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Desde la década de 1990 Colombia avanzó enormemente hacia la constitución de un Estado laico, aunque es clave reconocer que para los años 20 del siglo pasado, ya el país adoptaba “un rostro más moderno (…) más secular”[1]. Durante este periodo fueron proferidas las sentencias T-403/92, C-586/93, y C-350/94, formalizando el estado laico en el país.

En la primera sentencia, la Corte señala -entre otros asuntos- que “no hay república pluralista donde se niegue la diversidad o se imponga la intolerancia; tampoco será posible la participación democrática y pluralista, cuando una concepción o credo oficial desde el poder restringe los derechos y libertades cuya protección corresponde precisamente a la autoridad”[2]. En síntesis, la Corte Constitucional argumenta en esta sentencia que el estado laico surge no de una decisión expresa del constituyente, sino de su decisión de igualar las distintas religiones.

La segunda sentencia caracteriza a Colombia como una nación que se encuentra en medio de un “tránsito de un Estado confesional a un estado laico y pluralista en materia de confesiones religiosas”[3].

La tercera sentencia señaló con contundencia que “los sentimientos religiosos de la población son un interés jurídico protegido en el constitucionalismo colombiano, a pesar del carácter laico del Estado colombiano”[4].

Lamentablemente hoy, casi 30 años después de estos importantes avances en materia de secularización del estado y de la garantía del respeto por las distintas expresiones de fe que hay en el país, desde la dirección de la Policía Nacional retumban los ruidosos pasos que sin pausa camina hacia el pasado el Director de esta institución, Henry Sanabria. En una reciente entrevista con Semana, Sanabria se mostró orgulloso de defender posiciones que ponen en peligro la dignidad que la carta magna le ordena proteger.

El Director Sanabria no vaciló al estigmatizar a la comunidad LGBTI de la Policía Nacional, al atribuir los elevados niveles de VIH que hay dentro de la institución a la comunidad, tras considerar que quizás dentro de esta comunidad “no hay de pronto esa educación”. ¿Se refería acaso a la educación sexual? Es imposible saberlo, considerando que, acto seguido, expresó que se encontraba en contra del uso del condón por considerarlo “un método abortivo”.

Además, el nuevo Director de la institución expresó, nada más ni nada menos que en medio de las conmemoraciones del día de la Mujer Trabajadora, que “una mujer discreta es un regalo del señor” y que no hay mayor encanto que “una mujer modesta”. Dicho encanto, además, “alegra a su esposo y si es sensata, lo hace prosperar”.

Estas declaraciones, basadas en las creencias religiosas del General, dan cuenta de la necesidad de tener en la dirección de las instituciones del país a funcionarios que representen el espíritu de la constitución de 1991, noción que no aparece en las declaraciones públicas del Director Sanabria.

La Policía no puede estar fundada en el fanatismo, la Policía no es el Santo Oficio; esa institución que juzgaba, criminalizaba y satanizaba a las personas por pensar y ser diferentes ya no existe. Las hogueras de la edad media no pueden persistir.  Estamos en un estado laico y nuestro gran reto es construir ciudadanía amplia y diversa donde los conflictos se tramitan de manera no violenta y donde el fanatismo, el dogmatismo y el fideísmo no atraviesen esas relaciones, más aún en una institución que debe garantizar la vida, los derechos humanos, la convivencia y no caer en discursos que incrementan la discriminación, la guerra, el sectarismo y el dogmatismo.

Un gobierno del cambio, que pretende avanzar hacia la realización de la constitución, no se puede permitir en la dirección de la policía a nadie que no ofrezca total y absoluta garantía a los derechos de las minorías, las libertades sexuales y los derechos de las mujeres, a quienes se les debe dejar de imponer un deber ser, sobre todo uno asociado a la pasividad como principal característica. Es la hora de una policía que promueva y proteja la libertad de ser y de amar y que cuide la vida, alejándose de los prejuicios y las posiciones que contradicen la ciencia y señalan a comunidades que enfrentan todo tipo violencias basados en los estereotipos que el Director Sanabria reproduce.

Diego Cancino

Concejal de Bogotá

 

[1] Arias Trujillo, Ricardo. Historia de Colombia Contemporánea (1920-2010).

[2] Renán Rodríguez William, 2020. El estado laico en Colombia: un análisis de sus orígenes. Universidad Externado de Colombia.

[3] Ibídem

[4] Ibídem

Diego Cancino

concejalcancino@gmail.Com
Concejal de Bogotá Filósofo de la Universidad Nacional de Colombia. Tiene estudios de maestría en políticas públicas de la Universidad de los Andes. Asesor en la Cámara de Representantes y profesor en la Universidad de los Andes y en la Universidad del Externado.

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