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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Políticos

¿Cómo se debe humanizar la política?

Una enfermedad que tiene de rodillas a todo el mundo con una crisis sanitaria sin cercanos precedentes para la humanidad y el caos que está generando en la vida diaria de los más pobres o débiles, debe ser el punto de partida para que la clase política humanice las decisiones de sus liderazgos.

Cuando se habla de humanizar referenciamos conceptos básicos para entender que está en juego la vida de millones de personas de carne y hueso. Esas mismas personas, que, en varias elecciones, con sus votos, les dieron la oportunidad a los políticos de ser favorecidos en altos cargos públicos para que hagan el máximo esfuerzo de trabajar por sus necesidades básicas.

 

Desde esos importantes escenarios, los gobernantes deben rescatar, socializar y sintonizar en su qué hacer cotidiano palabras de “moda” como solidaridad – apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles-, pero no solamente en calendario electoral, ni en un momento de calamidad, el líder político debe estar en las buenas y en las malas con su gente, con sus ciudadanos.

Otro término que merece atención en las nuevas agendas gubernamentales es la empatía –qué siente o piensa otra persona, e incluso ponerse en su lugar-. Es decir, la urgencia de apropiarse y solucionar a corto plazo problemas sociales y económicos de “vieja data”, que siguen enquistados entre los más pobres y sin dolientes por parte de los gobiernos de turno, partidos o líderes políticos.

Los políticos deben entender que millones de colombianos andan inmersos en la pobreza, el hambre, el desempleo, la inequidad y un sin número de problemas identificados incluso por estudios de entidades gubernamentales. La racionalidad, en este sentido, entra a jugar un papel importante, entendiendo que se deben propiciar soluciones con objetivos puntuales y dirigidos a los ciudadanos más indicados.

Es por esto que humanizar con palabras y significados a la clase política es una tarea de sensibilización con énfasis en las grandes brechas entre ricos y pobres, evidenciadas últimamente en todo el país con protestas, cacerolazos, marchas, paros y un sin número de activismos sociales que claman con mensajes de compasión para que las necesidades sean observadas por los gobernantes.

El clamor humano es que toda la clase política por una vez en toda su existencia deje a un lado el afán de seguir “enquistada” en los altos cargos públicos para beneficiarse y beneficiar a los mismos de siempre. A los políticos en ejercicio, que, a cambio de hacer campaña electoral durante su gobierno, se dediquen de todo corazón a generar propuestas serias para sacar adelante a sus ciudadanos.

Resumiendo, la solidaridad, la empatía y la racionalidad son algunas de las cualidades humanas que sirven para revitalizar, revivir y reinventar la actividad política en todas sus manifestaciones, en un momento crucial para los miles de personas que viven en carne propia la arremetida de una pandemia que es ajena a la pobreza o al más débil.

Todos piensan que esta crisis va a generar un gran cambio en las personas porque se están evidenciando las más crueles necesidades de las clases menos favorecidas. Si el dolor de los ciudadanos es ajeno a los grandes líderes políticos es claro que la humanidad va a seguir en grandes momentos de incertidumbre. Los partidos, los movimientos y las figuras políticas tienen la palabra. El tiempo es el juez…

 

La piel de cordero de una tiranía social, la mediocridad

Tiranía social   Ustedes quizás son muy jóvenes para recordarlo, pero hubo un tiempo en el que por talla intelectual, experiencia, prestigio profesional o nivel formación, los políticos podían hacer cualquier cosa una vez que terminaban en el servicio público. Hoy en día, cualquier cosa puede ser político, y nada más que político. Se me vienen a la cabeza varias decenas que fuera de la política, en el sector privado, se morirían de hambre.

Claro que, por ser justos, eso se puede extender a otras muchas profesiones: educadores, músicos, juristas, filósofos, y por supuesto, los periodistas, que así de mal está la profesión de contar lo que pasa. Por alguna razón, mientras que el mundo evoluciona en una vía digital que asusta, algunas profesiones se van desprestigiando, ‘perreteando’ con el serio riesgo de caer en la caricatura total. ¿Estamos viviendo una involución intelectual? en mi opinión sí, lo que sucede es que se camufla con las herramientas digitales, que nos hacen sentir poderosos, o al menos ocupados.

 

Políticas mediocres: la opinión de Marcial Muñoz

Y no es de extrañar si lo llevamos al enfoque de la educación: en general, el nivel de exigencia académica en los colegios y universidades públicas cayó sin límite en las últimas tres décadas. Dejaron de ser centros de formación integral o especializada para volverse centros de ‘igualación’, más doctrinarios que académicos o técnicos. El nivel general se rebajó varios peldaños. Se llega a más gente, pero la brecha es mucho mayor entre los mejor y los peor formados de una sociedad.

La aspiración legítima debería ser que todos nos igualemos por arriba, nunca por abajo, como está pasando. Debería ser de sentido común buscar la excelencia en la formación. Lo que sucede en la actualidad está lejos, más bien es repartir miserias intelectuales, y futuras económicas.

Tras décadas en esta espiral de dejadez intelectual pasa factura, sin duda. El primer efecto social considerable ha sido la del pérdida de espíritu crítico generalizado. La falta de cuestionamientos morales, sociales y propiamente del conocimiento, son un serio riesgo para el crecimiento de la sociedad. Lamentablemente es una minoría la que piensa y hace, en contraposición a una mayoría pasiva y con nulas ganas de tirar del carro.

Tiranía social

En este océano de escasa exigencia, los políticos mediocres se mueven como pez en el agua. Esta es una época en la que los servidores públicos son lobos con piel de cordero, la democracia es más bien una ‘tiranía’ disfrazada de una sensación de supuesta libertad donde cierta prensa difunde masivamente propaganda del poder en vez de información. Paradójicamente, el cuarto poder está alineado con el primer poder. Están lejos del pueblo y sus problemas.

Y la luna de miel de esos políticos populistas se acaba cuando se les termina el dinero de los que generan riqueza. Cuando la vaca se exprime y ya no da más leche, adiós sueño y adiós democracia real. No hay una mejor idea (ni más lucrativa e inmoral también, obviamente) que luchar por derechos sociales que ya se tienen, en nombre de opresiones que no existen, y a costa del dinero de aquellos a los que se califica de opresores. Eso dilapida miles de millones de nuestros impuestos cada año: la famosa corrupción.

El populismo es intrínseco a la política actual. Lo que pasa es que unos son más populistas que otros, así como también hay formadores mejores que otros, o periodistas más meticulosos, serios y honestos que otros, cada vez menos.

Políticos, 50 motivos para desconfiar de ellos

Después de tratar durante casi 25 años con políticos de toda naturaleza y condición. Después de muchas angustias y decepciones, y también, por qué no decirlo, alguna sorpresa personal y satisfacción, les recomiendo, sin complejo alguno, que desconfíen de los políticos…

Que dicen a todo SÍ
Los que traicionan a sus votantes y sus promesas al día siguiente de ocupar el sillón
Que prometen que harán muchas cosas, pero no te explican el cómo lo harán, se quedan en el titular
Que dicen una cosa para la gente, pero ellos hacen lo contrario en sus vidas
Que piensan que no eres capaz de hacer nada sin ellos
Que te quitan cada día un poquito de tu libertad
Que no les gusta que pienses como tú quieres
Que son muy amigos de los periodistas hasta que llegan al cargo
Que ‘se meten en tu cama’ y en tu vida sexual
Que te dicen lo que debes de comer o lo que puedes o no beber
Que anuncian (desde hace décadas) el apocalipsis del planeta
Que no respetan tu credo religioso, o tu ateísmo, si es el caso
Que todo lo arreglan con ‘subir impuestos’
Que manipulan el pasado y la historia como cortinas de humo
Que hablan de mejorar la educación pública mientras la precarizan
Que eliminan la historia, la geografía o la filosofía de los programas educativos
Que te prometen y garantizan un buen empleo por y para siempre
Que aseguran que acabarán en su gobierno con la pobreza
Que lo resuelven todo prohibiendo, prohibiendo y prohibiendo
Que dicen más de tres veces al día las palabras inclusivo y resiliencia
Que llevan al debate público ‘bobadas y bobades’
Que publican más de 20 tuits cada día en su cuenta
Que sólo pisan la calle en época electoral
Que centran su discurso en el miedo o la indignación
Que hablan más que hacen y dicen más que piensan
Que alientan el odio entre los ciudadanos
Que nunca reconocen, con naturalidad, sus errores
Que dicen muchas veces lo «demócratas» que son
Que multiplican en pocos años su patrimonio personal
Que te quieren hacer ver que vives en el peor país del mundo
Que tienen cientos de ‘asesores’ que no conoce nadie
Que tienen espíritu de nuevo Mesías
Que desprecian la legalidad y atentan contra las instituciones
Que su narcisismo supera cualquiera nivel aceptable
Que jamás apelan al sentido común de las cosas sencillas
Que prometen políticas de cambios rápidos y extremos
Que se fotografían constantemente con niños y huyen de los ancianos
Que hablan de cuotas sin entender la dinámica del sector
Que no han creado nunca ni un puesto de trabajo
Que no han pagado nunca una nómina
Que se alejan de los problemas del día a día de la gente
Que venderían a su madre y a la familia entera por el poder
Que empobrecen a la gente con eco-políticas improvisadas e insostenibles
Que toman sus decisiones de Gobierno por el ‘qué dirán’ y las encuestas
Que están más pendientes de Twitter que de la plaza de mercado
Que te imponen ir en bicicleta, pero ellos no se bajan del Mercedes
Que hablan enrevesado para que no les entiendas

 

Básicamente… desconfía de casi todos los políticos.

Puede leer más opiniones del autor en este enlace

Políticas de humo y pobreza, éxitos de la nada y para todos

¿Cuál es la causa de la pobreza? Ya sea la de una persona o un país cualquiera. La respuesta es NINGUNA. La pobreza es el estado original de todo, el punto de partida por defecto, no es el resultado de una causa. No hay que preguntarse que causa la pobreza… lo que hay que preguntarse realmente es ¿Qué causa o que origina la riqueza o cuál es la razón por la que ésta se incrementa, se disminuye o se destruye por completo?

La riqueza, nos lo ha dicho la historia, se construye trabajando, innovando, produciendo valor a las cosas… o robando (también, por desgracias el mundo es muy imperfecto) Mientras que la pobreza, básicamente, se sustenta de no hacer nada, de la pereza, la inacción, de la indigencia intelectual, o de todas las anteriores juntas.

 

Para el desarrollo real de esto, la política es determinante como elemento dinamizador o desmotivante de los procesos. Los políticos son la mayor fábrica de construcción o destrucción de riqueza económica en un país. Y especialmente en las mujeres, que suelen tener una situación más inestable en lo laboral, por múltiples motivos.

Ciudadanos mediocres eligen políticos mediocres

No tengo pruebas, pero sí la convicción (certeza) personal, de que mucho político contemporáneo supuestamente progresista le hace el mayor de los daños posibles a las mujeres con sus políticas de género, en teoría dispuestas a ‘empoderar’, pero que en realidad sólo buscan una deconstrucción de la realidad, de la forma de como relacionarse con los hombres y que normalmente terminan en la hipérbole, en el absurdo. Y más tristemente, el puerto final de esta opereta sin gracia es la anulación de la propia persona para convertirla en un bulto, en parte de un colectivo homogéneo sin capacidad de opinión propia ajena a ese colectivo. Eso sí, el político o política de turno bien se llena los bolsillos mientras tanto.

Polémica en el deporte femenino

Ejemplo: el escándalo, y de los grandes, en el deporte estadounidense y mundial. Atletas y nadadoras transexuales compiten en igualdad de condiciones con mujeres. Claramente, los ‘trans’ tienen más potencia biológica natural y más velocidad. Es un hecho innegable. Conclusión: ya raramente una mujer ganará una competición deportiva si seguimos en esta espiral de absurdo. Las mujeres perderán el incentivo competitivo y del esfuerzo en el deporte. ¿A qué idiota legislador de los Estados Unidos le dio por aprobar una ley en las que sale perjudicada la mujer? Y no crean que exagero, en los campeonatos nacionales que se celebraron hace unos días en EEUU, la medalla de Plata y bronce, invitaron a la cuarta clasificada a tomarse la foto juntas en el podio, porque ignoraron al transexual Lia Thomas como la legítima vencedora de la prueba. A ese punto llegamos: ‘boicot de género’. Seguro que mucho político progresista apoyó la medida en su día, pero aterrizada a la vida real, a la ‘Real Politik’, es un despropósito se mire por donde se mire.

Dónde existe justicia no hace falta caridad, ni sentimiento de lástima o una igualación forzada. Y las leyes ya amparan la igualdad entre sexos desde hace muchas décadas, al menos en la mayoría de países. Y si falla el sistema y no se cumple esa igualdad no hay que cambiar las leyes, sino a quienes las aplican. Salvo que estos legisladores charlatanes lo que quieran sea cambiar precisamente el modelo de Estado que hay para adaptarlo a su negocio.

En este mismo espacio de opinión ya he lanzado el reto varias veces en los últimos años a cualquier lector. Quién conozca algún caso de desigualdad salarial entre un hombre y mujer rogamos que nos pase la información para que Confidencial Colombia, como medio de comunicación, denuncie el hecho ante la opinión pública. Sigo esperando. Cero denuncias recibidas. Y Básicamente porque no pasa. No pasa que una mujer gane menos que un hombre en ninguna empresa por el hecho biológico de ser mujer. Si gana menos será porque tiene un contrato por menos horas, o menor experiencia, menor cualificación o menos años al interior de la compañía. Los motivos pueden ser varios, pero no por sus ovarios. Si eso pasara, la empresa tendría que cerrar al día siguiente.

Guerra de sexos

El neofeminismo sigue errando en la estrategia de la división, de la guerra de sexos. Después de repetir un millón de veces que los hombres son posibles agresores potenciales y todas las mujeres son potenciales víctimas en muchos ha calado el mensaje. Muchas mujeres tienen miedo a los hombres y viceversa. Ellas porque temen caer en garras de una bestia salvaje que las pueda maltratar, que pasa… y ellos porque piensan que cualquier mujer los puede demandar y arruinarse la vida por las leyes de género, que claramente benefician a la mujer, y que también pasa.

Mientras que las feministas del siglo XX se jugaron la vida por las mujeres, por la igualación justa y definitiva, el neofeminismo actual celebra cualquier logro intrascendente como si fuera un éxito histórico. Celebra que los transexuales compitan con las mujeres en pruebas deportivas o celebran que se diga ‘todos y todas’ o ‘bienvenidos y bienvenidas’ en un discurso… wowww, un ‘avance extraordinario’ que cambia la vida de millones de trabajadoras en el mundo, sin duda lo mejor que les puede pasar para mejorar su calidad de vida. No sé como no se les cae la cara de vergüenza.

Políticas de beneficio propio

Tengo la certeza, que tampoco las pruebas, de que lo que menos les importa es la situación de la mujer y sí más bien tejer sus redes clientelares con las que ganar buen dinero y colocar a sus amigos en puestos de trabajo y salarios que en la vida podrían tener en el sector privado. De eso se trata, de privilegios, mientras desvían la atención de todos, todas y todes.

¿Ustedes creen que si de verdad hubiera emergencia social real los políticos nos tendrían en cuenta para ese cambio de paradigma? ¿Desde cuándo los políticos han contado con el pueblo para tomar decisiones ¿Desde cuándo nos han dicho toda la verdad sin intentar sacar rédito de ello? Todo esto es un negocio, del que viven muy bien unos cuantos.

Todo cambió cuando la política pública volvió la subvención un recurso de atracción de votos y no la manera en cómo se transforman vidas. Cuando se volvió políticas de nada, solo generadoras de pobreza y división. Y es una pena porque el punto de inicio no era tan malo.

La política del engaño como tiranía, y no es sólo Putin

Políticos los hay de todo pelaje y condición: buenos, malos y regulares; honrados o ladrones; íntegros o indecentes; honestos o mentirosos, y por supuesto, capaces o incapaces. Y así la lista de adjetivos sería interminable. Pero a mí, particularmente, la clasificación que más me interesa es entre ‘los que creen en la gente, en su potencial’… o los que ‘aplastan’ a sus ciudadanos.

Mucho se critica a Vladimir Putin en estos días: tirano, loco, dictador… de todo, y con razón. El ruso formaría parte de la evidente clase política que tiene a su pueblo sometido por la fuerza y por la manipulación de unos medios de comunicación cautivos. Y como Rusia, otros muchos países, en los que los dirigentes se toman el control de las instituciones como quien no quiere la cosa. Se las apropian poco a poco, pasito a pasito, sin que se note mucho al principio, y cuando se quieren dar cuenta, el estado se lo comió. Voltear al régimen ya no es posible. Venezuela es el caso más cercano.

 

Las zonas grises que ya no existen en politica

Y luego están la mayoría de dirigentes democráticos. Recordemos que no todos los tiranos son dictadores, hay mucho tirano que se pone el traje de demócrata de lunes a domingo. Existen políticos que dan libertad a la gente, que no se meten en su vida privada y lo imprescindible en sus billeteras, estos son los menos. Y luego una inmensa mayoría que usan los instrumentos legales y las instituciones para moldear la sociedad a sus intereses mediante procesos de ingeniería social, más sutiles que la típica política Putiniana, pero con objetivo similares. Controlar a la masa. Estos prefieren hacerles ver al pueblo que las situaciones anómalas que vivimos y las decisiones drásticas que toman son “por nuestro bien”, tan demócratas dicen ser…

Los gobernantes que creen en la capacidad de la gente buscan la verdadera equidad social mediante el empleo y la creación de oportunidades y riqueza en la sociedad. Crean condiciones para que la gente sea libre de decidir su camino, que no dependan del político de turno. Ese ascensor social lo cogen muchos. O el tren. Al que se sube el que quiere, el que se esfuerza, y el que se beneficia de las políticas pública justas para tener una vida con más comodidades y dignidad. Otros, quizás no tan esforzados o no tan capaces, nunca se acercarán a la estación buscar el tren y esperarán más bien a que el político le dé la paguita para sobrevivir. Formas distintas de ver la vida.

Ciudadanos débiles, políticos amarrados a la silla

Los políticos que no creen en las personas, lejos de los anteriores, se aprovechan de la debilidad de la gente. Instigan hacia una sociedad manipulada y sin esperanza. Prefieren personas dependientes para garantizar su propio poder. La debilidad del pueblo es su fortaleza. Lo más indigno del circulo vicioso sobreviene cuando se emplean los impuestos para, precisamente, fomentar una sociedad decadente, así sin que te des cuenta, igual que Putin, pero por otros caminos. Es tan o más inmoral que las posiciones de los dictadores que van de frente.

Así funciona esto: estos políticos generan un problema social inexistente. Le dan oxígeno con dinero público, de todos, sin freno alguno. Dinero y más dinero. Lo inflan durante años hasta darle categoría de alarma social. Se compran los principales medios de comunicación para revestir su causa de supremacismo moral ante la opinión pública… y de esa manera se ven obligados a intervenir mediante distintas oficinas gubernamentales creadas ‘ad hoc’ y ONGs afines, subvencionadas, que dicen luchar contra ese problema, que nunca lo fue, que fue creado de manera artificial.

Es algo así como “te rompo las piernas para regalarte una muleta y que pienses que te estoy haciendo un favor: soy tu salvador, recuérdame cuando vayas a votar”. Es el plan perfecto para el político indecente. La garantía de mantenerse en la poltrona. La cultura inmoral del derroche de los recursos públicos para el beneficio de unos pocos y sus entornos. ¿O acaso alguien se puede creer que cuando el ‘supuesto problema’ esté en la mente de todos, y con la estructura ‘combatiéndolo’, va a desaparecer esa estructura creada durante años? No nos crean tan inocentes.

La libertad por bandera

Una vez el Estado monta esa estructura clientelar se quedará por y para siempre. Y así con todo, cada vez más presión fiscal. Eso obliga a más y más altos impuestos, a quitarle a los trabajadores su capacidad de ahorro, de no depender económicamente de nadie y de mantener su libertad. Cuantos más impuestos innecesarios, menos libre es un individuo. La ecuación es sencilla. Consolidada la estructura del ‘problema imaginario’, ya son muchos los favores que hay pagar, mucha gente a la que emplear. Personas en la mayoría de los casos sin oficio ni beneficio que no tendrían mejor opción de ganarse la vida si no es en la política pública del amiguismo.

El uso indecente de los recursos públicos, la confiscación mediante impuestos abusivos es otra manera de ser un tirano sin tener cara de Putin. “Los impuestos se revierten en el pueblo”, dicen. Sería precioso si fuera verdad. Si no existiera la corrupción o el clientelismo, ahí van a parar muchos impuestos, no nos tomen por idiotas. En la realidad, buscan que la gente dependa más de su gobernante, que le tengan que dar las gracias ‘por la muleta’. Una cleptocracia consentida e inmoral de la que lamentablemente no es consciente todo el mundo. También porque esos mismos políticos están quitando la capacidad de aprender y de pensar.

No todo el mundo vale para ser libre, ni es tan valiente para luchar por su libertad, incluso contra su propio cuestionamiento moral e ideológico. Por eso, la libertad sobreviene desde el fomento del pensamiento individual, la eliminación de una visión colectivista y una política de oportunidades para el que realmente quiere subirse al famoso tren del progreso. Y ojalá a ese tren se puedan subir los jóvenes más pobres, de los pueblos más pobres y alejados de la capital. Cuando eso sea una realidad, será porque vivimos en una sociedad justa y moral, que no igualitaria (el igualitarismo es injusto por esencia).

El día que ese tren llegue a todos los rincones del país, los populismos desaparecerán junto a sus irresponsables políticos. Ya lo dijo Mark Twain en alguna ocasión: “es más fácil engañar a la gente, que convencerles de que han sido engañados”. Se quien seas, sea como seas, no aceptes nunca de ningún político que no eres capaz de hacer las cosas sin él. Ese día sí estarás muerto.

Memoria de pez y cara más dura que el cemento

Es muy habitual en la cultura latina echar la culpa de los errores propios a los ajenos. Es lo facilón: lavarse las manos como hizo Poncio Pilatos hace 2000 años. Nos alivia el espíritu el mirar para otro lado cuando vienen mal dadas, o señalar a terceros como responsables de las causas de nuestros problemas. Somos especialmente implacables frente a la casta política, a la que culpamos de todo lo malo que nos pasa. Y es una verdad sí, pero a medias.

Si bien nuestros regidores públicos deben velar por el bien de todos, también la sociedad se fundamenta en un contrato social, una serie de normal establecidas. Un contrato social con derechos y obligaciones de todos los que formamos parte de ella. Los políticos tienen que marcar el camino de la prosperidad con decisiones y leyes, pero los ciudadanos también tenemos que cumplir nuestra parte del ‘pacto’. Y ahí falla la inmensa mayoría.

 

Obligación de un ciudadano es demostrar educación cívica, pagar lo que corresponde y quien corresponde, informarnos y formarnos, cumplir las leyes (aunque algunas no nos gusten) respetar y cuidar los espacios públicos, generar bienestar a los que nos rodean, Respetar filas, no robar, no matar… muchas cosas cotidianas que no por ser normales dejan de tener su importancia. ¿Lo cumplimos a diario? ¿Se considera un buen ciudadano capaz de exigir dignidad democrática mirando a los ojos a sus dirigentes?

El poder de la información

En un mundo ideal, los ciudadanos deberían informarse, interesarse y saber escoger bien a sus gobernantes. (algo muy alejado de la realidad). Nos quejamos de los políticos, políticos que elegimos sin conocer sus programas, sin profundizar convicciones éticas, sin tener certeza de que sus promesas no quedan en papel mojado. Y cuando están en el poder les perdonamos sus desmanes o simplemente ni nos enteramos porque pensamos “todos son iguales”, error.

El fenómeno de la ‘memoria de pez’ ha cambiado recientemente la forma de hacer política. Los más astutos políticos saben que hoy en día un tema de la agenda mediática no dura más de una semana, lo normal es que sean horas, 2-3 días incluso en los escándalos más graves. Los hechos se atropellan tan rápidamente que la realidad no da tiempo a analizarla, sin que podamos reflexionar. Escasa capacidad de cuestionamiento. Casi nada importa a los políticos porque saben que los ciudadanos apenas castigarán sus malos actos sino hasta el final del gobierno. Aplican la de mirar para otro lado a la espera de que pase la ola informativa del instante. Una noticia tapa la anterior. Exigirles una mejor calidad democrática es un deber que no cumplimos. Empezando por la mayoría de los medios de comunicación. Palmeros de sus amos.

Lea otra opinión del autor: ciudadanos mediocres eligen políticos mediocres

No hay nada más desigual que el igualitarismo. La cultura del facilismo, del no-esfuerzo, la subvención innecesaria para comprar voluntades. Es un pozo sin fondo de pobreza. Es muy bonito ‘venderle’ a nuestros jóvenes el sueño de que todos somos iguales. En realidad, es una escuela de personas frustradas cuando reciben una dosis de realidad y descubren que en el mundo hay gente más trabajadora, arriesgada, inteligente, bella, más simpática y más capacitada que ellos, lo que acaba generando, lógicamente un destrozo emocional. En eso también hemos fallado como sociedad. Preocupa la inmadurez emocional que evidencian muchos jóvenes, que como los políticos eluden las dificultadas y miran para otro lado esperando a la memora de pez de su entorno resuelva el problema.

Cultura del esfuerzo

Cuando en la sociedad se imponen los valores del mínimo esfuerzo, el preferir trabajar lo menos posible si me dan una ayuda pública. Caminos cortos que no funcionan y solo ayudan a los políticos inmorales a lograr su objetivo de mantenerse en el sillón. Y en esto, también fallamos como sociedad. Les compramos el cuento a los políticos. En Asia no piensan así, por eso ya están liderando el mundo, y en las próximas décadas el dominio será no solo aplastante sino humillante si los occidentales no reaccionamos. Si no entendemos que la competitividad está en la fórmula de talento + esfuerzo + inversión. Si falla algo en la ecuación habrá algún chino o indio que ya lo haga por ti más barato. En eso sí tienen la culpa los políticos, pero también nosotros de dejarnos. De aceptar sus políticas de educación pública paupérrima. De idiotizar a nuestros jóvenes. Pero claro, todo paso rápido y casi nada trasciende en la opinión pública.

Entre la memoria de pez que tiene la gente y la cara más dura que el cemento de los políticos se está quedando una democracia bastante mejorable. Como digo, la culpa no es solo de los políticos, es nuestra, por votarles, e incluso re-votarles.