Ataque terrorista en Túnez

Al menos 45 personas han muerto este lunes, 28 de ellos presuntos terroristas -según el Ministerio del Interior tunecino-, en un tiroteo entre fuerzas de la Guardia Nacional y un grupo de yihadistas que, al parecer, se habían infiltrado en el país desde la vecina Libia.

Tras el atentado las autoridades tunecinas han impuesto un toque de queda desde las 19 hasta las 05 hora local en al ciudad, según ha informado el Ministerio de Interior.

Fuentes del Ministerio de Defensa han detallado, que entre los muertos hay 10 miembros de seguridad y siete civiles que han muerto en el asalto a un puesto de control y una comisaría en la localidad de Jellal, vecina a Ben Guerdan, la capital del sur de Túnez, en el segundo incidente armado de esta naturaleza en los últimos cinco días.

Estas fuentes no especifican si los cadáveres recuperados en el lugar pertenecen a los atacantes o a las fuerzas de seguridad, y se limitan a afirmar que la situación ya está bajo control tras varias horas de intenso intercambio de disparos, donde otras dos personas quedaron heridas.

El pasado miércoles, unidades especiales de la lucha antiterrorista mataron a cinco presuntos yihadistas que se habían infiltrado en Túnez desde la vecina Libia y habían tomado a una familia como rehén en una casa situada en el Auya, una pequeña localidad a 10 kilómetros de Ben Guerdan.

Las fuerzas de seguridad indicaron entonces que los presuntos terroristas estaban vinculados con la rama libia del Estado Islámico y que entraron en el país de forma irregular a través de la frontera a bordo de varios vehículos todoterreno.

“Los yihadistas se refugiaron en una casa y tomaron a una familia como rehén en su intento de huida tras un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad. Un ciudadano resultó herido y murió en el hospital”, explicó la fuente.

La Policía fronteriza tunecina sigue en estado de alerta máxima desde hace dos semanas, cuando aviones de combate estadounidenses mataron a 50 personas -en su mayoría tunecinos- en un bombardeo contra supuestos objetivos de IS en la ciudad libia de Sabratah, a unos 100 kilómetros de la frontera con Túnez.

Según el Pentágono, en el ataque se pretendía acabar con Nourdine Chouchane, un conocido cabecilla yihadista tunecino al que se acusa de instigar dos de los tres atentados que Túnez sufrió en 2015 y que luchó junto al Estado Islámico en Siria e Irak.

Las zonas desérticas del sur de Túnez que se extienden entre Libia y Argelia se han convertido en los últimos años en lugar de reunión y paso de cientos de yihadistas procedentes de todos los puntos del Sahel y norte de África que pretenden sumarse a la lucha armada en territorio libio.