El Barcelona luchará por una Copa del Rey en la final del 27 de mayo, después de superar al Atlético en una eliminatoria rodeada de polémica. Los rojiblancos hicieron méritos suficientes para al menos haber forzado la prórroga, pero al igual que en el Calderón se quedaron cortos de tiempo.
Hasta tres rojas tuvo un partido que se desenvolvió en toda clase de escenarios. Los primeros 25 minutos fueron una tromba de los rojiblancos, volcados en campo contrario y haciendo sufrir a un Barça como hacia tiempo no se le veía en su casa. Los culés tardaron en reencontrarse media hora, hasta que despertaron en el último cuarto gracias a la fátiga del rival y al orgullo propio de Messi y Suárez.
Los dos delanteros se fabricaron el gol blaugrana, también ayudados por un Juanfran que habilitó con su posición al uruguayo, para que rematara un rechazo de Moyá a un disparo seco y bajo del argentino. No cambiaba mucho la eliminatoria. El Atlético tenía que seguir haciendo dos goles para salvar el cuello y llevar el duelo fuera del tiempo reglamentario, pero el gol al menos significó un revés moral duro para los rojiblancos. Habían hecho una primera mitad gloriosa en el Camp Nou y se iban al vestuario con el mismo dolor de siempre.
Le costó desperezarse para el segundo periodo. A ambos si es necesario aclararlo. Tuvieron que pasar 20 minutos para que llegara el punto caliente de la noche. Los últimos minutos de ahí al final estuvieron cargados de adrenalina. El Atlético se vino arriba y probó los nervios del público culé, con un gol erróneamente anulado a Griezmann, en clara posición legal gracias la colocación de Piqué.
Insistía el Atlético por la izquierda y encontró premio en la segunda amarilla de Sergi Roberto. El lateral dejaba a los suyos con diez y veinte minutos por delante para aguantar el resultado. Parecía que el Atlético por fin veía el camino claro, pero de nuevo el encuentro pegó un vuelco inesperado. Carrasco se pasaba de frenada en un ataque de los colchoneros. Segunda amarilla y otra vez las fuerzas igualadas. Aprovechaba el momento Luis Enrique para sacar toda la artillería. Busquets e Iniesta entraban para dar un golpe de moral mayor al de cualquier tanto. El público rugía, todos ya veían el partido liquidado.
Pero el Barça lo dio todo ya por hecho y subestimó a su adversario, que nunca se rinde y mucho menos cuando lo ve todo perdido. De nuevo Piqué se durmió en el marcaje de Gameiro y no le quedó otra que derribarlo en el área. El delantero francés se encargó de cobrarlo y tantas ganas tuvo que lo mandó por encima del travesaño. El destino le devolvió la oportunidad minutos más tarde, con una asistencia a placer que le dejó su compatriota Griezmann.
El Atlético veía la sangre de su rival y apuró hasta el final para llevar el partido a la prórroga. Una nueva amarilla de Suárez, que lo privará de la final, daba más ilusiones como para pensarlo. Hasta Moyá subió en un córner a falta de dos minutos. Era el zafarrancho que había ordenado el Cholo. Aguantó el Barça las embestidas colchoneras y liquidó el partido con una nueva contra en la que acabó Messi derribado.
El Barça aprovechó la patada para consumir el tiempo, con un acto reprochable a Busquets tirando la pelota cuando fue devuelta al campo. El Atlético clamó por los minutos descontados, pero ya era tarde. El árbitro señalaba el final, con el Barcelona como nuevo finalista de una Copa del Rey que se jugará el 27 de mayo.