Cuando se habla de ESG, el énfasis suele recaer en la “E” (Medioambiental) y ocasionalmente en la “S” (Social), mientras que el aspecto “G” (Gobernanza) rara vez recibe la atención que merece. Sin embargo, esta supervisión es importante porque la corrupción, una cuestión clave de gobernanza, plantea riesgos sustanciales para las empresas. Los directores y las empresas enfrentan responsabilidades importantes si no previenen o abordan actividades corruptas, lo que hace que la gobernanza proactiva sea esencial.
Abundan los ejemplos de empresas a las que se les han impuesto fuertes multas por participar en actividades corruptas. Los ejemplos recientes incluyen Glencore Plc, una empresa minera y de comercio de productos básicos que recibió una multa de 700 millones de dólares (428 millones de dólares de multa y 272 millones de dólares de confiscación) en 2023 por actividades de corrupción y soborno internacional que ocurrieron durante una década en Nigeria, Camerún, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Brasil, Venezuela y la República Democrática del Congo (Forbes, 18 de enero de 2024).
Dada la estrecha y casi dependiente relación entre ESG y la política, es necesario hablar de corrupción, tal como lo vivió Glencore PLC al estar envuelta en pagos ilegales. Esto no solo conlleva una multa, sino también un daño reputacional significativo que podría afectar su valoración en bolsa y el comportamiento de sus inversores.
Existen otros casos, como el de la empresa de software SAP, que fue multada con 220 millones de dólares por sobornar a funcionarios gubernamentales en Indonesia y Sudáfrica. Igualmente, en nuestra región, LATAM, todos conocemos el tristemente célebre caso de Odebrecht.
Las acciones de corrupción más communes entre las empresas son las siguientes:
• Greenwashing
• Falsificación de datos
• Conflictos de interés
• Corrupción en la cadena de suministro
• Sobornos y cohechos
• Ineficacia de la regulación
• Falta de transparencia
• Captura regulatoria
A medida que aumenta la demanda de negocios responsables se comienzan a desarrollar acciones que van más allá de los rendimientos financieros. Para esto, existen agencias internacionales e indicadores, como Naciones Unidas (Global Compact), OCDE, GRI y la Unión Europea, que proveen guías y marcos regulatorios para que las empresas y gobiernos luchen contra la corrupción.
Entonces, si existen apoyos internacionales, guías e indicadores, ¿por qué las empresas no aplican medidas anticorrupción?
• Costos: Implementar medidas anticorrupción puede ser costoso. Las empresas pueden necesitar invertir en auditorías, sistemas de control interno, capacitación de empleados y la creación de departamentos de cumplimiento, lo cual puede resultar en gastos significativos.
• Cultura empresarial: En algunas empresas, la cultura corporativa puede no dar suficiente importancia a la ética y la integridad. Si la alta dirección no promueve activamente una cultura de transparencia y cumplimiento, es menos probable que se implementen medidas anticorrupción.
• Falta de conocimiento: Algunas empresas pueden no estar plenamente conscientes de los riesgos asociados con la corrupción o de las mejores prácticas para combatirla. La falta de conocimiento y educación sobre el tema puede llevar a una falta de acción.
• Entorno externo: En algunos países o industrias, la corrupción puede estar tan arraigada que las empresas sienten que no tienen opción más que participar en prácticas corruptas para competir. En estos entornos, la presión para conformarse con las normas del mercado puede ser abrumadora.
• Percepción de riesgo: Si las empresas no perciben un riesgo significativo de ser descubiertas o sancionadas por prácticas corruptas, es menos probable que tomen medidas para prevenirlas. La falta de aplicación estricta de las leyes anticorrupción puede contribuir a esta percepción.
• Conflicto de intereses: En algunos casos, las personas en posiciones de poder dentro de la empresa pueden beneficiarse personalmente de la corrupción y, por lo tanto, no tienen incentivos para implementar medidas que podrían limitar estos beneficios.
• Falta de presión de los stakeholders: Si los clientes, inversores y otras partes interesadas no exigen prácticas anticorrupción, las empresas pueden no sentir la necesidad de implementarlas. La presión externa puede ser un factor importante para impulsar el cambio dentro de las organizaciones.
• Complejidad y burocracia: Algunas empresas pueden ver las medidas anticorrupción como un conjunto de reglas y procedimientos adicionales que añaden complejidad y burocracia a sus operaciones diarias.
Sin embargo, a pesar de las barreras para implementar medidas anticorrupción, hay casos de éxito. Por ejemplo, Siemens AG se vio envuelta en uno de los mayores escándalos de corrupción empresarial en 2008, cuando se descubrió que había pagado sobornos a funcionarios de varios países para ganar contratos.
Después del escándalo, Siemens implementó un programa integral de cumplimiento que incluye una estricta política anticorrupción, la creación de un departamento de cumplimiento con cientos de empleados y la capacitación intensiva de su personal. También cooperó con las autoridades para resolver los casos de corrupción. Como resultado, esta empresa ha sido reconocida como un líder en prácticas anticorrupción y ha mejorado significativamente su reputación y operaciones globales.
Lo anterior demuestra que la corrupción no es un tema exclusivo de políticos; es algo que toca todas las esferas de la sociedad y, sin duda, es motivado por un agente privado. Por ende, las empresas no son ajenas a este mal. De ahí la necesidad de que la lucha contra esto, sea un esfuerzo general de la sociedad, asumiendo cada uno nuestra responsabilidad.