marcha del 8 de febrero en defensa del gobierno es una expresión más de la voluntad pacifista del pueblo colombiano, agotado de tantas guerras y sediento de las paces que vendrán.

Finalmente, advertir que se hace necesario revisar el Plan Marco de Implementación y los Planes de Acción para la Transformación Regional. Y en este sentido es clave adoptar una política pública estatal permanente de convergencia regional con el fin avanzar en el propósito de la transformación de territorios PDET.

Se necesita una política de Estado permanente que busque la convergencia regional y la inclusión real de los territorios PDET en lo   que Gaitán llamó el país político. Un avance importante es pasa por reconstruir la confianza de las comunidades PDET, ultrajadas por 6 años de incumplimiento sistemático.

Esperamos que la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU en el país sirva para darle un impulso definitivo a la política de paz que viene impulsando contra viento y marea este gobierno.

Encuentre aquí más columnas de Pedro Baracutao

El Gobierno y la Segunda Marquetalia inician diálogos de paz

El Gobierno y el grupo armado Segunda Marquetalia, encabezada por el guerrillero Iván Márquez, han anunciado el inicio de conversaciones para la firma de un «acuerdo de paz», dentro de los esfuerzos de «paz total» impulsados por el presidente Gustavo Petro.

El Alto Comisionado de Paz, Otty Patiño, y el propio Márquez suscriben el comunicado en el que anuncian el inicio formal de este «proceso de diálogos sociopolíticos», en el que Cuba, Noruega y Venezuela han sido llamados de nuevo a mediar. La ONU y la Iglesia católica ejercerán «acompañamiento» en estas conversaciones, para las que aún queda por definir la agenda y los protocolos de negociación.

 

Las partes se comprometen a «hacer todos los esfuerzos posibles para dignificar la vida de las colombianas y colombianos y contribuir a resolver los problemas que afectan las condiciones de existencia del ser humano», lo que pasaría por estimular «nuevas economías» o favorecer compromisos medioambientales.

«Coincidimos en la necesidad de llevar a cabo un proceso de paz ordenado, ágil, riguroso y respetuoso, que brinde tranquilidad y certezas a la sociedad colombiana en el compromiso genuino de la solución política y la construcción de la paz», han suscrito ambas partes.

En su nota, también coinciden en la necesidad de «garantizar la vida y la seguridad» de todos los actores que «se comprometan» con el proceso de paz, «sin incumplimientos ni entrampamientos», con el objetivo de «brindar la deuda confianza y superar prácticas contrarias y recurrentes de quienes han gobernado el Estado colombiano».

Petro ha impulsado desde su llegada al Gobierno acuerdos con diferentes grupos armados, entre ellos el Ejército de Liberación Nacional, y la Segunda Marquetalia ha subrayado que «sigue con atención e interés» estos trabajos, de los que espera que logren «transformar la vida de poblaciones y comunidades».

Gobierno y ELN plantean crear un fondo con donantes

El Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) han planteado la creación de un fondo con donantes para financiar el proceso de paz en medio de una posible nueva prórroga de alto el fuego bilateral entre las partes, que vence este lunes.

La delegación del ELN ha asegurado en un comunicado que se han producido avances en los «diferentes acuerdos parciales sobre participación de la sociedad en el proceso de paz» y ha propuesto convocar a donantes «para constituir un fondo que soporte el cumplimiento de estos acuerdos».

 

«Tras año y medio de negociaciones y luego de evaluar los seis primeros meses del cese al fuego bilateral, nacional y temporal (CFBNT), se están tomando medidas para resolver factores de crisis y agregar nuevos elementos de compromiso a cumplir por ambas partes, con el propósito de acordar una prórroga de otros seis meses de este CFBNT», ha indicado en un comunicado.

Esto se produce después de que la pasada semana las partes acordaran desde la capital de Cuba, La Habana, prorrogar una semana más, es decir hasta este lunes, el alto el fuego, manteniendo las mismas condiciones establecidas hace ahora medio año.

La cuestión de la financiación de la guerrilla ha cobrado especial relevancia mediática después del secuestro a manos del ELN del padre del futbolista del Liverpool Luis Díaz, liberado tras doce días de cautiverio. Las partes se encuentran en su sexto ciclo de conversaciones en La Habana.Copiar al portapapeles

Postulan a Petro para el Nobel de Paz

El diputado noruego Rasmus Hansson postuló al presidente, Gustavo Petro, como candidato al Premio Nobel de la Paz 2024. Hansson, miembro destacado del partido ecologista en Noruega, justificó su decisión destacando el papel de Petro como una «inspiración» mundial en la búsqueda de la paz.

Hansson elogió la capacidad de Petro como negociador inclusivo, subrayando sus esfuerzos por alcanzar la paz en Colombia. El diputado noruego resaltó  que Petro ha involucrado activamente a mujeres, jóvenes, indígenas y diversos grupos marginados en las conversaciones que se llevan a cabo con diferentes grupos armados. También enfatizó, que esta inclusión ha sido fundamental en la construcción de un camino hacia la paz total en Colombia.

 

Según el político noruego  “Petro promueve una política de paz creadora, moderna e integral. Él demuestra en la práctica que el dialogo con los actores armados puede ser un medio eficaz para solucionar conflictos y reducir la violencia.

La postulación al presidente Petro para el Premio Nobel de la Paz ha generado un debate internacional sobre su idoneidad y el impacto de su liderazgo en los procesos de paz y reconciliación en Colombia.

Los premios se entregan anualmente el 10 de diciembre en la ciudad de  Oslo capital de Noruega , fecha que coincide con el aniversario de la muerte de su fundador Alfred Nobel.

Hasta el momento el único colombiano en alcanzar este reconocimiento es el expresidente Juan Manuel Santos en 2016. En su momento Andrés Pastrana también sonó como posible candidato al Nobel de Paz, sin embargo, su postulación nunca se concretó.

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Cese al fuego con el ELN irá hasta el 5 de febrero

Foto: Presidencia de la República

El Gobierno Nacional y la guerrilla del ELN acordaron ampliar el cese bilateral al fuego hasta el próximo 5 de febrero, mientras toman decisiones de fondo frente a las condiciones de una prórroga más amplia.

 

“Teniendo en cuenta que el día de hoy, 29 de enero de 2024, expira el CFBNT (cese al fuego bilateral, nacional y temporal), se dará continuidad hasta el día 5 de febrero de 2024 en las condiciones del Acuerdo Nº 10 del 9 de junio de 2023 y de los protocolos que lo han regido hasta ahora”, cita un comunicado emitido hoy por la Mesa de Diálogos reunida en La Habana.

Agrega que “una vez culminada la evaluación del CFBNT y el presente ciclo, se firmará la prórroga del CFBNT que fortalecerá, desarrollará e incluirá los aspectos relacionados con el mismo que están contenidos en los acuerdos 9 al 21, suscritos desde junio del 2023 hasta la fecha”.

Entre estos aspectos está “la suspensión de las retenciones con fines económicos (secuestros extorsivos)” por parte del ELN, así como la reanudación del proceso de participación de la sociedad y la creación de una red nacional de participación.

El ministro de Defensa, Iván Velásquez Gómez, viajó el fin de semana a La Habana, con el fin de participar en la Mesa de Diálogos para tratar asuntos relacionados con la prórroga del cese al fuego.

El ELN dice que no hay acuerdos para prorrogar alto al fuego

El comandante del ELN Antonio García, desde su cuenta de X, desmintió que exista un acuerdo que permita prorrogar el cese al fuego con esta guerrilla.

 

Con esta declaración, máximo jefe de esta guerrilla desautoriza las palabras del Comisionado de Paz, Otty Patiño, quien aseguró en días pasados que el cese al fuego bilateral con el grupo armado ilegal se extendía por seis meses más.

No es la primera vez, que tanto Patiño como García dejan ver sus diferencias. Meses atrás, el comisionado dijo no reconocer al jefe guerrillero como su interlocutor y que se entendía únicamente con los delegados de esa guerrilla en la mesa de negociación.

Se van encontrando soluciones

Se necesita talante, compresión, decisión, perseverancia, compromiso y una importante dosis de optimismo y creencia en la posibilidad real de que, nuestra sufrida sociedad será capaz algún día, no lejano, de salir de décadas de oscuridad, violencia, injusticia, impunidad y corrupción, para seguir persistiendo en la construcción de la paz y en la superación definitiva de las causas que originan tan lamentable situación. Poco a poco se van encontrando soluciones a los problemas y tropiezos que, emergen o se presentan, en una estrategia de paz que parecía no tener futuro, y a pesar de las acciones de quienes continúan asesinando líderes y lideresas sociales, y firmantes del acuerdo de paz, en cometer masacres y toda clase de crímenes contra la población civil y en desarrollar campañas mediáticas de desprestigio a los esfuerzos de paz y reconciliación.

Los diálogos de paz, por lo menos con las dos estructuras guerrilleras existentes en el país, están dando frutos que van cogiendo forma y que, seguramente pronto maduraran. Con el ELN se volvió por la senda de la confianza y la búsqueda de soluciones, que parecía estarse estrechando y debilitando, para darle paso, a acuerdos y acciones que harán posible que el ejercicio de construcción de la propuesta de participación ciudadana tome forma lo más pronto posible. Seguramente con el inicio hoy, de una nueva ronda de conversaciones, y bajo la dirección de Vera Grabe, se avanzará en el fortalecimiento del Cese al Fuego y los protocolos necesarios para evitar toda acción violenta contra la población civil, haciendo posible que, se avance en la solución definitiva de la confrontación armada y se pacte un acuerdo que le ponga fin a las causas que la originaron.

 

Con el llamado Estado Mayor Central de las FARC, organización disidente de las antiguas FARC-Ep, es muy loable la labor que desarrolla el equipo negociador encabezado por Camilo González P; equipo que no desfalleció, a pesar del acumulado de acciones que indicaban que esta organización no tenía mucho interés en avanzar en la solución dialogada del conflicto, o que al menos, le faltaban algunas condiciones propias que respaldaran su reconocimiento como organización política armada. La persistencia es el camino, la seguridad de que una sociedad puede solucionar dialogando, aún sus problemas más difíciles, el convencimiento de que se pueden encontrar soluciones pensando en el interés supremo de la vida con dignidad, han hecho posible que hoy se cuente con un nuevo acuerdo que reconoce principalmente la importancia de la participación ciudadana, de las organizaciones sociales y del respeto al DIH y los Derechos Humanos.

Por supuesto que falta camino, que se tiene que avanzar en los diálogos para el acogimiento o sometimiento a la justicia de otras organizaciones armadas, que no tienen carácter político. Los máximos cabecillas de estas estructuras criminales y todas sus expresiones territoriales, deben alinearse con el querer de la sociedad y decidirse por el camino de los diálogos, suspender, como gesto de paz, toda acción contra la población civil y toda confrontación con el estado y la fuerza pública. No se puede continuar por el camino de la violencia, el pueblo está sufriendo las graves consecuencias que esta confrontación, y el presente y futuro de la niñez y la juventud, sigue minándose de incertidumbre, muerte y desolación.

Todos estos avances y oportunidades del proceso de paz, seguramente no fueran posibles, si la mayoría de la sociedad colombiana no hubiera tomado la decisión de respaldar con su voto y su voluntad, la propuesta de gobierno del Presidente Gustavo Petro, y si el Sr. Presidente, una vez electo, hubiera incumplido su palabra empeñada en el programa de gobierno, en la plaza pública y especialmente en su actuación coherente de hombre de paz; de allí, la importancia inaplazable de que, además de los diálogos establecidos con los actores armados, y los que se establecerán en adelante, la sociedad en todas sus expresiones, hayan o no respaldado la candidatura del hoy primer mandatario, avance por el camino de la construcción de un gran acuerdo nacional por la paz, que determine un marco amplio de acción política, social, y económica, para la reconstrucción de la patria.

Un acuerdo que haga posible adelantar una profunda reforma que modernice la política y la democracia, que reconozca la importancia de la descentralización de la mano del fortalecimiento del poder ciudadano, una reforma a la justicia para superar los altos niveles de impunidad y un acuerdo alrededor del fortalecimiento de la producción y la economía interna en armonía con la naturaleza, que haga posible iniciar el camino para superar la pobreza y la injusticia social, entre otras consideraciones.

Este pacto no será posible si la ciudadanía, las organizaciones sociales, los gremios económicos y de la producción, los partidos políticos, no toman la iniciativa y propician escenarios de diálogo y construcción de acuerdos. Diálogos que deben cubrir el ámbito nacional y territorial, que sean el escenario propicio para desatar un proceso amplio, con proyección en el tiempo y garantías a todas las partes, de tal forma que, además de una agenda y una metodología, se participe con el convencimiento de que podemos reencontrarnos y pactar las reglas que guíen, en el marco de la Constitución Nacional, el presente y el futuro de la Colombia en la que quepamos todas y todos.

La sociedad debe recuperar su iniciativa, su capacidad de movilización, y en especial su fuerza organizativa y deliberativa para construir escenarios nacionales y regionales, que le muestren a quienes hoy se encuentran vinculados a las organizaciones armadas, que existe un compromiso, no solo del gobierno nacional y seguramente de las mayorías de los gobiernos locales, en propiciar todas las condiciones, para que nunca más, por ningún motivo, se vuelva a recurrir a la violencia armada para propiciar cambios políticos o para superar la pobreza o la exclusión.

Muy buena labor continua realizando la Mesa Nacional de Interlocución Social para la Paz – MENISP, en donde se encuentran cerca de treinta organizaciones nacionales, y las mesas y espacios locales para la paz que se están instalando y fortaleciendo en diferentes regiones del país; Sin embargo, esta iniciativa debe ser complementada con un mayor reconocimiento e interlocución de parte del gobierno nacional y con puntos de encuentro con otras expresiones sociales, gremiales y políticas, en el interés de propiciar los diálogos sociales que requiere el acuerdo nacional para la paz. Fortalecer lo que existe es necesario, pero no suficiente, hay que romper las barreras que nos desencuentran y poner por encima del interés particular de cada sector, el interés de Colombia entera.

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A la Paz le falta más decisión ciudadana

Iniciamos el año, y las cifras de asesinatos de líderes, lideresas y firmantes del acuerdo de paz, los secuestros, las extorsiones, el reclutamiento de menores, las víctimas de minas antipersonal, entre otras infracciones al Derecho Internacional Humanitario y actos de violencia armada, siguen enlutando los corazones de personas, familias y comunidades, lo que debería concitar, la indignación nacional para que los actores políticos armados y los grupos de delincuencia común, suspendan toda práctica hostil contra la población civil, decidiéndose a abandonar la confrontación armada; igualmente, los responsables estatales de proteger a la ciudadanía, deben redoblar esfuerzos y capacidades concertadas interinstitucionalmente y con organizaciones sociales, que hagan posible recuperar o garantizar la vida y la permanencia en el territorio.

Si bien es cierto, los ceses al fuego bilaterales, como elementos generadores de mejores condiciones para adelantar diálogos entre el gobierno nacional y los grupos armados, no eliminan todos los actos violentos que se desarrollan en una confrontación armada, como la que padecemos en Colombia, tampoco deberían ser utilizados por los actores armados comprometidos, para incrementar su capacidad bélica, copar territorios nuevos, o perseguir a las comunidades, y a los líderes y lideresas que trabajan o no por la paz. El cese al fuego debe ir incrementado sus niveles de prohibición de actos violentos, que excluyan a la comunidad y que disminuya las muertes de civiles y de combatientes, de lo contrario, su razón fundamental pierde sustento y respaldo popular.

 

El asesinato, las amenazas, el desplazamiento de personas que ejercen algún tipo de liderazgo social, político, económico o comunitario, y que no están involucrados en la confrontación armada, las masacres, el confinamiento, el constreñimiento político y social,  buscan fundamentalmente causar un profundo daño a la sociedad y a sus organizaciones, rompiendo o debilitando el tejido social, y eliminando la estructura orgánica que la población ha desarrollado durante decenas de años y que se convierte, en razón de estas acciones y amenazas externas, en el escudo de defensa de la cultura, las tradiciones y los conocimientos ancestrales. Una sociedad que naturaliza, que permite, por acción o indiferencia, que los liderazgos sociales y comunitarios tradicionales sean exterminados, estará condenada, tarde o temprano, a perder la base democrática que le da sustento a sus estructuras administrativas, políticas y judiciales nacionales y territoriales, dejando a merced de la iniciativa delincuencial, el control social, económico y político, profundizando la crisis de pobreza, exclusión, inequidad e impunidad.

Profundo daño a la sociedad y a la democracia, hacen aquellas personas que dirigen instituciones que les corresponde velar por la justicia y perseguir a la delincuencia, como lo que ocurre con la Fiscalía General de la Nación, cuya cabeza principal, en lugar de generar un robusto programa para superar los altos índices de impunidad, perseguir a los autores intelectuales de los asesinatos, masacres, extorsiones, secuestros y corrupción, dedica toda su fortaleza a otros temas no misionales, en un afán propagandístico personal y de proselitismo politiquero, dejando en total indefensión a las comunidades y sus liderazgos. No es por ahí que se le devuelve a la institucionalidad estatal, el respaldo y la legitimidad que requiere por parte de la sociedad. La sociedad, las comunidades y las organizaciones esperan con ansiedad que esta entidad cumpla con su mandato constitucional y se dedique a superar la impunidad, y a fortalecer las garantías a la vida, la honra y los bienes de todas y todos.

El proceso de paz avanza, es cierto, y la confrontación entre los bandos armados enfrentados disminuye, ahorrando la pérdida de vidas humanas de combatientes; sin embargo, en algunas regiones del país, estos beneficios no se hacen evidentes, por cuanto, las hostilidades en algunos casos aumentan, en otros se mantienen o no disminuyen, a la velocidad que se requiere para salvar vidas y también para generar la confianza necesaria que haga posible la participación informada en el proceso de paz, lo que demuestra que, hoy más que nunca, se requiere una mayor movilización social organizada, que le envíe un mensaje claro y contundente a quienes persisten en causar daño a la población, para que, independientemente de si están o no involucrados en las mesas de diálogo para la paz, sientan que las mayorías hemos decidido, transitar pacíficamente hacia una sociedad democrática, justa, equitativa, respetuosa de los derechos humanos, la vida y la diversidad, en donde los fusiles solo sean garantías de soberanía nacional y de defensa de la vida y la dignidad.

No podemos esperar a que todas las causas que sirven de sustento a los discursos que legitiman la lucha armada, estén solucionadas para comenzar a construir una sociedad pacífica, debemos comprometernos en un gran Acuerdo Nacional que envuelva a todas la expresiones de la sociedad en la transformación real de estas; tampoco podemos obviar la búsqueda de acuerdos con quienes se han alzado en armas, para que las soluciones progresivas a dichas causas, queden contempladas en un acuerdo de paz que cuente con el respaldo de las grandes mayorías, y que en virtud de esto, se elaboren los planes y proyectos necesarios, se destinen los recursos necesarios a corto, mediano y largo plazo, y se realicen los cambios políticos que hagan posible una democracia fuerte e incluyente, capaz de superar los fenómenos de corrupción que le roban la esperanza a la juventud.

La sociedad no puede desfallecer, es nuestra obligación salir a defender la vida y la paz, a manifestar nuestro rechazo a todas las formas de violencia armada que nos afectan. Los y las negociadoras, de todas las delegaciones, seguramente, como se ha evidenciado, están concentrados buscando, construyendo y logrando acuerdos, según las agendas previamente definidas, pero a la sociedad en general, mujeres, hombres y no binarios, comerciantes, pueblos étnicos, empleados y trabajadores, jóvenes, estudiantes, artistas, profesionales, mineros, pescadores y campesinos, población LGBTIQ+, periodistas, comunales, población con discapacidad, entre otras expresiones, le corresponde rodearlos con la movilización, exigirles compromisos y resultados en defensa de la vida, y avances en la construcción de la paz. Que los beneficios de la Paz se sientan en cada rincón del país, que las trasformaciones beneficien con más celeridad a las personas tradicionalmente excluidas y empobrecida, que el respeto a la vida y la dignidad no tenga color político o diferencias económicas.

El 2024 debe marcar con la movilización, la participación y la acción social, el fin de la violencia armada, la profundización de la democracia, el fin de la corrupción, la construcción de equidad y el goce pleno de los derechos humanos. No podemos retroceder, aceleremos el tren de la verdad, la justicia y la reparación integral a las víctimas del conflicto armado. Que nadie pierda la esperanza, vamos por la paz con justicia social y ambiental, que beneficie a todas y todos, apoyando e involucrándonos en la implementación del acuerdo logrado con las FARC-Ep. La noviolencia, la seguridad, los valores cívicos y democráticos, los deberes y derechos deben marcar el horizonte de la convivencia en las ciudades y veredas, para que la vida sea el centro sobre el cual orbite la gobernabilidad local. Que la existencia de todas y todos sea respetada, que cesen los asesinatos, las masacres, los secuestros, el reclutamiento forzado, la violencia contra las mujeres, y toda acción que atente contra la dignidad.

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Seguridad y Paz Total, la agenda del 2024

La seguridad del país está por el piso. De acuerdo al conteo dado por Indepaz, el año pasado a corte del 22 de noviembre fueron 93 masacres con 300 víctimas, la delincuencia común en Colombia se ubicó en 12.174 homicidios, el secuestro aumento el 67%, los robos un 7 % y la extorsión un 8% para el año 2023.

Este fin de semana se conoció del secuestro de Jefferson Elías Murillo, registrador del Chocó, cuando iba con su novia y un primo en la vía de Quibdó a Istmina. Las autoridades hablaron de un plan candado y hasta el momento sigue la llave no ha funcionado.

 

De la misma manera, las negociaciones con los grupos residuales del proceso de paz, junto con la última guerrilla que queda en el país, parecen no querer un acuerdo de paz. Si remembramos el gobierno de Andrés Pastrana, al igual que las Farc de la época del Caguán, el ELN y grupos residuales o emergentes de hoy, solo buscan una pausa para fortalecerse y seguir en lo que han hecho por años.

Este nuevo intento de paz va a morir por la persistencia en los secuestros, la negación a entregar las armas y la prepotencia de estos grupos que se sienten intocables, con la posibilidad de exigir lo que les venga en gana y el gobierno como “novia enamorada” entregándolo todo. Al final, el resultado final de un eventual acuerdo y la prolongación infinita de una conversación estará sin resultados.

Todos estos grupos tienen la obligación de demostrar su voluntad de paz. Los procesos continuamente pasan por fases en las que la capacidad política de un gobierno depende de los gestos de su contraparte en la negociación. Si la guerrilla sigue indiferente al rechazo de grandes sectores, pronto el diálogo no solamente será inviable, sino que empezará a ser visto como la causa de los más grandes problemas del país.

Se debe mostrar un modelo de seguridad claro, aplicado a la lógica territorial que exige el conflicto y liderazgo civil que deben ejercer el ministro de Defensa y el presidente.

Este 2024 será el tiempo para hacer un alto en el camino y realizar un balance de las debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas. Oportunidades de mejora que a nivel nacional ya conocemos y que han figurado en los titulares amarillistas de diferentes medios de comunicación, pero que, si no se reconocen, nos llevarán a una sin salida mientras parte de la ciudadanía continúa siendo víctima o presa del miedo y de una fuerte sensación de inseguridad.

Celebremos el nacimiento, la vida y la fraternidad

Hoy gran en parte de la humanidad celebra el nacimiento a una nueva vida, la mayoría de los cristianos celebran el nacimiento de Jesús, reafirman la fe y enaltecen la tradición; otras culturas y pueblos del hemisferio norte, celebran cada 21 de diciembre, el solsticio de invierno, el día con el periodo de luz diurna más corto y la noche más larga del año, producido cuando el Polo Norte alcanza su máxima inclinación alejándose del Sol. La Navidad, es en general, una fiesta de la alegría, de la fraternidad, una fecha en que se busca la familia y los amigos cercanos, para celebrar que la vida se impone sobre la muerte y que es posible construir nuevos horizontes, nuevos sueños y esperanzas.

En Colombia y otros países, la Navidad para las grandes mayorías empobrecidas y excluidas, se ve empañada. Hay poco que compartir, pocos abrazos que dar y pocos momentos que celebrar. Las violencias en todas sus manifestaciones se apoderan de su entorno, penetran su hogar, se sientan a la mesa y carcomen la alegría; el dolor y la desesperanza se acomodan en los rincones de todo lo que nos rodea. No solo la violencia que produce la injustica social, el empobrecimiento y la inequidad, sino aquella que se genera desde las mentes y los corazones de quienes asesinan, masacran, extorsionan, desaparecen, o reclutan a miembros de la familia y de la comunidad, haciendo que la fiesta de la vida y el amor desaparezca y le de paso, a la venganza y al dolor.

 

Llevamos casi sesenta años, reproduciendo círculos de violencias que han impedido que la fiesta de la vida, del nacimiento se goce a plenitud. No hemos podido, a pesar de los esfuerzos realizados por la sociedad civil, algunos gobiernos y algunos grupos armados no estatales que decidieron reconocer la importancia de la lucha democrática y de los cambios progresivos, celebrar la Navidad sin el fantasma presente de las muertes violentas, la separación de un ser querido producto del secuestro, el reclutamiento, la desaparición o el desplazamiento forzado. Se profundizan los odios, se aleja el perdón, se desvanece la posibilidad de la reconciliación y vuelven a emerger las voces de quienes promueven el rencor, la venganza y la retaliación.

Nada más alejado de la posibilidad de construir una sociedad mejor, con equidad y justicia social, que empeñar esfuerzos en retroalimentar la guerra; nada nos aleja más del sueño de vivir una Colombia que sea fortaleza de la vida y de la dignidad, de la democracia y la solidaridad, que mantener la cultura de las violencias, atacar sin piedad a las organizaciones sociales, gremiales, étnicas, comunales, campesinas, de mujeres y jóvenes, de población LGBTIQ+, de población con discapacidad; nada está más en contra de los deseos de construir una Colombia que supere la pobreza extrema, que garantice educación, salud, vivienda y avance hacia la Reforma Rural Integral reafirmando los derechos de las campesinas y campesinos, reconociendo sus tradiciones y haciendo productivo el campo, que imponer a sangre y fuego una ideología o un negocio legal o ilegal; nada nos aleja más de la Navidad, de celebrar la vida con dignidad y del advenimiento de la esperanza, que seguir imponiendo la violencia armada sobre millones de víctimas del conflicto armado que reclaman reparación integral y restitución de tierras.

La Navidad es compromiso con la paz, con las y los más empobrecidos y excluidos, con los y las esclavizadas y explotadas, con las víctimas de la violencia armada; eso es lo que reclama Colombia de nosotros y nosotras, de quienes hemos vivido o alcanzado privilegios, de quienes nos acostamos sin hambre y sin dolor; pero también, es el reto para millones de compatriotas que debe hacerse visible en las calles, para juntar en una sola voz y un solo cuerpo, las manos y los corazones, la generosidad y la solidaridad, la justicia y la equidad, el diálogo y los acuerdos, los pactos y los cumplimientos, la democracia y el respeto, el perdón y la reconciliación. Que nadie, se sienta con el derecho de utilizar el dolor de millones de víctimas, para exacerbar los odios y la venganza, para instrumentalizar el descontento con la violencia a favor de un dogma, de la politiquería o la descalificación de los intentos de paz que se adelantan hoy en varios escenarios de diálogo.

Que la Navidad sea el momento de la reflexión y de las reafirmaciones por salir de tantos males impuestos o generados con nuestra forma de actuar. Que el narcotráfico y las economías que este genera y que invaden a nuestros pueblos y ciudades, comiencen a desaparecer definitivamente, nada justifica seguir haciendo daño a millones de personas, produciendo sustancias psicoactivas, traficando y enriqueciéndose con la desgracia ajena; la economía ilegal derivada del narcotráfico alimenta las violencias que nos mantienen en la oscuridad y el atraso. Nada justifica la corrupción, todo dinero que llegue a los bolsillos de alguien o a los bancos, quitándole posibilidades de educación, alimentación, vivienda o salud a un niño, niña o adolescente, será devuelto en los ciclos de la vida, con violencia e inseguridad. Nada podrá reparar el daño que se le hace al ambiente, cuando el deseo depredador se apodera del espíritu minero, de los proyectos energéticos o de desarrollo, hacer la paz con la naturaleza, también es obligatorio si queremos sobrevivir como especie en este planeta vivo.

Las noticias que llegan de la mesa de diálogo con el ELN y la mesa de diálogo con la disidencia de la FARC, son muy importantes y nos llenan de esperanza, sobre la posibilidad real de pactar la paz con estas organizaciones armadas, en especial, cuando ambas se han comprometido a suspender el secuestro de civiles con fines económicos; sin embargo, estos avances que marcan un nuevo paso dentro del cese al fuego bilateral, que deberá continuar y reafirmarse a principios del 2024, y un estado de maduración significativo hacia el abandono definitivo de la violencia armada, que respaldamos y rodeamos, deben ser refrendados realmente en el actuar territorial de todos los frentes de guerra y todos los combatientes de ambas organizaciones. Por eso, la importancia de que la movilización ciudadana exija a estos y todos los grupos armados, que cesen los ataques contra la población civil, que reafirmen su compromiso con la paz negociada, enviando un mensaje claro y contundente de que están en total disposición de juntarnos desde la verdad, la justicia, el perdón y la reconciliación, en el marco de la democracia y convivencia, a implementar las transformaciones que se acuerden y muchas otras que seguramente se necesitarán. Esta oportunidad de pactar la paz, de implementar lo pactado y continuar el camino de construcción de una nueva Colombia, no se puede desperdiciar.

Vamos a marchar, vamos exigirle al Gobierno y al Estado que redoble los esfuerzos por garantizar la vida y permanencia en el territorio de líderes y lideresas sociales y políticos, que se rompa cualquier vestigio de complicidad o alianza de miembros de la fuerza pública con grupos armados ilegales; vamos a movilizarnos para demandar a los Grupos Armados Ilegales que no han escuchado el llamado del gobierno y el clamor popular, que se sienten a dialogar y construir soluciones finales para superar la violencia; vamos a rodear los diálogos que hoy se adelantan y a exigir con decisión, que nadie se levante de la mesa de conversaciones, hasta que logremos salir de tantos años de barbarie y dolor.

Ahoguemos con la movilización pacífica y la democracia, toda llama de violencia, de injusticia, de odio, de estigmatización o exclusión; tenemos que ser miles y miles en las calles, en todos los rincones del país, los y las que salgamos a exigir, las veces que sea necesario, el fin de la guerra, el cese al fuego y la renuncia a todos los ataques violentos contra la población, contra los niños, niñas y adolescentes, contra los pueblos indígenas y afrodescendientes, contra las mujeres y los campesinos, contra sindicalistas y comunales, contra comerciantes, ganaderos, mineros, pescadores, industriales; vamos a demostrar con la fragilidad de la esperanza y la fuerza del amor, que queremos celebrar en adelante nuestra Navidad en paz, y que nos comprometemos a luchar con todas las fuerzas, para que ningún colombiano o colombiana pase sus días sin comida o sin techo. Que la prosperidad deje de ser un deseo de Navidad y Año Nuevo, y se convierta, por decisión de todas y todos, en una realidad que vivimos y gozamos.

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