El mundo recuerda a una de las figuras más emblemáticas en la izquierda revolucionaria. Ernesto Guevara cayó hace 45 años a manos de soldados bolivianos.
Hoy, hace 45 años, un sargento de ejército boliviano asesinó a Ernesto “Ché” Guevara después de haber sido capturado en combate en la zona de la Higuera en Bolivia.
De esa manera terminó la vida de una de las figuras indispensables y necesarias del siglo XX. El itinerario revolucionario de Ernesto Guevara de la Serna, comenzó muy joven cuando recorrió su Argentina, natal, a bordo de una motocicleta. Ese viaje lo extendería posteriormente a toda latinoamericana hasta llegar a México en 1955.
Su experiencia en la Guatemala de Arbenz y el conocer a un exilado Fidel Castro, en México, fueron momentos decisivos para que el futuro revolucionario decidiera unirse a la experiencia revolucionaria de los cubanos que querían derrocar el régimen de Fulgencio Batista.
Después de casi cuatro años de experiencia guerrillera en Cuba, el triunfo del ejército revolucionario del movimiento 26 de julio se hizo con el poder en 1959, y el Ché Guevara fue nombrado director del banco central de Cuba y Ministro de Industria. Sin embargo su inquietud revolucionaria lo llevó a un periplo por diferentes instancias políticas en el mundo y por diferentes conflictos bélicos en los que tomó parte. Ángola y el Congo fueron dos de los destinos que conocieron a un Ché Guevara combatiente.
En 1966, de regreso en Cuba, el Ché decide lanzar una ofensiva guerrillera por toda surámerica. El primer destino de la utópica empresa fue Bolivia. Sin embargo durante un año solo vivieron dificultades y no consiguieron mayor apoyo del campesinado indígena boliviano.
El régimen de Barrientos, con apoyo logístico de la CIA y con apoyo militar de rangers del ejército de Estados Unidos, logró cercar al grupo guerrillero en el que se encontraba el Ché Guevara y el 7 de octubre de 1967 fue capturado en combate. Entre la noche del 7 y el 9 octubre estuvo siendo interrogado por diferentes miembros de la oficialidad boliviana y agentes de Estados Unidos. El asesinato tuvo lugar en la mañana del 9 y su cuerpo fue exhibido en la alberca de la escuela de la Higuera.
Sus restos fueron enterrados en una fosa anónima al final de una pista de aterrizaje hasta que en 1997 fueron repatriados a Cuba y desde ese año se encuentran en un mausoleo en la ciudad de Santa Clara. A pesar de que su vida terminó de esa manera en una remota población boliviana su leyenda nació y su figura quedó como referente y paradigma de lo que significa el revolucionario ideal.