“El humor es algo que viene en mi ADN"

Víctor Manuel Osorio Guzmán, más conocido como ‘Caremonja’, es humorista, actor y un reconocido publicista. Nació en Buga, Valle del Cauca el 16 de Agosto de 1969. Es hijo de padres paisas y el menor de cuatro hermanos. Actualmente está casado con Carolina Gálvez. Es el mejor amigo del ‘Tino’ Asprilla; la historia de su amistad fue contada en la exitosa serie de la televisión colombiana La Selección.

Más allá del reconocimiento que alcanzó con la serie, este genio de la publicidad ha creado seis campañas ganadoras de Cannes Lions, uno de los festivales más prestigiosos del panorama publicitario internacional. Además, participó como humorista por más de siete años en el tradicional programa Sábados Felices.

¿Cómo nace el apodo Caremonja?

Con mis amigos del barrio Albernia, en Tuluá, siempre nos reuníamos en una esquina a burlarnos de las cosas que habían pasado en el día. En aquella época yo era un muchacho que acostumbraba a estar siempre de gorra, y algunos crespos se me alcanzaban a asomar. Cerca del barrio había un colegio femenino que era dirigido por monjas y un día vimos que se acercaba una de ellas muy apurada, en ese momento se le corrió el velo y se le asomaron algunos pelos, y Ciro González me dijo: “ve, este tiene cara de monja”. Desde ahí me pusieron Caremonja.

La historia de su amistad con el Tino Asprilla fue contada en la serie La Selección. ¿Esa relación que se mostró está ligada con la realidad?

Por supuesto que sí. De hecho por eso nos ponen como ejemplo, y precisamente eso es lo que me parece bonito de la serie, que la amistad está por encima de todo. Nosotros con Fausto nos identificamos por ser transparentes y honestos, jamás nos exigimos comportarnos de cierta manera y eso es lo lindo de los amigos, que siempre se aceptan como son.

Humorista (estuvo más de siete años trabajando en Sábados Felices), publicista de alto reconocimiento y actor. ¿Existe otra profesión o hobby en su vida?

Mamagallista, tulueñista y uribista – responde en medio de risas. -El humor es algo que viene en mi ADN. No quise elegir ser dicharachero, eso nació conmigo porque mi familia materna es antioqueña y uno de mis tíos abuelos era trovador nacional y lo reconocían con el seudónimo de Pucho e´ lata y de esa vena viene mi humor. Por el lado de mi papá viene la tendencia a escribir porque el abuelo de mi papá era primo hermano de Porfirio Barbajacob (Miguel Ángel Osorio Benítez). Entonces el humor y la escritura las aplico en mi pasión que es la publicidad. También participé en un reality con el Pibe y con Fausto, y la parte de actuación la he hecho en algunos comerciales (Gol Caracol) donde me aprobaban la campaña con la condición de que yo mismo la actuara.

Estuvo en un comercial de Gol Caracol, ¿Cómo fue esa experiencia de transformación a otro personaje?

Yoyi era el estilista y peluquero de la Selección Colombia y yo iba con Fausto los fines de semana donde él. En Yoyi yo me inspiré para poder recrear divertidamente esa situación.

¿Cómo fue la idea de lanzar ese comercial?

En el mundial del 2002 el uso horario de los partidos era diferente aquí en occidente, por lo tanto se iban a ver a las 4:30 de la mañana. Ocurre que Caracol no iba a comprar los derechos porque la trasmisión a esa hora era inusual o no iba a tener la audiencia que necesitaba. Finalmente la competencia, que es RCN, compra los derechos, y Caracol por supuesto no se queda atrás y hace lo mismo. Es ahí donde faltando 20 días para el mundial, lanzamos la campaña donde el concepto era madrugándole al mundial y nos basamos en las personas que trabajaban a esa hora, es decir: travestis, repartidores de periódicos, taxistas, entre otros. Hicimos varias historias y nos dimos cuenta que los travestis no tenían clientes porque ellos estaban muy juiciosos en sus casas viendo el mundial.

¿A que le teme Víctor Osorio?

Le temo a la soledad. Me da miedo quedarme sin nadie, sin amigos, sin mi familia. La intimidad es buena cuando uno la elige, pero cuando uno se queda completamente solo sin elección alguna, es muy duro.

¿Qué no haría por nada del mundo?

Vender un amigo, vender una conciencia. No haría, por nada del mundo, algo por plata si yo estuviera convencido que no es correcto. Creo que mi honestidad no tiene valor.