Los diablos rojos vencieron en el Pacual Guerrero a Quindío y salen del infierno después de casi cinco años. Farías y Borja Martínez fueron los héroes de una tarde inolvidable para los caleños.
Llegó el día esperado. América vuelve a ser de Primera. Los diablos rojos huyen del infierno después de casi cinco años. Solo faltaba una última prueba para salir del averno, vencer a Quindío en casa. No había excusas. El Pascual Guerrero se vistió de gala con un tono rojo que se podía divisar a kilómetros. No era para menos, la emoción y los nervios se juntaban para un momento esperado por demasiado tiempo.
Hernán Torres volvió a lograr la hazaña con un imposible. El héroe de la estrella 14 de Millonarios tenía que ser el elegido para devolver también a su habitat natural al América.
Desde el principio buscaron el tanto del ascenso. No tuvieron que esperar mucho. A los 20 minutos el Tecla Farías abría el marcador después de una jugada brillante. Brayan Angulo abrió para Lucumi, quien se paró con inteligencia sobre la línea de cal para buscar otear el panorama y buscar el objetivo. Encontró a un Farías, que es un maestro en las artes del nueve, controló el esférico con y fusiló la portería de Quindío.
Para terminar la travesía había que ser fiel al espíritu de los últimos años y sufrir lo propio. En el minuto 25 Mosquera se hacía autogol rematando un balón colgado en un córner de Quindío. Para que no dijeran que el camino fue fácil.
Al filo del descanso llegó el respiro. A Lucumí le hicieron un placaje en el área y el colegiado señaló el punto de penalti. Borja Martínez no perdonó desde los once metros. Con la normalidad del que pica al llegar al trabajo, engañó al arquero de Quindío con un disparo ajustado al costado de la malla.
En la segunda mitad América manejó los tiempos con inteligencia. Solo en los balones por alto sufrió más de la cuenta pero nunca lo suficiente para poner en riesgo el ascenso que ya respiraban. Acabó incluso matando el partido en área contraria. Apurando las opciones en la esquina del córner con más picardía de la necesaria, Lucumí acabó pagando los platos rotos y se fue expulsado a falta de un minuto.
Pero nada ya podía acabar con la alegría de América. Wilmar Roldán señaló el final del encuentro y el Pascual estalló de júbilo. No es para menos. Cinco años, 1807 días y 226 partidos después, América vuelve a ser de Primera.