La resurrección del Teatro Faenza

Hace 90 años, el 3 de abril de 1924, el Teatro Faenza abrió sus puertas por primera vez, para traer a la capital colombiana las expresiones artísticas que estaban en boga en los países del primer mundo. Desde entonces, este escenario se convirtió en una pieza clave de la historia bogotana.

El próximo 3 de abril el Teatro Faenza cumplirá 90 años. Con esculturas de yeso, pinturas murales que durante mucho tiempo permanecieron ocultas debajo de más de veinte capas de pintura, balcones de madera maciza y espaciosos arcos, este recinto tiene su propia versión de la modernidad en Bogotá. Cuando una persona ingresa en él se encuentra ante un espacio de la memoria desde donde se aprecia la transformación social, económica y política vivida por la capital desde los años veinte hasta el día de hoy.

A principios de la década de 1920, dos visionarios hicieron realidad el sueño de apreciar cine, teatro y música en Bogotá. José María Saiz y José María Montoya, propietarios de la fábrica de loza Faenza, se pusieron a la tarea de construir un escenario social y cultural que tendría varios propósitos: la proyección de películas, la realización de conciertos, recitales, obras de teatro y eventos sociales. En abril de 1922 el ingeniero Juan Ernesto González Concha presentó su Anteproyecto para un salón (planos del futuro Teatro Faenza). En los diseños originales la construcción aparecía con el nombre de “Salón Luz”.

En septiembre de ese mismo año, bajo la dirección del arquitecto Arturo Tapia y del ingeniero Jorge Antonio Muñoz, se llevó a cabo la obra; una de las primeras en utilizar hormigón armado en Colombia. Los hermanos Colombo y Mauricio Ramelli se encargaron de las pinturas que aún conserva en su interior, con la asesoría de su padre Luigi Ramelli, artista de origen suizo que llegó por invitación del Gobierno Nacional para decorar el Teatro Colón a finales del siglo XIX. Además, el Faenza conserva en su decoración detalles de los estilos art nouveau, art déco y republicano. Igualmente, son notorias las esculturas de yeso y de cemento. El 3 de abril, se inauguró oficialmente con la proyección del filme El destino, cuyo nombre original es L’ironie du destin (1923) de Dimitri Kirsanoff.

Durante más de dos décadas, el Teatro viviría su época dorada con la proyección de filmes mudos que hoy son considerados íconos del cine, así como de los primeros largometrajes del cine sonoro nacional. En su escenario se presentaron artistas como Miguel Matamoros y Carlos Gardel. Sin embargo, en 1945 la Sociedad José María Saiz & Co fue liquidada y la empresa Circuitos Unidos adquirió el Teatro. Ésta, a su vez, lo vendió al Circuito Presidente. El cambio de dueños, la desatención estatal, la migración de muchos habitantes de los barrios La Candelaria y Las Nieves a otras zonas de Bogotá y el deterioro del centro de la ciudad convirtieron al Faenza en una sala de proyección de películas pornográficas y en un recinto en el que tendrían lugar otras apropiaciones sociales.

En este periodo de otras apropiaciones sociales y resignificaciones, el Faenza continuó presentando filmes, hasta que en 1975 fue declarado monumento nacional y luego, con la expedición de la Ley 397 de 1997, fue considerado bien de interés cultural. Esto lo salvó de su desaparición. Casi un siglo después de su construcción, el Teatro Faenza nos muestra cómo sobrevivió a todos estos acontecimientos. En 2004, fue adquirido por la Universidad Central para restaurarlo completamente, apostando por mantenerlo vivo y con él, la historia que han construido los miles de bogotanos que atravesaron sus puertas, tanto en la etapa de oro del cine colombiano (1940-1970) y de esplendor artístico como en la de depresión económica.

En 2014, la Universidad Central continúa en la tarea de recuperar las huellas de este histórico escenario y celebrará sus nueve décadas de existencia, en una fiesta a la que están invitados todos los bogotanos.