En las últimas décadas, la relación entre humanos y perros se ha afianzado hasta llegar a ser íntimamente emotiva. Ahora, el humano y los perros (descendientes directos de los lobos) coexisten en una estrecha relación que ha logrado integrar a estos segundos como un componente más de la familia; ambos, han evolucionado hasta el punto de tener cierta dependencia uno del otro.