Andrés Neuman lanza su nueva novela: Hablar solos

Alternando ternura y crudeza, Hablar solos se desplaza de la infancia a la perversión, de la familia al duelo. Una novela perturbadora que indaga en las relaciones entre Tánatos y Eros, planteando una pregunta de profundas consecuencias: ¿cómo afecta la enfermedad a nuestra forma de leer y de vivir el sexo?

El pasado jueves 1 de noviembre, en el marco del Tercer festival de literatura de Bogotá, Andrés Neuman, narrador, poeta, traductor, bloguero, columnista hispano-argentino, ganador del Premio Alfaguara y el Premio a la Crítica, presentó su más reciente novela, Hablar Solos.

En palabras del autor: “la novela primero habla de un viaje entre un padre y un hijo, cuenta la historia de una madre y cuidadora que a la vez también se convierte en una mujer infiel; es una novela de contrastes, en cierto modo, con mucha alegría y mucho dolor, con mucha muerte y mucho sexo, con mucha infancia y mucha perversión”.

Una de las características de Hablar solos es ver cómo Neuman une la vida de tres personajes, dándole al lector el punto de vista de cada uno, desde una perspectiva diferente. En el caso de Elena, se sabe qué pasa en su vida gracias al diario que lleva; Mario, su esposo, graba lo que le pasa, y Lito, el hijo de la pareja, cuenta sus pensamientos. Neuman busca llevar al público a ser narradores omniscientes.

Casi la mitad de la obra es narrada desde el punto de vista de Elena, que termina siendo el personaje principal. Esta tarea es difícil cuando no se es mujer, y Neuman reconoce que debió pedirles consejo a sus amigas más cercanas para ver si iba por el camino indicado.

¿Es fácil escribir desde la perspectiva de una mujer? Neuman responde: “No, creo que no lo es, porque nos educan y nos maleducan a los hombres para confirmarnos en nuestro propio género; vivimos en una sociedad narrada, cuyas reglas son narradas aún por hombres, y por tanto, mientras las mujeres aprenden a la fuerza el punto de vista del género masculino, mientras desarrollan su yo femenino, los hombres venimos a que nos confirmen nuestro género. Es un mundo para hombres”.

Al ir leyendo, se puede percibir que Elena está en el dilema de la espera y el de vivir; ha dejado su papel de típica ama de casa. Mario, por otra parte, ahora enfermo, ve cómo su vida ha cambiado y ya no es aquel noctámbulo y joven temerario.

Por su lado Lito, un niño de 10 años, vive en un monólogo infantil constante: “Papá vuelve, se acerca, me levanta la cara con las dos manos y me propone quedarnos a tomar una copa, ¿una copa? ¿Papá y yo? ¿En un bar por la noche? No lo puedo creer, esto sí que es lo máximo, me levanto de la silla, me limpio el sirope con una manga, me pongo bien derecho, nos vamos los dos juntos a la barra, papá se pide un wiski, yo me pido una Fanta con mucho, mucho hielo”.

La invitación es a descubrir en qué terminará esta historia y cómo esos conflictos lograrán resolverse para cambiar el destino de cada personaje. La tarea, por ahora, es buscar la respuesta a una de las preguntas que hace Andrés Neuman a través de su obra: ¿Cómo afecta la enfermedad a nuestra forma de leer y de vivir el sexo?