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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Puerto Leguízamo

¿Por qué no se puede consumir pescado del río Putumayo?

El viernes 23 de diciembre se reportó un accidente con una embarcación que transportaba 25.000 galones de ACPM, y que se dirigían a la planta eléctrica de Puerto Leguízamo (Putumayo).  Las primeras versiones apuntan a un daño en la coraza de la embarcación, lo que habría ocasionado el derrame de varios galones de combustible en el río Putumayo, generando una grave crisis ambiental en la zona.

El coordinador departamental de Gestión de Riesgo en el Putumayo, Jairo Yela habló para RCN Radio y señaló que, «desafortunadamente esta embarcación sufrió un accidente, lo que produjo que gran parte de este combustible se derramara sobre las aguas del río Putumayo, causando afectación en los ecosistemas y medio ambiente en general. Son muchas las familias que se han visto afectadas, porque viven de la producción de pesca en la zona».

 

Ante esa situación, las autoridades solicitaron a las comunidades el no consumo de productos provenientes del río, así como abstenerse de la pesca.

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«Le pedimos a la comunidad no consumir pescado proveniente del río, así como evitar todo tipo de actividad de pesca en este momento. Somos consciente de las afectaciones que hay en la región por falta de suministro de agua, así como la falta de producción de pesca para los hogares que viven de esta industria», comentó el coordinador regional de UNGRD.

Hasta ayer la embarcación continuaba vertiendo el líquido sobre el río y las autoridades en conjunto con la empresa distribuidora, se encuentran en labores de recuperación del ACPM que aún se encuentra en el barco.

«Una vez se supo la emergencia, se instaló el Puesto de Mando Unificado (PMU) en Puerto Leguizamo, pero aún la embarcación permanece a la deriva. Ya la empresa transportadora y algunos organismos de apoyo instalaron algunas barrera oleofílicas para poder contener. Desde el día de ayer se iniciaron labores para recuperar el combustible con diferentes acciones», señaló Yela.

Por ahora, las autoridades hacen presencia en el lugar para brindar el apoyo y acompañamiento a las personas afectadas por esta emergencia ambiental.

Foto: UNGRD Putumayo

Los crímenes de Puerto Leguízamo

Imposible de ocultar. Entre mas explicaciones pretenden dar el incompetente y nefasto Ministro de Defensa Diego Molano, el General Navarro Comandante de las Fuerzas Militares y el General Zapaterio Comandante del Ejército Nacional, resulta más evidente la cadena de crímenes cometidos el pasado 28 de marzo por integrantes del recién creado Comando Contra El Narcotráfico y Amenazas Transnacionales CONAT del Ejército, al mando del también General Juan Carlos Correa, en la vereda El Remanso del municipio de Puerto Leguizamo en el departamento del Putumayo. “Operación militar” en las que resultaron muertas 11 personas, entre ellas el Presidente de la Junta de Acción Comunal Divier Hernández, su esposa en estado de embarazo Ana María Sarrias, el Gobernador Indígena Pablo Panduro y el menor de 16 años Bryan Santiago Pama.

El propio Presidente Iván Duque se apresuró en reivindicar la operación como un triunfo de las Fuerzas Militares contra una estructura militar ilegal. Los 11 muertos fueron presentados como ilegales dados de baja y las 4 personas que resultaron heridas se reportaron como detenidas por las autoridades. Las versiones oficiales dieron cuenta de una acción sobre el Frente 48 de la “Segunda Marquetalia” o “Comandos de Frontera” al mando de alias “Bruno” y alias “Managua” quienes se encontrarían en el lugar de los hechos, aun cuando las propias autoridades no lo reportan entre los muertos. Una operación adelantada en medio de un bazar comunitario que el Gobierno no tardó en calificar como “bazar cocalero”, en una zona también de presencia del Clan del Golfo y el Frente Carolina Ramirez de las Ex Farc al mando de Gentil Duarte.

 

La investigación periodística en terreno adelantada por la Revista Cambió, El Espectador y el portal Vorágine, documentó con rigor muchas de las denuncias que se venían conociendo minutos después de lo que al parecer fue una masacre de civiles. El Gobierno para no dar ninguna explicación en términos de uso proporcional de la fuerza, se atrevió a afirmar que producto de una “rigurosa labor de inteligencia de más de 5 meses” concluyó que el bazar en El Remanso era una coartada para la negociación de grandes cantidades de pasta de coca y que todos sus asistentes tenían vínculos con los “Comandos de Frontera”. Luego, moderando su versión, afirma que aplicó todos los protocolos del Derecho Internacional Humanitario. Aunque el Gobierno no ha reconocido esta estructura ilegal como contraparte militar del Estado, todo indica que su actuación es claramente violatoria del mismo, y mas grave aun, trasgrede el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, mas pertinente y mas exigente para estos casos.

En efecto, la información recolectada por Cambio, El Espectador, Vorágine y organizaciones de Derechos Humanos, demostrarían la comisión por parte de los integrantes del Ejército de 9 conductas violatorias de los Derechos Humanos y de la normatividad humanitaria. Primero, se produjo un ataque a mujeres embrazadas y niños que como lo advierten pronunciamientos de las Naciones Unidas “Quedan prohibidos y serán condenados los ataques y bombarderos contra la población civil, que causa sufrimientos indecibles particularmente a las mujeres y los niños que constituyen el sector más vulnerable de la población”. Segundo, la vulneración a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, como la muerte de un menor, constituye una grave violación a los derechos humanos protegidos por nuestra Constitución en su articulo 44 y en el articulo 19 de la Convención Americana de Derechos Humanos. Tercero, al afectar a civiles se comete un crimen de guerra según lo dispuesto por el Estatuto de Roma y lo establecido en el articulo 3 común de los Convenios de Ginebra.

Cuarto, se desconocen las prohibiciones establecidas en el artículo 8 del Estatuto de Roma relativas a la protección de la población civil, esto es, la prohibición de “utilizar la presencia de una persona civil u otra persona protegida para poner (…) puntos, zonas o fuerzas militares a cubierto de operaciones militares” o “alejar de la proximidad de objetivos militares a la población civil”; la prohibición de “dirigir intencionalmente ataques contra la población civil (…) o contra personas que no participen directamente en las hostilidades”; o la prohibición de “lanzar un ataque intencionalmente, a sabiendas de que causará perdidas incidentales de vidas, lesiones a civiles o daños a bienes de carácter civil”. Quinto, el uso de uniformes negros para hacerse pasar como miembros de una estructura guerrillera, como se ha denunciado, constituye una infracción al DIH que prohíbe “utilizar de modo indebido la bandera, insignias militares o el uniforme del enemigo”. Sexto, no portar uniforme e insignias de identificación del Ejército se califica como PERFIDIA a la luz del DIH y se convierte en una violación del articulo 37 del Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra. Septimo, los testimonios y las investigaciones indican que hubo un desconocimiento del “principio de proporcionalidad” en el uso de la fuerza del Estado. Octavo, la operación militar desconoció el cuidado constante de las fuerzas militares a centros poblados, personas civiles y bienes de carácter civil; y noveno, la manipulación de la escena de los hechos y los cuerpos de las personas muertas desconoce el Protocolo Modelo de Investigación Forense de las Naciones Unidas y constituyen un acto de obstrucción a la administración de justicia.

Sobre estas violaciones a los derechos humanos y el derecho humanitario tendrán que responder los autores materiales de los hechos. Pero también habrá que establecer la responsabilidad politica del Ministro de Defensa Diego Molano y el alto mando militar. Aunque es inocultable que el Presidente Ivan Duque quiere cerrar su gobierno graduándose como un Uribista a carta CABAL con una masacre de civiles y un episodio de “falsos positivos”, es imperativo evitar que la impunidad sea la patente de corso para su dolorosa repetición.

Por nuestros ríos corre dolor y sangre  

Las últimas noticias nos alertan de que no hay ningún territorio seguro en Colombia y lo más preocupante es que el Estado no garantiza el Artículo 11 de la Constitución “el derecho a la vida es inviolable, no habrá pena de muerte”. En nuestro Estado perece que se incumple día tras día este artículo de nuestra Carta Magna. Por ejemplo, en Bogotá, el Estado no pudo cuidar a los niños pequeños que perdieron la vida en Ciudad Bolívar por la explosión en el CAI de Arborizadora Alta. Nos horroriza pensar que el Estado en algunos casos, es el que asesina, como lo que presuntamente sucedió el 28 de marzo, cuando so pretexto de un operativo militar, la Fuerza Pública asesinó a 11 personas en Puerto Leguízamo en la Vereda El Remanso.

Las investigaciones y reportajes rigurosos de Catalina Oquendo y Alfredo Molano son muy claras al respecto: . “No es usual que decidan hacer una operación en medio de civiles (…) la probable implantación de prendas y armas de uso privativo del Ejército para hacerlos pasar como guerrilleros es preocupante. A la escena llega la Fiscalía 5 días después y de la mano del Ejército, eso preocupa (…) una vez terminó el combate, los tuvieron encerrados en los lugares en donde ellos se refugiaron. Ellos pensaban que era la guerrilla, el Ejército se presentó como la guerrilla, ellos no llevaban insignia, iban de negro, es decir, había una intención de disfrazar la escena”, anotó Alfredo Molano. Por su parte la periodista Catalina Oquendo escribió que “conoció imágenes que muestran cómo al menos uno de los cuerpos, el del menor de edad, Brayan Santiago Pama, fue movido en la escena en dos oportunidades.

 

En una fotografía se le ve en tierra, boca arriba y vestido de jean, camiseta negra y en medias, junto a otro cuerpo. A sus pies se observan tres armas largas. En otra imagen ya aparece dentro de un bote, sin armas; y en una tercera, se ve en el mismo bote con un fusil sobre su cuerpo. En otras, se observan chalecos camuflados limpios sobre los cuerpos con sangre.”

El hecho es horroroso, el hecho nos duele profundamente porque en Colombia el Estado no garantiza la vida. Pero no podemos sólo referirnos al hecho sin decir nada de la forma en que fue presentado por parte del Gobierno Nacional. Y tenemos que decirlo, ésta nos indigna. Desde su cuenta oficial de twitter, el presidente Duque advirtió que se había “neutralizado” a 11 integrantes de disidencias de las FARC y que se había capturado a 4 criminales. Lo cual, gracias a una investigación periodística de Vorágine, El Espectador y Cambio se desmiente, como ya lo mencionamos: al parecer las fuerzas Militares manipularon cadáveres de civiles para hacerlos parecer combatientes.

Lo anterior también fue denunciado por la OPIAC (La Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonia Colombiana), que advirtió que el Ejército había asesinado a ocho civiles, incluyendo a un gobernador indígena y a un adolescente de 16 años, y los había presentado como bajas en combate. Según las investigaciones periodísticas, el lugar de los hechos no es un campamento guerrillero sino que se trata de un caserío, en donde se encontraron casas con camas y una escuela. El día de la masacre, según cuentan habitantes del lugar, se estaba celebrando un bazar que había sido convocado desde el 14 de marzo y que serviría para recoger fondos para financiar algunas necesidades que el Estado no cubre, como lo son por ejemplo, el mejoramiento de vías.

Nos rompe el corazón la muerte de personas inocentes en el Putumayo, Jamundí, Maní (Casanare), en la Zona Bananera del Magdalena, en Colón Génova, Quibdó, Manaure, Ciudad Bolívar y en toda Colombia. Según la Jurisdicción Especial de Paz, los civiles asesinados y presentados como guerrilleros muertos en combate son 6.402, y debemos seguir contando porque al parecer esto no ha cesado. Y ante el dolor, nos preguntamos por qué se están haciendo estos “operativos militares” ¿Qué mensaje quiere dejar el Estado en este territorio?¿Por qué se quiere aterrorizar al pueblo de esta manera?¿Por qué 40 militares llegaron vestidos de negro y usando capuchas?

Las consecuencias de este tipo de hechos sin lugar a dudas es el miedo, el horror de al menos 50 campesinos que habitaban allí y que no quieren regresar. ¿Qué pasará con ellos? ¿Quién los cuida y quién les garantiza que si vuelven a sus territorios no van a perder la vida? Es indignante y doloroso el panorama para estas personas y para el país. Nos solidarizamos con el dolor de todas las víctimas de esta guerra, el Estado debe ser ejemplo de legalidad, construcción de paz y profundización de la democracia.

Merecemos verdad y no seguir llorando muertes de ciudadanos victimas de esta guerra irracional. Tenemos derecho a cambiar el miedo por esperanza