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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Paz

Vaticano premia a Santos por el proceso de paz

El expresidente y Nobel de Paz, Juan Manuel Santos, recibió el Premio Internacional Achille Silvestrini entregado por el Vaticano a las personas que trabajan en pro de la paz y la reconciliación.

Este premio fue creado por .  asociación cultural Premio Internacional Achille Silvestrini para el diálogo y la paz ETS fue fundada en el centenario del nacimiento del cardenal Achille Silvestrini. a Asociación tiene como objetivo conceder el Premio Internacional Achille Silvestrini para el diálogo y la paz a una personalidad internacional que, en diferentes ámbitos, haya trabajado y testificado por la afirmación y la difusión de la cultura del diálogo y de la paz y de valiosas indicaciones en este sentido.

 

“Me siento muy honrado de estar hoy con ustedes y de ser el primer receptor del Premio Internacional Achille Silvestrini por el Diálogo y la Paz. Lo recibo como un reconocimiento al trayecto recorrido, pero sobre todo como un compromiso para no cesar en mi empeño en trabajar por la paz en los pueblos, entre los pueblos y de los pueblos con la naturaleza”, dijo el Nobel de Paz, al recibir el reconocimiento. 

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Las Mafias de la Unidad Nacional de Protección y el exterminio de los firmantes de paz

Desde el proceso de dejación de armas en 2016, han sido asesinados 396 firmantes de paz que hacían parte de las antiguas FARC. Desde el 7 de agosto de 2022 (día en que se posesiona el actual gobierno) hasta el 31 de julio del presente año, la cifra ascendía a 35 excombatientes asesinados, según datos de Indepaz. La mayoría de los homicidios fue contra militantes del partido Comunes, organización que originalmente surgió en 2017 bajo el nombre de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), pero que cambió su nombre en 2021 para evitar asociaciones con la extinta guerrilla y con las disidencias que actualmente existen.

El pasado 31 de agosto, decenas de militantes de Comunes y excombatientes protestaron en la entrada del Ministerio del Interior exigiendo protección a sus vidas y el esclarecimiento de los asesinatos que, por falta de investigaciones de la Fiscalía, están impunes. La protesta tuvo lugar luego del atentado en Bogotá contra el firmante de paz, Marino Molina, el martes de la semana pasada.

 

El atentado ocurrió luego de un proceso de inteligencia y seguimiento por parte de delincuentes que lo abordaron en un barrio del sur de Bogotá y que, a pesar de haber herido gravemente a dos de sus escoltas, no pudieron acabar con la vida de Marino. Según información suministrada por un dirigente político de Comunes, a la organización le preocupa que el atentado haya ocurrido en la capital, pues alrededor de 800 integrantes del partido político habitan en localidades como Ciudad Bolívar, Kennedy, Bosa y Sumapaz. Además, les llama la atención la Alerta Temprana que publicó la semana pasada la Defensoría del Pueblo sobre la presencia de Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) y disidencias de las FARC en siete localidades de Bogotá, pues es posible que estos grupos armados estén detrás del atentado.

Sumado al número de firmantes que ya hay en Bogotá, han llegado desplazados del centro poblado “Georgina Ortiz” en Vista Hermosa, Meta, y de Arauca otro grupo importante, producto de amenazas de disidencias y combates entre grupos armados ilegales. En lo manifestado por el dirigente político de Comunes, los firmantes desplazados están en una situación de riesgo, pues la actual administración no les ha prestado las ayudas necesarias, ni los esquemas de protección debidos. 

Por otra parte, el atentado de la semana pasada tiene connotaciones más profundas, pues Marino es el fiscal nacional del Sindicato de Trabajadores de la Seguridad y la Protección por la Paz (SINTRASEPAZ), dirigente nacional del partido Comunes e integrante de la Mesa Técnica de Seguridad y Protección (MTSP) de la Unidad Nacional de Protección (UNP), que es la encargada de definir la asignación de esquemas de seguridad.   

SINTRASEPAZ (organización sindical de trabajadores de la UNP) emitió un comunicado rechazando el atentado contra Marino Molina y responsabilizando, “por acción u omisión”, a la Unidad por la publicación de información reservada y videos estigmatizantes contra integrantes del componente Comunes a la MTSP y, en general, trabajadores afiliados al sindicato. Asimismo, aseguran que el intento de homicidio “tiene sus raíces en la no implementación del Acuerdo Final de Paz (AFP)” y en las dificultades presentadas en la asignación de vehículos a los protegidos del partido Comunes. 

En el comunicado también conminan al presidente Gustavo Petro para que sea consecuente con la implementación integral del acuerdo de paz, pues se ha desconocido el programa de protección para los integrantes del partido Comunes, establecido en el punto 3.4 de los acuerdos de paz de la Habana.

A la crítica situación que viven los firmantes de paz y trabajadores de la UNP, se suma el atentado contra la vida del director de la entidad, Augusto Rodriguez, en marzo del presente año y las amenazas que recibieron los funcionarios Daniel Augusto, Jorge El Saieh e Israel Adalberto Franco y sus familias. La violencia en contra de trabajadores y directivos de la UNP obedece a las denuncias que han realizado por la presencia de mafias al interior de la Unidad.

En charla informal con un integrante del sindicato, señaló que existen varias mafias: la de la gasolina, que se encarga de hurtar parte del combustible asignado a las camionetas de los protegidos; la de las “rentadoras” que se apropia de dinero alquilando vehículos que no cumplen con el blindaje establecido; la mafia de la “contratación”, que se encarga de contratar escoltas tercerizados pagados a 10 millones de pesos por la entidad, pero realmente reciben 3 millones, convirtiendo la tercerización en un negocio, supremamente, lucrativo.

Es urgente que el gobierno nacional le ponga la lupa a la protección de la vida de los firmantes de paz si se quiere acabar con el exterminio que están pasando. Si el gobierno nacional no depura la entidad, continuaran enquistadas las mafias que ejercen violencia contra los funcionarios y se apropian de los dineros públicos.

Por: Maylor Caicedo

¿Tiene el EMC voluntad de paz?

El hecho de que exista hoy el Estado Mayor Central es una muestra de que los colombianos podemos alcanzar un acuerdo de paz, pero somos incapaces de mantenerlo. Durante los últimos siete años, hemos sido testigos de cómo emerge un nuevo ciclo de guerra y de la capacidad de la violencia organizada para perdurar. Las analistas hemos presentado una hipótesis tras otra, y no hay una sola estrategia contra la violencia que Colombia no haya intentado. ¿Por qué seguimos fallando una y otra vez?

Repasemos lo sucedido. En primer lugar, el frente primero de las FARC se negó a ingresar al acuerdo de paz de 2016. El actual líder del EMC, Iván Mordisco, fue uno de los primeros disidentes, pero también estuvieron Gentil Duarte y otros mandos medios de algunos frentes que desconfiaban del pacto o nunca lo quisieron. Sin embargo, en general, casi toda la guerrillerada se desmovilizó. Las primeras disidencias comenzaron a llevar a cabo lo que sabían. Se ubicaban en lugares estratégicos para la movilidad, retenían y decidían quién podía pasar. Realizaban patrullajes y se hacían presentes. Amenazaban a los líderes sociales que no se sometían a su disciplina. En algunos casos, reclutaban jóvenes con la promesa de obtener poder y respeto a través de las armas, y en otros casos, en contra de su voluntad.

 

Entre el Huila y el Caquetá, las organizaciones sociales que tenían esperanzas en el cumplimiento del pacto advirtieron lo que estaba sucediendo. Sin embargo, pocas personas les prestaron atención. Durante la época en que el frente Carolina Ramírez se estaba formando y los Comandos de la Frontera se fortalecían en el Putumayo, apenas se podía discutir el tema. Incluso los informes de verificación eran minuciosamente revisados por Mauricio Archila, quien además vetaba a cualquiera que hablara sobre la implementación del acuerdo de paz. «Paz con legalidad» se convirtió en un conjunto de programas de emprendimiento rural, de los cuales pocos sobreviven. Cada uno de los grupos que conforman el EMC comenzó a buscar mantenerse y crecer, que es el primer y más importante propósito de cualquier grupo armado.

Para alcanzar su objetivo, retomaron los contactos en Putumayo y Cauca para la venta de pasta base de coca, y cuando aumentaron su número, comenzaron a regular los precios del mercado. Sin embargo, mientras que las organizaciones campesinas cocaleras tradicionales tenían como objetivo la sustitución de cultivos, estos grupos optaron por establecer como estándar político la legalización de la totalidad del negocio. Al no contar con una base social propia, empezaron a reprimir la autonomía de las ya existentes. Lo impactante es que, en esa fase inicial, cuando se podría haber controlado su expansión (entre 2017 y 2022), no se hizo nada más que un puñado de detenciones y persecuciones a los campesinos cocaleros.

En el Catatumbo, el frente 33 se estaba consolidando, y en Arauca, el frente 10. La guerra entre el frente 10, el ELN y la Segunda Marquetalia -otro grupo rearmado- dejó a miles desplazados y un ambiente desesperanzador, donde se perdió el esfuerzo financiero y de desarrollo para la paz, que ya era frágil y embrionario. Tanto la Marquetalia como Gentil Duarte intentaron unir a los diversos grupos para fortalecer su capacidad de control y respuesta. Finalmente, quien tuvo éxito fue Iván Mordisco, al prometer una nueva negociación: La Paz Total. Esto los posicionó como el grupo posiblemente más exitoso, ya que tenían el paquete «premium» de la oferta, mientras que la Marquetalia y el Clan del Golfo tenían el «básico». Un incentivo pernicioso que llevó a unos y otros a intentar alcanzar el anhelado estatus político a través de la presión sobre las comunidades.

Hoy en día, los medios me cuestionan sobre los ataques del EMC a la fuerza pública en el Cauca y su repetición de tácticas conocidas en el país: atentados a estaciones de policía, secuestros, minas antipersona, retenes y homicidios selectivos. Su respuesta radica en imitar lo que consideran exitoso para las FARC, sin percibir que están socavando la oportunidad de paz y que no hallarán una oferta tan generosa. Inmersos en la obsesión por crecer, cruzan límites y, quieran o no, pierden respaldo de la masa crítica en Colombia que aboga por la paz. Al estigmatizar el valioso trabajo de Indepaz, un destacado think tank en defensa de líderes sociales, realizan una acción grave contra la sociedad civil que aleja de la paz. Con ellos, nuestra solidaridad. Con el EMC nuestro firme llamado a que muestren voluntad de paz. La sociedad civil no estará en silencio.

Semana por la paz #36, juntanzas creadoras de paz

Por: Luis Emil Sanabria Durán

Ya viene la Semana nacional por la Paz #36, que este año se celebra del 3 al 10 de septiembre, y que en otras regiones ya alcanza a ser un Mes por la Paz, teniendo como eje de su realización, el 9 de septiembre, día de los derechos humanos en Colombia que, bajo el lema, Juntanzas Creadoras de Paz, pretende convocar a miles de colombianos y colombianas.

 

Más menos a principios de febrero de todos los años, desde 1987, organizaciones de la sociedad civil colombiana, de todas las regiones del país, se convocan bajo el llamado que realiza Redepaz, Pastoral Social de la Conferencia Episcopal, el CINEP-Programa por la Paz, Redprodepaz y la Pontificia Universidad Javeriana. Hoy, gracias a los aprendizajes en el uso de las plataformas virtuales, se hace más fácil el encuentro de cientos de personas que, se reúnen a deliberar sobre la paz y la forma en que se debe evidenciar el compromiso de la ciudadanía, con este anhelo nacional tan esquivo, pero tan urgente.

Son muchos los esfuerzos se coordinan desde principios de año, con el compromiso siempre presente de que, cada propuesta que se pretenda realizar, debe ser asumida principalmente por la organización que la propone y que, en el caso de acciones nacionales, se apadrinada o coordinada con el acompañamiento colectivo. Sin embrago, aunque no parezca cierto, nunca ha sido fácil conseguir los recursos logísticos y económicos que permitan la realización de todas las actividades inicialmente identificadas que, hagan visibles todas las acciones e iniciativas que la ciudadanía realiza por la paz; este año en particular, tanto las instituciones nacionales, departamentales o municipales, con algunas excepciones, han brillado por su ausencia, para respaldar debidamente, la iniciativa ciudadana a favor de la paz.

La semana por la paz continúa, el telón del teatro de las violencias todavía no se ha bajado, y el espectáculo de la muerte sigue causando daños y dolores a cientos de miles de personas. Mientras lees esta nota, seguramente, un grupo armado ilegal se esté ensañando con una familia o una comunidad y se esté causando este año, la masacre #63 o 64; una nueva lideresa o líder social, haya sido asesinado, y la escalofriante cifra sobrepase, los 116 o 117 homicidios durante el 2023, o un nuevo firmante de paz caiga bajo las balas homicidas de quienes se oponen a la reconciliación y esta cifra, como un mal presagio, exceda las 400 muertes violentas, desde que se firmó el acuerdo de paz.

Durante este rato, que dispusiste para leer este artículo, seguramente un habitante de este adolorido territorio, ha sido secuestrado, extorsionado, desaparecido, una mujer ha sido víctima de violencia sexual y expuesta como trofeo de guerra, un niño o una niña ha sido reclutada, un adolescente indígena se ha suicidado para evitar ser vinculado a un grupo armado, un niño, una niña o un joven ha caído en alguna mina antipersonal, un combatiente, un policía o un soldado, ha muerto bajo el certero disparo asesino de un francotirador, o un artefacto explosivo, le ha dejado ciego o con alguna otra discapacidad física o mental.

Por eso, la Semana por la Paz, es ese ejercicio titánico de quienes, desde la fragilidad ciudadana, toman la iniciativa por la paz y se van, como “liebres alimentadas de deseos” contra la guerra, intentando que los reivindicadores de la muerte escuchen su clamor, tratando de evitar que, cumplan su sueño de “intentar desaparecer la Patria entera”, y de exhibir “el verdadero rostro de la Patria que ofrecen los sicarios”, como escribiera mi amigo, vilmente torturado y asesinado, Chucho Peña, en su poema Desaparecidos, a propósito del 30 de agosto día del detenido desaparecido.

Los unicornios de la vida, aquellos hombres, mujeres y no binarios, de todas las edades y todas las culturas, que se pasean a galope sobre montañas y veredas, que se embarcan en lanchas o pangas, han levantado este año, la bandera de, Las Juntanzas, para que cada comunidad sienta que su trabajo por el bien común, tiene sentido, que su esfuerzo salvaguardando el patrimonio cultural y la biodiversidad de nuestros territorios, no se perderá bajo los planes macabros de quienes, desde el poder económico, político o armado, atentan contra el amor y la solidaridad.

Y es que, como lo expresa la convocatoria de la semana por la paz #36, Las Juntanzas, propias de comunidades indígenas, afros y campesinas, se han convertido en toda una filosofía de vida, inspirando poco a poco a otros territorios (académicos, culturales, sociales, urbanos, políticos, juveniles, diversidades, identidades, corporalidades, entre otros), a propiciar mediante esta práctica, una serie de transformaciones sociales necesarias para el mejoramiento integral de las condiciones de vida.

Por eso la importancia de, reconocer Las Juntanzas, como una manera de ser y de pensarnos en comunidad, además de conectarnos con los pueblos ancestrales que tantos aportes han hecho a la construcción del país, es una invitación a seguir en unidad creando y tejiendo desde los espacios de participación colectiva.

Van a ser muchas y muy varias las actividades que se realizarán, desde académicas, deliberativas y encuentros de reconciliación, hasta movilizaciones y actos simbólicos. La programación, para quien desee participar está disponible, en su página www.semanaporlapazcolombia.com, rescatada hace apenas unos meses, de las manos de los saboteadores que la bloquearon, para impedir inútilmente, que la paz se haga realidad. Si deseas hacer alguna donación, para que las actividades tengan una mayor promoción y sean más visibles, no dudes en hacerlo a través del siguiente link: https://sumate.redepaz.org.co/TejiendoPaz

No lo olvides, desde Semana por la Paz, la Juntanza es una invitación a construir libremente y de la mano con otras personas, comunidades u organizaciones, procesos, apuestas, reconociendo todas y cada una de las diversidades, dialogando, construyendo consensos, apostándole a la vida y a la Paz.

 

Se silencian los fusiles, se escuchan los pensamientos

Este pasado tres de agosto, se convirtió en una fecha especial para la vida y para la construcción de un país del tamaño de nuestros sueños. Un país en paz, en donde sus habitantes podamos dirimir nuestras diferencias acudiendo a la palabra, al acuerdo o a la democracia. En esta fecha se instalaron y se iniciaron dos componentes importantes del proceso de diálogo que se adelanta entre el Gobierno nacional y las guerrillas del Ejército de Liberación Nacional – ELN.

Uno de estos acuerdos preliminares, tantas veces exigido por el pueblo afectado directamente por la confrontación, es el llamado Cese al Fuego Bilateral, Nacional y Temporal, que durante los próximos 180 días, silenciará los fusiles de la confrontación, que por casi 60 años, mantiene el Estado y estas guerrillas; y de otro lado, se instaló el Comité Nacional de Participación- CNP, instancia que convocó a 30 sectores de la sociedad con 81 delegados y delegadas, para que diseñe de forma participativa, durante los próximos seis meses, la metodología de participación social que convocará la voluntad de las colombianas y colombianos, que quieren construir paz y lograr un gran pacto nacional, que señale el camino de la equidad, la justicia social y el desarrollo.

 

En el recinto de La Carpa de Corferias, en pleno Corazón de Bogotá, con la presencia de cientos de personas, provenientes de todos los rincones del país y de múltiples organizaciones, se dieron cita las delegaciones de diálogo del Gobierno Nacional y del ELN; cada una de estas personas, haciendo alarde, con justa razón, de la importancia de lo que hasta la fecha se ha acordado. Y es que, con esa guerrilla, nunca antes se habían llegado a firmar acuerdos tan importantes, que hacen prever que el camino que se retomó en diciembre del año pasado, dando continuidad a lo alcanzado en el gobierno del expresidente Juan M Santos, y que estuvo cargado de incertidumbres y desconfianzas, empieza a mostrar resultados concretos, que la sociedad debería, disponerse a rodear sin vacilaciones.

Se silencian los fusiles, se escuchan los pensamientos, la palabra crece y el diálogo construye soluciones, amores y afectos. La palabra se toma el conflicto político, social, económico y armado, los cañones se enfrían y las balas abandonan los proveedores, para que el entendimiento, la deliberación y la vida ocupen el lugar en la sociedad, del que nunca debieron ser desalojados.

Habló el presidente Gustavo Petro, reafirmando como Presidente de la República, Jefe de Estado y firmante del acuerdo de paz de 1990 con el M-19, su voluntad de paz y la decisión gubernamental de continuar avanzando por ese camino, habló el comandante Pablo Beltrán, del ELN, ratificando el discurso rebelde, pero cargado de frases esperanzadoras sobre el futuro de paz, también se dirigió al país el jefe negociador del gobierno, el también firmante de paz del M-19, Otty Patiño, con su tono pausado y profundo señaló la importancia de los acuerdos y los avances del proceso, hablaron Monseñor Héctor Fabio Henao, en representación de la iglesia Católica y Carlos Ruiz Massieu, Representante Especial del Secretario General y Jefe de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia, ambos en calidad de garantes del proceso.

Los hombres que, en otrora, han sido los protagonistas absolutos de los discursos, tuvieron que cederles la palabra a las mujeres, no tantas como quisiéramos; la comandanta Consuelo Tapias del ELN, muy de civil y ostentando sus raíces afrodescendientes ratificó el compromiso eleno de avanzar hacia la paz, lo mismo desde la orilla del gobierno hizo otra mujer afrodescendiente, la delegada Nigeria Rentería, y en representación del CNP y del Comité Nacional de Paz, la palabra fue regalada por Yolanda Perea, lideresa afrodescendiente, víctima del conflicto armado. Nos hablaron las mujeres, nos hablaron desde el corazón de las dadoras de vida, defendiendo la vida. Nos ratificaron que la paz es posible, que el amor es posible y que las diferencias se pueden solucionar pacíficamente, si nos disponemos a escuchar al otro y a la otra, no para imponer nuestras ideas, sino para construir juntanzas creadoras de paz.

Pero más allá de la reseña de los y las protagonistas de tarima y sus discursos, lo más importante de este especial evento, fue el entusiasmo que cientos de personas desplegaron en el recinto. Se mezclaron las palabras, los gritos, los olores y los abrazos de ministros y ministras, exministros y exministras, ex negociadores de paz, militares, policías, guerrilleros y guerrilleras, exguerrilleros, académicos, comunales, sindicalistas, exiliadas, jóvenes, gais, lesbianas, mayoras y mayores de los pueblos étnicos, guardias indígenas, campesinas y cimarronas, autoridades  y representantes de diversas confesiones religiosas, periodistas, artistas, campesinas y campesinos, edfensores de Derechos Humanos, empresarios, y en general, constructoras y constructores de paz.

Con ese torrente importante de amantes de la paz y la felicidad, de defensoras y defensores de la vida, se le entregó a las y los delegados del Comité Nacional de Paz, la inaplazable tarea de construir un mecanismo de participación social para la paz y de cautivar a la mayor cantidad de colombianos y colombianas, para que entre todos y todas, en todas las ciudades y veredas, en los barrios y universidades, en las oficinas y los estadios, se le de una nueva oportunidad a la paz, a las transformaciones pacíficas de las causas que originan y retroalimentan el conflicto, a la palabra empeñada, al acuerdo cumplido, a la verdad y la reconciliación.

Vienen seis meses de cese al fuego, que posibilitarán al mismo tiempo, la realización de consultas, reuniones, encuentros territoriales y sectoriales, pedagogías y documentos. Meses de deliberaciones y acuerdos, hasta poder entregar al país, un documento con una metodología lo suficientemente consensuada, amplia, generosa, innovadora y transformadora, una propuesta lo suficientemente responsable, que nos enamore de la esperanza y mantenga por el sendero del cambio. Será a partir de marzo del 2024, que se empezará a aplicar este mecanismo, pero desde este mismo momento, todas las organizaciones, instituciones, y la ciudadanía debe aprestarse a realizar encuentros, a fortalecer sus coordinaciones territoriales, regionales y subregionales, a movilizarse y desatar la mas amplia iniciativa por la paz.

 

Luis Emil Sanabria D.

El cambio, la paz y la reconciliación serán con más y mejor democracia

El pasado sábado 29 de julio, se cerraron las inscripciones de candidatas y candidatos a las Alcaldías y Gobernaciones, a las Juntas Administradoras Locales-JAL, a los Concejos Municipales y a las Asambleas de Diputados departamentales, en momentos en que, el país se sacude con vientos de cambio y se propone superar definitivamente el conflicto armado.

No será fácil para el pueblo elegir la mejor propuesta y evitar la tentación, en medio de las ofertas corruptas de los clanes mafiosos que, nuevamente aspiran convertir el erario público en un botín que alimenta las arcas privadas de familias y castas. Tarea difícil para un electorado poco informado o con escasa cultura política, diferenciar y elegir la mejor propuesta que les beneficie individual y colectivamente, en medio de amenazas, fuego cruzado, hambre, miseria, exclusión, manipulación, o constreñimiento.

 

Estas inscripciones electorales y lo que se percibe van a ser las campañas, dejan claro varios problemas de nuestra democracia que han estado al centro de los acuerdos de paz y de las exigencias populares, que deberían ser solucionados; me refiero específicamente, a la necesidad de construir concertadamente, la más profunda reforma política, electoral y administrativa que ayude a erradicar los vicios que han afectado la democracia representativa, potenciar la democracia directa y deliberativa, y avanzar hacia la tantas veces aplazada descentralización.

Se les olvida a las clases dirigentes de todas las ideologías, con algunas pocas excepciones, que el surgimiento y la retroalimentan del conflicto armado interno y las múltiples violencias estructurales que nos afectan, guardan relación estrecha con la exclusión en la toma de decisiones, de aquellas corrientes políticas y sociales que han cuestionado el establecimiento, a su modelo económico y al tipo de democracia que hemos desarrollado, y que para esta exclusión, las corrientes políticas dominantes han utilizado la violencia estatal y para estatal, y la negación de espacios de comunicación y deliberación. Se olvidan, que fenómenos como el estallido social de hace pocos años, guarda relación directa, con la evidente exclusión de las mayorías populares, en la toma de decisiones.

No podemos pretender que el país cambie y que avance hacia la paz, el desarrollo sostenible, la equidad, la superación de la impunidad y la justicia social, si cada dos años, dependiendo de los cargos que estén en juego, repetimos fenómenos como el nepotismo, la compra y venta de votos, el constreñimiento, la falta de propuestas o programas elaborados en cada partido, la débil participación de las mujeres y la población LGBTIQ+, el ingreso de recursos ilegales o la superación de los topes económicos de campañas. ¿Para cuándo el voto electrónico y la modernización en el conteo?

Es necesario y urgente una reforma política y electoral que haga posible la modernización de los partidos, con mecanismos internos democráticos y participativos sólidos y exigentes. Partidos que deben desarrollar una plataforma política e ideológica clara, que no estén al vaivén de los intereses de camarillas nacionales, departamentales o municipales. Colectividades que reconozcan la importancia de las militancias en la toma de decisiones. Se requiere de partidos fuertes que puedan constituir frentes políticos, claramente definidos y comprometidos con sus militantes. Partidos y frentes que elijan democráticamente a sus candidatos o candidatas, y que una vez electos, actúen como bancadas en cada corporación.

No podemos pretender que la reconciliación sea posible, si las decisiones trascendentales que afectan el presente y el futuro de las comunidades, se siguen tomando en los clubes sociales, en las cantinas o en sitios de veraneo; Colombia reclama hoy, una reforma política que haga posible que la soberanía repose exclusivamente en pueblo, tal y como se dispone en el artículo 3° de la constitución y que esta ciudadanía informada y estructurada, la ejerza de forma directa. Debemos avanzar hacia modelos deliberativos asamblearios territoriales, en donde el constituyente primario, mediante metodologías incluyentes construyan y decidan los planes, programas y proyectos que harán posible el desarrollo sostenible territorial. ¿Para cuándo la planeación participativa a 20 o más años? ¿para cuándo la armonización de los Planes de Desarrollo con los Planes o Esquemas de Ordenamiento Territorial?

En todos los llamados Consejos, sean estos de Juventud, de Paz, Medio Ambientales, etc., con pequeñas excepciones en cada uno de ellos, al pueblo solo le corresponde “aconsejar”, porque finalmente, son los llamados representantes (alcaldes, gobernadores, concejales y diputados), quienes en conclusión deciden. Se ha fragmentado la voluntad popular, para manipular o solo para refrendar, alguna decisión tomada de forma centralizada. La democracia que el país requiere, tendrá que reconocer el poder de decisión, la potestad vinculante de la ciudadanía, no a voluntad de uno u otro gobernante progresista o demócrata, sino como política de Estado. No basta solo, con la llamada rendición pública de cuentas, hay que gobernar con y para el pueblo.

Toda esta gran reforma quedaría inconclusa, sino se avanza hacia la descentralización administrativa y política tendiente a fortalecer los municipios, los departamentos y las regiones, con autonomía y coordinación nación-territorio. Que los y las gobernantes de los entes territoriales, las JAL, los Concejos, y las Asambleas, con congresistas que se elijan para representar verdaderamente a los territorios y con capacidad de asumir el proyecto de nación, acompañados de una verdadera participación y control ciudadano, tengan la posibilidad de administrar y cuidar sus recursos económicos y naturales, de definir las rutas del desarrollo y de avanzar hacia el goce pleno de los derechos de sus habitantes.

Nos enorgullecemos de nuestras comunidades indígenas y afrodescendientes, de su cultura, de la música, la gastronomía o la danza, pero la dirigencia política y económica, se asusta cuando los pueblos étnicos exigen soberanía sobre su territorio, sobre sus mares, ríos, y quebradas, su aire, suelo y su subsuelo, sobre las llamadas riquezas mineras o energéticas, sobre los bosques y selvas. Se asustan cuando exigen gobierno y justicia propia, rescate de la cultura ancestral, defensa de las lenguas y tradiciones. ¿Para cuándo el gobierno propio? ¿para cuándo el derecho sobre sus territorios que ahora llamamos baldíos? ¿para cuándo el derecho a recorrer, como pueblos nómadas y seminómadas, el territorio que milenariamente les pertenece?

Finalmente, y aunque todavía estemos inmersos en una democracia con tantas dificultades, el camino será siempre la democracia. Hay que desatar mucha pedagogía electoral que haga posible la elección de personas honestas, capaces, transparentes, comprometidas con la paz y las transformaciones. De la ciudadanía también depende que los cambios se den y que los territorios sean bien gobernados.

 

Luis Emil Sanabria D.

Inmenso es el desafío de construir paz

¿Será qué en esta oportunidad si se logra un acuerdo de paz con el ELN?, esta es una de las preguntas que rondan muchas de las reuniones que alrededor de la paz se realizan por estos días, tanto en los espacios de debate académico como en los escenarios sociales y políticos; y no es para menos, ya que, solucionar el conflicto armado, en el que esta guerrilla es protagonista, toma carácter de urgencia. Responder positivamente esta pregunta, no será posible si, como lo exigen algunos liderazgos políticos, lo que se pretendiera fuera solo la desmovilización, la dejación de armas y la reincorporación de esta insurgencia, como si el futuro de la superación de los ciclos de violencias, dependiera únicamente de la voluntad que expresen y demuestren los grupos alzados en armas.

Sin embargo, si asumimos, como hasta ahora se ha planteado, tanto por el gobierno como por los elenos, que este nuevo intento de lograr un acuerdo de paz, pasa por la búsqueda de transformaciones a las causas estructurales que originan esa violencia política y las demás violencias, seguramente la respuesta puede ser bastante optimista. Y es que los pasos hasta ahora dados en la mesa de diálogo con el ELN, son bastante promisorios, pues se deja ver en las declaraciones y acuerdos, que se piensa en ponerle fin, no solo al conflicto que en este caso les compete, sino que, a partir de estos acuerdos, se pueda aportar a la construcción de la paz integral y total, y a la superación de todas de las violencias, tanto políticas, como económicas y sociales.

 

Algunas voces se han levantado exigiendo, una supuesta mayor operatividad de la fuerza pública frente al ELN, mayores precisiones, definición de etapas, tiempos exactos y resultados tangibles de la mesa de diálogo, como si se tratara de aplicar una receta, seguramente ya fracasada. Por primera vez, un gobierno asume la complejidad de abordar múltiples escenarios de diálogo con diversos actores armados, políticos y no políticos, sacar adelante un Plan Nacional de Desarrollo que pretende superar las brechas de pobreza y exclusión, poniendo al centro la defensa de la vida, transformar las políticas antidrogas colocando el énfasis en la persecución a los narcotraficantes y al lavado de activos, y sacar adelante la reforma laboral, la reforma a la salud, la reforma agraria, entre otras y de las cuáles es imposible prescindir.

Lo que vemos con claridad, y en este caso es necesario darles los créditos a las delegaciones tanto del Gobierno Nacional como del ELN, es que los acuerdos hasta ahora alcanzados indican que, lo que se busca es llegar a lo que podemos considerar, un punto de no retorno, no solo con el proceso de paz que involucra a esta guerrilla, sino en general, con toda la complejidad del conflicto armado, sus múltiples protagonistas, sus causas estructurales y sus reiterativas consecuencias. No de otra forma, se puede entender la simultaneidad de acuerdos, la disposición a su pronta implementación y la generación de rutas poco ortodoxas, para alcanzar la paz, la justicia social, y la equidad, a través de lo que puede ser un novedoso mecanismo de participación ciudadana que haga posible el compromiso de la sociedad y sus diversos sectores, en lograr pactos y acuerdos, tanto regionales como nacionales, y que adicionalmente entregue luces, para lo que puede ser una reforma política profunda, que ponga al centro el poder y la soberanía popular.

En solo siete meses, esta mesa de diálogo ha dado a conocer varios acuerdos que pudiéramos llamar de alistamiento, que marcan el camino de la profundidad de los pactos que se pretenden lograr, y la responsabilidad conjunta, con la cual, se establecieron las condiciones que deben generarse, para llegar a estos. El primero, es el llamado Acuerdo de México, que sirve de marco conceptual conjunto y que define los alcances de lo que se pretende abordar, tanto en las formas y metodologías, como en los ejes de la agenda temática. Sin demeritar otros acuerdos que se han dado, hay que resaltar el acuerdo No. 9, por la entrega que hace de elementos novedosos para el abordaje de esta manifestación del conflicto armado; este acuerdo central, que hace referencia al proceso de participación de la sociedad en la construcción de la paz, crea un figura muy importante para la elaboración participativa de la metodología que convocará luego a la sociedad a participar en la creación de acuerdos, denominada Comité Nacional de Participación-CNP, que a su vez ya cuenta con su reglamento operativo y su plan de trabajo, y que será instalado el próximo 3 de agosto.

Así mismo, es necesario resaltar que, este ejercicio de participación no será posible, si la mesa de diálogo no hubiera logrado prontamente otro acuerdo importante, como es, el Cese al Fuego Bilateral, Nacional y Temporal, el cual cuenta con acuerdos sobre mecanismo de monitoreo, verificación y sus protocolos complementarios, y que entrará en vigor el 3 de agosto, a la par del CNP. Es decir, estos dos acuerdos son interdependientes y se robustecerán en la medida en que entren a funcionar y las confianzas de la sociedad se fortalezcan. Los acuerdos y protocolos hacen precisiones necesarias, sin embargo, estas precisiones generan nuevos retos cargados de incertidumbres, que son propios de los abordajes participativos y complejos, los cuales se deben asumir con profundo respeto y sin muchos temores.

Los comandantes del ELN deberán garantizar que todos los frentes y sus combatientes, respetarán el cese al fuego, y tomar los correctivos necesarios para prevenir o solucionar posibles comportamientos, eventos o enfrentamientos con la Fuerza Pública que comprometan su continuidad, incluido por supuesto el acatamiento al Derecho Internacional Humanitario, en especial el respeto a la población civil; por otro lado, la Fuerza Pública, que deberá hacer los propio en relación con sus mandos a todos los niveles, y los soldados y policías, también le corresponderá profundizar su compromiso con la paz y la superación de posibles conductas que los señalan como aliados de grupos herederos del paramilitarismo y garantizar, junto con otros instrumentos, como la Unidad Nacional de Protección, la vida de líderes y lideresas sociales, gremiales y políticos de todos los sectores, para su permanencia en el territorio.

El reto del Comité Nacional de Participación, en sus seis meses de funcionamiento, será igualmente grande; deberá diseñar participativamente, mediante una serie de reuniones periódicas, encuentros territoriales, sectoriales e instrumentos virtuales, la forma de participación de la sociedad en el proceso, es decir, el cómo, quiénes, cuándo y dónde se va a participar, para construir colectivamente una agenda de transformaciones que hagan posible la paz, que sea el eje fundamental para lograr un Gran Acuerdo Nacional para la superación del conflicto político, social, económico y armado. Inmenso es el desafío de construir paz, como inmenso es el conflicto armado.

Este mecanismo o metodología de participación, que debe comenzar a implementarse desde marzo de 2024 y que llegará hasta mayo de 2025, debe ser lo suficientemente incluyente, para que ningún sector social, político o económico se sienta excluido, debe responder a la urgencia de las soluciones que exige la sociedad tradicionalmente excluida y a las transformaciones estructurales por años represadas, debe ser tan mesurado como sea posible para no crear falsas expectativas y tan ambicioso como sea necesario, para que la sociedad recupere la confianza en la posibilidad real de construir una nueva sociedad capaz de vivir en paz.

Paralelamente, se deberá incentivar que la sociedad en general se movilice en respaldo del proceso, que construya propuestas y las presente, que se haga sentir cuando considere necesario, que sea artífice y veedora del proceso y que participe en la implementación de los acuerdos tempranos que se logren. No será fácil, no será imposible, para la paz hay que creer que podemos, y hacer viable la juntanza creadora que nace y se recrea en cada territorio y en cada colombiana y colombiano.

Luis Emil Sanabria D.

En Bello Oriente firmantes de paz y comunidad se unen para recuperar el bosque premontano

El barrio Bello Oriente se encuentra ubicado en el sector centro oriental de la Comuna 3-Manrique, en la parte más alta de la ladera, zona nororiental de Medellín. Sus laderas colindan con el Parque Arví y la Laguna de Guarne y durante más de 20 años han sido deforestadas y sembradas con pino y eucalipto que resecan la montaña. La idea es recuperar el bosque premontano con especies nativas: moreras, nacedero o quiebra barrigo, acacias forrajeras, uvos, arrallanes, carate y chagualos para recuperar suelos y bosque que sirvan de perchas para las aves que ayudan a multiplicar las especies.

Entre 1980 y 1981 llegaron los primeros habitantes a Bello Oriente, provenientes de municipios de Antioquia (Bajo Cauca, Urabá, Nordeste y Suroeste) y otros departamentos como el Choco y Córdoba, muchas de las familias en condición de desplazamiento forzado, producto de la  violencia en el país. Ya en pleno 2023 el barrio se encuentra mucho más poblado y requiere de intervenciones que prevengan los desastres naturales y la mitigación del cambio climático parta evitar nuevos desplazamientos.

 

En este territorio de la Comuna 3 – Manrique se desarrolla un proceso de reincorporación comunitaria entre firmantes de paz y comunidad, a la vez que un proyecto de turismo ecológico que pretende generar rutas de memoria histórica en el territorio. Como parte de esta articulación se está construyendo una ruta ecológica y se comenzaron a sembrar 300 árboles nativos para recuperar el bosque premontano que ha sido deforestado a través de los años.

El día del padre se sembraron 50 árboles y el próximo 20 de julio se pretende  celebrar el día de la Independencia sembrando otros cien. En este ejercicio comunitario o de convite se vincula también la población venezolana migrante que habita esta ladera, la comunidad, firmantes de paz, la secretaría de No Violencia del Distrito de Medellín, las fundaciones Caminos y Palomá, la Alianza Francesa de Medellín, la ONG Mercy Corps y la empresa de la economía social y solidaria Kinomé.

Como firmantes de un proceso de paz que también pretende proteger los bienes comunes, celebramos esta unión de diversas fuerzas para impulsar un proyecto para la vida, la naturaleza y la comunidad.

Pedro Baracutao

Representante a la Cámara

Creatividad, bondad y compromiso para la Paz

Es muy natural que, algunos de los ya reconocidos sectores que se oponen a cualquier intento de construir caminos de paz para salir de, por lo menos, sesenta años de violencias políticas, ahora se rasguen las vestiduras en contra de las propuestas que, para construir paz integral, se exploran desde el alto gobierno y los grupos armados no estatales. Como si Colombia viviera en un paraíso que hay que proteger y la muerte violenta no paseara por los campos y ciudades arrebatándole a las gentes la posibilidad de un presente y un futuro mejor, los áulicos de la violencia se niegan a cualquier propuesta que acerque la posibilidad de paz.

Vociferan, gritan, patalean, amenazan con impedir cualquier solución que no sea el bombardeo y la confrontación armada, intentan debilitar toda propuesta audaz, ridiculizándolas con sus editoriales, espectáculos mediáticos y comentarios mañosos, y omitiendo el amplio respaldo que las comunidades están brindando a los espacios de diálogo y conversaciones que, aunque con dificultades y desaciertos, se abren paso, recuperando y señalando rutas de solución política, negociada y pacífica a las violencias estructurales y armadas.

 

No se equivoquen nuevamente señoras y señores de la oposición inteligente. No se dejen aconsejar del sesgo ideológico, la mezquindad y el egoísmo; en Colombia, además de la expresión electoral que votó mayoritariamente a favor de la construcción de la paz integral y total, se están tejiendo energías, pensamientos, actuares y quereres populares. Es la Juntanza creativa, que desde los territorios está comprometida con las transformaciones de las causas que generan violencias. Basta con visitar y conversar con las comunidades en las zonas y ciudades más afectadas por el conflicto armado y el olvido, para sentir y comprobar el inmenso esfuerzo que las y los empobrecidos hacen a diario, para persistir en la construcción de paz y reconciliación.

Ejemplo de ello es, la decisión de los y las jóvenes negras de la costa pacífica que participan y fortalecen las Guardias Cimarronas y los Consejos Comunitarios para la defensa de los territorios, el rescate de la cultura, la defensa de las tradiciones, y el gobierno y la justicia propias; o el compromiso que demuestran, las gentes de las comunas de Medellín, que salen al encuentro de la Gira Territorial por la Paz, organizada por múltiples expresiones sociales que trabajan por la paz urbana y la paz nacional; o las mujeres campesinas y comunales del bajo cauca antioqueño que, resisten a la confrontación violenta y a los estragos ambientales de la minería del oro, cultivando yuca, plátano y ají, criando cerdos, gallinas, peces o manteniendo apiarios cuyo producto les ayuda a mejorar sus ingresos. Mujeres comprometidas con sacar adelante sus sueños, sus hijos y sus comunidades.

No hay que dejarse deslumbrar por las altanerías de quienes sienten que, así como perdieron la gobernabilidad nacional, van a perder gran parte de la gobernabilidad territorial. No hay que dejarse provocar de quienes se rehúsan a abandonar prácticas corruptas, mafiosas, violentas y embusteras para mantenerse en el poder. La tarea hoy es, fortalecer los procesos sociales regionales, subregionales y nacionales que han perdurado en su lucha pacífica, generar nuevos espacios de encuentro democráticos e incluyentes, respaldar las reformas propuestas para el cambio, concertar con quienes tienen pensamientos diferentes pero que creen en la paz y la necesidad de transformaciones profundas y preparase para participar coordinadamente y con propuestas consensuadas, en los escenarios que se abren paso desde las mesas de conversaciones con los grupos armados.

El presente y el futuro nos convocan a desatar la mayor creatividad posible, por eso, no hay que temer a las propuestas novedosas que buscan la paz. No hay que resistirse a romper esquemas tradicionales de negociación que, aunque muy importantes, no han sido suficientes para superar definitivamente los círculos de violencia que tanto daño nos hacen. La paz transformadora que hará emerger de nuestros corazones y cerebros, la justicia social y la reconciliación, requiere explorar caminos diferentes, instalar niveles variados de encuentro y construcción colectiva, que hagan posible la urgente tarea de desescalar la confrontación, para ahuyentar el miedo, el terror y la muerte.

Las guerrillas, las bandas criminales y los llamados grupos armados herederos de estructuras del paramilitarismo, también deberán hacer lo propio. El compromiso escrito se refrenda con el compromiso práctico. No se puede desconocer la importancia de las declaraciones de paz, y hay que dar pasos definitivos para robustecer el llamado Cese al Fuego Bilateral; pero también, se necesita instalar toda clase de mecanismos que conduzcan a ponerle fin de una vez por todas, a los ataques sistemáticos contra la población civil.

No es posible avanzar con la profundidad, la confianza y la rapidez que se requiere, si se continúan asesinando indígenas, afrodescendientes, comunales, sindicalistas, ambientalistas, hombres y mujeres que trabajan por la paz y los derechos humanos. No será posible convocar a toda la sociedad, si el secuestro o la extorsión no se suspenden, si se sigue reclutando niños, niñas y adolecentes, si se siguen instalando o manteniendo fronteras imaginarias que aterrorizan a las comunidades en las ciudades, si los pueblos siguen confinados, o si las lideresas y líderes políticos no pueden expresar sus ideas.

El Gobierno Nacional podrá avanzar, con el apoyo de la comunidad internacional, en la búsqueda de recursos para crear un ambiente propicio para la paz y la participación, desescalar el conflicto, prevenir los secuestros o la extorsión, progresar en la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo, e incluso garantizar la manutención de los combatientes mientras se firman los acuerdos definitivos de paz; también, las organizaciones sociales podrán continuar con sus procesos de coordinación, construcción de acuerdos y consensos territoriales y nacionales; pero, estas ingentes labores que ponen en riesgo el acumulado político de los partidos de gobierno y mantiene en la zozobra a las organizaciones, no tendrán los resultados esperados, si los grupos armados no estatales, no muestran un mayor compromiso en la construcción de paz.

Es el momento de preparar y realizar más y mejores acciones colectivas, es el tiempo de la unidad de todos los sectores de la sociedad que queremos salir de las que parecieran ser, interminables trampas violentas, y demostrar la más desbordante creatividad, la más amplia bondad política y social, y el más resistente compromiso con la paz integral y total.

Luis Emil Sanabria D.

Retejer aquellos lazos rotos por el desafecto y la violencia

Casi seis décadas de la llamada guerra popular prolongada y de la combinación de todas las formas de lucha, y muchas más décadas de violencias estructurales ligadas a la violación o negación para las grandes mayorías de los derechos fundamentales y a conflictos políticos no resueltos, han alimentado el odio, la venganza y la falta de comprensión sobre el significado de la Paz y la nueva cultura que alrededor de esta se debe construir.

Vivimos una democracia representativa que, a pesar del sueño plasmado en la Constitución Política Nacional de 1991, mantiene en su núcleo fundamental graves enfermedades como el clientelismo, la compra y venta de votos, el nepotismo, la violencia y la falta de democracia interna de los partidos políticos. Vicios crónicos que impiden mostrar a las nuevas generaciones, caminos límpidos que prevengan el uso de la violencia armada como expresión política o social, que los lleve a alcanzar y gozar de derechos legítimos y a comprometerse con los deberes ciudadanos. Nuestra débil República padece de conflictos orgánicos aun no resueltos relacionados, por ejemplo, con las disyuntivas de seguir manteniendo un régimen centralista o avanzar hacia la federalización; o seguir exaltando la longevidad de una democracia imperfecta, que no ha logrado incluir con generosidad la democracia directa como parte fundamental de la democracia participativa.

 

Estas contradicciones que impiden la estabilización social y política deben ser asumidas a profundidad, para lograr realizar los cambios políticos y administrativos que le entreguen al constituyente primario su poder de decisión, haciendo de la participación un ejercicio vinculante, de la mano de una gran estrategia comunicativa, de sensibilización y pedagogía para instalar una cultura de paz y reconciliación. De allí la importancia de que en los diálogos sociales nacionales y regionales entre organizaciones sociales, gremios y partidos políticos, que se deben desatar a propósito y en relación con los diálogos de paz que se adelantan con los actores armados no estatales, el tema de la profundización de la democracia participativa y la descentralización política y administrativa, deben ocupar el lugar privilegiado que le corresponde.

No en vano tanto en los diálogos de la década de los 80 y 90 del siglo pasado, en los acuerdos de paz de este siglo con las FARC-Ep, y en los nuevos diálogos con el ELN y las llamadas disidencias de las FARC, este tema sigue apareciendo como protagonista. Desafortunadamente, a pesar de lo pactado en el acuerdo de paz con las FARC-Ep en relación con el Punto 2, que pretendió modernizar y fortalecer la democracia a través de mecanismos y medidas que garanticen la participación política de sectores históricamente subrepresentados y que pretendía reformas estructurales para garantizar la participación ciudadana, la reforma política-electoral, la planeación participativa y democrática, y el fortalecimiento de capacidades institucionales, este tema ha sido abandonado por la sociedad, los gobiernos que les ha correspondido la implementación del acuerdo de paz y por todas las dirigencias de excombatientes reincorporadas a la vida política.

Esta profunda problemática que padece Colombia frente a la democracia y la administración del Estado, debe abordarse sin temores, para disponernos con más decisión a construir la Paz Integral y Total. No obstante, esta tarea inaplazable que debe concitar todas las voluntades, demanda de otro componente a desarrollar que ha sido consecuencia y que a su vez retroalimenta la conflictividad violenta, y es el reto de diseñar y avanzar en programas y estrategias que hagan posible la instalación de una cultura de paz.

Esta tarea, también aplazada o esquivada, requiere realizar ingentes esfuerzos desde el alto gobierno, pero también supone esfuerzos no menos grandes de las y los mandatarios locales, (gobernadores/as y alcaldes/as). A la par que se adelantan diálogos con grupos armados, y se potencian y multiplican escenarios cotidianos para el encuentro con el otro y la otra desde las diferencias políticas y sociales, y desde las diversas formas de ver y entender el crecimiento económico y el desarrollo, que nos permitan establecer lazos de confianza, se deberían desatar programas ambiciosos que nos ayuden a construir una cultura de paz, convivencia y reconciliación, que coloque al centro los derechos humanos, el derecho a la vida y el reconocimiento de las diferencias.  

Colombia se encuentra atravesando en un momento de cambios fundamentales que hacen irreversible la decisión ciudadana de avanzar hacia la Paz Integral y Total. A pesar del triunfo a favor de la paz, la sociedad colombiana que ha sido polarizada en relación con este anhelo mayoritario, sigue dividida de forma más o menos equilibrada, lo que hace necesario insistir en el desarrollo de acciones que nos permitan despertar la emoción y la solidaridad en el alma de la gente y continuar con mayor decisión por la ruta que conduzca a borrar la violencia de la cotidianidad social, económica y política, y generar escenarios de reencuentro, reconciliación y armonía. Desarmar las manos promoviendo jornadas de desarme ciudadano, pero también desarmar los corazones, para darle cabida a la generosidad, el perdón y el amor entre los seres humanos y de estos con la naturaleza, tan duramente golpeada por el conflicto armado y el modelo económico.

Hoy se juntan las energías cósmicas, la voluntad de la madre tierra, los corazones de los dioses, para hacer posible la armonización de la vida, y es allí donde una estrategia nacional con una alta dosis de sensibilidad, se convierten en puente para retejer aquellos lazos rotos por el desafecto y la violencia vividos durante tantos años. Motiva mucho que, desde el Ministerio de Cultura se esté pensando en aportar a la construcción de una cultura de paz, apoyados en las organizaciones artística y culturales regionales, populares, étnicas, sociales, reconociendo las experiencias populares, las fortalezas organizativas regionales, apoyados en los medios de comunicación comunitarios y sus formas organizativas, tanto regionales como nacionales, con su propia idiosincrasia y sus propios saberes.

Todas y todos los enamorados de la paz debemos aportar a la creación de una generosa pero consistente operación permanente nacional, que involucre pedagogías, acciones de sensibilización y propuestas comunicativas para la paz, en donde interactúen los diferentes sentires, las diferentes vivencias, las diferentes regiones, las diferentes tecnologías, de tal forma que se desate un ambiente social y cultural que logre el respaldo de toda la ciudadanía a los esfuerzos y procesos encaminados a la construcción de La Paz Integral, para alcanzar ese punto de no retorno, de no repetición, ese nunca más las violencias como expresión política y de transformación social.

 

Luis Emil Sanabria D.

 

Gobierno y ELN aplazan anuncio del alto al fuego

Foto: Presidencia de la República

Las delegaciones del Gobierno  y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) han solicitado un día más de prórroga antes de clausurar la tercera ronda de negociaciones en La Habana, Cuba, a fin de «ultimar» varios detalles de los textos que se han acordado en las últimas semanas.

 

Ambas delegaciones han pedido un día más al máximo líder del ELN, Eliécer Herlinto Chamorro Acosta, alias ‘Antonio García’, y al presidente de Colombia, Gustavo Petro, que estaba previsto que se desplazara hasta la capital cubana para anunciar con el jefe de la guerrilla un nuevo alto el fuego.

Poco antes, el Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda, ha anunciado que tras varios meses de negociación se va a decretar una tregua entre las partes. «Va a haber un cese al fuego de carácter nacional (…) tendrá unos efectos muy concretos en los territorios, con procesos pedagógicos, y adicionalmente con unas garantías para facilitar la reducción de la zozobra en los pobladores», ha adelantado.

Rueda ha detallado que el pacto con la guerrilla estará vigente al menos seis meses y ha destacado que «es la primera vez» que el ELN, en los diversos procesos de paz en los que ha participado con diferentes gobiernos, acuerda con el Gobierno un mecanismo de control y verificación como el que han alcanzado.

El Gobierno y el ELN se encuentran negociando en La Habana desde finales de abril, tras las rondas celebradas previamente en Caracas y Ciudad de México, en donde no se alcanzó un acuerdo de alto el fuego. En consecuencia, las operaciones de unos y otros han continuado, habiéndose registrado numerosos muertos entre los agentes de la fuerza pública y las filas guerrilleras.

El espíritu de la paz integral recorre el país

Mientras sectores políticos tradicionales coinciden con el fiscal general de la nación y la procuradora, en la elaboración de relatos para desprestigiar al gobierno del Presidente Gustavo Petro, y a su equipo de Senadores, Senadoras y Representantes a la Cámara, y de forma simultánea congresistas de oposición, obedeciendo a sus patrocinadores de campaña, en un escenario mediático que, con lágrimas y todo, ambienta y manipula la sensibilidad de la población que consume ingenuamente espectáculos y falsas verdades, se ausentan de los debates o se declaran impedidos para votar la reforma laboral o la reforma a la salud, otro importante grupo de colombianas y colombianos, continúan con sus esfuerzos de construcción de paz en medio de ataques a su vida, estigmatización y miedo que, el sonido de las balas y el olor de la muerte producen.

En el Oriente Antioqueño más de cien delegados y delegadas de los 23 municipios de esta subregión del departamento, se reunieron el 30 de mayo, en el salón El Tapial, del parque recreativo Comfama de Rionegro, convocados por PRODEPAZ, en alianza con diferentes organizaciones sociales y comunitarias, en la Tercera Asamblea General para reafirmar el Pacto por la Construcción de Paz Territorial. Con deliberaciones amplias y despojadas de sectarismos, con actos simbólicos que reafirmaron la necesidad de fortalecer los lazos de afectos y solidaridad con los miles de víctimas que el conflicto armado ha dejado en todos los poblados de la región, y con compromisos remozados, este encuentro reafirmó la responsabilidad de avanzar en diálogos regionales que aporten a la defensa de la vida, el cuidado del medio ambiente y la reconciliación.

 

El Primero de junio en Medellín, con la presencia de cerca de ciento cincuenta personas de toda el área Metropolitana, delegados de las expresiones barriales organizadas que defienden la vida, construyen paz y derechos humanos, se realizó el Encuentro de víctimas y organizaciones comunitarias por la protección de la vida y la paz urbana en el contexto de la paz total. Convocados por el Observatorio de Paz del Politécnico Colombiano Jaime Isaza, y un comité de impulso conformado por organizaciones sociales, contando con la presencia del Alto Comisionado para la Paz  y el Director de Investigaciones de la JEP, este evento tuvo como principal resultado el lanzamiento del manifiesto llamado Alianza Paz Antioquia, y sirvió de preámbulo a la instalación formal, el día 2 de junio, de la mesa de negociaciones con representantes de las principales bandas delincuenciales de la ciudad, buscando mediante el diálogo, ponerle fin a las confrontaciones violentas urbanas, construir un presente y un futuro mejor para cientos de miles de jóvenes y avanzar hacia el sometimiento a la justicia de los integrantes y jefes de estas expresiones armadas establecidas en el territorio.

En la zona del Catatumbo, bajo el liderazgo de las organizaciones sociales y comunitarias, se convocó una gran jornada por la paz, que inició el 1 de junio en la mayoría de municipios de la región, y congregó una concentración en la ciudad de Convención, para darle inicio a una caravana que, luego de seis horas de camino, arribó al municipio de Tibú, en donde, en una Asamblea por la Paz, cientos de catatumberas y Catatumberos reafirmaron la exigencia a los bandos confrontados, de avanzar hacia la paz, el cese el fuego y de hostilidades, el respeto al Derecho Internacional Humanitario – DIH, la instalación de la mesa de conversaciones con el Estado Mayor Central-FARC, el cese de amenazas y asesinatos a líderes sociales y políticos, entre otras sentidas peticiones. Lamentablemente, a pesar de haber sido invitados, ningún delegado de los gobiernos municipales o departamental, participaron en la jornada, y tampoco hizo presencia la Comisión de Paz del Congreso de la República o el ministerio público.

En Bogotá se reunió el 2 de junio, la Mesa Nacional de Interlocución Social para la Paz- MENISP. Delegados y delegadas de 35 organizaciones y plataformas nacionales, étnicas, campesinas, comunitarias, de población LGBTIQ+, juveniles, de mujeres, de población con discapacidad, defensoras de Derechos Humanos, constructoras de paz, comunales, sindicales, de comunicación popular, con importante presencia regional que conforman esta instancia de coordinación, reafirmaron la propuesta de implementar una ruta para la transformación política y negociada del conflicto armado, en donde el fortalecimiento organizativo, la promoción de diálogos regionales, la movilización y las comunicaciones para la paz ocupan, un lugar preponderante.

La MENIPS, se reafirma en el respaldo a las políticas de paz y transformaciones, que el Gobierno Nacional viene impulsando y hace un llamado a instalar con mayor celeridad las mesas de diálogo con todos los actores armados, al cese al fuego y de hostilidades bilateral y multilateral, y a construir conjuntamente mecanismos de participación efectiva, coordinada y vinculante de la sociedad civil en las mesas de diálogo, mediante el reconocimiento a los pactos de paz y reconciliación que se construyan, producto de los diálogos regionales y subregionales amplios que están promoviendo.

El espíritu de la paz total e integral, de la mano de las organizaciones sociales, está recorriendo el país y se abre camino, a pesar de los relatos adversos, de la oposición indolente, y en medio de la perversidad de los actos violentos. Este compromiso social, tan importante y sin el cual la paz no podrá avanzar, requiere de un mayor y decidido acompañamiento y respaldo de personas, instituciones de gobierno y Estado, partidos políticos, gremios económicos y confesiones religiosas.

Este compromiso social y popular, es un llamado contundente a unir las almas y las manos de quienes estamos convencidos de la paz como camino y como meta, de quienes promovemos los cambios estructurales que harán posible ahogar en democracia, justicia social y equidad, a las múltiples violencias que alimentan el conflicto armado interno, ese “monstruo grande” que solo se le derrotará, si a una sola voz, promovemos la construcción de un presente y un futuro con dignidad, seguros de que con la paz ganamos todos y todas.

Luis Emil Sanabria D.

 

 

Secret Hit y jóvenes colombianos buscan Récord Guinness

Imagen de Cortesía

Buscando llevar un mensaje de paz a las comunidades de Colombia, el domingo 3 de septiembre, en Medellín, Fabrizio Moreira, CEO de Secret Hit y ex miembro de la RED de Líderes del Banco Interamericano de Desarrollo, junto Santiago Preciado, Secretario (e) de participación ciudadana de Medellín, en compañía de Florez Lauser y María Alejandra Agudelo, una reconocida manager de artistas de la ciudad, iniciarán la búsqueda para lograr, por primera vez en nuestro país, el Récord Guinness a la mayor participación de motocicletas en un video musical.

 

“Con esta iniciativa queremos llevarle a los jóvenes un mensaje de unidad y trabajo en equipo donde les demostremos que se pueden lograr cosas trascendentales, y de beneficio, si se trabaja duro y en conjunto. En este momento estamos junto a líderes locales de Medellín procesando la aplicación para que la organización Récord Guinness califique el evento y pueda certificarlo, todo se encuentra en marcha. El objetivo final es que en septiembre ellos ya avalen el evento y nos den la certificación”, afirma Fabrizio Moreira.

Este evento, que tiene como finalidad reunir a más de seis mil (6.000) motocicletas para poder obtener dicho Récord Guinness, será la antesala de un concierto al aire libre que buscará llevar un mensaje de paz a las comunidades de Colombia. Asimismo, se espera que éste sea encabezado por un reconocido artista del género urbano, quien será anunciado en las próximas semanas.

«Nuestro objetivo final es formar líderes, que, a futuro, se conviertan en agentes de cambio para el país. Con esto queremos cambiarles la vida y la mentalidad a los jóvenes”, enfatiza Fabrizio Moreira.

Píldoras para la memoria de Andrés Pastrana

En Colombia hay un solo expresidente moralmente impedido para hablar, quejarse o dar recomendaciones sobre mal manejo del orden público nacional, y se llama Andrés Pastrana Arango.

Cuando Andrés Pastrana Arango llegó a la Presidencia de la República afirmó de manera bastante ingenua que se podía firmar la paz con la guerrilla de las Farc en seis meses, y no sé si creyendo que el grupo ilegal, se dejaría seducir fácilmente, instaló las primeras reuniones sin tener prestablecido una agenda y unos puntos a tratar.

 

Ya cuando todo estaba listo y con una agenda construida por el gobierno en la que además participaron miembros de la oposición de ese momento encabezada por Horacio Serpa Uribe, María Emma Mejía, Antonio Navarro,  Noemí Sanín, etc.,  vino entonces la inauguración del proceso de paz con 42 mil kilómetros despejados para que las Farc hicieran lo que a bien les pareciera, pero con un detalle que los colombianos no olvidan, la silla en la que sentaría Manuel Marulanda ‘Tirofijo’, quedó vacía porque su ocupante nunca llegó. Aún así, el proceso de paz no se cerró.

Este episodio sucedió el 7 de enero de 1999, y doce días después las Farc congelaron los diálogos, exigiendo acciones contundentes en la lucha contra el paramilitarismo. Aún así, el proceso de paz no se cerró.

El 4 de febrero las Farc pidieron el cambio de alcalde encargado de La Macarena en el departamento de Meta, Simeón Sánchez por Jorge Pérez, un individuo recomendado por la misma guerrilla y el 25 de ese mes de febrero, las FARC-EP expulsaron a un fiscal que atendía denuncias contra el grupo subversivo en San Vicente del Caguán, y el proceso, continuó.

Un mes más tarde, se encuentran los cadáveres de los indigenistas estadounidenses Ingrid Washinawatok, Laheenae Gae y Terence Freitas, secuestrados desde el 25 de febrero y asesinados por orden de Grannobles, pero el proceso de paz no se cerró.

Se incrementaron las pescas milagrosas, las tomas a poblaciones y los asesinatos. Se presenta los secuestros de Luis Eladio Pérez, Óscar Tulio Lizcano, el asesinato de la Familia Turbay Cote, y nada de lo anterior hizo que el proceso de paz se detuviera.

Junto a esto algo más sucedía, las acciones violentas de los paramilitares comandados por Carlos Castaño se hacían más frecuentes, sembrando una ola de terror a donde quiera que llegaban.

A este escenario de caos, y miedo se une el ELN, quien secuestró un Fokker 50 de Avianca que llevaba 41 pasajeros y cinco tripulantes. El vuelo 9463 de Avianca cubría la ruta aérea entre las ciudades de Bucaramanga y Bogotá.

Este panorama caótico, de miedo y desesperanza se vivió durante el gobierno de Andrés Pastrana, cuatro años donde no hubo autoridad y si en cambio tuvimos un presidente dedicado a viajar con su familia por diferentes países mientras Colombia estaba incendiada por una guerrilla de las Farc que aprovechó los 42 mil kilómetros cedidos por el entonces primer mandatario para hacer lo que se diera la gana, junto a  un paramilitarismo que se imponía a punta de bala y violaciones a los derechos humanos y un ELN tratando de demostrar que tenía fuerza y podía causar males si así lo deseaba.

Este fue el país que Andrés Pastrana dejó, un país donde reinaba el caos, el miedo y la desesperanza por un orden público mal manejado y un proceso de paz que no supo conducir, como para que ahora redacte cartas al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, quejándose por la situación que viven los territorios en Colombia por los enfrentamientos armados entre grupos ilegales.

Es cierto que con los años se pierde la memoria, pero tranquilo doctor Pastrana, aquí estamos los colombianos para refrescársela.

@sevillanoscar

 

 

 

La implementación pasivo-agresiva del gobierno de Iván Duque

Lo dijo Francisco Gutiérrez Sanín en el 2021. Duque jugó durante cuatro años a la doble contabilidad con la implementación del Acuerdo de Paz. Mientras para la comunidad internacional posaba como un estadista que “hacía lo que podía” en un país tomado por la mafia, aquí en casa mantuvo siempre la idea de hacer trizas la paz. Quiénes trabajábamos con la comunidad internacional teníamos prohibido mencionar el acuerdo de paz. Sólo se aceptaban proyectos de emprendimientos rurales, ojalá completamente alejados del espíritu reformista o transformador del acuerdo. A ese ritmo, lo único que logró un avance significativo fue el Sistema integral de Verdad, Justicia y Reparación.

Desde ahí, la implementación nació viciada y el acuerdo más verificado del mundo nunca logró tener cifras unificadas que le permitieran saber si se estaba avanzando o no.  Cosas tan ridículas como que el asesinado o violación a los DDHH de los reincorporados nunca se admitiera como un indicador – al menos de preocupación – habla mucho de lo mal que lo hicimos como sociedad. Sólo después de 200 muertos el gobierno de ese entonces empezó a admitir que había un problema.

 

Pero, por el contrario, se midieron cosas como el número de disposiciones del Estado adoptadas, herramientas estructuradas y muestras de buenas intenciones. Una parte importante de los avances se midió sobre planes sobre los cuáles no se hacía seguimiento. De resultados, ni hablemos.  No creerán las personas que me leen, pero hay una amplia colección de elefantes blancos derivados de la mala implementación que incluyen piscinas de tilapia en tierra fría y un hidrotornillo de miles de millones de pesos instalado en un lugar cada vez más deshabitado. Eso sí, para la foto, todo salía muy bonito.

No obstante, la verificación tuvo también informes brillantes como el que suscribió la Procuraduría Delegada para el Acuerdo de Paz y que mostraba no solamente la falta de avances en el punto 1, sino la manipulación de cifras del gobierno nacional. El documento desapareció hace pocas semanas de la página web, e incluso de Internet. Curioso que haya pasado, justamente cuando la opinión pública empieza a preguntarse qué tan veraz fue la información del gobierno Duque y de su comisionado Emilio Archila. La millonaria cifra de hectáreas ingresadas al Fondo de Tierras no es otra cosa que un montón de tierras baldías que actualmente están ocupadas y que no pueden ser utilizadas para paliar la inequidad en el acceso a la tierra.

Iván Duque, y sobre todo Emilio Archila aprovecharon el fetiche colombiano con el número chiquito y con las infografías. Por ejemplo, en el balance de los PDET se señaló que se invirtieron 15 billones en 4.159 proyectos sin especificar cuántos de ellos estaban en ejecución, cuántos finalizados y cuántos exitosos. Otra cifra fantástica: 11.300 recomendaciones comunitarias incorporadas en los PDET de las cuáles no se aclara a septiembre de 2022 cuántas están en implementación. 1.777 obras  de las cuáles sólo se han estructurado 3. Pero tal vez la peor cifra está en los proyectos productivos de la reincorporación. De 5.035 proyectos aprobados la minoría no pudo ser operada por los propios excombatientes quiénes recibieron cifras irrisorias. No se sabe a hoy cuántos proyectos están funcionando y cuántos generan ingresos.

La implementación fue negligente en lo importante, centralista y cínica con el país que dependía de ella para no repetir los nuevos ciclos de violencia. El gobierno no hizo nada para parar la agresión contra los excombatientes y la fuerza pública se quedó quieta cuando nacieron las primeras disidencias. El PNIS jamás se implementó, y ni siquiera la oficina del Alto Consejero Presidencial para la Estabilización se dignó a escuchar a los líderes campesinos que después fueron asesinados (por ejemplo en el Putumayo) o a las organizaciones de sociedad civil locales y nacionales que denunciaban los homicidios de líderes sociales y las agresiones. El propio presidente Iván Duque exigió a la Unión Europea que no hubiera sociedad civil presente cuando presentara los resultados de la implementación del acuerdo.

Ese método pasivo-agresivo de la paz con legalidad es lo hoy nos tiene en este estado de violencia, lidiando en esos mismos territorios con más de treinta grupos armados agrupados en dos bloques y unas comunidades frustradas y desesperanzadas. Por eso resulta tan cínica su defensa y tan mentirosas las cifras que presentaron. Pero también hay culpa en el seguimiento excesivamente complicado que permitió que durante 4 años el seguimiento real pasara de agache, escondido en un montón de datos incomprensibles. Ojalá aprendamos.