Amores que brotan y una aventura que expira

La expedición de la Ruta BBVA 2016 está llegando a su fin. A unas horas terminar esta aventura entre México y España, los 180 jóvenes de diferentes partes del mundo, empiezan a decir adiós a quienes han sido por 31 días sus compañeros de viaje, de hazañas, de vida. Sin embargo el afecto y conexión de los ruteros termina siendo tan fuerte, que la excursión pasa a ser el punto de partida de grandes amores.

Para aquellos que son novatos en la travesía que hace 31 años creo un inquieto, soñador y firme creyente en que no existen imposibles en la carrera de la vida, los primeros días de travesía y de exhaustivas jornadas, empiezan a revelar esa atmosfera encantadora y envolvente, llena de grandes historias y cargada de un espíritu afable, cálido y gentil que sobrepasa el ímpetu guerrero que cada uno pone a prueba ante los retos que se presentan.

La efusividad que trae el alba y empezar un nuevo día, se incrementa con los rostros sonrientes y expectantes por una nueva hazaña. Los saludos cordiales, que con el paso del tiempo se vuelven entrañables; las miradas cómplices, las carcajadas; los abrazos de júbilo por un sueño cumplido; los aplausos animosos por vivir esta experiencia; y las palabras inocentes espontaneas y entusiastas que resuenan como la mejor canción en la cabeza y que invitan a seguir con mayor ímpetu la fantasía hecha realidad; avivan la llama de la utopía humana del éxtasis y plenitud permanente, insoslayable.

Las voces de quienes han vivido por años, o por lo menos, de aquellos que vivieron en otras oportunidades la ruta quetzal que Don Miguel de la Cuadra Salcedo le dio y dejó a los jóvenes para transformar sus vidas, cobran fuerza al empezar un relato conmovedor de aventura e ilusión al interior de una de las tantas expediciones.

Los ojos brillantes, las sonrisas sin fin, los movimientos intensos, la voz cálida y animosa y el aura que rodea a las historias de amor contadas por antiguos ruteros, dan cuenta de tanta emoción vivida en tan corto tiempo.

Para algunos la Ruta fue el suelo donde brotó un amor que hoy es su hogar y la vida misma, para otros fue el comienzo de una relación de pareja duradera y para otros fue un eslabón que posteriormente encajo en su mundo de posibilidades.

Las memorias y anécdotas son infinitas, el despertar de la conciencia por lo que nos rodea, el conocimiento de sí mismo, la enseñanza de vida que deja el paso por cada lugar, la comprensión del otro, y la transformación profunda que propicia el enfrentarse a lo desconocido, lleva el sello imborrable del amor, amor por el entorno, por nuestros seres queridos, por el privilegio de la existencia, por aquellos con quienes gozamos la experiencia de sentirnos vivos, y por los que consideramos, cambiaron de manera especial nuestra perspectiva, nuestro mundo.

Una de las ruteras de este año, quien entre otras cosas resaltaba entre el grupo por llevar su bandera con orgullo -casi como si fuera su capa de heroína-, por el ímpetu que mostraba ante los desafíos, por sus rasgos característicos de su lugar de origen, -y quien fue toda un revelación para mi ante su desenfado y cordialidad-, Ofelia, compartió sus más íntimos pensamientos.

La sencillez, ternura, anhelo, alegría y entusiasmo, sensaciones que seguro hacen parte de la mayoría de los que gozaron la Ruta BBVA 2016, quedaron plasmada en la crónica escrita a puño y letra de esta valiente.

Crónica

Amor en las selvas mayas de Yucatán – Por Ofelia

Lo primero que vi fue el verde de sus ojos y su cálida sonrisa. Mi primer recibimiento en el Aeropuerto de Bogotá. Los demás se fueron presentando pero yo me quede solo con su nombre.

-¿Necesitas ayuda?, ¿Te cargo la mochila?- fueron las preguntas que hizo para sacar a relucir su amabilidad cuando fui una de las últimas a las que le entregaron el equipaje en nuestra tierra soñada por meses: Cancún.

Nos recibe la humedad en nuestro anhelado contacto con la tierra, pero la alegría se sobrepone a cualquier gota de sudor.

Primer campamento: Rio Lagartos. El primer desafío fue armar la carpa, pero entre risa, la media hora que tardamos se hizo rápida. El atardecer mostraba el cielo entre tonalidades rojas y naranjas y, sin embargo, a mí aún me sorprendía su mirada y con ella terminé la noche. Antes de cerrar los ojos, supe que tu hogar es donde puedes apoyar la cabeza y sentirte completa.

Nos dirigimos a las 10:00 de la noche a la playa de Las Coloradas para empezar una marcha y ver el desove de las tortugas. Las estrellas fueron mis cómplices en tan memorable experiencia. Y ella era la estrella que más titilaba en mi camino.

De pirámide en pirámide durante las explicaciones de los guías, se me escapaba una sonrisa al coincidir nuestras miradas. En mis fantasías sería parte de la realeza maya y yo quien le lleve muchos sacrificios para dignificar mi espíritu.

Mis mejores noches son cuando puedo peinar su cabello y hacerle cariñitos en la espalda hasta que sus parpados se cierren. Su rubia cabellera se pierde entre mis manos. Ojalá pudiera recorrer cada fibra de sus ser sin dejar ni un espacio sin conocer. Ser uno en vez de dos. Fusionar nuestras pasiones en un instante de clímax.

Bajo las palmeras de Celestún, la brisa y el sol me hacen compañía. Sus ojos no dejan de deslumbrarme; la mirada que hay detrás de sus lentes de sol me trasmite cariño y pureza. Su voz medio ronca es música para mis oídos y ni hablar de cuando sonríe.

Pobres de los que subestimaron el poco tiempo para empezar a hablar de amor; no han conocido a alguien que les cambie la perspectiva.

Su mano junto a la mía entrelazando sentimientos y uniendo historias. Tan lejos geográficamente pero tan cerca en la ruta del destino.

“Gracias por todos los buenos momentos que me hiciste pasar en México”, le susurre al oído en mi última noche antes de partir a España. Me besa en la mejilla y toma de mi mano. Cuanto desearía hacer eternos esos momentos.

Me despide el oleaje en Chetumal. Todos los días han sido mi día más esperado, pero ella… ella ha sido totalmente inesperada.

¡Nos vemos México! Te dejo mis más gratos momentos y me llevo el corazón cargado de sentimientos.