Análisis. Autodefensas, bajo diferentes nombres, han retomado zonas del país en medio del Proceso de Paz con las FARC, que estaría cerca de firmarse. El Presidente Santos y el Alcalde de Medellín instan a no dejarse amedrantar y movimientos sociales exigen que se respete la vida de sus miembros.
“Las denuncias y evidencias sobre la reorganización de los paramilitares son cada vez más sonoras y tangibles. En el norte de Urabá, en el sur de Tolima y el sur de Cauca; en Putumayo, en Nariño, se mueven uniformados y armados, como lo hacían antes, quizá sin tanta protección de la fuerza pública. Han desempolvado y engrasado las armas largas y han vuelto a coser los brazaletes sobre el uniforme”, afirma Alfredo Molano Bravo, en una de sus recientes columnas.
“Tenemos información de sitios concretos donde se está dando accionar paramilitar como Planadas, Tolima; El Castillo, Meta; en Granada, en San Vicente del Chucurí, Santander; y nosotros lo hemos podido corroborar”. Asegura el senador Iván Cepeda, quien apoya el Proceso de Paz, después de haber visitado varias de esas poblaciones y haber hablado con alcaldes y líderes sociales de otras zonas.
Pero eso no es todo. Los senadores Iván Cepeda y Claudia López, el político Gustavo Petro, entre otros líderes, han recibido nuevas amenazas del grupo Águilas Negras, los mismos que acaban de amenazar a la población de Sincelejo, por no haber acatado el paro armado decretado por ellos para el primero de abril, amenazando con hacer una escalada sangrienta.
Historia patria
En muchas investigaciones periodísticas y legales se ha analizado cómo las autodefensas se afianzaron desde las Convivir, un tipo de fuerza civil que creó el expresidente Uribe cuando era Gobernador de Antioquia, para que denunciaran a las autoridades legales los vejámenes de las ilegales. Eso suena muy democrático. Pero se les dieron armas, y la baja autoestima de estos pobladores, fermentada por los ataques de la guerrilla y el olvido estatal de décadas, los hizo sentir dioses. Ganaderos y empresarios del país respaldaron política y económicamente a estas fuerzas, a quienes les gustó el poder y vieron que la violencia era su mejor estrategia para reducir a cualquiera que mirara, así fuera un poco, hacia la izquierda.
Desde ese lado, lo mismo ha hecho la guerrilla (con bombas y secuestros) y ellos, desde la extrema derecha, con masacres y descuartizamientos. Ahora, 20 años más tarde, no han perdido el gusto por dominar y más con el cese de enfrentamientos entre las FARC y el Ejército.
Fabio López De la Roche, profesor de la Universidad Nacional, investigador cercano al Proceso de Paz, asegura: “Ha habido un tácito cese bilateral en algunas regiones, pero el periodismo de todo nivel, no sólo el de los medios hegemónicos, parece no interesarse en informar sobre las noticias positivas, como la reducción de víctimas y muerte, tras el desescalamiento armado por parte del Ejército y el cese unilateral que las FARC ha cumplido los últimos meses”.
“El proceso de negociación ha “prevenido”, en sus tres años, la muerte de por lo menos 1.500 personas a causa del conflicto: la mayoría de ellos combatientes. La población civil también se ha visto particularmente beneficiada por la reducción de las muertes de no combatientes, en por lo menos 415 casos”, de acuerdo al CERAC, Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto, que también publicó, el pasado 22 de marzo, que: “Desde hace 115 días no se registran acciones ofensivas de las FARC. Este es el mayor número consecutivo de días sin acciones violentas de esa guerrilla”. A esta altura de abril, eso se traduce a cuatro meses continuos.
Pero como todo tiene dos lados, la afirmación del CERAC y el argumento del experto López De la Roche, se han convertido paulatinamente en la oportunidad lustrada para las Autodefensas, de retornar, con su deleznable as ‘sobre’ la manga: la violencia; y con sus variados perfiles o nick names: AUC, Bacrim, Águilas Negras, Clan Úsuga, Oficina de Envigado, Urabeños, Autodefensas Gaitanistas. Con un poder a secas, el de las armas, y tras la negativa contundente del presidente Santos de darles un estatus político, se ha alimentado su soberbia para regresar, como lo están haciendo, a varias poblaciones de Colombia. Y en vez de entrar, parecieran huir, huir de la posibilidad de paz, como si consideraran que esto fuera lo peor que le pudiera pasar a Colombia, a ellos mismos. En una de las poblaciones del sur de Bolívar donde han sufrido su accionar, murmuran, fuera de cámara: “¿Que regresen? ¡Pero si es que nunca se han ido!, por lo menos desde hace 20 años”.
“No nos dejaremos amedrentar”
Un día antes de la marcha convocada por el senador Uribe, el pasado primero de abril, el Clan Úsuga, decretó un paro armado, y en Medellín uno de sus grupos aliados, incendió un bus del Metro, luego de obligar a sus ocupantes a bajar del mismo. También se presentaron balaceras en los barrios La Sierra y Belén Rincón. Frente a esto, el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, reaccionó compartiendo desde su cuenta de Facebook un video, grabándose a sí mismo, en el que sin desmentir los hechos sucedidos, enfatizó e instó a la ciudadanía a no dejarse amedrentar por estos grupos y por mensajes falsos e incendiarios que han emitido, reiterando que trabaja con su equipo para reforzar la seguridad en esos sectores. El video se visualizó en un par de días un millón de veces y, en una cifra similar, fue compartido.
Por otro lado, Montería y otros casi 30 municipios de Córdoba, sumados a una cifra similar en Antioquia, permanecieron sitiados este primero de abril, con las calles vacías y todos los negocios cerrados por el paro armado decretado por el Clan Úsuga. Ese mismo día el presidente Santos hizo en Montería un Consejo de Seguridad, al final del cual reiteró su negativa a darles estatus político a este grupo de autodefensa, asegurando que continuaría persiguiéndoles y que reforzará la presencia de fuerza pública en las zonas donde esté operando esta organización.
Por su parte Iván Cepeda opina sobre esta situación: “Primero, es muy importante que se acaben las hostilidades, que haya un alto al fuego y que veamos que sí es posible avanzar hacia la paz. Por supuesto, la paz no es solo que se acaben las hostilidades militares, sino que hayan cambios sociales y políticos”.
La política Piedad Córdoba, una de las líderes del movimiento social Marcha Patriótica, ha venido denunciando la presencia de los paramilitares en las zonas mencionadas y los asesinatos de 112 personas durante los últimos dos años, varias de ellas durante las últimas semanas, integrantes o cercanas a este movimiento. Pareciera que Colombia asiste a un nuevo un exterminio progresivo, como el que hicieron las fuerzas de derecha con la gran mayoría de los miembros de la Unión Patriótica. Sobre estos y otros hechos aquí expuestos, se hará una audiencia pública en el Salón Boyacá del Congreso de la República este viernes 15 de abril, desde las 8:00AM.
Aunque públicamente Piedad Córdoba ha apoyado el Proceso de Paz, expresa su temor: “La presencia paramilitar evidente y el asesinato de líderes sociales, le resta credibilidad a los acuerdos y mina la confianza. Por eso exigimos al Gobierno Nacional garantizar que no se siga el genocidio contra Marcha Patriótica; que aquí en Colombia se pueda hacer política sin armas y que no se nos mate y se nos persiga a quienes defendemos el derecho a la vida y el derecho a pensar diferente. Si ya nos están matando sin terminar de firmar los acuerdos, cómo será cuando se firme la paz”.
Por: Elizabeth Jiménez